News, RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

Las declaraciones de Trump tras la reunión con Netanyahu son demoledoras. Irving Gatell

                                                                               LAS DECLARACIONES DE TRUMP TRAS SU REUNIÓN

                                                                       CON NETANYAHU SON DEMOLEDORAS

Irving Gatell – 05/02/2025

  1. Si consigue sus propósitos, hablaremos de una reconfiguración extrema del Medio Oriente, con impactos serios en todo el mundo. El plan es, en corto, que Estados Unidos se queda con Gaza.
  2. Por eso es que Trump lleva varios días hablando de desalojar a los palestinos de esa región, y dispersarlos por medio mundo. Y ojo: ya dijo que eso se hace porque se hace. Las objeciones de países como Egipto y Jordania han sido minimizadas, incluso ridiculizadas.
  3. Esto cambia completamente el panorama en Israel, y Netanyahu queda fortalecido como tal vez no habíamos visto en toda su vida. Después de aceptar el plan de alto al fuego que parecía darle oxígeno a Hamas, queda claro que algo habían negociado en privado Trump y Netanyahu.
  4. Yo se los dije: ¿Por qué Netanyahu le habría aceptado a Trump el mismo plan de alto al fuego que nunca le aceptó a Biden? Evidentemente, porque Trump le habría ofrecido a Israel algo que Biden no. Y ahora nos queda claro de qué se trató la oferta.
  5. El interés final de Israel es su seguridad. Por eso, el objetivo de su guerra era destruir por completo las capacidades operativas de Hamas. Sin embargo, muchos advertían -correctamente- que eso no conjuraba el peligro, porque las ideas extremistas allí seguirían.
  6. Trump ha propuesto la solución más extrema posible: las ideas extremistas no van a seguir allí porque la gente de Gaza se va a ir a otro lado, DE MANERA DEFINITIVA. Gaza, mientras tanto, se convertirá en una base estadounidense. Esto altera TODO el panorama en la zona.
  7. De entrada, y acaso lo más relevante para el momento que se vive, le pone un límite a la expansión de la influencia de Turquía, que quería aprovechar el colapso del régimen sirio. Los planes de Erdogan por convertirse en un nuevo sultán acaban de irse por el caño.
  8. Afecta también a Qatar porque la base militar que USA tiene en ese país ahora queda relegada (y probablemente quedará cerrada), y los emires de Qatar -aliados de los ayatolas iraníes- quedan expuestos a que todo mundo se ponga en su contra. Y dejen, les platico, que son odiados.
  9. Todo esto tiene como víctima más importante a Irán, aunque es probable que los planes para tumbar a los ayatolas del poder se activen pronto, y este sea el primer gran cambio regional que veamos. Trump e Israel, por diferentes razones, están muy interesados en que eso pase.
  10. Si Irán cae, Rusia se queda sin su principal apoyo en su guerra con Ucrania, justo en la época en la que Zelensky ya aceptó el plan gringo de conceder el permiso para la explotación de sus recursos minerales “raros” (algo que Putin soñaba y soñaba).
  11. Quienes más lo van a resentir en América Latina son los dos regímenes que más apoyo recibían de Rusia e Irán, o sea, Cuba y Venezuela. Y tú sabes, todos los grupos políticos que dependen de Maduro y Díaz-Canel. El Grupo de Puebla va a entrar en crisis.
  12. Vale, pero todo este mundo izquierdoso, progre y woke no sólo tenía apoyo en Rusia e Irán por ser afines a ellos en su guerra a muerte contra la civilización occidental. También recibían millones de dólares en apoyos por medio de diversos ACs y ONGs.
  13. Curiosamente, mucho del dinero que llegaba a sus manos salía ¡DE LOS ESTADOS UNIDOS! Sí, de los sectores zurdos y progres de los Estados Unidos. Y lo canalizaban por medio de esa monstruosa, pero también corrupta agencia llamada USAID.
  14. Agencia que ahora está bajo fuego. Trump la ha puesto bajo la dirección interina de Marco Rubio, y la intervención que se va a hacer allí va a ir a fondo. Así que el mundo woke y progre se va a quedar, en el corto plazo, sin USAID. Y en el mediano plazo, sin Rusia e Irán.
  15. La guerra de Trump es global. Sus objetivos son tan simples como agresivos: eso de “Make America Great Again” no se limita a la propia realidad gringa, sino a posicionar otra vez a Estados Unidos como la máxima potencia del mundo en todo sentido.
  16. ¿Será capaz de cumplir todas sus amenazas? Bueno, para que no queden dudas, ahí estamos los mexicanos y los canadienses. Al final del día, también tenemos el penoso papel de ser el ejemplo a nivel mundial de cómo logra Trump DOBLAR a sus oponentes.
  17. ¿Que los palestinos no se creen que los vayan a sacar de Gaza? Vean lo que está pasando en la frontera con México. Claro que los van a sacar. Estados Unidos está adquiriendo toda la experiencia necesaria para ello, deportando latinos hacia sus países de origen.
  18. No sueñen con que China le va a poner el alto a Estados Unidos. Aunque es una potencia comercial, no tiene la capacidad para influir globalmente en estos otros asuntos. Además, sospecho que en los siguientes años China y USA se van a volver más amigos de lo imaginable.
  19. Como bien explicó @SimonLevyMx, todo indica que Trump quiere poner a México en una situación de indeseable, para que las inversiones -sobre todo las chinas- se establezcan en los Estados Unidos. Si esto pasa, China no va a querer pleito, sino negocio. Tontos no son.
  20. En fin. Disfruten el momento. Los cambios globales que se vienen son fuertes y extremos, y a muchos no les van a gustar. Todos los que se la viven diciendo “USA es un imperio en decadencia y va a colapsar” se van a llevar sorpresas que no les van a gustar.
  21. Así son los grandes imperios. Roma estuvo a punto de colapsar hacia el año 68, como consecuencia de tener a emperadores chiflados (Calígula y Nerón) o ineptos (Galba, Otón, Vitelio). De pronto se les apareció un tipo rudo y autoritario. Militar. Vespasiano.
  22. Los cambios logrados por Vespasiano prepararon el terreno para que la decadente y casi colapsada Roma entrara en su fase de mayor esplendor y poderío, que se extendió prácticamente un siglo más, hasta Marco Aurelio.
  23. Roma eventualmente cayó porque su economía se basaba en el esclavismo. Al llegar al límite de su expansión, llegó al límite de su adquisición de esclavos. La economía se estancó poco a poco, y el colapso llegó hacia finales del siglo V.
  24. Esa es la monstruosa ventaja de los Estados Unidos. Su éxito económico se basa en el mercado libre. Los últimos 700 años de historia han demostrado que, si se le deja crecer, el mercado libre no colapsa.

Agárrense. Si Trump tiene éxito en sus planes, no nos la vamos a acabar

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

 

Columna de Opinión, News

Capitalismo y neoliberalismo. Renato Cristi. El Mostrador

                                          CAPITALISMO Y NEOLIBERALISMO

Renato Cristi, PhD., Professor Emeritus, Department of Philosophy, Wilfrid Laurier University – El Mostrador, 31/01/2025

En su libro El proyecto Chile. La historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo, Sebastián Edwards define lo que entiende por neoliberalismo. Lo presenta como “una forma extrema, fundamentalista o radical del capitalismo” o también como “la variante más pura o extrema del capitalismo, como el sistema que utiliza los mecanismos de mercado para resolver casi todos los problemas de la sociedad”.

La existencia de un capitalismo chileno fue condición necesaria para que, en 1973, pudiera implementarse un régimen neoliberal, es decir, un capitalismo “extremo, fundamentalista o radical”.

En una columna publicada en El Mostrador, titulada ¿Tiene sentido preguntarse si Chile era ya neoliberal en el siglo XIX?”, Enrique Román coincide en buena parte con Edwards cuando afirma que “el neoliberalismo expresa una particular manera de organizar y operar un modelo capitalista de organización de la economía y la sociedad, pero eso no significa que constituya una fase natural e inevitable de su desarrollo, ni mucho menos el que sea imposible o no deseable una sociedad capitalista no neoliberal”.

Román estima posible y deseable la superación del neoliberalismo y la implementación de un capitalismo no neoliberal, pero eso “requiere despojarnos de las anteojeras ideológicas que, de uno u otro modo, asimilan conceptualmente el capitalismo y el neoliberalismo”.

Tiene razón en esto, pero cuando Marcel observa que hay ciertos elementos de la cultura chilena tradicional que permitieron que la agenda neoliberal tuviera la capacidad de persistir en el tiempo, eso no significa asimilar conceptualmente neoliberalismo y capitalismo.

Román estima que esa asimilación deriva de pensar que el neoliberalismo es un producto endógeno de la economía y la sociedad chilena. De este modo, piensa que es necesario.

Según Mario Góngora, el neoliberalismo no es endógeno en Chile porque “no es, efectivamente, un fruto propio de nuestra sociedad, como en Inglaterra, Holanda o los Estados Unidos, sino una ‘revolución desde arriba’, paradójicamente antiestatal, en una nación formada por el Estado”.

Por mi parte, pienso, al igual que Marcel, que ciertos elementos culturales, propios de nuestra idiosincrasia, fueron los acelerantes endógenos para la implementación del neoliberalismo en Chile.

Esto último hace sentido histórico. El período de la Independencia y la primera mitad del siglo XIX no alteran mayormente el régimen mercantilista heredado de la Colonia. Esto incluye, como advierte Góngora, una fuerte intervención por parte de un Estado proteccionista.

A partir del gobierno de Montt, con la promulgación del Código Civil de Andrés Bello y la influencia intelectual de Courcelle-Seneuil, el liberalismo político y económico inicia un desarrollo ascendente.

Esto influyó en la modernización de nuestras instituciones económicas y en una disminución progresiva de la intervención estatal. Es innegable que Chile, en el curso del siglo XIX, deja atrás el mercantilismo y desarrolla una economía capitalista. La existencia de un capitalismo chileno fue condición necesaria para que, en 1973, pudiera implementarse un régimen neoliberal, es decir, un capitalismo “extremo, fundamentalista o radical”.

Marcel identifica acelerantes culturales, como libertad de elección en salud y subvenciones a la educación privada, que anteceden a la dictadura y que luego son asimilados por el régimen neoliberal. Por mi parte, me parece que la consolidación del derecho de propiedad como un derecho subjetivo o real en el Código Civil es también una institución clave para la formación del régimen neoliberal.

De aquí que cabría preguntarse, ¿fue Chile siempre neoliberal?

Y la respuesta es, por supuesto, negativa. Pero esto no significa aceptar la idea de Góngora que considera que el neoliberalismo es algo impuesto de una manera exógena.

La distinción conceptual entre exógeno y endógeno es abstracta. En la realidad concreta, en 1973 el régimen capitalista chileno deviene “extremo, fundamentalista o radical”, impulsado exógenamente por la dictadura y determinado por acelerantes culturales endógenos.

El neoliberalismo chileno corresponde a la versión extremista de Mises, y no a la más moderada defendida por Hayek, Rüstow y Röpke en París (1938) y en Mont Pelerin (1947). Hay coincidencia entre estos autores hasta ese momento.

En 1944, en Camino a la servidumbre, Hayek afirma: “Nada ha hecho más daño a la causa liberal que la insistencia pétrea en el principio del laissez faire”.

Pero Hayek se distancia de Rüstow y Röpke y de la idea de una economía social de mercado. De colaboradores pasan a ser adversarios. Rüstow caracteriza ahora a Hayek como un “paleoliberal libertario”, la misma fórmula que emplea para definir a Mises.

Hayek es un autor relevante para el modelo criollo, cuando ya no es posible distinguir su neoliberalismo de la versión “extrema, fundamentalista o radical” de Mises.

En abril de 1981, en un seminario que tuvo lugar en el Hotel Sheraton de Santiago, Hayek rechaza la idea de una economía social de mercado. Afirma: “No creo en la economía de mercado social. Creo que la palabra social es americana y privó de significado a toda palabra que se conectara con ella. Creo sí en la economía de mercado”.

 

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Los artículos publicados en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Actualidad, News

Dentro de Doughty Stree, la casa en la que Dickens se consagró como escritor. Cecilia Maza. Flipboard, Cultura

 

                                                                                DENTRO DE DOUGHTY STREET, LA CASA EN LA QUE

                                                                       DICKENS SE CONSAGRÓ COMO ESCRITOR

Celia Maza – Flipboard, Cultura, 05/02/202

Siempre salía de casa con un monedero plateado, sus pases para el teatro y la ópera y una pequeña cajita de plata con sus iniciales para guardar nuez moscada molida que añadía al ponche, su bebida favorita.

En el recibidor tenía también su elegante bastón. No porque lo necesitara para caminar, sino por pura coquetería. Al fin y al cabo, era todo un dandy.

Le gustaba vestir bien y tener la casa impoluta con coloridos papeles en las paredes. Es más, le decía a su esposa que esperara a su regreso cuando estaba de viaje antes de tomar cualquier decisión respecto a muebles o tapicería.

Con motivo del centenario de su apertura, la casa-museo inaugura una exposición con miles de objetos, algunos de ellos expuestos por primera vez, para conocer la faceta más personal del autor

Y no faltaba su maletín de piel, símbolo de esa clase alta que tanto le costó conseguir tras una infancia de calamidades trabajando en fábricas por las deudas de su padre.

Todos estos objetos están en la entrada del número 48 de Doughty Street, la casa en la que Charles Dickens (1812-1870) se consagró como escritor. Entró en ella en 1837 como un autor en ciernes. Y salió en 1839 convertido en una estrella internacional.

Sólo fueron dos años. Tiempo suficiente, sin embargo, para escribir Los papeles póstumos del Club Pickwick, Oliver Twist y Nicholas Nickleby. Las tres novelas alumbradas en la vivienda adosada de Bloomsbury Square habían puesto ya todo el foco en quien acabaría siendo uno de los maestros de la literatura inglesa.

Despegó su carrera. Pero creció también su ego y su familia. Se mudó con un hijo, salió con tres. En total fueron diez (sobrevivieron 9) los que tuvo fruto de su matrimonio con Catherine Hogarth a lo largo de dos décadas.

El 48 de Doughty Street es más que un museo. Es una casa que te transporta a la época victoriana donde uno deambula de habitación en habitación con la sensación de que Dickens ha salido a almorzar a Rules, su restaurante favorito en Covent Garden, y puede regresar en cualquier momento.

Su cepillo de pelo en el vestidor. Su pluma y tintero en el despacho. Su gran lupa para leer (era tan coqueto que no quería utilizar gafas). Se descubre no sólo al autor, sino también al hombre que gozó y padeció todo aquel éxito.

Con motivo del centenario de su apertura, la casa-museo inaugura este miércoles una exposición con miles de objetos, algunos de ellos expuestos por primera vez, entre ellos, el boceto en tiza y pastel de un joven Dickens durante la época en la que vivió en Doughty Street que se cree que es un dibujo original del tercer retrato “perdido” realizado por Samuel Laurence, del que se desconoce su paradero.

También está un ejemplar de David Copperfield que sobrevivió a la expedición del capitán Robert Falcon Scott a la Antártida en 1910. La tripulación de este barco -el Terra Nova- leyó un capítulo cada noche durante sesenta lunas mientras se encontraban varados en una cueva de hielo, lo que ennegreció el libro con manchas de sus huellas dactilares, probablemente debido al fuego de grasa de foca que calentaba la cueva.

“Es un microcosmos de la historia, en realidad”, asegura la curator Emma Harper. “El hecho de que los exploradores decidieran llevarse una obra de Dickens con ellos, en 1910, 40 años después de la muerte del escritor, demuestra hasta qué punto llega su legado”, apunta.

Cientos de personas se agolparon frente al número 48 de Doughty Street cuando la casa se salvó de la demolición 55 años después de la muerte de su residente más famoso. Dickens Fellowship, una asociación internacional dedicada al autor se hizo con la propiedad cuando estaba a punto de ser derruida estableciendo un lugar de peregrinación para conocer la faceta más personal del genio de Southampton.

La casa no está como Dickens la dejó ni mucho menos. A lo largo de su vida, el novelista y periodista vivió en diferentes lugares. Pero sus pertenencias -entre ellas el escritorio donde elaboró Grandes esperanzas o Nuestro amigo común– se han adaptado en cada estancia de manera sublime. Hasta el papel de las paredes se ha querido inspirar en los gustos del escritor.

El único traje que se conserva del novelista, un conjunto de tres piezas formado por una levita, un pantalón y una camisa con pajarita que utilizó en una recepción real en el Palacio de Buckingham, da una idea de su tamaño y su físico, como si se trajera a Dickens a la vida de nuevo.

En las salas donde está propiamente la exposición están los poemas que escribió como pretendiente a su primer amor, Maria Beadnell. “Algunos están bien, otros son bastante malos”, señala Harper. “Es muy curioso. Se trata básicamente de un adolescente escribiendo a la chica que le gusta. No necesariamente lo reconocerías como parte de la genialidad de la escritura victoriana”, matiza.

También hay manuscritos de su primera gira en 1842 por los Estados Unidos donde habló de su oposición a la esclavitud. Sus conferencias, que comenzaron en Virginia y terminaron en Missouri, tuvieron tanta asistencia que los revendedores de entradas se reunieron fuera de sus eventos.

“Se apiñan a mi alrededor como si fuera un ídolo”, se jactó el autor, conocido fanfarrón. El gran baile que se organizó en su honor en Nueva York se presentó como “Boz ball”, un guiño al seudónimo con el que firmó su primera obra Sketches.

El 19 de diciembre de 1843 publicó Un cuento de Navidad, una de sus obras más conocidas, que, al igual que otros títulos, fue concebido como una crítica social, para llamar la atención sobre las dificultades que enfrentaban las clases más pobres de Inglaterra.

Los lectores de Inglaterra y Estados Unidos se sintieron conmovidos por la profundidad emocional empática del libro; se dice que un empresario estadounidense les dio a sus empleados un día adicional de vacaciones después de leerlo.

“A pesar de su increíble éxito, los desacuerdos con el editor significaron que recibió relativamente pocas ganancias que se redujeron aún más cuando se vio obligado a emprender acciones legales contra los editores por realizar copias ilegales. Los derechos de autor en Estados Unidos funcionaban de otra manera. Y Dickens fue pionero a la hora de reivindicar esta cuestión”, matiza la experta.

Por otra parte, un vínculo directo con un momento infame en la vida de Dickens es un borrador de carta que escribió a la sirvienta de la familia, Ann Brown. Contiene los primeros párrafos de la Carta violada de 1858 donde expuso públicamente en su periódico, Household Words, el colapso de su matrimonio con Catherine. La retrata como una mujer fría y una madre desinteresada. Pero nada más lejos de la realidad.

Cartas descubiertas de un archivo y adquiridas por el museo evidencian que era una mujer entrañable y madre devota, aunque pasó por períodos de depresión, especialmente tras la muerte de su hija Dora.

El motivo del divorcio fue más bien el romance de Dickens con la jovencísima actriz Ellen Ternan (Nelly), a la que sacaba casi tres décadas, una relación que siempre quiso mantener oculta.

El novelista murió en 1870 a los 58 años. Su obra El misterio de Edwin Drood había comenzado su publicación por entregas. Nunca se terminó. Su deseo era ser enterrado en la catedral de Rochester, “de forma barata, sin ostentaciones y de forma estrictamente privada”.

Pero acabó enterrado con todos los honores en la llamada “esquina de los poetas” de la abadía de Westminster. “Fue un simpatizante del pobre, del miserable y del oprimido, y con su muerte el mundo ha perdido a uno de los mejores escritores ingleses”, rezaba el epitafio.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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