RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

¿POR QUÉ BAJMUT? UNA PREGUNTA TAN ANTIGUA COMO LA GUERRA

 

¿POR QUÉ BAJMUT? UNA PREGUNTA TAN ANTIGUA COMO LA GUERRA

Thomas Gibbons-Neff , exinfante de marina

New York Times, 23/05/2023

Pocas semanas antes de que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski visitara la ciudad de Bajmut en diciembre, un soldado con el distintivo de llamada militar “Oso” miraba por la ventana de un ruinoso sexto piso, con vista a los confines orientales de la ciudad. Me quedé en silencio a su lado. Abajo la batalla se desarrollaba con una ferocidad silenciosa.

Los cohetes iluminaban el cielo. Un tanque ardía en la distancia. Hacia el sur, las municiones incendiarias rusas flotaban hacia abajo: el delgado arco de las llamas blancas encendía pequeños fuegos en el suelo, pero poco más. No quedaba nada que quemar, el área ya había sido bombardeada hasta más no poder.

“Bajmut”, escribí en mi diario, “está en mal estado”.

Esa fue una larga noche entre cientos de jornadas en las que Bajmut se convirtió en el punto focal de algunos de los combates más feroces de la guerra, y en un enclave muy deseado por Rusia que las tropas ucranianas defendían de manera tenaz.

Hoy, la ciudad de Bajmut parece haber caído en manos de los rusos después de 10 meses, dejando miles de soldados heridos o muertos y una pregunta persistente: ¿cómo una ciudad anodina de la que el mundo nunca había oído hablar se convirtió en el sitio donde ambos bandos decidieron combatir hasta el final, sin importar el costo?

“Parece que todos los buitres están aquí”, me dijo un soldado —a través de un mensaje— cuando una multitud de periodistas apareció en marzo, momento en que la ciudad parecía estar a punto de caer. “¿Dónde estaban antes de que esto se pusiera tan terrible?”, escribió.

La trayectoria de una guerra es desconocida. Los combatientes, los vientos políticos y las estrategias militares influyen por igual en las batallas libradas y la violencia posterior.

Bajmut, un antiguo puesto cosaco de avanzada que al comienzo de la guerra era un pueblo minero de sal, simplemente fue el lugar donde chocaron dos ejércitos. El orgullo, el desafío y la terquedad pura rápidamente le otorgaron a la ciudad una importancia desmesurada.

Faluya, en Irak, también era desconocida para gran parte del mundo hasta que Estados Unidos trató de acabar con una creciente insurgencia en 2004. Hubo dos batallas por la ciudad, una que transcurrió en tres semanas y otra que duró seis. Fueron combates intensos pero mucho más pequeños en escala que la destrucción y pérdida de Bajmut.

Gettysburg era un lugar ondulado lleno de colinas y campos típicos del sur de Pensilvania, pero resultó ser el sitio donde tres días de combates inútiles acabaron con las posibilidades de Robert E. Lee de cambiar la Guerra Civil a su favor.

Iwo Jima no era más que el enclave de una isla en el Pacífico, pero Estados Unidos la necesitaba para sus bombarderos de largo alcance, y la lucha por controlarla se convirtió en una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial.

Pero ya sea Bajmut, Iwo Jima o Faluya, el final de la batalla, sin importar lo que esté en juego o quien resulte vencedor, siempre es el mismo: pérdidas insondables y la necesidad de enfrentarse a lo que viene después. ¿Cómo recuerdas a los muertos y te preparas para lo que temes que será la indiferencia estratégica de tus líderes, quienes están tramando sus próximas campañas con batallas que podrían causar tu propio fin?

Durante meses, los analistas discutieron sobre la “importancia estratégica” de Bajmut, como si alguna jerga militar pudiera hacer más fácil digerir la pérdida de una ciudad entera a manos de un ejército invasor.

“El enemigo”, dice Yossarian, el personaje de Joseph Heller en Trampa 22, su novela de la Segunda Guerra Mundial, “es cualquiera que quiera matarte, esté en el lado que esté”.

Para el lunes por la mañana, los funcionarios ucranianos hablaban de controlar las “afueras” de Bajmut y preparar operaciones en los flancos, una sutil indicación de que la batalla dentro de la ciudad había llegado a su fin. En medio de los escombros, la población previa a la guerra de unas 70.000 personas se ha reducido a unos pocos miles de habitantes o menos.

Hubo un momento en que parecía poco probable que los rusos pudieran capturar Bajmut. El ejército ucraniano los había expulsado de Járkov en septiembre pasado. En noviembre, liberaron la ciudad portuaria de Jersón. Ucrania estaba ganando. En Bajmut, algunas personas tenían la esperanza de que las tropas de Kiev siguieran avanzando y cambiaran el rumbo de una vez por todas.

A pesar de sus derrotas en otros lugares; las tropas de Moscú junto con las fuerzas mercenarias de Wagner, el grupo respaldado por el Kremlin que lideraba el asalto a Bajmut, nunca dejaron de atacar la ciudad.

El presidente ruso Vladimir Putin había dejado claro que sus fuerzas iban a capturar Bajmut y luego apuntarían a la totalidad de la región rica en minerales de Donbás en la que se encuentra. No hubo calma invernal: el suelo se endureció y el metal de los obuses y las Kalashnikov se volvió doloroso al tacto de dedos entumecidos por el frío.

La primavera acaba de traer más destrucción en forma de feroces y sangrientos combates callejeros.

Durante meses, los analistas militares, los funcionarios occidentales y los medios discutieron sobre la “importancia estratégica” de Bajmut, como si alguna jerga militar pudiera hacer más fácil digerir la pérdida de una ciudad entera a manos de un ejército invasor.

Los rusos podrían usar mejor sus recursos, dijeron los analistas. Ucrania debería retirarse a una mejor zona y continuar su ofensiva en otros lugares, agregaron.

Recuerdo a los expertos y a la prensa en 2010, cuando participé en una batalla diferente como soldado de infantería de la Marina en el sur de Afganistán: la batalla por Marja. Ni de lejos fue tan violenta como lo que presencié en mis muchos viajes a Bajmut como periodista de The New York Times, pero al igual que los soldados ucranianos que luchan por su ciudad, sabía que el mundo estaba mirando.

Qué poco significó eso en 2010, cuando ningún escrutinio público determinaría si mis amigos vivían o morían. Y qué poco significó para los soldados que luchaban en Bajmut, donde cada minuto en el que no estaban bajo bombardeos o ataques era un respiro, y donde el objetivo diario era sobrevivir y mantenerse vivos.

Zelenski convirtió a Bajmut en el punto focal de la guerra cuando lo visitó en diciembre, donde apareció junto a sus soldados exhaustos en lo que parecía ser una fábrica vacía cerca del frente. La ciudad, anteriormente llamada Artémivsk, estaba en el centro de atención.

Bajmut, con sus senderos para caminar que solían estar prolijamente recortados y un pintoresco y conocido viñedo, de repente se convirtió en una importante zona estratégica, sin importar si los generales y los analistas estuvieran de acuerdo o no.

La visita de Zelenski fue lo único que necesitaban los medios y el pueblo ucraniano. “Bajmut resiste” se convirtió en un grito de guerra. La guerra tenía otra batalla campal, una que se sintió inquietantemente similar al sitio de Mariúpol y los combates en Lisichansk y Severodonetsk meses antes: defensores superados en número, luchando contra un ejército mucho más grande.

Estamos “en pleno cerco de fuego”, dijo un soldado que luchaba en Bajmut hacia el final de la batalla, antes de preguntar si The New York Times haría llegar la información adecuada al público si lo abandonaban allí.

En el otro bando estaba Yevgeny Prigozhin, el directivo de Wagner. El otrora magnate reservado comenzó a aparecer en videos en el frente de Bajmut. En las imágenes, se ve a Prigozhin animando a sus combatientes e incitando a Zelenski mientras ajusta su chaleco antibalas.

En un video publicado en marzo, Prigozhin le pidió al presidente ucraniano que siguiera enviando “unidades listas para la batalla” para que sus tropas de Wagner pudieran matarlas.

También discutió con el liderazgo militar ruso, fustigándolos y burlándose de ellos, convirtiéndose en un personaje exuberante de la narrativa de Bajmut.

Fue un enfrentamiento listo para la cámara realzado por las imágenes espeluznantes que también llegaban del frente de guerra.

Los videos publicados desde el campo de batalla mostraban un paisaje repleto de cicatrices de proyectiles y salpicado de árboles destrozados. Los soldados luchaban desde trincheras fangosas con el agua hasta la rodilla. El pie de trinchera fue una afección común durante el invierno.

En poco tiempo, Bajmut comenzó a ser comparada con Verdún en 1916 (una batalla de 10 meses que tuvo cientos de miles de bajas francesas y alemanas).

Pero la sangrienta guerra de trincheras en el este de Ucrania no era nada nuevo porque había sido un elemento básico del conflicto desde que los separatistas respaldados por Rusia comenzaron a luchar contra el gobierno en 2014.

Las comparaciones históricas, por acertadas que hayan sido, no hicieron nada para mitigar los horrores sobre el terreno. Durante meses, los muertos y heridos de Ucrania llegaban como un flujo constante al único hospital de Bajmut.

Camillas manchadas de sangre recibieron a nuevos pacientes. Los campos circundantes estaban llenos de muertos rusos, cadáveres camuflados que apuntaban la dirección de su ataque.

La visita de Zelenski lo había dejado claro: sus fuerzas lucharían hasta el final. Bajmut se sumaría a la lista de ciudades donde murieron muchos soldados a cambio de tan solo unos pocos kilómetros de terreno devastado.

Los soldados que sobrevivan tendrán el resto de sus vidas para reflexionar si valió la pena. Y aquellos que murieron serán recordados como los héroes caídos de la batalla por Bajmut, las tropas que perecieron en una ciudad de la que mucha gente nunca había oído hablar hace un año.

Mientras estaba de pie junto a la ventana rota aquella gélida noche de diciembre, recuerdo haber pensado que, a pesar del crescendo de la artillería y el parloteo de los disparos, la batalla por Bajmut se sentía muy lejana. Dos días después, un proyectil se estrelló contra el apartamento vacío en el que habíamos estado parados.

Hoy, los rusos patrullan la ciudad. La guerra continúa. Avanzará poco a poco hacia nuevos lugares en el mapa, aún no destruidos por meses de batallas de artillería, donde podrían surgir nuevos eslóganes y donde el “significado estratégico” permanece en duda, mientras el mundo espera otro desenlace sangriento.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

36 HORAS EN BAJMUT: LA BATALLA DESESPERADA DE UNA UNIDAD PARA CONTENER A LOS RUSOS

   

36 HORAS EN BAJMUT: LA BATALLA DESESPERADA DE UNA UNIDAD PARA CONTENER A LOS RUSOS

Historia de Matthew Luxmoore/The Wall Street Journal

La Tercera, 25/05/2023

El soldado Oleksiy Malkovskiy, desempleado y padre de tres hijos, disparó una granada propulsada por cohete por primera vez en su vida en el frente de batalla de Bajmut en febrero. Las tropas rusas estaban asaltando uno de los bloques de departamentos que su grupo de 16 reclutas, muchos de los cuales se habían alistado días antes y no habían recibido entrenamiento, habían sido asignados para defender.

Malkovskiy falló. Los rusos dispararon su propio RPG y golpearon la pared a su lado, dejándolo conmocionado. Salió corriendo del edificio y se escondió en un huerto, con los oídos zumbando. Cuando regresó después de la puesta del sol, los cuerpos de dos de sus camaradas yacían en la habitación.

Durante las 36 horas que pasó en un brutal combate casa por casa en la ciudad del este de Ucrania, 11 de los 16 hombres del grupo de reclutas de Malkovskiy fueron asesinados o capturados, según soldados sobrevivientes y familiares de los desaparecidos.

Rusia finalmente consolidó el control sobre Bajmut durante el fin de semana, después de una batalla de 10 meses que Kiev usó para aplastar a las fuerzas rusas.

Si bien ninguno de los lados ha revelado sus bajas, muchos miles de soldados de ambos lados han muerto en el frente de Bajmut, según estimaciones occidentales. Muchos más han resultado heridos.

En un esfuerzo por preservar las brigadas entrenadas y equipadas por Occidente para una ofensiva ampliamente anticipada, y con muchos de sus soldados profesionales muertos, Kiev envió soldados movilizados y unidades de defensa territorial, a veces con entrenamiento y equipo irregulares.

El éxito o el fracaso final de la estrategia de Ucrania en Bajmut dependerá de los resultados de la ofensiva más grande.

“Si puede evitar tener que desviar su fuerza de combate decisiva hacia algo como Bajmut, lo que tendría un impacto negativo a largo plazo en la contraofensiva general, entonces hágalo”, dijo el teniente general retirado Ben Hodges, excomandante del Ejército estadounidense en Europa. “Por supuesto que todavía pagas un alto precio”.

Los 16 hombres, incluido Malkovskiy, se alistaron en la 5ª Compañía de la 93ª Brigada Mecanizada de Ucrania, partieron de Kharkov el 16 de febrero en bus hacia la base de la brigada, a dos horas y media de viaje hacia el sur.

Los pasajeros eran en su mayoría hombres pobres de aldeas en la región nororiental de Kharkiv, muchos de ellos desempleados, haciendo trabajos ocasionales como personal de mantenimiento o trabajando por turnos en fábricas en la capital regional.

Muchos habían recibido avisos de movilización ese mes, según sus registros de servicio militar. Si bien algunos habían completado el servicio obligatorio años o décadas antes, casi ninguno había estado en combate activo.

Pasaron dos noches en la base, donde les entregaron rifles y uniformes de la era soviética, según documentos militares y fotografías. El 18 de febrero, los llevaron a Kostyantynivka, a 25 kilómetros de Bajmut, y los alojaron en una casa en las afueras de la ciudad de la guarnición.

Posaron para fotos con sus rifles frente a íconos religiosos colocados en la repisa de la chimenea de la casa, tomando bebidas energéticas en literas en uno de los dormitorios, y fumando y comiendo en la cocina.

En la mañana del 21 de febrero, el sargento mayor de la compañía llegó para decir que tenía órdenes de enviar a los hombres a Bajmut en grupos de seis. Las fuerzas rusas se estaban acercando al río que divide la ciudad, presionando a las unidades ucranianas que se defendían del constante bombardeo de morteros y artillería.

Algunos de los hombres amenazaron con escribir una negativa oficial a seguir la orden, citando la falta de capacitación. Vladyslav Yudin, un exconvicto de la ciudad oriental de Luhansk, afirma que le dijo al sargento mayor que nunca había empuñado un arma, y mucho menos disparado, y que estaba asustado. “Bajmut te enseñará”, respondió el hombre.

Cuando el primer grupo de hombres llegó a Bajmut esa noche, se les dijo que siguieran a un comandante a su posición. Caminaron por callejones pasando por las ruinas de edificios bombardeados, pasando por encima de postes telefónicos caídos y proyectiles rusos sin explotar.

Llegaron a un bloque de departamentos de gran altura separado por un cobertizo, una valla de tela metálica y un pequeño jardín de las tropas rusas en el edificio del lado. Tomaron posiciones junto a las ventanas del primer piso.

Luego fueron atacados con granadas y morteros, y Yudin manifestó que vio a Serhiy Didik, un aldeano de 36 años, y al comandante asesinados frente a él. “Fue el infierno en la tierra”, señaló.

A menos de 300 metros de distancia, el granjero Serhiy Puhasiy estaba en una casa bajo un fuerte ataque ruso que obligó a su grupo a salir. Estuvo bajo fuego de ametralladora desde el tercer piso de otro edificio y vio caer al líder de su escuadrón y a otro soldado.

Se encontró expuesto mientras las balas zumbaban a su alrededor. Cayó al suelo y pronto se encontró rodeado de soldados rusos.

“¿Estás solo?”, preguntó uno de los rusos, atando sus brazos mientras otro le quitaba el rifle de las manos y le quitaba el chaleco antibalas.

Desde esa batalla del 21 y 22 de febrero, y una misión posterior el 2 de marzo para la cual los miembros sobrevivientes de la unidad fueron enviados de regreso a Bajmut, las esposas de los desaparecidos han estado buscando información.

Escribieron a la Cruz Roja y a las Naciones Unidas, llamaron a una línea directa del gobierno ucraniano y publicaron en docenas de páginas de redes sociales para los desaparecidos.

La esposa de Puhasiy, Anzhela, recibió la notificación de que su esposo había desaparecido el 24 de febrero, tres días después de haber hablado con él por última vez. “Es como estar parado en el borde de un acantilado. No soy ni esposa ni viuda”, dijo en una entrevista a principios de abril. “Lo peor es no saber”.

El hijo de nueve años de la pareja, Vladyslav, se dibujó a sí mismo de pie sobre un tanque con una bandera ucraniana en la línea del frente. “Papá, te salvaré”, dice su pie de foto.

A principios de marzo, dos oficiales militares llegaron a la casa de Vasiliy Zelinskiy, un trabajador por turnos de una fábrica de acero de 51 años con una dolencia en la columna diagnosticada, para compartir la noticia de su desaparición.

Su esposa, Olena, comenzó a sollozar y les preguntó: “¿Cómo es posible que se lleven a un hombre sin entrenamiento y una semana después se haya ido?”. Un hombre bajó los ojos, dijo ella, y el otro respondió: “Es la guerra. Nadie los entrenará ahora”.

El 2 de abril, un canal vinculado al grupo paramilitar Wagner, que encabezó el asalto de Rusia a Bajmut, publicó una foto de la identificación militar de Didik y dijo que se había confirmado su muerte. Pero la esposa de Didik, Valentina, está convencida de que está en cautiverio ruso. “Sé que mi esposo está vivo”, señaló en un mensaje a The Wall Street Journal. “Mi corazón lo siente”.

Las esposas de los hombres desaparecidos están enojadas porque fueron enviados a Bajmut sin entrenamiento. La gran mayoría de los soldados movilizados en Ucrania reciben al menos una preparación mínima, y los casos de hombres sin entrenamiento a los que se les ordena luchar no están muy extendidos.

Pero la ley ucraniana no especifica cuánto debe durar el entrenamiento, y los abogados dicen que los reclutas pueden hacer poco más que presentar una queja a través de sus comandantes o una línea directa del Ministerio de Defensa.

Los legisladores ucranianos presentaron en febrero un proyecto de ley que exige un mínimo de preparación de tres meses para las tropas movilizadas, pero no ha avanzado en el Parlamento.

El Ministerio de Defensa de Ucrania negó haber enviado soldados sin entrenamiento a Bajmut, y un oficial de la 93ª Brigada Mecanizada de Ucrania dijo que no había oído hablar de tales casos en su unidad. “Si sucede, está mal”, dijo.

Un portavoz de las Fuerzas Armadas de Ucrania se negó a comentar.

A mediados de abril, Puhasiy fue liberado en un intercambio de prisioneros después de casi dos meses de cautiverio ruso. Estuvo recluido en una prisión en la parte ocupada por Rusia de la región ucraniana de Luhansk antes de ser trasladado a una celda en una fábrica abandonada.

A él y a una docena más les vendaron los ojos, los llevaron a Bajmut y les dijeron que cruzaran la línea del frente mientras las tropas rusas se comunicaban por radio con los ucranianos, asegurándose de que ambos lados no dispararan.

Al final, cree Puhasiy, fue su muy breve servicio militar lo que lo salvó de la ejecución a manos de sus captores.

Cuando los rusos miraron su tarjeta de registro militar y vieron la fecha en que fue movilizado, menos de una semana antes, preguntaron cuánto tiempo había luchado. “Veinticuatro horas”, respondió.

Dijo que advirtieron que si alguna vez lo capturan nuevamente, no sobrevivirá.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

Seguridad y defensa

LA DANZA DE MILLONES DE PESOS QUE HA GASTADO CHILE EN LOS SUCESIVOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN DESDE 2019

 

LA DANZA DE MILLONES DE PESOS QUE HA GASTADO CHILE EN LOS SUCESIVOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN DESDE 2019

Andrés Cárdenas Periodista

El Mostrador, 27/05/2023

Desde 2019 en adelante, las Fuerzas Armadas chilenas han estado entrando y saliendo desde sus cuarteles para encargarse de tareas de seguridad pública debido a los estados de excepción constitucional que, como nunca antes en democracia, se han decretado de manera sucesiva en los últimos cuatro años. Solo en el gobierno del Presidente Boric, el Estado de Excepción ha sido renovado 24 veces, y en el gobierno de Piñera se produjo uno de los más largos de la historia mundial.

Según informó a la subcomisión mixta de presupuestos del Congreso el jefe de la División de Presupuestos del Ministerio de Defensa, Carlos Chong, hasta agosto de 2022, solo la FACh requirió al menos $120 millones para su despliegue; el Ejército, $150 millones; y la Armada, entre 40 a $50 millones, siendo traslado de contingente y alimentación su principal destino.

En total, hasta el octavo mes del año pasado, se requirieron $320 millones cada 15 días ($21 millones diarios), período por el que se piden los decretos de Estado de Excepción. La actualización de la cifra podría ser revelada durante la próxima Cuenta Pública o en la discusión del presupuesto 2024.

El gobierno del Presidente Boric ha mantenido la restricción constitucional desde el 16 de mayo de 2022, habiendo sido prorrogado con amplio respaldo del Congreso 24 veces.

Por lo tanto, bajo la referida ecuación, se habrían desembolsado $7.680 millones durante el año que lleva corriendo el decreto.

No obstante, desde el Ministerio de Defensa señalan a El Mostrador que estos son reservados “recursos especiales” y se deben considerar variaciones, como el costo de instalación que ocurre una vez y el mantenimiento de las tropas, lo que podría hacer que la cifra varíe.

El decreto actual, que ya ha cumplido un año, expiró el 26 de mayo y la reciente extensión aprobada comenzó a regir después de esa fecha durante 15 días, hasta que se discuta una nueva prórroga.

Sin embargo, es importante destacar que la aplicación del Estado de Excepción no es exclusiva del gobierno actual, sino que se origina en el fracaso del diálogo en todos los gobiernos anteriores.

Chile, en Estado de Excepción “intermitente” desde 2019. Desde el inicio de la pandemia, todo Chile estuvo bajo Estado de Excepción Constitucional de Emergencia (EECE) durante un año y medio, siendo uno de los más prolongados a nivel mundial.

Sin embargo, no podemos dejar de mencionar el primero de todos, convocado por el presidente Sebastián Piñera debido a la incapacidad de restaurar el orden público durante el estallido social en 2019.

En octubre de aquel año, la aplicación del decreto causó un gran impacto tanto dentro como fuera de La Moneda. Fue la primera vez que se implementaba desde el retorno a la democracia, excluyendo el Estado de Catástrofe por el terremoto en 2010.

La decisión dejó a varios en la sede del gobierno al borde del colapso. La medida se extendió por nueve días y se declaró en diferentes zonas del país desde el 19 de octubre de 2019 hasta el 28 de octubre del mismo año.

Durante ese período, siguiendo el cálculo previo, se estima que se utilizaron alrededor de $190 millones solo en el despliegue militar.

Es importante mencionar que parte del territorio estuvo bajo esta condición durante menos días, ya que su Estado de Excepción comenzó más tarde.

El gobierno de Piñera levantó el Estado de Excepción y los militares se retiraron, pero cuatro meses después llegó la pandemia de Covid-19 y el decreto se mantuvo en vigor durante 469 días.

Actualmente, no hay un balance concreto sobre el despliegue, pero siguiendo la lógica anterior, se estima que se habrían gastado casi 10 mil millones de pesos ($9.849 millones considerando los $21 millones diarios).

Sin embargo, la historia reciente del decreto no concluye con el fin del uso de mascarillas y la llegada de la vacuna. Después del estallido social y la pandemia, el 12 de octubre de 2021, debido a “reiterados hechos de violencia vinculados al narcotráfico”, según informó Presidencia, el entonces presidente Piñera y su ministro del Interior, Rodrigo Delgado, decretaron un Estado de Excepción en el sur por 15 días, lo que implicó un costo adicional de aproximadamente $320 millones.

Desde entonces, la medida se prorrogo en nueve ocasiones, sumando un total de $3.200 millones, según el mismo cálculo.

La última renovación del Estado de Excepción en el sur bajo el gobierno anterior se realizó el 11 de marzo de 2022, justo para el cambio de mando donde asumió el Presidente Gabriel Boric.

Y aunque ese día terminaban los últimos 15 días de la extensión, ya se había enviado y aprobado con 73 votos a favor la nueva solicitud en la Cámara de Diputados. El Presidente Boric optó por mantener esta medida hasta que se cumpliera el plazo, el que terminó el 26 de marzo, marcando el fin de los decretos de Piñera y dejando la zona sin presencia militar por más de 50 días.

Sin embargo, la fallida visita de la entonces ministra del Interior Izkia Siches, marcaría el retorno del Estado de Excepción a la “macrozona”.

La medida no sería decretada nuevamente hasta el 16 de mayo de 2022, fecha en que comienzan los decretos de Boric en la zona de influencia mapuche, los que se han mantenido hasta el día de hoy tras 24 prorrogas aprobadas por el Congreso.

El cálculo hecho en esta nota es una aproximación y está puesto sobre la mesa sin contar el despliegue militar en la frontera norte del país.

Si se consideran los Estados de Excepción desde el estallido social, pasando por la pandemia, hasta el día de hoy, con los números expuestos por la división de presupuestos de la cartera de Defensa, el cómputo total bordearía los $20.919 millones.

Durante la pandemia y el estallido social, se aplicaron varios decretos de Estado de Excepción Constitucional de Emergencia (EECE). El primero, convocado por el presidente Sebastián Piñera en 2019, duró nueve días y generó un gran impacto. Luego, debido a la pandemia de Covid-19, se mantuvo otro durante 469 días. Posteriormente, se decretó nuevamente en el sur del país debido a la violencia relacionada con “actos de carácter terrorista”. En total, sin contar el despliegue militar en el norte, los cálculos estiman que se han utilizado de alrededor de $20.919 millones para efectos de orden público y resguardo de carreteras. Los decretos continúan vigentes hasta la fecha.

Los $21 millones diarios. Richard Kouyoumdjian, vicepresidente del directorio AthenaLab y director de la Liga Marítima de Chile, afirma que mientras el Estado de Chile no reconozca la existencia de una situación de insurgencia, el problema seguirá escalando.

A su juicio, los “remedios” utilizados hasta ahora, como el Estado de Excepción, son paliativos y no solucionan la trama de fondo. Según el exoficial naval, se baja la fiebre pero no se corrige la enfermedad subyacente.

En cambio, propone utilizar “antibióticos” que, aunque puedan tener efectos colaterales, abordan el desafío principal. Eso sí, sostiene que el Estado de Sitio no es la solución.

El experto critica la forma en que se ha abordado el problema, declarándolo como un asunto policial y presentando querellas ante hechos criminales, los que quedan sometidos al Ministerio Público y las policías.

Considera que ampliar las facultades del Estado de Excepción, como lo ha adelantado el Gobierno, no será muy productivo, ya que la instrucción no será neutralizar y eliminar a los que considere movimientos insurgentes.

Kouyoumdjian destaca que los movimientos mapuche en la zona sur no están coordinados entre sí y que no existe una jefatura única, lo que mantiene la situación en ascuas. Además, menciona que los militares están desplegados en varias zonas, pero no tienen la libertad estratégica para actuar eficazmente.

En su opinión, la presencia militar “de punto fijo” ha tenido un impacto “limitado” en la disminución de la violencia.

Su conclusión es categórica: mientras no se reconozca oficialmente la existencia de movimientos insurgentes y se tomen medidas adecuadas, como utilizar a los militares de manera estratégica, el problema persistirá y las soluciones propuestas no serán efectivas.

La diputada Ericka Ñanco (RD) enfatiza que la situación en La Araucanía no es exclusiva del gobierno actual, sino que es un problema de seguridad arrastrado durante mucho tiempo que no se ha abordado adecuadamente en gobiernos anteriores, donde hubo falta de recursos y protección para Carabineros.

Y, aunque reconoce que el gobierno actual ha asignado más recursos a las policías, destaca la necesidad de abordar problemas estructurales, como la falta de presencia del Estado en las comunas más empobrecidas de Chile.

La única parlamentaria del oficialismo en la región sostiene que la discusión sobre la seguridad está ocultando las deficiencias reales en La Araucanía, como la falta de infraestructura básica en postas y escuelas rurales. Resalta que el problema va más allá de la seguridad y requiere una atención integral del Estado para abordar las necesidades más inmediatas de la ciudadanía.

Para la diputada Ñanco, la falta de presencia institucional en la región genera conflictos que invisibilizan el problema de fondo. Afirma que hay una estigmatización de la zona, en comparación con otros lugares donde también ocurren problemas similares.

A su juicio, lo importante son las políticas de Estado que deben trascender a los gobiernos de turno. La legisladora frenteamplista coincide con que el enfoque militarizado de la policía no resuelve el conflicto, como se evidenció en el caso Catrillanca, y que solo genera más violencia y desigualdad.

Además, opina que las Fuerzas Armadas no deberían involucrarse en un conflicto que no les corresponde y que el problema en la región se origina en demandas históricas de restitución territorial y reconocimiento de derechos hacia el pueblo mapuche. Finalmente, reconoce que el gobierno actual ha logrado una mayor presencia estatal en La Araucanía en poco tiempo, pero se enfatiza que los cambios requerirán un enfoque a largo plazo.

El director del magister de Gobierno y Dirección Pública de la Universidad Autónoma, Eric Latorre, sostiene que el Estado debe ser capaz de implementar medidas estratégicas a largo plazo para abordar la situación, pero recurriendo a Estados de Excepción en el corto plazo.

Sin embargo, destaca que suspender los derechos fundamentales implica que las Fuerzas Armadas realicen tareas policiales, lo cual es delicado según la doctrina jurídica. Argumenta que el plazo de 15 días para prorrogar el Estado de Excepción es muy limitado precisamente porque se entiende que su prolongación debe ser discutida detalladamente en cada caso debido a la delicadeza de la situación. Además, considera que el uso de las Fuerzas Armadas como fuerza policial también es complicado y puede dar lugar a casos de violaciones a los Derechos Humanos, ya que no están entrenadas para dicha labor.

El profesor Latorre, magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, propone la implementación de un plan integral de inteligencia que incluya políticas públicas e incluso la intervención del Servicio de Impuestos Internos para rastrear el flujo de dinero y desarticular grupos involucrados en actos terroristas o el robo de madera que no tiene nada que ver con la causa mapuche, ya que considera que el crimen organizado “se adapta” y es muy oportunista.

Además, sostiene que si no se abordan simultáneamente estos tres aspectos (indígena, terrorismo y crimen organizado), uno de ellos se desbordará, y en ese sentido, el Estado de Excepción no es efectivo, y mucho menos el Estado de Sitio.

Estado de Excepción a escala latinoamericana. Honduras y Ecuador se suman a El Salvador en la implementación del Estado de Excepción como medida para combatir problemas como pandillas, narcotráfico y crisis política.

Honduras ha estado bajo un Estado de Excepción “parcial” desde diciembre del año pasado, mientras que Ecuador ha aplicado la medida en tres provincias afectadas por el narcotráfico.

Por su parte, El Salvador vive en Estado de Excepción desde hace más de un año debido a la violencia de las maras salvatruchas. Y aunque el presidente Nayib Bukele cuenta con un alto nivel de aprobación, expertos de la ONU han expresado preocupación por la prolongación de esta medida en el país centroamericano.

Chile no es ajeno a esta poco excepcional realidad, aunque siguen ocurriendo hechos delictivos a pesar de la presencia militar. Por ejemplo, el 10 de abril en Collipulli, desconocidos incendiaron un vehículo en la línea férrea dejando una pancarta pidiendo el traslado de un imputado mapuche a la cárcel de Angol y amenazando a los gendarmes del mismo penal. Posteriormente un tren que se encontraba detenido producto del suceso, fue atacado mediante disparos.

Por otro lado, el 9 de mayo en Victoria, 3 camiones fueron baleados en la Ruta 5, resultando un conductor herido con un impacto en el glúteo y encontrándose además una camioneta municipal incendiada en las inmediaciones, en la cual se habrían movilizado los victimarios.

Según la última solicitud de prórroga emitida desde la Presidencia, se ha observado una disminución considerable de la violencia en la zona gracias a la colaboración entre las Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales.

Durante la primera semana de mayo, se reportó un 35% menos de eventos violentos en las provincias bajo el Estado de Excepción, con una disminución significativa en los ataques incendiarios y los daños a la propiedad. A pesar de estas cifras, la oposición ha pedido la declaración de Estado de Sitio, propuesta que ha sido descartada por el Ejecutivo, aunque se está considerando revisar el decreto de Estado de Excepción “acotado” y modificar la Ley Antiterrorista.

El Estado de Excepción es una herramienta constitucional que permite la limitación de derechos y libertades en situaciones de alteración del orden público o amenaza a la seguridad nacional.

Regulado por la Ley Orgánica Constitucional de los Estados de Excepción, promulgada en 1985 durante la dictadura de Augusto Pinochet y modificada posteriormente en 1990, este mecanismo otorga la capacidad de restringir garantías constitucionales en casos excepcionales.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión

FUE LA AVANZADA PRESIDENCIAL: LOS COLETAZOS DEL LÍO EN IQUIQUE QUE PROFUNDIZAN LA CRISIS DE LOS EQUIPOS DE BORIC EN LA PREVIA DEL 1 DE JUNIO

 

FUE LA AVANZADA PRESIDENCIAL: LOS COLETAZOS DEL LÍO EN IQUIQUE QUE PROFUNDIZAN LA CRISIS DE LOS EQUIPOS DE BORIC EN LA PREVIA DEL 1 DE JUNIO

Martín Browne

La Tercera PM, 26/05/2023

“No se pueden escuchar pifias”. La instrucción fue directa y llegó desde el jefe de programación de Presidencia -a cargo de los equipos de producción y avanzada-, Pablo Arrate, antes de la actividad en Iquique en el día de las Glorias Navales el pasado domingo 21 de mayo.

Por lo mismo, para evitar sorpresas ese día, se tomó la decisión de distribuir las menos de 500 entradas entre la Armada y otras que repartiría el equipo de Arrate.

Pero la planificación no salió como esperaban: al evento llegaron iquiqueños en masa a reclamar poder ver una actividad que tiene un gran peso simbólico en la zona. Además, los asistentes se quejaron de que -más allá de los familiares de los protagonistas- quienes tuvieron acceso al público del evento eran “puros simpatizantes del gobierno”.

Al final del día las críticas tuvieron más repercusión de la esperada.

El mismo alcalde de Iquique, Mauricio Soria, reconoció después que había advertido que podía producirse ese problema al gobierno y apuntó directamente al equipo de avanzada presidencial.

“Es parte de nuestras tradiciones. Pero vamos a reforzarlo nuevamente, si es que hay otra visita presidencial, con la Avanzada Presidencial, porque obviamente esta es una fiesta cívica”, dijo Soria.

El Presidente reconoció el error y dijo que tomaría acciones: Pedí a mi equipo anoche con mucha molestia entender cómo se toma esa decisión, quién toma esa decisión, quién es el responsable de esa decisión y les aseguro que respecto a esa decisión tienen que haber consecuencias”.

A Boric además le molestó el criterio de selección de los presentes, ya que siempre ha recalcado a sus equipos que prefiere exponerse a críticas que las actividades se vean pauteadas.

Así, este jueves se tomaron decisiones, y pese a que en un principio nadie había asumido la responsabilidad de lo ocurrido, las culpas las tuvo que pagar el equipo de programación.

El jefe de la Avanzada Presidencial, Fabián Salas -quien respondía a Arrate-, renunció y llegó César Vargas, cercano a Miguel Crispi, y quien trabajó en el mismo equipo en el segundo gobierno de Michelle Bachelet.

El diagnóstico de la gestión realizada por el equipo en Iquique fue muy negativo. Primero, porque el mismo 21 de mayo ni Arrate ni Salas, los dos jefes del equipo -encargados de visar todas las decisiones-, estaban en el lugar, por lo que era muy complejo tomar cualquier definición improvisada en una actividad que era muy importante para el Mandatario, quien ha llamado a no cometer errores evitables luego de la derrota del 7 de mayo y en la antesala de la cuenta pública del 1 de junio.

En segundo lugar, porque la asesora Zoe Zabala (Comunes), fue quien hizo la preavanzada, pero luego fue otro el equipo que viajó a Iquique. Ese día estaba Jason Cabezas.

Y tercero, porque lo ocurrido desobedeció la principal instrucción que Boric ha entregado a sus equipos de programación: que cualquier actividad en la que participe no puede afectar al normal funcionamiento del lugar al que llegue.

Y, en este caso, claramente su presencia intervenía un rito histórico de los iquiqueños.

Además, el Presidente había expresado su molestia hace pocos meses por motivos similares. “Lo primero que me gustaría preguntar y esto es para mi memoria interna: ¿cuántos de los que están sentados viven en Pisagua? Había harta gente en la plaza, para este tipo de actividades es importante para mis equipos que consideremos que le estaban hablando al pueblo a los que viven acá po’. Y cabe más gente, no cuesta nada. Que no se tome como un reto, sé que hay un trabajo grande para organizar estas actividades, pero es importante que le hablemos a quienes habitan en estos lugares y por eso me gustaría que siempre ampliemos esto”, advirtió el Presidente Gabriel Boric, el 16 de marzo desde el Memorial Fosa de Pisagua, en medio de su gira a la Región de Tarapacá.

Por este tipo de episodios algunos en el gobierno le atribuyen la responsabilidad directamente a Arrate, argumentando que su estilo de liderazgo y metodología para el trabajo no son los adecuados.

En este contexto, incluso parlamentarios han expresado sus reclamos. “Creo que les falta más criterio al momento de hacer los puntos de control, más tino con las autoridades, se cierran mucho al momento de uno pedir acceso a las reuniones que el Presidente sostiene con las autoridades comunales o regionales”, dice el diputado independiente Luis Felipe Camaño.

“Recuerdo una visita a la comuna de Fresia, Tehualda, el año pasado, donde había personas con discapacidad, ancianos, que fueron a ver al Presidente para abrazarlo, para tocarlo, y desde el equipo del Presidente fueron inflexibles, fueron dictadores. Nunca olvido esa visita del Presidente a Fresia, donde toda la gente quería ir a saludarlo, darle cariño, afecto, aprecio, y los dejaron como a 500 metros del escenario. El Mandatario tuvo gestos de ir, pero ese tipo de personas le hacen un daño terrible al Presidente de la República”, asegura el senador Fidel Espinoza (PS), quien agrega que los problemas no mejoraron en la última visita de Boric a Puerto Montt. “No estuve, pero en mi equipo me dijeron que ocurrió lo mismo, que fueron soberbios y prepotentes con la gente”, comenta el parlamentario.

En la Moneda atribuyeron los errores del 21 de mayo al grupo de programación a cargo de Pablo Arrate, que de nuevo sufrió modificaciones. El Presidente, además, ha insistido en que no quiere que sus actividades se vean “pauteadas”. La próxima prueba será la cuenta pública del Mandatario ante el Congreso Nacional.

El diputado Alejandro Bernales (PL) tiene una opinión diferente: “Tuve una experiencia muy positiva con ellos, en la que incluso se acercaron a personas y fueron muy amables con la gente”.

La rotación. Hay otro factor más que preocupa en La Moneda: la constante rotación en un equipo que integra el círculo más cerrado de Boric y que accede a su privacidad. De hecho, es el equipo al interior de Palacio que ha sufrido más modificaciones.

En un comienzo ese grupo estaba a cargo de Nelson Alveal -amigo y compañero de Boric desde la universidad- y Eva Osorio lideraba la avanzada.

Alveal salió de su cargo el 22 de noviembre, día en que asumió Arrate, quien fue jefe de gabinete de Izkia Siches en el Colegio Médico y asesor del Ministerio de Desarrollo Social hasta que llegó el ministro Giorgio Jackson (RD), con quien no tiene una relación de confianza.

Este año además se incorporaron Carla Azócar y Luisa Carvajal, luego de más errores del equipo de programación. El más recordado de ellos fue cuando en el cambio de gabinete del 10 de marzo se pusieron más sillas de los ministros que ingresaban al gabinete y Arrate salió a explicarle a los presidentes de los partidos que fue “una estrategia para despistar”.

Pero Carvajal duró menos de un mes en el equipo, lo que generó inquietud entre los más cercanos a Boric. “No puede ser que gente entre y salga así a un espacio de tanta privacidad”, decían en el gobierno.

La cuenta pública. En el equipo de programación ahora están coordinando la cuenta pública presidencial del próximo jueves 1 de junio, lo que será el próximo “test” para ese grupo. Arrate ya se ha puesto en contacto con directivas de los partidos oficialistas para organizar la jornada respecto al público que llegue a acompañar al Presidente al Congreso Nacional.

Esas conversaciones son motivo de preocupación en La Moneda, ya que Boric insiste en buscar la mayor naturalidad posible en sus actividades y que no pueden cometer errores en un día que será un punto de inflexión para el gobierno, según han comentado los ministros del comité político.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional