Seguridad y defensa

¿POR QUÉ IMPORTA EL CASO DEL SUBSECRETARIO EIDELSTEIN?

¿POR QUÉ IMPORTA EL CASO DEL SUBSECRETARIO EIDELSTEIN?

Richard Kouyoumdjian Inglis 

El Mostrador, 12/10/2022

Recientemente hay muchos que han quedado preocupados por informaciones de que el señor Galo Eidelstein (PC), subsecretario para las Fuerzas Armadas, estaría buscando revisar los programas de estudio de las instituciones de la Defensa Nacional más allá de lo que se refiere a los temas específicos de género y de derechos humanos, los cuales están incorporados como algo mandatorio en varios de los programas del Gobierno del Presidente Boric.

Si lo anterior es así como se indica, quizás sea conveniente que los que tienen la responsabilidad de fiscalizar el trabajo del Ejecutivo y sus ministerios dependientes –el Congreso y la Contraloría General de la República– revisen que ello se ajuste a derecho y sea parte de las atribuciones del subsecretario Eidelstein.

Si el objetivo es solo informarse de lo que hacen, no veo cuál es el problema, pero si hay algo más detrás de esto, como muchos sospechan que lo puede haber, ya que está enviando observadores a algunos de los cursos que se realizan, entonces la alarma pública no es tan exagerada y están bien las reacciones que hemos visto en distintos medios de prensa, que incluyen la exigencia de anular lo solicitado a los institutos armados, incluyendo la asistencia de sus “Comisarios u Observadores Políticos”.

El problema es que el PC, partido al que pertenece el subsecretario en cuestión, tiene una larga historia en lo que se refiere a buscar anular o eliminar a las Fuerzas Armadas chilenas, ya que las ven como un elemento que les impide el libre acceso al poder político en la forma en que ellos lo entienden, y es por eso que, toda acción que se vea como destinada a ello, es rechazada por muchos compatriotas que no comulgan con las ideas del PC o de organizaciones con propuestas políticas similares.

No solo debemos tener cuidado con los usos que les damos a las Fuerzas Armadas, particularmente fuera de sus ámbitos tradicionales, sino más aun, debemos tener cuidado con dar facilidades para que se hagan de ellas para fines distintos a sus propósitos primarios o las busquen neutralizar por la vía de modificar sus programas de estudios, permitiendo ello el libre acceso al poder político de quienes no entienden la democracia en la misma forma que la gran mayoría de los chilenos, y que requieren del uso de la fuerza para sus fines o, bien, de su anulación para tener camino libre.

Las Fuerzas Armadas tienen junto a las policías el monopolio del uso de la fuerza del Estado, y eso por ello que se debe tener especial cuidado de que no sean capturadas por partidos u organizaciones políticas que las quieran usar para sus propios fines.

Para minimizar la probabilidad de que ello ocurra, es que es necesario que los aspectos fundamentales de las instituciones de la Defensa sean de rango constitucional, y que los detalles no vayan en leyes o decretos de categorías menores, o dentro de las facultades administrativas de un subsecretario.

La correcta supervisión del Congreso y del organismo Contralor ayuda a que las cosas no se salgan de su correcto cauce.

Adicionalmente, no ayuda el que los últimos gobiernos, sean de diestra o siniestra, hayan utilizado a las Fuerzas Armadas tan intensivamente para claros propósitos políticos que no son los principales a los que se deben dedicar, al punto que se hace difícil ver que gobiernos como el de Boric se puedan sostener en el poder hasta completar su periodo constitucional de 4 años, sin los institutos armados realizando labores de seguridad interior en zonas que están bajo Estados de Excepción Constitucional que se dan por la acción de insurgentes y delincuentes que se aprovechan del desmadre o, bien, apoyando a las policías en el resguardo de nuestras fronteras que están bajo un alto grado de estrés.

En ese mismo sentido, tan necesarias les resultan a los políticos, que ahora insisten nuevamente en un proyecto de resguardo de infraestructura crítica, que obviamente sea realizado por militares, marinos y aviadores, el cual vuelve a alejar a las instituciones de sus roles primarios, pero con el agravante de que rebaja las exigencias de supervisión del Congreso al correcto uso que se les debe dar, más aún cuando es para fines de seguridad interior.

En conclusión, no solo debemos tener cuidado con los usos que les damos a las Fuerzas Armadas, particularmente fuera de sus ámbitos tradicionales, sino más aun, debemos tener cuidado con dar facilidades para que se hagan de ellas para fines distintos a sus propósitos primarios o las busquen neutralizar por la vía de modificar sus programas de estudios, permitiendo ello el libre acceso al poder político de quienes no entienden la democracia en la misma forma que la gran mayoría de los chilenos, y que requieren del uso de la fuerza para sus fines o, bien, de su anulación para tener camino libre.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional

Seguridad y defensa

EDUCACIÓN MILITAR: EL NUEVO FRENTE QUE COMPLICA LA RELACIÓN GOBIERNO – FF. AA.

EDUCACIÓN MILITAR: EL NUEVO FRENTE QUE COMPLICA LA RELACIÓN GOBIERNO – FF. AA.

Matías Bakit y Juan Pablo Guzmán

El Mercurio, Reportajes, 09/10/2022

“Pasamos de estado de emergencia a estado de shock”. Así recuerda un integrante de las Fuerzas Armadas la sensación que hubo, tanto entre los funcionarios activos como entre los retirados, cuando se supo, el 1 de febrero de este año, que el nuevo subsecretario de FF. AA. sería el ingeniero académico y profesor comunista Galo Eidelstein.

Conocido por ser exvicerector de Finanzas de la Universidad Arcis en el período de la crisis económica del establecimiento, tenía un conocimiento previo del área defensa, pues fue el primer militante comunista en cursar el Magíster de Seguridad y Defensa en la Anepe, entre 2000 y 2002, donde se graduó con calificación máxima, con la tesis “Estrategia total, una visión crítica”.

Congregaba una mezcla de ideologías e interés en el área que en las fuerzas armadas veían con temor. No pocos auguraban que tendría ganas de “hacer cambios”.

Según altas fuentes consultadas por Reportajes, estos temores se vieron refrendados desde los primeros días del nuevo gobierno, cuando en las reuniones de saludo y presentación, centró sus preguntas a los comandantes en jefes en la educación, un ámbito especialmente sensible para el mundo militar.

Luego, la confianza disminuyó aún más cuando se supo de la salida de 72 funcionarios de la subsecretaría, que fueron reemplazados solo por civiles. Entre ellos, según constató “El Líbero” en mayo pasado, 10 militantes del PC.

Pero lo que hizo que todas las alertas saltaran ocurrió en julio y septiembre, meses en los que el subsecretario firmó dos documentos que, de acuerdo con fuentes relacionadas con el mundo militar, apuntarían a lograr una mayor influencia en el llamado “corazón” de la carrera castrense: precisamente, la educación.

Es un tema que inquieta a muchos, incluidos los comandantes en jefe.

La resolución de la polémica. Era casi agosto de este año cunado los comandantes en jefe de las tres ramas de las fuerzas armadas se enteraron de un resolución exenta, emitida el 20 de julio por el subsecretario Eidelstein, en la que se modificaba el funcionamiento de la Unidad de Educación Militar, dependiente de la cartera.

Un departamento que, según consta en sus objetivos específicos -mencionados en el documento- busca, entre otras cosas, “proponer al subsecretario para las Fuerzas Armadas directrices educativas para las instituciones de educación de las Fuerzas Armadas”; “Realizar estudios en materias de educación militar, que contribuyan a la toma de decisiones y generación de directrices” y “apoyar el desarrollo de la Política Militar en lo que respecta a la Política de Educación Militar”.

No es todo.

En septiembre, se prendieron las alarmas entre los comandantes en jefe. Había llegado una solicitud, desde la Subsecretaría de Fuerzas Armadas, para pedir que le enviaran el listado de profesores, los planes de estudio y la bibliografía de las instituciones educativas de las ramas, al nuevo encargado comunista de la Unidad de Educación Militar. Algo que muchos desde este mundo, ven como un primer paso del gobierno para aumentar su influencia en los organismos castrenses.

Pocos meses después, como complemento a esa resolución, llegaría otra que generó aún más preocupación en las FF. AA.: una solicitud formal de información a cada institución.

La subsecretaría pedía el listado de profesores de las escuelas matrices, junto a sus currículums y situación contractual; los planes de estudio de cada asignatura que se imparte en las escuelas de oficiales y suboficiales y la bibliografía existente en las bibliotecas de estas.

Para nadie pasó inadvertido que se especificaba que los documentos se le debían entregar directamente, vía digital a otro militante comunista, el nuevo encargado de la Unidad de Educación Militar, Ernesto Uribe Cifuentes, profesor, con títulos en la USACH y la Universidad de Playa Ancha, y que trabajó entre 2015 y 2018 en el ministerio de Desarrollo Social dirigido por Marcos Barraza, exconvencional y también destacado dirigente del PC.

Tras esto, en las fuerzas armadas hubo reuniones. Y consultas. Incluso, ante la preocupación “totalmente compartida” de los comandantes en jefe. Se le hizo saber al “poder político” de la molestia e inquietud.

En concreto, según un entendido en el tema, se teme que en la resolución haya un intento de “integrar contenido político e ideológico” a las mallas, con el objetivo de tener “mas control sobre la formación, a largo plazo.

Si bien esta intención es negada por el subsecretario Eidelstein, lo cierto la confianza no abunda entre Apruebo Dignidad y las fuerzas armadas. Algo que en este último mundo refrendan al recordar lo que dice el programa e gobierno del presidente Boric al respecto. “Los proyectos educativos institucionales y sus respectivos planes curriculares deben ser autorizados por el ministerio de Defensa en consulta con el ministerio de Educación y deberá incorporar una perspectiva de género y de DD. HH. dando base a un perfil de egreso básico y común”.

Igualmente, otro punto que genera interrogantes es que la citada unidad existe desde 2017, creada en la segunda administración de Michelle Bachelet. Algo que hace preguntarse a algunos ¿Por qué la modifican ahora?

Unidad ¿Técnica o política. “Cuando me nombraron subsecretaria, yo di impulso a esta unidad dependiente de mi gabinete, para revisar políticas institucionales, fundamentalmente el tema de los Derechos Humanos”, recuerda la presidenta del PS, Paulina Vodanovic, quién en 2027, cuando era subsecretaria, fue la encargada de crear la unidad de Educación militar. Agrega que las organizaciones educativas castrenses “no tenían políticas educativas en DD. HH. Ni género. Por eso, hicimos el trabajo de levantar toda la información, de trabajar con las divisiones de educación y modificar los planes de estdio”.

Fuentes conocedoras del funcionamiento de los departamentos educacionales del mundo militar cuentan que en aquella época la intención ya generó algo de “molestia”. Sin embargo, en ese momento, la buena relación entre el gobierno y los militares logró moderarla.

Más aún, muchos especialistas en el tema recuerdan que el departamento en cuestión “solo tenía competencias técnicas”, o de “coordinación entre las Fuerzas Armadas, Defensa y otros ministerios”. Algo que se mantuvo e incluso se moderó aún más, en la administración Piñera.

Es precisamente por eso que hoy “llama la atención e inquieta” que haya una intención de modificar su funcionamiento. “¿Por qué cambiar lo que funciona bien?”, se pregunta un oficial en retiro.

Otra fuente especifica que “el gobierno puede tener un rol coordinador, sugerir, conversar sobre nuestra educación, pero no ordenar. Esto debido a la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que dice específicamente, en su artículo 18, que la formación y perfeccionamiento del personal de planta de las Fuerzas Armadas será impartida por las propias instituciones de acuerdo con sus propios planes y programas de estudio”.

Sin embargo, otros advierten que “esto podría ser el primer paso” para cumplir otra de las promesas de gobierno. Precisamente, modificar la citada Ley Orgánica.

Es algo que en el mundo político también preocupa.

Para el diputado integrante de la comisión de Defensa Miguel Becker, “el trabajo que implica la elaboración de la educación militar responde a un nivel muy técnico y altamente especializado. ¿Con qué conocimiento y finalidad quieren revisarlo”?

En esta línea, el presidente de la misma comisión, Andrés Jouannet, ve la situación con cautela. “Esto de meterse en los cambios curriculares de las FF. AA. no contribuye, dado el problema de gobernabilidad que tenemos”. En contraste, su par en el Senado Francisco Huenchumilla no ve problema alguno. “La educación tiene que estar actualizándose conforme al mundo que cambia, y se han producido en el mundo muchos cambios, por lo cual es necesario contar con fuerzas armadas moderna”, expresa.

Mientras, el exministro de Defensa Jorge Burgos opina que “si bien no tengo elementos para decir que se quiere ideologizar a las FF. AA., siempre hay que estar atentos, porque son una institución que requiere de mucho cuidado en su funcionamiento para que no se vean afectadas por doctrinas ultraizquierdistas o ultraderechistas”.

Es este último el tema que mas preocupa al mundo militar. Y si bien el subsecretario Eidelstein ha intentado generar lazos y desmentir posibles “intenciones ideológicas”, la desconfianza esta sembrada. Y el frente de conflicto, totalmente desarrollado.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional

Seguridad y defensa

COMPETENCIA NACIONAL DE TANQUES

COMPETENCIA NACIONAL DE TANQUES

Comando de Operaciones Terrestres, Ejército de Chile, 05/10/2022

Luego de tres exigentes jornadas, la tripulación representante de la 2da Brigada Acorazada “Cazadores”, obtuvo el primer lugar de la competencia nacional de tanques 2022, que se llevó a cabo en Antofagasta y que midió las habilidades táctico técnicas de seis tripulaciones de Leopard 2A4, pertenecientes a unidades blindadas del país .

Los flamantes ganadores; puntearon el mayor registro en la sumativa de las pruebas, donde el trabajo en equipo; la precisión; los conocimientos, el manejo del material, la adrenalina y el gran despliegue físico; marcaron la tónica de este singular y exigente certamen institucional.

Junto con felicitar a la tripulación ganadora y a todos los efectivos que participaron de la competencia; el Comandante en Jefe del Ejército de Chile, destacó el nivel de los competidores y el estándar operativo de la 3era Brigada Acorazada “La Concepción”, unidad que organizó y materializó, en su zona jurisdiccional, el evento.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional

Seguridad y defensa

DEBATE SOBRE DEFENSA, FUERZAS ARMADAS Y ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL

DEBATE SOBRE DEFENSA, FUERZAS ARMADAS Y ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL

Miguel Navarro Meza

El Mostrador, 05/10/2022

En una reciente columna de opinión publicada en este medio, Eduardo Santos fundamenta su argumentación en una serie de premisas acerca de la Defensa Nacional que resultan, al menos, altamente discutibles y muy posiblemente carentes de efectivo anclaje, por lo que resulta necesario ponderarlas cuidadosamente.

Las premisas esgrimidas por Santos son tres: la pretendida falta de cuestionamiento a los planteamientos que sobre las Fuerzas Armadas contenía la propuesta constitucional rechazada en el plebiscito del 4 de septiembre pasado, permitiría inferir que “cuentan con una amplia aprobación de los chilenos”, lo que habilitaría pasar de ahí a estadios superiores del debate respectivo; en segundo término, argumenta el autor en torno a la existencia de una zona de paz en la región sudamericana y, asociado a esto, una pretendida inmunidad local frente a los riesgos y tendencias de los esquemas globales de seguridad; y, en tercer lugar, plantea la existencia un inaceptable nivel de autonomía militar –que la propuesta constitucional se encargaba de superar– y, por lógica inversa, una incapacidad jurídica de las autoridades políticas de conducir la Defensa y a las Fuerzas Armadas.

Ponderando cada una, se advierte cuán discutibles resultan. Desde luego, y más allá de lo inoficioso que resulta intentar dilucidar cuáles aspectos de la fallida propuesta constitucional pudieron haber contado con aprobación ciudadana pese al rechazo del conjunto, y anclar esta argumentación en una pretendida falta de cuestionamiento público, es un hecho que sí hubo instancias de análisis y debate acerca de lo que el proyecto constituyente planteó sobre la Defensa y las Fuerzas Armadas, solo que no fueron masivas ni de gran connotación mediática.

Por el contrario, fueron reflexiones de alto nivel académico y político, pero desarrolladas en escenarios más especializados.

Ahora bien, una mirada somera a las realidades estratégicas regionales evidencia cuán alejadas están del concepto de zona de paz. Faltan los tres elementos básicos: no hay una identidad común de seguridad, la región carece de una institucionalidad de Seguridad y Defensa y, además, subsisten las agendas de seguridad propias de cada país. La cuestión de la zona de paz debe ser ponderada con extremada precisión conceptual y política, y en esto no caben ni los exitismos ni los apresuramientos, todo lo cual se aplica en la especie a la situación de seguridad de Chile.

Por lo demás, algo similar ocurrió con los planteamientos constituyentes relacionados con la Política Exterior y la diplomacia. Esto, en el fondo, obedeció a que tanto la Política de Defensa como la Política Exterior constituyen lo que Edmonds califica como high politics, es decir, políticas públicas de alto contenido técnico, que deben ser definidas por burocracias expertas y no son susceptibles de decisiones corporativas.

Por otra parte, cuestiones como la plurinacionalidad tenían efectos significativos sobre la Función de Defensa, la estrategia nacional y la seguridad nacional y estos  fueron objeto de debates y cuestionamientos intensos durante todo el proceso.

En consecuencia, en modo alguno puede argumentase que la falta de debates masivos y mediáticos específicos impliquen una aceptación, por parte de la ciudadanía, de los planteamientos sobre Fuerzas Armadas y la Función de Defensa contenidos en el proyecto constitucional.

Tampoco el tema de la zona de paz presenta mucha solidez, como no sea meramente retórica. En el campo de los estudios estratégicos, la aproximación al concepto de zona de paz es difusa.

No existe una descripción ampliamente aceptada del mismo y más bien tiende a identificárselas en torno a iniciativas regionales específicas. Una cuestión central en esto es su institucionalidad.

Una zona de paz requiere de una arquitectura política y diplomática en la cual sustentarse. A falta de esta, se mantendrá solo en el discurso.

De ahí que puedan ser asociadas a las Comunidades de Seguridad, concepto acuñado originalmente por Karl Deutsch y luego reformulado y ampliado por Adler y Barnett. En esta lógica, una zona de paz sería la resultante natural de la existencia de una comunidad de seguridad.

Considerando los diversos elementos y perspectivas sobre el concepto, es posible describir a las comunidades de seguridad como estructuras interestatales en las cuales sus integrantes han asumido en forma permanente el diálogo y la negociación como forma de dirimir sus diferencias y, al mismo tiempo –y esto es de la esencia del concepto–, han descartado el uso de la fuerza entre ellos.

Las comunidades de seguridad descansan, más allá de los instrumentos jurídicos que las crean y sostienen, en elementos fundamentalmente subjetivos, especialmente la existencia de una identidad común de seguridad –es decir, la adopción de prácticas y doctrinas comunes en la materia– ,visiones estratégicas y políticas de Defensa compartidas y, en sus formas más desarrolladas, una ausencia de agendas de seguridad propias, las que se transfieren a la comunidad.

De igual modo, supone que los Estados que las componen hayan descartado real y definitivamente sus hipótesis de conflicto recíprocas y hayan ajustado su planificación militar y desarrollo de fuerzas a esta realidad.

Ahora bien, una mirada somera a las realidades estratégicas regionales evidencia cuán alejadas están del concepto de zona de paz. Faltan los tres elementos básicos: no hay una identidad común de seguridad, la región carece de una institucionalidad de Seguridad y Defensa y, además, subsisten las agendas de seguridad propias de cada país.

La cuestión de la zona de paz debe ser ponderada con extremada precisión conceptual y política, y en esto no caben ni los exitismos ni los apresuramientos, todo lo cual se aplica en la especie a la situación de seguridad de Chile.

Finalmente está el tema de la presunta autonomía militar. También en esto la evidencia muestra un cuadro distinto.

Desde luego, a lo largo de la historia republicana del país, el estamento político ha conducido eficazmente la Función de Defensa y a las Fuerzas Armadas. La mayoría de los 56 ministros de Defensa nombrados entre 1932 y 2022 –excluyendo el régimen militar– han sido civiles (75%).

Esto consolidó una tendencia que se acuñó ya en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la generalidad de los ministros de Guerra y Marina fueron civiles, incluyendo, desde luego, los ministros en campaña durante la Guerra del Pacífico. Podría argumentarse y no sin razón, que hasta la promulgación de la Ley Nº 20.424, en 2010, la conducción de la Defensa que podía efectuar el ministerio era más bien nominal.

Sin embargo, los 9 ministros que han ejercido el cargo desde entonces –tres en la primera administración Piñera, dos en la segunda administración Bachelet, tres en la segunda administración Piñera y una en la administración actual– y los 5 subsecretarios de Defensa y 6 subsecretarios para las Fuerzas Armadas que han conducido la Defensa en sede política, han tenido y tienen a su disposición las amplias facultades jurídicas y capacidades materiales que la citada ley franqueó al Ministerio de Defensa y han hecho uso pleno de las mismas.

La aprobación de la Ley Nº 21.174, que reemplazó al Sistema de la Ley del Cobre, el Libro de la Defensa 2017 y la Política de Defensa Nacional 2020, de reciente publicación –que, dicho sea de paso, no tiene nada de “fracasada” como argumenta Eduardo Santos–, dan buena cuenta de esto.

De ello se sigue que, al dotar la Ley Nº 20.424 al Ministerio de Defensa de todas las potestades normativas y materiales para conducir la Defensa en sede política y estratégica, ha puesto la responsabilidad firmemente en el campo de los civiles que han de ocupar los cargos correspondientes, los que, en general, han servido con prudencia, sapiencia y discreción.

Por lo mismo, no cabe hablar de una presunta –o quizás mítica– autonomía militar.

En síntesis, los futuros debates sobre la Defensa, las Fuerzas Armadas, una estrategia nacional de Seguridad y Defensa –aún pendiente– y la institucionalidad superior de la seguridad nacional, deben necesariamente partir de planteamientos realistas y objetivos, carentes de voluntarismos y exitismos, especialmente considerando el deterioro de los esquemas de seguridad internacional, el debilitamiento del multilateralismo y el cuestionamiento a la institucionalidad internacional de seguridad, fenómenos, todos, a los que ni la región ni Chile están ajenos o resultan inmunes a ellos.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional

Seguridad y defensa

MÁS ALLÁ DEL CIBERESPIONAJE

MÁS ALLÁ DEL CIBERESPIONAJE

Heraldo Muñoz, excanciller de Chile entre 2014 y 2018

El Mercurio, Columnistas, 01/10/2022.

El ataque cibernético, o “hackeo”, a miles de correos electrónicos del Estado Mayor Conjunto de la Defensa, así como hackeos similares al Poder Judicial y al Servicio Nacional del Consumidor, han puesto en la agenda pública un fenómeno que ya viene ocurriendo desde hace tiempo: el ciberespionaje, los ataques de ransomware por parte de piratas cibernéticos, las estafas tipo phishing y la vulneración de la privacidad de las personas en la era digital.

Se ha vuelto habitual conocer no solo la difusión masiva de fake news, sino la activación de olas de espionaje global, mientras los ciberataques han enfrentado a EE.UU., Rusia y China, entre otros.

Las grandes empresas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft supuestamente emergieron para acercar a la gente de todo el mundo y han significado grandes ventajas de conectividad, especialmente durante la pandemia del covid-19; pero han derivado en conglomerados que utilizan los datos personales de sus usuarios para afectar las inclinaciones políticas y sociales de la ciudadanía.

La compraventa de los datos personales de los usuarios, fuera de plantear el reto de la privacidad, evidencia que se ha conformado un “mercado de futuros conductuales”. Los datos son la mercancía que se intercambia de manera opaca, sin que la persona lo sepa.

”Nuestro país está atrasado en legislar sobre ciberseguridad. Una ley marco sobre ciberseguridad aún sigue en discusión en el Congreso”.

La injerencia rusa y de Cambridge Analytica en la elección que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, y la responsabilidad que tuvo Facebook en la difusión de noticias falsas, debido a la violación de la privacidad de los usuarios de la red, cambiaron la historia de la democracia.

La vigilancia masiva de nuestros tiempos se realiza mediante la recolección de información de audio, visual, termal, biométrica y de locaciones. La tecnología de software de reconocimiento facial es de las herramientas más poderosas de la tecnovigilancia.

En febrero de 2022, The Washington Post informó que la compañía de reconocimiento facial Clearview AlI estaba en condiciones de conseguir almacenar, en el plazo de un año, 100 mil millones de fotos de rostros, lo suficiente como para asegurar que casi toda persona en el mundo será identificable.

Recientemente, se descubrió que el programa informático Pegasus de la firma israelí NSO Group, instalado en teléfonos móviles, tanto Android como iPhone, ha sido utilizado en 40 países para extraer mensajes de texto, fotografías, contactos, e incluso para escuchar conversaciones de los propietarios.

La peligrosidad de Pegasus es que no requiere acción alguna de parte del usuario de un celular para que el aparato sea hackeado por el programa de espionaje. Entre las víctimas de Pegasus están nada menos que el Presidente de Francia, Emmanuel Macron; el Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y al menos otros 13 jefes de Estado o de Gobierno.

Los teléfonos de cercanos al periodista saudita Jamal Khashoggi, asesinado y descuartizado en el consulado saudita en Estambul, también estaban pinchados con Pegasus.

Fuera de Pegasus, hay otras empresas de variados países que también han elaborado programas de espionaje. Lo preocupante es que la mayoría de los clientes de estas compañías son gobiernos.

En América Latina, los teléfonos de familiares y colaboradores de Andrés Manuel López Obrador, cuando estaba en la oposición, fueron pirateados con el programa Pegasus. En Brasil se denunció que Carlos Bolsonaro, hijo del Presidente Jair Bolsonaro, intervino en una licitación del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, en marzo de 2021, para adquirir el programa espía Pegasus. En El Salvador, los periodistas han sido un blanco preferido del Estado, que también adquirió el mismo sistema de vigilancia.

El problema va más allá. Estamos, según la profesora de Harvard Shoshana Zuboff, ante un “capitalismo de vigilancia” que amenaza con transfigurar la naturaleza humana misma en el siglo XXI, de modo similar al efecto perturbador que tuvo el capitalismo industrial en el mundo natural del siglo XX. Se trataría de la “comoditización de nuestro comportamiento humano” para venderlo y generar riqueza para otros.

El filósofo Byung-Chul Han ha argumentado que nos encontramos en la “transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas”; la información, no las cosas, determina el mundo en que vivimos, y el acceso a la información se ha tornado más importante que la posesión de medios de producción.

En el “nihilismo de la información” —sostiene Han— los hechos ya no importan; solo importan los datos. Es decir, no es que la mentira se haga pasar por verdad, sino que las noticias falsas, al atacar la facticidad, resultan indiferentes a la verdad y socavan la distinción entre verdad y mentira.

El desafío es el sometimiento de lo digital a la política, y no a la inversa. Se requieren legislaciones nacionales para proteger la privacidad digital, mejorar la ciberseguridad, y avanzar hacia un acuerdo global para regular las grandes corporaciones tecnológicas y establecer una estricta regulación de la comercialización de los programas de espionaje digital.

Nuestro país está atrasado en legislar sobre ciberseguridad. Una ley marco sobre ciberseguridad aún sigue en discusión en el Congreso. El mundo del futuro es inevitablemente el de los retos digitales, y la democracia está en juego, ante lo cual Chile debe ponerse al día con la mayor urgencia.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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Seguridad y defensa

CIBERATAQUES. ESTAMOS AL DEBE

CIBERATAQUES. ESTAMOS AL DEBE

René Leiva V.

El Tipógrafo, Columnas de Opinión, 26/09/2022

Los recientes y bullados ciberataques al Estado Mayor Conjunto, al Poder Judicial (Cryptolocker, informado por CHV) y a la Banca, nuevamente llevan la atención a la necesidad permanente y crítica de resguardar la seguridad de la información de las personas, el estado y la sociedad toda, en un plano de lograr un ciberespacio libre, abierto, seguro y resiliente para el país.

Pero todos estos casos no son lo mismo y su alcance implica la delimitación de la disyuntiva entre ciberdefensa y ciberseguridad.

La Ciberdefensa contempla la capacidad del Estado para prevenir y contrarrestar toda amenaza o incidente de naturaleza cibernética que afecte la soberanía nacional. Por ello, la ciberdefensa se relaciona con el desarrollo y aseguramiento de capacidades, preocupándose de sus recursos, actividades, tácticas y procedimientos para preservar la seguridad de los sistemas y la información que manejan, así como permitir la explotación y respuesta sobre los sistemas necesarios para garantizar el libre acceso al ciberespacio.

El Estado de Chile para ello tiene una Política Nacional de Ciber Defensa, conteniendo los alcances de ello.

Lo ocurrido en el ciberataque al Estado Mayor Conjunto es parte de la Ciberdefensa. Por su parte la Ciberseguridad, en la definición que nos da Jeimy Cano, puede ser entendida como el conjunto de actividades dirigidas a proteger el ciberespacio contra el uso indebido del mismo, defendiendo su infraestructura tecnológica, los servicios que prestan y la información que manejan. Entonces, asegura el uso de las redes propia y niega su empleo irregular, ilegal o malicioso de ello a terceros.

A mayor abundamiento, el concepto de ciberseguridad es descrito por Larrieu-Let como “El conjunto de herramientas, políticas, conceptos de seguridad, directrices, métodos de gestión, acciones, formación, prácticas idóneas, seguros y tecnologías que pueden utilizarse para proteger los activos de una organización y a los usuarios en el ciberentorno”. Por ello, comporta un conjunto de acciones de carácter preventivo que tienen por objeto asegurar el uso de las redes propia y negarlo a terceros.

La UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) dice que la ciberseguridad garantiza que se alcancen y mantengan las propiedades de seguridad de los activos de la organización y los usuarios contra los riesgos, cuales son amenazas, de seguridad correspondientes en el ciberentorno.

Sintéticamente entonces, la ciberseguridad puede ser definida como la capacidad del Estado para minimizar el nivel de riesgo al que están expuestos sus ciudadanos, ante amenazas o incidentes de naturaleza cibernética.

Para ese entorno, el Estado de Chile tiene definida una Política Nacional de Ciberseguridad.

Lo eventualmente ocurrido en lo Judicial es parte de la Ciberseguridad. Dado lo indicado, podemos concluir que la ciberseguridad tiende a ser un objetivo y la ciberdefensa apunta a ser un medio para su concreción.

En una analogía de los conceptos de Seguridad y Defensa Nacional, que sabemos se encuentran férreamente relacionados; también la ciberseguridad y la ciberdefensa en términos generales están estrechamente vinculados, donde la diferencia consiste en que la segunda (ciberdefensa) tiene como propósito preservar la ciberseguridad, haciendo frente a un conjunto particular de riesgos y amenazas, los que identificados, controlados, neutralizados y/o contenidos darán paso a una condición de ciberseguridad.

Lo presentado en estos días nos ha dado cuenta de que, si no se controla adecuadamente el ciberespacio, desde allí una nación puede ver amenazada su libertad de acción y su Seguridad, no sólo su ciberseguridad sino todo su entorno seguro.

El ciberespacio es pues un espacio estratégico a considerar, con objetivos a alcanzar y medidas de prevención, disuasión, protección y reacción de la ciberdefensa.

También la ciberseguridad y la ciberdefensa tienen puntos de encuentro en la forma como impulsan, aglutinan y coordinan los diferentes estamentos del Estado (incluidas sus Fuerzas Armadas y Policía), privados y académicos para generar un uso con libertad de acción del ciberespacio.

Independiente de quién lidere estos esfuerzos, lo importante es que exista el concepto de empleo interagencial o multiactores, porque los esfuerzos de compartimientos estancos poco o nada podrán hacer contra una amenaza que se presentará asimétrica, plurifocal, artera y sorpresiva.

A ese respecto, en su coordinación a nivel nacional, los hechos nos demuestran que estamos “al debe”.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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