Este miércoles la Cámara aprobó -con 91 votos a favor, 28 en contra y seis abstenciones– la ley que crea el nuevo Ministerio de Seguridad Pública, que entrará en funciones en junio de 2025, y que busca combatir la delincuencia, dirigir a las policías y mantener el orden público.
Así, el gobierno se anotó un logro con la creación de este nuevo ministerio, que tendrá como prioridad el resguardo de la seguridad y el orden del país, la prevención del delito, y la atención y asistencia a víctimas, e implicará la creación de una nueva institucionalidad, junto con cambios en el actual Ministerio del Interior.
En entrevista con El Líbero, el exsubsecretario del Interior criticó la ley que crea el nuevo Ministerio de Seguridad. A su juicio, “cuando se logra un acuerdo con una mala solución no hay mucho mérito”, ya que aseguró que “llegó tarde y el próximo gobierno va a tener que corregir el proyecto”. “Se podría haber hecho una limpieza de la burocracia mucho más inteligente que la que quedó”, agregó. |
Entrevistado en “Mirada Líbero”, el exsubsecretario del Interior, Felipe Harboe, abordó sus principales reparos respecto a la creación de este ministerio.
– ¿Cuál es la evaluación que hace sobre la ley que crea el nuevo Ministerio de Seguridad Pública?
– Hay un gran consenso político y técnico en la necesidad de contar con una autoridad 24/7 dedicada a la principal preocupación de la ciudadanía, la inseguridad. Y por tanto, la creación del ministerio como estructura parece adecuada (…), pero el problema radica en torno a cómo quedó el texto del Ministerio de Seguridad.
– ¿Quedó con deficiencias el texto?
– Estamos creando un Ministerio de Seguridad que si bien, y esto es positivo, consagra la existencia de un sistema de seguridad donde participan las policías, el Ministerio Público, y el gobierno, este ministro de Seguridad va a tener menos poder que lo que hasta ahora tenía el subsecretario del Interior (…).
Eso es un problema, porque en materia de seguridad se requiere poder, mando único, decisión y capacidad de inteligencia y operativa. Entonces, desde el punto de vista práctico, en la bajada territorial, vamos a tener un ministro de Seguridad que va a tener dos subsecretarios.
Primero, no se justifica la existencia de dos subsecretarías, podría perfectamente eliminarse una, porque la Subsecretaría de Prevención del Delito, como la conocemos hoy día, no tiene justificación de existir, en la medida que es obvio que la prevención del delito es parte estructural del Ministerio de Seguridad.
– ¿Usted eliminaría esa subsecretaría?
– Yo habría eliminado una subsecretaría, habría dejado un solo subsecretario de Seguridad a cargo de todo, incluida la prevención del delito. Luego, en la bajada territorial de las regiones se va a crear la figura de un seremi de seguridad.
¿Cuál es el problema acá? Que el seremi de seguridad va a depender del ministro de Seguridad Pública y va a coordinar a las policías en materia de seguridad pública, pero no va a depender del ministro de Seguridad Pública, sino del ministro del Interior, a través del delegado presidencial, cuando sean temas de orden público, es decir manifestaciones…
La pregunta es por qué un seremi tendría que tener dos jefes. Además, va a poner al subsecretario del Interior a cargo de las policías para el orden público y al subsecretario de Seguridad a cargo de las policías para la seguridad. Es decir, no va a haber dos subsecretarios vinculados a las policías, va a haber tres: el de Interior, el de Seguridad y el de Prevención del Delito.
Entonces, hay un problema estructural. Esta solución es una mala solución en términos prácticos.
– ¿Esto podría confundir a las policías?
– Esto va a confundir a las policías, esto va a generar que el seremi de Seguridad tenga dos jefes, que muchas veces puede ser incluso contradictorio, y lo que es peor, ese seremi, además va a tener que lidiar con los gobernadores regionales, porque si bien no tienen potestades en temas operativos, tienen la billetera…
Y hoy día los que financian los vehículos policiales, las comisarías, son los gobiernos regionales. Entonces, va a llegar el gobernador regional y va a decir, ‘mire, ¿sabe qué? Yo no mando a las policías, pero si no me hacen caso en un plan regional de seguridad que yo voy a hacer, no financio un peso a las policías’.
Entonces, las policías van a estar entre el que las financia, el gobierno regional, del cual dependen los ascensos, el ministro de Seguridad Pública, del cual depende el orden público, que es por donde caen presos. Entonces, no es una buena solución institucional.
“Se podría haber hecho una limpieza de la burocracia mucho más inteligente que la que quedó”
– Hay quienes proponen también eliminar el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia, ¿está de acuerdo?
-Sí, aquí se buscó una fórmula para mejorar la gobernanza en Chile, pero aquí se pudo haber hecho mucho más. No tiene razón de existir la Secretaría General de la Presidencia si es que usted va a considerar que el ministro del Interior va a ser el coordinador político y se le encargará la agenda legislativa. Usted podría haber eliminado el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia o el cargo del ministro, y haber pasado eso al Ministerio del Interior… Y ahí realmente se transforma en el jefe de gabinete, porque tiene la coordinación interna. Se ahorra completo otro ministerio. Es decir, se podría haber hecho una limpieza de la burocracia mucho más inteligente que la que quedó.
–Al crear otro ministerio quedaremos con 25, ¿se aumenta la burocracia estatal con la creación de más cargos públicos?
-Obvio, y además, yo habría aprovechado de que todos los nuevos cargos del Ministerio de Seguridad Pública debieran haber estado bajo la modalidad de contrato del trabajo, porque esta cosa de que vayan apernando gente los diferentes partidos que se van metiendo en la subsecretaría, los van dejando con contrato y después quieren que sea inamovible. Y, al final del día, en materia de seguridad, un ministro de Seguridad, un subsecretario de Seguridad requiere de personal capacitado, de personal de confianza, porque finalmente las labores de seguridad requieren una sintonía muy fina entre quien es el encargado de dirigirla y el encargado operativo.
“Cuando se logra un acuerdo con una mala solución no hay mucho mérito”
– ¿Y cree usted que en un futuro se podrían eliminar ministerios o esto ya quedó estipulado?
– Yo me imagino que el próximo Presidente debiera corregir ciertas cosas, porque esta bajada territorial no va a ser buena. Cuando se logra un acuerdo con una mala solución no hay mucho mérito.
Acá hay un problema, que se privilegió mostrar un logro por sobre lo que va a ocurrir en el futuro, que es que la seguridad y la lucha contra la delincuencia sea mucho más eficiente.
En el proyecto de ley de Inteligencia que este mismo gobierno está impulsando, no se le encarga al ministro de Seguridad e inteligencia, sino al ministro del Interior. ¿Cómo se entiende un ministro de Seguridad que no tiene a su cargo la inteligencia?
Si la inteligencia es la base fundamental de la seguridad, entonces creo que hay un problema de diseño.
– Usted dice que se privilegió mostrar un logro, ¿por qué?
– Yo encuentro muy meritorio que le hayan puesto urgencia y que hayan logrado un acuerdo. Políticamente me parece correcto, porque el gobierno tiene que mostrar logros. Pero mirando la experiencia comparada y habiendo estado en la función de seguridad, creo que el mando único de poder y la coordinación regional son claves para poder tener una política mucho más eficiente.
“El próximo ministro de Seguridad no tiene que ser el mejor compañero… A lo mejor hay que temerle”
¿Y usted cree que este proyecto pasa por un tema político? Porque con esto el gobierno se anota un punto y éste se convierte en un logro de la ministra Tohá.
– Ah, obvio. Pero es súper legítimo, eso lo sabíamos siempre. Pero todos los gobiernos tratan de tirar agua a su molino. Lo que pasa es que estamos en una crisis de seguridad tan grande que aquí habría que dejar de lado las proyecciones propias y entender que el próximo ministro de Seguridad no tiene que ser el mejor compañero.
No hay que quererlo mucho, a lo mejor hay que temerle. Con ciertas restricciones y marcos regulatorios para que no abuse, pero tiene que tener potestades.
Y cuando usted empieza a crear consejos ciudadanos en materia de seguridad, cuando empieza a democratizar cada una de las decisiones de la seguridad, déjeme decirles que en la práctica genera o inmovilismo o falta de eficiencia.
Y aquí se requiere mucha eficiencia, porque el crimen organizado está cada día con más presencia en nuestro país.
– Y desde el punto de vista político, ¿esto implica que la actual ministra Tohá se libera de las tareas de seguridad?
– No, yo creo que el juicio ciudadano respecto a la gestión del actual gobierno en materia de seguridad está hecho, es evidente. Hay una gran mayoría de los ciudadanos que consideran que en materia de seguridad lo han hecho mal (…).
Ya tienen un juicio ciudadano negativo en materia de seguridad, por muy loables que hayan sido los esfuerzos del equipo de gobierno en general.
Entonces, pretender decir que la ministra del Interior se va a liberar de la seguridad porque se va a crear el Ministerio Seguridad, que además que se va a crear en junio del próximo año, cuando ya estemos a un mes de la primaria presidencial, creo que esto ya se politizó, estamos en un escenario donde el gobierno va de salida.
Ya el síndrome del pato cojo está instalado, las policías están pensando en quién va a ser el próximo Presidente para ver cómo quedan los ascensos… Entonces esto llegó tarde y el próximo gobierno va a tener que intentar corregir ciertas falencias de este proyecto y del diseño de la gobernanza.
– El plazo que se puso la ministra fue junio del próximo año para que esto entre en vigencia. ¿Estamos preparados para eso realmente?
– Si la ministra de Interior renuncia para ser candidata presidencial en algún minuto y deja a Luis Cordero como ministro, que más o menos es la sospecha que uno tiene, pueden pretender ponerlo a él de ministro de Seguridad…
Pero lo que alcance a hacer un ministro de Seguridad en seis meses de un gobierno que se va, es bastante poco. La crisis de inseguridad tiene como principal actor al crimen organizado, este no es un lanza, un delincuente común, entonces aquí no se puede poner gente que venga a aprender, a ensayar, el gobierno no es una sala de práctica (…).
Quien realmente va a implementar este ministerio es el próximo gobierno en marzo del 2026.
“El problema es que todo es a la chilean way”
– ¿Y cómo quedará el ministro del Interior con este cambio? ¿Efectivamente se convierte en una especie de primer ministro o jefe de gobierno al estar a cargo de la coordinación política?
– El problema es que todo es a la chilean way, todo queda a medias.
Porque se dice que el ministro de Interior se va a encargar de la agenda política y de la coordinación ministerial, de todos los ministerios, que vamos a tener un primer ministro, pero tiene que ver el orden público, y el orden público le va a llevar al ministro de Interior por lo menos un 30 % o 40 % de la jornada laboral, porque los grandes problemas que ha tenido Chile en el último tiempo han venido por orden público.
Y la seguridad pública, entendida como la delincuencia, queda en el Ministerio de Seguridad, pero el orden público queda en Interior.
Entonces usted va a tener al ministro de Interior a cargo del orden público y al ministro de Seguridad a cargo de la seguridad. La pregunta es, cuando en una manifestación haya delitos y se saquee un local comercial, ¿Qué es eso? ¿Orden público o seguridad? ¿Quién define?
– Entonces, ¿hay que bajar las expectativas por ahora respecto a este nuevo ministerio?
-Totalmente. Hay que ser muy cuidadoso, porque se va a crear una expectativa de que ahora con el Ministerio de Seguridad se va a disminuir la delincuencia y puede que no mueva la aguja, si es que no logra coordinar el sistema de seguridad.