ISRAEL EN EL CONTEXTO DE LA HEGEMONÍA MUNDIAL
Es notable como la mayoría de los análisis, evaluaciones y comentarios de la actual crisis en Medio Oriente -entre EEUU, Israel e Irán- son hechos desde una perspectiva desconectada de la realidad de la dinámica de la lucha por la hegemonía mundial, en este caso por la secuencia iniciada por el derrumbe de los imperios coloniales, Francia y Gran Bretaña, seguida por la Descolonización; la competencia entre EEUU y la URRS conocida como la Guerra Fría; la caída de la URRS; la breve hegemonía unipolar de los EEUU y el actual inicio de la conformación de un sistema Multipolar con el ingreso de China, India y Rusia como miembros relevantes y varias potencias de segunda línea como participantes activos.
La Segunda Guerra Mundial dejó a las potencias europeas (Reino Unido, Francia, Países Bajos y Bélgica) económicamente exhaustas y militarmente debilitadas.
Mantener vastos imperios coloniales se volvió insostenible. Por su parte las potencias emergentes podían asegurar sus intereses económicos a través del comercio, la inversión y la competencia ideológica, sin la carga administrativa y militar de mantener imperios.
Caída de los imperios territoriales y ascenso de EEUU y la URRS. La Crisis del Canal de Suez de 1956 fue un conflicto internacional que marcó el punto de inflexión en las relaciones de poder globales, señalando el declive de las antiguas potencias coloniales y el ascenso de Estados Unidos y la Unión Soviética como superpotencias.
La causa inmediata fue la decisión del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, el 26 de julio de 1956, de nacionalizar la Compañía del Canal de Suez. Esta compañía, de propiedad británica y francesa, controlaba el vital paso marítimo que conecta el Mediterráneo y el Mar Rojo. Nasser justificó la nacionalización como una medida para financiar la construcción de la Presa de Asuán, un proyecto crucial para el desarrollo de Egipto, después de que Estados Unidos y Gran Bretaña retiraran su oferta de financiación debido a los crecientes lazos de Egipto con la Unión Soviética y Checoslovaquia comunista.
Gran Bretaña y Francia, principales accionistas del canal y con importantes intereses estratégicos y económicos en Vietnam, India y en la región, vieron la nacionalización como una agresión. Conspiraron secretamente con Israel, cuyas relaciones con Egipto ya eran tensas, para una intervención militar conjunta. Israel buscaba acabar con el bloqueo egipcio y ampliar su dominio territorial.
Aunque militarmente las fuerzas anglo-franco-israelíes lograron éxitos iniciales invadiendo la península del Sinaí y la zona del canal, la oposición y las amenazas económicas de EEUU y Rusia forzaron su retirada. Antes y durante la Crisis de Suez, se forjó una alianza secreta entre Francia, el Reino Unido e Israel. En este marco, Francia se convirtió en un socio estratégico clave para Israel en materia de armamento y en el desarrollo clandestino de la capacidad nuclear de Israel, a partir de las Instalaciones en Dimona.
La Crisis de Suez marcó el fin de la era colonial europea y la pérdida significativa de influencia de Gran Bretaña y Francia en el Medio Oriente
En resumen, la Crisis del Canal de Suez de 1956 fue el evento crucial que redefinió el panorama geopolítico mundial, marcando el fin del ordenamiento global de la era colonial Europea y el comienzo de la Guerra Fría- dominada por la intensa lucha bipolar entre EEUU y la URRS.
El punto de inflexión de la supremacía norteamericana en apoyo a Israel se produjo en 1967 (Guerra de los Seis Días), en que la administración estadounidense reforzada por la influencia del lobby israelí estableció su voluntad de garantizar la seguridad de Israel y su capacidad para defenderse. Esto se tradujo en una política de proporcionar a Israel el acceso a la tecnología y el armamento más avanzados.
Guerra de Yom Kipur (1973): cuando Israel se enfrentó a un ataque sorpresa por parte de Egipto y Siria, el puente aéreo masivo de suministros militares de Estados Unidos fue crucial para la supervivencia y eventual victoria de Israel. Este evento cimentó aún más la dependencia de Israel de Estados Unidos como su principal respaldo militar. La ayuda militar anual de Estados Unidos a Israel se ha mantenido con un acuerdo que actualmente garantiza 3.800 millones de dólares anuales hasta 2028.
En síntesis, el reemplazo de Francia por Estados Unidos como el principal aliado militar de Israel fue el resultado directo de la necesidad estratégica de Estados Unidos de tener un aliado fuerte en una región volátil, en el contexto de la Guerra Fría. Esta alianza se ha mantenido y fortalecido desde entonces.
Término de la Guerra Fría y establecimiento de la hegemonía unilateral global de los EEUU. El colapso de la Unión Soviética no fue un evento único ni repentino, sino el resultado de una acumulación de problemas económicos, políticos e ideológicos que se agudizaron en las últimas décadas de su existencia.
El sistema soviético se basaba en una planificación económica centralizada que se volvió cada vez más ineficiente, rígida y burocrática. Por otra parte, la URSS destinó una parte desproporcionada de su PIB a la defensa y a la carrera armamentista con Estados Unidos durante la Guerra Fría. Este gasto militar masivo desvió recursos de otros sectores cruciales (consumo, infraestructura, tecnología civil) y agotó su economía. Gorbachov intentó introducir elementos de mercado y descentralización en la economía para revitalizarla. Sin embargo, estas reformas fueron implementadas de manera gradual y a menudo inconsistente, generando más caos y desabastecimiento en lugar de mejoras. También abandonó la Doctrina Brézhnev (que justificaba la intervención soviética en los asuntos internos de los países del Pacto de Varsovia) lo que permitió que los países de Europa del Este (Polonia, Hungría, Alemania del Este, Checoslovaquia, Rumania, Bulgaria) se liberaran del control soviético en 1989 (marcado por la caída del Muro de Berlín), lo que a su vez aceleró la desintegración interna de la URSS al desmantelar su esfera de influencia.
Finalmente, el 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov renunció como presidente y la bandera soviética fue arriada en el Kremlin, marcando la disolución formal de la Unión Soviética y su reemplazo por la Comunidad de Estados Independientes (CEI), compuesta por la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas. La caída de la URSS puso fin a la bipolaridad que había caracterizado las relaciones internacionales durante la Guerra Fría. Con el colapso del bloque soviético, Estados Unidos emergió como la única superpotencia hegemónica, dando paso a un período conocido como el “mundo unipolar” en el que no existió otra potencia o bloque de potencias capaz de desafiar la hegemonía estadounidense a nivel global.
Sin la contención soviética, Estados Unidos se sintió más libre para intervenir militarmente en diversas regiones de una sucesión de guerras de escasa utilidad para EEUU que incluyeron varias derrotas: Guerra de Corea (3 años), Vietnam (20 años), Iraq 9 años, Afganistán (20 años) y Libia, (6 años) con aproximadamente 100.000 muertos y 700.000 heridos y mutilados.
En los 35 años de unipolaridad hubo grandes cambios: aceleración de la globalización económica, liberalización de mercados, desregulación y expansión del comercio y las finanzas internacionales, a menudo bajo la influencia de las instituciones lideradas por Estados Unidos (Orden Mundial Basado en Reglas).
La transición de un mundo bipolar a uno unipolar tuvo consecuencias profundas:
Mayor estabilidad en algunas regiones, nuevos conflictos y desafíos en otras.
Expansión de la OTAN hacia el este, incluyendo a antiguos miembros del Pacto de Varsovia, lo que generó tensiones con la nueva Rusia y Desafíos a la hegemonía estadounidense: surgieron nuevas potencias (China, la Unión Europea) y desafíos (terrorismo internacional) que comenzaron a configurar un mundo más multipolar a principios del siglo XXI. La invasión de Irak en 2003 y las crisis financieras globales fueron hitos que pusieron en tela de juicio los límites de la unipolaridad estadounidense.
En resumen, la caída de la URSS transformó radicalmente el panorama geopolítico, dando paso a una era de predominio estadounidense, pero también sentando las bases para la aparición de nuevos actores y dinámicas que actualmente estarían llevando a un orden mundial más complejo y, para algunos, nuevamente multipolar.
Crisis norteamericana. La década de 1980, bajo la presidencia de Ronald Reagan, experimentó un fuerte aumento de la deuda pública como resultado de los recortes de impuestos y el aumento del gasto militar. En el siglo XXI, la administración de George W. Bush (2001-2009) vio un incremento significativo de la deuda nacional debido a los recortes de impuestos, las guerras en Afganistán e Irak y la crisis financiera de 2008. La deuda se duplicó con creces durante su presidencia. La administración de Obama (2009-2017) continuó con un aumento de la deuda debido a las secuelas de la crisis financiera, el estímulo económico y el aumento del gasto en atención médica. La deuda casi se triplicó entre 2008 y 2019. La administración Trump (2017-2021) también experimentó un aumento
sustancial de la deuda debido a los recortes de impuestos (TCJA) y al aumento del gasto, incluso antes de la pandemia de COVID-19. La deuda aumentó en 7,8 billones de dólares durante su presidencia. Bajo la administración Biden (2021- Presente), la deuda ha seguido aumentando, superando los 34 billones de dólares a finales de 2023 y alcanzando los 36 billones a principios de 2025.
Los intereses de la deuda representan el costo de servir la deuda nacional acumulada. Este componente está creciendo rápidamente debido al aumento de la deuda y al incremento de las tasas y podría pronto ocupar la mayor parte del presupuesto. El déficit fiscal de EE. UU. se refiere a la situación en la que el gobierno gasta más dinero del que recauda en impuestos y otras fuentes de ingresos. Este déficit se suma a la deuda nacional.
No se puede afirmar que EE. UU. esté en “decadencia” en un sentido absoluto.
Sigue siendo una superpotencia con fortalezas económicas, militares y diplomáticas considerables. Sin embargo, lo que sí es evidente es un cambio en el equilibrio de poder global. China ha emergido como un competidor significativo, y la relación entre China y Rusia busca activamente desafiar el orden unipolar que existió después de la Guerra Fría.
Es entonces en este contexto en que debemos situar el comportamiento y trascendencia de las relaciones entre Israel, Irán y los EEUU en Oriente Medio.
La gestión de gobierno de Donald Trump por su parte no contribuye en absoluto a dar estabilidad al sistema de seguridad global ni a fortalecer el liderazgo de su país. La importancia de Israel como parte del panorama mundial es actualmente irrelevante, China y Indo Pacifico si lo son.
La Segunda Guerra Mundial dejó a las potencias europeas (Reino Unido, Francia, Países Bajos y Bélgica) económicamente exhaustas y militarmente debilitadas.
Mantener vastos imperios coloniales se volvió insostenible. Por su parte las potencias emergentes podían asegurar sus intereses económicos a través del comercio, la inversión y la competencia ideológica, sin la carga administrativa y militar de mantener imperios.
Caída de los imperios territoriales y ascenso de EEUU y la URRS. La Crisis del Canal de Suez de 1956 fue un conflicto internacional que marcó el punto de inflexión en las relaciones de poder globales, señalando el declive de las antiguas potencias coloniales y el ascenso de Estados Unidos y la Unión Soviética como superpotencias.
La causa inmediata fue la decisión del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, el 26 de julio de 1956, de nacionalizar la Compañía del Canal de Suez. Esta compañía, de propiedad británica y francesa, controlaba el vital paso marítimo que conecta el Mediterráneo y el Mar Rojo. Nasser justificó la nacionalización como una medida para financiar la construcción de la Presa de Asuán, un proyecto crucial para el desarrollo de Egipto, después de que Estados Unidos y Gran Bretaña retiraran su oferta de financiación debido a los crecientes lazos de Egipto con la Unión Soviética y Checoslovaquia comunista.
Gran Bretaña y Francia, principales accionistas del canal y con importantes intereses estratégicos y económicos en Vietnam, India y en la región, vieron la nacionalización como una agresión. Conspiraron secretamente con Israel, cuyas relaciones con Egipto ya eran tensas, para una intervención militar conjunta. Israel buscaba acabar con el bloqueo egipcio y ampliar su dominio territorial.
Aunque militarmente las fuerzas anglo-franco-israelíes lograron éxitos iniciales invadiendo la península del Sinaí y la zona del canal, la oposición y las amenazas económicas de EEUU y Rusia forzaron su retirada. Antes y durante la Crisis de Suez, se forjó una alianza secreta entre Francia, el Reino Unido e Israel. En este marco, Francia se convirtió en un socio estratégico clave para Israel en materia de armamento y en el desarrollo clandestino de la capacidad nuclear de Israel, a partir de las Instalaciones en Dimona.
La Crisis de Suez marcó el fin de la era colonial europea y la pérdida significativa de influencia de Gran Bretaña y Francia en el Medio Oriente
En resumen, la Crisis del Canal de Suez de 1956 fue el evento crucial que redefinió el panorama geopolítico mundial, marcando el fin del ordenamiento global de la era colonial Europea y el comienzo de la Guerra Fría- dominada por la intensa lucha bipolar entre EEUU y la URRS.
El punto de inflexión de la supremacía norteamericana en apoyo a Israel se produjo en 1967 (Guerra de los Seis Días), en que la administración estadounidense reforzada por la influencia del lobby israelí estableció su voluntad de garantizar la seguridad de Israel y su capacidad para defenderse. Esto se tradujo en una política de proporcionar a Israel el acceso a la tecnología y el armamento más avanzados.
Guerra de Yom Kipur (1973): cuando Israel se enfrentó a un ataque sorpresa por parte de Egipto y Siria, el puente aéreo masivo de suministros militares de Estados Unidos fue crucial para la supervivencia y eventual victoria de Israel. Este evento cimentó aún más la dependencia de Israel de Estados Unidos como su principal respaldo militar. La ayuda militar anual de Estados Unidos a Israel se ha mantenido con un acuerdo que actualmente garantiza 3.800 millones de dólares anuales hasta 2028.
En síntesis, el reemplazo de Francia por Estados Unidos como el principal aliado militar de Israel fue el resultado directo de la necesidad estratégica de Estados Unidos de tener un aliado fuerte en una región volátil, en el contexto de la Guerra Fría. Esta alianza se ha mantenido y fortalecido desde entonces.
Término de la Guerra Fría y establecimiento de la hegemonía unilateral global de los EEUU. El colapso de la Unión Soviética no fue un evento único ni repentino, sino el resultado de una acumulación de problemas económicos, políticos e ideológicos que se agudizaron en las últimas décadas de su existencia.
El sistema soviético se basaba en una planificación económica centralizada que se volvió cada vez más ineficiente, rígida y burocrática. Por otra parte, la URSS destinó una parte desproporcionada de su PIB a la defensa y a la carrera armamentista con Estados Unidos durante la Guerra Fría. Este gasto militar masivo desvió recursos de otros sectores cruciales (consumo, infraestructura, tecnología civil) y agotó su economía. Gorbachov intentó introducir elementos de mercado y descentralización en la economía para revitalizarla. Sin embargo, estas reformas fueron implementadas de manera gradual y a menudo inconsistente, generando más caos y desabastecimiento en lugar de mejoras. También abandonó la Doctrina Brézhnev (que justificaba la intervención soviética en los asuntos internos de los países del Pacto de Varsovia) lo que permitió que los países de Europa del Este (Polonia, Hungría, Alemania del Este, Checoslovaquia, Rumania, Bulgaria) se liberaran del control soviético en 1989 (marcado por la caída del Muro de Berlín), lo que a su vez aceleró la desintegración interna de la URSS al desmantelar su esfera de influencia.
Finalmente, el 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov renunció como presidente y la bandera soviética fue arriada en el Kremlin, marcando la disolución formal de la Unión Soviética y su reemplazo por la Comunidad de Estados Independientes (CEI), compuesta por la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas. La caída de la URSS puso fin a la bipolaridad que había caracterizado las relaciones internacionales durante la Guerra Fría. Con el colapso del bloque soviético, Estados Unidos emergió como la única superpotencia hegemónica, dando paso a un período conocido como el “mundo unipolar” en el que no existió otra potencia o bloque de potencias capaz de desafiar la hegemonía estadounidense a nivel global.
Sin la contención soviética, Estados Unidos se sintió más libre para intervenir militarmente en diversas regiones de una sucesión de guerras de escasa utilidad para EEUU que incluyeron varias derrotas: Guerra de Corea (3 años), Vietnam (20 años), Iraq 9 años, Afganistán (20 años) y Libia, (6 años) con aproximadamente 100.000 muertos y 700.000 heridos y mutilados.
En los 35 años de unipolaridad hubo grandes cambios: aceleración de la globalización económica, liberalización de mercados, desregulación y expansión del comercio y las finanzas internacionales, a menudo bajo la influencia de las instituciones lideradas por Estados Unidos (Orden Mundial Basado en Reglas).
La transición de un mundo bipolar a uno unipolar tuvo consecuencias profundas:
Mayor estabilidad en algunas regiones, nuevos conflictos y desafíos en otras.
Expansión de la OTAN hacia el este, incluyendo a antiguos miembros del Pacto de Varsovia, lo que generó tensiones con la nueva Rusia y Desafíos a la hegemonía estadounidense: surgieron nuevas potencias (China, la Unión Europea) y desafíos (terrorismo internacional) que comenzaron a configurar un mundo más multipolar a principios del siglo XXI. La invasión de Irak en 2003 y las crisis financieras globales fueron hitos que pusieron en tela de juicio los límites de la unipolaridad estadounidense.
En resumen, la caída de la URSS transformó radicalmente el panorama geopolítico, dando paso a una era de predominio estadounidense, pero también sentando las bases para la aparición de nuevos actores y dinámicas que actualmente estarían llevando a un orden mundial más complejo y, para algunos, nuevamente multipolar.
Crisis norteamericana. La década de 1980, bajo la presidencia de Ronald Reagan, experimentó un fuerte aumento de la deuda pública como resultado de los recortes de impuestos y el aumento del gasto militar. En el siglo XXI, la administración de George W. Bush (2001-2009) vio un incremento significativo de la deuda nacional debido a los recortes de impuestos, las guerras en Afganistán e Irak y la crisis financiera de 2008. La deuda se duplicó con creces durante su presidencia. La administración de Obama (2009-2017) continuó con un aumento de la deuda debido a las secuelas de la crisis financiera, el estímulo económico y el aumento del gasto en atención médica. La deuda casi se triplicó entre 2008 y 2019. La administración Trump (2017-2021) también experimentó un aumento
sustancial de la deuda debido a los recortes de impuestos (TCJA) y al aumento del gasto, incluso antes de la pandemia de COVID-19. La deuda aumentó en 7,8 billones de dólares durante su presidencia. Bajo la administración Biden (2021- Presente), la deuda ha seguido aumentando, superando los 34 billones de dólares a finales de 2023 y alcanzando los 36 billones a principios de 2025.
Los intereses de la deuda representan el costo de servir la deuda nacional acumulada. Este componente está creciendo rápidamente debido al aumento de la deuda y al incremento de las tasas y podría pronto ocupar la mayor parte del presupuesto. El déficit fiscal de EE. UU. se refiere a la situación en la que el gobierno gasta más dinero del que recauda en impuestos y otras fuentes de ingresos. Este déficit se suma a la deuda nacional.
No se puede afirmar que EE. UU. esté en “decadencia” en un sentido absoluto.
Sigue siendo una superpotencia con fortalezas económicas, militares y diplomáticas considerables. Sin embargo, lo que sí es evidente es un cambio en el equilibrio de poder global. China ha emergido como un competidor significativo, y la relación entre China y Rusia busca activamente desafiar el orden unipolar que existió después de la Guerra Fría.
Es entonces en este contexto en que debemos situar el comportamiento y trascendencia de las relaciones entre Israel, Irán y los EEUU en Oriente Medio.
La gestión de gobierno de Donald Trump por su parte no contribuye en absoluto a dar estabilidad al sistema de seguridad global ni a fortalecer el liderazgo de su país. La importancia de Israel como parte del panorama mundial es actualmente irrelevante, China y Indo Pacifico si lo son.
Melosilla, 29 de Junio de 2025
Fernando Thauby García
Capitán de Navío, Infantería de Marina (R)
Capitán de Navío, Infantería de Marina (R)
Un aporte de nuestro Pas presidente Humberto Julio Reyes
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional