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EL DESVÍO DE 6.500 KM QUE DEBEN TOMAR LOS GRANDES CARGUEROS PARA EVITAR LOS ATAQUES EN EL MAR ROJO. Chris Baraniuk/BBC Future

 

                                                                 EL DESVÍO DE 6.500 KM QUE DEBEN TOMAR LOS GRANDES                                                                               CARGUEROS PARA EVITAR LOS ATAQUES EN EL MAR ROJO

Chris Baraniuk/BBC Future

BBC News Mundo, La Tercera, 26/01/2024

Se estima que el 12 % del comercio mundial pasa por el mar Rojo cada año, lo que equivale a más de US$ 1 billón, pero muchas empresas navieras han comenzado a evitar la zona y cientos de portacontenedores gigantes están utilizando ahora el canal de Suez en sus viajes de Asia a Europa.

Se puede ver exactamente dónde impactó el dron. Solo hay que buscar las espantosas marcas negras que manchan la pintura blanca del barco.

El pasado 17 de enero, el MV Genco Picardy, un granelero de propiedad estadounidense, se convirtió en la última víctima de los ataques de los hutíes contra embarcaciones comerciales que navegaban por el mar Rojo: una de las rutas marítimas más transitadas del mundo es ahora seguramente la más peligrosa.

Desde noviembre, el grupo rebelde yemení ha atacado a los buques que pasan por el estrecho de Bab al Mandab, un canal de 32 kilómetros de ancho que separa el noreste de África de Yemen, en la Península Arábiga.

Los insurgentes afirman estar apuntando a barcos con conexiones con Israel como represalia a la guerra en la Franja de Gaza. Hasta ahora han utilizado de todo, desde secuestradores fuertemente armados hasta misiles y drones.

Para los marinos atrapados en el caos, debe ser aterrador. Por ejemplificar: un petrolero puede transportar alrededor de un millón de barriles de crudo altamente inflamable.

La tripulación del MV Genco Picardy, que transportaba roca fosfórica, resultó ilesa y pudo extinguir el incendio provocado por el dron incendiario.

Complicando el panorama. No es una situación que alguien envidiaría, admite Michelle Wiese Bockmann mientras dice que contó nada menos que 300 barcos entrando en el tramo más peligroso de la ruta del mar Rojo en un día a principios de esta semana.

“Cada uno de esos 300 buques lleva entre 15 y 25 personas a bordo”, afirmó la analista principal de Lloyd’s List Intelligence, una firma especializada en el comercio marítimo mundial.

“Es como un autobús que transporta pasajeros y se dirige directamente a lo que, para ellos, es una zona de guerra. No pueden decidir si lo hacen o no”, agregó.

Se estima que el 12 % del comercio mundial pasa por el mar Rojo cada año, lo que equivale a más de US$ 1 billón. Pero muchas empresas navieras han comenzado a evitar la zona por completo.

Cientos de portacontenedores gigantes, algunos de ellos de más de 300 metros (984 pies) de largo, están eligiendo ahora un largo desvío alrededor del continente africano en lugar de dirigirse hacia el mar Rojo y atravesar el canal de Suez en sus viajes de Asia a Europa.

Pero desviar buques tan grandes no es una tarea fácil: la logística involucrada puede ser enorme y consumir mucho tiempo.

En otros lugares, la grave sequía que aflige al canal de Panamá y la guerra en Ucrania –que ha restringido los envíos de cereales a través del mar Negro– también están estrangulando las cadenas de suministro mundiales.

Es urgente adaptarse y desviarse, aunque esto conlleva graves consecuencias financieras y ambientales.

Una alternativa costosa. En noviembre del año pasado, los hutíes secuestraron un barco lleno de vehículos y publicaron un vídeo sobre su hazaña.

Sus armas explosivas también alcanzaron a buques portacontenedores y graneleros y por poco a un petrolero ruso. Este último fue, aparentemente, atacado por error.

Las operaciones militares de Estados Unidos y Reino Unido destinadas a proteger las naves y disuadir a los hutíes también han entrado en escena.

Además de la amenaza a la vida y la integridad física, navegar hacia tal vorágine significa primas más costosas, posibles problemas legales y retrasos impredecibles.

La carga transportada por estos buques puede valer entre millones y cientos de millones de dólares. Y, por ello, no sorprende que las navieras hayan decidido, en muchos casos, enviar a sus buques por otras rutas.

Sin embargo, alejarse del mar Rojo y tomar el largo desvío alrededor del cabo de Buena Esperanza (África) agrega alrededor de 3.500 millas náuticas (6.500 km) y de 10 a 12 días de navegación a cada viaje.

El cambio requiere combustible adicional (un valor adicional de US$1 millón según algunas estimaciones), posiblemente encontrar puertos de escala alternativos, ajustes en los cronogramas de entrega y costos crecientes.

Pero muchas empresas están tomando esa decisión en lugar de arriesgarse a ser atacadas con misiles y secuestradores.

Las empresas de contenedores se han visto obligadas a luchar por alquilar suficientes barcos para los viajes más largos que ahora deben realizar para evitar el mar Rojo, y se teme que la crisis pueda tener impactos económicos generalizados, elevando los precios de los bienes y retrasando las entregas de productos por semanas o quizás más.

Haciéndose eco de los comentarios de funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU., Wiese Bockmann, de Lloyd’s List Intelligence, afirmó que los hutíes se han vuelto cada vez más indiscriminados.

Sin más opciones. Otra persona que ha estado observando el desarrollo de la crisis es Anna Nagurney, economista de la Universidad de Massachusetts, quien recordó que ya existían importantes puntos de estrangulamiento en el comercio mundial, incluida la reducción de los flujos a través del canal de Panamá, el cual conecta los océanos Pacífico y Atlántico. Esto debido a la sequía.

“Muchos barcos (de China) se estaban desviando y no utilizaban el canal de Panamá, sino que comenzaban a utilizar el canal de Suez. Así que ahora todo se está poniendo patas arriba”, dijo.

Dar un rodeo por el cabo de Buena Esperanza parece extremo, pero las navieras lo han hecho antes, por diferentes motivos. Y en este caso, dado el enorme volumen de carga involucrado, no hay realmente ninguna alternativa, afirmó Nagurney.

Un portavoz de Maersk, una de las compañías navieras más grandes del mundo, insistió en que existen límites en cuánto a la cantidad de carga que se puede trasladar desde el transporte marítimo al ferroviario y aéreo, debido a la enorme cantidad que pueden transportar los buques de carga.

Sin embargo, las duras condiciones climáticas que a veces enfrentan los barcos que navegan por el extremo sur de África significan que esta opción no está exenta de riesgos, añadió Nagurney.

No es el fin del mundo. Las empresas involucradas en el transporte marítimo y la logística tienen mucha experiencia en llevar la carga a donde necesita ir, de una forma u otra, y las cadenas de suministro globales son en realidad muy resistentes, agregó Wiese Bockmann.

Y, por ello, la experta aseveró que la actual crisis del mar Rojo no debe verse como un “Armagedón” para la industria naviera.

Un ejemplo de ello es cómo los ucranianos se han adaptado a la amenaza que representa para sus buques de cereales la marina rusa que opera en el mar Negro.

Nagurney y sus colegas han estudiado la extraordinaria respuesta a este problema, que ha tenido como resultado que Ucrania mueva millones de toneladas de cereales a lo largo de corredores alternativos, como el río Danubio o por tierra a puertos marítimos en Rumania, que actualmente son más seguros para los buques que los puertos ucranianos.

Eso no quiere decir que este cambio de ruta de enormes buques de carga no tenga serias consecuencias. Ya hay informes que apuntan a que el aumento en los costos probablemente se trasladará a los consumidores.

Sin embargo, Eddie Anderson, profesor de gestión de la cadena de suministro en el Imperial College de Londres, descartó que el impacto económico alcance los niveles extraordinarios que registró durante lo peor de la pandemia del covid-19.

Las altas tarifas no son una barrera para que los fabricantes opten por enviar sus productos y componentes por vía aérea en este momento, en lugar de arriesgarse a retrasos en sus líneas de suministro.

Una pregunta clave es cuánto tiempo durará la crisis del mar Rojo. Empresas navieras y expertos ya han sugerido que podría durar meses. Anderson está de acuerdo: “Seguramente estamos hablando de meses. No me imagino que sean años, pero ¿quién puede decirlo?”, dijo.

La huella medioambiental. También hay que pensar en el impacto en el medio ambiente. Los aumentos repentinos en el tráfico marítimo pueden provocar cambios dramáticos en el ruido submarino, lo que a su vez puede afectar a las poblaciones de peces y mamíferos marinos locales.

Además, los barcos que navegan miles de millas más consumirán mucho más combustible y emitirán más carbono a la atmósfera para entregar la misma carga.

En 2023, la Organización Marítima Internacional estableció objetivos de alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 y reducir las emisiones en al menos un 20 % para 2030.

“Si esto continúa, el transporte marítimo no alcanzará su meta en la reducción de emisiones este año”, admitió Rico Luman, experto en transporte de la firma de servicios bancarios y financieros ING.

El especialista señaló que los petroleros están recorriendo muchas más millas que antes de la guerra en Ucrania, pues las sanciones contra Rusia han llevado a la remodelación de muchas rutas marítimas. Por lo tanto, los barcos de ciertos tipos ya están emitiendo más, por unidad de carga, que antes.

Lo que está claro, sin embargo, es que el ataque hutí al comercio mundial no arruinará las cadenas de suministro. No obstante, se trata de una grave amenaza, y más aún para los marinos cuyas vidas siguen en peligro.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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ECUADOR Y SU LUCHA. El Mercurio, Editorial

 

                                                                               ECUADOR Y SU LUCHA

El Mercurio, Editorial, 23/01/2024

El crimen organizado tuvo años para extender sus tentáculos.

A quince días de la jornada de violencia que paralizó a Ecuador a manos del crimen organizado, los ecos de aquel día aún resuenan en ese país y en el resto de América Latina. Después de todo, nunca antes se había vivido una situación similar, en la que grupos delictuales desafiaran de manera tan abierta la autoridad del Estado.

El gobierno del Presidente Daniel Noboa debió enfrentar una crisis de orden público a nivel nacional, la que involucró la detonación de bombas, el incendio de vehículos, motines en diferentes cárceles, la toma de cerca de 200 rehenes (incluyendo personal carcelario) y el impactante asalto a un canal de televisión por un grupo armado.

Ante estos hechos, Noboa declaró estado de excepción con toque de queda nocturno y afirmó que Ecuador estaba en una situación de “guerra interna”.

El sábado, el viceministro de Gobierno, Esteban Torres, comentó en la red social X que en estos días el promedio diario de muertes violentas había bajado de 28 a 6, producto de las medidas adoptadas por el gobierno de Noboa.

Una cifra que no deja de impresionar, pero que sigue siendo preocupante en un país que en 2023 estuvo entre los más violentos del mundo, con 45 homicidios por cada 100.000 personas.

Basta recordar que la misma semana pasada fue asesinado a tiros César Suárez, uno de los fiscales que investigaban el asalto al canal de televisión TC, así como grandes casos de corrupción.

Las medidas establecidas por el Presidente Noboa parecen estar dando resultado, aunque celebrarlas resulte muy prematuro. Los ecuatorianos, al igual que muchos ciudadanos de la región —incluyendo a Chile—, siguen saliendo cada día a las calles con el justificado miedo a ser víctimas de alguna acción delictual.

Por cierto, esta realidad no apareció de la noche a la mañana. Los grupos del crimen organizado tuvieron años —si no décadas— para ir creciendo y extendiendo sus tentáculos por Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil y el resto de la región, aprovechando la autocomplacencia de gobiernos, la creciente corrupción y la falta de visión al no dimensionar que se estaba ante un fenómeno mucho más complejo que la delincuencia común.

Estas organizaciones son cuerpos jerarquizados que pueden llegar a contar con cientos y hasta miles de integrantes. Tienen acceso a armas de fuego que rivalizan con las de las policías y las Fuerzas Armadas, manejan tecnología de punta y tienen la capacidad de actuar cruzando las fronteras de América Latina.

¿Cómo se combate una amenaza de estas características? Desde luego, con voluntad. Y para ello se necesita unidad y apoyo de todas las fuerzas democráticas al enfrentar el fenómeno.

También, que las instituciones y fuerzas de orden tengan los recursos y las garantías necesarios para realizar su trabajo. Y tercero, sin perder de vista que esta es una batalla que, para lograr resultados duraderos, no puede ser perdida en ningún país, por lo que la cooperación transnacional es clave.

Cada vez que el crimen organizado campea por un vecindario o ciudad, el Estado desaparece de calles, plazas, colegios y hospitales, entre otros. Y eso no se puede permitir.

Por ello, las autoridades ecuatorianas necesitan el apoyo de todos los gobiernos que defienden la libertad y la democracia en la región.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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CHILE Y GAZA. Joaquín Fermandois

 

                                                                               CHILE Y GAZA

Joaquín Fermandois

Nuevo Poder, 23/01/2024

Con la guerra que comenzó ese 7 de octubre pasado, nos sucedió lo que antes siempre logramos sortear: importar un conflicto y colocarlo en el corazón de nuestra política, complicando innecesariamente nuestros intereses de política exterior.

En general, desde la guerra de 1967, la izquierda chilena ha sido claramente antiisraelí. Ello no había afectado a la política exterior de Chile ante el Medio Oriente, que había sido de neutralidad o, más bien, de ecuanimidad según el caso.

Por varias razones. La primera, que tenemos sendas colonias judías y árabes (principalmente de origen palestino) que en el siglo XX y hasta ahora han sido no solo parte integrante del país, sino que han contribuido enormemente a nuestro Chile.

La segunda, que en este conflicto eterno hay razones y sinrazones en ambos lados. Se trata de una situación comparable a la que hace más de 100 años tuvimos ante la Primera Guerra Mundial. A estas alturas, ¿quién puede decir que tuvo la razón o fue el único culpable del estallido de 1914?

No se trata de evadir un juicio moral, solo que en este caso no le correspondía efectuarlo al gobierno de Chile. En especial, sería muy imprudente que termináramos por añadirnos al show sudafricano sobre un “genocidio”, palabra que hoy por hoy, de tanto uso y abuso, mengua su significado (en verdad, sucede lo mismo con “perdón”, “memoria”, etc.).

En tercer lugar, en la escena mundial somos pigmeos y poco ganaríamos —salvo para ciertas capillas estruendosas— con una ardiente toma de partido.

La relación de la izquierda chilena con Israel tiene también una primera fuente en la estrecha alianza establecida con EE. UU., que en casi 80 años solo ha crecido, lo que es un blanco para el llamado antiimperialismo, aquel proveniente de una identificación con proyectos revolucionarios o con esa vaguedad que en otra época se llamaba Tercer Mundo.

La segunda fuente es la transformación secular del mundo judío, de ser una minoría perseguida o discriminada, a convertirse en un establishment, sobre todo en el mundo euroamericano, perdiendo su aura de fuente de la izquierda moderna (y de las consabidas versiones supersticiosas de constituir una conspiración judío-bolchevique).

En cambio, a partir de 1948, Israel llegó a ser una democracia altamente desarrollada y una potencia nuclear. Y, salvo en circunstancias especiales, ha sido un aliado no oficial de la Alianza Atlántica.

Todo esto atrajo las iras no solo del nacionalismo árabe, lo que es comprensible, sino del tercermundismo y la izquierda radical, lo que, lo vemos ahora, incluso asoma cabeza en EE. UU.

Es la fuerza silenciosa que anima a nuestra izquierda cultural y política de nuevo cuño —y de antigua data, como el PC— que han movido el eje de valoración, ahora muy crítico de Israel, me parece que injustamente, salvo en lo de la colonización en la Margen Occidental.

Esto es innecesario y hasta dañino para los intereses del país. En los últimos días, el canciller ha insinuado una corrección a esta política. El norte ante el conflicto actual debería ser el rechazo a la agresión de exterminio del 7 de octubre; censurar la respuesta desproporcionada de Israel, y también a Hamas por emplear a su propia población —a la que nunca se ha preocupado de proteger— a modo de escudo humano, casi como deseando que se la sacrifique, haciendo difícil distinguir entre combatiente y no combatiente, base de la práctica humanitaria en los conflictos.

Lo mismo, mantener el principio regulador: si nació Israel, cuyas necesidades de seguridad deben ser atendidas, debe asimismo nacer Palestina como Estado soberano. No será la paz, pero sí su primera piedra. (El Mercurio)

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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A 35 años del ataque a los Cuarteles de La Tablada. Instituto Argentino de Historia Militar

 

                                                            A 35 años del ataque a los Cuarteles de La Tablada

Instituto Argentino de Historia Militar

(1989 – 23 de enero – 2024)

Teniente Coronel (R) Lucas Alejandro Quiroga (*)

El 23 de enero de 1989 se produjo un ataque armado contra los cuarteles de La Tablada, donde tenían asiento el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 y el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 1.

Alrededor de 50 integrantes del “Movimiento Todos por la Patria”, embistieron el portón principal del cuartel con un camión robado y abrieron fuego contra el personal de guardia. Tras ese vehículo, ingresaron otros que trasladaban al grueso de los atacantes, quienes lograron ocupar varios edificios del cuartel.

La defensa fue coordinada por el segundo jefe del Regimiento, Mayor Horacio Fernández Cutiellos. Al mando del personal presente, logró recuperar algunas de las instalaciones tomadas y ganar tiempo para permitir el arribo de refuerzos de otros elementos de la guarnición y del interior del país. Los combates se extendieron hasta aproximadamente las 9 de la mañana del día siguiente, cuando los últimos atacantes, se rindieron ante los efectivos militares.

El accionar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que reaccionó con rapidez, fue decisiva para la recuperación del cuartel.

A 35 años de ese sangriento episodio, rendimos homenaje a los caídos en cumplimiento del deber militar en La Tablada, en respuesta a un ataque producido en plena vigencia de un Gobierno constitucional:

-Teniente Coronel (PM) Horacio Fernández Cutiellos

-Teniente Primero (PM) Ricardo A. Rolón

-Suboficial Principal (PM) Ricardo R. Esquivel

-Sargento Primero (PM) Ramón Orue

-Sargento (PM) José G. Albornoz

-Cabo (PM) Héctor Cardozo

-Cabo (PM) Martín Díaz

-Cabo (PM) Julio Grillo

-Cabo (PM) Tadeo Taddia

POLICÍA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

-Comisario Inspector Emilio García García y

-Sargento José Manuel Soria

(*) Miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.

Fuente:https://www.facebook.com/100064001135442/posts/815336023943095/?mibextid=rS40aB7S9Ucbxw6v

Un aporte de nuestro Pas presidente Humberto Julio Reyes

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¿ANTISEMITISMO OFICIALISTA?. Hernán Felipe Errázuriz

 

                                                                          ¿ANTISEMITISMO OFICIALISTA?

Hernán Felipe Errázuriz

El Mercurio, Columnistas, 13/01/2024

”El Presidente, desde inicios de su mandato, ha humillado y agraviado a Israel y su pueblo”.

La solicitud a la Corte Penal Internacional (CPI) para investigar violaciones a los derechos humanos en territorios palestinos es la culminación de la falta de ecuanimidad del gobierno del Presidente Boric con el Estado de Israel.

El Presidente, desde inicios de su mandato, ha humillado y agraviado a Israel y su pueblo. Su actuar en esta materia es una aberración, no tiene precedente en nuestra historia.

Primero canceló intempestivamente la presentación de credenciales del embajador israelí. A días del ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre, que asesinó a más de mil cuatrocientos judíos y secuestró a otros 240, el Gobierno confusamente equiparó la responsabilidad de Hamas con la de Israel.

Más adelante, el Presidente ordenó el regreso a Chile, sine die, del embajador en Tel Aviv, manteniendo al embajador en Palestina.

Por último, al igual que el Partido Comunista y otros partidos y dirigentes del oficialismo, el Presidente se ha resistido a condenar con claridad las expresiones del alcalde Jadue que promueven el antisemitismo.

El Presidente Boric y sus asesores saben, o deben saber, que el requerimiento ante la CPI difícilmente tendrá efectos en contra de Hamas, que no es un Estado, ni tiene institucionalidad, funciona en el clandestinaje. Así, es posible sostener que la demanda solo tendría por objetivo Israel y sus funcionarios.

El Presidente tampoco parece considerar que su cruzada anti-Israel tiene costos para Chile, nos sitúa en alianzas extrañas, apartándonos de políticas de Estado consensuadas transversalmente, distanciándonos de países afines con los que compartimos valores, intereses y principios.

Innecesariamente nos sumamos a un requerimiento iniciado por Sudáfrica, Bolivia, Djibouti, Bangladesh y Comoros, gobiernos con los que estamos lejos de coincidir en sus prioridades, entre ellas, declararse enemigos de Israel.

Parecería que el requerimiento a la CPI es una decisión personal del Presidente, con asesoría inorgánica, urdida hace más de un año, sin transparencia, en la oscuridad.

La diplomacia profesional probablemente se debe haber opuesto a una iniciativa que más bien parece motivada por razones ideológicas y electorales, que compromete la imagen internacional de Chile.

Recurrir a la CPI en contra de Israel no obedece al respetable compromiso por los derechos humanos, sino a una sostenida política presidencial contra el Estado judío.

El sesgado activismo del Gobierno en esta causa resta fuerza al requerimiento ante la CPI, avala el antisemitismo, degrada a la Cancillería e importa a Chile un conflicto que alienta divisiones al interior de nuestro país, particularmente entre comunidades que por más de un siglo han convivido pacíficamente, con valiosas contribuciones al progreso nacional.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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ISRAEL VS. HAMAS: PREMISAS Y PREGUNTAS SOBRE UNA GUERRA PREVISIBLE. José Rodríguez Elizondo

 

                                                                          ISRAEL VS. HAMAS: PREMISAS Y PREGUNTAS SOBRE UNA                                                                                  GUERRA PREVISIBLE

José Rodríguez Elizondo, Periodista, escritor y Premio Nacional de Humanidades 2021

El Líbero, 15/01/2024

Tras diversas pruebas de desafecto a Israel, nuestro gobierno se ha alineado no con la causa palestina, en general, sino con la causa islámica de Hamas.

La guerra de Israel contra Hamas está preñada de preguntas para quienes quieren entenderla desde la racionalidad. La primera incide en su increíble previsibilidad.

En columnas anteriores dejé en claro (espero) que los políticos israelíes ilustrados la respondían asertivamente: cualquier gran desgracia era previsible.

Con Yitzhak Rabin y Shimon Peres a la cabeza, advertían a religiosos, colonos y rivales políticos -entre los cuales Biniamin Netanyahu- que volver a las fronteras bíblicas era una utopía pues no hay victoria militar eterna sobre adversarios irreductibles.

De esa idea nacieron los encuentros de Madrid de 1991, los Acuerdos de Oslo de 1993 y el reconocimiento de la Autoridad Palestina (AP) liderada por Yasser Arafat. Tragando sapos ideológicos o místicos, todos -israelíes y palestinos- debían negociar “paz por territorios”.

También coincidían en esa previsibilidad los mejores intelectuales israelíes, entre los cuales el prestigioso escritor David Grossman. En su reportaje El viento amarillo -escrito en 1987, vísperas del vigésimo aniversario de la Guerra de los Seis Días- entrevistó a palestinos y colonos de los asentamientos, develando la intensidad de los odios mutuos y el escapismo de “no ver la desgracia que se nos avecina”.

Transcribo las dos siguientes frases de su última página: “La experiencia histórica mundial demuestra que una situación como la que nosotros mantenemos aquí no puede durar mucho tiempo. Y, si dura, exigirá un precio de muerte”.

También incide en la primera pregunta un acontecimiento externo que no se procesó como debía. Me refiero a los atentados de Al Qaeda contra los EE. UU., de 2001, con Osama Bin Laden invocando la causa palestina.

La réplica de George W. Bush, concebida como guerra contra el terrorismo y los países que apoyaban terroristas, prefiguró el nuevo tipo de guerra que hoy se desarrolla en Israel.

El historiador norteamericano Paul Kennedy verificó, entonces, que la simpatía extranjera ante los horrores del fundamentalismo islámico se relacionaba más con la muerte de civiles inocentes que con el apoyo a la democracia norteamericana.

Agregó que la política exterior de Bush se reducía a “ponernos en marcha con un enorme peso militar para destruir demonios como los talibanes y retirarnos luego a nuestras bases y campamentos”.

Como se sabe, los talibanes afganos hoy están de nuevo en el poder.

PREMISAS PARA TERCEROS. En ese marco de previsibilidad, la guerra Israel-Hamas en desarrollo actualizó cuatro advertencias previas para terceros países.

Primera: el conflicto palestino-israelí no sólo es permanente desde la partición territorial dispuesta por la ONU en 1947. Su raíz es bíblica y, por tanto, georreligiosa.

Segunda: Su explosividad bélica es contaminante no sólo a nivel región. Por eso, controlarlo fue parte importante del balance estratégico -el “equilibrio del terror”– de la Guerra Fría. La Unión Soviética apoyaba a la AP y los EE.UU. a Israel.

Tercera: el fin de la Guerra Fría liberó las fuerzas políticas extremas dentro y fuera de Israel. Por una parte, el gobierno de Netanyahu desahució los Acuerdos de Oslo de 1993 y potenció la política de asentamientos en territorios palestinos. Como contrapartida, Hamas potenció su concepto de Dar el Harb (Casa o lugar de la guerra) aplicable a los territorios que no están bajo soberanía del Islam y renovó el compromiso de su Carta de principios: “Israel existirá hasta que el Islam lo destruya”.

Por añadidura, organizaciones fundamentalistas de los países islámicos apoyaron la causa de Hamas contra la causa de la AP.

Cuarta: En ese complejísimo contexto, Chile mantuvo una política de Estado de neutralidad activa. Por una parte, apoyaba los Acuerdos de Oslo y la definición onusiana sobre fronteras seguras para Israel y la creación de un Estado Palestino independiente. Por otra parte, reflejaba un interés nacional concreto: evitar que el conflicto contaminara, malograra o exasperara la relación interna entre las comunidades de chilenos árabes y judíos.

Como hechos en esa línea, el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle negoció con la AP de Arafat la apertura de una oficina no diplomática en Ramallah y el gobierno de Sebastián Piñera reforzó a la debilitada AP de Mahmoud Abbas mediante un reconocimiento retórico de estadidad.

Nota: dicho reconocimiento fue retórico, en cuanto indiferente para Israel, la potencia geográfica y ajeno para los Estados que se rigen por el principio de efectividad.

Traduzco: la AP no tenía control total sobre el territorio reclamado y la dualidad del poder palestino, ante la emergencia de Hamas en Gaza, le impedía el mínimo necesario de gobernabilidad.

CONCLUSIONES A INICIOS DEL MILENIO. En 2001, con base en esas cuatro premisas y tras cumplir una misión diplomática en Israel, produje ocho y media conclusiones, que actualizo a continuación, con algunas glosas entre paréntesis:

PRIMERA. Ante las polarizaciones internas en ambas partes, los negociadores de Oslo no hicieron docencia masiva sobre el requisito esencial de cualquier negociación: que las partes renuncien a la pretensión de imponer sus posiciones máximas.

Si nada hay que conceder, las conversaciones coexisten con atentados y represalias y cualquier avance puede adjudicarse más a la violencia que a la diplomacia.

SEGUNDA. Un proceso concesivo de negociación implicaba riesgos personales para los negociadores y mandantes. Las fuertes minorías adversas a Oslo demostraron que no sólo podían socavar las confianzas políticas respectivas, sino que podían llegar al magnicidio.

Fueron los casos de Arafat, cada vez más irrelevante en la población palestina y del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, asesinado por un religioso judío.

TERCERA. Los riesgos políticos de las negociaciones derivadas de Oslo, como las de Camp David II, lucían más altos en lo sistémico para los palestinos de Arafat, que para el entonces primer ministro israelí Ehud Barak.

Aquel debía negociar un proyecto de Estado sin Ejército profesional, sin institucionalidad democrática y con la oposición activa de Hamas y las organizaciones fundamentalistas apoyadas por Siria, Irak, Irán y Al Qaeda.

Por eso, Barak pudo arriesgar el fin anticipado de su mandato (lo que sucedió).

Tácitamente, entendía que su fracaso diplomático no amenazaba la sobrevivencia de un Estado con cinco décadas de vigencia, un poder militar sofisticado y un sistema democrático que garantizaba la alternancia.

CUARTA. Con todo, el fracaso de Camp David II abrió nuevas posibilidades para negociaciones futuras. Las concesiones posibles, que planteó Barak y el silencio con que las recibió Arafat, sugerían un comienzo de desbloqueo de las posiciones maximalistas.

Parecía lógico volver a ese momento, en negociaciones futuras, para llegar a un consenso que permitiera estructurar un Estado Palestino viable, yuxtapuesto a un Israel seguro.

Sin embargo, a esa altura la fundamentalista Hamas, con su política de liquidar Israel, concitaba mayor apoyo palestino que la AP.

QUINTA. El frustrado proceso de paz marcó un gran desfase cultural entre cúpulas políticas y bases sociales de ambas partes, confirmando, a) que las mayorías débiles deben transformarse en mayorías fuertes si quieren imponer proyectos de envergadura total y b) que para ello no sirve el liderazgo autoritario ni basta el trabajo político orientado hacia las elecciones próximas.

SEXTA. El conflicto no puede ni debe ser analizado sólo desde los prismas políticos, económicos, jurídicos y sociológicos de las democracias occidentales.

Cualquier análisis que se pretenda válido, debe dar cuenta de sociedades donde la religión no se mantiene sólo en el ámbito privado y/o donde lo político-cultural depende de lo cultural-religioso.

SÉPTIMA. En el marco de la post Guerra Fría sigue vigente el compromiso de los EE. UU. con cualquier proceso de paz en el Medio Oriente.

Sus gobernantes, por serlo de una superpotencia única (en la época lo era), no pueden aspirar a roles de simple observador. Bin Laden ya demostró al liderazgo norteamericano que era inútil tratar de eludir un conflicto, si el conflicto no quiere eludir a los Estados Unidos.

OCTAVA. La AP podrá declarar la estadidad palestina de manera unilateral (es lo que hizo), pero sólo con efectos retóricos.

La viabilidad de un futuro Estado Palestino sigue dependiendo de un relanzamiento del proceso de paz, con apoyo internacional y con un claro rechazo a las pretensiones tutelares de los fundamentalismos islámicos.

En esa línea los sucesores políticos de Arafat deben fortalecer su ascendiente social interno, para contener a las organizaciones palestinas que aplican métodos terroristas.

El gobierno de Israel, por su parte, debiera valorar con realismo la vigencia de la AP, evitando impulsarla a la órbita de las organizaciones fundamentalistas.

PREMISAS ACTUALES. 23 años después, con la guerra de Israel contra Hamas en desarrollo, la enorme complejidad del conflicto se ha convertido en un misterio mayor. Lo sintetizo con dos nuevas premisas que originan nuevas interrogantes:

Premisa 1. Geopolíticos y filósofos del Derecho dicen que reconocer a fuerzas insurgentes como poder beligerante presupone un estado de guerra civil, que puede asumir el carácter de una guerra internacional.

Premisa 2. Para ese efecto, los insurgentes deben tener un gobierno, una organización militar y dominar una parte del territorio del Estado enemigo, que así muta en teatro de operaciones.

A partir de premisas de ese tipo, Hans Kelsen, uno de los más célebres iusfilósofos del siglo pasado, formuló la siguiente conclusión en su Teoría General del Derecho y del Estado: “Por el dominio efectivo del gobierno insurgente sobre una parte del territorio y del pueblo del Estado envuelto en la guerra civil, fórmese una entidad que realmente se parece a un Estado”.

Las interrogantes derivadas son las siguientes:

  • Netanyahu, al declarar la guerra a Hamas… ¿no está reconociendo a esa organización como un poder beligerante con gobierno, territorio y fuerza militar propios?
  • A la inversa de los reconocimientos retóricos de estadidad… ¿No estamos asistiendo al reconocimiento de un Estado palestino real con sede en Gaza y con efectividades de soberanía?
  • De entenderse así… ¿no sería una gran paradoja, dado que Netanyahu llegó al poder para negar la posibilidad de un Estado palestino independiente?
  • En ese contexto y de mantener su política… ¿Puede subsistir la AP como representante legítima de un sector palestino?

INTERROGANTE DE CIERRE. Lo anterior basta para entender lo problemático o lo simplemente ideológico de los alineamientos externos sobre la guerra en desarrollo.

Sus portavoces raramente están informados de la Historia aquí esbozada, coexisten mal con principios pacifistas de la Carta de la ONU y es muy difícil que, fuera del Medio Oriente, representen intereses nacionales.

Por lo mismo, la gran interrogante que formulo a fin de columna se relaciona con el brusco cambio de la política exterior de Chile.

En efecto, tras diversas pruebas de desafecto a Israel, nuestro gobierno se ha alineado no con la causa palestina, en general, sino con la causa islámica de Hamas. Para ese efecto, está actuando ante jueces internacionales, “para investigar los crímenes que se cometen en el Territorio Palestino Ocupado”. Por el momento, lo acompañan en esta empresa judicial Sudáfrica, Bangladesh, Bolivia y Comoras.

Como era de esperar, los chilenos de la comunidad judía han protestado públicamente pues “Chile ha tomado el claro camino de enemistarse con Israel”, soslayando que Hamas inició la agresión y fomentando el antisemitismo en el país

Ante estos desarrollos, la pregunta doméstica y final es la siguiente:

¿Estamos ante una nueva política exterior de Estado, una política exterior de gobierno o una política exterior presidencial?

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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COMUNIDAD JUDÍA SE RESTA DE ACTO DE LA CANCILLERÍA TRAS ACCIONES DE BORIC SOBRE ISRAEL. Alonso Vatel

 

                                                                      COMUNIDAD JUDÍA SE RESTA DE ACTO DE LA CANCILLERÍA                                                                               TRAS ACCIONES DE BORIC SOBRE ISRAEL

Alonso Vatel

La Tercera PM, 16/01/2024

A través de una carta enviada al canciller Alberto van Klaveren, la organización transmitió que no participará de la conmemoración a las víctimas del holocausto, que anualmente realiza la cartera. Esto, luego que el gobierno decidiera realizar una presentación ante la Corte Penal Internacional para que se investigue la situación de Palestina en Gaza. “El Presidente de la República no ha tenido una sola palabra de condena para estos acontecimientos que afectan directamente a los chilenos de origen judío”, dice la misiva.

A través de una carta dirigida al ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, la Comunidad Judía informó durante esta jornada que no asistirá al tradicional acto de conmemoración que organiza la Cancillería contra el holocausto, programado para el próximo 27 de enero.

Esto, como señal de molestia a la actitud que ha adoptado el Ejecutivo en medio del conflicto entre Israel y Palestina. “Esta conmemoración, que es la ocasión para recordar a las víctimas y su dolorosa experiencia, es también la oportunidad de renovar el compromiso de “nunca más”, que, en esta ocasión, suena vacío”, parte diciendo el texto.

En la misiva se explica que, a partir del ataque de Hamas del 7 de octubre, en Chile “hemos sido testigos de actos y dichos que replican los prejuicios y ataques sufridos por los judíos en los años 30″. Al respecto, se dice que “el Presidente de la República no ha tenido una sola palabra de condena para estos acontecimientos que afectan directamente a los chilenos de origen judío”.

También se reprocha que, según ellos, el gobierno no ha condenado con la suficiente fuerza el ataque de Hamas a Israel.

La carta se envía dos días después de que Boric señalara, desde Guatemala, que “la gran mayoría de los países del mundo se ha manifestado a favor de un cese al fuego ya y de una solución política entre Israel y el pueblo palestino, que solo se va a solucionar con dos Estados que sean seguros y con fronteras mutuamente acordadas”.

El Mandatario también declaró que “prácticamente todas las viviendas han sido destruidas y 1,5 millones de personas no tienen dónde dormir y muy poco que comer” y que “Gaza está peor que Berlín en 1945″.

Sobre esto, en la carta enviada hoy, la Comunidad Judía considera que “las últimas declaraciones del Presidente Boric, donde anuncia acciones en contra de Israel y no de Hamas, y compara a Gaza con la Berlín del año 1945, no hacen otra cosa que avalar la pretensión de exterminio de dicho grupo terrorista y banalizar el genocidio de 6 millones de judíos, un millón de gitanos, 250 mil personas discapacitadas y nueve mil homosexuales que fueron asesinados por los nazis y sus colaboradores, así como seguir alimentando un discurso de odio y antisemitismo en nuestro país”.

La molestia de la Comunidad Judía se produce en el contexto en que la semana pasada el embajador chileno en los Países Bajos, Jaime Moscoso, asistió a la primera audiencia convocada en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya con motivo de la demanda presentada por Sudáfrica en contra de Israel por “actos de carácter genocida”.

En ese escenario, la embajadora ante la ONU, Paula Narváez, declaró en ese organismo que “Chile no permanecerá indiferente frente a la actual situación y al dolor del pueblo palestino” y anunció que se presentará la remisión de la situación de Palestina a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI), para que “se investiguen los crímenes internacionales que se cometen en los territorios palestinos ocupados”.

Además, ocurre tras varias declaraciones del Presidente, en las cuales ha endurecido el tono en contra de Israel, haciendo guiños a Palestina.

El año pasado la ceremonia de conmemoración se realizó en el Ministerio de Relaciones Exteriores y contó con la presencia de los entonces ministros de RR. EE. y Educación, Antonia Urrejola y Marco Antonio Ávila, respectivamente, además de representantes del cuerpo diplomático y de miembros de la Comunidad Judía.

Ahora, la Comunidad Judía considera que su presencia en la conmemoración que va a realizar el Ejecutivo avalaría su agenda, la que, según ellos, “resulta en la vandalización de sinagogas, amenazas y agresiones a instituciones y personas de nuestra comunidad”.

Las Naciones Unidas instauraron en 2005 el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, el cual se rememora el 27 de enero.

La fecha recuerda la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau por el ejército soviético a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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