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ECUADOR, CRUZANDO LA LÍNEA. Juan Pablo Glasinovic Vernon

 

                                                                                  ECUADOR, CRUZANDO LA LÍNEA

Juan Pablo Glasinovic Vernon, Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), magíster en Ciencia Política mención Relaciones Internacionales, PUC; Master of Arts in Area Studies (South East Asia), University of London.

El Mostrador, 15/01/2024

Tiene que haber una campaña permanente y sin cuartel contra todos los peones de estos grupos enquistados en la institucionalidad y que tratan de capturarla, desde los gobiernos locales hasta las más altas esferas.

Ecuador, además de ser el nombre propio de un país, es el nombre del paralelo cero; es decir, de la línea que divide al planeta en dos, con sus hemisferios norte y sur. En este paralelo, además, el día y la noche tienen la misma duración durante todo el año.

O sea, desde esa perspectiva es el punto medio y equidistante. Tanto así que en muchas carreras universitarias hay una especial celebración en su mitad que suele tener el nombre de “Ecuador” o algún otro que evoque el término medio (“ombligo”, etc).

También el cruce marítimo de esta línea suele dar lugar a celebraciones, por el paso que significa de un hemisferio a otro.

Lamentablemente, el nombre de Ecuador en estos días no evoca ni equilibrio ni celebración. En dicho país se ha cruzado una línea roja, que es aquella en la cual el Estado de Derecho y la propia institucionalidad democrática se ven seriamente amenazados.

Mucho se ha escrito sobre lo sucedido en estos días y, por lo tanto, trataré de evitar los lugares comunes y concentrarme en las causas, sus consecuencias y potenciales lecciones.

En lo que se refiere al origen del problema, es evidente que tiene raíces más profundas y no es un fenómeno de los últimos meses o años.

Geopolíticamente, Ecuador está entre los dos mayores productores de cocaína del mundo, Colombia y Perú. Y como en Colombia hubo una lucha frontal contra el narcotráfico y la desarticulación de los carteles, además de un mayor nivel de vigilancia, era solo una cuestión de tiempo para que se instalaran en Ecuador y aprovecharan que por muchos años este país fue considerado de bajo riesgo en el mapa del crimen organizado.

Por sus dimensiones y por tener uno de los puertos importantes de la costa pacífica sudamericana, Guayaquil, empezaron a procesar y distribuir la droga por ahí.

La circunstancia de ser también una economía dolarizada (Ecuador no emite su propia moneda desde el año 2000), facilitó el ocultamiento, movimiento y lavado del dinero de estos ilícitos.

Como en muchos de nuestros países, antes que la mayoría se diera cuenta, incluyendo a la clase política, ya estaban instaladas y operando poderosas bandas criminales. Por las características reseñadas no solo se desarrollaron grupos locales, sino que también se insertaron carteles de otros países, notoriamente mexicanos y colombianos.

Mientras eso sucedía, el país estaba enfrascado en luchas políticas intestinas, con un creciente desacople entre las expectativas ciudadanas, la institucionalidad y su funcionamiento.

El problema de la delincuencia organizada empezó a visibilizarse durante el Gobierno de Lenín Moreno (2017-21), especialmente con las masacres carcelarias producto de la rivalidad entre bandas. Ahí quedó en completa evidencia su existencia y la lucha sin cuartel por el territorio. Desde entonces han sido recurrentes los episodios de motines, fugas y batallas campales entre grupos en las cárceles ecuatorianas, con centenares de víctimas.

Otra evidencia de la situación fue el aumento de los homicidios. Si en 2015 la tasa era de 6 muertos por cada 100 mil habitantes, en 2023 escaló a 14. Con esto, el año pasado Ecuador pasó a ser el quinto país con la mayor tasa de homicidios del mundo.

Otro hito, que demuestra cómo los criminales fueron copando espacios, fue el asesinato el año pasado del candidato presidencial mejor posicionado y férreo opositor de estos grupos mafiosos, Fernando Villavicencio, cuyas propuestas en esa campaña iban por la seguridad, incluyendo la reforma de la policía y del sistema carcelario. Hasta ahora no está claro quién está detrás de su muerte.

Hace unos días se consumaron las fugas de dos de los más peligrosos jefes de bandas criminales, seguidas de motines con toma de rehenes y atentados en diversas ciudades. Ante esto, el joven y novel presidente Noboa declaró el Estado de Excepción Constitucional de guerra interna, asimilando a las bandas criminales con grupos terroristas.

Esto, junto con la restricción de diversos derechos y libertades, incluyendo el toque de queda, implicó la salida de las Fuerzas Armadas a la calle para asumir la seguridad y combatir a estos grupos.

Desde entonces se ha desatado una seguidilla de acciones y reacciones entre los grupos criminales y las fuerzas de orden y seguridad, con bombazos y tiroteos y las consecuentes víctimas.

Junto con involucrar a las FF. AA., el presidente Noboa ha lanzado una batería de propuestas, tanto para fortalecer la lucha contra el crimen como para cambiar el sistema político y hasta económico. Varias de estas deberán pasar por la Corte Constitucional y podrían tener que ser ratificadas por consulta popular o por el Parlamento en todo caso.

Destacan permitir la extradición de ecuatorianos (lo que ahora la Constitución prohíbe); reformar la ley de extinción de dominio para quedarse con los bienes de los criminales en forma más expedita y fácil; poder aplicar urgencia a cualquier proyecto de ley que surja del Ejecutivo (hasta ahora solo pueden ser calificados así aquellos en materia económica); y consagrar el indulto para militares y policías aun cuando no esté ejecutoriada la sentencia en casos de uso de la fuerza contra sospechosos de delitos.

Todas ellas deberán ser vistas por el Tribunal Constitucional, no existiendo plazos perentorios para ello. También este tribunal tiene que pronunciarse sobre la constitucionalidad del decreto presidencial de guerra interna.

Todos los partidos y las principales instituciones se han unido en torno al presidente para enfrentar el complejo momento. El Gobierno también ha recibido la solidaridad internacional.

¿Qué sigue? Lo primero es el control del territorio y del orden público. El Gobierno debe recuperar los espacios y demostrar que está ganando en ese campo. Sin eso, todo lo demás es ilusorio.

Por lo mismo, los grupos criminales están dando batalla frontal. También tienen claro que si resisten socavarán la legitimidad gubernamental y debilitarán la institucionalidad. Por eso, en esta etapa el Gobierno debe ir con todo contra los criminales, dentro de los límites del Estado de Derecho, y no cejar. Cualquier vacilación o retroceso será un triunfo para la delincuencia.

Esta fase debe ser acompañada por la recuperación del control de las cárceles y la construcción de nuevas instalaciones, en las cuales se asegure la separación y aislamiento de los reclusos según su grado de peligrosidad, con una efectiva desconexión con el exterior.

Eso porque, como se está viendo en casi toda la región, los carteles no solo reclutan a miembros en los presidios, también siguen operando desde allí con total desparpajo.

Lo anterior debe complementarse con focalizarse en los bienes de estas organizaciones, para incautarlos y dejarlos así sin recursos para operar, al mismo tiempo que estos acrecientan las arcas fiscales para potenciar el esfuerzo en materia de seguridad.

Solo confiscando sus bienes se podrán derrotar estas bandas, porque mientras cuenten con ellos seguirán enrolando sicarios, soldados y corrompiendo a políticos y funcionarios.

Finalmente, tiene que haber una campaña permanente y sin cuartel contra todos los peones de estos grupos enquistados en la institucionalidad y que tratan de capturarla, desde los gobiernos locales hasta las más altas esferas. Esto es lo más peligroso y también lo más difícil de desarticular.

Como es evidente, una cosa es tener un diagnóstico y un propósito, y otra es llevarlo a cabo. Lo segundo es lo más complicado, pero ayuda si existe lo primero. Afortunadamente existe un clamor en nuestros países por más seguridad y por luchar contra el crimen.

La institucionalidad está reaccionando, con retraso y parcialmente, pero lo está haciendo.

Lo que hace falta es una coordinación real y efectiva entre los países para enfrentar el problema. Y esto requiere que los Estados se alineen tras este objetivo, con todas sus instituciones.

No hay posibilidades reales de vencer al crimen organizado si no se combate coordinadamente, por cuanto es un fenómeno transnacional. Eso involucra compartir inteligencia, experiencia, capacitar, entrenar, aportar recursos a los más expuestos, etc.

En mi opinión, este es el eslabón más débil de la cadena y en el cual los países debieran poner más énfasis.

Lo que está sucediendo en Ecuador nos deja o replantea varias preguntas, como: ¿es o no conveniente involucrar a las FF. AA. en la lucha criminal? Una vez que se involucran, ¿cuándo deben retirarse? ¿Cómo se combate más efectivamente la infiltración de las instituciones por los criminales? ¿Cómo abordar el régimen carcelario sin cerrar la puerta a la posibilidad de la reinserción? ¿Cuál es el rol del Estado y de la sociedad civil para prevenir la delincuencia?

Finalmente, y volviendo a la contingencia, hay que prepararse para una eventual dispersión de estas bandas en los países de la región, escapando temporal o definitivamente de Ecuador, agregando más complejidad al cuadro de la seguridad hemisférica.

Son tiempos de prueba que solo se pueden sobrellevar con éxito unidos.

¡Vamos, Ecuador, vamos Latinoamérica!

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Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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News, Seguridad y defensa

INCONSISTENCIAS CON LAS INSTITUCIONES DE LA DEFENSA NACIONAL. El Mostrador

 

                                                                         INCONSISTENCIAS CON LAS INSTITUCIONES DE LA DEFENSA                                                                                                                        NACIONAL

El Mostrador, 09/01/2024

Es menester respetar el mecanismo acordado por las fuerzas políticas al derogarse hace pocos años la Ley Reservada del Cobre, para costear la compra regular y segura de armamentos y pertrechos militares. Este quedó en jaque con la aprobación de la última Ley de Presupuestos.

El debate y la aprobación de la Ley de Presupuestos para el año 2024 dejaron instalada, sin mayores explicaciones, una ambigüedad política sobre la Partida 11, correspondiente al financiamiento de la Defensa Nacional.

Con un anunciado sesgo pro-Seguridad, la Ley de Presupuestos 2024 trajo un aumento de casi un 6 % en recursos destinados a Orden y Seguridad (Partida 05 del Ministerio del Interior y Seguridad Pública), y de un 1,4 % de la Partida 11 de la Defensa Nacional, la que alcanzó los $ 2,16 billones, o sea, MM$ 28.000 más que el año anterior. ¿Dónde está entonces la ambigüedad señalada y cuál es su origen?

Esta se encuentra en el artículo 35 del proyecto de ley que envió el Ejecutivo (que luego pasaría a 34 con la ley aprobada), que señaló textualmente: “Suspéndanse, durante el año 2024, las obligaciones contenidas en el artículo tercero transitorio de la ley N° 21.174, así como el aporte a que se refiere el artículo 101 de la ley N° 18.948, Orgánica Constitucional de las Fuerzas Armadas, y el artículo octavo transitorio de la señalada ley N° 21.174”.

Esta disposición suspendió el aporte basal para el sostenimiento y mantenimiento de las capacidades estratégicas de la Defensa Nacional a que alude la ley N° 21.174, dándole así un golpe de contingencia a la regla acordada después de décadas de debates para derogar la Ley Reservada del Cobre, de sustraer este tema de financiamiento a las presiones políticas y a la discusión presupuestaria anual.

En esencia, la Ley 21.174 estableció un sistema de financiamiento de las capacidades estratégicas de la Defensa en reemplazo a la ley N° 13.196, Reservada del Cobre, creando como mecanismo un Fondo Plurianual de financiamiento, que considera un aporte basal y una planificación a cuatro años, de manera de costear la compra regular y segura de armamentos y pertrechos.

Pero la redacción del siguiente inciso, en el referido artículo de la Ley de Presupuestos aprobada, señala: “Semestralmente, el Ministerio de Hacienda deberá informar a la Comisión Especial Mixta de Presupuestos y a las Comisiones de Defensa Nacional de ambas Cámaras la forma en que proyecta enterar los aportes suspendidos en virtud del inciso primero de este artículo, así como aquellos que se hubieren postergado o diferido en virtud de otras leyes”. Es decir, la entrega del dinero quedó en un limbo.

Es menester respetar a ultranza el mecanismo acordado por las fuerzas políticas al derogarse la Ley Reservada del Cobre, el que debiera ir camino a ser una “institución” de la Defensa Nacional, cuya intangibilidad y su rutina deben estar aseguradas incluso en situaciones de extrema necesidad.

Y es esto –precisamente– lo que queda en duda con la aprobación de la última Ley de Presupuestos, pues, cuando el sistema aún no ha completado su primer ciclo de gestión cuatrienal ni madurado suficientemente, el poder político –con el apoyo del Congreso Nacional– tomó decisiones que introdujeron una elasticidad indeterminada y peligrosa hacia el futuro.

La ley recién fue aprobada el 2019 y ya, argumentos y promesas de palabra empeñada de por medio, inhiben el valor de la confianza en un ámbito que tiene una historia reciente, rugosa y difícil.

Lo peor es que la finura política en su tratamiento por parte del Gobierno estuvo ausente, responsabilidad que recae principalmente en el Ministerio de Defensa, y esto permitió que se concretara otra preocupante omisión del poder civil frente a los temas de la Defensa Nacional.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
Columna de Opinión, News

PENSIONES VITALICIAS, INDULTOS Y HARTO MÁS. ¿MERAS COINCIDENCIAS?.Jaime Jankelevich

 

                                                                             PENSIONES VITALICIAS, INDULTOS Y HARTO MÁS. ¿MERAS                                                                                              COINCIDENCIAS?

Jaime Jankelevich

El Líbero, 28/01/2024

Las pensiones de gracia vitalicias otorgadas por el gobierno se suman a lo acontecido con los indultos, al retiro de 139 querellas por LSE a presos de la violencia octubrista y a un proyecto de ley para indemnizarlos. ¿Serán meras coincidencias?

La contralora (s) Dorothy Pérez abrió un nuevo frente de conflicto para el Gobierno al publicar el informe sobre el otorgamiento de pensiones de gracia vitalicias durante 2022, en el que se señala que se tuvo a la vista antecedentes para entregar el beneficio a personas con condenas por estafa, narcotráfico, producción de material pornográfico infantil, abuso sexual, homicidio (publicado por El Líbero), violencia intrafamiliar, etc.

La Contraloría detectó 58 casos, pero el Gobierno, intentado mostrar “acuciosidad” aumentó a 69.

La ministra del Interior Carolina Tohá, a raíz de dicho informe declaró: “Pero no fue nuestro Gobierno el que definió este procedimiento, estaba definido ya cuando nosotros llegamos”.

Lo que dijo la ministra es cierto en cuanto al procedimiento, pero sus palabras suenan a intentar liberar de responsabilidad a su Gobierno en otorgar dichas pensiones de gracia, sin haber comprobado a quien se estaba beneficiando.

Este episodio no es el primero en que hay problemas relacionados a beneficios otorgados por el Gobierno a personas que han estado involucradas en el octubrismo, ya sea en hechos de violencia, en delincuencia, personas con densos prontuarios y que, al hacerse públicos, se le asignan responsabilidades a terceros y no se asumen las propias por parte de quienes tomaron las decisiones.

Me pregunto si esto es mera coincidencia u obedece a un patrón de conducta para beneficiar a actores del octubrismo, lo que me lleva a pensar que dicho cuestionamiento amerita ser analizado y contextualizado para intentar sacar conclusiones.

El actual gobierno, un día antes de asumir oficialmente su mandato, es decir, el 10 de marzo de 2022, anunció a través de los futuros ministros del Interior y Justicia el retiro inmediato de 139 querellas por LSE a presos de la violencia octubristra, por hechos que ocurrieron entre el 19 de octubre de 2019 y el 18 de enero de 2020, además de una mesa de reparación para las víctimas de DD. HH., lo que correspondía, dijeron, a una promesa de su programa de gobierno y que buscaba que la LSE no fuera utilizada para la persecución injusta y desproporcionada.

Fue la primera señal de perdonazos a los violentistas del octubrismo.

Antes, en octubre de 2020, diputados de lo que ahora es el oficialismo, entre los que estaba Gabriel Boric, presentaron un proyecto de ley en la Cámara para indemnizar a las llamadas “víctimas del estallido social” y se aprobó una moción en que se rebajaron los estándares probatorios para que una persona fuera considerada víctima. 

El sentido de esa ley era “establecer una regulación especial para efectos de determinar la responsabilidad del Estado de Chile respecto de todas aquellas personas que hayan sido víctimas de lesiones, mutilaciones y muertes bajo el contexto de movilizaciones sociales en el denominado estallido social”.

Pasó el tiempo y sobrevino el caso de los indultos. Nuevamente, gracias al rol de la prensa, T13 dio a conocer que el indultado Luis Castillo estaba vinculado a 26 causas judiciales y tenía 5 condenas desde 2005.

Adicionalmente se supo que Gendarmería había recomendado no indultarlo por alto riesgo de reincidencia, pero Boric le otorgó el beneficio sin considerar dicha recomendación.

Resultado, en diciembre pasado fue detenido por estar involucrado en un secuestro. Pero no fue el único caso, pues hubo otros cuatro delincuentes que estaban condenados y fueron beneficiados con indulto.

Esto dio lugar a que se atribuyeran los beneficios otorgados a desprolijidades, mientras la ministra Vallejo aseveró que si el Presidente hubiera tenido todos los antecedentes, no los habría indultado.

En definitiva, terceros eran los culpables por lo que se utilizaron los fusibles, exonerando de sus cargos al jefe de Gabinete del Presidente y a la ministra de Justicia.

Y esto continúa con las pensiones de gracia vitalicias ya comentadas, que gracias al informe de la Contraloría se conoció que hubo falta de control interno, además de comprobarse que en 19 casos había una inconsistencia entre el relato del caso y los antecedentes médicos que lo avalan, responsabilidad que recae en el INDH.

De todo esto tiendo a pensar que son demasiadas las similitudes en las decisiones gubernamentales para considerarlas meras coincidencias.

Pienso que ha existido y probablemente aún existe el intento de beneficiar a quienes participaron del octubrismo, pues no es un secreto para nadie que, gracias al octubrismo, Gabriel Boric logró ser elegido Presidente de la República.

¿Formará esto parte de la superioridad moral con la que llegaron a gobernar según el exministro Jackson?

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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