CHILE ANTE UNA ENCRUCIJADA
José Antonio Torres Iriarte, Abogado y analista político
El Reporte, Opinión, 15/08/2022
Las tiranías han prevalecido a lo largo del tiempo en gran parte de los países de América Latina. Los militarismos en los siglos XIX y XX tuvieron distinto signo político y estuvieron estrechamente vinculados a las oligarquías nacionales, sujetas a intereses foráneos.
El surgimiento de los movimientos universitarios hace un siglo y especialmente la forja de movimientos y partidos políticos de frente único inspirados en el pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, marcaron el devenir de varias generaciones.
La influencia de los partidos comunistas depositarios de la Tercera Internacional y admiradores de la Revolución Rusa por un lado así como el fascismo tuvieron adherentes en nuestra región; cuyos pueblos buscaban un ideario que fundamentara la acción política de sectores sociales representados por un incipiente proletariado, un vasto campesinado y por clases medias emergentes; que se forjaban bajo el impulso de un capitalismo derivado de la penetración de capitales británicos y norteamericanos especialmente.
En México prevaleció un partido hegemónico como el PRI, heredero de la Revolución Mexicana; en Costa Rica se construyó una democracia social bajo el liderazgo del partido Liberación Nacional liderado por José Figueres; en Venezuela los partidos Acción Democrática y el Copei se alternaron en el gobierno durante cuarenta años (1958-1998) dando estabilidad política al país, convirtiéndose en un referente político en América Latina.
El debate ideológico nunca estuvo ausente, más aún cuando con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, se pretendió imponer a través de movimientos guerrilleros un proceso revolucionario adscrito a la Unión Soviética.
La tiranía de Fulgencio Batista fue derrocada, por un movimiento político que aparentemente se proponía instaurar la democracia en Cuba, convocando a elecciones en un plazo breve. Sin embargo, Fidel Castro traicionó los ideales primigenios de un proceso revolucionario democrático y más aún alentó la violencia política, pretendiendo deponer gobiernos latinoamericanos, elegidos democráticamente.
En un mundo signado por la bipolaridad y la Guerra Fría, en la década de los sesenta y setenta se impusieron dictaduras militares de diferente signo político en Brasil, Perú, Chile, Argentina, Bolivia, Uruguay; mientras que aún prevalecía la dictadura de los Somoza en Nicaragua o gobernaba el General Omar Torrijos en Panamá.
El retorno a la democracia se hizo tangible en los años ochenta en nuestra región. Chile logró desde marzo de 1990 restablecer la democracia, tolerando en parte la injerencia de Augusto Pinochet en la política interna; sin olvidar que bajo el liderazgo de la Concertación de partidos se sucedieron gobiernos democráticos liderados por el Partido Socialista o la Democracia Cristiana. Los triunfos logrados por Sebastián Piñera demostraron las fortalezas del sistema democrático chileno. La Constitución de 1980 fue reformada, sobre todo durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos.
Hoy Chile debe aprobar o desaprobar el proyecto de Constitución elaborado por los Convencionales a lo largo de un año.
El gobierno de Gabriel Boric surgió luego de un proceso político, que tuvo en el llamado “estallido social” de Octubre 2019, su etapa inicial, para luego ir a un proceso convencional con el claro propósito de redactar una nueva Constitución, cuyo texto será sometido a consulta popular, en pocas semanas.
El pueblo chileno se encuentra hoy frente a una encrucijada; más aún cuando hace un tiempo respaldó la necesidad de aprobar una nueva Constitución.
Gabriel Boric pretende erigirse como el líder de una generación que reivindica el gobierno de Salvador Allende y denosta la dictadura de Augusto Pinochet.
Entre el fin del gobierno de Salvador Allende y la actualidad, han transcurrido casi cincuenta años; la nueva generación que hoy gobierna Chile parece que no ha logrado comprender a cabalidad el sentido de la historia y la necesidad de llegar a consensos mínimos para aprobar una nueva Carta Política.
El texto constitucional redactado por una representación paritaria, con participación de los llamados pueblos originarios, ha recogido conceptos que forman parte del texto constitucional boliviano aprobado en el 2009 y a la vez ha incorporado posturas recogidas por el chavismo en Venezuela.
Chile desde 1990 fortaleció su economía, promovió la inversión, redujo la pobreza y se convirtió en un referente latinoamericano, insertándose adecuadamente en la economía internacional. La dictadura quedó atrás por la concertación de partidos, que forjaron un pacto político sensato, que entendió la importancia de mantener los equilibrios macroeconómicos y dar estabilidad a la moneda.
Bajo el gobierno de Gabriel Boric, el partido comunista chileno tiene una influencia que no se condice con los guarismos electorales y es una fuerza política intransigente en una coalición política; que se encuentra muy preocupada a pocas semanas de realizarse la consulta popular. Existe una alta probabilidad de que la victoria le será esquiva al gobierno, por lo que ha surgido la propuesta de que luego de ser aprobado el texto constitucional, se iniciaría un proceso de reformas constitucionales en el plazo más breve.
Chile hoy enfrenta una inflación por encima del 10 % anual; el dólar ha superado la barrera de los mil pesos; se ha reducido la inversión y crece el descontento popular en medio de la incertidumbre política. Todas las encuestas de opinión señalan que el próximo 4 de Setiembre ganaría el Rechazo, lo que impulsa al gobierno a redoblar la campaña en todo el país.
El presidente Boric está demostrando que es un político en proceso de formación, que carece de liderazgo para convencer a una ciudadanía que más allá de la ilusión y las demandas sociales a favor de la igualdad y el ejercicio de derechos sociales; cada vez logra entender mejor que es imposible reducir la pobreza sin crecimiento económico.
El gobierno de la Unidad Popular entre 1970 y 1973 fracasó por la nefasta influencia cubana y por no incorporar a las clases medias chilenas a un proyecto político concertador, que finalmente fue desbordado por la intransigencia de los sectores de la extrema izquierda.
Chile no puede equivocarse. Por ello, más allá del 4 de Setiembre, debe sentar las bases de un pacto político que haga viable el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y el bienestar; dejando atrás todo atisbo de dictadura.
Un aporte del director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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