Columna de Opinión, News

BORIC, EL PC Y LA DEMOCRACIA. Carlos Peña. El Mercurio

 

                                                           BORIC, EL PC Y LA DEMOCRACIA

Carlos Peña

El Mercurio, Columnistas, 31/07/2024

El Presidente Boric ha declarado, desde Dubái, que las diferencias con el PC no lesionan la alianza gubernamental, puesto que se trataría solo de diferencias en cuestiones de política internacional:

“Yo con el PC —dijo— tengo una excelente relación en lo cotidiano (…) y en el punto de política internacional respecto de Venezuela, tenemos una diferencia, pero lo bueno respecto a eso es que tanto ellos como todos los demás entienden que la política en materia internacional la dirijo yo como Presidente de la República”.

¿Será verdad que las diferencias respecto del caso de Venezuela no son sino de política internacional?

“No sería cierto entonces que la diferencia entre el Presidente Boric y el PC sea de política internacional. Sería una diferencia mucho más profunda, una diferencia acerca de la dimensión moral de la democracia”.

A primera vista, sí. Después de todo, el problema estaría reducido a si se reconoce o no al gobierno de Maduro y la forma en que se debe reaccionar frente a su conducta. Y eso, no parece caber duda, es de competencia exclusiva del Presidente. De esa forma, mientras se respete la competencia presidencial, no habría nada de malo en sostener opiniones opuestas a las del Presidente.

Pero es obvio —salvo que echemos tierra a los ojos— que el problema con el PC, a propósito del caso de Venezuela, no es de política internacional, sino que es relativo al valor de la democracia.

El Partido Comunista, se sabe de sobra, posee un concepto meramente instrumental de la democracia. Para él, la democracia no tiene un valor intrínseco, puesto que sería una manifestación periférica de la vida social, una mera superestructura que expresa diferencias más profundas a nivel de la estructura social y de clases.

Los intereses de clase —tal como el partido los define, desde luego— tienen la última palabra y no la voluntad de la mayoría. La fidelidad a los intereses de clase o del pueblo —tal como el partido lo entiende— es lo más relevante, y frente a ella, cualquier otra lealtad cede.

De ahí entonces que para el PC no exista propiamente un fraude en el caso de Venezuela. Incluso frente a pruebas flagrantes el partido no cambiaría de opinión si la trampa va en beneficio de lo que él entiende son los intereses del pueblo.

¿Acaso —suelen decir los miembros del PC— no es la democracia una mera farsa y un simple disfraz de la explotación de una clase por otra, de la dominación por parte de unos pocos? Y si el problema es la dominación social, ¿qué de malo podría tener desoír la democracia en favor de los intereses de los dominados y en contra de los dominadores?

El Presidente Gabriel Boric parece no compartir esa visión. Y entonces sus diferencias con el PC no serían, es de esperar, de política internacional.

En efecto, el Presidente Boric parece haber dado muestras de no creer en el valor puramente instrumental de la democracia. Para él, se puede colegir de su conducta y de su actitud, la democracia tendría un valor en sí misma.

La democracia valdría porque ella es la única forma de gobierno que realiza la imagen de los hombres y de las mujeres como libres e iguales. La democracia no valdría por los resultados que con ella se alcanzan, puesto que siempre podrá haber un dictador benevolente que alcance buenos resultados: la democracia valdría en sí misma, porque realizaría la imagen moral que las personas poseen en una sociedad abierta y decente en la que, a pesar de sus diferencias de clases y de ingreso, se reconocen como iguales y se liberan así de la coacción injustificada.

No sería cierto entonces que la diferencia entre el Presidente Boric y el PC sea de política internacional. Sería una diferencia mucho más profunda, una diferencia acerca de la dimensión moral de la democracia.

Pero si lo anterior es así —si la diferencia que media entre el Presidente Boric y Maduro, por decirlo de esta forma— es relativo al valor de la democracia, y si el Presidente Boric cree de veras que la democracia realiza nuestra concepción de que somos libres e iguales, entonces, tiene buenas razones no solo para rechazar u oponerse a Maduro, sino también para rechazar el régimen cubano que, al igual que el de Maduro, al despreciar la democracia o manipularla, desprecia y manipula la dignidad de los ciudadanos.

Salvo, claro, que todo el análisis precedente esté equivocado y en realidad el Presidente Boric rechace al régimen de Maduro no por la concepción de la democracia que lo anima, sino por razones de política internacional como él mismo dijo.

Pero ello sería decepcionante y, entonces, no habría motivo alguno para aplaudirlo.

 

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

MEDIO ORIENTE, EN TENSIÓN EXTREMA. El Mercurio, Editorial

 

                                                         MEDIO ORIENTE, EN TENSIÓN EXTREMA

El Mercurio, Editorial, 05/08/2024

Desde el alevoso ataque de octubre pasado, en el que murieron 1.200 israelíes y fueron secuestrados más de 200, Israel está empeñado en acabar con Hamas, el grupo que controlaba Gaza, desde donde lanzó la mortal ofensiva a su territorio.

El gobierno israelí ha dicho que no se conforma sino con la victoria total y la eliminación de los líderes de la milicia apoyada, financiada y entrenada por Irán, la cual ha resistido estos meses la ofensiva de las fuerzas judías a costa de dejar a la población de Gaza padeciendo los rigores de la guerra, desplazada de sus hogares, con las edificaciones destruidas y viviendo de la caridad internacional ante la escasez de alimentos, medicinas y servicios.

Casi 40 mil gazatíes han fallecido, según el Ministerio de Salud de Hamas.

Son varios los líderes del grupo islámico que han sucumbido a ataques israelíes con anterioridad al asesinato de Mohamed Deif, en Gaza, y de Ismail Haniyeh, en Teherán, pero estos últimos tienen más relevancia para el curso de la guerra.

Deif era el jefe militar de Hamas en Gaza y Haniyeh, el líder político y principal negociador de lo que se espera sea un acuerdo de cese el fuego, en el que se liberen los rehenes israelíes si se retoman las conversaciones. Deif, probablemente sea reemplazado por otro comandante en terreno, que siga al mando de Yahya Sinwar, el líder del ala militar de la milicia y cerebro de los ataques de octubre.

La serie de muertes de líderes de movimientos islámicos enemigos de Israel puede ser una chispa que encienda un conflicto regional, que vaya más allá de Gaza y Líbano, para abarcar Siria, Irak y Yemen, donde también están presentes milicias apoyadas y armadas por Irán. Tanto el gobierno israelí como Teherán deben calibrar sus próximos pasos, si quieren evitar una guerra extendida.

Quién será el sucesor de Haniyeh es incierto y abre interrogantes sobre el cauce de las negociaciones para buscar una tregua que tan difíciles han sido. Hay varios aspirantes que podrían enfrascarse en una lucha por el cargo, si bien muchos apuestan a que sea Sinwar, a pesar de que el sector menos violento de Hamas lo considera responsable de la guerra que ha destruido Gaza.

Haniyeh, que vivía exiliado en Qatar, era visto como un “pragmático” dentro del grupo, que estaba en desacuerdo con la línea radical y violenta de Sinwar, y por lo mismo, habría perdido influencia dentro de la milicia, pero era un buen rostro, más diplomático, ideal para representar al grupo islámico en los diálogos y actuar como mensajero del liderazgo.

Las negociaciones entre Israel y Hamas se llevan a cabo en forma indirecta, con la participación de Qatar, Egipto y Estados Unidos, habiendo sido Haniyeh el interlocutor del jefe de los servicios secretos de Egipto.

Se decía que antes del asesinato había una alta probabilidad de llegar rápido a un acuerdo, pero que las condiciones puestas por ambos lados seguían obstaculizando una salida. Ninguna de las partes ha mostrado real voluntad de hacer concesiones, y mientras Hamas no devuelva los rehenes es iluso pensar que Israel acepte algo más que una pausa humanitaria en los ataques.

El factor iraní. El asesinato de Haniyeh en Teherán, después de las ceremonias de asunción al cargo del nuevo Presidente iraní, Masoud Pezeshkian, atribuido pero no reconocido por Israel, archienemigo de los ayatolás, fue una dura humillación para Irán y demostró las debilidades de sus fuerzas de seguridad, incapaces de proteger a un invitado y aliado en su territorio.

Esta muerte se suma a la de Fuad Shukr, asesor del líder de Hezbolá, otra milicia proiraní, hace una semana, en un ataque aéreo en el Líbano.

La presencia de Hezbolá en este último país, con sus enormes arsenales de misiles y cohetes, y miles de combatientes, ha sido un desafío permanente para Israel en su frontera norte. Desde Líbano, se lanzan constantes ataques contra localidades israelíes, los que se intensificaron desde las operaciones en Gaza, en solidaridad con los palestinos.

En esta situación, en ambos lados se ha evacuado a decenas de miles de habitantes hacia zonas más seguras. El asesinato de Shukr fue en represalia por la muerte de 12 niños drusos israelíes en las Alturas del Golán, en un ataque que Hezbolá trató de desmentir cuando se supo la identidad de los menores: en el Líbano, los drusos son aliados suyos.

Para Irán, el apoyo a los palestinos y otros grupos militantes que luchan contra Israel es parte de la política que los ayatolás implementan desde la revolución islámica de 1979, y se enmarca en su posición de no reconocimiento del derecho de Israel a existir como Estado. Para Teherán, Israel es un poder imperial asentado en el Medio Oriente, una avanzada militar de Estados Unidos que ha ocupado territorio que no le pertenece, por lo que es lícito buscar su eliminación.

El apoyo irrestricto de Washington a la defensa de Israel hace difícil que este objetivo sea logrado, pero la enemistad entre los dos países es lo que mantiene tan inestable la región, creando condiciones para que se produzca un conflicto de mayor alcance y se expanda a las naciones vecinas.

El líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, ya habría ordenado una represalia contra Israel, la que debe ser muy bien calculada por el gobierno de Pezeshkian, si quiere evitar que escale en una guerra regional. Quizás la respuesta sea similar a la de abril, cuando —tras el ataque que cobró la vida de varios oficiales iraníes en Damasco— Irán lanzó una masiva, si bien poco efectiva, ofensiva con misiles y drones contra territorio israelí.

Si ahora fuera más contundente, las probabilidades de escalamiento serían altas y las esperanzas de una pronta solución a la guerra de Gaza se esfumarían.

 

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

FIASCOS MILITARES EN PLENA CONTIENDA: DE LOS HUNDIMIENTOS BRITÁNICOS A LA FALLIDA CAPTURA DE ROMMEL. Laura Manzanera, Periodista y escritora. Muy Interesante

 

                                                                                FIASCOS MILITARES EN PLENA CONTIENDA:

                                                                                DE LOS HUNDIMIENTOS BRITÁNICOS A LA

                                                                           FALLIDA CAPTURA DE ROMMEL

Laura Manzanera, Periodista y escritora

Muy Interesante, 30/07/2024

Entre los errores de cálculo más sonados de los aliados se cuentan dos hundimientos de barcos británicos.

Cuando Churchill dio la orden de trasladar a Singapur el crucero HMS Repulse y el acorazado HMS Prince of Wales, su buque insignia, estaba convencido de que su sola presencia allí disuadiría a los japoneses de atacar territorios británicos de ultramar en el sudeste asiático. Pronto se demostraría que erró en sus cálculos.

Ambas embarcaciones atracaron en Singapur, formando parte de la fuerza Z, el 2 de diciembre de 1941, y el 10, tres días después del ataque a Pearl Harbor, fueron bombardeados y torpedeados por los japoneses. Tanto el Prince of Wales, orgullo de la Royal Navy al que apodaban Unsinkable (“Insumergible”), como el Repulse terminaron en el fondo del océano, en el que también perdieron la vida unos 840 marineros.

Probablemente, la equivocación fue presentarse en Singapur sin un plan de acción, sólo para mostrar su supuesta superioridad. La medida disuasoria no sólo no frenó las ambiciones expansivas de Tokio, sino que marcó el final del largo poderío marítimo británico.

Ambos bandos tuvieron fiascos a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Aquí se recogen algunas de esas misiones frustradas.

Churchill reconocería: “Fue el impacto más terrible que recibí en toda la guerra”. Y fue también un duro golpe a la moral de británicos y estadounidenses, que iniciaban la guerra en el Pacífico sin un buque capital.

Señal de aviso tardía. Otro hundimiento imperdonable fue el del portaaviones HMS Glorious. El 8 de junio de 1940 se encontraba en aguas noruegas, junto a los destructores Ardent y Acasta, evacuando aviones.

Pese a detectar dos buques sin identificar, no se ordenó zafarrancho de combate y, cuando los ingleses se dieron cuenta de la magnitud del peligro, enviaron un SOS que resultó débil, lo que llevó a que se detectase media hora más tarde sin poder averiguarse ni su identificación ni su posición.

La tripulación fue pillada desprevenida por parte de dos acorazados alemanes que lo hundieron fácilmente. Pocos náufragos lograron subir a los botes y el agua estaba helada. El desastre se saldó con más de 1.500 muertos y menos de 50 supervivientes.

La historia oficial apunta a que el Glorious se separó del segundo convoy por falta de combustible, aunque algunos expertos apuntan a que el comandante había pedido permiso para ir por su cuenta hacia Scapa Flow, en las islas Orcadas, porque tenía prisa por llevar ante el tribunal al jefe de su aviación, que se había negado a realizar un ataque.

Pero ¿por qué fue autorizado a viajar en solitario, de vuelta a Gran Bretaña, a través de una zona con posible actividad submarina alemana? El misterio no se sabrá, como mínimo, hasta 2040, cuando prescriba la Ley de Secretos Oficiales de Reino Unido.

El único punto positivo del incidente fue que desde entonces se redactarían informes de la situación de los buques enemigos.

Capturar a Rommel vivo o muerto. En el ranking de intentos aliados chapuceros destaca el de apresar a Erwin Rommel, el mariscal de campo que había logrado que el Eje se impusiese en el norte de África.

La Operación Flipper consistía en enviar a un comando que irrumpiese en su cuartel general, lo capturase y lo llevase en submarino a Gran Bretaña, donde sería confinado en un campo de prisioneros.

Aunque no era la primera opción, había orden de matarlo si la captura se complicaba. La acción debía ser un gran golpe de efecto que permitiría dar un giro decisivo al resultado del conflicto en aquella región, claramente favorable a los nazis y sus aliados por entonces.

Churchill estaba empeñado en que Tobruk (Libia), enclave aliado sometido al asedio enemigo, no cayera en manos de Rommel, un objetivo ante el que los británicos se mostraban pesimistas. Y sabía que para evitarlo no bastaba con enviar refuerzos; por eso tomó una decisión drástica: acabar con el “Zorro del Desierto”.

Creía que, de lograrlo, aumentarían sus opciones de victoria, pues el Afrika Korps quedaría huérfano. Con esa idea nombró jefe de operaciones al almirante Roger Keyes, quien para llevar a cabo la misión designó a su hijo Geoffrey, poco hábil en el terreno militar.

La operación arrancó el 10 de noviembre de 1941, cuando dos submarinos zarparon de Alejandría en dirección a la costa libia. Desembarcaron la noche del 14 dispuestos a sortear las patrullas alemanas e italianas. Su destino era la localidad de Beda Littoria, concretamente la casa de Rommel.

Una vez allí, sabotearon el sistema eléctrico, rodearon el edificio y no tardaron en enzarzarse en una lucha con los alemanes de la que terminarían huyendo. Prácticamente todos fueron capturados o se entregaron, exhaustos tras intentar escapar a través del implacable desierto.

En el sitio equivocado. Lo más sorprendente de esta historia no es que los alemanes se impusieran tan fácilmente, sino que Rommel nunca había estado en aquella casa, que era en realidad el cuartel general de los servicios de intendencia.

Cuando estaba en África, se alojaba en un enclave secreto de la aldea de Susah pero, más más inri, aquel día estaba en Roma, desde donde planeaba el asalto a Tobruk.

La Operación Flipper fue un monumental desastre de organización. Los británicos no pudieron socavar la moral de las fuerzas del Eje en el norte de África y, además, hicieron completamente el ridículo.

Tampoco se cubrieron de gloria De Gaulle y Churchill cuando intentaron salvar las colonias tras la caída de Francia. Organizaron apresuradamente una fuerza para cambiar la situación de Dakar, capital del África Occidental francesa que se había alineado con el nuevo régimen de Vichy, aliado del Tercer Reich.

Pero en la Operación Amenaza los errores se sucedieron uno tras otro: el plan fue un secreto a voces, se usaron mapas anticuados, los defensores franceses estaban mejor preparados de lo que creían y no tenían intención alguna de rendirse.

Durante varios días, los británicos intentaron destruir las defensas del puerto con escaso éxito, y fracasó un intento de desembarco de una fuerza terrestre. La batalla de Dakar (del 23 al 25 de septiembre de 1940) se dio por terminada cuando un submarino defensor acertó a un navío británico clave. La reputación de De Gaulle sufrió un durísimo golpe.

De mayor calibre, estratégico y moral, fue el fracaso del ensayo para el Día D. Aunque nadie lo hubiera dicho, dado el contundente resultado del desembarco que marcaría el inicio del fin del conflicto, el ensayo que se hizo unos meses antes fue un auténtico desastre.

La llamaron Operación Tigre, tuvo lugar en abril de 1944 y debía ser realista y a gran escala. Visto el resultado, podría decirse que fue exageradamente realista. Resultó un fiasco de principio a fin.

Estadounidenses y británicos usaron distintas frecuencias de radio a la vez, lo que causó muchos problemas de comunicación: por ejemplo, que los barcos de transporte estadounidenses no se enterasen de que los dos navíos de guerra británicos que escoltaban al convoy de invasión estaban averiados.

Dicho fallo hizo que el convoy avanzase en línea recta, convirtiéndose en el blanco perfecto para los torpederos alemanes. Y por si fuera poco, cuando avistaron a estos torpederos, pensaron que eran embarcaciones amigas.

Ese error se llevó por delante la vida de 700 hombres, y muchos otros se ahogaron por no saber cómo funcionaban los chalecos salvavidas. A la lista de bajas se sumaron otras 300, víctimas del uso de fuego real. Más de mil soldados fallecieron en aquel desastroso simulacro.

El último intento de Hitler. La gran ofensiva alemana conocida como Batalla de las Ardenas se desplegó en los bosques y montañas de esta región belga en condiciones durísimas y durante casi siete semanas del invierno entre 1944 y 1945. Fue uno de los grandes enfrentamientos del conflicto, la última gran ofensiva del ejército alemán en el Frente Occidental y el último intento de Hitler de ganar la guerra.

Las fuerzas alemanas, ya bastante mermadas, carecían de combustible suficiente y tenían antes ellas a un enemigo claramente superior. Aquella lucha estaba condenada al fracaso. Al menos, eso creen muchos expertos, aunque no todos.

Para el historiador militar Christer Bergström, autor de Ardenas: la batalla, los nazis estaban mejor preparados, tenían mejores mandos y mejores tácticas de lo que se cree y, además, los planes de Hitler resultaban muy sensatos. Hasta tilda de “genial” la idea de atacar en las Ardenas con el fin de atrapar luego a los ejércitos de Montgomery.

Bergström apunta que “desde la perspectiva de Hitler, era lo más inteligente que se podía hacer, mientras esperaba la siguiente ofensiva rusa en el Vístula. Fue cuidadosamente planeada y preparada y fracasó sobre todo por dos factores que podían no haberse producido: primero, porque las líneas de suministros alemanas fueron cortadas por la aviación aliada cuando el tiempo mejoró el octavo día de la ofensiva, y segundo, porque las SS, menos competentes que el ejército regular, la Wehrmacht, recibieron en cambio la responsabilidad de conseguir los objetivos más importantes”.

Errores de ambos bandos en las Ardenas. El alto mando alemán evaluó sus pérdidas humanas en 20.000, más 20.000 desaparecidos y 40.000 heridos. La Luftwaffe quedó destruida y la moral de la Wehrmacht ya no se recuperó. A mediados de enero, el Ejército Rojo se adentraba en Polonia, y no tardaría en alcanzar la frontera alemana.

Las bajas aliadas fueron similares: 1.400 británicos desaparecidos y 20.000 muertos, y 23.000 bajas estadounidenses (con episodios como la masacre de Malmedy), cifras que provocaron duras críticas a Montgomery, acusado de múltiples errores y de buscar protagonismo sacrificando a los soldados.

Fuese mejor o peor idea, lo cierto es que las SS combatieron ineficazmente y aquella sangrienta ofensiva que intentaba, a la desesperada, cambiar el rumbo de la guerra estuvo lejos de alcanzar su objetivo. Hitler perdió su última oportunidad de invertir el curso de la contienda y la batalla marcó el inicio del fin del Tercer Reich.

Aparte de por las Ardenas, Montgomery fue muy criticado por la Operación Market Garden, ambiciosa misión aerotransportada que combinaba dos operaciones: tomar puentes estratégicos en Holanda gracias al avance simultáneo de unidades blindadas terrestres y, una vez despejado el camino, crear un corredor a través del cual podrían avanzar hasta el Ruhr, el corazón industrial del Tercer Reich, y cruzar el Rin, la última barrera natural antes de entrar en Alemania.

Montgomery pretendía dar un golpe definitivo al enemigo que pusiera fin a la guerra para la Navidad de 1944. El 17 septiembre de ese año, más de 20.000 soldados de élite fueron lanzados sobre una Holanda ocupada por los alemanes, tras las líneas enemigas. En aquella misión imposible encontrarían la gloria o la muerte.

Retiradas equivocadas. Aunque lograron tomar con éxito los primeros puentes, la operación fue un gran fracaso al no poder ocupar el puente final en Arnhem. La contraofensiva alemana fue implacable. El corredor que los aliados pretendían mantener se convirtió en escenario de un enfrentamiento infernal durante nueve días.

Frente a los alrededor de 17.000 soldados aliados muertos, heridos o desaparecidos, los alemanes perdieron unos 8.000. Pese a todo, para muchos, la operación estaba bien planificada y nadie cuestionó el heroísmo de las tropas de Montgomery, incluido éste: “Entre todas las unidades, ninguna actuación me ha motivado más ni ha causado más admiración que la ejecutada durante nueve días por la Primera División Aerotransportada británica”.

Desde entonces, Market Garden es motivo de referencia para los cuerpos aerotransportados. La gran derrota aliada fue también la última de las grandes victorias tácticas del Tercer Reich en el Frente Occidental.

Tampoco faltaron los errores y los intentos fallidos en las fuerzas del Eje. Entre sus principales fracasos estratégicos destacan dos órdenes de retirada que demostrarían estar equivocadas: la de Dunkerque y la Operación Hércules, que debía conquistar la isla de Malta.

En Dunkerque, en una de las decisiones más discutidas de toda la contienda, los alemanes optaron por detener su avance, dando así tiempo a los aliados para organizar el llamado “milagro de Dunkerque”. Creyeron que estaban irremediablemente perdidos pero, contra todo pronóstico, no fue así.

En mayo de 1940 los nazis lanzaron su primera ofensiva en Dunkerque, rompiendo sin apenas dificultad las líneas francesas y avanzando hacia el Canal de la Mancha.

Una de las divisiones Panzer estaba dirigida por un general apellidado Rommel y una de las divisiones inglesas por un tal Montgomery. Pasarían casi tres años antes de que ambos se encontraran en El Alamein, donde el inglés podría vengarse de la humillante derrota.

Al norte del avance germano quedaron aislados el Cuerpo Expedicionario británico, fuerzas galas y el modesto ejército belga. Todos los esfuerzos por salir de aquella trampa resultaron inútiles y Gran Bretaña decidió evacuar a sus tropas por mar.

Pero sólo tenía una salida: el puerto de Dunkerque. La noche del 26 de mayo se inició así la Operación Dínamo. A la mañana siguiente se tomaron medidas excepcionales; además de reclutar todos los barcos de guerra y mercantes de la zona, se hicieron con centenares de barcas de pesca, motoras, remolcadores, yates, botes salvavidas…

Mientras los barcos grandes embarcaban a los soldados en el puerto, los pequeños –“la Armada Mosquito”– no dejaban de llegar hasta estos hombres desde las playas. Gracias a la solidaridad de la población inglesa, Gran Bretaña logró una retirada modélica y la operación fue un éxito.

Se pudo evacuar a cerca de 340.000 soldados (más de 215.000 eran ingleses y el resto, franceses y belgas). Aunque eso no hizo olvidar la contundente derrota militar a Churchill, que advertiría ante el Parlamento: “Hemos de procurar no tratar este rescate como si fuera una victoria. Las guerras no se ganan con evacuaciones”.

Pero la opinión pública y la población sólo veían el heroísmo de los rescatadores, no sólo marineros sino también pescadores y gente anónima. Lo importante para muchos era que, pese a todo, Inglaterra había logrado resistir. Dunkerque se convirtió en un mito del valor británico, algo esencial cuando Alemania aún parecía imbatible.

Si los alemanes no hubiesen cesado su ataque, se habría cerrado a los aliados toda vía de escape. ¿Por qué lo hicieron? Según algunos investigadores, Hitler, por entonces amo de Europa, quería firmar la paz con Inglaterra y, si apresaba a todo el Cuerpo Expedicionario británico, los humillados ingleses quizá no habrían accedido.

En todo caso, parece ser que fue el jefe de la ofensiva, Von Rundstedt, quien pensó que necesitaban descansar y que debían reservar los tanques para la conquista de Francia. El Estado Mayor alemán quería que los Panzer siguiesen a Dunkerque, pero él convenció a Hitler de que se detuviesen.

Cuatro años después, otra orden de Hitler detendría a los tanques que podían haber frustrado el desembarco de Normandía, y Alemania perdió la guerra. Pero para eso aún faltaba mucho.

Hitler perdió otra oportunidad de oro en la isla de Malta. Convencido de la necesidad de capturar el estratégico enclave, esencial para que los suministros y víveres para las fuerzas desplegadas en África no fuesen interceptados y llegasen a tiempo a su destino, dio luz verde a Rommel para la Operación Hércules.

Demasiadas expectativas. La operación debía ejecutarse en julio de 1942 con un ataque combinado de paracaidistas y tropas aerotransportadas. Sus principales objetivos eran los aeródromos británicos, desde donde se lanzaban los ataques contra la flota invasora.

Pero, inexplicablemente, el Führer cambió de idea y la operación fue cancelada en favor de otro objetivo: Alejandría. Llevados por el entusiasmo, Hitler y Mussolini creyeron a Rommel cuando les aseguró poder conquistar la ciudad egipcia. La sola idea les insufló grandes dosis de confianza, tanta que se olvidaron de Malta y destinaron a la División Folgore, creada expresamente para la misión en dicha isla, a Egipto. Rommel no entendía el motivo de la renuncia; una cosa no excluía la otra.

Pensó que sus palabras se habían malinterpretado, pues se refería a que, para mantener Alejandría una vez conquistada, era necesario conquistar Malta. Esa falta de entendimiento entre los altos mandos resultaría fatal para Alemania, puesto que continuó la presencia de aviones y barcos en Malta, fracasó la campaña de Egipto y el Afrika Korps fue derrotado en El Alamein.

Otro malogrado plan del Eje pretendía lanzar cerca de La Haya paracaidistas que deberían hacerse con los aeródromos de Ypenburg, Ockenburg y Valkenburg y con la ciudad, tratando así de forzar la rendición holandesa y conquistar luego Gran Bretaña.

Creían que la clave del éxito era atacar por sorpresa, haciendo pensar a los holandeses que se dirigían hacia Reino Unido. Pero el paso de los aviones los alertó y, aunque los hombres de Hitler pudieron tomar los tres aeródromos, la misión no llegó a buen término.

Ni tomaron La Haya ni la reina Guillermina I firmó una rendición. Es más, varias horas después los holandeses contraatacaron. Pese a la victoria táctica de los holandeses, el considerado primer ataque paracaidista fallido de la Historia no tuvo excesiva repercusión para los nazis, gracias a sus triunfos en otros enclaves.

La batalla de Kursk. De todos modos, el mayor fracaso del Eje fue en el Frente del Este. 1943 marcó el inicio de la decadencia de las fuerzas de Hitler. Ese año perdieron casi 800.000 hombres en Stalingrado y se libró la batalla de Kursk, el más brutal y largo enfrentamiento entre tanques nazis y soviéticos, del 5 de junio al 23 de agosto.

Participaron tres millones de soldados, 13.000 tanques y 12.000 aviones. Los muertos se contaron por cientos de miles. Hitler necesitaba ganar en Kursk y reconocía que aquella batalla, la Operación Ciudadela, debía “concluir con un rápido y decisivo éxito”.

No fue así; estaba demasiado anunciada. Tanto, que los rusos pudieron preparar a conciencia una feroz resistencia y una ejemplar estrategia. La ofensiva significó el primer combate en que la Blitzkrieg (guerra relámpago) era derrotada antes de poder romper las defensas enemigas.

Los alemanes ya no se recuperaron y el Ejército Rojo siguió su avance hacia Berlín. Para algunos fue la batalla más decisiva de la contienda.

Así lo cree el historiador Richard Overy, autor de Por qué ganaron los aliados: “En Kursk, el ejército soviético mostró por primera vez una organización superior a la alemana en el campo de batalla en verano, tomó la iniciativa y ya no volvió a abandonarla; Kursk desequilibró de manera irreversible el frente alemán”.

Si tras Stalingrado se vio que Alemania no iba a ganar su guerra con Rusia, tras Kursk se supo además que serían los rusos los que la ganarían. Durante la contienda hubo asimismo varios planes germanos para terminar con la vida de los líderes de los países participantes.

Tras el fracaso de la Operación Long Jump, que pretendía acabar a la vez con Churchill, Roosevelt y Stalin, los alemanes trazaron otro plan para asesinar a Stalin. Todos los intentos de acabar con la vida del enemigo número uno de Hitler fracasó. También la llamada Operación Zepelín.

Asesinato frustrado de Stalin. La inteligencia alemana sabía que las medidas para garantizar la seguridad de Stalin estaban estudiadísimas y que cualquier intento de acercarse a él tenía escasas posibilidades. Por eso, prepararon el nuevo plan a conciencia.

Reclutaron a una víctima de la represión de Stalin: Piotr I. Shilo, que sería a partir de entonces el comandante Tavrin, y se ocuparon de elaborar documentos a su nombre, de conseguir condecoraciones militares soviéticas auténticas y de justificar su presencia en Moscú por una baja tras haber sido gravemente herido.

Y para darle la máxima credibilidad, le amputaron una pierna y le infligieron heridas reales que se suponía había recibido en el frente. La operación hubo de abortarse en varias ocasiones por diversos motivos, posponiéndose hasta el 4 de septiembre de 1944.

Esa noche, un avión despegaba de Riga con dos personas a bordo: Shilo haciéndose pasar por Tavrin– y su esposa, entrenada como operadora; llevaban armas y una motocicleta de marca soviética.

Pese a los cuidadosos preparativos, tampoco en esa ocasión la cosa salió como se esperaba. El aparato recibió fuego enemigo y el piloto se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Los ocupantes salvaron la vida, pero vecinos de la zona alertaron a las autoridades de que habían visto alejarse a dos personas en una motocicleta.

Se bloquearon todas las carreteras que llevaban a Moscú y en la región de Smolensk, a las 5 de la mañana, un agente del NKVD detuvo un sidecar con un hombre y una mujer. Aunque su documentación parecía en regla, les hizo acompañarlo.

Pronto se comprobó que no existía ningún comandante Tavrin. Shilo lo “cantó” todo y, a cambio de salvar la vida, participó en un juego de radios que pasaría a la Historia como “Niebla” y con el que la contrainteligencia soviética pudo engañar a los alemanes durante dos meses.

El último intento de asesinar a Stalin, como el resto, había sido frustrado. Y, en cuanto dejaron de ser necesarios, sus protagonistas fueron acusados de traición, condenados a muerte y ejecutados.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

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HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 12. GDD Roberto Arancibia Clavel

                                                             HISTORIA MILITAR DE CHILE DEL SIGLO XX. EPISODIO 12
Roberto Arancibia Clavel
El mundo después de la Gran Guerra sufrió grandes cambios que afectaron directa e indirectamente la realidad chilena. Las Fuerzas Armadas no fueron indiferentes a estos , que sirvieron de referente para su quehacer tanto profesional como para sus incursiones en política. Lo sucedido ayudará a explicar lo que vino después.

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LA OPOSICIÓN VENEZOLANA ATRAPADA EN UN BUCLE. Gilberto Aranda B.

 

                                                                             LA OPOSICIÓN VENEZOLANA ATRAPADA EN UN BUCLE

Gilberto Aranda B., Profesor titular Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

El Mostrador, 29/07/2024

En la galaxia informática se entiende un bucle como una serie de instrucciones ejecutadas de manera repetitiva, hasta que se cumpla una condición dada o se detenga físicamente el proceso. Una exacerbación del mismo, sería el bucle infinito que implica un error de programación que deriva en un ciclo repetido incesantemente, ya que la condición para finalizarlo sencillamente nunca se cumple.

Durante la última década, millones de venezolanos se han sentido atrapados en un bucle de permanentes negociaciones entre el Gobierno y la oposición, que acuerdan dirimir sus diferencias por medio de elecciones en las que el resultado siempre es al final el mismo: el oficialismo se aferra al poder “por las buenas o por las malas”, como dijo Nicolás Maduro en febrero último, sentencia confirmada a la luz del resultado de 51 % de las preferencias para su candidatura contra el 44 % de la oposición, después de interminables 6 horas de cierre de las mesas de sufragio.

Es necesario que la oposición cure sus heridas sin renunciar a la unidad alcanzada y, desde luego, aún queda el expediente de las auditorías a las actas, si efectivamente pudieron obtenerlas. Mientras, desde el sur del mundo habrá que prepararse para recibir nuevas migraciones en busca de esperanza.

Se repite un ciclo político que ha sido más o menos idéntico: 1) repunte de la conflictividad y caída de la economía favorecen el diálogo facilitado por actores externos; 2) la oposición se fracciona entre partidarios y detractores de pactar con el chavismo; 3) durante las negociaciones amainan las tensiones, por lo que la conflictividad disminuye; 4) se levanta el diálogo sin completar todos los acuerdos o, como única variante, se asumen compromisos que son respetados parcialmente.

Esta dinámica circular también explica que segmentos de la fragmentada oposición propiciaran como estrategia –equivocadamente, en mi opinión–, hace un tiempo y no tanto, el boicot electoral e, incluso, compromiso con fallidos golpes de Estado (2019). Pero además explica que más de 7 millones de venezolanos –según cifras de Naciones Unidas– perdieran las expectativas de cambio y abandonaran su país para radicarse en su mayoría en Colombia, Perú y Chile.

¿Qué hubo de nuevo en este caso? Sin duda, la unidad mayoritaria de la oposición, que dejó a un lado las luchas intestinas y los egos políticos, para consagrar a un “candidato tapa” –encargado de cuidar el puesto a quien no pudiera inscribirse en su momento–: el diplomático de carrera y académico Edmundo González Urrutia.

Mérito de la popular María Corina Machado, la permanente opositora que confrontó como diputada al fundador de la revolución bolivariana, misma que a menudo desconfió de los procesos electorales, llamando a boicotear comicios; la mujer que dijo en una entrevista a la BBC, en 2019, que Maduro solo dejaría el poder por la fuerza.

Machado, quien dio un generoso paso al costado y ungió a González Urrutia, pulverizando la premisa madurista de “divide y reinarás”.

El resto quedó más o menos constante. Durante un cuarto de siglo, el bolivarianismo chavista había usado tanto la negociación como la lógica electoral para refrendar su habitar el poder.

Desde la mediación de la Organización de Estados Americanos y el Centro Carter en 2002 hasta los acuerdos de Barbados de octubre de 2023, se realizaron siete procesos de gestión multilateral de la conflictividad venezolana. Adicionalmente, el Gobierno de Hugo Chávez protagonizó 14 comicios entre diciembre 1998 y marzo de 2013, mientras su sucesor organizó 7 elecciones en sus 11 años de mandato.

El oficialismo solo en dos ocasiones miró de frente la derrota electoral: la primera en diciembre de 2007, cuando la perseverancia de las federaciones de estudiantes universitarias propinó un rotundo rechazo al plebiscito por reformas constitucionales.

Chávez reconoció el resultado y preparó un camino para presentar un conjunto acotado de enmiendas constitucionales a la ciudadanía, en febrero de 2009, que en dicha ocasión sí fueron aprobadas, entre otras, la reelección permanente.

La segunda fue en diciembre de 2015 –con Nicolás Maduro ya como presidente–, cuando la oposición, unificada en la Mesa de Unidad Democrática, conquistó dos tercios de la Asamblea Nacional, negándole recursos al Ejecutivo, que ideó una “fuga hacia adelante”, eligiendo un Legislativo Constituyente paralelo que asumiera las competencias del primero.

Es decir, una afinada metodología para revertir decisiones populares y, así, mantener una fachada democrática. Para ello, además de contar o coadyuvar a la fragmentación opositora, el chavismo madurista disponía de bases para la movilización política y de un férreo control de los procesos, que en la jornada de ayer podría haber hecho valer.

En tanto, el ánimo de participación ciudadana en los comicios para una parte del electorado respondía a algo así como tocar un dorado punto de inflexión: aquel que no solo implicara un desenlace distinto, sino sobre todo un reconocimiento sin condiciones ni ambages por parte de Maduro de los resultados y, eventualmente, su salida definitiva del poder.

Para eso hicieron fila, algunos incluso pernoctando, en Caracas, Barinas y Mérida, varias horas antes de la apertura oficial de las casillas a las 6 a.m.

Durante el día se reportaron algunas irregularidades e incidentes, pero el dato duro fue la alta participación con locales atestados. Así lució el centro de votación en que ejerció el sufragio el candidato González Urrutia al mediodía.

Después de un baño de multitudes, pidió mantener las expectativas en calma y paz. Antes la inhabilitada María Corina Machado había recorrido las calles caraqueñas en moto para constatar respaldos.

La ansiedad se apersonó con el cierre de las casillas después de 12 horas de funcionamiento. Para esa hora la guerra de rumores y sondeos a boca de urna estaba desatada, otorgando la ventaja a unos y otros. Sin embargo, la bola de nieve que ganaba cuerpo era otra: se decía que funcionarios electorales estaban pidiendo a los apoderados salir de los recintos. González Urrutia y Machado replicaron llamando a los “testigos” a permanecer hasta que obtuvieran una copia del acta, tal como establece la ley.

Conforme pasaron las horas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) llamaba a la calma y a aguardar. El comandante en Jefe del Ejército, Vladimir Padrino López, intervenía para reiterar que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sería un garante de la paz, una cuestión no menor si se considera el doble papel de árbitro de los uniformados ante las crisis y de incumbentes con cargos en el gabinete.

Sin embargo, la tensión se incrementó cuando la dirigente opositora Delsa Solórzano denunció: “No quieren imprimir el acta y no quieren transmitir (…). No entregar el acta está completamente al margen de la ley”. De esa manera acusaba al Consejo Nacional Electoral de paralizar la entrega oficial de resultados a los apoderados, negándoles las actas.

Lo cierto es que el organismo, de mayoría oficialista, dilató el reconocimiento de una tendencia clara por 6 horas, comprometiendo la transparencia del escrutinio –base del actual reclamo de fraude– y arriesgando, de paso, una presión adicional contraproducente que aún puede tener secuelas inesperadas, como protestas masivas y desórdenes desestabilizadores.

En ese caso, sería una profecía autocumplida para la narrativa oficialista que divulgó por meses una conspiración opositora bajo la forma de disturbios.

Queda claro que para el oficialismo la mantención del poder fue una cuestión de supervivencia, aunque siempre se supo que el reconocimiento de un resultado adverso no sería fácil e, incluso, ocurriendo lo anterior tampoco sería garantía de cesión del mando supremo. La apuesta opositora era que ciertos grupos al interior del Gobierno medirían los costos de una salida frente a los costos de preservación del poder y cambiarían el guion.

De ahí que generar incentivos, por parte de la oposición, para una aplicación calculada de la justicia a los jerarcas oficialistas y sobre todo admitiendo resortes maduristas en la Fiscalía, la Asamblea Nacional y el propio Consejo Nacional Electoral, serían claves.

Pero ¿acaso hubo un diálogo previo con el madurismo o se dejó todo a posteriori de un proceso electoral que se daba por ganado basándose en sondeos? No hay que olvidar que, en el caso chileno, la estrategia de transición se anticipó en años al plebiscito de 1988.

Por lo pronto, es necesario que la oposición cure sus heridas sin renunciar a la unidad alcanzada y, desde luego, aún queda el expediente de las auditorías a las actas, si efectivamente pudieron obtenerlas. Mientras, desde el sur del mundo habrá que prepararse para recibir nuevas migraciones en busca de esperanza en otro lugar lejos de su patria.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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DICHOS DE LA DIPUTADA FRIES. Adolfo Paúl Latorre, abogado

 

                                                  DICHOS DE LA DIPUTADA FRIES

Adolfo Paúl Latorre, abogado

03/08/2024

Señor Director:

¿Cómo se explican la persecución política en sede judicial contra los militares y carabineros denunciada por el general Álvaro Guzmán Valenzuela en su carta del 1 de agosto bajo el título “Dichos de la diputada Fries” y la oposición a toda iniciativa de ley que pudiere favorecer a los que están condenados, llegando al extremo de inhumanidad de rechazar normas que permitían conceder la libertad condicional a aquellos que tuvieren más de 75 años de edad y que padecieren de una enfermedad terminal o inhabilitante?

Por el odio y el afán de venganza de los sectores políticos a los que tales servidores de la patria les impidieron consumar su proyecto totalitario.

Atentamente le saluda.

Un aporte del TCL. Antonio Varas Clavel

 

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