HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

Expedición libertadora del Perú. JORGE VILLARROEL CARMONA. Presidente del Círculo Ignacio Carrera Pinto

 

                                 Expedición libertadora del Perú

Entre los días 20 y 21 de agosto de 1820, zarpan desde Valparaíso rumbo al Perú 7 naves de guerra y 16 transportes con una fuerza militar de 4.642 hombres mayoritariamente chilenos, y contingente proveniente de las provincias unidades del río de la plata, con todo el avituallamiento logístico para combatir a los realistas del virreinato, operación financiada con el erario nacional de Chile. El mando de las fuerzas se entregó al General José de San Martín y la Marina de guerra al mando del almirante Thomas Cochrane, ambos lo hicieron al servicio de Chile y en las embarcaciones flameó nuestra bandera, pero, con tres estrellas blancas inclinadas en la franja superior azul del emblema patrio, que representaban a las tres naciones (Chile, Argentina conocida en ese tiempo como provincias unidas del río de la plata y Perú, respectivamente).

JORGE VILLARROEL CARMONA
Presidente del Círculo Ignacio Carrera Pinto

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Natalicio de Bernardo O “Higgins Riquelme. Jorge Villarroel Carmona y Antonio Yakcich Furche

 

                                        Natalicio de  Bernardo O “Higgins Riquelme.

Jorge Villarroel Carmona

 

Nace en Palpal (Chillán) el 20 de agosto de 1778, hace 246 años y muere un 24 de octubre de 1842 en la Hacienda Montalbán (Perú).

Para hablar de O “Higgins me circunscribiré al libro del destacado abogado e historiador Don Jaime Eyzaguirre donde nos da a conocer las dificultades que tuvo desde su infancia, más tarde sus primeras enseñanzas recibidas por la familia Albano en Talca. Su viaje al Perú y las enseñanzas en el mejor colegio de Lima donde conoce al Conde Bernardo de Tagle amigo quien más tarde al abdicar O “Higgins le recibe y aboga por la donación del Perú de la Hacienda Montalván.

También es importante destacar el Libro O “Higgins (publicado el año 2018) a doscientos  años de la independencia y formación de la República de Chile, escrito por cinco destacados historiadores:  Álvaro Góngora, Roberto Arancibia, Rafael Sagredo, Scarlett O’Phelan y Cristián Guerrero quienes abordan al prócer en cinco dimensiones: la persona; el gobernante,  soldado; su permanencia en Perú y el personaje.

Don Bernardo nace en la casa de propiedad de doña Juana Olate sirvienta de Don Simón Riquelme padre de Doña Isabel su madre

Su padre fue Don Ambrosio O “Higgins, quien se preocupó que el niño fuera trasladado a casa de Don Juan Albano amigo muy cercano de su progenitor. Fue bautizado a los 4 años como “Bernardo Higgins” hijo de Ambrosio Higgins de estado civil “soltero”. Fueron padrinos Don Juan Albano y su mujer Doña Bartolina de la Cruz.

En el campo de los Albano aprendió muy niño sus dotes de jinete. A los pocos años retorna a Chillán.

Posteriormente Ambrosio fue destinado a cumplir nombramiento de Virrey del Perú, en todo este tiempo nunca vio a su hijo.

El niño Bernardo estuvo internado en un seminario, en el establecimiento escolar fue compañero de muchos hijos de caciques mapuches. Recibió una educación centrada en aritmética, gramática y teología. Aprendió el mapudungun. Su madre no siendo presente en el diario vivir estuvo al tanto de cada actividad de Bernardo. Ella contrajo matrimonio con Félix Rodríguez, tuvo a una hija de su primer matrimonio bautizada como Rosa hermanastra entonces de Bernardo.

Intempestivamente fue embarcado hacia Lima donde ingresó al Convictorio Carolino colegio aristocrático donde estudiaban los hijos de los nobles de Lima. De Lima viajó a Cádiz y de ahí a Londres. Ya contaba con diecisiete años y logró una extraordinaria formación humanística, científica y religiosa que le permitió formar una personalidad reservada y profunda.

Su permanencia en Europa no estuvo falta de precariedad económica y  a la vez en contraposición le permitió un completo conocimiento de la historia mundial. Es en Inglaterra donde conoce a Francisco de Miranda quien incuba en él la semilla de patriotismo y el sentimiento independentista.

Nunca conoció a su padre Don Ambrosio.

Hereda de su progenitor la Hacienda Las Canteras ubicada en Los Ángeles. Es diputado en el periodo de la patria vieja.

Cuando llegan las fuerzas realistas comandadas por el Brigadier Antonio Pareja, forma parte del Ejército a las órdenes de Carrera para enfrentar a los realistas. Se recluta y participa en diferentes acciones nombrado como el mejor de los soldados por el propio General José Miguel Carrera por su valentía demostrada en el combate El Roble el 17 de Octubre de 1813.

n 1814 comanda el Ejército en las campañas contra Gabino Gainza. Después de Las tres Acequias se subordina nuevamente a Carrera y enfrentan al Brigadier Mariano Osorio el 1 y 2 de octubre de 1814 en el recordado “Desastre de Rancagua”. Después de esa acción cruza la cordillera seguido por un millar de chilenos llegando a Mendoza y tres años después forma parte del Ejército Libertador participando valientemente en Chacabuco el 12 de Febrero de 1817. Días después asume como Director Supremo de Chile y ya en el periodo denominado Patria Nueva funda la Escuela Militar, participa en las campañas del sur y el 12 de Noviembre de 1817 presenta la nueva bandera que hasta hoy nos acompaña (tricolor), fue en una procesión de la virgen del Carmen en Concepción rogando por la independencia.

En marzo de 1818 es herido en la Batalla de Cancha Rayada en Talca y el 5 de Abril abraza al General San Martín tras la brava jornada de Maipú que sella la Independencia de Chile.

Dirige la administración de la República de Chile que deja de ser una Colonia de la monarquía española.

En 1820 despide en Valparaíso el convoy que transportaría a las fuerzas Chilenas Argentinas que zarparon para dar libertad al pueblo hermano del Perú.

En Enero de 1823 abdica a la Dirección Suprema para evitar una guerra civil y en julio de ese año se embarca junto a su madre, su hermanastra Rosa y su hijo Demetrio rumbo al Perú.

Durante los 19 años siguientes se dedica a la agricultura en la Hacienda Montalbán y al comercio en Lima.

Cuando arriba al puerto de Callao el General Manuel Bulnes en 1839 al mando de la 2da y victoriosa expedición restauradora en la guerra contra la Confederación Perú Boliviana tuvo largas reuniones con O’Higgins.

El 24 de Octubre fallece, antes de expirar exclamó: “Magallanes”, lo que inspiró al Presidente Bulnes en tomar posesión de esa lejana tierra austral y crear un fuerte.

Sus restos recién 27 años después llegan en 1869 repatriados a Chile.

O’Higgins deja en su testamento tres obras para Chile:  Un observatorio astronómico en el cerro Santa Lucía, una Escuela Agrícola en Concepción y un Faro para la Armada Nacional en Valparaíso.

Imagen: Autorretrato que se encuentra en el Museo del Carmen en el subsuelo del Templo Votivo de Maipú.

 

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HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 13. GDD. Roberto Arancibia Clavel

                                                           HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 13

GDD. Roberto Arancibia Clavel

Es una invitación a conocer la delicada situación política y militar que vivió Chile en 1920, tanto en lo interno como en las tensas relaciones con Perú y Bolivia. Algunos creen que fue un tongo político, la mayoría que fue una amenaza real.

Ver:

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FIASCOS MILITARES EN PLENA CONTIENDA: DE LOS HUNDIMIENTOS BRITÁNICOS A LA FALLIDA CAPTURA DE ROMMEL. Laura Manzanera, Periodista y escritora. Muy Interesante

 

                                                                                FIASCOS MILITARES EN PLENA CONTIENDA:

                                                                                DE LOS HUNDIMIENTOS BRITÁNICOS A LA

                                                                           FALLIDA CAPTURA DE ROMMEL

Laura Manzanera, Periodista y escritora

Muy Interesante, 30/07/2024

Entre los errores de cálculo más sonados de los aliados se cuentan dos hundimientos de barcos británicos.

Cuando Churchill dio la orden de trasladar a Singapur el crucero HMS Repulse y el acorazado HMS Prince of Wales, su buque insignia, estaba convencido de que su sola presencia allí disuadiría a los japoneses de atacar territorios británicos de ultramar en el sudeste asiático. Pronto se demostraría que erró en sus cálculos.

Ambas embarcaciones atracaron en Singapur, formando parte de la fuerza Z, el 2 de diciembre de 1941, y el 10, tres días después del ataque a Pearl Harbor, fueron bombardeados y torpedeados por los japoneses. Tanto el Prince of Wales, orgullo de la Royal Navy al que apodaban Unsinkable (“Insumergible”), como el Repulse terminaron en el fondo del océano, en el que también perdieron la vida unos 840 marineros.

Probablemente, la equivocación fue presentarse en Singapur sin un plan de acción, sólo para mostrar su supuesta superioridad. La medida disuasoria no sólo no frenó las ambiciones expansivas de Tokio, sino que marcó el final del largo poderío marítimo británico.

Ambos bandos tuvieron fiascos a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Aquí se recogen algunas de esas misiones frustradas.

Churchill reconocería: “Fue el impacto más terrible que recibí en toda la guerra”. Y fue también un duro golpe a la moral de británicos y estadounidenses, que iniciaban la guerra en el Pacífico sin un buque capital.

Señal de aviso tardía. Otro hundimiento imperdonable fue el del portaaviones HMS Glorious. El 8 de junio de 1940 se encontraba en aguas noruegas, junto a los destructores Ardent y Acasta, evacuando aviones.

Pese a detectar dos buques sin identificar, no se ordenó zafarrancho de combate y, cuando los ingleses se dieron cuenta de la magnitud del peligro, enviaron un SOS que resultó débil, lo que llevó a que se detectase media hora más tarde sin poder averiguarse ni su identificación ni su posición.

La tripulación fue pillada desprevenida por parte de dos acorazados alemanes que lo hundieron fácilmente. Pocos náufragos lograron subir a los botes y el agua estaba helada. El desastre se saldó con más de 1.500 muertos y menos de 50 supervivientes.

La historia oficial apunta a que el Glorious se separó del segundo convoy por falta de combustible, aunque algunos expertos apuntan a que el comandante había pedido permiso para ir por su cuenta hacia Scapa Flow, en las islas Orcadas, porque tenía prisa por llevar ante el tribunal al jefe de su aviación, que se había negado a realizar un ataque.

Pero ¿por qué fue autorizado a viajar en solitario, de vuelta a Gran Bretaña, a través de una zona con posible actividad submarina alemana? El misterio no se sabrá, como mínimo, hasta 2040, cuando prescriba la Ley de Secretos Oficiales de Reino Unido.

El único punto positivo del incidente fue que desde entonces se redactarían informes de la situación de los buques enemigos.

Capturar a Rommel vivo o muerto. En el ranking de intentos aliados chapuceros destaca el de apresar a Erwin Rommel, el mariscal de campo que había logrado que el Eje se impusiese en el norte de África.

La Operación Flipper consistía en enviar a un comando que irrumpiese en su cuartel general, lo capturase y lo llevase en submarino a Gran Bretaña, donde sería confinado en un campo de prisioneros.

Aunque no era la primera opción, había orden de matarlo si la captura se complicaba. La acción debía ser un gran golpe de efecto que permitiría dar un giro decisivo al resultado del conflicto en aquella región, claramente favorable a los nazis y sus aliados por entonces.

Churchill estaba empeñado en que Tobruk (Libia), enclave aliado sometido al asedio enemigo, no cayera en manos de Rommel, un objetivo ante el que los británicos se mostraban pesimistas. Y sabía que para evitarlo no bastaba con enviar refuerzos; por eso tomó una decisión drástica: acabar con el “Zorro del Desierto”.

Creía que, de lograrlo, aumentarían sus opciones de victoria, pues el Afrika Korps quedaría huérfano. Con esa idea nombró jefe de operaciones al almirante Roger Keyes, quien para llevar a cabo la misión designó a su hijo Geoffrey, poco hábil en el terreno militar.

La operación arrancó el 10 de noviembre de 1941, cuando dos submarinos zarparon de Alejandría en dirección a la costa libia. Desembarcaron la noche del 14 dispuestos a sortear las patrullas alemanas e italianas. Su destino era la localidad de Beda Littoria, concretamente la casa de Rommel.

Una vez allí, sabotearon el sistema eléctrico, rodearon el edificio y no tardaron en enzarzarse en una lucha con los alemanes de la que terminarían huyendo. Prácticamente todos fueron capturados o se entregaron, exhaustos tras intentar escapar a través del implacable desierto.

En el sitio equivocado. Lo más sorprendente de esta historia no es que los alemanes se impusieran tan fácilmente, sino que Rommel nunca había estado en aquella casa, que era en realidad el cuartel general de los servicios de intendencia.

Cuando estaba en África, se alojaba en un enclave secreto de la aldea de Susah pero, más más inri, aquel día estaba en Roma, desde donde planeaba el asalto a Tobruk.

La Operación Flipper fue un monumental desastre de organización. Los británicos no pudieron socavar la moral de las fuerzas del Eje en el norte de África y, además, hicieron completamente el ridículo.

Tampoco se cubrieron de gloria De Gaulle y Churchill cuando intentaron salvar las colonias tras la caída de Francia. Organizaron apresuradamente una fuerza para cambiar la situación de Dakar, capital del África Occidental francesa que se había alineado con el nuevo régimen de Vichy, aliado del Tercer Reich.

Pero en la Operación Amenaza los errores se sucedieron uno tras otro: el plan fue un secreto a voces, se usaron mapas anticuados, los defensores franceses estaban mejor preparados de lo que creían y no tenían intención alguna de rendirse.

Durante varios días, los británicos intentaron destruir las defensas del puerto con escaso éxito, y fracasó un intento de desembarco de una fuerza terrestre. La batalla de Dakar (del 23 al 25 de septiembre de 1940) se dio por terminada cuando un submarino defensor acertó a un navío británico clave. La reputación de De Gaulle sufrió un durísimo golpe.

De mayor calibre, estratégico y moral, fue el fracaso del ensayo para el Día D. Aunque nadie lo hubiera dicho, dado el contundente resultado del desembarco que marcaría el inicio del fin del conflicto, el ensayo que se hizo unos meses antes fue un auténtico desastre.

La llamaron Operación Tigre, tuvo lugar en abril de 1944 y debía ser realista y a gran escala. Visto el resultado, podría decirse que fue exageradamente realista. Resultó un fiasco de principio a fin.

Estadounidenses y británicos usaron distintas frecuencias de radio a la vez, lo que causó muchos problemas de comunicación: por ejemplo, que los barcos de transporte estadounidenses no se enterasen de que los dos navíos de guerra británicos que escoltaban al convoy de invasión estaban averiados.

Dicho fallo hizo que el convoy avanzase en línea recta, convirtiéndose en el blanco perfecto para los torpederos alemanes. Y por si fuera poco, cuando avistaron a estos torpederos, pensaron que eran embarcaciones amigas.

Ese error se llevó por delante la vida de 700 hombres, y muchos otros se ahogaron por no saber cómo funcionaban los chalecos salvavidas. A la lista de bajas se sumaron otras 300, víctimas del uso de fuego real. Más de mil soldados fallecieron en aquel desastroso simulacro.

El último intento de Hitler. La gran ofensiva alemana conocida como Batalla de las Ardenas se desplegó en los bosques y montañas de esta región belga en condiciones durísimas y durante casi siete semanas del invierno entre 1944 y 1945. Fue uno de los grandes enfrentamientos del conflicto, la última gran ofensiva del ejército alemán en el Frente Occidental y el último intento de Hitler de ganar la guerra.

Las fuerzas alemanas, ya bastante mermadas, carecían de combustible suficiente y tenían antes ellas a un enemigo claramente superior. Aquella lucha estaba condenada al fracaso. Al menos, eso creen muchos expertos, aunque no todos.

Para el historiador militar Christer Bergström, autor de Ardenas: la batalla, los nazis estaban mejor preparados, tenían mejores mandos y mejores tácticas de lo que se cree y, además, los planes de Hitler resultaban muy sensatos. Hasta tilda de “genial” la idea de atacar en las Ardenas con el fin de atrapar luego a los ejércitos de Montgomery.

Bergström apunta que “desde la perspectiva de Hitler, era lo más inteligente que se podía hacer, mientras esperaba la siguiente ofensiva rusa en el Vístula. Fue cuidadosamente planeada y preparada y fracasó sobre todo por dos factores que podían no haberse producido: primero, porque las líneas de suministros alemanas fueron cortadas por la aviación aliada cuando el tiempo mejoró el octavo día de la ofensiva, y segundo, porque las SS, menos competentes que el ejército regular, la Wehrmacht, recibieron en cambio la responsabilidad de conseguir los objetivos más importantes”.

Errores de ambos bandos en las Ardenas. El alto mando alemán evaluó sus pérdidas humanas en 20.000, más 20.000 desaparecidos y 40.000 heridos. La Luftwaffe quedó destruida y la moral de la Wehrmacht ya no se recuperó. A mediados de enero, el Ejército Rojo se adentraba en Polonia, y no tardaría en alcanzar la frontera alemana.

Las bajas aliadas fueron similares: 1.400 británicos desaparecidos y 20.000 muertos, y 23.000 bajas estadounidenses (con episodios como la masacre de Malmedy), cifras que provocaron duras críticas a Montgomery, acusado de múltiples errores y de buscar protagonismo sacrificando a los soldados.

Fuese mejor o peor idea, lo cierto es que las SS combatieron ineficazmente y aquella sangrienta ofensiva que intentaba, a la desesperada, cambiar el rumbo de la guerra estuvo lejos de alcanzar su objetivo. Hitler perdió su última oportunidad de invertir el curso de la contienda y la batalla marcó el inicio del fin del Tercer Reich.

Aparte de por las Ardenas, Montgomery fue muy criticado por la Operación Market Garden, ambiciosa misión aerotransportada que combinaba dos operaciones: tomar puentes estratégicos en Holanda gracias al avance simultáneo de unidades blindadas terrestres y, una vez despejado el camino, crear un corredor a través del cual podrían avanzar hasta el Ruhr, el corazón industrial del Tercer Reich, y cruzar el Rin, la última barrera natural antes de entrar en Alemania.

Montgomery pretendía dar un golpe definitivo al enemigo que pusiera fin a la guerra para la Navidad de 1944. El 17 septiembre de ese año, más de 20.000 soldados de élite fueron lanzados sobre una Holanda ocupada por los alemanes, tras las líneas enemigas. En aquella misión imposible encontrarían la gloria o la muerte.

Retiradas equivocadas. Aunque lograron tomar con éxito los primeros puentes, la operación fue un gran fracaso al no poder ocupar el puente final en Arnhem. La contraofensiva alemana fue implacable. El corredor que los aliados pretendían mantener se convirtió en escenario de un enfrentamiento infernal durante nueve días.

Frente a los alrededor de 17.000 soldados aliados muertos, heridos o desaparecidos, los alemanes perdieron unos 8.000. Pese a todo, para muchos, la operación estaba bien planificada y nadie cuestionó el heroísmo de las tropas de Montgomery, incluido éste: “Entre todas las unidades, ninguna actuación me ha motivado más ni ha causado más admiración que la ejecutada durante nueve días por la Primera División Aerotransportada británica”.

Desde entonces, Market Garden es motivo de referencia para los cuerpos aerotransportados. La gran derrota aliada fue también la última de las grandes victorias tácticas del Tercer Reich en el Frente Occidental.

Tampoco faltaron los errores y los intentos fallidos en las fuerzas del Eje. Entre sus principales fracasos estratégicos destacan dos órdenes de retirada que demostrarían estar equivocadas: la de Dunkerque y la Operación Hércules, que debía conquistar la isla de Malta.

En Dunkerque, en una de las decisiones más discutidas de toda la contienda, los alemanes optaron por detener su avance, dando así tiempo a los aliados para organizar el llamado “milagro de Dunkerque”. Creyeron que estaban irremediablemente perdidos pero, contra todo pronóstico, no fue así.

En mayo de 1940 los nazis lanzaron su primera ofensiva en Dunkerque, rompiendo sin apenas dificultad las líneas francesas y avanzando hacia el Canal de la Mancha.

Una de las divisiones Panzer estaba dirigida por un general apellidado Rommel y una de las divisiones inglesas por un tal Montgomery. Pasarían casi tres años antes de que ambos se encontraran en El Alamein, donde el inglés podría vengarse de la humillante derrota.

Al norte del avance germano quedaron aislados el Cuerpo Expedicionario británico, fuerzas galas y el modesto ejército belga. Todos los esfuerzos por salir de aquella trampa resultaron inútiles y Gran Bretaña decidió evacuar a sus tropas por mar.

Pero sólo tenía una salida: el puerto de Dunkerque. La noche del 26 de mayo se inició así la Operación Dínamo. A la mañana siguiente se tomaron medidas excepcionales; además de reclutar todos los barcos de guerra y mercantes de la zona, se hicieron con centenares de barcas de pesca, motoras, remolcadores, yates, botes salvavidas…

Mientras los barcos grandes embarcaban a los soldados en el puerto, los pequeños –“la Armada Mosquito”– no dejaban de llegar hasta estos hombres desde las playas. Gracias a la solidaridad de la población inglesa, Gran Bretaña logró una retirada modélica y la operación fue un éxito.

Se pudo evacuar a cerca de 340.000 soldados (más de 215.000 eran ingleses y el resto, franceses y belgas). Aunque eso no hizo olvidar la contundente derrota militar a Churchill, que advertiría ante el Parlamento: “Hemos de procurar no tratar este rescate como si fuera una victoria. Las guerras no se ganan con evacuaciones”.

Pero la opinión pública y la población sólo veían el heroísmo de los rescatadores, no sólo marineros sino también pescadores y gente anónima. Lo importante para muchos era que, pese a todo, Inglaterra había logrado resistir. Dunkerque se convirtió en un mito del valor británico, algo esencial cuando Alemania aún parecía imbatible.

Si los alemanes no hubiesen cesado su ataque, se habría cerrado a los aliados toda vía de escape. ¿Por qué lo hicieron? Según algunos investigadores, Hitler, por entonces amo de Europa, quería firmar la paz con Inglaterra y, si apresaba a todo el Cuerpo Expedicionario británico, los humillados ingleses quizá no habrían accedido.

En todo caso, parece ser que fue el jefe de la ofensiva, Von Rundstedt, quien pensó que necesitaban descansar y que debían reservar los tanques para la conquista de Francia. El Estado Mayor alemán quería que los Panzer siguiesen a Dunkerque, pero él convenció a Hitler de que se detuviesen.

Cuatro años después, otra orden de Hitler detendría a los tanques que podían haber frustrado el desembarco de Normandía, y Alemania perdió la guerra. Pero para eso aún faltaba mucho.

Hitler perdió otra oportunidad de oro en la isla de Malta. Convencido de la necesidad de capturar el estratégico enclave, esencial para que los suministros y víveres para las fuerzas desplegadas en África no fuesen interceptados y llegasen a tiempo a su destino, dio luz verde a Rommel para la Operación Hércules.

Demasiadas expectativas. La operación debía ejecutarse en julio de 1942 con un ataque combinado de paracaidistas y tropas aerotransportadas. Sus principales objetivos eran los aeródromos británicos, desde donde se lanzaban los ataques contra la flota invasora.

Pero, inexplicablemente, el Führer cambió de idea y la operación fue cancelada en favor de otro objetivo: Alejandría. Llevados por el entusiasmo, Hitler y Mussolini creyeron a Rommel cuando les aseguró poder conquistar la ciudad egipcia. La sola idea les insufló grandes dosis de confianza, tanta que se olvidaron de Malta y destinaron a la División Folgore, creada expresamente para la misión en dicha isla, a Egipto. Rommel no entendía el motivo de la renuncia; una cosa no excluía la otra.

Pensó que sus palabras se habían malinterpretado, pues se refería a que, para mantener Alejandría una vez conquistada, era necesario conquistar Malta. Esa falta de entendimiento entre los altos mandos resultaría fatal para Alemania, puesto que continuó la presencia de aviones y barcos en Malta, fracasó la campaña de Egipto y el Afrika Korps fue derrotado en El Alamein.

Otro malogrado plan del Eje pretendía lanzar cerca de La Haya paracaidistas que deberían hacerse con los aeródromos de Ypenburg, Ockenburg y Valkenburg y con la ciudad, tratando así de forzar la rendición holandesa y conquistar luego Gran Bretaña.

Creían que la clave del éxito era atacar por sorpresa, haciendo pensar a los holandeses que se dirigían hacia Reino Unido. Pero el paso de los aviones los alertó y, aunque los hombres de Hitler pudieron tomar los tres aeródromos, la misión no llegó a buen término.

Ni tomaron La Haya ni la reina Guillermina I firmó una rendición. Es más, varias horas después los holandeses contraatacaron. Pese a la victoria táctica de los holandeses, el considerado primer ataque paracaidista fallido de la Historia no tuvo excesiva repercusión para los nazis, gracias a sus triunfos en otros enclaves.

La batalla de Kursk. De todos modos, el mayor fracaso del Eje fue en el Frente del Este. 1943 marcó el inicio de la decadencia de las fuerzas de Hitler. Ese año perdieron casi 800.000 hombres en Stalingrado y se libró la batalla de Kursk, el más brutal y largo enfrentamiento entre tanques nazis y soviéticos, del 5 de junio al 23 de agosto.

Participaron tres millones de soldados, 13.000 tanques y 12.000 aviones. Los muertos se contaron por cientos de miles. Hitler necesitaba ganar en Kursk y reconocía que aquella batalla, la Operación Ciudadela, debía “concluir con un rápido y decisivo éxito”.

No fue así; estaba demasiado anunciada. Tanto, que los rusos pudieron preparar a conciencia una feroz resistencia y una ejemplar estrategia. La ofensiva significó el primer combate en que la Blitzkrieg (guerra relámpago) era derrotada antes de poder romper las defensas enemigas.

Los alemanes ya no se recuperaron y el Ejército Rojo siguió su avance hacia Berlín. Para algunos fue la batalla más decisiva de la contienda.

Así lo cree el historiador Richard Overy, autor de Por qué ganaron los aliados: “En Kursk, el ejército soviético mostró por primera vez una organización superior a la alemana en el campo de batalla en verano, tomó la iniciativa y ya no volvió a abandonarla; Kursk desequilibró de manera irreversible el frente alemán”.

Si tras Stalingrado se vio que Alemania no iba a ganar su guerra con Rusia, tras Kursk se supo además que serían los rusos los que la ganarían. Durante la contienda hubo asimismo varios planes germanos para terminar con la vida de los líderes de los países participantes.

Tras el fracaso de la Operación Long Jump, que pretendía acabar a la vez con Churchill, Roosevelt y Stalin, los alemanes trazaron otro plan para asesinar a Stalin. Todos los intentos de acabar con la vida del enemigo número uno de Hitler fracasó. También la llamada Operación Zepelín.

Asesinato frustrado de Stalin. La inteligencia alemana sabía que las medidas para garantizar la seguridad de Stalin estaban estudiadísimas y que cualquier intento de acercarse a él tenía escasas posibilidades. Por eso, prepararon el nuevo plan a conciencia.

Reclutaron a una víctima de la represión de Stalin: Piotr I. Shilo, que sería a partir de entonces el comandante Tavrin, y se ocuparon de elaborar documentos a su nombre, de conseguir condecoraciones militares soviéticas auténticas y de justificar su presencia en Moscú por una baja tras haber sido gravemente herido.

Y para darle la máxima credibilidad, le amputaron una pierna y le infligieron heridas reales que se suponía había recibido en el frente. La operación hubo de abortarse en varias ocasiones por diversos motivos, posponiéndose hasta el 4 de septiembre de 1944.

Esa noche, un avión despegaba de Riga con dos personas a bordo: Shilo haciéndose pasar por Tavrin– y su esposa, entrenada como operadora; llevaban armas y una motocicleta de marca soviética.

Pese a los cuidadosos preparativos, tampoco en esa ocasión la cosa salió como se esperaba. El aparato recibió fuego enemigo y el piloto se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Los ocupantes salvaron la vida, pero vecinos de la zona alertaron a las autoridades de que habían visto alejarse a dos personas en una motocicleta.

Se bloquearon todas las carreteras que llevaban a Moscú y en la región de Smolensk, a las 5 de la mañana, un agente del NKVD detuvo un sidecar con un hombre y una mujer. Aunque su documentación parecía en regla, les hizo acompañarlo.

Pronto se comprobó que no existía ningún comandante Tavrin. Shilo lo “cantó” todo y, a cambio de salvar la vida, participó en un juego de radios que pasaría a la Historia como “Niebla” y con el que la contrainteligencia soviética pudo engañar a los alemanes durante dos meses.

El último intento de asesinar a Stalin, como el resto, había sido frustrado. Y, en cuanto dejaron de ser necesarios, sus protagonistas fueron acusados de traición, condenados a muerte y ejecutados.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

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HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 12. GDD Roberto Arancibia Clavel

                                                             HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 12
Roberto Arancibia Clavel
El mundo después de la Gran Guerra sufrió grandes cambios que afectaron directa e indirectamente la realidad chilena. Las Fuerzas Armadas no fueron indiferentes a estos , que sirvieron de referente para su quehacer tanto profesional como para sus incursiones en política. Lo sucedido ayudará a explicar lo que vino después.

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HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News, Unión al día

Fundación de la Escuela Naval, 04 de agosto de 1818. 206 años.

                                                                   Fundación de la Escuela Naval, 04 de agosto de 1818

Hoy 04 de agosto, conmemoramos un nuevo aniversario de la fundación de la Escuela Naval, la que cumple 206 años.
La Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, se complace en saludar a todos  nuestros socios y oficiales de nuestra Marina que fueron alumnos de esa Alma Mater y a toda la  Armada de Chile en esta fecha tan importante para todo el país

Debido a la formación de la Primera Escuadra Nacional se tuvo la necesidad de formar a los primeros oficiales de marina que fueran capaces de dirigir sus operaciones navales. Por esto, el director supremo capitán general Bernardo O’Higgins fundó la primera Escuela Naval con el nombre de “Academia de Jóvenes Guardias Marinas”.

“No olvidéis que el porvenir de la Marina depende principalmente de la ilustración y moralidad de sus miembros, que los conocimientos de la Escuela Naval sólo son una base para facilitar los que dejan a vuestra iniciativa e inteligencia y que el país, justo apreciador de los méritos de sus servidores, no los pierde de vista y, en momentos críticos para la Patria, designa a los más aptos para los puestos de honor”.

Arturo Prat, discurso a los alumnos de la Escuela Naval, 1873.

Posteriormente fue rebautizada como “Academia de Guardiamarinas” y luego como “Escuela Náutica o de Aplicación”, hasta que en 1858 se le denominó “Escuela Naval del Estado”. Esta nueva denominación coincidió con el llamado Curso de los Héroes, del que fueron parte Arturo Prat ChacónLuis Uribe OrregoCarlos Condell de la HazaJorge Montt Álvarez y Juan José Latorre, entre otros.

El 24 de septiembre de 1945 se le otorgó el nombre de su héroe patronímico, el capitán Arturo Prat Chacón. La Escuela Naval es custodia de la espada del capitán Prat y de la campana de la corbeta “Esmeralda”, hundida gloriosamente en el Combate Naval de Iquique (1879).

El 30 de enero de 2007 ingresaron por primera vez a la Escuela Naval Arturo Prat, cadetes de sexo femenino, marcando un hito histórico para la Armada de Chile y completando así la presencia de la mujer en la oficialidad de las Fuerzas Armadas.

En el sistema de la educación chilena, corresponde a una institución de educación superior de las Fuerzas Armadas, autónoma y acreditada oficialmente en 2008 por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA Chile), en el área de gestión institucional y docencia

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