Columna de Opinión

INDULTO DEL BICENTENARIO . ¿SOLUCIÓN AL PROBLEMA?

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
La persecución política desatada a todo dar en contra de los uniformados está comenzando a alcanzar ciertos límites de descaro que afortunadamente la ponen en evidencia ante los ojos de una sociedad que hasta ahora ha mantenido una hipócrita indiferencia, aceptando el cuento que le han querido contar y adoptando una posición de distancia crítica de los “violadores de los derechos humanos”. En ello, no ha habido la menor consideración a las injusticias que a diario cometen en contra de los uniformados algunos tribunales que aplican leyes no vigentes en Chile o que violan principios jurídicos que la Constitución garantiza para todos los chilenos, sin distinción, como por ejemplo: la prescripción

 

Ante la inminente presentación de la propuesta final de la Iglesia Católica sobre el indulto del bicentenario, la izquierda ha comenzado a apretar las clavijas a su estrategia de bloqueo, con el propósito de evitar que se debilite la campaña de persecución político-jurídica que ha orquestado en contra de los militares en retiro.

La ambigüedad mostrada por el gobierno al no definir claramente su posición frente a la posibilidad de que el beneficio pueda llegar a los uniformados condenados por casos de derechos humanos, ha estimulado a la maquinaria vengadora haciéndola llegar incluso a La Moneda, donde intentó imponer las medidas que sirven para sus espurios intereses. Junto con exigir al gobierno que no incluya a los uniformados en el indulto, demandaron a éste el reemplazo de la Jefa del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, mostrando su insatisfacción por la tarea cumplida por quien dirige la suerte de “cabeza de playa” que la izquierda mantiene dentro del palacio. Esta última petición es realmente curiosa, puesto que hasta ahora dicha funcionaria había realizado al menos dos actuaciones relevantes en favor de la izquierda y que amenazaron gravemente al gobierno de la Alianza.

La primera, como se recordará, correspondió a la insistencia en pedir la reapertura del caso Soria, situación que para fortuna del Ejecutivo fue resuelta convenientemente por la Corte Suprema, evitando que su eventual aceptación desatara una avalancha de reaperturas de otros casos que como éste, se encuentran absolutamente cerrados y ejecutoriados.

La segunda, se trató de la sorpresiva e injustificada citación a declarar en un caso de DD.HH. al recién nombrado Subsecretario de Defensa y ex – Comandante en Jefe del Ejército, la que fuera gestionada por un abogado subalterno del programa en cuestión, sin conocimiento de su jefa, ni menos del Ministro del Interior.

Ambas situaciones debieran haberle ganado a esta funcionaria el agradecimiento de esta suerte de “comando vengador anti-militar”, conformado por una amplia gama de organizaciones establecidas al amparo de la Concertación y financiadas generosamente por los gobiernos anteriores. Sin embargo, el resultado fallido de ambas gestiones incomodó a sus líderes, impulsándolos a exigir su reemplazo a un gobierno que no reaccionó ante el ridículo en que lo dejó esta oficina.

La molestia del Presidente frente a la impertinente exigencia de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos quedó en evidencia con la brusca interrupción de la reunión, informada por los medios de prensa y ratificada por las enojadas y frustradas dirigentas, acostumbradas a que las autoridades se doblegaran a sus demandas. El problema es que las dirigentas cometieron en esta oportunidad el grave error de extralimitarse en el ejercicio del poder adquirido en los últimos años, consiguiendo sacar de quicio a un Presidente que se ha caracterizado por adoptar una posición conciliadora y contemporizadora, que al parecer fue confundida con una debilidad inexistente.

Aún cuando la ratificación de la jefa del programa era la reacción esperable ante el exabrupto de la agrupación en cuestión, llama la atención que el Presidente de la República siga validando la existencia del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, organismo que dice continuar el trabajo de la Comisión de Reparación y Reconciliación, creada por la Ley 19.123 y que terminó su existencia el 31 de Diciembre de 1996. El programa que el Presidente valida, fue creado por Decreto Supremo 1.005 de fecha 25 de Abril de 2007, para un propósito meramente administrativo, es decir para velar por el destino de los bienes de la disuelta comisión, sin que en caso alguno se le faculte para participar en procesos judiciales y sin que pueda prolongar la vida de una corporación extinta por la misma ley que la creó.

¿Cómo se explica entonces que los tribunales de derechos humanos sigan aceptando la participación de este organismo ilegal? ¿Cómo se puede entender que el Ministerio del Interior de este gobierno no se haya tomado la molestia de entender que el tal programa no es otra cosa que una forma de desviación de platas para financiar la venganza? Esta y muchas otras inquietudes surgen de casos como éste, pero es aquí en particular que se agradece el descriterio de la AF.DD.DD., quienes con su acción nos permiten denunciar el hecho de fondo, muchísimo más grave que la buena o mala evaluación de un mando medio del gobierno.

Es realmente sorprendente que la primera autoridad de la nación carezca de una asesoría capaz de advertirle que no debe ni puede seguir validando esta ilegalidad, por la que tarde o temprano alguien deberá rendir cuenta y que

 

?como se han ido dando las cosaspuede ocurrir que por no haberse deshecho de ella a tiempo, la responsabilidad sea atribuida por los descarados de siempre a un gobierno que la recibió de herencia. ?aunque parezca increiblerecién comienza a tener vigencia en Chile a partir de mediados del año 2009, sin poder ser aplicado con efecto retroactivo, según lo establece el propio Estatuto de Roma, instrumento internacional que lo define y que fue suscrito por el gobierno y debidamente ratificado por el Senado. ?ya que no de justiciaa un grupo importante de ex – uniformados hoy en prisión, no es ni la sombra de la solución que este sector de la población necesita, ya que el perdón por el bicentenario solo podrá llegar a algún pequeño universo de presos políticos militares, sin conseguir poner término a la persecución política que se desarrolla sobre una enorme cantidad de ex – miembros del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Carabineros y que con la ampliación a los casos de “tortura”, promete seguir con uno cuantos miles más. Todo ello, en un país que se jacta de ser “democrático”.

La persecución política desatada a todo dar en contra de los uniformados está comenzando a alcanzar ciertos límites de descaro que afortunadamente la ponen en evidencia ante los ojos de una sociedad que hasta ahora ha mantenido una hipócrita indiferencia, aceptando el cuento que le han querido contar y adoptando una posición de distancia crítica de los “violadores de los derechos humanos”. En ello, no ha habido la menor consideración a las injusticias que a diario cometen en contra de los uniformados algunos tribunales que aplican leyes no vigentes en Chile o que violan principios jurídicos que la Constitución garantiza para todos los chilenos, sin distinción, como por ejemplo: la prescripción.

Este tipo de abusos pseudo-jurídicos han sido eficazmente cubiertos por el engañoso manto de los delitos de “lesa humanidad”, concepto que

En medio de este caos virtual de la justicia en Chile, la posibilidad de que un indulto permita hacer llegar un poco de clemencia

27 de Junio 2010

Patricio Quilhot Palma

U al dia

PUNTOS DE ENCUENTRO. Cambio fecha de sesión solemne de Aniversario de UNOFAR V. Viernes 09 de Julio, a las 12.00 horas, en los salones del Club Naval de Valparaíso.(ver invitación en “filiales”) Movimiento mensual de socios julio 2010

Frente a un problema cualquiera, no existe naturalmente una solución que deje satisfechos a todos los afectados, pero ello no debiera conducir a un inmovilismo que inhiba absolutamente a las autoridades respectivas.
           La participación de nuestro país en el campeonato mundial de fútbol de Sudáfrica nos ha hecho unirnos.
            Lo que no se logró plenamente con el reciente sismo del 27 de febrero, donde contrastó la solidaridad de muchos con las mutuas recriminaciones de autoridades salientes y quienes llegaban a reemplazarlas, parece haberse alcanzado en esta oportunidad, al margen de un inicio auspicioso.
            Tanto quienes vibran con el “deporte de las multitudes”, como quienes no lo aprecian mayormente o incluso lo detestan debido a sus manifestaciones más negativas, han estado unidos detrás de la selección, apoyándola en el estadio o a la distancia, deseando que el triunfo la acompañe.
            Bonito ejemplo.
            ¿No sería posible que algo similar ocurriera en aquellos grandes temas nacionales donde la unión es condición indispensable?
            ¿Porqué los esfuerzos por avanzar en distintos ámbitos se encuentran de inmediato con cerrada oposición, priorizándose habitualmente intereses de grupos que desean a toda costa mantener sus prebendas?
            No estamos hablando del legítimo derecho a disentir sino al hecho de usar permanentemente el conflicto como herramienta de presión, incluso antes de intentar el diálogo.
            Frente a un problema cualquiera, no existe naturalmente una solución que deje satisfechos a todos los afectados, pero ello no debiera conducir a un inmovilismo que inhiba absolutamente a las autoridades respectivas.
             Nadie puede pretender que sus puntos de vista se impongan a rajatabla o sentirse dueño de la verdad. Ese es el camino a la intolerancia y a divisiones que aun persisten.
            Es de esperar, entonces, que el ánimo de concordia que se palpa en lo deportivo, pueda extenderse a otros ámbitos donde también lo que interesa es participar sin ambicionar el triunfo a toda costa.

2010-06-19

Movimiento mensual Julio 2010.pdf

 

U al dia

VISIONES DE LA HISTORIA. ANIVERSARIO, SESIÓN SOLEMNE Y ALMUERZO DE CAMARADERÍA FILIAL Va. REGIÓN (ver en filiales). Movimiento mensual y Boletín UNOFAR 158 adjunto al final de la página.

¿Quién se atreve a decir lo que piensa y actuar en consecuencia? El reciente episodio que protagonizara el ya renunciado embajador de Chile en Argentina ha puesto en evidencia la pervivencia de, al menos, dos visiones irreconciliables de nuestra historia reciente.

El reciente episodio que protagonizara el ya renunciado embajador de Chile en Argentina ha puesto en evidencia la pervivencia de, al menos, dos visiones irreconciliables de nuestra historia reciente.
            Ello no tendría nada de particular si no fuera porque los partidarios de una, buscan y consiguen imponer, en toda circunstancia, la propia.
            ¿Dijo acaso el renunciado embajador algo que se apartara de la verdad?
            Para quienes hemos vivido de principio a fin la crisis institucional que forzara la intervención de las Fuerzas Armadas y Carabineros, en septiembre de 1973, la respuesta a dicha pregunta es, naturalmente, un rotundo no.
            Si ello fue acertado o prudente, es otro cuento.
            Hasta ahí, Dn. Miguel Otero sería solamente una víctima de sus propias palabras.
            Sin embargo, con posterioridad, ha intentado matizar sus dichos o equilibrarlos, llegando al extremo de pintarse casi como un opositor del Gobierno Militar.
            ¿Sirvió de algo equilibrarse, tratando de quedar bien con Dios y con el Diablo?
            Indudablemente que fue un esfuerzo estéril, lo que nos lleva a pensar que, cuando se expresa la verdad, por “políticamente incorrecto” que ello resulte, más vale morir con la bandera al tope.
            Pero, probablemente, en este ambiente comunicacional donde la concertación pareciera seguir pauteando, ello es mucho pedir.
            Esa misma irresistible presión mediática parece haber pesado, por una parte, en la negativa del Ministro de Justicia a otorgar el beneficio de libertad condicional al Mayor ® Patricio Cereceda, quien no constituye peligro alguno para la sociedad, mientras que, por otra, el Ministro del Interior aporta $ 40 millones para financiar el memorial de DD.HH. en Quintero. 
            ¿Quién se atreve a decir lo que piensa y actuar en consecuencia?
2010-06-13  
Columna de Opinión

Izquierda Chilena: ¿siempre vencedora y jamás vencida …?

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
¡No vaya a ser que los jóvenes comiencen a descubrir que el Gobierno Militar no fue tan malo y que piensen que Chile puede ser lo que es gracias a los militares…!

 

Para que exista un vencedor, necesariamente debe haber un derrotado y hoy, la Verdadera Historia de Chile ha sido derrotada por el poder de una izquierda que maneja magistralmente las comunicaciones, mostrando que en las últimas elecciones presidenciales habría perdido apenas una batalla y no la guerra. Ante las honestas declaraciones del Embajador Otero, en que hizo público lo que al menos la mitad de los chilenos reconocía hasta hace un tiempo y que a partir de hoy seguramente hará solo en privado, la reacción de la maquinaria comunicacional de la izquierda se movió con prontitud para contener una peligrosa penetración que amenazaba la solidez de la posición pacientemente lograda durante los últimos veinte años.

De manera violenta y usando todos los artilugios característicos de su conocida estrategia, los políticos izquierdistas y sus eternos colaboradores “progresistas”, saltaron hacia el frente para taponear rápidamente el espacio que La Verdad abría ante el mundo, exponiéndolos a que la opinión pública comenzara a zafarse de la tenaza histórica que durante años le han estado aplicando. ¡No vaya a ser que los jóvenes comiencen a descubrir que el Gobierno Militar no fue tan malo y que piensen que Chile puede ser lo que es gracias a los militares…!

El rechazo de la penetración fue demoledor, generando una retirada vergonzosa de La Verdad, quien había logrado hacerse paso entre las falacias marxistas. No hubo en la contraparte voluntad ni valor efectivo para apoyar a un confundido Embajador justo cuando las reservas de la izquierda barrían con él. El temor a enfrentar el odio y la grosería ideológica fue más fuerte, haciendo que la destrucción del valor honesto fuera – por desgracia – plena y sin sobrevivientes. Ello, al más puro estilo de lo que sucede a diario con los soldados, marinos, aviadores y carabineros que en 1973 se entregaron sin restricciones a salvar la Patria de la destrucción marxista y que hoy – aún tantos años después – siguen recibiendo los efectos de la persecución de la misma izquierda dogmática, carentes del apoyo de quienes una vez clamaron por su intervención.

La coincidencia es clara. En ambos casos se observa a una derecha que en su corrección teme enfrentarse a una izquierda violenta, descarada y ofensiva que consigue atemorizar a educados y bien comportados ciudadanos que prefieren no ensuciarse en la batalla. ¿Dónde habrán quedado aquellos valientes civiles que fueron capaces de oponerse sin tapujos a la tiranía marxista, exponiendo sus propias vidas, mientras llegaban las FF.AA.? Por desgracia, parecen haber quedado en el recuerdo, desapareciendo en la nebulosa del tiempo sin haber traspasado a sus herederos el sentido del Honor y de responsabilidad ciudadana que llenó de orgullo a Chile cuando fue liberado de la revolución socialista gracias a la acción mancomunada de civiles y militares.

Con hechos como éste, pareciera confirmarse que el resultado de las elecciones no fue realmente una victoria ganada por la derecha, si no que correspondió mas bien a una derrota autoinfligida por la propia coalición de izquierda, tan embriagada de poder y debilitada por la corrupción que no fue capaz de mantener el dominio político del que hizo gala por 20 años. Peligrosamente, los hechos recientes y en particular la fácil victoria alcanzada en el caso del Embajador Otero, reflejan que su aparente debilidad y la desorganización que siguió a la derrota en las urnas, no es tal y que la fuerza de su doctrina de violencia sigue vigente, consiguiendo una rápida recuperación a partir de las

mismas debilidades estratégicas que mostró la derecha en el pasado y que le permitieron ser gobierno durante veinte años.

Nada indica que la derecha chilena aprende de sus errores. Por el contrario, vemos como ante el rabioso empuje de la izquierda, ésta cede a su presión, claudicando rápidamente en aras mantener un supuesto clima de unidad que no es si no la continuación de una hipócrita “paz armada”, la que tarde o temprano terminará envolviéndolos en un conflicto. El problema es que mientras día tras día la izquierda se fortalece, la derecha derrocha un tiempo valioso para consolidar la victoria alcanzada en las urnas.

En prueba de ello, podemos citar por ejemplo cómo en el ámbito judicial la izquierda sigue negándole al gobierno toda posibilidad de adoptar decisiones libres en cualquier asunto relacionado con los derechos humanos. Para comprobarlo, es cosa de mirar lo que sucede con el Programa de DD.HH. del Ministerio del Interior, organismo de existencia ilegal como ha sido ampliamente demostrado y que sigue funcionando bajo el alero de las nuevas autoridades, enredadas éstas en el temor a la reacción de quienes lo utilizan para perseguir despiadadamente a los uniformados por hechos prescritos, amnistiados o juzgados.

Ni hablar de los escándalos habidos con los desaparecidos-aparecidos, con los abusos con las becas Valech, con el veto a un distinguido General de Carabineros para dirigir Gendarmería, con el descubrimiento de redes que negocian con historias falsas para enjuiciar militares y con un creciente número de otros abusos, tan inmorales como los señalados y sobre los cuales el Gobierno prefiere mantener un bajo perfil o simplemente los ignora, cediendo a sus adversarios un espacio valioso que le costará mucho recuperar, si es que en el futuro consigue alcanzar una relación de fuerzas que le permita cambiar de actitud.

El sacrificio de Otero representa la más reciente demostración de cómo se ceden posiciones para apaciguar a las fuerzas de la izquierda. Lamentablemente, todo indica que éste no será el último sacrificio y que seguiremos viendo cómo la amenaza disuasiva de una izquierda vigilante seguirá restando la libertad de acción que necesita el gobierno para conseguir el éxito que todos esperamos. El problema es que entretanto no sabemos hacia donde podemos estar siendo llevados por una estrategia de alto riesgo y que degrada poco a poco la motivación de quienes se jugaron lealmente para que se recuperara la decencia política en Chile.

La historia demuestra que la indecisión para mantener el ímpetu en una operación exitosa, sea ésta política o militar, ha sido la causa de muchas derrotas inesperadas, acaecidas a fuerzas que parecían destinadas a vencer y que perdieron por no darse el trabajo de alimentar con voluntad y energía la brecha abierta en la posición adversaria. No vaya a ser cosa que nos pase lo mismo y terminemos quedándonos tal solo con la victoria de Enero y nada más. Por supuesto que nadie lo desea y la responsabilidad del gobierno y de todos quienes lo apoyamos es proyectar desde ya el futuro período de 4 años, evitando a los chilenos tener que soportar el regreso de una izquierda corrupta e ineficiente que no volvería a dejar el poder tan fácilmente como lo hizo esta vez.

9 de Junio de 2010

Patricio Quilhot

U al dia

MÁS DUROS QUE LOS DUROS. SESIÓN SOLEMNE Y ALMUERZO DE CAMARADERÍA FILIAL Va.REGIÓN (ver en Filiales)

Nuevos anuncios de querellas, por ejecutados con posterioridad a 1978 y por torturas, se mezclan con el conocimiento de la forma en que los aprovechadores de costumbre pretenden ahora profitar de la llamada comisión Valech dos, proporcionando antecedentes falsos a cambio de dinero, a quienes deseen obtener beneficios por la vía de alegar abusos durante su detención. ¿Y el Ministro de Justicia?

Así han resultado ser diversas autoridades de gobierno que tienen responsabilidad en temas judiciales.
            Tan pronto asumiera el actual gobierno, se negó el indulto a uno de nuestros camaradas, el General Odlanier Mena y, posteriormente, no se permitió que el Suboficial Mayor ® Héctor Vallejos Birtiola, enfermo terminal, pasara sus últimos días de vida junto a su familia.
            Téngase presente.
            Tanta insensibilidad ha sido observada incluso por personas que han tenido activa participación en la persecución judicial de ex uniformados.
            Tal es el caso del abogado Héctor Salazar quien ha señalado en carta pública que las autoridades pertinentes debieran modificar su criterio al respecto y conceder los beneficios intrapenitenciarios que se justifiquen por razones humanitarias.
            ¿Será escuchado?
            En el intertanto, la locuaz encargada del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior prosigue con ahínco su labor, eficientemente secundada por sus abogados que, incluso, actúan desconociendo sus instrucciones, como ha sido el caso de la citación a tribunales del Subsecretario de Defensa quien, por el puesto que ocupaba en septiembre de 1973, mal podría aportar antecedente alguno a la investigación por la muerte de Víctor Jara.
            Nuevos anuncios de querellas, por ejecutados con posterioridad a 1978 y por torturas, se mezclan con el conocimiento de la forma en que los aprovechadores de costumbre pretenden ahora profitar de la llamada comisión Valech dos, proporcionando antecedentes falsos a cambio de dinero, a quienes deseen obtener beneficios por la vía de alegar abusos durante su detención.  
            ¿Y el Ministro de Justicia?
            “No se oye padre”, para alegría de quienes han encontrado en las nuevas autoridades a gente dispuesta a ser más dura con los ex uniformados que ellos mismos.
            Deben estar haciendo méritos.
2010-06-06   
Columna de Opinión

Otero: de la verdad al perdón (Gonzalo Rojas). Tras la Paletada, nadie dijo nada.. (Washington Sandoval Gessler)

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
“Si usted piensa que hubo aspectos positivos del Gobierno militar, usted necesita un tratamiento intensivo para curarse de tamaña desviación; ha de saber usted que nadie en su sano juicio puede afirmar algo distinto de la verdad oficial, perfectamente compartida por los últimos candidatos presidenciales (sí, por todos): a saber, que el gobierno de Pinochet fue el peor de la historia de Chile”.
Unos opositores persiguen a un embajador por haber manifestado que “la mayor parte de Chile no sintió la dictadura”. Pocos días antes, un religioso había descalificado a un obispo porque en sus tiempos de laico trabajó para el gobierno del Presidente Pinochet.
Dele con la campaña.
Que el embajador Otero crea que debe pedirle disculpas al Presidente (por algo así como tener pensamiento autónomo) revela hasta qué punto la derecha inclusiva y pragmática que algunos de sus correligionarios quieren crear, siembra el temor entre sus propios adherentes.
Que el religioso aquel anuncie que protestará si el obispo ese llega a ser nombrado para Santiago, revela cuán sólida es la seguridad de los “progresistas” respecto de su capacidad de infundir el miedo.
Ambas situaciones muestran que, también en la concepción histórica, el izquierdismo ha indexado nuevos dogmas, a los que pretende que todos los chilenos deban adherir con alma, corazón y vida.
El primero dice así: “Si usted trabajó para el gobierno militar, en cualquier calidad, por definición usted es culpable de complicidad en la violación de los derechos humanos; usted es un genocida por osmosis; usted lleva en su corazón la marca del crimen; usted no puede validarse en el Chile democrático, y si hasta ahora lo ha logrado, es porque engaña a sus conciudadanos, pero usted no puede pretender que no lo persigamos hasta desenmascararlo como un criminal”.
Y el segundo está redactado de este modo: “Si usted piensa que hubo aspectos positivos del Gobierno militar, usted necesita un tratamiento intensivo para curarse de tamaña desviación; ha de saber usted que nadie en su sano juicio puede afirmar algo distinto de la verdad oficial, perfectamente compartida por los últimos candidatos presidenciales (sí, por todos): a saber, que el gobierno de Pinochet fue el peor de la historia de Chile”.
Aquella portada de La Nación acusando de violadores de los derechos humanos a importantes civiles -sin pruebas ni fundamentos- pasó y dejó su mugre. Aquellos ataques a Jovino Novoa pretendiendo inhabilitarlo para presidir el Senado por haber sido subsecretario de Pinochet, hirieron sin razón alguna. Esos anuncios del futuro (actual) ministro del Interior sobre la decisión de evitar nombramientos de funcionarios de Pinochet -por cierto, no cumplida- ofendió sin medida.
Así ha ido instalando la izquierda dura su discriminación arbitraria, así ha logrado que le hagan eco los despistados de variadas denominaciones, y la eficacia de su estrategia ha llegado al punto de que no duda en sumarse a esa campaña un destacado religioso, experto en solidaridad.
Aquellos textos de estudio repartidos por decenas de miles en los que se alaba al MIR y se denigra al 11 de septiembre. Aquel concurso de TVN programado para canonizar a Allende como el chileno más grande, cuando en realidad fue el peor Presidente de la historia. Esa claudicación de los alcaldes aliancistas que ensalzan a Gladys Marín dedicándole avenidas. Con todo eso se ha pretendido que los adherentes a Pino- chet abandonen su defensa del verdadero pasado nacional.
Por cierto, otro destacado religioso me lo dijo un día, cara a cara, con noble sinceridad y clara frialdad: “He pedido que a usted lo saquen de su universidad, porque nadie puede defender al gobierno del dictador Pinochet como usted lo hace; no tiene derecho a ser profesor titular en esa corporación”. Y, consultado, mi rector de la época me confirmó que la gestión había sido hecha, ante él mismo…
¿A dónde llegarán? Eso da igual: son capaces de todo. Lo decisivo es que se les enfrente con un arma que no poseen: la verdad.
El izquierdismo ha indexado nuevos dogmas, a los que pretende que todos los chilenos deban adherir con alma, corazón y vida.

Por Gonzalo Rojas

Miércoles 09 de Junio de 2010


 

GENTILEZA DEL SOCIO DON: Orlando Gomez Urtubia

                  TRAS LA PALETADA, NADIE DIJO NADA…..
      
      Sr. Director:
                             Escándalo han provocado en ciertos sectores, los mismos de siempre, las declaraciones personales del Embajador de Chile en Argentina, don Miguel Otero, cuando dijo que la mayoría de los chilenos no sintieron la dictadura militar. Sobre el punto, debo confesar que me produjo tristeza la llorada retractación  del señor Otero y más aún el perdón que imploró por decir lo que millones de chilenos pensamos sobre el paso por nuestras vidas de la llamada dictadura militar, porque nunca como entonces disfrutamos de tranquilidad en nuestros hogares y ciudades, pudimos desarrollar nuestras actividades sin temor a las hordas marxistas que ya estaban amargando nuestras existencias en su camino hacia la implantación en Chile de la dictadura del proletariado, que por ser de izquierda extrema, no es calificada de tal. Y la tuvieron en la Unión Soviética sin que nadie de estos mismos conglomerados, ni a título personal, criticaran a uno de los más sanguinarios dictadores de la historia, José Stalin, que mandó a la muerte a millones y millones de seres humanos por el delito de pensar distinto, igual que ese otro siniestro criminal Adolfo Hitler, que envió a la muerte a varios millones de seres humanos por haber cometido la “atrocidad” de ser judíos. Tampoco de labios de estos mismos señores hemos escuchado críticas, si no alabanzas, contra la dictadura de la camorra castrita, tampoco contra la ignominia en que vivieron los alemanes tras el muro de Berlín; menos contra las simientes de doictaduras que ya  se vislumbran en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, contrariamente, les escuchamos aplausos y festejos.
                      El hoy camuflado marxismo chileno nos mantiene acostumbrados a permanecer de rodillas pidiéndoles perdón por lo sucedido durante el régimen militar, entonces surge la pregunta: ¿quién preparó la levadura para que aconteciera esa situación? Hoy,  los príncipes burocrátas y duques de la ex Unidad Popular, velados  con un nuevo nombre,  que profitan de esa democracia que ellos querían matar, y casi lo lograron, en su calidad de senadores, diputados, alcaldes, etc., ¿poseen calidad moral para reclamar contra la dictadura militar, cuando ellos preparaban la propia, ya casi sin contrapeso, hasta el 11 de Septiembre de 1973? ¿Qué hace junto a ellos la hasta ayer valerosa Democracia Cristiana?
                       Yo no me arrodillo ante los señores marxistoides, y digo con todo énfasis que gracias a nuestras Fuerzas Armadas y Carabineros hoy gozamos de la libertad y democracia que otros no se merecen, aunque de ellos hay varios próceres que se vanaglorian de haberla recuperado. Si no que lo digan los parientes y amigos de los millones de seres humanos que sucumbieron bajo los gobiernos  marxistas en todo el mundo, pero como éstos  eran regímenes  de izquierda, parodiando a nuestro insigne poeta chileno Carlos Pezoa Vélez, les digo: por esas víctimas, “tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada”.
                                               Washington Sandoval Gessler
                                                     Abogado-Periodista
Columna de Opinión

El negociado de los Derechos Humanos

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Hoy somos testigos impotentes de un nuevo acto vergonzoso, gestado durante los gobiernos de la Concertación y evidenciado en frente de las nuevas autoridades, donde una vez más se ha violado la fe pública y se persigue judicialmente a los uniformados, para quienes no existen los derechos humanos o jurídicos, aplicándoseles en cambio un trato vejatorio e inhumano que incluye la negación de la prescripción o del beneficio de la amnistía, bajo el argumento de que se trata de “delitos de lesa humanidad”, concepto que representa en sí un engaño adicional para la sociedad chilena, al ser inconstitucional su aplicación con efecto retroactivo.

 

Una vez más, la motivación para escribir estas palabras proviene de un sentimiento de vergüenza e impotencia, por desgracia cada vez más frecuente en los últimos tiempos y que en este caso adquieren una dimensión intolerable. La vergüenza, compartida por muchos chilenos ante los abusos cometidos en nombre de la defensa de los Derechos Humanos, es acicateada al conocerse una nueva estafa, cometida para aprovecharse de uno de los múltiples beneficios concedidos por los gobiernos de la Concertación al sector de la población amparado bajo el alero de tan manoseado concepto.

A través de una discreta información, publicada en algunos medios nacionales bajo el título de “descubren anomalías en el programa de DD.HH.”, se supo del descubrimiento en la Región de la Araucanía de una organización clandestina (que hasta ahora no ha sido acusada de “asociación ilícita”), destinada a montar falsos casos de detenidos y torturados, con el propósito de acceder a los beneficios generados por la Comisión Valech.

Para ello, un grupo de violadores de la fe pública, se dedica, quien sabe desde cuándo, a preparar guiones con relatos y detalles de supuestas detenciones y torturas recibidas de parte de las fuerzas militares y policiales de 1973 y años posteriores. Todo ello, a cambio de una módica suma cobrada a sus “clientes”, quienes pueden con ello usar dichos relatos falsos para presentarse ante los funcionarios encargados de adjudicar los beneficios de la citada comisión.

Como antes, este asunto también podría quedar reducido a una simple estafa, cometida por un pequeño grupo de delincuentes. Sin embargo, la repetición periódica de casos similares, como el de las becas Valech, los detenidos “aparecidos”, etc., debería llevar a reflexionar a una sociedad que parece haber sido adormecida por la persistente propaganda emitida por los promotores de la defensa de los Derechos Humanos, libres de cualquier oposición o fiscalización efectiva.

Son tantos los casos detectados y la nula reacción ante ellos que la conciencia nacional parece haber sido anestesiada, considerándose cada nuevo engaño como un hecho irrelevante y sin importancia. El problema es que a través de los sucesivos actos de esta naturaleza va quedando en evidencia que la sociedad chilena, además de contar con una acomodaticia y/o pésima memoria, ha cedido parte importante de su dignidad colectiva en aras de la comodidad, evidenciando una peligrosa indiferencia ante hechos que ofenden el Honor Nacional.

Cuando se constituyó la primera de las comisiones destinadas a reparar los daños causados por el conflicto interno de 1973, se cometió el grave error de focalizar su trabajo en beneficio exclusivo de una de las partes, concentrándose todo el poder benefactor del Estado en un sector de las víctimas, teñido de un definido color ideológico. En dicha oportunidad, la comisión dejó ex – profeso de lado a aquellos ciudadanos que sufrieron la violencia dogmática ejercida por la Unidad Popular sobre sus opositores. Tampoco mostraron el menor interés por analizar y reparar los sufrimientos de las víctimas de la violencia terrorista, omitiendo así a los uniformados y a los civiles que cayeron o fueron secuestrados en nombre de la “resistencia”. Como si unos y otros fueran de distinta nacionalidad que los primeros y no los cobijara la misma bandera.

Esta brutal discriminación, sirvió para exacerbar el ánimo de venganza de quienes venían de la gran frustración por la pérdida del poder y su incapacidad de recuperarlo durante tantos años, ofreciéndoles – servida en bandeja – la oportunidad de acceder a una enorme cantidad de posibilidades para sacar provecho de un Estado paternalista, característico del mundo socialista. De esta forma, se despertó el apetito insaciable de un sector de la población que al conseguir fácilmente sus primeros sus objetivos ya no pudo dejar de exigir cada vez mayores y mejores reparaciones hasta que una vez agotadas las desapariciones forzosas o muertes consiguieron que se les ampliara el horizonte a todo tipo de detenciones, a las que adornaron con la “tortura”, aunque ella se sustente tan solo en el efecto psicológico de haber estado detenido.

Con ello se estimuló la presentación de innumerables casos que reclamaban indemnizaciones, pensiones de gracia, pago de estudios a hijos y nietos, etc., derivando en abusos como los desaparecidos que aparecían vivos, otros que habían fallecido por causas naturales o antes de que ocurrieran los hechos, analfabetos que recibieron títulos universitarios, etc., culminando recientemente en la inmoralidad de crear equipos de redacción de historias para generar casos judiciales en contra de los uniformados. Todo, a vista y paciencia de una sociedad amnésica y lejana, acompañada de políticos que prefieren no involucrarse en un tema capaz de generar las más virulentas reacciones para quien ose enfrentar a sus promotores.

La inmoralidad de los actos descubiertos en forma previa es superada con creces en esta oportunidad, al considerar que hay uniformados que han sido o serán acusados por las detenciones y torturas inventadas a cambio de dinero por estos “intelectuales” inmorales y que terminan siendo acogidas como verídicas por otros inmorales, en una cadena de abusos y violaciones de los derechos esenciales de los afectados que a nadie interesa.

Hoy somos testigos impotentes de un nuevo acto vergonzoso, gestado durante los gobiernos de la Concertación y evidenciado en frente de las nuevas autoridades, donde una vez más se ha violado la fe pública y se persigue judicialmente a los uniformados, para quienes no existen los derechos humanos o jurídicos, aplicándoseles en cambio un trato vejatorio e inhumano que incluye la negación de la prescripción o del beneficio de la amnistía, bajo el argumento de que se trata de “delitos de lesa humanidad”, concepto que representa en sí un engaño adicional para la sociedad chilena, al ser inconstitucional su aplicación con efecto retroactivo.

Es grotesco leer en estos días en la prensa que se han iniciado los primeros 100 nuevos casos judiciales de un total de 1.197 querellas que se encuentran listas para ser presentadas ante los tribunales, por supuestas detenciones indebidas y torturas. ¿Cuántos de ellas corresponderán a guiones teatrales redactados por grupos de delincuentes como éstos? ¿De cuántos nuevos “PRESOS POLITICOS MILITARES” tendrá que hacerse cargo la administración actual? ¿Cuántas futuras demandas en contra del Estado podrán gestarse en los miles de uniformados injustamente enjuiciados por este tipo de hechos?

La verdadera respuesta no está en cuantificar querellas ni demandas, si no en la demostración práctica de una verdadera VOLUNTAD POLITICA que ponga fin a una de las mayores estafas que se han cometido en nuestra Patria: los negociados de los Derechos Humanos y su corolario: la persecución en contra de quienes una vez salvaron a Chile del totalitarismo revolucionario y hoy siguen siendo acorralados por la venganza de unos pocos.

Patricio Quilhot P