BATALLA DE TACNA
26 de mayo de 1880
Jorge Villarroel Carmona
Hace 144 años….
Batalla de Tacna o del campo de la alianza
Los ejércitos aliados de Bolivia y del Perú, ambos comandados por el jefe de gobierno y general boliviano Narciso Campero (quién días antes insistió en asumir el mando supremo como generalísimo de La Alianza enemistándose con el almirante Lizardo Montero del Perú, todo por este afán) para enfrentar el Ejército de Chile
El Ejército de Chile comandado por el general de brigada Dn Manuel Baquedano (como General en Jefe) quien hace dos meses -el 22 de Marzo- había logrado vencer a unas fuerzas de élite peruana en el combate en la Quebrada de Los Ángeles.
Tacna nuevamente resultó victorioso para el Ejército chileno.
El lugar de la batalla de Tacna fue la meseta del cerro Intiorko (en quechua, ‘Alto del Sol’).
¿Qué ocurrió o, como fue la batalla?
Las tropas de Baquedano se desplegaron en dispositivo ofensivo muy temprano ese 26 de Mayo.
I División ala izquierda (General Amengual) y II División (Coronel Barceló) a la derecha.
Atrás la III División (Coronel Amunategui) y como reserva la División Muñoz.
La I División, momentos antes de iniciar el movimiento ofensivo “su unidad fue bendecida” por el Capellán Mayor, Dn. Florencio Fontecilla. La División se arrodilló completa y se persignó.
Comencemos…les comento que la artillería rompe sus fuegos tempranamente ese 26 de Mayo y luego de un momento de silencio comienzan a avanzar las divisiones y la banda interpreta los compases de la canción de Yungay.
El despliegue es en dispositivo de ataque frontal y el fuego de los fusiles Grass en las primeras líneas -a eso de las 10:00 hrs- van consumiendo el nivel orgánico de los 100 tiros que llevan los infantes en sus cananas.
El escenario se dificulta con el humo que lo distorsiona, y se produce un largo silencio y son recién las 11 de la mañana y ya se ha acabado la munición de la I y II Divisiones (Amengual y Barceló)
El borde delantero de la defensa de la Alianza al percibir la inacción del fuego atacante sale de sus trincheras a atacar al agresor iniciándose un combate cuerpo a cuerpo (fiero), en éste participan los valientes del Regimiento Esmeralda y Atacameños contra las fuerzas aliadas peruanas – bolivianas. Aparecen los bravos Colorados de Daza (quienes permanecían de reserva) y buscan revertir el destino proyectado para las armas de Chile en esta batalla donde el ímpetu marca el camino a la victoria de los nuestros, sí, ¡¡de nuestros bisabuelos y para los más jóvenes hoy en día de sus tatarabuelos!!
Amunategui, comandante de la III División se inquieta por la falta de munición de las dos divisiones que lo anteceden en primera línea, atrás la División Muñoz espera la orden para acudir al frente. Hay confusión y la Alianza quiere recuperar el borde delantero de su dispositivo defensivo. Es, en ese preciso momento que el suelo se remece, comienza a TEMBLAR, y se escucha un galope arrollador, “son los jinetes de Granaderos” que galopan a la carga, y, un chivateo a la usanza araucana paraliza al enemigo, ¡¡es ensordecedor!!
Los cascos de los briosos corceles se amplifican rompiendo el silencio, los soldados adversarios, exclaman ¡Han despertado al mismísimo demonio !! y, los jinetes blandiendo sus sables rompen las defensas y parapetos enemigos, va cayendo el defensor de la Alianza, mueren muchos y otros se desprenden despavoridos, “al no poder enfrentarlos”, la carga montada posibilita a las tres divisiones retrotraer su dispositivo y rea municionar.
En efecto, los carretones con munición avanzan y las I, II y III divisiones se rea municionan, infantes y jinetes atacan entonces, comenzando el desprendimiento total del adversario quiénes huyen o levantan sus brazos en clara demostración de sentirse vencidos entregándose como prisioneros.
“Las armas chilenas vencieron”.
Los bolivianos huyen sin socorrer a sus propios heridos y dejando solos a sus camaradas caer prisioneros.
Los heridos quedan abandonados. “El gobernante altiplánico y general boliviano Narciso Campero deserta del campo de batalla”, y ordena una columna en retirada rumbo al altiplano y desde ese episodio “nunca más” participarán en la Guerra “que curiosamente, ellos mismos provocaron y declararon” y, donde los peruanos tuvieron que enfrentar “solos” más tarde al Ejército de Chile en las futuras campañas de Lima y de La Sierra.
Aunque respecto de las cifras de las bajas (muertos y heridos) correspondientes a esta acción de guerra no hay acuerdo entre los historiadores, es fácil concluir que la batalla, como lo dice Francisco Machuca (conocido como “Captain”) en su obra “Las cuatro campañas de la Guerra del Pacífico”, la Batalla del Campo de la Alianza fue una de las batallas más sangrientas y cruentas del siglo XIX chileno.
Nota:
El capellán Ruperto Marchant es en Tacna quien recupera el estandarte chileno del Maipo perdido en la Batalla de Tarapacá. El presbítero en 1881 regresó a Chile como héroe, continuando con su carrera sacerdotal.
“Viva Chile y Viva su Ejército, el mismo de ayer, de hoy y de siempre”.
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