EL RECURSO DEL TERROR
El Mercurio, Columnistas, 29/02/2024
“¿Si hubieran secuestrado a un ciudadano sueco, nos nacería sospechar del gobierno sueco?”.
¿Qué tienen en común los siguientes hechos? La muerte de Alexei Navalny en una colonia penal en el gélido Ártico. La brutal destrucción de Adviivkia. Las elecciones rusas del 15 de marzo en que Putin para todos efectos prácticos correrá solo. La perentoria expulsión en Venezuela de la oficina de DD. HH. de la ONU. La prohibición de que María Corina Machado participe en elecciones en que Maduro para todos efectos prácticos correrá solo. El secuestro de Ronald Ojeda.
Tienen en común que son hechos nefastos que emanan de dos dictaduras, férreamente aliadas, que desprecian los derechos humanos, la democracia y el imperio de la ley.
Dictaduras que recurren al terror para gobernar, y que se dedican a provocar disrupción en otros países.
Dictaduras que, finalmente, comparten el honor de ser admiradas por el PC chileno, a pesar de que este pretende defender todo lo que ellas desprecian.
Imposible olvidarnos que el PC se ausentó del Congreso cuando habló allí Zelenski; y ahora, ante el secuestro de Ojeda, teme que se “debilite” la relación entre Chile y Venezuela con “especulaciones terribles”.
Es cierto que no está clara la autoría del secuestro. Pero por algo se investiga la posibilidad de que se originara en Caracas. ¿Si hubieran secuestrado a un ciudadano sueco, nos nacería sospechar del gobierno sueco?
En cuanto a Navalny, los rusos anunciaron que murió de “síndrome de muerte súbita”. Es un síndrome que afecta con frecuencia a los opositores rusos.
También les da síndrome de muerte lenta.
La velocidad depende del objetivo del Kremlin. La muerte súbita es eficiente. La lenta provoca más terror, porque exhibe una dictadura tan descarada, que no teme convertir sus homicidios en tenebrosos espectáculos.
Claro que la lenta tiene riesgos: la víctima a veces se recupera, como pasó con Navalny en 2020, cuando lo envenenaron con novichok, o con los Skripal, envenenados con novichok en 2018.
Pero el riesgo compensa. Porque es improbable que los recuperados vuelvan a ser opositores: no todo el mundo es como Navalny. Porque su agonía es tan terrorífica que da casi lo mismo si sobreviven. El efecto aleccionador es igual de brutal. Más aun por la destreza de los autores, que logran siempre evitar que se compruebe su autoría.
Los defensores de las dictaduras se preguntan a qué les sirven los asesinatos o secuestros. ¿Por qué Putin quisiera eliminar a Navalny pocos días antes de una elección? ¿Por qué eliminar a un Orlando Letelier en 1976? ¿Por qué quisiera Maduro secuestrar a Ojeda?
La tercera pregunta la hace, por cierto, Lautaro Carmona. Se la hace a “la derecha”, y la honra al hacérsela. Porque estas son preguntas dirigidas a gente que tiene una cultura democrática que los dictadores desprecian. Ellos solo buscan ser temidos.
Tienen razón. En Rusia o Venezuela, los votantes ya no votan por el dictador porque lo quieren, sino porque lo temen, por lo cual el terror es un multiplicador de votos.
Como escribió Václav Havel, en las dictaduras la ciudadanía no se divide entre los que están a favor y los que están en contra. La división está en la cabeza de cada uno. Cuando desaparece el terror, el que estaba a favor deja de estarlo, porque su adhesión no era más que una suerte de síndrome de Estocolmo. Mantener vivo el terror es lograr que ese síndrome no afloje.
¿En fin de cuentas cuál es el atractivo para el PC de un Putin o un Maduro? La dictadura de Putin, con su retórica teocrática y nacionalista, su costumbre imperialista de invadir a sus vecinos, su odio a los gays, no me suena izquierdista. Es más bien una dictadura nazi. En cuanto a Venezuela, se habla, ya, de que es una dictadura narco-criminal.
Yo, rusófilo de toda una vida, y con buenos recuerdos de tres años vividos en una Venezuela próspera y democrática, me entristezco al ver esos dos países en manos de tiranos despiadados, y no entiendo a quienes los defienden.
No entiendo al PC. Al menos, claro, que me lance a hacer “especulaciones terribles” en cuanto a lo que realmente busca ese partido.
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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