MIS VERDADES, DIFERENTE A COMO LA CUENTAN OTROS
GDB Fernando Hormazábal Diaz
Vanos fueron los esfuerzos de conquistarnos con prebendas especiales, como la entrega de víveres a precios oficiales a ciertos institutos o la entrega de 12 cupos para adquirir automóviles a precios oficiales en el Estanco Automotriz, que en las distribuidoras era tres o cuatro veces superior, si es que existían.
La situación del país no daba para más. Los jóvenes que fueron criados por nosotros con gran sacrificio y que hoy se las dan de progresistas nunca se lo imaginarán, a menos que vuelva a suceder lo mismo, y al parecer para allá vamos.
Todo lo anterior llevó a un grado de ofuscación y de frustración general en el país.
Para juzgar con objetividad el gobierno de Allende es necesario haberlo vivido, al igual que el Gobierno Militar –parodiando al autor de una carta dirigida a una alta autoridad que circula por las redes: “Ud. no estuvo en la cancha, ni siquiera en la banca de los suplentes, la historia fue suscrita a sangre y fuego por los verdaderos patriotas de ese entonces”
A mi generación les correspondió ambas crisis y no cabe la menor duda que la segunda fue absolutamente necesaria a pesar de los yerros. Lo dijeron Frei Montalva y Aylwin en su oportunidad, aunque ahora se niegue, de lo que felizmente hay constancia escrita.
“Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros, y no podemos decir que estemos a salvo aun” … Esta cosa se arregla con fusiles”
La polarización era extrema, tal como se está gestando actualmente, dirigido y financiado por el Gobierno en una campaña infame bajo la conmemoración de los 50 años.
Las fuerzas armadas solo se manifestaron después que se pronunciara abiertamente la Cámara de Diputados, la Contraloría General de la República, Corte Suprema y el Colegio de Abogados; toda la ciudadanía lo pedía agritos; eran hostigadas, se les insultaba en la calle y se les lanzaba trigo en sus presentaciones.
Patria y Libertad se infiltró en el Regimiento Blindado y convenció a jóvenes oficiales subalternos que se sublevaran; y no había pasado un mes cuando miembros de este mismo grupo asesinaron al Edecán Naval de Allende, el Capitán de Navío Arturo Araya.
El general Prat, hasta entonces un oficial de excelencia que había logrado los mayores éxitos en su carrera y con gran ascendiente en la institución, como Comandante en Jefe en una reunión con alumnos y profesores de ambas academias superiores, expresó que había que democratizar el ejército permitiendo el ingreso de los comunistas al Servicio Militar Obligatorio.
Su paso como ministro del Interior evidentemente había dejado sus huellas lo que nos causó una gran decepción. Más tarde, vino el incidente en que disparó su pistola a una automovilista que le sacó la lengua, demostrando que hasta él había perdido la cordura; posteriormente, la manifestación de las esposas de oficiales, incluyendo la de varios generales frente a su domicilio que culminó con la intervención de carabineros con bombas lacrimógenas y guanaco incluido marcó su fin en la institución.
Todo lo anterior sucedía mientras el Carlos Altamirano, líder del PS capitaneaba una sublevación en la Armada, que incluía el apresamiento o asesinato de jefes y oficiales que se opusieran. La gestión del 11 de septiembre solo se adelantó oportunamente a lo que pretendía el gobierno y las huestes fanáticas de Allende en las próximas Fiestas Patria.
─ Toribio, vamos al área chica. Me interesa conocer tu experiencia personal como alumno de la Academia de Guerra.
─ Bueno, nosotros no estábamos exentos de los problemas que afectaban a todos los chilenos y lo vivíamos en forma más dura aún dada las exigencias académicas, en especial el último año.
Pese a lo anterior, la situación era motivo de conversación obligada en los ratos libres. Y si bien es cierto, que muchos creíamos que la solución era una intervención armada, a decir verdad no pensábamos ─por lo menos yo─- iniciar un cambio tan radical.
La firme, no teníamos confianza en algunos mandos para llevarla a cabo.
Además del desafortunado hecho del general Prat, hubo señales para desinformarnos con respecto a lo que pasaba en el sur por parte del Director de Inteligencia; a lo que se sumó el mismo levantamiento del regimiento Blindado, tratando de minimizar los hechos.
Otro suceso verbal, en que me involucré y que casi me cuesta la salida de dicho instituto me hizo dudar de una eventual participación del Ejército. A tal extremo había llegado el peligro de una acción concertada de los cordones industriales liderada por los grupos subversivos, el GAP, quienes no trepidaban en hacer ostentación de sus armas de guerra, y de los cubanos cuya presencia ya se había hecho notar, se suspendieron las clases en el III año de la Academia de Guerra con el objeto de efectuar una Apreciación de la Situación y presentar los cursos de acción necesarios ante una eventual incursión armada.
El 10 de septiembre nos encontrábamos en pleno desarrollo de un juego de guerra ─que es como el examen de grado para los alumnos que cursan el último año─ y fue suspendido a raíz de una intervención pública de Carlos Altamirano incitando a la rebelión en la Armada.
Recibimos las tenidas de combate, regresamos a nuestros domicilios permaneciendo acuartelados en grado 1; y a las 07:00 hrs de la mañana del día siguiente nos pasaría a buscar un autobús.
El día 11 fuimos conducidos hasta el edificio del Ejército ─actualmente funciona el MINDEF─; en aquel entonces era sede además de la Comandancia de la Guarnición de Santiago y del Cuartel General de la II.D.E.
Nos reunieron en una amplia sala y a las 08:00 hrs aprox., escuchamos por la radio el primer bando de la Junta Militar señalando las razones por las cuales las fuerzas armadas habían decidido asumir el poder.
Grande fue nuestra sorpresa al reconocer la voz de quien leía el citado bando en la persona de uno de nuestros profesores más queridos de la Academia de Guerra, el teniente coronel Roberto Guillard.
El secreto había sido guardado perfectamente, incluso por parte de dos de nuestros compañeros de curso que habrían participado en su preparación.
La segunda sorpresa fue cuando se nos dieron a conocer los planes y la distribución de las fuerzas en Santiago, lo que hizo mirarnos entre nosotros. Era la reproducción fidedigna del trabajo hecho hacía un par de meses. Nadie sabe para quién trabaja.
─ Toribio, como fue tu primer día y los sucesivos.
─ ¡Chanta la moto! querido amigo. Basta por hoy… no cansemos a nuestros pacientes lectores que aún nos leen. Porque anda mucho texto circulando.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional