Consecuencias jurídicas de un fallo
El Mercurio
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
Consecuencias jurídicas de un fallo
El Mercurio
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LO QUE OCURRIÓ, NO OCURRIÓ
Humberto Julio Reyes
El reciente fallo de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, que declaró ilegal la interceptación de ciertas conversaciones telefónicas, en el marco de una mediática investigación llevada adelante por la Fiscalía Nacional en relación con el caso “Democracia Viva”, ha implicado que la evidencia obtenida por este procedimiento ya no podrá ser usada y, adicionalmente, ha llevado al reemplazo del fiscal.
Como ocurre en parecidas situaciones, las opiniones no son coincidentes.
El oficialismo, que llegó a sostener que hubo “espionaje telefónico”, se muestra satisfecho. La oposición, por el contrario, expresa que lo resuelto es parte de un público esfuerzo por evitar que se conozca la participación punible de todos los que podrían haber participado, en una u otra forma, en diversos delitos en el uso de los recursos públicos asignados a dicha fundación.
Se han repetido las usuales frases: investigar hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga. Ya veremos.
En el intertanto me permito plantear al paciente lector una personal inquietud, que quizás también él comparta.
Todo aquel que está medianamente informado de la actualidad ya conoció muchos de los textos de las conversaciones sostenidas entre diversas personas que, en una u otra forma, aparecen involucradas en el tema que se investiga.
Una cosa es que los jueces dispongan que se borre de la memoria de la investigación lo que, según ellos era ilegal que se hubiera escuchado, pero otra, muy distinta, es que se borre de nuestras memorias o no se haya dicho.
Así, cada uno ya se ha formado su propio juicio, independiente de lo que finalmente llegue a establecer el nuevo fiscal y se acredite en tribunales. Lo vimos o lo escuchamos o lo leímos, no hay vuelta atrás.
Siendo así me atrevo a plantear una analogía.
Desde el mismo 4 de septiembre de 1970 hasta nuestros días pareciera prevalecer una visión bastante idealizada de los 1000 días del gobierno de la Unidad Popular y del presidente Allende. Por algo tiene una estatua frente a La Moneda, donde los guías de turismo detienen a sus clientes para repetirles la referida idealizada versión. Lo he escuchado, no lo invento.
Pero quienes los vivimos, incluyendo por supuesto a los “conversos”, no la compartimos.
Muchos esfuerzos pueden hacerse para borrar la Historia, pero ahí está. Igual que el pasado reciente que, afortunadamente, está muy fresco.
Me detengo finalmente en otro intento de alterar los hechos y que ha vuelto a ser denunciado públicamente en estos días.
Me refiero a todas las prevaricaciones que siguen cometiendo los tribunales “de justicia” en los procesos por causas de derechos humanos, en particular la ficción jurídica del secuestro permanente, cuando se condena por mantener secuestrada una persona con el solo mérito de acreditar su detención hace 50 años, incluso cuando los supuestos secuestradores ya han fallecido, y, en subsidio, se recurre a condenar a cualquiera que hubiera estado ahí o que debiera saber.
Es el realismo mágico de nuestros tribunales.
18 de mayo de 2025
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PERLA O´HIGGINIANA.
EL ENCUENTRO CON LA MADRE
Mario Barrientos Ossa.
Como parte del recordatorio y celebración del Día de la Madre, que tuvo lugar el pasado 10 de mayo, se comparte esta Perla O’higginiana, que relata un momento muy especial, vinculado con su madre, de nuestro Padre de la Patria, don Bernardo O’Higgins Riquelme.
PERLA OHIGGINIANA.
EL ENCUENTRO CON LA MADRE
Mario Barrientos Ossa.
Corría 1802 en el Reyno de Chile, cuya apacible vida comenzaba a mostrar alguna efervescencia, fruto de los sueños independentistas que comenzaban a despertar lentamente.
Desde la lejana Europa, en un largo viaje, Bernardo regresa a su tierra, es un joven de 23 años, hijo ilegítimo de un viejo servidor de la Corona, don Ambrosio OHiggins, fallecido poco antes, con su corazón lleno de emociones, estremecido de sentimientos que brotan sin cesar.
Vuelve a la tierra que lo vio nacer, vuelve a iniciar una nueva vida prometedora y bella, por la munificencia de su padre, que le ha legado una extensa y rica hacienda. Vuelve, y se emociona hasta sus entrañas, a encontrarse con su madre, a quien tan poco ha visto en su corta vida, con la cual sueña noche y día.
Atrás queda la soledad, el abandono, el no haber tenido un hogar, siempre con extraños, la escasez de recursos, el misterio de su origen, el llevar solo el apellido Riquelme y no el de su padre, el haber sido trasladado de ciudad en ciudad por una mano invisible que regulaba su destino desde las penumbras. Ahora se mandará solo, construirá su futuro, gozará de un hogar, de su madre, y de esa hermana nacida de un matrimonio posterior, a quien solo conoce como Rosita.
En tierra, Isabel, una noble y hermosa mujer, de 43 años de edad, en la plenitud de su vida, que tampoco lo ha pasado bien, temblorosa, emocionada, espera la llegada de su hijo, a quien hace largos años que no ve, aquél que se le arrebató de sus brazos amorosos para llevarlo a otras latitudes, para esconderlo de los temores del viejo servidor de la Corona, preocupado de su carrera militar y política antes que de su propia carne. Sueña con el reencuentro, aparecen en su mente enfebrecida las viejas imágenes, el maduro Coronel de Caballería que le dio palabra de matrimonio, su ingenua fe en tal promesa, su doncellez entregada a aquel hombre que luego desapareció de su vida, el embarazo que avergonzó a su familia, el niño arrebatado de sus brazos de madre, el sufrimiento de tenerlo tan lejos.
Espera ansiosa el momento de estrechar en sus brazos el fruto de su propia carne, y algo, un susurro misterioso, nacido en lo hondo de su alma, le dice que ese hijo que viene a su encuentro, no solo será el sostén de su vida, sino algo mucho más grande, tal vez el sostén de toda su patria, y como toda madre, se adelanta a una hermosa verdad histórica que demostrará la certeza de sus sentimientos.
Un aporte de nuestro Pas Presidente, Gustavo Basso Cancino
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