Columna de Opinión

DEBATE SOBRE DERECHOS HUMANOS (Editorial El Mercurio, 22 de julio de 2021) – PANDEMIA E IMPUNIDAD DEL CRIMEN ORGANIZADO- . Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos.

DEBATE SOBRE DERECHOS HUMANOS (Editorial El Mercurio, 22 de julio de 2021) – PANDEMIA E IMPUNIDAD DEL CRIMEN ORGANIZADO- . Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos.

LAS OPINIONES EN ESTA COLUMNA, SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN

Mientras algunos convencionistas sostienen que las violaciones a los derechos humanos solo son causadas por agentes del Estado, otros miembros afirman, más allá del estatuto particular en que se sancionan esas conductas, que dichas transgresiones también pueden provenir de privados, al vulnerarse seriamente la dignidad de las personas y sus derechos.

Una transversal discusión sobre el concepto de los derechos humanos se ha desarrollado en el seno de la Convención Constitucional, a propósito de la decisión de esa instancia de crear una comisión abocada a esas materias dentro de las comisiones transitorias que funcionarán mientras no se haya aprobado un reglamento.

El debate ha estado marcado por controversias, las que han aludido tanto al ámbito de acción que tendrá ese grupo como a la pertinencia de una instancia que podría exceder las tareas de una Convención llamada a concordar un texto constitucional.

Pero, además, la discusión dio cuenta de notorias y reveladoras diferencias al momento de definir el marco conceptual de las violaciones a los derechos humanos, así como la presencia de terrorismo en el país, específicamente en la zona de La Araucanía, con el fin, según algunos sectores, de proponer al Estado “medidas de reparación integral”.

Si bien pareciera haber un amplio consenso sobre la relevancia de establecer el respeto de los derechos humanos como eje central en la futura Constitución, las referidas diferencias conceptuales parecen ser importantes.

Mientras algunos convencionistas sostienen que las violaciones a los derechos humanos solo son causadas por agentes del Estado, otros miembros afirman, más allá del estatuto particular en que se sancionan esas conductas, que dichas transgresiones también pueden provenir de privados, al vulnerarse seriamente la dignidad de las personas y sus derechos.

Esta noción cobra especial atención cuando se alude a los afectados por la violencia en la macrozona sur, pues surgen opiniones tendientes a establecer distinciones entre diferentes tipos de víctimas, como se desprende de la ausencia de una condena unánime frente a las acciones de violencia, por ejemplo, en las declaraciones emitidas luego de la muerte de un miembro de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) durante un atentado a una faena forestal en Carahue, donde también resultó herido el trabajador Ceferino González.

La visita del director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Sergio Micco, en su viaje a Temuco, para informarse del estado de salud del trabajador baleado durante el asalto, refuerza aquella visión tendiente a reconocer como víctima a toda persona que ha sido vulnerada en sus derechos fundamentales.

En contraste, los constituyentes de pueblos originarios no han dado hasta ahora señales claras en este ámbito, limitándose a condenar acciones del Estado en esa zona, pero evitando cualquier mención a las víctimas de la violencia ejecutada por grupos armados.

  Más allá de la discusión conceptual, sorprende constatar la ausencia de señales hacia quienes han sido víctimas de la acción de grupos armados.

Así, a propósito del referido caso en Carahue, esos convencionistas se apresuraron en calificar de “asesinato” la muerte del integrante de la CAM y omitieron referirse a la situación del trabajador herido.

Por cierto, ese mismo grupo extremista emitió luego un duro comunicado reivindicando atentados, declarando “la guerra directa” a las empresas forestales, y calificando la participación mapuche en la Convención como un acto de sometimiento. Tampoco aquí se vio una expresión clara de rechazo por parte de los aludidos.

La protección universal de los derechos humanos fue consagrada por primera vez en la declaración adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace más de 70 años, reconociendo su respeto como un pilar esencial de todo sistema democrático y responsabilizando al Estado en la tarea de otorgar garantías de cumplimiento y de salvaguardar los derechos y las libertades de las personas.

Preocupantes señales de relativización e ideologización han permitido una instrumentalización política del tema y el consiguiente deterioro de la democracia a nivel mundial, reflejada en una pérdida de las libertades y los derechos de aquellos ciudadanos gobernados por autoridades que vulneran dichos derechos universales y que, contradictoriamente, suelen presentarse como sus defensores.

Las definiciones relativas al alcance del respeto a los derechos fundamentales que se discuten con motivo de la instalación de la Convención Constitucional perfilarán las bases del marco legal que debiera regir al país en las próximas décadas.

Esto desafía a sus miembros a discutir con altura de miras temas sustanciales dentro de las atribuciones establecidas para el organismo, sin generar expectativas que no serán posibles de cumplir y considerando los principios de respeto a los derechos y las libertades individuales que han caracterizado la historia republicana del país.

 Editorial El Mercurio, 22 de julio de 2021

Aporte de nuestro Director Antonio Varas C.

 

 Pandemia e impunidad del Crimen Organizado. Newsletter N° 2 2021-22 de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos

Diferentes medios de comunicación, en la cotianidad de la pandemia, han avanzado en abordar investigaciones relacionadas con el tráfico de drogas  y el crimen organizado y, lamentablemente, los datos no son muy auspiciosos.

En efecto, la astucia de las bandas criminales para soslayar las restricciones en las rutas aéreas para trasladar su “apreciada carga” a los potenciales compradores, no ha dejado de sorprender y, para ello, los ámbitos terrestre y marítimo se han constituido como los de mayor valor. Así, los territorios ubicados en las Costas del Pacífico han sido revalorizados para este propósito.

En Ecuador han aumentado los decomisos de hasta tres toneladas en embarcaciones que tenían otros fines para sus cargas, obligando a incrementar la seguridad de sus puertos. Del mismo modo, se ha observado un aumento de bandas criminales como la organización de origen brasileño “Primeiro Comando da Capital” (PCC), que ha acrecentado sus redes de influencia en la región. Este grupo no solo posee una referencia en el narcotráfico, sino además como una banda criminal que gestiona diferentes tipos de ilícitos.

Pero PCC tiene conexiones más allá de Brasil, estimándose que hay nexos en Perú, en específico con Sendero Luminoso, y con otros grupos en Bolivia, donde una investigación del diario El Deber, de dicho país altiplánico, logró establecer que las nuevas rutas y estaciones de droga se encuentran en comunidades aisladas y protegidas, dificultando su ingreso. En este mismo sentido, Chile no está exento de estos movimientos. Durante el año 2020 se realizó por medio de la Policía de Investigaciones, Aduanas y la Armada, la “Operación Azteca”, que logró desbaratar en el puerto de San Antonio la llegada de tres toneladas y media de marihuana que iba a ser distribuida en las fiestas de fin de año.

Hoy la atención está en lograr desbaratar las bandas que utilizan los medios marítimos por medio de contenedores para lograr transportar las drogas.

Por otra parte, Naciones Unidas ha comenzado a alertar a la comunidad internacional, sobre el incremento del tráfico de drogas utilizando el ámbito marítimo, el que a pesar de las múltiples restricciones por el COVID-19, no se ha detenido. Además, ha enfatizado sobre la amenaza que reviste para la seguridad global, luego de que algunos países hayan comenzado a regularizar el uso de criptomonedas, ya que en la dark web, estas se utilizan como plataforma de transacción de drogas.

En este complejo escenario, se pone a disposición, una serie de análisis relacionados con las nuevas rutas de la droga y su vinculación con el narcotráfico y el crimen organizado, fenómenos que, a pesar de la pandemia, han incrementado su esfera de influencia. De hecho, países como Turquía se han convertido en un punto estratégico para el acceso a Europa, cuyos tentáculos se entrelazan con el Cartel de Sinaloa (México). Si bien, diferentes administraciones han logrado imponer mayores controles para desincentivar el flujo de drogas, de alguna forma los carteles continúan traspasando fronteras y controles terrestres, aéreos y marítimos.

CIEE-ANEPE

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Newsletter-N°4-2021-22Pandemia-e-Impunidad-del-Crimen-Organizado (1).pdf
Columna de Opinión

EL COLAPSO MENTAL DE LAS ELITES DE DERECHAS, VivaChile.org, Editorial, 16/07/2021 —– INDULTO GENERAL (AMNISTIA) por el ex-Ministro de la Corte Suprema Don Carlos Künsemüller (El Mercurio)

EL COLAPSO MENTAL DE LAS ELITES DE DERECHAS, VivaChile.org, Editorial, 16/07/2021 —– INDULTO GENERAL (AMNISTIA) por el ex-Ministro de la Corte Suprema Don Carlos Künsemüller (El Mercurio)
LAS OPNIONES VERTIDAS EN ESTA COLUMNA, SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN.
Las omisiones inexplicables de nuestras autoridades en la conservación del Estado de derecho, no obsta contextualizar los acontecimientos y tener presente referentes como los desórdenes masivos promovidos en EE.UU tras la muerte de Georg Floyd en Minnesota, el 25 de mayo del año 2020.

Nada más trascendente, como desconocido, lo ocurrido en Chile en los últimos años.

Corroborando que una suerte de colapso mental (lo que los alemanes llaman Umnachtung) se apoderó de parte de nuestra élite intelectual.

No hace mucho, una eminencia del derecho constitucional confesaba hidalgamente que “no estoy seguro todavía de qué significaron el 18 de octubre y el 15 de noviembre de 2019” (La Tercera (Reportajes) domingo 14.02.2021, págs. 30-31).

Los acontecimientos vividos en el país a partir de octubre de 2019 no han sido objeto de una comprensión profunda que permita articular una respuesta proporcional a su gravedad.

La sorpresa que en algunos círculos dirigentes provocara el aflorar violento de un fenómeno que se venía incubando larvadamente, se corresponde con el apresuramiento para improvisar explicaciones abiertamente vagas e imprecisas: etiquetar la situación como “vandalismo” o “estallido social” desorienta y no contribuye a diagnosticar la situación con el debido rigor, a fin de aplicar los remedios o paliativos realmente efectivos.

Tampoco aporta claridad el aludir a un cúmulo más o menos amplio de multi factores que se conjugarían para originar un escenario “complejo”, renunciando a estudiar sus eventuales vasos comunicantes y ejes articuladores.

Un notorio déficit de intelección impide conocer y comprender esta problemática; de donde deriva la incapacidad para encontrarle una solución, anticipándose a los escenarios consustanciales a un proceso que sigue su curso progresivo. Igual como no le basta a un médico diagnosticar que una persona sufre simplemente una “enfermedad”, o a un policía constatar que se está cometiendo una “maldad”, la situación actual amerita un saber calificado que permita conceptualizar y revelar las raíces ideológicas del problema.

De modo que pueda ser enfrentado con una visión más profunda que la sola alusión confusa a una “grave alteración del orden público” o a la simple comisión de delitos comunes, como son el “saqueo” o los “daños a la propiedad” u otros “eventos”, sin advertir que formarían parte de un conjunto.

En medio de la revuelta desatada el 18-0, La Moneda creía firmemente que se trataba de una “crisis de crecimiento” y mantenía esperanzas de que el movimiento se “desgastara” por sí solo (La Segunda 30.10.2019 pág. 2).

En otros grupos de opinión no faltan quienes atribuyen la revolución a móviles puramente locales o buscan digerirla con sabores caseros, invisibilizando un patrón de conducta a escala mundial que se viene observando desde las manifestaciones en Seattle contra la cumbre de la OMC en 1999, promovidas por organizaciones comunistas y grupos anárquicos.

Las omisiones inexplicables de nuestras autoridades en la conservación del Estado de derecho, no obsta contextualizar los acontecimientos y tener presente referentes como los desórdenes masivos promovidos en EE.UU tras la muerte de Georg Floyd en Minnesota, el 25 de mayo del año 2020.

A tanto llega el desconcierto que se han normalizado declaraciones, como las del premio nacional de Historia Gabriel Salazar, de que “El pueblo deberá recurrir a la lucha callejera” (En portada de El Ciudadano (Santiago) N° 249, mayo de 2021), y otras afines de ciertas autoridades o constituyentes recién electos, en cuanto a que “mientras no se escriba lo que el pueblo necesita en la Constitución, vamos a seguir en las calles marchando y luchando” (Rafael Montecinos, activista participante en la vandalización de la Plaza Baquedano durante el estallido de 2019, en El Mercurio (Santiago) 19.5.2021 cuerpo C pág. 2).

Que la violencia es rentable y que no renunciarán a ella, se expresa así: “la revuelta popular de octubre es lo que permite que hoy tengamos una nueva constitución para Chile” (Malucha Pinto, en La Segunda 28.5.2021, pág. 8).

La incertidumbre sobre lo que va a pasar no puede pues achacarse a la izquierda radical, dado que su discurso y acción han sido claros e inequívocos. Lo que no se sabe -y es lo que genera en realidad incerteza- es la actitud que frente al curso de los acontecimientos van tomando los círculos dirigentes de derecha.

Al haber asumiendo acríticamente la creencia de que el término de la Guerra Fría supuso el triunfo definitivo del Capitalismo y de la Democracia, lo que eliminó la noción de amenaza, cunde hoy la confusión frente a la reaparición de la anarquía y el comunismo: “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”, dice un viejo refrán.

Algunos se mantienen en un estado de indefensión intelectual frente a un problema que no es económico ni electoral (áreas donde los expertos de derecha suelen mostrar grados de mayor o menor capacidad).

Otros apuestan por el oportunismo sumando “ofertas” a las “demandas” progresistas para seguir subsistiendo en el “mercado” por los votantes.

No faltan quienes solo buscan sobrevivir en un escenario adverso o calculan que la futura situación puede ser objeto de alguna negociación que concluya en una suerte de síntesis hegeliana a nivel mundial.

 

Y no es que la intelligentsia rectora haya mantenido un “silencio infecundo” como se suele mal creer (“Editorial” de El Mercurio (Santiago) con ese título, del 18.12.2008, cuerpo A pág. 3).

Los think tanks de derecha han estado más productivos que nunca en los últimos años (Sthéphanie Alenda (ed.) “Anatomía de la derecha chilena” (2020) Fondo de Cultura Económica-Universidad Andrés Bello (Santiago) 119-156 (capítulo III: “Ganar la batalla de las ideas: el rol de los think tanks en la configuración de la nueva centroderecha chilena”).

Las preocupaciones por la defensa del “modelo económico” (El Mercurio (Santiago) editoriales en cuerpo A pág. 3: “El Debate Técnico en Chile” (4.12014); “El Rol de los Centros de Pensamiento” (3.4.2014); Centros de Estudio (27.5.2020), y el “mea culpa” de éstos en “La Centro Derecha y sus Nuevos Desafíos” (19.9.2014) cuerpo A pág. 2), pueden considerarse sobradamente satisfechas.

Mas, el estado actual de la cuestión indica que las variables económicas, siendo necesarias, no son suficientes para entender un proceso revolucionario cuyas derivas iremos comentando.

.VivaChile.org, Editorial, 16/07/2021

Aporte de nuestro Director Antonio Varas C.

 

 

Aporte de nuestro director Raúl Godoy C.
Columna de Opinión

ENTRE INTERPELACIONES Y ACUSACIONES por Humberto Julio Reyes – LA EUFORIA Y LA BORRACHERA por Miguel Amaro-

ENTRE INTERPELACIONES Y ACUSACIONES por Humberto Julio Reyes 

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA, SON DE RESPONSABILIDAD DE QUIENES LAS EMITEN Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN

¿Conocerán los firmantes de la interpelación que Chile a esta fecha ocupa el primer lugar en el mundo en porcentaje de su población vacunada, seguido de cerca por Canadá y Reino Unido? ¿O supondrán que no existe relación entre el proceso de vacunación y la mejoría de las diferentes variables?

Terminadas las elecciones primarias de este 18 de julio que concentraron la atención de nuestros parlamentarios ya que por algo tienen un lugar de privilegio en la “liturgia democrática”, en palabras de un antiguo político de tiempo completo, los representantes de la oposición han vuelto a otra de sus ocupaciones predilectas en su apretada agenda: las interpelaciones y las acusaciones.

Las próximas fueron anunciadas antes de las mencionadas elecciones y ayer 20 ya fue interpelado el Ministro de Salud, debemos suponer que por seguir la opinión de las personas más calificadas en lugar de satisfacer las variadas demandas de la oposición.

En este caso particular el buen criterio del Ministro o el azar o la voluntad divina o todas las anteriores lo han favorecido al enfrentar a sus inquisidores respaldado por cifras duras que muestran un innegable progreso en el control de la pandemia.

¿Conocerán los firmantes de la interpelación que Chile a esta fecha ocupa el primer lugar en el mundo en porcentaje de su población vacunada, seguido de cerca por Canadá y Reino Unido? ¿O supondrán que no existe relación entre el proceso de vacunación y la mejoría de las diferentes variables?

Qué frustrante para quienes se aprontaban a hacerle pasar un mal rato pero, vamos que se puede, algo lograron reprocharle, qué duda cabe como diría don Ricardo.

Vi que el diputado de “Revolución Democrática”, curioso nombre, a cargo de la interpelación, no ocultaba su molestia al no obtener respuesta “adecuada” a su cuestionamiento y que finalmente un diputado PS agregó “No dejo de mirar que las cifras de fallecidos no han tenido la baja sustancial que sí han tenido los casos”.

¿Debiera ser así?

Gracias por reconocer la “baja sustancial”, en todo caso.

Todos hemos escuchado alguna vez la expresión “mirarse el ombligo” para quienes parecen ignorar el mundo que los rodea y creo que vale cuando se piden acertadas y efectivas respuestas locales para un fenómeno mundial.

Terminó de esta manera, “abruptamente” en jerga periodística, la cacareada interpelación. Por el momento ya que puedo apostar que quienes practican la cómoda ocupación de profetas del desastre volverán a la carga con renovados bríos.

Y no es que me cuente entre quienes asumen que el peligro ya pasó y que podemos volver tranquilamente a la “normalidad”.

En cuanto a la anunciada acusación al Ministro de Educación por incentivar el regreso a clases a pesar de las admoniciones del Colegio de Profesores, cuyo Presidente ha calificado de “criminal” el retorno voluntario a clases presenciales en la medida que los establecimientos puedan garantizar un grado razonable de seguridad sanitaria, ya fue ingresada por un grupo de diputados de oposición, naturalmente con el respaldo del Colegio de Profesores, pero al efectuarse el sorteo para designar a quienes deberán revisarla, la suerte también ha favorecido a este Ministro ya que de los cinco parlamentarios sorteados, cuatro son de gobierno.

Agréguese a esta circunstancia fortuita la recomendación de la Unesco y de la Unicef que dan respaldo internacional a la “criminal” política impulsada por el Ministro de Educación y que el inefable Colegio no ha descalificado que se sepa.

¿Ven como la esperanza es lo último que se pierde?

Al rechazo del Colegio de Profesores se ha sumado con presteza la flamante alcaldesa de Santiago aduciendo que de los 44 establecimientos que administra su municipio, 19 no estarían en condiciones para recibir a sus estudiantes por diversas razones.

El paciente lector se preguntará: ¿y los 25 restantes tampoco podrían?

En todo caso el Ministro, previa reunión con la alcaldesa, habría comprometido los recursos que fueren necesarios para satisfacer las necesidades planteadas.

Casi se me queda en el tintero una oportuna (?) “acotación” de nuestro flamante Gobernador por Santiago: pide garantías al gobierno para volver a clases.

¿Es un tema de su incumbencia? ¿Y qué tipo de garantías serían necesarias?

No voy a aventurar si ambos ministros saldrán airosos de este trance o si finalmente se impondrá el voto en bloque de la oposición, circunstancia a la cual ya deberíamos estar acostumbrados, pero deseo expresar mi opinión sin ser experto ni en salud ni en educación.

Dado el imperfecto conocimiento que hasta la fecha se tiene de esta pandemia, nadie podría responsablemente garantizar que alguna actividad pueda realizarse a riesgo cero y, a la inversa, si la condición fuera que nadie se contagie sería imposible llevar adelante cualquier política pública.

Debe aceptarse un nivel de riesgo razonable que justamente los expertos deben determinar y que ayude a que se sigan tomando las mejores decisiones que sea posible transformar en acciones efectivas, tanto para mantener las actuales tendencias en los indicadores de salud y por otra parte no seguir afectando negativamente el proceso enseñanza-aprendizaje al mantener cerrados indefinidamente muchos de los establecimientos educacionales.

Humberto Julio Reyes

21.Jul.2021

La euforia y la borrachera. Resultado de las primarias.

(M.Amaro)

Mucha gente de nuestro sector aplaude y celebra el triunfo de Boric en las primarias, como también creen que el fantasma del comunismo se alejó definitivamente. Asimismo, se solazan por el triunfo de Sichel, un “moderado”, según piensan ingenuamente.

La verdad no sé si reír, llorar o enrabiarse por tamaña ignorancia y por tan descomunal candor, que sólo revela una falta de visión y de un bajo nivel de inteligencia grotescos.

Señores salgan de la borrachera/ “voladura” endémica que sufren! Boric es lejos peor que Jadue, pues representa ese espíritu que hemos visto en quienes son mayoría en la Convención Constituyente, el espíritu destructivo de la Lista del Pueblo y otros grupos similares de extrema izquierda.

Boric encabeza a los destructores de la nacionalidad chilena, a los demoledores de la moral, de la familia, de los principios más elementales de convivencia social, a quienes no respetan valores, símbolos patrios, ni héroes, ni historia patria, ni leyes, ni religión ni costumbres, ni siquiera respetan a sus padres y abuelos. Son enemigos de la belleza, del amor y de las cosas nobles, son los deconstructores, aquellos que pretenden refundar todo y, por ende, se creen dioses que están por encima de todo y gozan de todos los vicios y perversiones.

Estos humanoides liderados por Boric representan lo más malo, lo peor que se detalla en 3 libros famosos: “La Naranja Mecánica” de Anthony Burgess, “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley y “1984” de George Orwell. Quienquiera que haya leído, al menos uno de estos libros, sabrá a qué me refiero.

Quien piense que exagero con esto, le diré que tal vez me quedo corto porque Chile es un laboratorio de experimentación de la ONU instalado desde el primer gobierno de Bachelet y reforzado en los gobiernos de Piñera. Y todo ello está contemplado en la agenda 2030 que, entre otras cosas ordena poner en suelo chileno a SEIS MILLONES DE INMIGRANTES, a lo menos. Vean las entrevistas a Silvia Rucks e investiguen qué es el PNUD (Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas).

Bonito nombre ¿verdad?. Pero detrás de ese nombre se fragua la destrucción de la nación Chilena y el reemplazo de su población autóctona por cholos taciturnos y brutos.

Y Sichel?

Bueno, ese personaje es otro anzuelo para que piquen los incautos chilenos. Es otro elemento que proviene de la izquierda y que fue disfrazándose y cambiando de colores para infiltrarse en la “centro derecha” que en realidad es CENTRO IZQUIERDA.

Y este sujeto es también un ferviente admirador y discípulo de la bestia, es decir de la ONU. En consecuencia, hará todo lo posible por seguir sus mandamientos para destruir a Chile y accederá servilmente a los deseos de la grey maligna y demoledora que son la base de su “hermano” Boric.

Dicho lo anterior señores, no será raro en un futuro gobierno de cualquiera de estos títeres, que muchos niños de 12 años promedio dejarán sus hogares para irse a vivir con “tíos” que pueden comprarle todo lo que sus padres no pueden y que, gracias a la ley de “autonomía progresiva” y otros sacramentos que vienen, los padres no podrán impedir, so pena de ser encarcelados. Tengan presente que, ya hace tiempo, en las escuelas y colegios los están preparando y aleccionando para eso y otras cosas más.

¿Y las niñas embarazadas? ahhhh bueno…. eso no es problema!!

Podrán abortar gratuitamente en cualquier parte y si mueren… bueno será efecto colateral implícito en las probabilidades.

En consecuencia, señores, dejen de lado tanto regocijo y jolgorio y pónganse a pensar seriamente en lo expuesto y en su propia responsabilidad. La única vía posible para revertir esto es reemplazar el yo creo por el “yo lucho”, informarse y reflexionar para no caer en las garras de lobos hambrientos con sonrisa de ángel.

 Aporte de nuestro Director: Adolfo Paúl Latorre

Columna de Opinión

EMBLEMAS NACIONALES por Vicente Hargous F. – NO, SIMETRÍAS FALSAS, NO por Gonzalo Rojas Sánchez-SU ROL EN EL PLESBISCITO DEL 88 Y LAS FLORES QUE LE DIO PIÑERA: EL ÍNTIMO RELATO DE CARMEN GLORIA VALLADARES-

EMBLEMAS NACIONALES por Vicente Hargous F. – NO, SIMETRÍAS FALSAS, NO por Gonzalo Rojas Sánchez-SU ROL EN EL PLESBISCITO DEL 88 Y LAS FLORES QUE LE DIO PIÑERA: EL ÍNTIMO RELATO DE CARMEN GLORIA VALLADARES-
LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA, SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNÓN
La unidad es un valor patrio que se debe construir, cuidar y defender, porque “todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado, y toda ciudad dividida contra sí misma no subsistirá”, como nos recuerda el Evangelio. No podemos darla por supuesta. Lo que nos hace ser chilenos -por mucho que ciertos iluminados pretendan “refundarlo”- es el compartir unas mismas raíces, una tradición común, y caminar juntos con la conciencia de que tenemos un destino común previsto por Dios mismo.

EMBLEMAS NACIONALES 

Nuestra Constitución Política ?la cual, a pesar de todo, sigue y seguirá vigente hasta que eventualmente se apruebe en plebiscito el texto que proponga la Convención Constituyente que acaba de entrar en funciones? dice en su artículo 2° que “son emblemas nacionales la bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional”.
La historia de este artículo dice mucho de las vicisitudes de nuestra Patria durante el siglo pasado: la identidad chilena que se consolidó durante el siglo XIX con gestas heroicas se vio por primera vez amenazada incluso en sus emblemas, durante la segunda mitad del siglo XX.
Celebramos hoy el día de la Bandera Nacional porque es el aniversario del Combate de la Concepción, un hecho de carácter casi legendario, por el martirio épico de 77 bravos soldados del Regimiento 6° Chacabuco liderados por Ignacio Carrera Pinto, que dieron sus vidas para mantener en alto la bandera ondeando horadada por las balas.
Rodeados por el enemigo, frente a una derrota inevitable, no se rindieron, sino que calaron bayonetas y cargaron al grito del Subteniente Luis Cruz Martínez, de 15 años: “¡Un chileno no se rinde jamás!”.
Esa identidad impresa a sangre fue amenazada por la ideología marxista ?de vocación internacionalista por naturaleza, pues la lucha de clases no tiene fronteras?, lo que movió a la Comisión redactora de la actual Constitución a “reafirmar los valores permanentes de nuestra nacionalidad”.
No fue una medida impuesta por los militares en el poder, sino una salvaguarda de la unidad nacional, necesaria para la estabilidad de la patria y la paz social, que en nada se opone a la riqueza y diversidad de Chile.
La unidad es un valor patrio que se debe construir, cuidar y defender, porque “todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado, y toda ciudad dividida contra sí misma no subsistirá”, como nos recuerda el Evangelio. No podemos darla por supuesta. Lo que nos hace ser chilenos -por mucho que ciertos iluminados pretendan “refundarlo”- es el compartir unas mismas raíces, una tradición común, y caminar juntos con la conciencia de que tenemos un destino común previsto por Dios mismo.
¿Qué chileno no se emociona con solo recordar aquel himno vociferado en Brasil el 2014 cuando nuestra selección derrotó a España?… ¿Qué pasó desde ese año hasta ahora, que es ofensivo que una banda de niños lo cante en la apertura de la Convención Constituyente? ¿Qué pasó con ese Chile que desde el 2011 comenzó a izar con orgullo su bandera cualquier día del año sobre los techos en las poblaciones? ¿Qué nos pasó, que ahora es ofensiva nuestra nobilísima bandera, que un chileno anónimo rescató embarrada después del terremoto del 27F?
La actual Presidente de la Convención manifestó, como muchos otros miembros de la misma, sus intenciones de refundar Chile, cambiando los emblemas nacionales y la unidad nacional.
Nadie niega la riqueza cultural de Chile, y la llamada deuda histórica con el pueblo mapuche de ha sido reconocida por autores como Gonzalo Vial, pero ¿no debe haber algo que nos une dentro de esa diversidad? ¿No es acaso la unidad misma de Chile en torno a una tradición común lo que deberíamos custodiar? Poner en peligro la unidad misma, el alma de Chile, no sólo traería evidentes peligros de secesión y reapertura de heridas, sino que atacaría lo más íntimo, lo que es valioso ?mucho más que la autonomía del Banco Central? precisamente porque es aquello nuestro, de todos, sin distinción entre ricos y pobres, entre santiaguinos y gente de Región, entre derechas e izquierdas.

Por impopular que parezca, nuestro Himno Nacional, nuestra Bandera, nuestro Escudo Nacional, merecen ser defendidos en estos momentos difíciles.

Vicente Hargous F.

VivaChile.org, Política, 16/07/2021
NO, SIMETRÍAS FALSAS, NO
Pablo Ortúzar y Daniel Mansuy -coinciden ambos en el IES- parecen haberse propuesto desacreditar este domingo pasado, en El Mercurio, al Presidente Pinochet y a Jaime Guzmán.
Ortúzar, intentando una inaceptable simetría entre el pinochetismo (al fin de cuentas, el Pronunciamiento de septiembre de 1973) y la insurrección violenta de octubre de 2019.
Esa falsa simetría lo lleva a usar la expresión “pinochetismo de izquierda” y después a referirse a un supuesto “fascismo de izquierda”. (El lector queda entonces bajo la tácita sugestión de que el pinochetismo fue, además, un fascismo. Creo haberles oído esa sugerencia a los comunistas…).
¿Por qué les asusta tanto a ciertos autores (quizás Joaquín García-Huidobro fue el primero en cometer este error grave, poco tiempo atrás) llamar a las cosas por su nombre, y se niegan a afirmar que estamos simplemente en presencia del “bolchevismo” o del “comunismo” o del “jacobinismo”?
¿Por qué disfrazan con el ridículo apodo de “fascismo de izquierda” (todo buen conocedor de la historia sabe que el fascismo no fue de derecha) a los leninistas, stalinianos, trotkistas, anarquistas y gramscianos?
¿Por qué quieren protegerse del ataque despiadado con que esas fuerzas suelen tratar a quienes los señalan directamente? ¿O por falta de rigor histórico elemental? ¿Por cobardía o por ignorancia?
Además, lo que Ortúzar llama “pinochetismo”, nunca fue un extremismo. Fue la tendencia muy mayoritaria entre 1973 y 1982 -obviamente Ortúzar por su edad no pudo apreciarla en vivo y en directo- y que mantenía todavía un 43% hacia 1988.
¿Puede razonablemente llamarse extremismo a una posición mayoritaria durante casi una década y que 15 años después de su origen era respaldada por casi la mitad de los electores? Y hace casi un año, esa misma opción sumó el 22% de los sufragios, para defender la Constitución vigente, la Constitución de Pinochet.
Un cuarto de los electores son ciertamente una minoría, -y una que quiere conservar una Constitución- pero nada de eso los constituye por definición en un extremo. ¿O es que acaso cuando el PDC obtiene apenas el 5% de los votos y lo hace con una postulación de corte tradicional (Goic) eso lo convierte en extremista?
Por su parte, Mansuy afirma que Jaime Guzmán y Fernando Atria se encontrarían en la misma posición, refundacional, queriendo crear “ex nihilo”. Atria estaría imitando “el gesto guzmaniano” y su esfuerzo refundacional consolidaría el empeño de Jaime Guzmán en 1973, quien, de concretarse el empeño de Atria, resultaría vencedor de nuevo.
¡Vaya simplismo rayano en lo absurdo!
Con esa lógica, Atria también sería portaliano y, Guzmán, asimilable a los congresistas triunfadores del 91.
Lo único importante sería lo que Mansuy llama “la fundación de una nueva legitimidad”. Y, por supuesto, con esa lógica, Putin sería un nuevo Lenin, y Adenauer un nuevo Hitler. En fin, no sigamos con esa ridiculez.
¿No ha pensado Mansuy que al suponerle a Guzmán una creación “ex nihilo” tenía que probar que la Constitución de 1980 rompió con toda la tradición jurídica chilena, lo que ciertamente cualquier historiador sabe que no es efectivo?
¿No ha considerado Mansuy que, en la gravísima situación de 1973, se invocó el derecho de rebelión apoyado en la argumentación jurídica de diversos poderes del Estado, mientras que en la insurrección de octubre del 2019 se trató simplemente de una revuelta violenta contra una democracia legítima por nadie jurídicamente cuestionada?
No digo que Mansuy deba aceptar el argumento del derecho de rebelión, pero al menos podría haberse hecho cargo de él, haciendo el esfuerzo por demostrar la supuesta igualdad entre el Once de septiembre y el 18 de octubre en que él funda la simetría entre Atria y Guzmán.
Jaime Guzmán tenía la intención de restaurar lo mejor del Chile republicano corrigiendo sus vicios y el régimen de 1973-1990 lo consiguió.
Fernando Atria se propone “otro modelo” -Mansuy conoce bien sus libros, sin duda- que nada tiene que ver con nuestra tradición republicana. Asimilarlo a Guzmán es volver a violar su memoria.
Si lo que se pretende es descalificar a quienes defendemos el legado de Jaime Guzmán y del Gobierno del Presidente Pinochet, arguméntese respecto de nuestros errores, pero no se busque la eliminación de nuestras posturas desde un centrismo cómodo y falso, desde la deformación histórica y la banalidad conceptual.
 Gonzalo Rojas Sánchez
VivaChile.org, Política, 16/07/2021

Un aporte de nuestro Director Antonio Varas Clavel

Su rol en el plebiscito del 88 y las flores que le dio Piñera: el íntimo relato de Carmen Gloria Valladares

Ver en adjunto:

dfmas.df.cl/df-mas/lecciones-de-vida/su-rol-en-el-plebiscito-del-88-y-las-flores-que-le-dio-pinera-el-intimo

Un aporte de nuestro Director Raúl Godoy C.

Fuente: Diario Financiero

Columna de Opinión

La débil lucidez en peligro por Cristián Warken Lhin

La débil lucidez en peligro por Cristián Warken Lhin
LAS OPINIONES VERTIDAS EN ESTA COLUMNA, SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN
Lo más grave es que muchos —incluida gente con formación universitaria, abogados, penalistas, etc.— saben que eso es mentira, pero callan por temor a la funa y el griterío. Se instala la deshonestidad intelectual.
En estos días en que algunos intelectuales de la talla de Fernando Atria han salido a la palestra a ponerle un piso teórico a la violencia durante el estallido del 2019, vale la pena volver a releer las lúcidas reflexiones del gran filósofo chileno Jorge Millas en el ensayo “Las máscaras de la violencia”, publicado en 1975. Millas releva como uno de los centros de su reflexión filosófica el sufrimiento humano que la violencia política provoca y que pretende invisibilizar u ocultar. Vale la pena volver a ese ensayo y leer un magnífico estudio sobre Millas de Maximiliano Figueroa, “Jorge Millas; el valor de pensar”, especialmente el capítulo “Filosofía y violencia: la perspectiva de las víctimas”.
Las reflexiones de Millas, nuestro Sócrates chileno, son muy iluminadoras hoy, cuando comienza a naturalizarse la violencia en el país y no nos sorprende ya que los funerales se realicen con escoltas con M16 ni que las mentiras se presenten —sin rubor alguno— como verdades. Una de ellas: que los actos delictuales o de destrucción durante el estallido social habrían sido necesarios para llegar a este proceso constituyente en curso. O que los autores de quemas de iglesias, bibliotecas, estaciones de metro, pequeños negocios serían “presos políticos”. Y que se invisibilice, de paso, a las víctimas de esos actos destructivos, pequeños empresarios y vecinos, gente humilde o de clase media, los verdaderos sujetos del malestar expresado en octubre del 2019. Lo más grave es que muchos —incluida gente con formación universitaria, abogados, penalistas, etc.— saben que eso es mentira, pero callan por temor a la funa y el griterío. Se instala la deshonestidad intelectual.
Para Millas, el ejercicio del pensar honesto coloca al hombre de frente consigo mismo, por lo que “no puede ocultarse el propio hombre (…), como responsable de muchas formas históricas de ese sufrimiento, incluso de aquellas implantadas para acabar con el sufrimiento”. Ese es el papel de la filosofía, contrapuesta a la ideología. Para Millas, la autenticidad filosófica debe hacer caer los fetiches ideológicos y denunciar sus trampas y todo tipo de chantajes (que el filósofo llama “repugnantes”) que busquen justificar la violencia para supuestos objetivos nobles.
No es la primera vez en la historia que intelectuales se presten para ponerle máscaras teóricas a la violencia, pero no debemos dejar de sentir una instintiva repugnancia ante ello.
 Millas desmonta una a una lo que llama las “falacias de género” usadas para normalizar la violencia como medio de acción política. Como cuando Marcuse dijo que la no-violencia de Martin Luther King o de Gandhi no era sino una expresión de la violencia. Millas refuta: “Gandhi al desobedecer opone una fuerza moral al dominador británico. Pero que sea moral y no física hace toda la diferencia del mundo”. Otra falacia: la de afirmar que el orden del derecho también es una de las formas de la violencia; Millas responde: “desde el momento en que la violencia se institucionaliza —esto es, se somete a un sistema normativo o, con más precisión, al orden jurídico— ya no es violencia”.
 Ahí lo riguroso es hablar de fuerza institucionalizada pero no de violencia institucionalizada. Pero donde Millas enciende más las alarmas es ante la afirmación de que la revolución implica como momento necesario la violencia para la conquista del poder. Ello equivaldría a instalar una forma de pensar que sirve para “apagar la postrera y débil lucidez frente a la inhumanidad de la violencia”. Esa “débil lucidez” es la que hoy está en peligro en nuestro país y es urgente que todos los intelectuales honestos y los políticos —de izquierda o derecha— con conciencia moral salgan a enfrentar toda mentira y máscara de la violencia, con coraje y sin cálculos —como lo hizo Millas en su tiempo—, o entraremos en una decadencia política y moral (además de intelectual) de imprevisibles consecuencias.
Cristián Warken Lhin
Profesor
Fuente: Columna de Opinión en El mercurio de Santiago, publicada el 15 de julio de 2021
COSUR: Página Editorial del sitio Web Cosur Chile y de su revista digital “Tres Espadas” www.cosur.cl y contacto@cosur.cl
Columna de Opinión

Pavimentando el camino. (carta al director

Pavimentando el camino. (carta al director)

LAS EXPRESIONES VERTIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN

Reemplazar el actual orden público económico por un modelo socialista; establecer severas restricciones al derecho de propiedad y a libertades de diverso orden; aumentar los tributos y establecer nuevos impuestos; transformar a la Fuerzas Armadas y de Orden de instituciones al servicio de la nación a instrumentos del gobierno —con lo que corren el riesgo de convertirse en instrumentos de tiranía y de corrupción

 

Sr. Director:

Muchos convencionales constituyentes pretenden “refundar el país”, cambiar su nombre y los símbolos nacionales; desmantelar la actual institucionalidad que establece las bases de una sociedad libre y sustituirla por otra que establezca una sociedad colectivista, igualitarista y estatista —un sistema que conlleva el germen del totalitarismo—; reemplazar el actual orden público económico por un modelo socialista; establecer severas restricciones al derecho de propiedad y a libertades de diverso orden; aumentar los tributos y establecer nuevos impuestos; transformar a la Fuerzas Armadas y de Orden de instituciones al servicio de la nación a instrumentos del gobierno —con lo que corren el riesgo de convertirse en instrumentos de tiranía y de corrupción—; abolir el Senado y reducir el Congreso a una cámara única; establecer derechos sociales ilusorios que no podrían ser satisfechos por el Estado —menos aun por la contracción de la inversión y del crecimiento que tales cambios acarrearían—; implantar varios idiomas oficiales; escribir el texto de la nueva Carta Fundamental con un grotesco lenguaje inclusivo; todo ello validando la violencia como método de acción política.

En fin, pretenden satisfacer exigencias identitarias y de grupos de presión y no las aspiraciones de las grandes mayorías, lo que atentaría contra la unidad nacional. No sería una Carta Fundamental en la que todos los chilenos se puedan sentir representados.

Todo lo anterior le está pavimentando el camino al “Rechazo” en el plebiscito de salida.

                                      Atentamente le saluda.

                                                                    Adolfo Paúl Latorre

                                                                          Abogado

Columna de Opinión

Hablemos de hipocresía, por Orlando Sáenz.

Hablemos de hipocresía, por Orlando Sáenz.

Creo que el defecto humano que más detesto es el de la hipocresía, o sea, aquel que consiste en aparentar, hasta con aspavientos, virtudes que no se tienen y demostrar repulsas por comportamientos ajenos en que se incurre cada vez que conviene. Como la hipocresía siempre ha sido un arma política, y nunca ha estado más en boga que en la chilena de hoy, me propongo analizarla y denunciarla en dos terrenos en que la conozco bien: en el de los derechos humanos y en el de la corrupción.

Es un hecho que nuestra civilización se ha propuesto resueltamente la monumental tarea de definir y hacer cumplir consecuencialmente un código de reconocimiento y respeto a bien precisos derechos humanos. La mayoría de la gente que conozco no parece darse cuenta de la profundidad ética y sociológica de ese propósito, que ninguna civilización anterior siquiera consideró. Pero, lo que todavía espera definición, es la normativa para compatibilizar ese respeto a los derechos humanos con la indispensable función coercitiva del Estado, la que es consustancial con su existencia misma, al punto de que todos los códigos penales que existen o han existido se basan en el principio de que el Estado tiene derecho a conculcar punitivamente algunos derechos humanos fundamentales cuando sus leyes son infringidas.

Esa indefinición todavía existente provoca que, mientras algunos estados no ceden en ninguna de sus capacidades coercitivas, hay otros que las merman de tal manera que pierden la capacidad básica de imponer el orden público y garantizar la seguridad de sus gobernados. Existe, pues, una amplia tierra de nadie conceptual en la que han encontrado terreno buena cantidad de organizaciones que, bajo el pretexto de vigilar el cumplimiento del respeto a los derechos humanos, se han convertido en templos de la hipocresía y en armas desestabilizadoras de los gobiernos democráticos en muchas partes del mundo. Varias de ellas, bajo ese pretexto, se han transformado en eficaces protectoras de los delincuentes y de los subversivos y lo hacen instrumentalizando a la justicia, a los políticos y a la opinión pública. Su principal instrumento para ello es el doble estándar con que magnifican los derechos de los infractores en detrimento de los de sus víctimas y, mucho más aún, los de los agentes del orden público.

A la sutil hipocresía del doble estándar, que magnifica los derechos humanos de unos mientras ignora los de otros, estas organizaciones que en verdad son instrumentos del extremismo político, añaden la mucho más exquisita de la elección de sus campos de acción. Saben que pueden atemorizar a los mandatarios y a las instituciones de las democracias anémicas de los países del Tercer Mundo siempre que no se les ocurra la idea de defender sus hipócritas ideales en los países poderosos. ¿Las ha visto alguien, alguna vez, amenazar con juicios o cárceles a un jefe de policía de Estados Unidos, por ejemplo, para no hablar de un alcalde o un gobernador o un presidente? Y eso que ahí tienen un caso como el chileno de Catrillanca casi cada semana. ¿Los ha visto alguien ir a meter las narices a China o a preocuparse del genocidio en marcha como es el de los palestinos en Israel?

Como creo que he demostrado la feroz incubación de hipocresías en la tierra de nadie que existe entre el respeto a los derechos humanos y el imprescindible poder coercitivo del Estado, invito a mis lectores a examinar más atentamente lo que ocurre en Chile, entendiendo que nuestro desdichado país es, en esto, un epicentro de este problema a nivel mundial. Aquí el abuso de esa hipocresía ha llevado al extremo de privar al Estado de toda capacidad para asegurar a sus ciudadanos la mantención del orden público y su frágil seguridad. El caso de la guerrilla en la Araucanía es emblemático. No conozco a nadie que espere que, con los procedimientos en marcha, ese foco guerrillero militarmente organizado sea controlado. Todos sabemos que se volverá endémico y solo terminará cuando su cáncer devore a todo el país o cuando surja un mandatario que se decida a extinguirlo por el único camino que es posible y que no es otro que el de una operación militar a buena escala. Y ello, porque es vano esperar una decisión semejante en el ámbito político de una democracia agónica como es la que tenemos hoy día.

El abuso de la hipocresía llega en Chile al extremo de que, con la máscara de la seriedad, se obliga a perder el tiempo de magistrados bien rentados en la estúpida consideración de situaciones que más parecen bromas que otra cosa. Somos el único país del mundo en que hay un policía procesado bajo la acusación de intento de asesinato con un chorro de agua desde un furgón policial durante un disturbio callejero. Somos el único país del mundo en que son más los agentes del orden muertos, procesados, heridos o exonerados que los terroristas con los cuales están combatiendo. Somos el único país de habla hispana en que el verbo manifestar es sinónimo de saquear, agredir, romper y derribar estatuas públicas y que, por eso, se supone un derecho inalienable. Somos el único país supuestamente democrático del mundo en que el mandatario más “prudente” de su historia (no confundir con “cobarde”) es constantemente acusado de abuso de poder por un Parlamento de vocación circense.

Tal vez lo más penoso de soportar en esta hipocresía institucionalizada, sea el verla instrumentalizada por quienes son los discípulos directos de los genocidas más grandes de la historia, como son los comunistas. Eso añade el agravio al efecto de su mañoso accionar porque implica suponer que todo el resto somos tan idiotas como para no darnos cuenta de su verdadero propósito que no es otro que privar al Estado de su capacidad para controlar su propia actividad desquiciadora.

Pero, con todo, tal vez la mayor hipocresía convertida en sistema de vida sea la que todos compartimos al seguir  pretendiendo que vivimos en una democracia en que está vigente un estado de derecho nunca vulnerado.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/orlando-saenz-hablemos-de-hipocresia-i/

Un aporte de nuestro Director Francisco Alomar

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional