Columna de Opinión, News

OLIMPIADAS PROGRESISTAS. Gerardo Varela. El Mercurio

 

                                      OLIMPIADAS PROGRESISTAS

Gerardo Varela

El Mercurio, Columnistas, 17/08/2024

Es curioso lo que les pasa a los progres. Posan de virtuosos, pero se comportan como unos verdaderos sátrapas.

Lo del expresidente de Argentina es escandaloso. Su plataforma política estaba en el índice del progresismo, con lenguaje inclusivo y feminismo militante incluidos. Creó el Ministerio de la Mujer para protegerla, pero ahora descubrimos —a propósito de una investigación por corrupción en la contratación de seguros— que golpeaba a su señora y metía a su amante a la Casa Rosada.

”En síntesis, el progresismo sigue sin dar el tono. Tienen problemas para distinguir entre hombres y mujeres, entre dictaduras y democracias, entre libertad de expresión y cancelación; entre arte y religión (…)””.

Pero no está solo en eso. Recordemos al ideólogo del Frente Amplio y hoy convenientemente desaparecido Carlos Ruiz —otro entusiasta feminista y denunciante de las miserias y abusos masculinos— que también terminó acusado por violencia en contra de su pareja.

Yo a ambos les recomendaría que se hagan atletas olímpicos, porque en el boxeo olímpico femenino los hombres les pueden pegar a las mujeres y ganarse una medalla. En París un(a) argeline con un taiwanés(e) —que tienen cromosomas masculinos—, pelearon por la medalla de oro. Ese fue el único combate parejo que enfrentaron ambos.

A este escándalo (que sería para la risa si no fuera peligroso para las mujeres, una de la cuales declaró hincada y sollozando tras 46 segundos de pelea, que nunca le habían pegado tan fuerte) se suma la ofensa gratuita en la ceremonia de inauguración al buen gusto, a Da Vinci y a la última cena con una parodia grotesca.

Total, como a diferencia de los musulmanes que cuando se ofenden acuchillan, ametrallan o ponen bombas, los cristianos ponen la otra mejilla. Alguien en el comité organizador se olvidó que las olimpíadas celebran el templo de Olimpo y no a Sodoma y Gomorra y que se trata de inaugurar unos juegos deportivos y no un festival del orgullo gay.

Otro caso tragicómico fue el de la australiana que participó en la competencia de breakdance. Ella, profesora de estudios culturales, y más estudiosa que cultora de la disciplina, decidió que quería participar con un baile que combinaba la emulación de los movimientos espasmódicos de un canguro epiléptico con la gracia de las evoluciones de un cetáceo varado.

Lamentablemente para el equipo australiano, el jurado no comprendió la rutina y le concedió cero puntos. Unos verdaderos fascistas los del jurado. Consultada la progresista profesora sobre las razones que motivaron su participación, dio una respuesta que solo Irina podría traducir.

Pero el progresismo no empezó ahí. Ya en Tokio, 3 autoridades (incluido el director de la ceremonia inaugural), fueron despedidos/cancelados por pecados anteriores a las olimpiadas, uno por un chiste de mal gusto y 2 por haber hecho bullying (pero uno en el colegio).

No es de extrañar entonces que el director de la ceremonia de Paris se fuera a la segura llenándola de travestis. ¿Para qué filmar una linda mujer francesa si podemos exhibir un barbudo disfrazado de mujer? También hubo un escándalo porque unos hawaianos denunciaron por “apropiación cultural” que se incluyera en los juegos olímpicos el surf.

Por supuesto la polémica terminó cuando alguien les hizo saber que el futbol era inglés, el badminton indio, el tenis francés y las olimpíadas griegas y que el propósito de unas olimpiadas era unir la diversidad en torno al deporte.

No puedo dejar de celebrar a nuestros medallistas, Francisca Crovetto (tiro skeet) y Yasmani Acosta (lucha grecorromana), que demostraron que las olimpiadas se tratan de Citius, Altius, Fortius, más rápido, más alto y más fuerte y no más raro, más grotesco y más extravagante.

Puede ser un signo de los tiempos que nuestros medallistas sean expertos en repeler atacantes a disparos o luchando por su vida. Como vamos, en las próximas olimpíadas uno de nuestros lanzas a chorro se gana los 100 metros.

En síntesis, el progresismo sigue sin dar el tono. Tienen problemas para distinguir entre hombres y mujeres, entre dictaduras y democracias, entre libertad de expresión y cancelación; entre arte y religión, entre una competencia y un abuso, entre deporte y política y entre corrupción y probidad.

En definitiva, tienen serios inconvenientes para distinguir entre la verdad y la mentira.

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

EL DÍA EN QUE LOS COMUNISTAS PACTARON CON HITLER Y SUS REPERCUSIONES EN CHILE. Amanda Ugarte S. y Pedro Villarino. El Mercurio

 

                                                                                    EL DÍA EN QUE LOS COMUNISTAS PACTARON

                                                                                 CON HITLER Y SUS REPERCUSIONES EN CHILE

                                                                                                

Amanda Ugarte S. y Pedro Villarino

El Mercurio, Reportajes, 18/08/2024

El 24 de agosto de 1939, “El Mercurio” titulaba: “En presencia de Stalin, Mólotov y Ribbentrop firmaron en Moscú el pacto de no agresión germano-soviético”. Un acuerdo, conocido como la “alianza de los diablos” –según el historiador británico Roger Moorhouse–, selló uno de los pactos más polémicos de la Segunda Guerra Mundial.

A una semana de cumplirse 85 años de la firma del documento, recordamos su historia, sobre la que aún hoy se discute.

Para comprender este pacto, es necesario retroceder un año, señala Rosario Rodríguez, académica del Instituto de Historia de la Universidad Católica. En marzo de 1938, Alemania invadió Austria y, poco después, ocupó el territorio de los Sudetes, una región de Checoslovaquia. “Estos eventos marcaron el inicio de la expansión de la ideología del Lebensraum, o espacio vital alemán (voluntad de expandir el territorio germano)”, sostiene Rodríguez.

Añade que “los planes de Hitler incluían la invasión de Polonia y Francia, pero también revertir el Tratado de Versalles”, un acuerdo de paz firmado tras terminar con la Primera Guerra Mundial, “que había dejado mal parada a Alemania”, porque había perdido mucho territorio y a gran parte de su ejército, explica Rodríguez.

En 1939, a pesar de tener ideologías opuestas, Alemania y la Unión Soviética firmaron un pacto de no agresión con un anexo secreto que establecía que ambas potencias se repartirían Polonia. Algo que no tuvo consecuencias en Chile pues el Partido Comunista, hasta ese momento férreo crítico del régimen nazi, apoyó la decisión de Stalin, lo que le valió el quiebre con los socialistas y el fin del Frente Popular. Esta es la historia de un acuerdo del que aun se habla, más de ocho décadas después.

Sería esa necesidad, entonces, la que “llevó a Hitler a buscar un acuerdo con su principal enemigo ideológico, la Unión Soviética.

Hitler exigió a los polacos “construir una autopista y una línea de ferrocarril con estatuto de extraterritorialidad en el corredor para unir las dos partes de Alemania”, que habían quedado divididas tras el Tratado de Versalles, explica el historiador y académico de la Universidad de los Andes Enrique Brahm. Agrega que “se trataba de un pretexto para iniciar su expansión hacia el este y el gobierno polaco no estaba dispuesto a ceder. La guerra parecía inevitable. Más todavía cuando el gobierno británico, que empezaba a superar su política de apaciguamiento, daba su respaldo a Polonia”.

“En esas circunstancias, y como una forma de localizar el conflicto –aniquilar a Polonia sin que intervinieran las potencias occidentales–, empezó a ser interesante para Hitler buscarla alianza de Stalin”, sostiene Brahm.

LAS INTENCIONES DE CADA PARTE. Este pacto surgió por el “mutuo interés de los dictadores en mejorar su posición internacional”, destaca el historiador dela Universidad de los Andes. Por un lado, Hitler tenía la intención de conquistar Polonia y “prevenir una invasión desde el este, evitando una alianza de Stalin con Francia y Reino Unido”, explica Rodríguez.

Por otro lado, la URSS era “un país paria, aislado en el contexto internacional, y Stalin temía que las potencias occidentales se unieran en su contra. Al llegar a un acuerdo con Alemania, superaba ese aislamiento y, además, obtenía ciertas ventajas territoriales. Lo más importante, sabía que Hitler iría a la guerra con Polonia, un país que Gran Bretaña y Francia debían apoyar”, destaca Brahm.

Rodríguez agrega que “al mismo tiempo, el pacto le daba a Stalin tiempo para rearmarse y modernizar su ejército, lo que en última instancia no se logró, pero el objetivo era ganar tiempo, hacer una pausa para preparar al ejército, ante la posibilidad de enfrentarse a las fuerzas alemanas”.

Pero Stalin tenía ideas que iban más allá de la defensa nacional, tenía “también un plan secreto a largo plazo”, establece el autor alemán Orlando Figes en “La historia de Rusia”. “El 7 de septiembre informó a su círculo íntimo de que iban a esperar a que las potencias occidentales y la Alemania nazi se agotaran en una larga guerra antes de incorporarse al combate para y proclamarse como los vencedores. El sistema capitalista (en el que incluía a los es fascistas) quedaría debilitado y ello permitiría al Ejército Rojo exportar la revolución soviética a medida que fuera avanzando por Europa”, escribe Figes en su libro.

En este contexto es que se establece el pacto de no agresión firmado por los ministros de Asuntos Exteriores del III Reich, Joachim von Ribbentrop, y Viacheslav Mólotov, de la URSS. Nueve días antes de la segunda Guerra Mundial con la invasión alemana a Polonia.

Por su parte, Moscú invadiría el mismo país desde el este, dos semanas después que los alemanes, el 17 de septiembre de 1939.

Si bien el pacto Ribbentrop-Molotov fue entendido como un pacto de no agresión, en la práctica fue mucho más que eso. No solo acordaron el reparto de Polonia entre ambas naciones El texto incluyó un protocolo adicional secreto en el que se repartían el continente: el acuerdo suponía que Hitler, una vez tomada Polonia, podría dirigir sus esfuerzos hacia Francia y Gran Bretaña, sin preocuparse por los rusos, que no lo atacarían desde el otro frente.

En tanto, los soviéticos obtenían el visto bueno alemán para invadir Polonia desde el este y el reconocimiento de Finlandia, Estonia y Letonia bajo la influencia de Moscú.

DESCLASIFICACIÓN DE DOCUMENTOS. Pese a que el pacto tenía una duración de diez años prorrogables, las buenas relaciones entre ambos países culminaron el 22 de junio de 1941, cuando Hitler decidió invadir el territorio polaco anexado por la Unión Soviética a través de la operación Barbarroja. El protocolo secreto sobrevivió a la quema de documentos oficiales nazi que siguió tras la toma de Berlín.

De hecho, el texto sería encontrado a fines de la guerra por tropas británicas, en archivos abandonados por el III Reich y sacados a la luz pública poco después.

Y aunque durante muchos años la Unión Soviética calificó como falsos los documentos hallados, en agosto de 1989 Moscú crearía una comisión especial para investigarla veracidad de las “cláusulas secretas”. y las conclusiones fueron afirmativas.

Así, el gobierno ruso presidido por Mijaíl Gorbachov, en el marco de su política de glásnost (apertura), no pudo evitar la verdad.

Y emitió una declaración oficial admitiendo como verdadero el contenido en 1989, “Lo que se conoció fue el sorpresivo acuerdo entre los dictadores totalitarios que parecían enemigos irreconciliables”, finalizó Brahm.

“Para los socialistas, este pacto fue objeto de fuertes críticas porque el Partido Comunista lo respaldó por completo, considerándolo un acto en favor de la paz y una muestra de la vocación pacifista de la Unión Soviética. Así, el PC chileno terminó apoyando el pacto de manera total”, señala Joaquín Fermandois

RUPTURA PC-PS EN CHILE. El historiador y académico de la Universidad Católica Joaquín Fermandois señala que en Chile el tratado marcó el inicio de la ruptura del Frente Popular, integrado por el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Radical.

El PC hasta entonces había sido un férreo crítico del régimen nazi. Fermandois describe el efecto como un “divisor de aguas”, porque “fue impactante; el Frente y la Unión Soviética representaban el antifascismo, que incluía la oposición a la Alemania nazi. De pronto, se conoció este pacto de no agresión, pero nadie creía que fuera solo eso”.

“Para los socialistas, este pacto fue objeto de fuertes críticas porque el Partido Comunista lo respaldó por completo, considerándolo un acto en favor de la paz y una muestra de la vocación pacifista de la Unión Soviética. Así, el PC chileno terminó apoyando el pacto de manera total” señala Fermandois.

Un año después, a consecuencia del pacto, terminaría la unidad del Frente Popular en Chile. Según precisa, “todo lo establecido por la Unión Soviética era apoyado por el PC chileno. Nunca hubo una crítica, salvo cuando los soviéticos mismos hacían la crítica. Cuando muere Stalin, viene la desestalinización, ahí es cuando el Partido Comunista reconoce que este cometió algunos excesos”.

El académico sostiene que el tratado “revela que las creencias y las ideologías son importantes, pero a veces pueden significar todo lo contrario de lo que establecen, Entonces, por ambas partes, fue una negación de todo lo que habían declarado”.

“TENSIÓN CONSTANTE”. El académico de la Universidad San Sebastián Milton Cortés coincide en que el pacto “profundizó la división entre los dos partidos de izquierda más poderosos en Chile”, los socialistas usaron “el pacto Ribbentrop-Molotov cada vez de forma más creciente para atacar a los comunistas”.

Sostiene que esta era una alianza “difícil porque estos dos partidos competían por el mismo espacio político y electorado. Existía esa tensión constante y nunca funcionó muy bien como coalición de gobierno. No fue como la Concertación o la Nueva Mayoría, en que hay un enlace constante entre el Gobierno y la coalición, aquí había una mayor distancia. Los comunistas decidieron no participar con ministros en el mandato de Pedro Aguirre Cerda, mientras los socialistas sí”.

“También influyó en que ciertos militantes de izquierda, que se habrían ido hacia el comunismo, se decantaran por el Partido Socialista precisamente porque veían que el Partido Comunista seguía firmemente el lineamiento de Moscú”, agrega Cortés.

El Frente se había unido para llevar a Pedro Aguirre Cerda a la presidencia en 1938. “Lo irónico”, comenta Cortés, “es que lograron la victoria gracias al apoyo de los nazis”.

Inicialmente, estos respaldaron a Carlos Ibáñez del Campo, quien retiró su candidatura tras el fracaso de un intento de golpe de Estado, que culminó con la muerte de 59 jóvenes nazis por parte de los policías en la llamada Matanza del Seguro Obrero.

Fermandois explica que “lo apoyaron porque Aguirre Cerda les ofreció hacer un juicio a los asesinos”, pero finalmente “decretó la amnistía inmediata para todos, apenas asumió el gobierno, con excepción de dos oficiales”.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

Expedición libertadora del Perú. JORGE VILLARROEL CARMONA. Presidente del Círculo Ignacio Carrera Pinto

 

                                 Expedición libertadora del Perú

Entre los días 20 y 21 de agosto de 1820, zarpan desde Valparaíso rumbo al Perú 7 naves de guerra y 16 transportes con una fuerza militar de 4.642 hombres mayoritariamente chilenos, y contingente proveniente de las provincias unidades del río de la plata, con todo el avituallamiento logístico para combatir a los realistas del virreinato, operación financiada con el erario nacional de Chile. El mando de las fuerzas se entregó al General José de San Martín y la Marina de guerra al mando del almirante Thomas Cochrane, ambos lo hicieron al servicio de Chile y en las embarcaciones flameó nuestra bandera, pero, con tres estrellas blancas inclinadas en la franja superior azul del emblema patrio, que representaban a las tres naciones (Chile, Argentina conocida en ese tiempo como provincias unidas del río de la plata y Perú, respectivamente).

JORGE VILLARROEL CARMONA
Presidente del Círculo Ignacio Carrera Pinto

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