Columna de Opinión

¿ SE EQUIVOCÓ EL SR. AYLWIN ?

¿ SE EQUIVOCÓ EL SR. AYLWIN ?
LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
La Historia señala que en situaciones análogas, el camino para recuperar la reconciliación nacional es la “amnesia”, por lo cual se aplican con prontitud, leyes de amnistía que son eficaces solo cuando favorecen incondicionalmente a las partes por igual, como justamente no ha sido la experiencia chilena.

Carta enviada al Mercurio de Santiago para su publicación en cartas al director para los fines que sean convenientes

       A propósito del equívoco no definido del Sr. Altamirano, y lo visto repetidas veces en la TV. en que el Sr. Aylwin dice : “Las FFAA. se adelantaron a actuar el 11 de Septiembre de 1973, para evitar una guerra civil y una dictadura comunista” ;  la ciudadanía debiera tener respuestas racionales y honestas.
       Aquello implicaba la ocurrencia de dos sucesos con resultados catastróficos,  fielmente ajustados a la teoría matemática de las posibilidades.  Primero:  Si hubieren triunfado quienes no aceptaban una dictadura comunista, que era la mayoría ciudadana, hubiere dejado de todos modos, cientos de miles de muertos y Segundo : Si hubieren triunfado quienes sí querían una dictadura comunista, además de los cientos de miles de muertos, se hubiere sometido por décadas a todos los sobrevivientes a vivir bajo una tiranía totalitaria como ha sido la experiencia histórica.
       Minusvalorar el enfoque de la franca declaración del Sr. Aylwin, como sucede hoy en la sociedad chilena,es la consecuencia de una compulsiva conducta y actitud política que considera dichos caóticos momentos históricos como irrelevantes. Sin lugar a dudas, se ha cuestionado su validez.
       ¿ Se equivocó el Sr. Eylwin ?
       También se habría equivocado el ex-presidente Sr. Frei Montalva cuando de aquél momento histórico y ante el fracaso político de evitar el caos institucional, había dicho que la solución había escalado al nivel de ser “un asunto de fusiles”, refrendando a muchos políticos pragmáticos que sostenían que había que dejar a las FFAA. hacer “el trabajo sucio”.
       La Historia señala que en situaciones análogas, el camino para recuperar la reconciliación nacional es la “amnesia”, por lo cual se aplican con prontitud, leyes de amnistía que son eficaces solo cuando favorecen incondicionalmente a las partes por igual, como justamente no ha sido la experiencia chilena.
       Los miembros de las FFAA. que les tocó cumplir un llamado político y ciudadano el 11 de Septiembre de 1973 y desarrollar una larga tarea para erradicar todo posible resurgimiento de planes revolucionarios ; acciones antes calificadas como “trabajo sucio”, y que hoy se encuentran encarcelados ; son verdaderas víctimas de una “sucia injusticia nacional”, cuyo resultado es hacer irrecuperable la reconciliación.
                     Ciudadano  Adolfo Cruz Labarthe.
Columna de Opinión

COMPETICIÓN DE MEDIOCRIDADES. Vicealmirante Fernando Navajas I. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y REFORMA LABORAL- Carta publicada en La Tercera el 18 de abril de 2016 por Adolfo Paúl Latorre

COMPETICIÓN DE MEDIOCRIDADES. Vicealmirante Fernando Navajas I. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y REFORMA LABORAL- Carta publicada en La Tercera el 18 de abril de 2016 por Adolfo Paúl Latorre

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

¿Están los hombres públicos de Chile EMPLEANDO SU RAZÓN? A mí me parece que no lo están y por ello nos encontramos en una débil situación económica, política y estratégica de suma inferioridad, pero que las autoridades se niegan a reconocer y siguen adelante tozudamente con esquemas políticos y económicos archi-fracasados.

¿Qué duda cabe? Chile  es hoy día un estado mediocre que aparenta ser políticamente   una Democracia con cierta madurez, libre para decidir por sí mismo lo que más convenga al país, con unas reformas sociales que abarcan el campo laboral, de salud y previsión social, tributaria, educacional y finalmente la elaboración de una nueva Constitución.

Todo este voluminoso trabajo no obedece a reales necesidades de los ciudadanos, son adecuaciones cosméticas que nos llevarán a otro fracaso político  porque han sido elaboradas en mala forma por personas mediocres que no están acostumbradas al trabajo prolijo y bien hecho o que carecen de la preparación técnica para ello. Ya hemos visto que hay varias reformas que han debido ser “reformadas” para que tengan alguna utilidad y esto porque el país ha funcionado correctamente con las leyes y Constitución  política que tiene y que fueron elaboradas por personas mucho más preparadas y conocedoras de los temas objeto de estas reformas por ello será difícil llegar a documentos que puedan suplantar los existentes.

El estado chileno es lento, burocrático y tiene más grasa que músculo, se fatiga con suma facilidad y no corre como un atleta moderno los 100 metros, más parece un corredor de los comienzos del siglo XX, cuando hoy los estados deben ser agiles, rápidos y certeros en sus decisiones, adelantarse a los asuntos que pueden afectar al país. Nada de esto caracteriza a nuestro Estado y constantemente las autoridades respectivas  nos están dando explicaciones de porque esto no salió como se planteó, porque en tal o cual acción internacional no fuimos favorecidos, a pesar de haber dado con antelación muchas razones que asegurarían nuestro éxito.

Algunos de los funcionarios públicos tienen cierta experiencia en su área de acción, pero una mayoría carece de ella pues obedecen a puestos asignados políticamente y no por competencia, entonces lo que tenemos ahora es una competición de mediocridades y eso es lo que es Chile actualmente; ya no somos una marca de referencia para nada y para nadie por haber ido desmontando poco a poco un sistema político y económico que operaba perfectamente con las adecuaciones a que debe someterse un sistema complejo cada cierto tiempo.

No existe un líder político destacado con iguales capacidades  destacadas, como para volver  a la condición que tenía antes de los dos gobiernos de Bachelet  en que priman las emociones más que el razonamiento y sentido común.

Jaime Balmes expresó: “Sea cual fuere su carrera, su posición en la sociedad, sus talentos, inclinaciones o índole NUNCA el hombre debe prescindir de emplear su RAZÓN.”

¿Están los hombres públicos de Chile EMPLEANDO SU RAZÓN? A mí me parece que no lo están y por ello nos encontramos en una débil situación económica, política y estratégica de suma inferioridad, pero que las autoridades se niegan a reconocer y siguen adelante tozudamente con esquemas políticos y económicos archi-fracasados.

                                        Fernando Navajas I.

                                            Vicealmirante

 Carta a Director publicada en La Tercera el 18 de abril de 2016.

Tribunal Constitucional y reforma laboral

La reforma laboral conculca el derecho irrenunciable de asociarse para fines laborales, entregándolo al sindicato y excluyendo a otras agrupaciones de trabajadores. Las normas propuestas contradicen la esencia de la libertad sindical, de la negociación colectiva y la libertad de asociación y de libre afiliación, razón por la cual atentan contra normas constitucionales y de convenios internacionales ratificados por Chile.

Si embargo, con motivo de la interposición de dos requerimientos ante el Tribunal Constitucional que impugnan normas inequívocamente inconstitucionales, han surgido voces diciendo que el TC se desacreditará si los acoge y que dicho Tribunal “no está para eso”. Olvidan que sí está para eso: su función es velar porque las normas jurídicas sean dictadas y aplicadas conforme a los preceptos constitucionales.

El Tribunal Constitucional es un órgano fundamental de nuestro Estado de Derecho, que vela por la supremacía de la Constitución y el irrestricto respeto de las garantías y derechos fundamentales que nuestra Carta Fundamental asegura a todas las personas.

Adolfo Paúl Latorre

Columna de Opinión

Perdón para los de Punta Peuco. Por Pablo Fontaine ss.cc.

Perdón para los de Punta Peuco.

Pablo Fontaine ss.cc.

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

No veo que se justifique mantener a enfermos y ancianos en prisión indefinidamente como victimarios en el tiempo de la dictadura.

No veo que se justifique mantener a enfermos y ancianos en prisión indefinidamente como victimarios en el tiempo de la dictadura.

Estoy de acuerdo en que dichas personas cometieron delitos gravísimos contra los derechos humanos. Sintiéndolo así escribí en contra de tales hechos y participé, en otro tiempo, en marchas y otros actos de protesta en favor de los desaparecidos. Por eso, en aquella época, fui varias veces detenido.

Pero me parece que una sociedad madura que busca un mundo más humano y fraternal tiene el derecho y el deber de no ensañarse con estos reos, como varios de ellos lo hicieron con sus víctimas.

Conceder un indulto a los culpables no equivale a decir que no ha habido delito o que no fue para tanto. Lo grande de ese perdón es que reconociendo el mal realizado se entiende que se quiere dar a los reos la posibilidad de pasar su último tiempo en paz y mayor bienestar, simplemente porque son humanos, instándolos a meditar lo vivido y a calibrar el mal inferido a otros seres que eran sus hermanos.

Alguien podría pensar que así se favorece la impunidad para el futuro facilitando nuevos crímenes. No me parece. ¿Quién puede imaginar que una persona dé muerte o torture, confiado en que, cuando ya no sea capaz de trabajar ni tener mando alguno, en plena enfermedad o vejez, va a estar libre?

Los familiares de las víctimas ya han comprobado el castigo que han recibido los culpables. Pensarán que no equivale ni de lejos a los sufrimientos que ellos y las víctimas han sufrido. Tienen razón. Pero la verdad es que nada puede equivaler o compensar la muerte de un ser querido o el dolor de saber que ha sido torturado bárbaramente. Aunque se llevara a los culpables a la muerte en el patíbulo, los familiares no recogerían ninguna verdadera alegría o satisfacción.

Hay en cambio la satisfacción de haber sido magnánimo con los que hicieron daño a sus familiares y no buscar más odiosidad ni dolor, sino la grandeza de alma, que llegará a ser la mejor herencia para sus hijos. Mayor que la venganza.

Hay que agregar que es el camino que nos mostró Jesús con su palabra con la que fue consecuente hasta el extremo.

  www.sscc.c

Columna de Opinión

Cartas a los medios de comunicación de nuestro Director Adolfo Paúl Latorre. En adjunto “delitos inanmistiables”

Cartas a los medios de comunicación de nuestro Director Adolfo Paúl Latorre. En adjunto “delitos inanmistiables”

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

¡Justicia? para militares. Necesidad de una nueva Constitución. Estado de Emergencia o Estado Fallido?. Conservadores. ¿ Llegó la hora?

 Publicada en El Mercurio de Santiago, el 15 de febrero de 2016.

¿Justicia? para militares

Recientemente fue condenado a dieciocho años de presidio, por hechos ocurridos en diciembre de 1973, un subteniente de Ejército por el solo hecho acreditado de ser el conductor de una camioneta en la que viajaban los miembros de una patrulla militar y dos detenidos que resultaron muertos en circunstancias que no fueron claramente determinadas, presumiblemente por un intento de fuga. El ministro en visita argumenta en su sentencia que como los fallecidos presentaban numerosos impactos de proyectil en sus cuerpos, se infiere que los disparos fueron efectuados por varias personas a la vez, entre ellas el condenado (los disparos fueron hechos con un fusil SIG, un arma automática que puede disparar todos los proyectiles de su cargador en una ráfaga).

Lamentablemente los jueces no solo condenan a los militares sobre la base de ficciones jurídicas, sino que sin pruebas suficientes como para adquirir la convicción, más allá de toda duda razonable, de que realmente se hubiere cometido el hecho punible objeto de la acusación y que en él le hubiere correspondido al acusado una participación culpable.

¿Es esto justicia?

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Publicada en El Mercurio, Valparaíso, domingo 6 de marzo de 2016.

Necesidad de una nueva Constitución

            No se entiende cuál es la necesidad de una nueva Constitución en circunstancias que la actualmente vigente, que ha traído estabilidad y progreso para Chile es —según lo declaró el presidente Ricardo Lagos Escobar el 17 de septiembre del año 2005, durante la ceremonia de promulgación del decreto supremo que estableció el texto de la Constitución de 1980 refundido, coordinado y sistematizado— “una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile… El nuevo texto constitucional se pone a la altura del espíritu democrático de todos los chilenos y hoy el país se une tras este texto constitucional”.

            La única explicación plausible es la pretensión de los actuales gobernantes de desmantelar la actual institucionalidad que nos rige —que establece un orden público económico, las bases de una sociedad libre y un Estado subsidiario cuya finalidad es el bien común— y sustituirla por otra que establezca una sociedad colectivista, igualitarista y estatista; un sistema que lleva en si el germen del totalitarismo.

            No debemos olvidar que el gran objetivo doctrinario de un socialista es la construcción del socialismo, al estilo de Cuba o de la ex República Democrática Alemana, países por los cuales nuestra Presidente manifiesta especial admiración.

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Publicada en La Tercera el lunes 7 de marzo de 2016.

¿Estado de emergencia o Estado fallido?

En su columna titulada “¿Estado de emergencia?” Axel Buchheister dice: “En cualquier país civilizado del mundo, al delincuente que dispara, la policía le dispara de vuelta. Pero no aquí”.

Si continuamos aceptando esta pasividad de la policía —por el comprensible temor de sus miembros de ser expulsados de las filas de la institución y, además, condenados por “violar los derechos humanos”— pronto estaremos ad portas de convertirnos en un Estado fallido; aquellos que se caracterizan por su incapacidad para tener el control sobre regiones de su territorio y para asegurar en ellas el monopolio de la violencia física legítima.

Muchas veces el Estado, como promotor del bien común, debe aplicar la violencia para dar eficacia al derecho y para repeler o neutralizar la violencia ilegítima y el crimen. Lamentablemente, el discurso de “los derechos humanos” es usado para quitar legitimidad al uso de la fuerza y para desarmar psicológica y moralmente a quienes, por deber de autoridad, están obligados en justicia a aplicar la violencia para reprimir a quienes subvierten el orden y la seguridad pública, cuya mantención es un fundamento básico del orden social y una de las funciones esenciales del Estado.

Es imposible combatir a terroristas con escudos protectores y chalecos antibalas o con balines de goma o de pintura. Asimismo, es imposible hacerlos entrar en razón con buenas palabras, oraciones, sesiones sicoterapéuticas, encantamientos o propuestas de amistad.

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Publicada en El Mercurio de Santiago, el 17 de marzo de 2016.

Conservadores: ¿Llegó la hora?

Gonzalo Rojas, en su columna de ayer bajo este mismo título se pregunta: “¿Ha llegado la hora para que se constituya, por fin, un nuevo partido para los conservadores de Chile?”.

Yo pienso que sí y que su ideario debería sustentarse en los siguientes principios: en lo valórico, la defensa de la vida desde la concepción, el premio al matrimonio bien constituido, el hogar como pilar de la sociedad, que eduque, forme y ampare. En lo económico, la defensa de la libertad para emprender, elegir, educarse, trabajar y producir, y para adueñarse del fruto del esfuerzo individual, que es la propiedad. Y en lo social la preservación del orden público, la moral, las buenas costumbres y la legalidad. Una mentalidad conservadora es aquella que promueve la virtud y la tradición, la familia y el trabajo, la subsidiariedad y la seguridad, la propiedad y la trascendencia, la autoridad y el orden, todo con libertad.

ADOLFO PAÚL LATORRE
Abogado

Columna de Opinión

Cambio de nombre paseo 21 de Mayo

Cambio de nombre paseo 21 de Mayo

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

En circunstancias que se encuentre en tramite en la municipalidad de Valparaíso una moción para colocar a parte del paseo 21 de mayo el nombre de paseo gitano Rodrigues se adjunta carta entregada por el presidente de UNOFAR V al alcalde Castro el lunes 14 de marzo.

 En circunstancias que se encuentre en tramite en la municipalidad de Valparaíso una moción para colocar a parte del paseo 21 de mayo el nombre de paseo gitano Rodrigues se adjunta carta entregada por el presidente de UNOFAR V al alcalde Castro el lunes 14 de marzo.

Academia de Historia Naval y Marítima de Chile

 Valparaíso, 19 de marzo de 201

Sr.

Jorge Castro Muñoz

Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Valparaíso

Presente

Sr. Alcalde:

            Como Presidente de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile me he sentido obligado a dirigirme a Ud., para hacerle presente el atentado contra la tradición y el prestigio de la ciudad, que significaría el hecho que se le cambiara el nombre al Paseo 21 de Mayo del Cerro Artillería.

            En el año 1890 se decidió la construcción, en ese lugar, del edificio que albergaría a la Escuela Naval por tres cuartos de siglo y tres años más tarde fue el ascensor Artillería el que uniría el lugar con el plan de la ciudad, concluyéndose en 1911 el hermoseamiento del paseo que rodea al edificio, siendo bautizado como 21 de Mayo.

            Esto es, que hace más de un siglo que el lugar y la calle que lo continúa hacia el oriente lleva ese nombre, por el que es conocido por toda la comunidad, los operadores turísticos y, principalmente por los porteños que habitan allí, por lo que no es comprensible que algunas pocas personas pretendan nominarlo de otra manera o acotándolo a un pequeño sector.

            En nombre de la institución que represento, y en el mío propio, y a la luz de los antecedentes indicados, le solicitamos interceder para evitar este atentado contra nuestra historia y tradición.

            Sin otro particular y esperando sus gestiones para mantener el nombre que recuerda la epopeya de Arturo Prat, Carlos Condell y todos los héroes de aquella gloriosa jornada, reciba Ud. los sentimientos de mi más alta consideración

Germán Bravo Valdivieso

            Presidente

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos
de apoyar una causa que creemos que es justa

Abraham Lincoln


UNION DE OFICIALES EN RETIRO DE LA DEFENSA NACIONAL

                                          UNOFAR FILIAL VALPARAISO

                                         fundada el 25 de junio de 1991

  Cambios de nombre

Las proposiciones de cambios de nombres a calles, paseos, aeropuertos y parques nacionales van en aumento, como si fuera un objetivo o meta borrar la historia de la comuna, región o del país e instalar nuevos nombres de conveniencia política. Así es como se escucha la peregrina idea de cambiar el nombre del “Paseo 21 de Mayo” de Valparaíso. No es necesario ser historiador para darse cuenta que este paseo da comienzo e ilumina los nombres de las calles de la mayor parte de los héroes del Combate de Iquique e insignes de la Guerra del Pacífico, transformándose en un recorrido de orgullo para los chilenos y de fácil comprensión  para el turista. La proposición desconoce la cultura patriótica y naval del porteño que día y noche mira el mar y lo lleva en su corazón, y más aún es una afrenta a la Armada de Chile y sus glorias navales, que tiene su principal base y mando en la ciudad. Olvidar la historia es maquiavélico y tiene un alto precio: la pérdida de la libertad.

©Marcos Concha Valencia

Caleuche

 Capitanía Quintero

Oficio Caleuche Q  N° 11

Mat: Evita cambio de nombre “21 de Mayo”

                                                                                                                              Valparaíso, 22 de marzo del 2016

Señor Jorge Castro Muñoz

Alcalde de la ilustre Municipalidad de la ciudad de Valparaíso

Presente

                Señor  Alcalde:

                               Para saludarlo y expresarle que con profunda sorpresa hemos sabido de una moción de cambio del nombre “21 de mayo” del sector paseo y calle en el  Cerro Artillería, frontis espectacular hacia el  puerto de Valparaíso, al costado del Museo Naval y Marítimo Nacional, sobre la Aduana y ascensor  Artillería, homenaje espontáneo nacional ante el heroísmo de un grupo de chilenos, que desde hace  137 años, son  ejemplo de vida y mirada de futuro a todas las próximas generaciones de chilenos, que se vería afectada, por  sesgada visión ideológica de cultura.

                Entendemos que el gasto efectuado en el sector motive intenciones de iniciativas de homenajes culturales, sin embargo, nos es una obligación, establecer, que ha sido una aspiración de siempre, que en dicho lugar se desarrolle la innovación desarrollada, como una deuda ante el lugar tan disminuido por años, frente a  su tradicional nombre épico, que la tradición y agradecimiento de Chile rememora  en esa fecha, señal  de identificación con la raíz chilena pura de plazo eterno.

                Exigimos que en esta oportunidad se mantenga el intachable nombre del lugar y creemos firmemente que la idea presentada no alcanza culturalmente la estatura de los nombres en alternativas e importancia en la trayectoria histórica de Valparaíso, que homenajeó en su oportunidad el magno hecho, que con sólo la fecha, para todo chileno, es patria, arraigo a la tierra natal y ejemplo de vida para los nacionales, reflejando la real importancia de la cultura en la ciudad puerto principal.

Respetuosamente presentamos la presente, sin juzgar otras mociones que perfectamente dado el tamaño actual de la ciudad perfectamente deben considerarse en lugares más alejados del centro actualmente copados con los efectos de la historia y tradición,

Atentamente,

                                               Juan Cambiaso Mandiola

                                               Secretario Caleuche Capitanía Quintero

                                               Por orden del Brigadier Mayor

Columna de Opinión

¿Justicia? para militares. Necesidad de una nueva Constitución. ¿Estado de emergencia o Estado fallido?

¿Justicia? para militares. Necesidad de una nueva Constitución. ¿Estado de emergencia o Estado fallido? 

Adolfo Paúl Latorre. Abogado

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

Artículos publicados en los diarios El Mercurio y La Tercera por nuestro Abogado Adolfo Paúl Latorre.

 Publicada en El Mercurio de Santiago, el 15 de febrero de 2016.

¿Justicia? para militares

Recientemente fue condenado a dieciocho años de presidio, por hechos ocurridos en diciembre de 1973, un subteniente de Ejército por el solo hecho acreditado de ser el conductor de una camioneta en la que viajaban los miembros de una patrulla militar y dos detenidos que resultaron muertos en circunstancias que no fueron claramente determinadas, presumiblemente por un intento de fuga. El ministro en visita argumenta en su sentencia que como los fallecidos presentaban numerosos impactos de proyectil en sus cuerpos, se infiere que los disparos fueron efectuados por varias personas a la vez, entre ellas el condenado (los disparos fueron hechos con un fusil SIG, un arma automática que puede disparar todos los proyectiles de su cargador en una ráfaga).

Lamentablemente los jueces no solo condenan a los militares sobre la base de ficciones jurídicas, sino que sin pruebas suficientes como para adquirir la convicción, más allá de toda duda razonable, de que realmente se hubiere cometido el hecho punible objeto de la acusación y que en él le hubiere correspondido al acusado una participación culpable.

¿Es esto justicia?

ADOLFO PAÚL LATORRE
Abogado

Publicada en El Mercurio, Valparaíso, domingo 6 de marzo de 2016.

Necesidad de una nueva Constitución

            No se entiende cuál es la necesidad de una nueva Constitución en circunstancias que la actualmente vigente, que ha traído estabilidad y progreso para Chile es —según lo declaró el presidente Ricardo Lagos Escobar el 17 de septiembre del año 2005, durante la ceremonia de promulgación del decreto supremo que estableció el texto de la Constitución de 1980 refundido, coordinado y sistematizado— “una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile… El nuevo texto constitucional se pone a la altura del espíritu democrático de todos los chilenos y hoy el país se une tras este texto constitucional”.

            La única explicación plausible es la pretensión de los actuales gobernantes de desmantelar la actual institucionalidad que nos rige —que establece un orden público económico, las bases de una sociedad libre y un Estado subsidiario cuya finalidad es el bien común— y sustituirla por otra que establezca una sociedad colectivista, igualitarista y estatista; un sistema que lleva en si el germen del totalitarismo.

            No debemos olvidar que el gran objetivo doctrinario de un socialista es la construcción del socialismo, al estilo de Cuba o de la ex República Democrática Alemana, países por los cuales nuestra Presidente manifiesta especial admiración.

 Adolfo Paúl Latorre

Abogado

Publicada en La Tercera el lunes 7 de marzo de 2016.

¿Estado de emergencia o Estado fallido?

En su columna titulada “¿Estado de emergencia?” Axel Buchheister dice: “En cualquier país civilizado del mundo, al delincuente que dispara, la policía le dispara de vuelta. Pero no aquí”.

Si continuamos aceptando esta pasividad de la policía —por el comprensible temor de sus miembros de ser expulsados de las filas de la institución y, además, condenados por “violar los derechos humanos”— pronto estaremos ad portas de convertirnos en un Estado fallido; aquellos que se caracterizan por su incapacidad para tener el control sobre regiones de su territorio y para asegurar en ellas el monopolio de la violencia física legítima.

Muchas veces el Estado, como promotor del bien común, debe aplicar la violencia para dar eficacia al derecho y para repeler o neutralizar la violencia ilegítima y el crimen. Lamentablemente, el discurso de “los derechos humanos” es usado para quitar legitimidad al uso de la fuerza y para desarmar psicológica y moralmente a quienes, por deber de autoridad, están obligados en justicia a aplicar la violencia para reprimir a quienes subvierten el orden y la seguridad pública, cuya mantención es un fundamento básico del orden social y una de las funciones esenciales del Estado.

Es imposible combatir a terroristas con escudos protectores y chalecos antibalas o con balines de goma o de pintura. Asimismo, es imposible hacerlos entrar en razón con buenas palabras, oraciones, sesiones sicoterapéuticas, encantamientos o propuestas de amistad.

                               Adolfo Paúl Latorre

                                          Abogado

Columna de Opinión

15/02/2016 – 12:57

A nuestros Camaradas de armas de las diferentes promociones de la Esc. Militar. GDB Álvaro Guzmán Valenzuela. Tres Crisis, 1924, 1973 y 2016.Por Francisco Balart. No Está Perdida Toda la Esperanza.Publicado por Hermógenes Pérez de Arce.

06/12/2015, 20:57

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

La tercera está en curso y, para bien o para mal, esta vez los hombres de armas no parecen estar dispuestos a pagar nuevamente el amargo precio de ingratitud e injusticia flagrante que les acarreó haber recogido la patria desde las cenizas para entregarla a los señores políticos en el umbral del exclusivo club OCDE.

 A NUESTROS CAMARADAS DE ARMAS DE LAS DIFERENTES PROMOCIONES DE LA ESCUELA MILITAR:

“Si la libertad significa algo, será sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.

George Orwell

Luego de la primera carta en que compartí mi opinión e intenté reflejar el sentir de muchos de los nuestros, indignados todos por la traición del gobierno de Piñera y que éste ha continuado, por la situación que viven nuestros camaradas Presos Políticos Militares y a aquellos miles injustamente procesados o por procesar, escribo estas líneas con la certeza de representar los sentimientos de nuestra generación. Todo ello, con la esperanza de motivar una necesaria reacción para contener la cobarde y asimétrica agresión de que somos objeto quienes tuvimos el honor de servir en las filas de nuestro Ejército de Chile.

Ante la evidente campaña jurídico-comunicacional a que nos someten desde hace ya largo tiempo, cabe preguntarse: ¿Quiénes son los que nos persiguen implacablemente, sin dar tregua en su empeño por llevarnos a la cárcel?, ¿Cuál es la génesis de la estructura del odio y la venganza que hoy enfrentamos?, ¿Es posible contar con algún tipo de apoyo institucional o político?, ¿Qué podemos hacer para revertir la situación en que nos encontramos?

La persecución se encuentra hoy en manos de un grupo de ministros de Cortes de Apelaciones, designados inconstitucionalmente por la Corte Suprema de Justicia como “Ministros en Visita Especial”, cuya existencia legal fue derogada hace varios años. Dichos ministros, de innegable involucramiento ideológico, son respaldados en sus fallos por un grupo igualmente afín a sus propósitos, convenientemente instalado en las salas de las Cortes de Apelaciones y fundamentalmente en la Segunda Sala de la Corte Suprema, instancia donde se resuelven la mayoría de los casos que nos afectan.

Como si lo anterior no fuera suficiente, el estímulo comunicacional y el manejo de los sucesivos gobiernos, ha hecho que los jueces sientan que mientras más duros son con los militares, mejores perspectivas de progreso en la carrera judicial tienen. Así ha quedado en evidencia con el posicionamiento progresivo de jueces de izquierda en los más altos cargos de la administración de justicia.

Los impulsores y promotores de la persecución entregada en manos de los jueces son, en primer lugar, las agrupaciones de derechos humanos, perversamente estimuladas por los cada vez mayores incentivos económicos. Junto a ellos y con un ímpetu avasallador, actúa, como ente político técnico, el equipo de abogados del Ministerio del Interior, que bajo el nombre de: Programa Continuación de la Ley 19.123, llevan a cabo la gestión en los tribunales y dirige −a través de ellos− las investigaciones tendientes a comprometer judicialmente a todos los integrantes de nuestra generación, a diferencia de lo que se esperaba y había sido prometido por el candidato traidor. Estos vengadores no solo fueron mantenidos en sus funciones sino que fueron potenciados fuertemente por el gobierno de Sebastián Piñera.

Tenemos entonces un cuadro de acción perfectamente ensamblado, donde el Poder Ejecutivo promueve y estimula, y el Poder Judicial, infiltrado por esta corriente fuertemente ideologizada, ejecuta.

¿Qué ocurre entretanto con el Poder Legislativo?: Siendo los únicos con autoridad legal de ejercer control sobre los excesos del Poder Judicial, no tienen la autoridad moral y por lo tanto la capacidad de dicho control. No han llevado a cabo acusación constitucional alguna en contra de los jueces prevaricadores, sin duda escondidos en sus propios temores por la corrupción y el desprestigio que los afecta. Salvo un par de excepciones, no hay parlamentario dispuesto a enfrentar al Poder Judicial con la firmeza con la que actuaron en el pasado. Más difícil aún es encontrar parlamentarios con el valor de reconocer en público los abusos que se cometen en contra de los militares. Por el contrario, se siguen presentando proyectos de Ley que buscan humillar al mundo militar. Creen que nos tienen de rodillas, pero – “cuidado” – no es así.

En el resto del espectro político no se aprecia ningún camino de solución, pues cada cual se encuentra empleado en su ambición por alcanzar y mantener el poder. Los partidos de centro derecha y en especial los nuevos movimientos como Amplitud y Evópolis, han demostrado que consideran inconveniente mostrar cercanía con el mundo militar, prefiriendo el silencio o el abierto rechazo a sus antiguos aliados o sostenedores. La mejor prueba de ello es la traición de Sebastián Piñera, la cual no será jamás olvidada ni perdonada por nuestro sector.

En una grotesca repetición del guión de la derecha, hoy somos testigos de nuevos intentos de acercamiento hacia nuestro sector, esperando volver a engañarnos como lo hicieron en el pasado.

Para el gobierno y los partidos que lo apoyan, las evidencias de inconstitucionalidades, arbitrariedades e ilegalidades en los procesamientos y condenas a militares sobre la violación de los derechos humanos, los mantienen en una ceguera de “violación sistemática a los derechos humanos” que solo busca dividendos políticos. ¿Qué pasa con los militares procesados y condenados?

No son de su interés; la sed de venganza es superior a la razón y a la justicia. Hacen vista gorda y caen en la inconsecuencia imperdonable, grotesca, malvada y demoledora – para los afectados y sus familias – de no cumplir ni respetar la bandera de lucha de los “DD. HH.” que instalaron en su programa.

En una de esas, y ojalá así sea, hasta es posible que algún líder de la izquierda menos extrema sea capaz de ofrecer una vía de solución ante la incapacidad y falta de credibilidad de la derecha política. No existiendo aliados posibles en el espectro político, cabe preguntarse ¿Dónde podremos encontrar apoyo para nuestra causa, antes que la totalidad de nuestra generación termine entre rejas?. Comencemos por preguntarnos: ¿Están las instituciones armadas en condiciones o con voluntad para contener esta ofensiva en su contra y en perjuicio directo de sus miembros en situación de retiro?

Lamentablemente, los hechos demuestran que las instituciones y en especial el Ejército, se encuentran empeñadas en defenderse de la campaña de desprestigio que ha surgido como consecuencia de los luctuosos hechos gestados entre sus filas, donde la falta de honor y honradez de algunos ha expuesto a la institución al oprobio público. Lo curioso es que dichas situaciones han sido detectadas, investigadas, sancionadas preventivamente y sometidas a la justicia por el propio Ejército, pero aprovechadas política y comunicacionalmente por los tres poderes del Estado.

La sociedad civil, por su parte, mantiene una total indiferencia hacia nuestra situación, solo algunos signos y comentarios de cóctel demuestran algún grado de sensibilidad hacia la abusiva condición con que se nos trata. A pesar de ello, los intereses nacionales apuntan a cualquier otro tipo de problemas, menos hacia el nuestro. Las reiteradas campañas comunicacionales, perfectamente coordinadas desde el gobierno, mantienen la imagen de criminales y genocidas, que se nos atribuye en un plan de venganza perfectamente orquestado, generando con ello el rechazo en mucha juventud, sobre la base de una historia evidentemente tergiversada.

No habiendo apoyo posible, al menos en lo inmediato y en lo evidente, necesariamente debemos volcar nuestra atención sobre nosotros mismos. En primer lugar, ha quedado atrás la idea de que serían solo “algunos” los expuestos a la persecución. Hoy vemos que ya se está sometiendo a proceso a quienes detuvieron gente por violar el toque de queda o cuyos soldados dispararon en contra de quien trató de evadir el control. El fundamento de los jueces es que el Golpe de Estado fue ilegal, luego todo lo que se hizo posteriormente también entra en la categoría de ilegal. Tenemos así múltiples casos de procesamientos por detenciones ilegales, apremios ilegítimos, torturas, etc., atribuidos a quienes en la fecha sólo cumplían órdenes de sus superiores, en el marco de un Estado de Sitio.

En medio de esta avalancha de procesos, los que ya superan los 1.300, escuchamos a muchos que dicen “hay que…”, a pesar de que − cuando tuvieron el poder – nada observable y palpable hicieron. Un antiguo profesor señalaba con acierto que “el poder se usa por el bien de los ciudadanos y la convivencia social cuando se tiene, nunca después de dejarlo”. Así, llegamos a una situación en que no sirven las cartas ni las palabras de bien; se requiere de actos y conductas que logren resultados. Solo sirven las acciones que − aunque tardías − puedan revertir la situación en que nos encontramos.

Muchos de quienes fuimos mandos subalternos en la época en cuestión creen que no serán tocados por no haber hecho nada reprobable. Por desgracia, la Cárcel de Punta Peuco y próximamente Colina I comienzan a llenarse de ingenuos que creyeron que esta justicia respeta la verdad y la honestidad. Cada día vemos a más y más camaradas recibir tratos vejatorios, por el solo hecho de haber cumplido con su Deber Militar o más grave aún procesar y condenar a oficiales por el solo hecho de ser parte de la Unidad, donde no concurren la convergencia subjetiva que tiene relación, con el conocimiento y la intención del daño ocasionado – por parte del procesado o condenado – y tampoco la convergencia objetiva de la presencia del sujeto en el acto en cuestión. Las penas aplicadas han sido de un rigor absolutamente arbitrario y desproporcionado; ajenas a todo acto de justicia. Venganzas demoledoras, que instalan en la opinión publica la idea de instituciones absolutamente dañinas a la sociedad a la cual sirven, pero que ante los momentos más difíciles que periódicamente vive Chile, todos miran a sus cuarteles. ¿Qué intención política e ideológica se pretende con estos actos de corrupción y prevaricación de jueces?. ¿Denostar el alma del soldado y tenerlo arrodillado sometido a las decisiones de los diferentes poderes del estado? ¿Qué hay del Ejército libertador?. El daño al alma nacional es irremediable. ¿Hasta cuando resiste esto nuestro país? ¿No hay autoridades del poder ejecutivo, legislativo y judicial que puedan decir algo al respecto? Sin duda esa “ceguera humana” alimentada por la venganza hacia quienes están amarrados de pies y manos, pero libres de conciencia, es de una cobardía atroz y una vergüenza que la historia de los pueblos la ha repetido y que sus autores y responsables a la larga han debido afrontar.

¿No habrá alguna autoridad en Chile, que desde su situación transitoria de poder levante su voz, basado en los principios de los derechos humanos, tan manoseados y sin aplicar por quienes los pregonan y más grave aún por quienes deben aplicar “justicia con justicia”?

Recién se ha creado la Multigremial de las FF.AA. y de Orden y Seguridad en Retiro, a la cual debemos apoyar con un generoso y permanente compromiso; ello para cumplir sus nobles objetivos y también como una forma de hacer sentir nuestro peso en la sociedad y presionar para la libertad de los nuestros injustamente procesados y condenados. Chile necesita de procesos y condenas transparentes, objetivas y válidas; no sustentados en ficciones jurídicas; sujetas a derecho; y el fin de la persecución.

Resumiendo nuestra situación:

1) Nos encontramos ante un enemigo declarado contra la generación militar que vivió los años del Gobierno Militar, lo cual es apoyado y estimulado económicamente desde el gobierno.

2) El medio de acción empleado por el enemigo corresponde a un sector enquistado en la judicatura, a través del cual se nos aplica un tratamiento judicial discriminatorio, arbitrario e inconstitucional.

3) El Poder Legislativo demuestra una nula capacidad o interés en solucionar nuestra situación.

4) No hay posibilidad de obtener apoyo de nuestras instituciones, acorraladas por la presión del mundo político.

5) No disponemos de un apoyo efectivo en la opinión pública, lo que dificulta cualquier solución de parte de quienes viven de ella: los políticos.

6) A través del apoyo incondicional a nuestra Multigremial, tenemos la oportunidad de mostrar la fuerza que poseemos, abandonando la actitud pasiva de los últimos años.

Entonces:

1. Observemos a quienes con sus actuaciones han contribuido a la denostación de los militares y que mediante una campaña perfectamente organizada y apoyada por los sucesivos gobiernos, han pretendido cambiar la historia y han provocado el encarcelamiento injusto de nuestros camaradas de armas.

2. Denunciemos públicamente a quienes han abusado del cargo que ostentan y que han caído en abierta prevaricación.

3. Mantengamos unidas a nuestras promociones, prestos a apoyar lo necesario para preservar la verdadera Justicia que hoy se nos niega.

4. Apoyemos a la Multigremial recientemente formada y demostremos que con cientos de miles de nuestros votos y de nuestras familias, lucharemos por restaurar la “verdadera historia de Chile”, unidos a una permanente campaña de denuncias en todos los tribunales posibles, ya sean nacionales o internacionales.

Además:

? ¡No dejemos abandonados a nuestros caídos en el combate. Los aportes – por pequeños que sean – a través de diferentes organizaciones como la “Multigremial” o “Mis Camaradas” (?miscamaradas2016@gmail.com) son muy importantes!

? ¡Mantengamos unidas nuestras promociones, prestos a apoyar lo necesario para preservar la verdadera Justicia que hoy se nos niega!

GDB. Álvaro Guzmán Valenzuela, Presidente de la Promoción 1966 – 1970

Santiago, Febrero de 2016

Si los chilenos hiciéramos el ejercicio de mirar atrás con ganas de aprender, veríamos que en los últimos cien años nuestro orden de convivencia estuvo gravemente amenazado en dos ocasiones. Ninguna irrumpió súbitamente; por el contrario, ambas se fueron incubando a lo largo del curso de una generación completa. Y, las dos fueron resueltas manu militari. La tercera está en curso y, para bien o para mal, esta vez los hombres de armas no parecen estar dispuestos a pagar nuevamente el amargo precio de ingratitud e injusticia flagrante que les acarreó haber recogido la patria desde las cenizas para entregarla a los señores políticos en el umbral del exclusivo club OCDE.

Las décadas que precedieron al 5 de septiembre de 1924 se caracterizaron por la parálisis del sistema de gobierno. Como se recordará, una de las consecuencias de la Guerra Civil de 1891 fue la instauración del parlamentarismo… lo que en sí no tiene nada de malo, pero aquí se le aplicó a la chilena. El sistema parlamentario, para funcionar correctamente, presupone un consenso nacional fuerte, un estrato dirigente dotado simultáneamente de patriotismo e ingresos de vida propios, partidos políticos con arraigo ciudadano, disciplinados y organizados en dos grandes bloques igualmente responsables, única manera posible de garantizar, simultáneamente, la alternancia democrática en el ejercicio del poder y la gestión del Estado en procura del bien común. Ninguno de tales rasgos caracterizaba actividad política nacional… ¡salvo en los discursos! Quizás nunca los hubo tan bonitos…

¿Qué hecho precipitó aquella crisis? En medio de la inoperancia práctica más vergonzosa, los parlamentarios resolvieron fijarse una dieta o remuneración fiscal para compensar sus altos servicios a la república. Hasta ese momento los diputados y senadores cumplían sus funciones gratuitamente, simplemente por el honor de servir. Y a la sesión en que discutirían tan grato asunto se presentó en la galería del Senado un puñado de tenientes, de uniforme. Una vez consumado el ritual que aprobaba el trámite legislativo que establecía la dieta, los oficiales bajaron silenciosamente las escaleras… por ellos y por todo Chile hablaron sus sables, que fueron golpeando con inquietante ruido cada peldaño del viejo caserón. De ahí viene la expresión “ruido de sables.” No fue necesario disparar un tiro ni dar un grito: en horas, el presidente Arturo Alessandri estaba asilado en la embajada de USA y el Congreso quedaba disuelto. Se hizo cargo del mando efectivo el mayor Carlos Ibáñez, encabezando a la juventud militar de la época. Esa crisis, de naturaleza eminentemente política, se superó con un nuevo orden institucional -en adelante y hasta hoy marcadamente presidencial-, y una nueva Constitución, la de 1925, aprobada masivamente en plebiscito a pesar de haber ordenado votar  en contra todos los partidos políticos, desde al comunista al conservador.

La desintegración de la democracia chilena en 1973, en cambio, tuvo otras motivaciones. Décadas de mediocridad y estancamiento económico fueron el caldo de cultivo de un profundo malestar social, para decirlo suavemente. La institucionalidad creada por los militares de la generación anterior, al carecer de un compromiso moral explícito con un cuerpo de valores, sirvió para encubrir la acción más o menos encubierta de los apóstoles de la lucha de clases, entendida en clave revolucionaria. Las tensiones generadas por la sorda lucha que definiría en qué bando de la Guerra Fría militaría Chile en el momento decisivo, afectó progresivamente la cohesión social y, al cabo, durante la década revolucionaria (1964-1973) ésta se desmoronó. Llegó entonces el momento en que lo único que se movía en el país eran los preparativos para una guerra civil. El 11 de septiembre de 1973 fue la solución a esa crisis y así lo entendió la inmensa masa de la población, que respiró aliviada. Por supuesto, la percepción de quienes estaban comprometidos con la revolución armada fue y seguirá siendo diferente. Si esa es la verdad de las cosas –y seguramente  lo es-,  mienten quienes todavía siguen sosteniendo que el 11 de septiembre nos divide; la verdad es exactamente al revés: el 11 de septiembre se produjo porque la división fratricida ya había alcanzado un grado inaceptable. La intervención militar no surgió de la nada. Si algo dejó en claro el caza bobos denominado melifluamente Mesa de Diálogo (1999-2000), es que la verdad indiscutible y oficial, incluso para efectos judiciales, coincide con lo que se acaba de afirmar. En cambio, acerca de lo que ocurrió después, esto es, sobre el sentido y valor de la obra realizada por el Gobierno Militar,  es legítimo tener opiniones diversas. Pero una vez despejadas las toneladas de propaganda, odio y dinero invertidos para escamotear la historia real a la generación más joven, el único factor de juicio que prevalecerá en el tiempo será la comparación serena entre el país de 1973 y el de 1990…  y la proyección de las posibilidades que cada uno de esos momentos brindó a la nación.

Así llegamos al presente, al verano de 2016. Para la estabilidad de un sistema presidencial como el nuestro, el grado de adhesión que la gestión del Jefe del Estado suscite no tiene demasiada importancia. Los plazos de su administración están predeterminados por una Constitución que las FFAA garantizan y, mientras conserve las formas, las instituciones permanecerán impasibles. Sin embargo, todo tiene un límite, y en este caso es la paciencia de los ciudadanos, de los civiles, de lo que antes se llamaba “el pueblo” y hoy “la gente”, señal del cambio de pelaje…  Con todo, sería ilusorio suponer que un Gobierno, cualquiera que sea, puede sobrevivir afirmando demasiado rato el pie izquierdo en una Carta Fundamental -que además intenta reemplazar, dicho sea de paso- y el otro en el vacío. Sin necesidad de soplar sobre él, en algún minuto perderá el equilibrio. Hoy, al mirar más allá de la mera legalidad, es imposible soslayar que el presidente Pinochet entregó el poder luego que el 44% de los ciudadanos votara ofreciéndole un segundo mandato constitucional de ocho años, mientras la presidenta Bachelet, elegida por el 25.5% del padrón electoral, concita hoy una cifra incluso inferior de credibilidad. Tampoco ayuda que los políticos y los jueces compitan por el último lugar en todas las encuestas de confiabilidad. La popularidad y el prestigio son cosas muy distintas. Lo comprobó amargamente el presidente Ibáñez el 26 de julio de 1931, cuando a pesar de contar con la lealtad de unas FFAA que sólo esperaban una orden suya, optó por renunciar y exiliarse.

No se requieren dotes de profeta para advertir la conveniencia de ir reflexionando sobre el tipo de  desenlace y alcance que tendrá la crisis de gobernabilidad en que estamos sumidos. No es una cuestión de régimen político, como en 1924, ni de antagonismo ideológico como en 1973. Tampoco es lo decisivo que la economía haya retrocedido una década en dos años… los pobres tendrán que esperar. La naturaleza de la crisis actual es principalmente moral; por tanto, el remedio deberá centrarse en esa dimensión o sólo disfrazará las cosas, dilatando la solución.

Francisco Balart

Francisco Balart Páez es abogado, licenciado en Historia por la Universidad Católica de Chile, magister en Ciencia Política por la Universidad de Chile y Doctor en Derecho por la Universidad de Navarra, España. Ha sido profesor de Derecho Político, Historia del pensamiento político, Ciencia Política y Derecho Constitucional en la Universidad de Chile, en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, en la Academia de Guerra Naval y en el programa de magister que imparte la Academia de Guerra del Ejército. Además de algunos libros jurídicos sobre su especialidad, es coautor de El Ejército de los chilenos. 1540-1920, publicado en 2007.

No Está Perdida Toda Esperanza.

          Cuando mi opinión sobre mis connacionales estaba por los suelos, motivada a ello al presenciar cómo personalidades públicas, incluidos dirigentes de derecha, elevaban a los altares a la portadora de bombas incendiarias destinadas a ser lanzadas a vehículos de locomoción para impedir que la gente fuera a sus trabajos; y la justicia prevaricadora arrasaba con todas las leyes para perseguir a quienes enfrentaron ese terrorismo, el examen de las declaraciones de nueve ex conscriptos del Ejército, de un total de once, que participaron en los hechos, me ha hecho recobrar parte de mi fe en que subsiste una fibra moral intacta en nuestro pueblo.

          Esos nueve han demostrado tener un coraje y una firmeza de carácter mayores que muchos de sus superiores uniformados. En medio de un ambiente publicitario y judicial tremendamente adverso, los ex conscriptos, pese a ser mandados ilegal e injustamente presos, prisión que no sufren actualmente ni siquiera los peores delincuentes, se han mantenido firmes. No han cedido a la tentación de traicionar a otros, mentir y sumarse a la corriente dominante, que lo único que les pide, a una sola voz con una judicatura dominada por la politiquería y que contraviene las leyes, es que respalden la “verdad oficial” necesaria para desviar la atención pública de las falencias que afligen al gobierno.

Y, todavía, uno de ellos ha tenido el coraje de autoinculparse de haber provocado accidentalmente el fuego que quemó a los dos activistas portadores de las bombas incendiarias. Entre paréntesis, ello prueba que los artefactos incendiarios de vidrio eran tremendamente letales, pues bastaba romperlos para que estallaran en llamas. Por supuesto, en los mismos días la justicia penal ha dejado libres a quienes hace poco han quemado a un modesto empleado que no era portador de ningún artefacto incendiario, sino que era un simple hombre de trabajo. Nadie ha oído al senador Larraín horrorizarse por ello, como lo hizo en el caso de los subversivos.

          ¡Qué contraste moral entre las personalidades de esos nueve hombres modestos y una judicatura de izquierda que no tiene miramientos en mandarlos ilegalmente presos! Y sin el menor escrúpulo la misma judicatura premia decidoramente, pues no los encarcela, a los que se prestaron para corroborar las falsas versiones de la propaganda oficial.

Esos únicos dos desertores del grupo ni siquiera están de acuerdo entre sí. Uno inculpa al teniente Castañer de haber iniciado el fuego con un encendedor; el otro al teniente Fernández de haberlo hecho con un fósforo. Pero los otros nueve coinciden en que ambos oficiales estaban alejados del estallido del fuego. Por supuesto, el juez de izquierda atiende a la versión contradictoria de los dos y no a la conteste de los nueve, más la de los dos oficiales, pues es lo políticamente correcto; y manda a todos éstos presos.

          Más aún, como anticipé, entre los referidos nueve ha surgido la voz de Leonardo Riquelme Alarcón, quien, teniendo todo qué perder, da razones de conciencia, expresa no estar movido por ningún interés económico y confiesa que un movimiento accidental suyo propio provocó la ruptura de un envase explosivo y generó el fuego que quemó a Rojas y Quintana, al tiempo que los dos oficiales daban órdenes de que se les apagara.

          Creo que esos nueve chilenos a quienes hoy nadie defiende, y en particular Leonardo Riquelme Alarcón, nos han dado un ejemplo valioso en tiempos de corrupción generalizada, ilegalidad rampante y uso desatado de la mentira para conseguir dividendos políticos.

          Valga añadir que las patrullas que coincidieron en el lugar en 1986 estaban cumpliendo una noble misión: proteger a la población civil de ataques incendiarios terroristas. Eso configura la monstruosidad en que hoy se incurre, de culpar a sus miembros de “violaciones a los derechos humanos”. Suele llamarse “el pago de Chile”.

          Pese a tal monstruosidad, hoy generalizada en nuestro medio, si nueve de cada once chilenos del pueblo son como ha quedado descrito, y si entre cada nueve hay un Leonardo Riquelme Alarcón, en el país no está perdida toda esperanza.

Publicado por Hermógenes Pérez de Arce.

06/12/2015, 20:57