Columna de Opinión

Infantería de la Alianza por Gonzalo Rojas y Artículo escrito por Jaime Guzmán Errázuriz el año 1985

Borrarnos, no, por ningún motivo

De las pocas cosas rescatables de la vida y obra de J.F. Kennedy (en los 50 años de su elección) nos quedó su famosa frase: “No preguntes lo que América puede hacer por ti sino lo que tú puedes hacer por América”.

Ciudadano chileno que votaste Piñera, blanco o nulo, ya es hora (porque apenas van dos semanas) que te preguntes qué estás haciendo por el bien común en tu Patria (Matria).

Si eres un damnificado directo del 27 de febrero, no descartes la pregunta; simplemente compleméntala con tu legítima interrogante sobre la acción reconstructora del Gobierno

Pero si no estás directamente perjudicado, la frase se te aplica desnuda, pura.

Para los que votamos nulo o blanco, la obligación recae directamente sobre la custodia de aquellos bienes que vimos amagados por las torpes iniciativas de Allamand y Chadwick en materias destructoras de la familia o por las frívolas consideraciones del candidato presidencial respecto de la píldora del día después. Nuestra obligación de vigilancia y promoción del irrestricto respeto a la vida y a la familia siguen totalmente vigentes, aunque Moreira nos anuncie que está en guardia. Qué chusto.

Para los que votaron Piñera, el compromiso con su programa es equivalente. Todo lo bueno que hay en muchas iniciativas escritas y prometidas, debe ser potenciado no sólo por funcionarios y parlamentarios afines, sino por la infantería de la Alianza, que harta falta hace que se vea que existe y que está activa.

Quizás unos y otros nos distanciemos mutuamente en algunos temas; nada de raro sería. Pero lo peor es que se produjese una completa desafección de todos respecto de las tareas de Gobierno. A los de a pie nos corresponde apoyar la marcha gubernamental o criticarla y ofrecer mejores soluciones.

Borrarnos, no, por ningún motivo.

Artículo escrito por Jaime Guzmán Errázuriz  el año 1985 que nos puede hacer reflexionar a aquellos que  hemos tenido la fortuna de no haber sufrido daño físico ni material, sobre nuestra actitud frente al drama que viven tantas familias que lo perdieron todo.

“Ante catástrofes tan dramáticas como el terremoto que acaba de asolarnos, no resulta posible quedarse en las meras inquietudes noticiosas o en las simples preocupaciones prácticas que quedan como secuela. Ello es, ciertamente, importante e inevitable. Pero hay algo aún más ineludible y necesario.

Me refiero a las reflexiones éticas y humanas que, frente a semejante tragedia colectiva, brotan del espíritu y del corazón.

Quizás lo más impactante sea constatar nuestra propia impotencia ante los fenómenos más estremecedores de la naturaleza física.

Fuimos creados como reyes de todas las creaturas de la Tierra. Pero la rebelión original de soberbia del hombre frente a Dios, hizo que la naturaleza física se nos convirtiera en hostil. Siempre seremos superiores a los irracionales elementos físicos, porque ellos pueden sólo dañar o destruir nuestro cuerpo, pero nada ni nadie jamás será capaz de aniquilar nuestra alma inmortal y la conciencia de racionalidad que ella engendra.

Sin embargo, esa paradoja de ser superiores y a la vez tan indefensos frente a la naturaleza física, nos induce a preguntas muy radicales.

¿No será que Dios permite dramas como el que hoy sufrimos para que comprendamos que el único modo de ser grandes en cuanto a seres humanos, consiste en saber sentirnos pequeños?

Cuando el extraordinario progreso de la ciencia y la técnica suele amenazar al hombre con la soberbia de hacerlo creerse liberado de las leyes morales del Creador, las fuerzas imponentes y devastadoras de un fenómeno físico nos recuerdan la insignificancia de nuestras seguridades puramente humanas.

El otro sentimiento que surge vigoroso ante lo ocurrido, es el contraste entre nuestra enorme potencialidad solidaria de amor y nuestra habitual tendencia al egoísmo.

Al experimentar tensiones y dolores como los que acarrea un terremoto, ¿no es verdad que nos parecen absurdas nuestras desproporcionadas quejas ante contratiempos tanto menores de nuestra vida cotidiana?

Acaso nuestro latente egoísmo se refleja incluso en la tentación inicial de magnificar los perjuicios que uno mismo ha sufrido con la catástrofe. Tiene que remecernos entonces el sufrimiento incomparablemente mayor que están viviendo tantos otros, para que nuestra protesta ceda paso a la resignación y, a veces, hasta a la gratitud interior.

Ahí aflora en toda su riqueza el sentido solidario. Cuando advertimos que estamos compartiendo una adversidad que supera por sí sola tantas de nuestras artificiales y mezquinas diferencias. Cuando la comparación de que el mismo acontecimiento dañó mucho más a otros que a cualquiera de nosotros. Entonces nos vemos impelidos a compartir y aliviar las penurias del prójimo.

Porque Chile ha padecido muchas adversidades, nuestro ser nacional ha desarrollado una excepcional entereza para sobreponerse a ellas, sobre la base de asumirlas con sentido solidario. En ello hay algo de heroico.

Ahora bien, la historia enseña que el heroísmo colectivo es limitado en el tiempo. Sólo de muy pocos cabe razonablemente esperar tal actitud como algo permanente. Requerir el heroísmo de muchos por tiempo indefenido resultaría, en general, iluso.

Pero aún siendo así, ¿no podríamos prolongar o profundizar siquiera en cierta medida, esta efusión de solidaridad que las catástrofes naturales estimulan en nuestro país? Si lo hiciéramos tan sólo en algún grado, Chile tendría siempre esperanzas de un futuro más promisorio”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Ercilla, el 6 de marzo de 1985

Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR

Columna de Opinión

Reflexiones sobre el actuar de nuestras FF.AA.

Reflexiones sobre el 27 de Febrero y actuación de las FF.AA.
Espero que el actuar profesional de nuestras FF.AA y de Orden, no signifique con el tiempo, el procesar a personal subalterno por haber cumplido su deber, tal como lo hicieron aquellos uniformados hace treinta y siete años

Al comienzo de la década de 1970, las FF.AA y de Orden, fueron clamadas por el pueblo de Chile, para que se hicieran cargo de la conducción del país, a raíz del descontrol gubernamental que existía, producto del lumpen vigente, subversión en su máximo desarrollo apoyado por países foráneos para la toma del poder por la vía armada, escases de alimentos, incumplimiento de las leyes vigentes, etc. , situación que llevó al país al borde de la guerra civil y que fue denunciado por el Poder Legislativo, Judicial y Controlaría General de la República.

Lo anterior, trajo como consecuencia que las FF.AA y de Orden actuaran para restablecer el orden, conllevando a que se detuvieran numerosas personas que participaban en las actividades que destruían la democracia y desarrollo en nuestra nación, siendo muchos de ellos favorecidos en el tiempo con leyes de amnistía, prescripciones y otras medidas transitorias, para obtener la libertad durante el Gobierno Militar y posteriormente en los gobiernos de la Concertación.

Durante los 4  gobiernos de la Concertación, existió un programa sistemático para perseguir a los integrantes de las FF.AA y de Orden a través de leyes mal interpretadas y aplicación de tratados no vigentes, para condenar y procesar a cientos de uniformados, quienes también tenían derecho a que se les aplicase la misma ley de amnistía y de prescripción que a los subversivos, pero no se hizo, ya que primó el afán de venganza política y aprovechamiento de beneficios económicos; incluso, fueron favorecidas personas presuntamente desaparecidas y que no eran tales.

Con fecha 27 de Febrero del presente año, el país sufrió uno de los más  grandes desastres sísmicos de la humanidad y nuevamente, por el clamor del pueblo, las FF.AA. y de Orden, tuvieron que salir a restablecer el orden administrativo debido a que el lumpen salió a las calles para efectuar saqueos y vandalismo en la población, obligando a los Jefes de las Zonas de Catástrofe a establecer el toque de queda, única solución para recuperar el orden y la seguridad que la ciudadanía requería.

Espero que el actuar profesional de nuestras FF.AA y de Orden, no signifique con el tiempo, el procesar a personal subalterno por haber cumplido su deber, tal como lo hicieron aquellos uniformados hace treinta y siete años y actualmente, se encuentra un gran número de ellos procesados y otros cumpliendo condenas, cuyas penas han sido aplicadas con alevosía por su severidad, no existiendo ninguna comparación con las penas de los extremistas condenados, que actualmente se encuentran libres o protegidos por el Gobierno, en el extranjero.

WILHELM WILLEKE

 

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Columna de Opinión

Este no es el Chile nuestro!!!

Estoy profundamente dolida por la tragedia que estamos viviendo. Somos un hermoso país sufrido, que pagamos el precio de nuestro maravilloso clima, de nuestro mar y nuestro suelo bendito, recibiendo cada tanto estos terribles impactos de una naturaleza que descarga su energía inocente del dolor que puede llegar a causa

 

 
Estoy profundamente dolida por la tragedia que estamos viviendo. Somos un hermoso país sufrido, que pagamos el precio de nuestro maravilloso clima, de nuestro mar y nuestro suelo bendito, recibiendo cada tanto estos terribles impactos de una naturaleza que descarga su energía inocente del dolor que puede llegar a causar. Sea porque no la obedecemos, porque no respetamos sus espacios o porque no nos damos el tiempo para conocerla, cada vez que ella da rienda suelta a sus naturales desahogos, nos pilla mal preparados.

 

Pero así también hemos aprendido a sobreponernos, así nos hemos levantado con sacrificio y lo haremos una y mil veces.

Sin embargo lo que más me duele en este momento, es no reconocer como míos a mi gente amada. Este no es nuestro Chile. El Chile nuestro fue siempre un Chile solidario, lleno de valores y de respeto por la autoridad, las leyes, las normas, las FFAA, por la persona y por sobre todo, por la propiedad privada.

El chileno siempre fue generoso, de corazón abierto, agradecido, considerado. Padres que educaron a sus hijos en la consigna de que era mejor ser pobre pero limpio, pobre pero honrado, pobre en bienes, pero rico en valores, rico en honor y en virtudes.

Hoy con dolor y vergüenza, desconozco a mi país. Esto no puede estar sucediendo. En Chile ha habido decenas de catástrofes naturales y nunca hubo un comportamiento vandálico masivo frente a una de ellas. Y eso que eran tiempos mucho más duros y de menor progreso. Personas carentes de valores que aprovechan de robar en circunstancias difíciles, ha habido siempre, pero personas, no pueblos enteros viviendo del pillaje y la sinvergüenzura.

Muchísimas de las personas que hemos visto en las noticias saqueando supermercados y robando artefactos y de un cuanto hay, son personas que tienen un trabajo rentado y que hasta el viernes trabajaban normalmente como cualquier ciudadano.

¿Es que el terremoto removió las conciencias y alteró el chip de esos chilenos? Me hubiera gustado poder culparlo, decir que es producto del susto y la impresión, pero no es así. El terremoto lo vivimos estimo unos seis millones de chilenos, y la gran mayoría seguimos con el chip funcionando normalmente.

¿Què explicación puedo darle a este vergonzoso y denigrante comportamiento que tanto daño nos hace como nación?

La primera es que haya un pillaje organizado para causar caos y dejar el país sumido en la anarquía al iniciarse el nuevo gobierno, de modo que éste no sólo tenga la enorme responsabilidad de la reconstrucción, sino que además reciba un país dividido de verdad en “buenos y malos”, en “honrados y corruptos”, y ni siquiera quiero considerar lo que podría suceder si por no poder usar las armas los efectivos de las FFAA que patrullan las calles, actuando como simples observadores que no amedrentan a nadie y que son incluso pateados por los saqueadores sin poder defenderse, llegan a perder esa sangre de horchata impuesta por el gobierno y parten defendiendo la propiedad y a ellos mismos a balazos. Entonces serán ellos los que aprovechando sus armas se alzaron contra el pueblo hambriento, con sed de sangre por la herencia recibida del gobierno militar. Estrategia perfecta para volver a poner al pueblo en contra de las FFAA.

Pero ocurre que la situación en nuestro país, no es la situación de Haití. Hemos tenido la suerte de que estábamos mejor preparados. Es verdad que hay familias que perdieron todo en el terremoto o por los efectos del tsunami, pero no son todas las que aparecen saqueando y robando.

Esto empezó a un día del terremoto y nadie muere de inanición en un día, nadie tiene sus alimentos en cero de un día para otro. Por mucha necesidad que haya, siempre en los hogares hay a lo menos pan, y té. Y lamentablemente para muchos, la situación de falta de alimentos y bienes es diaria y no obedece a un sismo, y no por ello han saqueado supermercados para sobrevivir.

Creo que este comportamiento, si no es una estrategia de desestabilización organizada, sólo obedece a la siembra valórica que han hecho los gobiernos de la Concertación en estos pasados veinte años.

 

Donde se ha faltado al respeto a la ley e incluso a la constitucionalidad en forma reiterativa y a los infractores no les sucede nada.
Donde los delincuentes agreden y matan y son liberados antes de 24 horas.
Donde una alumna es capaz de lanzar un jarro con agua a la Ministra de Educación y el gobierno y la misma ministra piden a gritos comprensión y que no se apliquen sanciones disciplinarias.
Donde el gobierno se ha encargado sistemáticamente de recalcar que existe una brecha irremontable entre la educación pública y la privada, sin admitir que quienes cavan la brecha son precisamente ellos que en veinte años no hicieron nada por disminuirla o mejorarla invirtiendo en educación. Donde a los niños y a los jóvenes se les arrancó a jirones la inocencia metiéndoles a la fuerza el sexo y la pornografía en forma masiva y descarada.

 


Donde se considera peligro para la sociedad y se encarcela a un médico que expresa profesionalmente su opinión, pero se libera a narcotraficantes y violadores.
Donde el gobierno celebra a una presidenta que termina su período con un 80% de apoyo popular, sin querer admitir que esa aprobación es justamente porque además de lo anterior, hemos vivido cuatro años de liderazgo “laissez faire”, donde cada quien hace lo que quiere y no hay consecuencia legal para sus actos, a menos claro que su ideología sea diferente a la del gobierno.
De modo que lamentablemente esto es sólo una rica cosecha de los antivalores sembrados por la Concertación en estos veinte años.

En esto nos convirtieron, en un país de inescrupulosos, ladrones, vándalos, saqueadores, sinvergüenzas, corruptos, aprovechadores, inmorales. Y con permiso de circulación al día.

¿Y el resto de los chilenos? Esos que luchamos con todas nuestras fuerzas para hacer retornar a nuestro país a la decencia, a la moralidad, a retomar el rumbo que nuestro país siempre debió llevar, ¿debemos dejarnos opacar por esta parte de Chile que ve favorecidos sus más bajos instintos por un gobierno incapaz de detenerlos porque por el exceso de privilegios y confianza entregados, se les fueron de las manos?

Creo que estamos en una situación que cualquiera sea la salida a la que se opte, ya nos perjudicó en nuestro prestigio interna y externamente.

A nosotros nos corresponderá poner la nota de cordura en este país dañado no sólo por las fuerzas inocentes de la naturaleza, sino por las estrategias conscientes de la izquierda.

Marìa Elena Astorquiza V.
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EL TERREMOTO, LA CONCERTACIÓN Y LAS FF. AA

El Comandante en Jefe de la FACh declara públicamente que su institución –personal, aviones y helicópteros– estaban aprestados tan sólo dos horas después de ocurrido el sismo de la madrugada del sábado 27 de febrero.

 

EL TERREMOTO, LA CONCERTACIÓN Y LAS FF. AA.
El Comandante en Jefe de la FACh declara públicamente que su institución –personal, aviones y helicópteros– estaban aprestados tan sólo dos horas después de ocurrido el sismo de la madrugada del sábado 27 de febrero. Esta institución ya había mostrado sus capacidades con ocasión de los acontecimientos en Haití, por lo cual el comentario del General Ortega es perfectamente verosímil. Pero la Fuerza Aérea no recibe del Gobierno requerimiento alguno de actuar.
A pocos minutos de ocurrido el sismo de las 03:34 hora de Chile, y en 2 oportunidades –a las 03:55 y a las 04:07– el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA) da aviso a la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI) del Ministerio del Interior de la posibilidad de ocurrencia de un maremoto o tsunami en las costas de la zona amagada por el terremoto.
ONEMI descarta la información, y siguiendo el criterio de “bajar el perfil” al problema, no pone en funcionamiento los dispositivos previstos, ensayados y probados para minimizar el peligro.
Coincidentemente, siguiendo el mismo criterio, a media mañana del sábado 27 la Presidenta de la República declara públicamente que Chile no necesitará recurrir a la ayuda del exterior, pues cuenta con todas las herramientas adecuadas para, a través de ONEMI, manejar la situación.
Ya el martes 3 de marzo la Sra. Bachelet se ve obligada a aceptar y a pedir ayuda exterior. EE.UU. de Norteamérica, Brasil, Perú y Bolivia le traen un poco de tranquilidad. Casi en paralelo, la Directora de ONEMI Sra. Fernández pretende desconocer el aviso recibido de la Armada de Chile, intentando zafarse de sus responsabilidades en centenares de fallecidos y desaparecidos por el maremoto.
Frente a todo lo anterior, ¿a quién creerle, a la Fuerza Aérea y a la Armada, o las señoras Bachelet y Fernández?
Con el claro propósito de no permitir a las FF. AA. “prestigiarse”, se las deja afuera del manejo de la situación de emergencia. Cuando ya la situación de desabastecimiento, saqueos, asaltos, incendios y aislamiento es insostenible –y frente al clamor ciudadano y a las múltiples peticiones de alcaldes y parlamentarios de las zonas amagadas– la Presidenta se ve obligada a firmar un decreto declarando Zona de Catástrofe en dos regiones, lo que permite a las FF. AA. asumir el control de la situación.
El Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, sin temor a mostrar sus uniformes, se hacen presentes con 10.000 hombres, cocinas de campaña, camiones aljibe, puentes mecano, hospitales de campaña, helicópteros, aviones y material de transporte terrestre. Sus vehículos de combate blindados imponen respeto y comienza a restablecerse el orden.
La población aplaude y agradece el toque de queda.
Todo esto parece una comedia de enredo, pero lamentablemente –y en perjuicio de la ciudadanía, sus víctimas y sus pérdidas materiales– no es sino el reflejo de la ineptitud de quienes han gobernado por 20 años y continúan odiando a las FF. AA. chilenas.
Cuando llegue el momento de buscar responsabilidades, ¿alguien se acordará de indagar las cuentas e inversiones de ciertos señores  y muchos otros en Islas Vírgenes, Islas Caymán, Suiza, Panamá y otros “paraísos fiscales”? ¿O dónde cree usted que está el dinero “ahorrado” en fierro, cemento y concreto, u obtenido en coimas a las concesionarias de las fallidas obras viales, en COPEVA, SERVIÚ, etc.?
Al Presidente Pinochet (QEPD) le escarmenaron todo. ¿Alguien se atreverá a hacerlo con esos bandidos?
SALUSTIO SÁNCHEZ C.

Talca, 3 de febrero de 2010

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Columna de Opinión

LA CURVA DE APRENDIZAJE DE CHILE

La presidenta Michelle Bachelet ha respondido (el miércoles) a casi todas las críticas provocadas por el terremoto, excepto a una, quizás la más importante: ¿Por qué le tembló la mano a la hora de dictar el estado de excepción constitucional y de desplegar al Ejército en las ciudades más afectadas?

 

4 de Marzo de 2010
LA CURVA DE APRENDIZAJE DE CHILE
Director adjunto del diario El Mundo de España
La presidenta Michelle Bachelet ha respondido (el miércoles) a casi todas las críticas provocadas por el terremoto, excepto a una, quizás la más importante: ¿Por qué le tembló la mano a la hora de dictar el estado de excepción constitucional y de desplegar al Ejército en las ciudades más afectadas?
Esta incógnita no encierra una simple crítica política o periodística. Para mí, desde la distancia, es crucial y puede definir el futuro de Chile, porque demuestra cuál es el estado de su curva de aprendizaje. Tengo la sensación de que esta enorme catástrofe ha dejado al país en una delicada tesitura: puede suponer el inicio de una reconstrucción eficaz que lleve a Chile a un futuro próspero o abrir la senda de una pronunciada decadencia.
El terremoto del 27 de febrero y los maremotos posteriores destruyeron, según los cálculos mas optimistas, el 10% del Producto Interior Bruto de Chile (unos 17 mil millones de dólares). La organización de evaluación de daños Eqecat estimó que el coste material de la tragedia oscilará entre 15 mil y 30 mil millones de dólares. El presidente electo, Sebastián Piñera, ha manejado una cifra similar.
Desgraciadamente, las multinacionales ya han tomado nota de esta secuencia catastrófica que ha vivido Chile. Así es de frío el dinero.
Pero el peor legado de esta catástrofe es que ha puesto en evidencia cuál es el verdadero riesgo-país de Chile. Este no reside en su sistema político o en su economía, sino en el castigo de una Naturaleza ingobernable que probablemente se vuelva a manifestar con esta misma crudeza dentro de 20 o 25 años. La única manera de neutralizar este factor o al menos aminorar sus efectos es demostrando que hemos aprendido algo de tragedias anteriores. Pero eso no ha ocurrido.
Cuando Amaro Gómez-Pablo comenzó a retransmitir el saqueo del supermercado Líder de Concepción recordé que debido al terremoto de marzo de 1985 comprobé que la legislación chilena del estado de catástrofe permitía el fusilamiento in situ de aquellos que fueran sorprendidos saqueando o en actos de pillaje. Me pareció una medida extremadamente severa y la atribuí a la arbitrariedad en que vivíamos en aquellos años. Sin embargo, pronto un jurista me hizo ver que esa ley databa del terremoto de 1939 y quizás de antes.
No pretendo promover el fusilamiento de nadie, pero esta norma jurídica era fruto de un aprendizaje práctico de la sociedad chilena. Quizás hoy la medida, por su exagerada dureza, nos parezca extemporánea, pero eso mismo debería hacernos ver que allí estaba la constatación de que nuestros abuelos ya sabían que hay una relación bastante frecuente entre catástrofe y pillaje. Por alguna razón esto, que fue aprendido dolorosamente en 1939, en 1960 y en 1985, fue ignorado esta vez por el Gobierno. No quisiera pensar que el Ejecutivo no quiso declarar el estado de excepción y desplegar al Ejército por temor a que se produjera un reflejo de hace más de 20 años. ¡Eso sí que sería vivir instalado en la ideología y en el pasado!
La Presidenta, que es médico, no supo diagnosticar la crisis con exactitud precisamente en un asunto que era de su exclusiva competencia. Salió el sábado ofreciendo aspirinas cuando tenía entre manos una grave fractura. No sólo una fractura tectónica, sino una fractura expuesta donde se veía el hueso de las desigualdades sociales y de las ligerezas con que Chile se ha ido haciendo trampas en los últimos años. La quebradura ha dejado a la vista la frivolidad de algunos ministros que jugaban minutos de descuento y la desvergüenza de quienes pusieron arena donde había que poner acero y después dicen que los edificios torcidos son como la Torre de Pisa.
Pero la gestión de la crisis estaba en manos del Gobierno. Se puede excusar el lenguaje frívolo o la burocrática respuesta de La Moneda a la ayuda internacional que acudió generosa y se encontró con una puerta en las narices, pero no se puede excusar el retraso a la hora de garantizar la seguridad en las VII y VIII regiones. Sobre todo cuando se acababa de comprobar en Haití que sin seguridad no hay ayuda humanitaria posible.
Como tampoco se puede excusar el diálogo obtuso entre la Marina y Onemi, utilizando medios de comunicación impropios, que condujo a la desactivación de la alerta de maremoto. No es serio que la Presidenta se limite a valorar la testosterona desplegada por el jefe marino para admitir un fallo. Estos errores se pagan con dimisiones. El Estado tiene la obligación de garantizar que estas instituciones funcionaran con los más altos estándares.
Desgraciadamente, las multinacionales ya han tomado nota de esta secuencia catastrófica que ha vivido Chile. Así es de frío el dinero. Es verdad que pese a los huracanes, Miami es una ciudad atractiva para el capital global. Pero también es verdad que temporada tras temporada mejoran las medidas de alerta temprana, la organización cívica y hasta los seguros, que viven de la desgracia ajena, se han refinado hasta extremos de gran complejidad. Hay un aprendizaje comprobado.
Entiendo que muchos chilenos estén hartos de la crítica. El estrés social y el sufrimiento ha sido extremo, pero ésta es la única forma de aprender de las tragedias y de que todas esas injustas muertes no hayan sido inútiles. Callar ahora sería irresponsable.
Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
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Pensamientos sobre un caos

La vergonzosa actuación que hemos visto en una parte de la sociedad chilena, donde la violación de la ley para cometer saqueos a supermercados y a almacenes es asumida como un derecho derivado de los efectos de un terremoto devastador, ha sido incentivada por la tardía e ineficaz reacción del sistema de gobierno.

 

La vergonzosa actuación que hemos visto en una parte de la sociedad chilena, donde la violación de la ley para cometer saqueos a supermercados y a almacenes es asumida como un derecho derivado de los efectos de un terremoto devastador, ha sido incentivada por la tardía e ineficaz reacción del sistema de gobierno.
La lógica desesperación de quienes vieron destruidas sus casas e interrumpida las redes de distribución de energía y agua como también el acceso al abastecimiento de alimentos, se ha visto elevada a límites que superan la razón y ponen en evidencia una peligrosa carencia de principios cívicos, lo que amerita una seria reflexión y la adopción de urgentes medidas correctivas, apenas se supere la crisis.
¿A qué podemos atribuir actos tan desquiciados como el provocar el incendio de una tienda después de robar electrodomésticos, muebles y artículos de todo tipo, absolutamente alejados de las necesidades de supervivencia humana? Los sociólogos podrán calificar técnicamente los hechos observados, pero los simples ciudadanos de este país tenemos el derecho y el deber de expresar los sentimientos que ellos nos provocan.
Apenas ocurrido el sismo, la población nacional quedó sin comunicación y por ende sin información, tal como si sobre nuestro territorio hubieran caído varias bombas atómicas a la vez, al estilo de lo mostrado en la película “El Día Después”. No hubo emisión de radio alguna como las que en el terremoto de 1960 llevaron tranquilidad a la gente, indicándoles al menos lo que había ocurrido y dónde se situaba el mayor problema. Increíblemente, 50 años después y con toda la tecnología disponible, Chile permaneció absolutamente ciego, sordo y mudo hasta que aproximadamente una hora y media después del cataclismo comenzó a transmitir la Radio Bío-Bío. Antes de ello, solo las radios argentinas daban a conocer algunas informaciones provenientes del Servicio Sismológico de los Estados Unidos, en las que se señalaba que un gran sismo había ocurrido cerca de la costa de Concepción.
Ello nos deja en evidencia que Chile no cuenta con un sistema de radio difusión privada capaz de salir al aire inmediatamente después de un cataclismo, sin que sea posible comprender como fue que se perdió la capacidad de reacción que existía hasta hace algunos años. Se demuestra también que el comercialmente atractivo crecimiento de las radios FM desplazó el interés por las radios AM, haciéndolas perder su histórica capacidad de información. Igualmente, ello confirma que en los últimos 20 años las autoridades restaron importancia a las capacidades para enfrentar este tipo de situaciones, pasando a manejar políticamente las crisis en vez de entregar su preparación a verdaderos profesionales.
A partir del momento en logró salir al aire la Radio Bío-Bío, fue quedando en evidencia la falta de organización del gobierno para enfrentar una catástrofe natural de esta magnitud, en especial de la ONEMI, la que fue sencillamente incapaz de reunir la indispensable información de primera mano que le permitiera entregar al gobierno un cuadro de situación que sustentara las decisiones pertinentes.
Los más viejos vimos con extrañeza extraño la falta de protagonismo de la red voluntaria de radioaficionados que  en el pasado nos enorgulleciera,  sugiriéndonos que todo el sistema de emergencia nacional depende de los cómodos pero ineficaces celulares. Nuevamente la pregunta es: ¿dónde quedó la Red de Emergencia de la ONEMI, famosa por su eficacia, siendo operada sin costo por cientos de radioaficionados privados? ¿Será que la soberbia nos llevó una vez más a desechar las capacidades ofrecidas por simples ciudadanos bien intencionados, como sucedió en un comienzo con los bomberos para Haití?
Mención aparte merece la falencia de un sistema nacional de registro sísmico, siendo inconcebible que los escasos equipos existentes sean de propiedad de la Universidad de Chile y no de un organismo de gobierno, tratándose de una necesidad vital para la nación, donde se pudieron destinar con mucho mayor eficiencia los cuantiosos recursos despilfarrados en proyectos que alimentan odios del pasado o entregan “circo al pueblo” con propósitos electorales.
Junto a la falta de un sistema gubernamental de prevención vemos con impotencia como se adolece también de un sistema de reacción para enfrentar una de las amenazas principales que penden sobre nuestro Estado: las catástrofes naturales, las que – sumadas a las hipótesis de guerra – dan sentido y razón de ser a la Seguridad Nacional. Pero, ¿no será que por ser el tema de la Seguridad Nacional un tabú intocable o al menos rechazado por quienes nos gobiernan desde hace 20 años no se pudieron permitir el lujo de preocuparse por él? ¿No será que un eficaz manejo de las amenazas podría permitir la recuperación del “poder militar”, al poner en evidencia las fortalezas que lo diferencian del poder civil? O ¿será que el complejo que los afecta respecto de los temas “militares” y los escasos frutos políticos que ellos brindan ha impedido a estos gobiernos mirar los verdaderos problemas de Chile con una visión de Estado?
Sucedió a la debacle causada por el terremoto un período de largas horas y en algunos casos de días, sin que las autoridades asumieran las responsabilidades que les debieron asignar para estos casos la Planificación Nacional y Sectorial, orientándolos sobre la forma de enfrentar eventuales catástrofes, cuya falencia queda en evidencia ante la acción inexistente de intendentes y gobernadores, quienes parecen estar hasta ahora ciegos, sordos y mudos, paralizados ante la magnitud del desastre y con nula capacidad de liderazgo, traspasando sus responsabilidades a los Alcaldes, a pesar que ellos no cuentan con la autoridad para conducir y coordinar el trabajo de los Servicios Públicos. Las preguntas que afloran de inmediato son: ¿Alguien ha visto a los Intendentes dirigiendo algo? ¿Alguien sabe quien son los Gobernadores Provinciales o los ha visto en acción? ¿Alguien ha escuchado o visto a alguno de los SEREMIS o a los Jefes de los Servicios Públicos de las regiones más afectadas tomando decisiones en relación a las prioridades o a las acciones que debieran haber iniciado tempranamente?
Nada de ello ha ocurrido y por el contrario, hemos visto un intento de conducción política centralizada en las manos de una presidenta que en vez de exigir que la información llegara a ella en la forma y oportunidad requerida por las circunstancias, prefirió salir a recorrer las localidades afectadas para hacer llegar su cariño de madre más que para coordinar medidas que por lógica se encuentran en manos de niveles ejecutivos subordinados, hoy inexistentes o superados por la intromisión superior. Talvez nadie le dijo a la presidenta que al inmiscuirse ella personalmente en las decisiones tácticas, junto con asegurarse un grado de mezquina popularidad, lo que estaba haciendo era restringir la capacidad de reacción de quienes debieran haber estado a cargo de la solución de los miles de problemas existentes. Con ello la presidenta además, marcó prioridades sin análisis alguno, orientando erróneamente a los escasos medios hacia la solución de problemas secundarios pero vistosos, sin la menor consideración hacia los más necesitados.
Suma y sigue. A pesar de ser evidente la reacción esperable de una gran masa de población desorientada y desabastecida, el gobierno nacional se dio el lujo de dudar en el establecimiento de medidas de excepción, las que postergó por 48 horas, permitiendo que los amagos de caos social se transformaran literalmente en incendios, al demorarse la toma de control de la situación por parte de las fuerzas armadas. Una vez más, el complejo por el tema militar, que por más que lo nieguen se encuentra indisolublemente grabado en la mente de quienes han gobernado el país por los últimos 20 años, les ha penado en contra, poniendo en evidencia su incapacidad para superar el pasado como muy bien lo demuestran las instituciones armadas. Como si éstos fueran los únicos que debieran dar vuelta la página para mirar el futuro y cumplir plenamente con sus obligaciones constitucionales. Como si los políticos estuvieran exentos de dicha responsabilidad y puedan darse el lujo (como lo han hecho) de mantener convenientemente en la memoria el recuerdo de la división causada por ellos mismo entre los chilenos, sin ser capaces de asumir las obligaciones constitucionales que les corresponden.
De otra manera, es inexplicable la actitud débil e inconsecuente con la que los personeros del gobierno que se despide continúan tratando de justificar la tardía declaración de Estado de Catástrofe y la forma vergonzosa en que tratan de restar poder real a los jefes de Plaza, mencionando cada vez que pueden que éstos cumplen su misión “subordinados a las autoridades locales”, lo cual no es más que es una falacia, puesto que sus facultades superan largamente la autoridad de los inoperantes fantasmas políticos locales. ¡Déjense de pamplinas y de una vez por todas sean consecuentes con sus obligaciones, dejando que las FF.AA. restablezcan el orden que ustedes no fueron capaces de mantener!
Siguiendo con los desaguisados, el gobierno trata de culpar a la Armada, específicamente al SHOA, de no haber informado de la inminente ocurrencia de un Tsunami, a minutos de ocurrido el terremoto. Independientemente de una eventual discusión semántica sobre el término, ¿alguien se ha tomado la molestia de preguntar de qué servía saber si no había cómo comunicar el hecho por ocurrir? Sin una red de radio y sin una planificación adecuada, de nada habría servido saber a las 3:40 o 3:45 horas de la madrugada que iba a venir una marejada, maremoto o tsunami en las costas chilenas. Salvo, claro, que el escándalo permite a las desprestigiadas autoridades un alivio, al generar una distracción de la atención periodística hacia un aspecto absolutamente secundario.
Una vez llegada la fuerza militar a hacerse cargo de una población ya desquiciada, sale la presidenta a anunciar pomposamente que “se aplicará todo el rigor de la Ley”, pero de atrás sale su Subsecretario del Interior, señalando que “se actuará con proporcionalidad”. ¿A que están jugando las autoridades de este país? ¿Será una vez más el complejo militar? ¿O será un simple “parche antes de la herida”, para quedar en condiciones de culpar a los militares si ocurre algún hecho de sangre, lavando salomónicamente sus manos? Por fortuna, el desprestigiado e ineficaz equipo de gobierno debe abandonar en los próximos días su cargo, dejando libre el paso a un nuevo contingente que – por malo que pudiera ser y no lo es – superará ampliamente la incapacidad de los actuales.
De los hechos descritos y con la convicción de que esto es sólo el comienzo de las evaluaciones que se realizarán en el futuro, es posible obtener algunas conclusiones, no excluyentes ni definitivas:
1)      Ha quedado en evidencia la incapacidad absoluta del gobierno para enfrentar una de las amenazas clásicas de todo estado: las catástrofes naturales de verdad, no como aquella del Norte, en que se dieron el lujo de nominar burlescamente una coqueta “Ministra en Campaña”….
2)      Chile no cuenta con un verdadero sistema de administración de emergencias, siendo inconcebible que se pretenda mantener en el cargo a la Jefa de la ONEMI.
3)      La sociedad chilena actual muestra graves debilidades morales y una absoluta falta de ética, requiriéndose la imposición de campañas de formación valórica que aseguren que las próximas generaciones no las mantendrán.
4)      La causa de la descomposición valórica que pareciera estar en la combinación del materialismo y el individualismo de la sociedad chilena, se potencia con la permisividad y falta de respeto estimulada por la exacerbación de los “derechos” y la inexistencia de los “deberes”, lo que requiere una urgente corrección.
5)      Los gobiernos de la Concertación culminan su gestión con sus debilidades al desnudo, sin poder ocultar su mediocridad y su falta de visión de estado, donde la mala calidad de su red de poder político se fraguó en un concierto de corrupción de todo orden.
6)      Todo lo anterior demuestra la necesidad de dedicar tiempo al estudio de las responsabilidades políticas y criminales de quienes dejaron de cumplir sus obligaciones constitucionales, abandonando el interés por el bien común para dedicarse a satisfacer sus ambiciones personales.
Patricio Quilhot P.
Teniente Coronel ( R )

 

 Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR


Columna de Opinión

Aprender de los Colombianos

Me llama la atencion este correo y estoy plenamente de acuerdo en que: YA ES HORA QUE SE RESPETE NUESTRA DIGNIDAD. Pero me deja un sabor amargo el tener que saber que después de tanto bla, bla, bla ……

 Carta del Capitán de Navio Jorge Enrique Quintero Ruiz

Señores
Fuerzas de la Unión
ACORE
Ciudad.

Me llama la atención este correo y estoy plenamente de acuerdo en que: YA ES HORA QUE SE RESPETE NUESTRA DIGNIDAD. Pero me deja un sabor amargo el tener que saber que después de tanto bla, bla, bla, aparece una persona que aspira al Solio de Bolívar y, al igual que TODOS los politicos de turno o que quieren ganar popularidad, nos toman como COMODINES y empiezan a llenarnos la c….abeza de pen……. para que se nos infle el EGO y procedamos, los de la Reserva Activa (¿…?), a votar a favor de ellos. ¿No es lo mismo de siempre?

El señor Andrés Felipe Arias, “quiere defender nuestra pisoteada moral y abogar por la Justicia Penal Militar, el Fuero Militar”, y creo que por otras pende….. más. Si señores, “Esas palabras nos llenan de esperanza”. Pero, y ahí va mi pregunta de siempre: ¿Eso mismo no la habrían podido hacer los  Altos Mandos Militares? ¿Acaso aún no se han dado cuenta de que portar cualquier uniforme de las tres Fuerzas conlleva muchos deberes, obligaciones y responsabilidades? ¿Que una de ellas es la de hacer respetar el fuero de TODOS sus miembros y oponerse al maltrato, la ofensa, la vejacion y la condena de cualquiera de sus hombres antes de haber sido vencido en franca Lid?
No es ir en contra de las Leyes o el Orden Constitucional, ni tampoco buscar enfrentamientos inútiles contra el poder Civil. No, eso no es. Es hacer valer lo que somos y significamos dentro del ámbito Nacional. Nosotros no somos unos aparecidos. Somos más patriotas que quienes compran la Libreta Militar o le sacan el c….. al deber que la Patria nos reclama: Prestarle el servicio militar.

Es posible que yo sea demasiado altruista, pero mi servicio como militar durante 34 años no fue gratis. Lo hice con mucha entrega, respeto, pundonor, profesionalismo, dedicación y amor, no solo por Colombia, sino por mi Armada Nacional que me acogió en su seno y que tanto me dio y que demasiado le entregue.

Señores Oficiales y señores de las Fuerzas de la Unión, de nuevo: Hablemos claro y seamos francos, con el respeto que nos merecemos: Lo sucedido al Coronel Plazas Vega, al General Arias Cabrales, al General Rito Alejo, al Almirante Gabriel Arango (aunque este caso tiene otra clase de derrotero), al General Rafael Samudio y a tantos y tantos Oficiales, Suboficiales y Soldados compañeros nuestros, duele en lo mas profundo. Y duele cuando se tiene sentimiento de pertenencia. No es justo que los guerrilleros, los del M19 y los al margen de la Ley, ganen después de ser los causantes del daño moral y material. De ser los culpables. No es justo.

Este tema da para mucho que hablar y tratar. Piensen mejor en la forma de “LOGRAR” que “algun día” nos integremos como una UNIDAD MONOLITICA, y que NO sigamos cada uno por el rumbo que mejor nos parezca, o que vayamos, “hipócritamente”, a cobijarnos en el mejor árbol que encontremos olvidando lo que debemos siempre ser: Un solo grupo, una sola unidad, o, repito: UNA SOLA UNIDAD MONOLITICA, con diferente uniforme, pero una sola en pensamiento, palabra y opinión.

Capitan de Navio Jorge Enrique Quintero Ruiz
Oficial Naval Submarinista

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