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POR QUÉ LOS ATAQUES DE LAS EMBAJADAS EN QUITO Y DAMASCO SIENTAN UN PELIGROSO PRECEDENTE DIPLOMÁTICO Jorge Heine, Interim Director of the Frederick S. Pardee Center for the Study of the Longer-Range Future, Boston University The Conversation

 

                                                  POR QUÉ LOS ATAQUES DE LAS EMBAJADAS EN QUITO Y DAMASCO

                                           SIENTAN UN PELIGROSO PRECEDENTE DIPLOMÁTICO

Jorge Heine, Interim Director of the Frederick S. Pardee Center for the Study of the Longer-Range Future, Boston University

The Conversation, 10/04/2024

Durante mucho tiempo se ha dado por hecho que las embajadas deben tratarse como “zonas prohibidas” para otras naciones. Sin embargo, en una sola semana, dos gobiernos, ambos democracias establecidas desde hace tiempo, han sido acusados de violar de diferentes maneras las leyes que rigen las misiones diplomáticas extranjeras.

En primer lugar, el 1 de abril de 2024 la embajada de Irán en Damasco fue bombardeada, presumiblemente por Israel, matando a varios comandantes de alto rango de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.

Días después, el 5 de abril, la policía ecuatoriana entró por la fuerza en la embajada de México en Quito para detener al exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, que solicitaba asilo político.

Ambas acciones han dado lugar a denuncias de violaciones del derecho internacional y acusaciones de que se contravino la Convención de Viena, que establece la inmunidad de las misiones diplomáticas.

Como buen conocedor de la vida de las embajadas –he sido jefe de misión de Chile en China, India y Sudáfrica y coedité The Oxford Handbook of Modern Diplomacy– creo que los dos incidentes son más preocupantes de lo que gran parte de la comunidad internacional parece creer.

Al contrario de la famosa ocurrencia del difunto empresario y candidato presidencial Ross Perot, las embajadas no son sólo “reliquias de los tiempos de los veleros”.

Más bien, en un mundo cada vez más complejo en el que los conflictos geopolíticos, las migraciones masivas, las pandemias y el cambio climático exigen una gestión diplomática cuidadosa y estable, cualquier incidente que erosione la inviolabilidad de las normas de las embajadas podría tener graves consecuencias negativas y conducir a un mundo más peligroso.

Curiosa indiferencia ante el ataque a la embajada. De los dos incidentes recientes, el atentado contra la embajada iraní es el más grave, ya que supuso la pérdida de vidas humanas y dio lugar a advertencias de ataques de represalia.

Sin embargo, los países occidentales, cuyos dirigentes suelen manifestar su preocupación por el mantenimiento del llamado orden basado en normas, se han mostrado reacios a condenar el acto.

Cabe destacar que las tres democracias liberales del Consejo de Seguridad de la ONU –Estados Unidos, Reino Unido y Francia– se negaron a condenar el ataque contra la embajada de Irán cuando se les planteó la cuestión.

Israel, aunque no reconoció oficialmente su responsabilidad, argumentó que la residencia del embajador iraní no era realmente una sede diplomática sino “un edificio militar disfrazado de edificio civil”. Como tal, para Israel era un objetivo perfectamente legítimo.

Pero según esta lógica, casi todas las embajadas se considerarían un objetivo legítimo. Casi por definición, la gran mayoría de las embajadas –especialmente las de los países más grandes– están pobladas por un número significativo de personal militar y de inteligencia.

Sugerir que, por esa razón, las embajadas deberían perder su inmunidad diplomática y convertirse en objetivos legítimos de ataques armados derrumbaría todo el edificio de la Convención de Viena.

Y con él se vendría abajo la estructura en la que se basan las interacciones diplomáticas formales en todo el mundo.

Principios diplomáticos fundamentales. El caso de Ecuador, aunque menos grave porque no se tradujo en víctimas mortales, es un poco más complejo y exige algunas aclaraciones.

En el centro de la disputa diplomática entre Ecuador y México se encuentra el exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, que cumplió cuatro años entre rejas tras una condena en 2017 por cargos de corrupción.

Glas se enfrenta ahora a un juicio por diferentes cargos, lo que motivó su solicitud de asilo en la Embajada de México en diciembre de 2023. México aceptó la solicitud y así se lo transmitió al gobierno ecuatoriano.

El gobierno ecuatoriano justificó su decisión de enviar policías a la embajada mexicana por considerar que Glas no puede recibir asilo político al tratarse de un delincuente convicto.

La afirmación tiene cierta base: según la Convención sobre el Derecho de Asilo de 1954 de la Organización de Estados Americanos, no se puede conceder asilo político a delincuentes condenados a menos que los cargos en que se base la condena sean de naturaleza política.

Pero al mismo tiempo, el artículo 21 de la Convención de Viena establece que las misiones diplomáticas gozan de plena inmunidad y extraterritorialidad. Eso implica que el gobierno anfitrión no tiene derecho a entrar en una embajada sin la autorización del jefe de la misión.

Ecuador argumenta que México abusó de su inmunidad diplomática, por lo que no le quedó más remedio que enviar a la policía. Sin embargo, aquí hay que hacer una distinción crucial.

Mientras que la inmunidad diplomática y la extraterritorialidad de las misiones extranjeras son principios fundamentales de la Convención de Viena, el asilo político es una cuestión aparte que debe tratarse por separado.

Como tal, si el gobierno ecuatoriano consideraba que Glas no reunía los requisitos para el asilo político, podría haber intentado bloquear legalmente el traslado o denegar el salvoconducto para que el solicitante de asilo saliera de la embajada y abandonara el país.

Sin embargo, México tendría motivos de peso para oponerse a tales medidas, ya que, según la Convención sobre el Derecho de Asilo de 1954, corresponde al Estado que concede el asilo decidir si el caso tiene una motivación política.

Implicaciones para el futuro. Independientemente de los méritos del caso de asilo, enviar el equivalente de un equipo SWAT para asaltar la embajada representa una violación deliberada de las normas diplomáticas.

Existe un largo historial de políticos latinoamericanos solicitantes de asilo que han pasado muchos años encerrados en embajadas porque los gobiernos no les han concedido un salvoconducto, entre los que destaca el dirigente peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, que pasó cinco años en la embajada de Colombia en Lima.

Sin embargo, salvo contadas excepciones, ni siquiera en la época más oscura de las dictaduras militares latinoamericanas de los años sesenta y setenta se permitió a la policía irrumpir en los edificios de las embajadas para detener a los solicitantes de asilo.

Y esto pone de relieve lo que hace que las acciones de Ecuador sean especialmente preocupantes.

Precisamente por los problemas de inestabilidad política y tradición de golpe militar que tiene América Latina, las leyes en torno al asilo político y la inmunidad diplomática son necesarias.

Si se socava la Convención de Viena de la forma en que lo ha hecho Ecuador, se corre el riesgo de sentar un precedente que otros gobiernos podrían verse tentados a seguir.

El asilo político en América Latina ha funcionado tradicionalmente como una válvula de seguridad que permite a los líderes depuestos salir del peligro. Debilitar las estructuras diplomáticas de apoyo al asilo dificultará la gestión de las rupturas democráticas.

También se corre el riesgo de exacerbar los desacuerdos regionales. Ya lo estamos viendo con México, que está rompiendo relaciones con Ecuador como resultado del asalto a la embajada.

Dificultar la diplomacia. Por supuesto, las violaciones de embajadas no carecen de precedentes. La dictadura de Guatemala atacó la embajada española en Ciudad de Guatemala en 1980, matando a varios solicitantes de asilo, entre ellos un exvicepresidente.

Y el gobierno militar de Uruguay envió fuerzas de seguridad a la embajada de Venezuela en Montevideo en 1976 para detener a un militante de izquierdas que había solicitado asilo, lo que provocó la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Pero aquellos sucesos del pasado relativamente lejano fueron ampliamente condenados en su momento, y con razón, como producto de regímenes autoritarios poco respetuosos con las convenciones internacionales.

La actitud internacional comparativamente relajada ante las violaciones de las embajadas por parte de Israel y Ecuador refleja, en mi opinión, una incapacidad para comprender la importancia de la erosión de la inmunidad y las normas diplomáticas.

A medida que aumentan los desafíos globales, las embajadas y sus representantes adquieren más importancia, no menos.

Si lo que se extrae de los dos últimos incidentes en embajadas es que la protección de los locales diplomáticos puede ser secundaria frente a lo que sea políticamente conveniente en un día determinado, entonces será muy perjudicial para la gestión de las relaciones internacionales. La diplomacia resultará mucho más difícil.

Y dada la enormidad de los retos a los que se enfrenta el mundo hoy en día, eso es lo último que necesita cualquier país.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión, News

INERCIA E IDEOLOGÍA. Humberto Julio Reyes

 

                                              INERCIA E IDEOLOGÍA

                                                                                     Humberto Julio Reyes

         Aunque a menudo la palabra inercia se usa en sus acepciones de rutina o desidia, ambas peyorativas, me parece que, para todo efecto práctico, es una fuerza neutra que, al igual que otras regidas por una ley física, no tiene carácter positivo ni negativo, tal como ocurre también con la inteligencia.

         Permítame estimado lector algunos ejemplos.

         Si yo considero que mi situación de salud, financiera y emocional es satisfactoria, ¿por qué querría cambiarla en cualquier sentido, salvo yo sea un inconformista?

         Sin embargo, aún en este último caso, resulta muy improbable que alguien quisiera moverse, es decir romper la inercia, para retroceder, salvo por ideología.

         ¿Se acuerdan de la política educacional definida comúnmente como “quitar los patines”?

         No pudiendo mejorar la educación de la mayoría, es decir romper la inercia de una educación de bajo estándar, la romperé haciendo retroceder a una minoría que mi ideología me hace ver como injustamente favorecida.

         Lo señalado podría usarse como modelo para explicar por qué aún no se mejoran las pensiones, por qué la salud pública sigue siendo ineficiente o la delincuencia sigue imparable haciéndonos retroceder en índices de seguridad.

         En el primero de los temas la inercia la define la insistencia en que el aumento de cotización por parte del empleador no vaya a las cuentas individuales y se destine un alto porcentaje de dicho eventual aumento a la solidaridad aun si con ello las pensiones siguen siendo bajas. También se descarta aumentar o nivelar la edad de jubilación a pesar del envejecimiento progresivo de la población. La inercia entonces se rompería, haciéndonos retroceder hacia un fracasado sistema de reparto, “no más AFP”.

         Pese a las cifras que indican que el aumento constante y significativo del presupuesto destinado a la salud pública no parecen incidir en una mejor calidad del servicio, se pretende, quebrando las Isapres, enviarnos a todos a Fonasa. No permitamos que otro segmento privilegiado pueda acceder a mejor salud.

         Volviendo a la educación “gratis y de calidad” que se nos ha asegurado, avanzado el mes de abril la llamada “tómbola” mantiene a niños y jóvenes sin poder matricularse, todo un récord Guiness pero faltaría aun otro empujón que acelere la desaparición de la educación municipalizada. Para qué hablar de la tozuda insistencia en condonar el CAE que sí beneficiaría a aquel sector que ya ha sido privilegiado en su acceso a la educación superior, en lugar de crear incentivos para pagarlo.

         Así, mientras las principales preocupaciones de la población no son resueltas ni muestran señales de salir de la inercia, en un campo habitualmente no muy prioritario para nuestros compatriotas, parece vivirse otro mundo, el de “Bilz y Pap”, donde también la ideología hace de las suyas, rompiendo una conveniente inercia o continuidad, pero en sentido negativo.

         Me refiero a las relaciones internacionales de Chile y a la anunciada próxima gira presidencial a Europa.

         Para “vestirla” y prepararla la prensa informa que el canciller tiene previstas reuniones en Alemania, Reino Unido y Grecia.

         Con el primero de estos países se trataría, entre otros temas, la situación de los conflictos bélicos que actualmente acaparan la atención mundial dadas sus imprevisibles consecuencias.

         Confieso que me causa viva preocupación lo que pueda declarar al respecto nuestro primer mandatario, dada su habitual locuacidad en temas “de Estado”.

         También me preocupa que se tratarán con Gran Bretaña proyectos de cooperación antártica y que nuestro canciller exprese que las relaciones están en un excelente nivel, como si negar el acceso a puertos chilenos a los buques ingleses que provengan de las islas Falkland no tuviera importancia alguna.

         Para finalizar quisiera plantear algo que me inquieta cada vez que se nombra en cargos diplomáticos de alta responsabilidad a personas que no lo son, como si ser experto en relaciones internacionales, en el mejor de los casos, bastara para calificar.

         Asumo que todo diplomático, a través de su práctica profesional, termina siendo un experto en relaciones internacionales y, principalmente, un agente que siempre prioriza el interés nacional. En cambio, un internacionalista, por reputado que sea, no es un diplomático y su campo habitual es el multilateralismo más propio de las organizaciones internacionales.

         ¿Y usted estimado lector, qué opina al respecto?

11 de abr. de 24

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión, News

INDULTOS A MILITARES Y CARABINEROS. Francisco Javier Urbina.El Mercurio

 

                                                                                INDULTOS A MILITARES Y CARABINEROS

Francisco Javier Urbina

El Mercurio, Cartas al director, 04/04/2024

Señor Director:

En su columna del martes, Joaquín Fermandois propone una amnistía o indulto para funcionarios de las FF. AA. y Carabineros condenados por delitos relativos al uso de la fuerza durante el “estallido social”.

Tiene la razón. En muchos casos, se trata de personas a las que el Estado colocó en una situación imposible: les exigió reprimir desórdenes públicos, en un contexto excepcional para el que ninguna institución estaba preparada.

Y lo hizo, en muchos casos, sin capacitarlos debidamente ni entregarles el equipo adecuado.

Cuando ocurrió un error (esperable en esas circunstancias), se les hizo asumir personalmente el costo de esta falencia estatal.

Un caso especialmente dramático es el del conscripto Carlos Robledo, relatado por su madre en estas páginas, que con 18 años fue condenado a pena de cárcel. Ciertamente, un soldado conscripto, en unos pocos meses, no está entrenado para cumplir funciones de control de disturbios y menos para hacerlo con equipamiento militar.

Además de remediar una injusticia, el indulto o la amnistía permitirían dar una señal concreta de respaldo a la fuerza pública. Sin esto, no puede haber una agenda de seguridad creíble.

El uso de la fuerza, en cualquier nivel, exige respaldo político. Pero mientras persistan situaciones como las de Carlos Robledo, no será creíble ese respaldo.

El indulto debiera ser una condición política de cualquier acuerdo en esta materia.

La idea de usar el indulto para situaciones vinculadas al “estallido” no es novedosa. El Presidente Boric ya la usó, en relación con delitos de civiles.

En esa ocasión, justificó la decisión de indultar en que “vivimos un proceso que fue tremendamente complejo”, y en que los indultados “no son delincuentes”. Ambos argumentos se aplican con más fuerza al caso de Carlos Robledo.

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Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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