LAS REGLAS DE USO DE LA FUERZA
Richard Kouyoumdjian Inglis, Experto en Defensa y Seguridad Nacional – El Mostrador, 06/03/2025
El martes 4 de marzo las comisiones unidas de Seguridad y Defensa del Senado aprobaron el catálogo de ocho Reglas de Uso de la Fuerza (RUF). Hubo siete votos a favor y dos en contra.
El catálogo de RUF aprobado se parece mucho al que se generó en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera, el cual fue aprobado por decreto, algo que se buscaba corregir al pasar por el Congreso, ya que, de ser aprobado, tendría rango de ley y, por ende, lo que esperan tanto en el Ejecutivo como en el Parlamento es tener menos problemas al momento de ser usado como respaldo legal ante tribunales por acciones en que se haya tenido que usar la fuerza militar.
Los políticos en general deben entender que para unas cosas existen las policías y para otras las Fuerzas Armadas, y también deben entender que usar a las instituciones de la Defensa como espantapájaros en la macrozona sur y en las fronteras con Perú y Bolivia no es ni eficiente ni efectivo. |
Veamos qué pasará con el catálogo de RUF en el resto de sus procesos de aprobaciones y si algún día ve la luz, pero, así como está, no cumple con ninguno de los propósitos que uno esperaría de parte de un documento de este tipo, algo que el vicealmirante (r) y senador miembro de la comisión de Defensa del Senado, Kenneth Pugh, dejó claro cuando argumentó su voto de rechazo.
El voto de rechazo del almirante Pugh, el único miembro de las comisiones unidas con experiencia de mando y que entiende muy bien la naturaleza y propósito de las Fuerzas Armadas, es clave para entender en dónde está el problema principal de las RUF.
El senador Pugh en síntesis argumenta que las Fuerzas Armadas salen a actuar y no a disuadir. Su existencia, preparación, entrenamiento, experiencia, sistemas de mando y control, equipamiento, doctrina, y capacidades de operar y actuar son las que generan disuasión.
El Perú y la Argentina no atacan a Chile porque nuestras FF. AA. estén permanente desplegadas en las fronteras terrestres y marítimas. No lo hacen porque saben que tenemos la capacidad de actuar y reaccionar ante cualquier intento de afectar nuestra soberanía, no siendo necesario que estemos desplegados en forma permanente para generar esa disuasión, la que obviamente se puede ver disminuida si no tenemos la voluntad política de usarlas, algo que también aplica al tema en cuestión.
El almirante Pugh lo resume magistralmente al indicar que las Fuerzas Armadas no son espantapájaros, algo que dejan claro viejos axiomas de la literatura especializada, los que recomiendan que, si se van a usar tropas, se deben usar con todo su potencial, con fuerza abrumadora y contundente. Si no se pueden usar así, no las use y déjelas guardadas.
La génesis del problema está en que nuestra conducción política nacional no entiende la gran y profunda diferencia entre FF. AA. y las Fuerzas de Orden y Seguridad.
Las Fuerzas Armadas están concebidas, diseñadas, equipadas, entrenadas, pertrechadas y adoctrinadas para quebrar la voluntad de lucha de un adversario por la vía de infligirle daño, destrucción y muerte.
Las Fuerzas de Orden y Seguridad existen para darle efectividad al derecho, es decir, para entregarle el delincuente o infractor a otra organización que deberá aplicarle una sanción o castigo.
Las actuales RUF no dan cuenta de esta realidad básica y parece que consideran que las FF. AA. y las policías son lo mismo, pero con más armas, siendo lo único en que se parecen el hecho de que usan uniformes, son disciplinadas y jerarquizadas. Sus doctrinas y conceptos de uso son muy distintos.
Lamentablemente, para los lectores, detallaré lo que aprobaron las comisiones unidas y les pido que se coloquen en la mente de un soldado, marino, infante de marina o aviador, entrenado para la guerra y no para labores de orden público, que las deberá seguir en un escenario del tipo de los que se daban en la Plaza Italia o Baquedano, o si estuvieran a cargo de la protección de una estación de Metro que está siendo atacada.
Claramente, los que las escribieron y aprobaron, excepto Pugh, no tienen experiencia militar y tampoco han jugado Call of Duty en una PlayStation.
Regla 1: Despliegue de fuerzas, vehículos, naves o aeronaves, dispositivos u otros medios institucionales y porte de armas, en forma disuasiva.
Regla 2: Actuación mediante técnicas de comunicación y uso de medios de persuasión verbal, tales como el diálogo, mediación y negociación.
Regla 3: Empleo manual de elementos disuasivos de humo, gas pimienta, lacrimógenos, sonido, luz, agua, bastones u otros menos letales.
Regla 4: Utilización de dispositivos o sistemas que no constituyan armamento letal, destinados al lanzamiento de proyectiles que contengan pintura, gas pimienta, lacrimógenos, agua u otros menos letales, nunca aplicados de manera rasante ni de manera directa al rostro, la cabeza o al torso por sobre la parte baja del abdomen de cualquier persona.
Regla 5: Uso de la fuerza para el control físico, reducción del transgresor, para doblegar su resistencia, inmovilizarlo, esposarlo, aplicar otro medio de inmovilización. Una vez reducido e inmovilizado y sin oponer resistencia se prohíbe ejercer similares fuerzas en su contra. Se permite, al efecto, el empleo de esposas o elementos similares.
Regla 6: El personal militar podrá emplear munición de salva de forma disuasiva.
Regla 7: Uso de escopetas con munición antidisturbios solo para evitar o repeler un peligro grave e inminente de la vida o la integridad física de terceros o de personal policial o militar.
Regla 8: Uso de armamento letal solo contra personas que utilicen o se apresten a utilizar armas letales u otro medio que ponga en peligro la vida del personal policial o militar, o de terceros, o pueda causar afectaciones de consideración a la integridad física, especialmente si mantuvieren el arma en su poder. Asimismo, podrá emplear armamento letal contra quien, previa orden del referido personal, no se desprendiere de un arma letal.
Asimismo, el documento señala que “el personal dispuesto para la protección de infraestructura crítica hará uso de la fuerza de conformidad con lo establecido en el presente artículo. Podrá hacer uso de la fuerza potencialmente letal cuando tuviere por objeto impedir daños graves e inminentes a la infraestructura crítica que representen un peligro contra la vida o afectaciones de consideración a la integridad física del personal o de terceros”.
También dice que “las resoluciones señaladas en el inciso primero estarán exentas del trámite de toma de razón y deberán ser registradas en el Ministerio de Defensa Nacional. Las reglas de uso de la fuerza definidas en este artículo no representan un orden secuencial, ya que el uso de la fuerza podrá disminuir o aumentar en relación con la agresión o la resistencia opuesta”.
Aún queda por ver aspectos tales como los eximentes de responsabilidad y la competencia de justicia militar, dos temas que son de extrema importancia y fundamentales, si es que se llega a decidir usar a las Fuerzas Armadas para el control del orden público o el resguardo de infraestructura crítica.
Claramente, si yo fuera un mando militar, con estas RUF no salgo a la calle. Independientemente de la buena voluntad de los legisladores por buscar formas que lo eviten, de seguro termino en tribunales si tengo que usar la fuerza.
El Gobierno, el Congreso y los políticos en general deben entender que para unas cosas existen las policías y para otras las Fuerzas Armadas, y también deben entender que usar a las instituciones de la defensa como espantapájaros en la macrozona sur y en las fronteras con Perú y Bolivia no es ni eficiente ni efectivo, como tampoco lo es empujar proyectos de ley como este o el de infraestructura crítica, que tienen el problema en su origen, en diagnósticos mal realizados y, por ende, provistos de soluciones inefectivas.
Para finalizar, si queremos usar a las Fuerzas Armadas contra insurgentes y terroristas, eso es otra cosa, pero usarlas en el control del orden público o en la defensa de infraestructura crítica que es atacada por delincuentes o personas que buscan destruir y atacar como parte de una protesta social, eso requiere de otras soluciones, de soluciones policiales.
Al final del día, todo se resume en la vieja frase: pastelero a tus pasteles.
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la defensa Nacional
LA VIGENTE IDEOLOGÍA MARXISTA
Gonzalo Rojas Sánchez – El Mercurio, Columnistas, 05/03/2025
Era 1990. En un curso de formación para profesionales, el coordinador les dijo a los profesores que se iba a excluir la clase de marxismo para el año siguiente, porque esa ideología había fenecido. Era la ilusión de Fukuyama.
En Chile, por cierto, nada de eso ha sucedido. Cuatro situaciones han vuelto a mostrar lo persistente que es la ideología marxista en nuestra vida cívica.
Por una parte, la reacción del PC ante la evidencia de que el régimen de Maduro estaría directísimamente implicado en el asesinato del teniente Ojeda. Desde la tienda roja las descalificaciones hacia la investigación no se hicieron esperar; es que simplemente es inadmisible que un aliado político haya podido cometer un crimen, porque, ya se sabe, todos los marxistas son “hombres nuevos”, consolidados en la virtud y amantes del bien.
Las pruebas dan lo mismo, porque, recordemos, Lenin sostenía con total desfachatez que si la teoría no calza con los hechos, pues… peor para los hechos.
Es posible que todavía en los próximos meses —aun con el PC en el poder— no se pueda demostrar por completo la conexión Maduro-crimen. Si en una situación de evidencia mucho más masiva, como era la participación extranjera en la insurrección violenta de octubre de 2019 —y a pesar del anuncio del entonces director de la PDI—, todavía estamos esperando la publicación de la verdad, en el caso Ojeda probablemente se repita el mismo esquema.
Es que después del piñerismo —que tuvo tiempo suficiente para dar a conocer la verdad, por comprometedora que fuera para el propio gobierno—, el octubrismo llegó al poder con Boric. Lo delicado es que si el piñerismo retorna al poder, quizás sigamos esperando…
Una segunda situación se ha presentado con la toma de San Antonio y la insólita negociación consiguiente. ¿Cuál ha sido la postura del PC? Su posición ha tenido tres elementos: no al cumplimiento de la sentencia judicial, proposición de expropiación, y rechazo del lucro.
Así queda claro que las sentencias judiciales siguen siendo, para el PC, expresiones burguesas, aunque es de todos conocido el profundo grado de penetración de las izquierdas en el Poder Judicial. A eso se suma que, ante un conflicto de intereses entre propietarios y ocupantes ilícitos, la mirada comunista busca de inmediato hacerse con la adhesión de los pobladores, exigiendo la expropiación.
Y, finalmente, una vez articulado el acuerdo de compra, los comunistas aprovechan la oportunidad de condenar el legítimo lucro que podrían obtener los propietarios, aunque ciertamente bajo presión.
En tercer lugar, a raíz del apagón, desde las trincheras marxistas se ha insistido en la incompetencia de la empresa privada, como si el Estado de Chile fuese del todo ajeno a la situación que se vivió.
Con la ceguera propia de la mirada ideológica, dos diputados comunistas han reactivado un proyecto de ley para estatizar todo el sistema de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
Es ciertamente una mirada estaliniana, pero a ellos nada les importa, porque solo buscan que se hagan presentes unos planteamientos de marxismo puro y duro, que les permitan, en lo personal, ser bien considerados en el PC (no nos engañemos: no existe el comunista desinteresado, altruista, “espiritual”), y en lo electoral, mantener ese 5-7 % de adhesión que, en ciertos lugares de Chile, les permita elegir representantes de unas minorías muy minoritarias pero eficaces en su despliegue en terreno.
¿Y la cuarta? Es la coronación de todo lo anterior: Jadue llamando a la sublevación popular, un anhelo vigente desde San Petersburgo en 1917 a Santiago de Chile en 2019. Una aspiración comunista siempre pendiente.
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel