DIA DEL DEMONIO.
Mario Barrientos Ossa.
Hoy, 6 de agosto, se cumplen 80 años desde que el demonio se asomó en el mundo, físicamente, y mostró sus garras y dientes afilados, así como el horror del infierno, desintegrando miles de personas inocentes y devastando miles de viviendas, en una tremenda ola de fuego. Insaciable, como lo es, repetiría su furia tres días después. Miles que no murieron al instante, soportaron una larga agonía por la radiación, hasta su propia muerte. El tronar de la espantosa explosión no fue otra cosa, que la descomunal carcajada de Satanás, ansioso de demostrar el poder del mal, que está a su cuidado.
Desde su caída, hace miles de años, los ángeles rebeldes, transformados en demonios, habían mostrado solo males que no amenazaban la existencia misma de la humanidad. Guerras, pestes pútridas, terremotos, corrupción, crímenes, la explotación del hombre por el hombre, causaban dolor y sembraban la muerte, pero nadie temía que con ello se acabaría el mundo. La descomunal ola de fuego y la devastación provocada en Hiroshima 80 años atrás, sí nos trajo el terror que el hombre, este ser depredador, luego de largos siglos de evolución, alentado por el demonio, podía no solo destruir a sus semejantes, sino destruirse a sí mismo, como raza humana, por toda la eternidad. Como reza actualmente el lema: “En una guerra nuclear, no hay vencedores”.
Si hay almas benditas que no creen en Satanás, les pido que miren lo que aconteció ese horrendo 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, y que se repitió en Nagasaki el 9 del mismo mes. Sí, el Diablo se mostró ante la faz del mundo, se presentó no como un ser invisible, sino como una oscura realidad, como una bestia negra, en medio del fuego y la destrucción.
Hoy, las grandes potencias nos mantienen en vilo. Rusia amenaza con su arsenal nuclear. Estados Unidos envía submarinos atómicos, con cargas nucleares, a las cercanías de Rusia. Ambas fieras, que se disputan el mundo, muestran sus colmillos ansiosos de sangre y de poder, ladran como perras en celo, no hacen sino repetir el mensaje de Satán, de odio y muerte, y son capaces de destruir nuestra raza humana por no ceder nada al enemigo. Miles de palestinos mueren de hambre a vista y paciencia del planeta, como si nada sucediera.
No cabe duda: el Demonio se asomó hace 80 años y no ha regresado nunca más a su putrefacta morada del infierno. Mora entre nosotros, nos hace engreírnos y nos pone en el alma la misma tentación con que cayeron los ángeles rebeldes: que podemos ser dioses y destruir la obra de ese otro Dios que nos antecedió.
¡Que el Señor nos pille confesados!
un aporte de nuestro Pas Presidente Gustavo Basso Cancino

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