Columna de Opinión

LOS RECTORES Y LA VERDAD

   

LOS RECTORES Y LA VERDAD

Gonzalo Rojas Sánchez

El Mercurio, Columnistas, 31/05/2023

“Deben aceptar esa invitación, si están dispuestos a recordar la verdad”.

 

El subsecretario de Educación Superior ha invitado a los rectores a participar de la Red de Memoria y Derechos Humanos en Educación Superior y a analizar “el quiebre de nuestra democracia que impactó nuestra Educación Superior y sus comunidades educativas”.

Hay que aceptar esa invitación.

Debe aceptar el rector de la P. Universidad Católica de Chile, para recordar que hace 50 años su corporación tenía una rectoría alineada con el proyecto de la UP.

Así lo afirmaba en mayo de 1971 Fernando Castillo Velasco: “La Universidad en Reforma proclamó su compromiso ético e histórico con la transformación de Chile y la liberación de su pueblo, definiendo así una orientación de su trabajo”.

Una demostración clara de ese compromiso era el Centro de Estudios de la Realidad Nacional. Sus cursos, congresos y publicaciones eran muy significativos.

Un solo ejemplo, de entre las decenas de ramos de concientización ofrecidos durante la UP: “Teoría de la revolución: se analizarán los planteamientos de Mao Tse Tung sobre la revolución y la Guerra Popular, (y) algunas teorías latinoamericanas contemporáneas (Guevara, Debray, etc.)”.

¿Quiénes eran los profesores del Ceren? Infinidad de marxistas de la época, entre ellos, Gabriel Salazar, Manuel Antonio Garretón, Armand Mattelart, Tomás Moulian, etc., etc.

Otra comprobación de la ruptura de los hábitos democráticos se daba con el canal 13 de la Universidad —sabiamente conducido por el padre Raúl Hasbún—, estación que sufrió la presión gubernamental destinada a impedir su expansión a regiones; de paso, su director fue continuamente denostado: fascista, fariseo, le dijeron desde la prensa de izquierda, al punto que los obispos chilenos manifestaron su dolor por “las persistentes injurias y ataques personales que está sufriendo”.

También debe aceptar la invitación del ministerio el rector de la Usach —entonces, Universidad Técnica del Estado—, donde la situación de quiebre democrático fue aún más grave.

Durante la Unidad Popular, su rector, Enrique Kirberg, era un destacado militante del Partido Comunista, colectividad que colonizó la UTE. El rector no solo recibió a Fidel Castro —lógico, Kirberg ya había estado en Cuba antes—, sino que, además, figuraban contratados más de una veintena de directores, conjuntos musicales y solistas, entre ellos los también militantes del PC, Víctor Jara y Quilapayún.

Angela Davis, la conocida militante comunista estadounidense, fue designada Profesora Honoraria de la Universidad, y famosas fueron las Jornadas antifascistas de la UTE, a mediados de 1973.

Cuando Sergio Onofre Jarpa, quien era candidato a senador por Santiago, intentó hablar en el campus, fue atacado violentamente. A pedradas le manifestaron los estudiantes de izquierda su talante democrático.

Años después, Kirberg pretendió hacer creer que “lo que pasó fue que en la UTE la izquierda era mayoría y hay quienes son incapaces de aceptar esto”.

Y qué bueno sería que la rectora de la Universidad de Chile también participara, para que pudiera aclarar que a raíz del conflicto entre el rector Boeninger y el Consejo Normativo de la Universidad, el ingeniero cercano a la DC, por haberse dirigido a La Moneda a protestar por las agresiones de estudiantes de izquierda, sufrió la querella de Allende por atentado a la Ley de Seguridad del Estado.

La Unidad Popular calificó la presencia de Boeninger en Palacio como un “acto de matonaje y de provocación que no tiene precedentes en Chile”.

Y de la usurpación marxista de Canal 9 o de la agresión de sus Brigadas en Ingeniería, de todo eso no alcanzamos a hablar.

Sí, señores rectores: deben aceptar, si están dispuestos a recordar la verdad.

 

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

 

 

 

 

 

Columna de Opinión

INQUIETANTE DIMISIÓN

 

INQUIETANTE DIMISIÓN

El Mercurio, Editorial, 31/05/2023

Demasiadas preguntas plantean la situación generada en torno a la salida del ahora exsubsecretario de Previsión Social Christian Larraín. La forma confusa en que han abordado el tema las autoridades —y en especial la ministra del Trabajo, Jeannette Jara— solo acrecienta las dudas, dejando al Gobierno en incómoda posición ad-portas de la Cuenta presidencial y agregando otro signo de interrogación sobre su emblemática reforma de pensiones.

Una somera revisión de los hechos resulta elocuente. El viernes pasado, un comunicado de La Moneda informó escuetamente la renuncia de Larraín, sin dar más razones.

Dado el papel que este había jugado en el diseño de la reforma previsional y en las tratativas posteriores, el hecho generó sorpresa. Dirigentes de todo el espectro lo destacaron como una figura dialogante y abierta a flexibilizar la propuesta original del Ejecutivo, de lo que dio muestras a principios de este mes, cuando reconoció públicamente la inviabilidad de insistir en las cuentas nocionales.

Así, durante todo el fin de semana abundaron las especulaciones que atribuyeron su salida a posibles diferencias con la ministra Jara, quien tendría una posición más dura en el tema.

Las denuncias de acoso ameritan ser investigadas seriamente y no ser usadas para replicar prácticas inquisitoriales que no dan espacio a defensa.

El lunes, sin embargo, citando fuentes de La Moneda, el diario La Tercera informó que el verdadero motivo de la renuncia era la existencia de una denuncia de acoso sexual, cuya gravedad habría llevado al Presidente Boric a solicitar la dimisión.

Fue después de publicarse esta versión que Larraín —quien había guardado silencio hasta entonces— salió a rebatir la acusación, concediendo una serie de entrevistas.

En ellas contó que, efectivamente, el viernes la ministra le comunicó que existía una denuncia en su contra y que debía renunciar; según su relato, insistió tres veces en conocer cuáles eran los hechos que se le imputaban, pero la secretaria de Estado le habría respondido que no se los podía detallar.

Solo le habría indicado que apuntaban a “uso de lenguaje de connotación sexual en público”, sin mayor precisión.

En las mismas entrevistas, también reveló que durante el último mes tuvo una tensa relación con Jara, quien habría estado molesta justamente por sus dichos sobre las cuentas nocionales.

Finalmente, ese mismo lunes, reaccionando a las palabras de Larraín, la ministra afirmó que la dimisión había sido solicitada porque “creemos que se incidió en conductas que no eran del todo positivas”, y anunció el inicio de un sumario.

Luego, ayer, complementó esa versión, sosteniendo que “al subsecretario se le pide la salida porque hay gente que la estaba pasando muy mal en la subsecretaría”.

Desde luego, llaman la atención en esta síntesis incoherencias como que el sumario haya sido ordenado tres días después de solicitada la dimisión, punto en el que incluso ha reparado el ministro de Justicia, haciendo notar que solo puede ser válido un sumario iniciado antes de la salida de un funcionario.

Ante esto, el ministerio salió ayer a aclarar que el pasado lunes la renuncia aún estaba tramitándose, lo que salvaría la objeción. Pero esta precisión formal elude el punto de fondo, cual es que la investigación se ordenó cuando la salida del subsecretario ya estaba decidida.

Tal forma de proceder da cuenta de una lógica extraña y preocupante, según la cual las “sanciones” se adoptan antes de investigar los hechos: solo bastaría una denuncia para justificar la remoción de un alto funcionario público.

Más aún, de ser efectiva la versión de Larraín, en cuanto a que nunca se le informó el hecho específico por el que se le denunciaba, la situación adquiere ribetes kafkianos y entrega una preocupante señal para todo el aparato público.

Por cierto, un subsecretario puede ser legítimamente removido de su cargo en cualquier momento, al depender de la confianza presidencial. Pero entonces no se entiende que, luego de pedirle la dimisión sin haberle permitido siquiera defenderse, la propia Moneda haya filtrado versiones que le atribuían conductas impropias, exponiendo su honra.

Raya lo insólito que finalmente, ante la reacción del aludido, la ministra del Trabajo haya respondido criticándolo por estar “generando conflictos”.

Las acciones de acoso constituyen conductas gravísimas que corresponde erradicar. Pero, precisamente por su gravedad, las denuncias ameritan ser investigadas seriamente y no ser usadas para replicar prácticas inquisitoriales que no dan espacio a defensa, o esgrimirse livianamente en vendettas o ataques políticos, práctica que sufrió el propio Presidente de la República durante su campaña.

La fragmentada información respecto del caso de Larraín —cuyo “gran trabajo” alabó ayer el ministro de Hacienda— impide un juicio cabal sobre los hechos que confusamente se le imputan.

Con todo, lo que este episodio ha mostrado hasta ahora respecto del Gobierno y su forma de abordar estos temas resulta en extremo inquietante.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

 

 

 

 

 

Seguridad y defensa

UNA NOCHE CON LOS CAZADORES DE DRONES

   

UNA NOCHE CON LOS CAZADORES DE DRONES

Javier Espinosa

El Mundo, Primera Edición, 31/05/2023

Rusia lanza 151 misiles y aviones no tripulados en 72 horas; Ucrania contraataca enviando sus drones sobre objetivos de Moscú

 

El sonido pasó muy cerca del automóvil. Recordaba al ronroneo de una motocicleta. La unidad móvil antiaérea también debió escucharlo porque de inmediato comenzaron a disparar ráfagas de su ametralladora.

Los surcos rojos de las balas trazadoras subían hacia el cielo. Minutos antes, otro dron se había empotrado contra un edificio cercano que ardía de forma virulenta.

Las llamas iluminaban la noche. El coche tuvo que superar los despojos del habitáculo arrancados por la deflagración, regados por el asfalto.

Los tres soldados tenían cruzado su todoterreno en mitad del puente. Con el arma apuntando hacia las alturas. Durante algunos segundos iluminaron la zona con un potente reflector.

Uno de ellos hizo un gesto conminatorio al solitario vehículo para que se marchara. El movimiento enérgico de las manos explicaba la tensión.

La incertidumbre se había generalizado. A pocos metros, cuando los viajeros se dirigían hacia la Plaza de Maidán, en el centro de la capital, un objeto en llamas se cruzó antes de impactar en un parque cercano generando una gran explosión.

Por las avenidas de una urbe casi desierta sólo circulaban coches de policía y los camiones que recogían la basura en medio del clímax bélico. A la altura del metro de Pecherska, grupos de civiles huían a la carrera hacia el subsuelo.

Algunos permanecían en las escaleras de acceso al subterráneo mirando al cielo. La aproximación de otro dron provocó una rápida desbandada acompañada de más tiroteos y estallidos.

Eran las 3:23 de la madrugada. Kiev asistía al enésimo capítulo de una guerra nocturna que recuerda –sin llegar a su intensidad– a los combates aéreos de lo que se denominó la batalla de Inglaterra, inmortalizada en tantas películas. La arremetida de otra oleada de aparatos no tripulados de origen iraní –los ya tristemente célebres Shaheed– dejó al menos un muerto, una docena de heridos y varios incendios. Las autoridades ucranianas indicaron que habían derribado 29 de los 31 drones.

“Hemos vuelto a los días de octubre, cuando cortaron la electricidad. Estaba viendo todo desde la ventana. Pensaba que nos faltan las palomitas: las explosiones, los disparos, las luces en el cielo.. Habíamos decidido que sólo vendríamos al Metro si las explosiones sonaban cerca y accionaban las alarmas de los coches. Y eso pasó, así que aquí estamos”.

Tatiana Glikman, de 36 años, se había guarecido en la entrada de Pecherska junto a su madre. La alarma aérea se decretó en Kiev a las 2:06 de la madrugada. En ese instante comenzó el goteo de vecinos que se dirigían hacia las instalaciones del tren subterráneo.

En las inmediaciones de la estación de Lva Tolstov, se podía asistir a un desfile de sombras calladas que salían de los portales de las viviendas cercanas portando esterillas de plástico, sillas y colchones inflables.

Oksana Omarova y sus dos hijas, Aida y Yariat, no estaban seguras de cuántas veces han tenido que pernoctar en este mismo lugar durante el mes de mayo. Más de una docena, dijo una de ellas.

Las arremetidas de madrugada se han convertido en algo tan recurrente que han decidido mantener siempre en su piso maletas con ropa y enseres personales. “Ayer bromeamos. Antes pensabas en qué ponerte para ir a trabajar y ahora en cómo nos vestiremos para pasar la noche en el Metro”, comentó Aida, de 24 años, entre sonrisas. “Hoy es la cuarta vez en menos de 24 horas que terminamos aquí”, agregó en referencia a la sucesión de asaltos aéreos en Kiev entre el lunes y el martes.

A su lado, una pareja con un pequeño que dormitaba en una silla de bebé intentaba instalarse en una de las esquinas junto a las escaleras mecánicas. “(Los rusos) están intentando debilitarnos psicológicamente”, opinó la muchacha de 32 años, que no quiso identificarse.

Al cabo de media hora ya se habían congregado varias decenas de civiles en el refugio improvisado. En el exterior resonaban las detonaciones.

La intensificación del uso de Shaheed y misiles contra Kiev –el de este martes marca el número 17 sólo en mayo– y la réplica ucraniana contra Moscú y otras ciudades rusas parecen marcar una nueva escalada en la guerra, que ha dejado de estar limitada principalmente al este de Ucrania.

Los rusos han lanzado hasta 151 misiles y drones contra el país en las últimas 72 horas. La intensificación de la ofensiva aérea rusa ha retrotraído psicológicamente la capital a los peores días del inicio del conflicto o las fechas en las que quedó sumida en la oscuridad a finales de 2022.

La aproximación de los Shaheed se puede seguir casi en tiempo real por las redes. Como ya viene siendo habitual, este martes las alarmas comenzaron a activarse a medianoche y fueron desplazándose a través de las regiones ucranianas conforme avanzaban los drones desde el sur, siguiendo el curso del río Dnipro, y desde la linde norteña.

El alcalde, el exboxeador Vitali Klitschko, se ha convertido en narrador que relata casi en vivo los sucesos que sacuden a su metrópoli. A las 2:33 ya estaba alertado sobre las explosiones que se escuchaban en Kiev y pedía “¡ir a los refugios!”, según se leía en sus mensajes en Telegram. A ese texto siguieron otros que indicaban la angustia que se había apoderado de la urbe: “tres coches ardiendo en el distrito de Pecherska”, “una casa en llamas en Darnytsia”, “incendio en un rascacielos en Holosiivskyii”…

Sin embargo, como ocurrió también durante la batalla de Inglaterra, la eficacia de los bombardeos rusos por el momento parece constreñirse al posible efecto en la moral de los ucranianos ya que la amplia mayoría de los drones y cohetes están siendo derribados.

Para Oleksiy Danilov, uno de los asesores de Zelenski, el empecinamiento de Moscú en estas acciones sólo es un reflejo de su “estupidez y obstinación”.

Kiev se ha rodeado de toda una panoplia de todoterrenos equipados con ametralladoras pesadas que vigilan las noches de la capital. El sistema defensivo se complementa con baterías de misiles como los Patriots estadounidenses o los heredados de la Unión Soviética, otros sistemas defensivos donados por Occidente y los grupos de caza-shaheeds que disponen de cohetes portátiles del tipo Stinger o Igla que están desplegados en torno a la urbe, formando un escudo difícil de superar.

El portavoz de la Fuerza Aérea, el coronel Yuriy Ignat explicó en una televisión local que los rusos intentan “agotar” las defensas aéreas ucranianas, algo que no están consiguiendo. “Se fortalecen cada día. Me gustaría tener más medios para conseguir un resultado del cien por cien (de derribos). Probablemente cuando recibamos los aviones F-16 podamos hacerlo mejor”, agregó.

Ignat estimó que en los últimos ataques las defensas aéreas han logrado interceptar cerca de un 90 % de los cohetes y aviones no tripulados.

Emplazados en las inmediaciones de Hostomel, un núcleo urbano sito a 30 kilómetros de Kiev, los uniformados de la Brigada Bureviy disponen de su propias unidades antiaéreas destinadas a la defensa de la capital.

Según informó el ejército local, uno de sus integrantes de 20 años que responde al apodo de Pokemon derribó este lunes un cohete ruso con uno de los citados Igla, un arma portátil que –ironías de la historia– fue una creación de la Unión Soviética.

“Ya había derribado otro el 9 de mayo. Hasta que comenzó la invasión sólo teníamos Igla. Ahora hemos recibido Stingers. Nos entrenamos con simuladores”, relató a este diario Pavlo Feduk, comandante de 21 años de una de estas agrupaciones antiaéreas.

Feduk aclaró que su función es interceptar a los Shaheeds antes de que lleguen a Kiev. Eso fue lo que hicieron el sábado pasado, cuando asegura que destruyeron dos de esos aparatos. “Siempre tenemos un equipo vigilando”, añadió.

A la pelea contra los Shaheeds se han sumado equipos de voluntarios civiles que lo mismo realizan recaudaciones de fondos para comprar equipos capaces de inutilizar esos aparatos que prueban sistemas de potentes focos para localizar a los drones, en otro guiño a la historia que se vivió en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, cuando estos haces de luz fueron un apoyo básico para los servidores de ametralladoras.

Horas antes de que Kiev sufriera el cuarto ataque, un grupo de jóvenes comandado por Valentin Nyzkovoloz medía la intensidad de varios de estos artilugios en un páramo situado a las afueras de la población.

Su iniciativa, la llamada Fundación Hurkit, pretende adquirir decenas de estos reflectores para entregárselos a las unidades móviles antiaéreas. El plan comenzó a ejecutarse en enero y reunió a personajes tan variopintos como el referido Valentin, un ingeniero, con una doctora como Oksana Skapa, de 35 años, o la editora de un medio de comunicación, Anastasia Hulko.

Equipada con una vestimenta muy similar a la que usan los recolectores de miel –en este caso para protegerse de la legión de mosquitos que acudían a la luz–, Oksana observaba desde una camioneta el efecto del haz sobre una réplica a la misma escala de un Shaheed que mantenía agarrado otro voluntario sobre el techo del vehículo.

Valentin se había colocado a 1,7 kilómetros equipado con varios juegos de focos diferentes para activarlos y medir su intensidad. “Ya hemos entregado siete (focos) pero se necesitan muchos más”, comentó Nyzkovoloz antes de accionar los artilugios.

“Los focos son vitales porque si los Shaheeds vuelan muy bajo (que es lo que suelen hacer) no pueden ser detectados por los radares y hay que identificarlos visualmente”, precisó Anastasia.

El primer reflector sólo llegó hasta la réplica con una intensidad tan débil que casi fue imperceptible. “¡No brilla!”, gritó a través del teléfono el expiloto Aleksander, un veterano de 69 años y más de 22.000 horas de vuelo, que también colabora con Hurkit.

El segundo sí surgió con fuerza, iluminando toda la carcasa del aparato. “¡Sí se ve, sí se ve!”, clamó Aleksander con entusiasmo.

La aportación de los grupos de voluntarios a la maquinaria bélica ucraniana fue un elemento determinante desde el inicio de la agresión promovida por Rusia en 2014 y lo siguió siendo tras la invasión del 2022.

“La gente tiene miedo y está agotada, pero seguimos resistiendo”, comentó Oksana antes de concluir la prueba. Era la misma premisa que se escuchaba de madrugada en boca de algunos de los viandantes ocultos en el Metro de Lva Tolstov. Su principal defensa era la resignación. En la calle, a pocos metros, alguien había colocado un enorme cartel con el lema: “Sé valiente, como los ucranianos”.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión

¡MUJERES DEL MUNDO, UNÍOS!

   

¡MUJERES DEL MUNDO, UNÍOS!

Lucía Santa Cruz

El Mercurio, Columnistas, 02/06/2023

“Las mujeres somos fuertes, luchadoras y resilientes, y tenemos un pasado que también nos puede orgullecer”.

 

L

a victimización está de moda y la resiento. Ha surgido y prospera una cultura en la que individuos o grupos demandan toda suerte de tratamientos especiales y discriminatorios, privilegios y subsidios, basados en lo que estiman ha sido una historia de opresión; y de esa condición de víctimas esperan conseguir prestigio y poder.

Entre otras “identidades”, hay organizaciones de mujeres que se han sumado a este son y perciben su pasado histórico como humillante y endeble, lo cual las haría acreedoras a ese tratamiento excepcional.

No descarto que haya habido victimización y que puede haber afectado con más fuerza a ciertos sectores en distintas épocas históricas. De hecho, nuestro pasado está plagado de dolores, arbitrariedades e injusticias, pues la miseria y la opresión han sido la constante del devenir humano.

Mi objeción al auge de la cultura de la victimización radica en el firme convencimiento de que de personas víctimas no nacen seres humanos poderosos, pues, por definición, acarrean el peso de considerarse a sí mismas, y de ser percibidos por los otros, como inferiores.

Esta tendencia exime a los afectados de la responsabilidad personal por sus actos y circunstancias y mutila la capacidad para superar la adversidad. Más aún, nos aleja de lo que debería ser nuestro objetivo principal, que no es otro que alcanzar un tratamiento igual para todos los individuos, más allá de su sexo, clase, género, color o etnia.

Es cierto que el énfasis en la victimización de ciertos grupos puede contribuir positivamente a una mayor concientización acerca de las injusticias que experimentan y así suscitar mayor empatía por los sufrimientos inmerecidos de esas personas o grupos.

Sin embargo, esto se logra a un gran costo, pues debilita a los afectados y contribuye a perpetuar un círculo de desesperanza, incita al miedo y fomenta la sensación de impotencia frente a un destino que no podríamos controlar.

La percepción que tenemos de nosotros mismos importa, y si nos vemos exclusivamente como entes sometidos a la voluntad de otros, quedamos privados de nuestros recursos propios para superar las condiciones adversas.

Si nuestro futuro depende de fuerzas históricas o presentes que no podemos dominar, ello nos rinde impotentes y nos induce a pensar que solo podemos mejorar a través de compensaciones arbitrarias especiales, siempre en perjuicio de otros.

Esto aumenta el ciclo negativo de debilitamiento, pues solo en esa protección estaría la fuente del privilegio y el poder. Por el contrario, si la cultura promueve la responsabilidad personal, se estimulan la resiliencia y la autodeterminación.

Por otra parte, esta tendencia a la victimización es una simplificación de los factores y experiencias muy complejas que interactúan en la creación de las condiciones de vida de los seres humanos y, a mayor abundamiento, contribuye a la mantención y reforzamiento de estereotipos, que en el caso de las mujeres aparecen como entes débiles, vulnerables, incapaces de defenderse a sí mismas, emocionales, irracionales, sumisas, pasivas y dependientes.

Y sí. Eso sucede cuando una diputada, que debería ser un modelo de fortaleza y liderazgo, se derrite como copo de nieve, porque un ministro le alza la voz.

Por eso, mi llamado sería “mujeres del mundo, uníos” contra la autovictimización y abandonemos la bandera del “pobrecita de mí, yo tan débil y vulnerable”.

Las mujeres somos fuertes, luchadoras y resilientes, y tenemos un pasado que también nos puede orgullecer.

Nuestras características específicas, constatadas en diversos estudios, como la capacidad de adaptación, la mayor predisposición a resolver conflictos y un liderazgo más empático y colaborativo, nos capacitan para participar en igualdad de condiciones prácticamente en todas las tareas que queramos abordar.

 

 

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional