LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
No es solo la justicia lo que está mal. Somos todos en el país los que estamos desenfocados con lo que ocurre en aquella zona. Pareciera que hay algo en el plano de los conceptos que no se condice con la realidad de las cosas y que permite que el terrorismo se despliegue impunemente no solo a costa de las personas, de sus vidas y de sus bienes, sino que también de las instituciones y del ordenamiento general que regula la convivencia nacional.
El fin de año y la llegada del nuevo se transformó en la gran fiesta del terrorismo. Así como ahora recordamos el macabro asesinato de los Luchsinger MacKay, el próximo enero será el aniversario de los incendios criminales que marcaron este cambio de año en La Araucanía. Y, así, seguiremos sumando acontecimientos infaustos, hasta que las llamas nos calcinen.
En el plano judicial, el abogado querellante de los Luchsinger MacKay celebra que se haya reconocido la validez de las numerosas pruebas que se han reunido en contra del único inculpado, que lo está solo por haber caído herido durante aquel hecho luctuoso. Es decir, al cabo de un año todavía se está iniciando el proceso.
No es solo la justicia lo que está mal. Somos todos en el país los que estamos desenfocados con lo que ocurre en aquella zona. Pareciera que hay algo en el plano de los conceptos que no se condice con la realidad de las cosas y que permite que el terrorismo se despliegue impunemente no solo a costa de las personas, de sus vidas y de sus bienes, sino que también de las instituciones y del ordenamiento general que regula la convivencia nacional.
Es sabido que este terrorismo tiene el respaldo de organismos internacionales, con el falso título de constituir una causa noble y humanitaria. También dentro del país cuenta con el respaldo tácito de un amplio sector del espectro político: el curiosamente llamado mundo progresista, que reúne todos los postulados fracasados durante los últimos cien años y que, no obstante, aún goza de buena salud en nuestro país.
El terrorismo es una imposición violenta que nace de la automagnificación de sus protagonistas, unida al desprecio por los demás. De aquí derivan la implacabilidad y la frialdad con que es usado, como una formidable herramienta política disuasiva y amedrentadora, para despejarles el campo a sus impulsores, camuflados de idealistas iluminados.
Más allá del hecho político y noticioso, el dominio del terror nos daña mortalmente, llevándonos a la disolución social. Liquida la comunicación y la confianza en las personas, y la proyección hacia el futuro. Reduce, hasta clausurarlos, el horizonte vital y el vuelo espiritual de cada uno de nosotros. Liquida la vida civilizada, objetivo hacia el cual ha apuntado la humanidad a lo largo de milenios desarrollando un complejo entramado institucional.
De la persona altiva, digna y libre que hemos buscado ser por millones de años, retrocedemos a formar una especie biológica tan primaria que solo puede reptar.
Ver controversia planteada por Perú
http://www.lanacion.cl/noticias/videos/pais/video-que-explica-el-limite-marino-entre-chile-y-peru/2013-12-13/131547.html