BUENAS NOTICIAS
Gerardo Varela
El Mercurio, Columnistas, 10/12/2022
Escribo preocupado por el pesimismo de algunos jóvenes. He escuchado a varios hablar del estrés que los abruma por las exigencias de la vida moderna. A otros, apesadumbrados por el apocalipsis climático o las injusticias de este mundo. Y a algunos, que no quieren tener hijos, para que no vengan a depredar el medio ambiente.
Es importante apreciar también las buenas noticias y conocer la historia para poner las cosas en perspectiva. Está bien preocuparse por el cambio climático, pero hay que entender que el clima nunca ha sido estable sobre la tierra.
Solo en los últimos dos mil años tuvimos el gran calentamiento medieval seguido de la miniglaciación entre 1645 y 1715 que causó grandes hambrunas. Pero esas no son las buenas noticias.
Según muestran los satélites de la NASA, el mundo hoy está más verde que hace 20 años (nasa.gov). En algo puede haber ayudado el vilipendiado CO2 de la atmósfera (que cualquier cultivador de plantas sabe se alimentan de él).
Si hasta ha crecido la población de osos polares. Y esto no significa que niegue el cambio climático, sino que lo estoy confirmando.
“Si les duele la desigualdad que provoca el desarrollo, no se olviden que la desigualdad nos provoca envidia, pero la pobreza, hambre y sufrimiento”.
Pero los seres humanos tienen la capacidad instintiva de adaptarse y la tecnología para facilitarla (aire acondicionado, desalinización, etc…). El nivel del mar ha tenido fluctuaciones de hasta 100 metros en la historia y, que se sepa, nadie quedó esperando ahogarse para migrar.
El futuro no está escrito en piedra y lo construimos día a día. Acuérdense del agujero de la capa de ozono que nos iba a quemar a todos y, sin embargo, hemos logrado reducirlo.
Con la pobreza, lo mismo: hoy, un 8,4% de la población mundial vive bajo la línea de la pobreza versus un 35,9% de 1990. Ese es un salto brutal en calidad de vida para millones de personas.
Esto es fruto de la globalización del comercio (a la que el TPP11 ayuda) y gracias al abandono del estatismo económico en China, India y algunos países de África.
Y si les duele la desigualdad que provoca el desarrollo, no se olviden de que la desigualdad nos provoca envidia, pero la pobreza, hambre y sufrimiento. De desigualdad no se muere nadie, de hambre sí.
En sus primeros 50 años de vida, los nacidos el año 1900 enfrentaron dos guerras mundiales, la gripe española, la crisis económica de 1929 (la más grande de la historia moderna), amén del resto de las enfermedades sin cura a la época (a Franklin D. Roosevelt lo postró la polio a los 39 años).
Frente a esos cataclismos, el coronavirus, la crisis subprime o la guerra de Ucrania son juegos de niños.
La historia de la humanidad es una historia de estrés e infelicidad causados por las hambrunas, las guerras, la mala medicina, el analfabetismo y la pobreza. A nuestros antecesores se les morían los hijos al nacer. Si sobrevivían, costaba alimentarlos, y cuando llegaban a adultos iban a la guerra o podían morir de cualquier enfermedad.
Hoy, las mujeres controlan su fertilidad, no mueren de parto, y las occidentales tienen más libertad y oportunidades que nunca. La mayoría de los jóvenes pueden educarse, viajar y tener acceso a una mejor medicina.
Por eso, a los jóvenes que inician sus vacaciones y no quieren hacerle caso a la histérica de Greta, sino cumplir el dictum de Kant de “aprender a pensar por sí mismos”, les voy a recomendar dos libros: “En defensa de la Ilustración”, del psicólogo Steven Pinker, y “Abierto: la historia del progreso humano”, del economista Johan Norberg.
Esto les dará una mejor perspectiva de los tiempos que viven.
Hoy tienen acceso remoto a los mejores museos y bibliotecas del mundo. Pueden ver en la web clases magistrales de la disciplina que quieran. No tienen excusa para no educarse e informarse. La formación se la darán sus padres y mentores, pero la cultura está disponible para cualquiera que tenga un celular.
Pero no hay que relajarse con las buenas noticias. El progreso nunca está asegurado y países ricos, como Venezuela o Argentina, retrocedieron por malas políticas.
En Chile, en los últimos 40 años, avanzamos en todo hasta que llegaron los de la retroexcavadora y empeoraron la educación, las ciudades, la seguridad…
Y ahora apuntan a las pensiones y a la economía. Así es que, jóvenes: a vacacionar e ilustrarse para que los pesimistas y fanáticos no les arruinen su futuro.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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