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Dorothy… la Única, la Grande, la Nuestra. Cristián Labbé Galilea

                                              Dorothy… la Única, la Grande, la Nuestra.

Cristián Labbé Galilea

Aunque para mis ilustrados lectores “El Mago de Oz”, del escritor L. Frank Baum, no pase de ser un cuento de niños, una historia de fantasía, esta pluma se toma, a través de “una segunda lectura” de dicho relato, la licencia de denunciar los mecanismos de poder, manipulación y corrupción que afectan en la actualidad a nuestra sociedad. En esta “interpretación libre” de la obra, los colores brillantes, los personajes encantadores y los mensajes optimistas del original, están representados en nuestra realidad por la forma como operan en la práctica los vicios de la política y de la corruptela.

Curiosamente, “el personaje más mentado” en estos días, al igual que en el cuento, ha sido… “Dorothy, la Contralora”, quien con su actuar profesional ha sacado a la luz pública todo lo que el país sabía: fundaciones truchas, licencias médicas imaginarias, contratos simulados, facturas falsas, defraudación al fisco… Para qué seguir, la lista es tan interminable como la nómina de gobernadores, alcaldes, parlamentarios, políticos e instituciones involucrados en estas irregularidades.

Junto a Dorothy, otro personaje es el propio “Mago de Oz”, quien en nuestra metáfora está personificando al político corrupto que, sin capacidad ni ética, se esconde tras “una cortina” de formalidades y fantasías para encubrir hábilmente su verdadera identidad y su incapacidad para concentrarse con sabiduría, eficiencia, realismo y probidad, en la solución de los problemas que afectan al país.

Los acompañantes de “nuestra Dorothy” son: “el Espantapájaros” (quien cree no tener cerebro), representando a la comunidad, desinformada, pasiva e indiferente, que prefiere no pensar mucho y vivir en el limbo; “el Hombre de Hojalata” (que se queja de no tener corazón), quien simboliza, en nuestro caso, a aquellos sin sensibilidad social e indiferentes a los problemas de salud, educación, vivienda y bienestar de los sectores más vulnerables; por último, la acompaña “el León Cobarde”, quien personifica a los dominados por la cobardía política, que no se atreven a reaccionar frente a una sociedad corrupta.

En nuestra realidad todos ellos, como en el cuento original, poseen lo que buscan. Sin embargo, viven esperando que alguien los saque de su marasmo; están siempre esperando a ese “mágico personaje político” (el mago de Oz) que les daría lo que creen no tener: sabiduría, sensibilidad social y coraje. ¡Esperanza cada vez más ilusoria! Pero ¡oh milagro…!, aparece Dorothy, quien llega a correr “el velo de la mentira y la descomposición” develando los grandes secretos de la corrupción.

En definitiva, lo que podemos deducir de “la segunda lectura” del Mago de Oz, es que, cuando se descorre la cortina que ocultaba la verdad de la descomposición de nuestro país, la comunidad se da cuenta que la corrupción es “un hoyo negro” y que ella no se sostiene por sí sola: necesita de una sociedad que “mire hacia otro lado”, que se deje engañar y que confíe en quienes no se lo merecen… Gran lección nos ha dado “Dorothy, la única, la grande, la nuestra”.

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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Punta Peuco y perdón. Carla Fernández Montero Abogada, Derecho Penitenciario. Diario Constitucional

                  Punta Peuco y perdón

A raíz del anuncio del Presidente Boric sobre convertir Punta Peuco en una cárcel común, se reabre el debate sobre el perdón en materia de derechos humanos. Esta reflexión plantea que, más allá de consignas políticas, el Estado debe enfrentar con urgencia la situación de los reos mayores y enfermos, atendiendo compromisos internacionales y principios de derecho humanitario que hoy siguen siendo ignorados.

A propósito de las medidas anunciadas por el Presidente Boric en la reciente cuenta al Congreso acerca de transformar el penal de Punta Peuco en una “cárcel común”, y las diversas reacciones de la opinión pública que han recogido distintos medios de prensa escrito y que hacen hincapié en la necesidad de “perdón”, quisiera precisar algunos aspectos en torno a esta idea:

1.- Llevamos más de 30 años intentando una justicia transicional, que -en parte- no se ha logrado gracias al triunfo de la consigna “ni perdón ni olvido”, que perdura con fuerza en la actualidad en nuestra clase política gobernante transformándose en un “caballito de batalla” en tiempos de elección, en un factor que -por así decirlo- aúna las diversas corrientes ideológicas de la izquierda. Así, bajo el actual “clima electoral”, resulta difícil, sino imposible conjugar el verbo “perdonar” en materia de DDHH.

2.- Ahora bien, la insufrible situación carcelaria de los reos de Punta Peuco no aguanta más, y el perdón del Estado en este asunto no puede quedar sujeto -nuevamente- a condiciones “político-jurídicas” ajenas a nuestro Derecho o que por edad y enfermedad ya no es posible de satisfacer por los presos, sino a costa de su propia vida. El Derecho humanitario -consustancial al concepto de “perdón”- se aplica sobre vivos y no sobre muertos. La indulgencia del Estado no puede esperar. ¡Ya no hay tiempo!

3.- Igualmente, cabe recordar -como abono a la tesis anterior- que el Estado chileno ha incumplido sus compromisos internacionales en esta materia. Así, por ejemplo, Chile está en desacato respecto el fallo Palamara Iribarne vs. Chile de la Corte Interamericana de DDHH del año 2005, que obligó a Chile a reformar su sistema de justicia militar regulado por el “arcaico” Código de Procedimiento Penal de 1906, y que consagra un sistema inquisitivo, escrito y secreto, bajo el cual se sigue juzgando y condenando a los civiles y militares por causas de DDHH, cualquiera sea su edad y/o condición de salud.

4.- Pero, además, nuestros tribunales han vulnerado los artículos 10 y 13 de la Convención Interamericana sobre la Protección de los DDHH de las Personas Mayores promulgada el año 2017, que proscribe tratos crueles, inhumanos o degradantes en las penas y exhorta a Chile a promover medidas alternativas a la pena efectiva, lo que está en consonancia con lo prescrito en el artículo 5 n° 3 de la Convención Americana de DDHH, que mandata: “la pena no puede transcender de la persona del delincuente”.

Siendo así, para afrontar de manera seria, el tema del perdón en materia de DDHH, debe necesariamente tenerse en consideración los factores antes descritos, de lo contrario, todo quedará en una “mera declaración de principios”, con nulo efecto práctico.

 

Carla Fernández Montero

Abogada, Derecho Penitenciario

Ver: https://www.diarioconstitucional.cl/cartas-al-director/punta-peuco-y-perdon/

Imagen: EMOL

Un aporte de nuestro presidente George Brown Mac Lean

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Mantener estado de excepción. Adolfo Paúl Latorre. Cartas al Director

                                       Mantener estado de excepción

Señor Director:

El estado de excepción deberá ser mantenido indefinidamente mientras no sean aniquiladas las organizaciones guerrilleras y terroristas que actúan en la zona; lo que será imposible mientras los miembros de las FF.AA. tengan prohibición para usar sus armas letales —salvo en legítima defensa, cuando esté en riesgo la vida de personas— lo que los deja en calidad de meros espectadores; sin capacidades ofensivas o represivas para resguardar exitosamente bienes públicos o privados, instalaciones estratégicas, de servicios públicos esenciales o de la infraestructura crítica.

¿Cuándo se comprenderá que tales organizaciones, como la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) —cuyos integrantes se fotografían, encapuchados y desafiantes, con fusiles de guerra— tienen una intención independentista, rechazan la lógica de un Estado unitario, reivindican la violencia como un instrumento legítimo para alcanzar sus objetivos planteados explícitamente de control territorial, político y militar de la zona y no tienen interés alguno en dialogar con autoridades del Estado de Chile?

¿Cuándo se comprenderá que las referidas organizaciones están en guerra contra el Estado de Chile, una guerra irregular, pero una guerra de verdad; la que debe ser enfrentada como tal, con decisión y con todos los medios disponibles?

                           Atentamente le saluda.

                                                                                                             Adolfo Paúl Latorre                                                                                                                   Abogado

       Viña del Mar, 18 de junio de 2025.

 

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Cumplir con la ley es una casualidad. PILAR MOLINA. Periodista. El Líbero

 

                                        Cumplir con la ley es una casualidad

PILAR MOLINA. Periodista.

¿Acaso la ley permite alegar ignorancia sobre la misma? No, pues, según establece el artículo 8 del Código Civil. Por eso, y definitivamente, acatar la ley se ha convertido en una casualidad, empezando por el Presidente.

Los países no logran el desarrollo por suerte, como tampoco se logran evitar las protestas por el azar. En lo último tuvo razón el Presidente Boric cuando dijo que no era una cuestión de suerte que durante su mandato no se hayan producido las protestas de 2011 o 2019. Pero se equivocó en el diagnóstico. Porque no es la gobernabilidad la que ahuyentó de la calle a los violentistas, a los saqueadores, a los pirómanos y a los agresores de carabineros. Lo que los tiene más inactivos es que la oposición acata la ley y que los violentistas y sus cómplices pasivos, que les garantizaron la impunidad, hoy están en el Gobierno y en esa situación ya no les interesan los movimientos de masas desestabilizadores.

Detrás del puñado de países que ha logrado progreso hay trabajo, esfuerzo, metas, cumplimiento. Y si al desarrollo queremos añadir democracia, se reduce aún más la lista corta de naciones que han logrado ambas cosas. Pero para prosperar se requiere, antes que nada, acatar la ley y las normas de convivencia que se ha dado la sociedad. Imposible hablar de libertad si los ciudadanos tienen que protegerse solos de la amenaza de robos, asesinatos y portonazos, de depredadores de la propiedad privada y delincuentes que creen que es posible desafiar el orden sin consecuencias.

“Qué diversa sería nuestra situación actual como país si no nos hubieran vacunado con la violencia octubrista que buscaron transformar en una “crisis de derechos humanos”

En Chile difícilmente retomaremos la senda del crecimiento y el progreso si no dejamos atrás la anomia que promovió el oficialismo para escalar al poder. Porque llevamos demasiado tiempo encontrando excusas para no acatar las normas. Las tomas de propiedad privada y la criminalidad fueron validadas como una respuesta a la injusticia. Y la violencia física, como una hija de la violencia estructural de la sociedad. No había nada que reprimir, entonces, porque las soluciones están en la ionósfera. Si hasta el diputado Gabriel Boric consideraba que las barricadas interrumpiendo el libre tránsito por la ciudad, amén de la paz de los ciudadanos, eran “legítimas expresiones de resistencia”.

¿Cuánto tiempo llevan nuestros oídos anestesiando el sentido común para no reprimir a los estudiantes que queman sus liceos y a sus rectores con el argumento de que “no hay que criminalizar la legítima protesta”? Lo decía la concejala Carolina Tohá, cuando impedía que el alcalde de Santiago pusiera orden en los liceos, y lo siguen repitiendo hoy cuando se inmovilizan frente a los “overoles blancos” y sus fábricas escolares de molotov.

Qué disímil sería este país sin las distorsiones como que era justo convocar a evadir el Metro, lo cual todavía hace el 43% de los usuarios del Transantiago, al que el Estado tiene que financiar (incluido el gasto espejo en regiones) con cerca de 2 mil millones de dólares al año. Qué diferente sería Chile si a los profesores que hacen prolongados paros les aplicara el Estatuto Docente que establece que la ausencia injustificada da derecho a remoción. Si al menos les descontaran los días no trabajados que hoy les pagan a cambio de “supuestas” clases de recuperación. Qué infinitamente cortas serían las listas de espera si los médicos no estuvieran trabajando en el sector privado mientras lucran en paralelo en el público con licencias falsas. Qué distinto sería si algunos de nuestros parlamentarios no apoyaran hasta el día de hoy protestas de pescadores que bloquean barcos, hacen barricadas y agreden a efectivos de la Armada.

Qué diversa sería nuestra situación actual como país si no nos hubieran vacunado con la violencia octubrista que buscaron transformar en una “crisis de derechos humanos” y en la fiesta de los victimarios convertidos en víctimas de una policía que estaba obligada a cumplir con su deber.

No es casualidad que la Contraloría haya encontrado que 25 mil funcionarios públicos viajan al exterior estafando al Fonasa y robándole a las ISAPRES y que ni se arrugan de “tirar licencias”, cuyo conjunto le cuesta al Estado alrededor de mil 500 millones de dólares al año. Es raro, pero no casualidad que la Contralora esté haciendo cumplir la ley, lo que ha despertado a la jauría acostumbrada a la impunidad. La rareza de Dorothy Pérez es que está cumpliendo con lo que le ordena la ley, cuestión que su predecesor eludió hacer.

Es que cumplir con la ley en este país sí se ha convertido en una casualidad. ¿O no, Gabriel Boric, cuando usted se licenció en Derecho y además asumió la Presidencia de la República y, sin embargo, se atreve a excusarse por la fallida compra de la casa de Salvador Allende, que usted ordenó y autorizó, con que “no tuve conocimiento sobre potenciales inhabilidades constitucionales”?  ¿Acaso la ley permite alegar ignorancia sobre la misma? No, pues, según establece el artículo 8 del Código Civil. Por eso, y definitivamente, acatar la ley se ha convertido en una casualidad, empezando por el Presidente.

El Líbero

Un aporte de nuestro Past Presidente Humberto Julio Reyes

 

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¿Qué haremos? Adolfo Paúl Latorre. Cartas al Director

                       ¿Qué haremos?

Señor Director:

            Fernán Rioseco en su artículo “Frente Amplio: discurso e impostura”, refiriéndose a lo dicho por Óscar Landerretche (“me gustaría que si hay un gobierno de derecha traten de no derribarlo y convertir el país en un maldito infierno y quemar iglesias”) pregunta: ¿Qué haremos cuando las fuerzas más extremas de la izquierda intenten desestabilizar nuevamente al país por medio de la violencia?

            Esa es la gran pregunta: ¿Qué haremos en circunstancias que, por una parte, las autoridades de gobierno inhibidas por el “discurso de derechos humanos” —que considera violatoria de tales derechos cualquier uso de la fuerza destinado a reprimir la delincuencia, el vandalismo, la guerrilla, el terrorismo y la insurrección revolucionaria— no se atreven a usar la violencia física legítima del Estado; y, por otra, una fuerza pública cuyos miembros no se atreverán a actuar con el rigor propio de su profesión o, peor aún, que se insubordinarán y se negarán a salir a la calle por temor a ser acusados por el INDH u otras entidades “de derechos humanos” por “abuso de la fuerza” o por “violación de derechos humanos” y porque no serían juzgados por tribunales militares sino que por fiscales y jueces ordinarios que desconocen las características de las profesiones militar y policial y que no les aplicarán las eximentes de responsabilidad criminal establecidas en el Código de Justicia Militar (artículos 208, 410, 411 y 412), con lo que se expondrían a ser condenados a aberrantes, injustas y severas penas de prisión como ocurrió con el capitán de carabineros Patricio Maturana Ojeda, cuya sentencia condenatoria es una canallada que clama al cielo?

Aparte de la aplicación de la violencia física legítima del Estado ¿Qué otra forma eficaz existe para para enfrentar a “manifestantes” o grupos armados radicalizados y violentos que, sin Dios ni ley, no atienden razones y que están dispuestos a destruirlo y a quemarlo todo?

¿Cómo pretenden los precandidatos presidenciales controlar o reprimir una nueva asonada revolucionaria como la del 18 de octubre de 2019, que forma parte del proceso insurreccional en curso?

                    Atentamente le saluda.

Adolfo Paúl Latorre

         Abogado

 

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