HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

O´HIGGINS Y LA GRANDEZA DEL PERDÓN. Antonio Yakcich Furche.

 

                                                                                    O”HIGGINS Y LA GRANDEZA DEL PERDÓN

Autor: Antonio Yakcich Furche.

Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua.

 

En 1819 por expresa disposición del Director Supremo Bernardo O´Higgins Riquelme, se celebró con enorme alegría y entusiasmo, un aniversario más de los hechos ocurridos el 18 de septiembre de 1810.

Las celebraciones fueron públicas y variadas, participando en ellas gran parte de la ciudadanía.

Ahora bien, la situación nacional era muy compleja, la Guerra a Muerte se enseñoreaba en la zona  centro sur del país, mientras que la población, en especial la de las grandes ciudades, sufría las repercusiones de una situación económica grave, producto del elevado gasto de los recursos del erario nacional, en beneficio de poder organizar la Expedición Libertadora al Perú.

Como se comprenderá, en un estado de guerra y con problemas económicos que podrían llegar a alterar la tranquilidad ciudadana, el cumplimiento de las leyes y en especial su sanción, con las consabidas condenas a presidio, eran una forma de mantener el orden público, de evitar riesgos y de consolidar la unidad nacional.

Pese a ello, O´Higgins, en uso de sus atribuciones como Jefe de Gobierno, concurrió a la Cárcel Pública, perdonando a muchos de los presidiarios, como una forma de evidenciar que la Patria cubría con su manto protector a todos, incluso a los privados de libertad.

El Doctor Mariano Egaña, cuya imagen adjuntamos, quién acompañó a nuestro prócer a la Cárcel, señaló por escrito lo siguiente; “Vuestra Excelencia…. consagra el día de hoy a sellar la solemnidad de este memorable aniversario con la función más notable de la magistratura y con el uso de la más augusta prerrogativa del poder, visitar las cáceles y perdonar a los afligidos”.

A juicio del destacado hombre público, O´Higgins demostraba con la acción aludida, poseer una gloria aún mayor que la obtenida en los campos de batalla. Agregando en forma textual; “Ejerza V.E. en hora buena y rodeado de la admiración pública, el tributo más bello y que asemeja a los hombres con Dios…. tocado por la compasión que inspiren las desgracias de nuestros semejantes”.

De lo expuesto dos reflexiones, la primera nos permite evidenciar que O´Higgins, pese a las críticas que se hacen a su persona, era, como lo dijo San Martín, “Más cera que acero”, en lugar de un sanguinario como nos pretenden hacer creer.

La segunda nos impulsa a pensar que el perdón debe extenderse, cuando se aplica, a todos los sectores e integrantes de la sociedad, no solo a algunos.

 

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General Freire en la Patria Nueva. Comandante en Jefe del Ejército 1823-1830 por BRG. Gabriel Alliende Figueroa

                           

                                                                                             General Freire en la Patria Nueva
Comandante en Jefe del Ejército 1823-1830


Gabriel Alliende Figueroa ❖
Brigadier de Ejército


En el artículo anterior, se narró el mando de teniente coronel Ramón Freire de la única column independiente del ejército de los Andes liderada por un chileno con la misión de atraer fuerzas realistas en la zona de San Fernando, Curicó y Talca, como también simular que se trataba de la vanguardia del ejército patriota.
En febrero de 1817 las fuerzas patriotas que ya habían cruzado la cordillera acamparon en Curimón en el valle del Aconcagua para seguir hacia la cuesta de Chacabuco donde derrotaron al coronel Maroto dejando con ello libre el camino hacia la capital.


Después de la Batalla de Chacabuco


Una de las misiones primarias del teniente coronel Ramón Freire después de Chacabuco, fue impedir el paso de fuerzas realistas derrotadas hacia el sur, el límite ordenado fue la línea del rio Maule, en febrero de 1817 se produjo el combate de Cumpeo, donde Freire derrota a los realistas.
Siguió una serie de conquistas, el 9 de marzo se apoderó de Linares y el 16 de Chillán para seguir hacia Concepción participando el 5 de mayo en el combate de GAVILAN, su actuación en esta última acción le mereció elogios del coronel Gregorio de la Heras.
La siguiente misión entregada a Freire fue internarse en la cordillera de Arauco para destruir a fuerzas guerrilleras de Vicente Benavides el 28 de mayo de 1817, difícil tarea que significó grandes esfuerzos contra la naturaleza y los realistas que estaban preparados en la orilla opuesta del rio Carampangue sector donde
no existían vados. Los Dragones pasaron a algunos infantes en las grupas de sus cabalgaduras, la masa de las fuerzas lo hizo a nado. El asalto a la plaza de Arauco se hizo de madrugada logrando su objetivo a las 07,00 hrs del 29 de mayo.
En la campaña al sur O’Higgins y de las Heras se enfrentaron en sucesivas ocasiones contra las fuerzas realistas, el objetivo de la campaña era destruir el máximo de fuerzas realistas y conquistar Concepción, Talcahuano. Freire seguía sus operaciones al sur de la línea del Biobío, otra de sus acciones fue el combate
de Tubul el 25 de agosto de 1817 lo que trajo como consecuencia su ascenso a Coronel. La zona no estaba en poder de los patriotas, Talcahuano seguía en poder hispano, lo que se tradujo en la nueva expedición del brigadier Mariano Osorio, la cual obligó a las fuerzas patriotas a replegarse hacia el norte…….

Ver trabajo completo en el siguiente enlace:

 Freire Patria Nueva 08-11-23

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O´HIGGINS Y UN HIMNO A CHILE. Antonio Yakcich Furche.

                               

                              O´HIGGINS Y UN HIMNO A CHILE

Autor: Antonio Yakcich Furche.
Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua.

El actual Himno Nacional se canta en nuestro país desde el año 1847, con algunas modificaciones en 1909, debidamente refrendado en el artículo 2º de la Constitución Política de la República.
El primer himno nacional es anterior al mencionado, ​como lo comprueban dos documentos publicados en la Gazeta Ministerial de Chile, el sábado 25 de septiembre de 1819.
En el primero, firmado por Francisco Antonio Pérez y José María Villareal, presidente y secretario del Senado de la República respectivamente, se hace presente al Director Supremo Bernardo O´Higgins, que a la canción por él enviada, se le puso por nombre “Canción Nacional de Chile” y que habiendo sido aprobada, podía ser mandada a imprimir para ser repartida en todo el Estado.
En conocimiento de lo anterior, nuestro Padre de la Patria emitió un Decreto, en el cual se mencionaba lo siguiente; “Como dice el Excelentísimo Senado, imprímase y circúlese a los pueblos, al Instituto Nacional y escuelas. Al Teatro se pasarán cuatro ejemplares, para que al empezar toda representación se cante primero la Canción Nacional”.
El mencionado Decreto llevaba las firmas de O´Higgins y de su ministro Joaquín Echeverría Larraín.
El haber incluido al teatro, tenía como fundamento dar a conocer la canción, en el denominado Teatro de la Compañía dispuesto construir por Bernardo, como medio
para la difusión de las artes.
Se iniciaba con la siguiente letra; “Ciudadanos el amor sagrado, de la Patria os convoca a la lid; libertad es el eco de alarma, la divisa triunfar o morir”.
Debido a que nos encontrábamos en pleno desarrollo de la Guerra de Independencia, manifestada en la denominada Guerra a Muerte y en la preparación de los medios para la Expedición Libertadora al Perú, su letra era claramente crítica hacia la Corona Española.
Como es evidente, pasado los años y con el proceso libertario finalizado, la letra no era cómoda para los nuevos tiempos, dado que España ya no era enemiga, por lo que fue reemplazada por el actual himno.
Pese a ello, su coro se mantuvo en la presente canción nacional, el que todos conocemos y que dice textualmente; “Dulce Patria recibe los votos, con que Chile en tus aras juró, que o la tumba serás de los libres, o el asilo contra la opresión”.

Sin ánimo de ser infidente, debo dejar constancia que el mencionado Himno, es cantado por los integrantes del Instituto O´Higginiano de Rancagua al inicio de sus sesiones.

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PERLA OHIGINIANA. ORIGENES DE LA CONSTITUCION DE 1822.

                                   

                                                       PERLA OHIGINIANA. ORIGENES DE LA CONSTITUCION DE 1822.

Caballero O’higginiano Mario Barrientos Ossa.

Vicepresidente Instituto O’higginiano de Rancagua.

 

A principios de 1822, el Director Supremo gobernaba con dos ministros del despacho, quienes eran don Joaquín Echeverría, en el departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores, y don José Antonio Rodríguez Aldea, en los de Hacienda y Guerra.

La opinión pública ilustrada estimaba que la Constitución Provisoria de 1818, promulgada por el Libertador, había agotado su vigencia y debía ser sustituida por otra más liberal y democrática. Cabe recordar que la Constitución de 1818 le otorgaba al Director Supremo la plenitud de las funciones del Estado, sin limitaciones ni duración en el tiempo. En resumen, una dictadura vitalicia.

          Con fecha 7 de mayo de 1822, con la firma del Director y sus dos ministros del despacho, se llamaba a formar una Convención Preparatoria de la Representación Nacional, que dictaría la nueva constitución. El texto no otorgaba explícitamente a este cuerpo la facultad de dictar o aprobar una nueva constitución, su tarea era sentar las bases y convocar a la Convención Nacional, representante de la soberanía nacional, que se haría cargo de la función constituyente.

          La Convención Preparatoria estaba formada por 25 propietarios, o titulares, y 7 suplentes. Debía cumplir su misión en tres meses.

          En nuestra actual Región de O’Higgins, fueron electos como convencionales, por Rancagua, don Fernando Errázuriz, y por San Fernando, don Francisco Valdivieso.

          La apertura de la Convención Preparatoria se verificó con gran pompa y solemnidad el 23 de julio de 1822, bajo la presidencia del Director Supremo, que estaba acompañado de todos sus ministros, autoridades, grandes corporaciones del Estado y dignatarios.

          El 7 de octubre de 1822, sorpresivamente, se presentó a la Convención Preparatoria el proyecto de una constitución, redactado íntegramente por don José Antonio Rodríguez Aldea, en circunstancias que aquélla debía cesar en funciones el 23 de octubre, es decir, de asumir el encargo, que no le estaba formalmente conferido, tenía 16 días para cumplirlo.

          En el curso de 8 sesiones, algunas de ellas nocturnas, la Convención Preparatoria discutió y aprobó el proyecto de constitución, y el 23 de octubre de 1822, último día del plazo de su convocatoria, la aprobó, lo que no le correspondía, como hemos expresado y fundado con antelación.

          El 30 de octubre de 1822, se juró la nueva constitución en todo el país, con gran solemnidad, poniéndola en vigor.

          Nos llama la atención que, en el texto firmado por todos los convencionales, y que hemos tenido a la vista, se registra la firma de don Francisco Antonio Valdivieso y Vargas, representante de San Fernando, pero no observamos la de don Fernando Errázuriz, representante de Rancagua, omisión cuya causa no pudimos establecer.

          En resumen, conforme la crítica de nuestros más preclaros historiadores, la Constitución de 1822 fue redactada de puño y letra por el impopular Ministro don José Antonio Rodríguez Aldea, y aprobada en solo 16 días por una Convención que carecía de facultades para ello. En derecho puro, era nula de nulidad absoluta, insanable.

          Se entenderá, entonces, el malestar y desagrado que este procedimiento arbitrario produjo en la poderosa aristocracia y en la jerarquía de la Iglesia, poderes fácticos que no amaban a O´Higgins, y que formaban la clase ilustrada de esos días, y el por qué se le atribuye a esta Carta el efecto negativo de haber contribuido a la caída del Libertador, en ese triste 28 de enero de 1823.

Un aporte de nuestro Past Presidente, Gustavo Basso Cancino

                                         

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PERLA O”HIGGINIANA. CAPTURA DE LA FRAGATA “MARIA ISABEL”.

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                                               PERLA OHIGGINIANA. CAPTURA DE LA FRAGATA “MARIA ISABEL”.

Caballero O’higginiano Mario Barrientos Ossa.

Vicepresidente Instituto o’higginiano de Rancagua.

Hoy recordamos con mucha alegría la primera victoria naval de nuestra naciente Escuadra, que tuvo lugar un 28 de octubre de 1818, hace hoy 205 años. Fernando VII había dispuesto el envío a Chile de una expedición de 2.000 hombres, que partieron del puerto de Cádiz el 21 de mayo de 1818 en once transportes, encabezados por la fragata “Reina María Isabel”.

          Informado O’Higgins de este enorme peligro, dispuso que se armara con la mayor prisa una escuadrilla que saliera al encuentro de este convoy, la que quedó compuesta por el navío “San Martín”, la fragata “Lautaro”, la corbeta “Chacabuco” y el bergantín “Araucano”, al mando del capitán de navío don Manuel Blanco Encalada, joven y entusiasta oficial de solo 28 años, que había pasado desde el arma de artillería hacia la Escuadra Nacional, merced a que en su juventud había prestado servicios en la Armada Española, en cargos subordinados.

          A las 11 de la mañana del 28 de octubre de 1818, los dos más grandes navíos, antes singularizados, cruzaban frente a la boca chica que separa el continente de la isla Quiriquina. La “María Isabel”, que estaba surta en Talcahuano, al avistarlos izó bandera roja y disparó un cañonazo sin bala. Los navíos contestaron izando la bandera inglesa e ingresando abiertamente a la bahía de Talcahuano. Luego, al disparar la María Isabel otros cuatro cañonazos, desplegaron abruptamente la bandera chilena y se dirigieron a toda vela hacia ella. Según los relatos de la época, la nave española picó los cables, dio el foque, cargó la sobremesana y, llevada por el viento noroeste, se fue a varar en la costa arenosa conocida con el nombre de isla de Rocoan, de suerte que, amén de haber disparado sin resultado algunas andanadas, quedó enteramente a disposición de las naves chilenas. El “San Martín” y la “Lautaro”, acercándose a ella, iniciaron un vivo fuego de fusilería hacia la embarcación, con el objeto de rendirla sin estropearla, como resultado de lo cual los marineros españoles se arrojaron al agua, pero permaneció en ella un grupo de setenta fusileros.

          Ansioso de sacarla de su varadero, el Comandante Blanco formó una columna de cincuenta hombres, la puso bajo el mando de los tenientes don Nataniel Bell y don Guillermo Santiago Crompton, y le ordenó que marchasen al abordaje. Esta operación se llevó a cabo en poco rato, gracias a la confusión que se había apoderado del enemigo. Los patriotas se hicieron dueños de la María Isabel y apresaron a los setenta hombres que la defendían; pero se vieron enfrentados a fuego de fusilería desde tierra, situación que se veía agravarse porque las fuerzas reales comenzaron a acercar cañones, lo que podía arruinar el éxito alcanzado hasta ese momento. Felizmente, se vino la noche y a la mañana siguiente cambió el viento y la nave se soltó de su varadero sin daño alguno, en medio del alborozo de los patriotas.

          Como consecuencia de la captura de la “María Isabel”, cinco de los transportes partidos de Cádiz fueron también apresados y con ello, quedó desbaratada la campaña que Fernando VII pretendía iniciar en Chile para recuperar el control de nuestro país.

          Esta primera victoria de nuestra novel Escuadra despertó un enorme fervor en el pueblo, que celebró regocijado este triunfo. Generó la confianza suficiente para comprender que estábamos en condiciones de dominar el Pacífico Sur, como aconteció en el lapso siguiente, abriendo las puertas a la Expedición Libertadora del Perú.

El Senado de la República dispuso que la fragata fuera rebautizada como “O’Higgins”, rindiendo así un merecido homenaje a nuestro Padre de la Patria, cuyo esfuerzo inmenso había hecho posible crear, casi desde la nada, esta victoriosa Escuadra.

Un aporte de nuestro Pas Presidente   Gustavo Basso Cancino

Imagen: Armada de Chile

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General Ramón Freire Serrano 1787-1851. Oficial de la Patria Vieja y al Patria Nueva

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                                                                       General Ramón Freire Serrano 1787-1851
                                                                        Oficial de la Patria Vieja y al Patria Nueva

                                                   

                                                           
Gabriel Alliende Figueroa ❖
Brigadier de Ejército

El 29 de noviembre de 1787 y durante el período colonial, nace en Santiago de Chile don Ramón Freire y Serrano hijo de don Francisco Antonio Freire y Paz, español natural de Galicia capitán de caballería Dragones de la Frontera en Concepción y de doña Gertrudis Serrano y Arrechea criolla de descendencia Vasca. Quedó huérfano a temprana edad, su tío materno Manuel Serrano se preocupó de su educación llevándolo a Concepción. Trabajó con el comerciante Francisco de Urrutia y Mendiburu, con él aprendió labores de cabotaje hacia el Perú, el año 1811 regresa a Concepción ingresando al regimiento de Dragones de la Frontera como cadete, hizo la campaña al sur el año 1813 y el año 1814 estuvo con O’Higgins en el Sitio de Rancagua.
Sin duda que el general Ramón Freire Serrano es uno de los precursores de la República de Chile, como lo sostiene Julio Alemparte. Freire reemplaza a O’Higgins, da término al dominio español, conquista Chiloé y asume el año 1823 como Director Supremo.
Julio Alemparte que busca mantener la preponderancia histórica de José Miguel Carrera, considera que el general Ramón Freire es su justo continuador, lo explica con las tendencias políticas de la Patria Vieja: 1.-Los Conservadores, Realistas y Absolutistas adictos al régimen colonial. 2.- Los del antiguo Régimen de la Patria Vieja con Moderados, Tibios, Cautelosos, Vacilantes y poco partidarios de una República y 3.- Los adictos a la República y Separatistas con Carrera, Freire y los Liberales. Las tres tendencias políticas no fueron antagónicas del todo, entre ellas estuvo el foco iluminador de la emancipación del 18 de septiembre de 1810 con criollos e hispanos en la primera Junta Nacional de Gobierno de Mateo de Toro y Zambrano, sin Carrera (hijos), O’Higgins ni Freire.
Freire fue cadete en Concepción el año 1811 en los escuadrones de Dragones de la Frontera a los 24 años, combatió durante la patria vieja en Huilquilemu, Talcahuano, el Roble, El Quilo y capitán en la batalla de Rancagua, el año 1816 se incorpora al Ejército de Los Andes donde el año 1817 tendría preponderancia al mandar la columna patriota que se dirigió hacia el paso del Planchón con la tarea de conquistar Talca.
Freire tuvo una destacada participación en el Sitio de Rancagua, O’Higgins ocupa la villa el 20 de septiembre de 1814, una de sus primeras órdenes fue enviar al capitán Ramón Freire con 50 Dragones hacia el sur para averiguar todo lo posible sobre el avance del brigadier Osorio, cruzó el Cachapoal y llegó hasta San Fernando donde se encontró con la vanguardia realista, de regreso a Rancagua lo hizo con una fuerza de 150 hombres del teniente coronel miliciano Bernardo Cuevas.
El historiador militar Manuel Reyno, presenta al capitán Ramón Freire en Rancagua con 280 Dragones, con la misión de retrasar la fuerzas realistas que concurrían a cercar a los patriotas delante de la trinchera norte, Freire junto al capitán Anguita esperaron el ataque en las cercanías de la plaza, combaten y finalmente los Dragones ingresan a buen resguardo al interior de la plaza defendida por O’Higgins.
Consultados varios historiadores no hay acuerdo sobre las fuerzas que se encontraban en Rancagua para la batalla, hay discrepancias en las cifras, lo que si concuerdan es que las milicias del valle del Aconcagua con 1.253 jinetes al mando del coronel Portus no alcanzaron a ingresar en la villa. Hubo 4 trincheras, norte al mando de capitán Santiago Sánchez, sur al mando de los capitanes Antonio Millán y Manuel Astorga, oeste al mando del capitán Francisco Molina y la del este al mando del capitán Hilario Vial. La caballería al mando de los Capitanes Ramón Freire y Rafael Anguita al centro.
A las 17,00 hrs del 2 de octubre de 1814, O’Higgins se da cuenta que la resistencia no puede continuar las trincheras se encontraban con un mínimo de soldados vivos quedando solo los Dragones de Freire, con ese panorama O’Higgins resuelve romper el cerco con los pechos de los caballos y los sables de los jinetes, hubo dos cargas, la primera fue rechazada, la segunda fue exitosa dirigiéndose la columna hacia Chada con O’Higgins, Freire y Anguita. Osorio es recibido en Santiago entre vítores y flores.
La fecha para cruzar la cordillera no era la mas adecuada pero era obligatoria por las circunstancias del desastre de Rancagua. En la columna de O’Higgins y Freire iban mujeres, niños, ancianos, civiles y soldados, el cruce se hizo a partir del 6 de octubre de 1814 en toda clase de cabalgaduras, dos jornadas más atrás iba el brigadier José Miguel Carrera con su comitiva y parte importante de su división. En el camino de Uspallata a Mendoza la columna es recibida por el coronel mayor José de San Martín intendente de la provincia de Cuyo. Ha sido difícil obtener información de la cantidad de Dragones que cruzaron con Freire a Mendoza, seguro bastante menor a los 280 que estuvieron presentes en la batalla de Rancagua.
San Martín espera también a José Miguel Carrera, la reunión de ambos líderes no fue amistosa, el intendente de Cuyo primero define detener a todos los integrantes de la columna para finalmente autorizar su salida de Mendoza con custodia militar, cuyo mando recayó en el coronel Andrés de Alcázar.
El capitán Ramón Freire mantuvo el mando del grupo “Dragones” marchando junto al coronel Andrés del Alcázar integrando la columna que custodiaba las fuerzas del brigadier José Miguel Carrera y sus hermanos, en el trayecto frente a Santa Catalina, Alcázar recibe la orden del gobierno de Buenos Aires para cambiar la ruta de las fuerzas chilenas, hacia el norte para quedar bajo las órdenes del general José Rondeau que operaba contra los realistas en el frente del Alto Perú. Los oficiales chilenos se opusieron, el capitán Ramón Freire solicitó mandar un emisario y continuar el camino a Buenos Aires. El Director Supremo de las provincias del Río de la Plata Gervasio Antonio de Posadas que había asumido su cargo el 31 de enero de 1814, citó al capitán Ramón Freire a Buenos Aires. Posadas no deseaba la presencia del brigadier Carrera en la capital de las provincias unidas insistió en su resolución de enviar a los chilenos hacia el norte.
Hubo un conato revolucionario el general José Rondeau debía entregar el mando del ejército del norte argentino al general Carlos María de Alvear, los oficiales y la tropa apoyaron a Rondeau obligando a Alvear a regresar a Buenos Aires, en el trayecto se reunió con el coronel Andrés del Alcázar ordenándole que también se dirigiera a Buenos Aires con las fuerzas chilenas.


Una conclusión no apresurada nos muestra a San Martín que no deseaba fuerzas ni mandos chilenos en su proyectado ejército de los Andes, inicialmente no retuvo a O’Higgins en Mendoza, los Granaderos de infantería también fueron disgregados y los Dragones de Freire los envió fuera de Mendoza. O’Higgins debió arrendar una pequeña casa en los suburbios de Buenos Aires donde vivió con su madre y hermana, a la mesa de esa casa concurría Ramón Freire, los ayudantes de O’Higgins en Rancagua y el padre Camilo Henríquez.
El año 1815 se presentó negativo para las provincias unidas del Río de la Plata, el general José Rondeau es derrotado por las fuerzas del Virrey Joaquín de la Pezuela quien reemplazó a José Fernando de Abascal, en Sipe-Sipe, Rondeau pierde mil hombres y deja abierto el acceso a Bueno Aires a las tropas realistas.
En Buenos Aires Ramón Freire se interesó por una expedición marítima a las costas del Pacífico que organizaba el marino inglés almirante William Brown, logrando que le asignaran la responsabilidad de organizar una fuerza de desembargo.
Los Bergantines de la época tenían dos palos normalmente, el mayor y el trinquete, eran naves veloces capaces de embarcar hasta 100 hombres y 24 piezas de artillería.
La expedición estaba formada por 4 naves: Bergantín Halcón, Queche Uribe ambas naves se debían juntar en la isla La Mocha con los bergantines Hércules y Santísima Trinidad. Freire y la mayoría de los Dragones se embarcaron en el Halcón, las naves fueron desviada por los vientos en dirección al sur del Cabo de Hornos, el Queche naufragó, el comandante del Halcón viendo su nave perdida se suicidó, Freire asumió el mando del buque logrando gracias al mejoramiento del viento, llegar al océano Pacífico y a fines de diciembre recaló en Isla la Mocha. El Halcón y Hércules siguieron hacia el Callao donde inician un audaz bombardeo a los castillos del puerto. Las naves siguieron hacia Guayaquil donde también fueron rechazadas. El almirante Brown decide desembarcar en
la desembocadura del estero Salado, designa a Freire con sus Dragones para que ataque la batería de Punta de las Piedras siendo un ataque exitoso que no logró proyección, Brown se retiró con sus naves a Las Galápagos donde resolvieron regresar al Río de la Plata. Freire y sus Dragones llegan a mediados de 1816, en Buenos Aires tomó conocimiento que San Martín organizaba un ejército libertador en el Plumerillo, decidió viajar y a fines de 1816 se presenta ante San Martín solicitando el mando de una compañía, San Martín lo incorpora al ejército con el grado de teniente coronel.
Freire tenía 29 años, San Martín lo prepara para que mande la expedición por el sur, para ello parlamenta con los Pehuenches en el fuerte San Carlos a 120 kmts de Mendoza, el parlamento, con regalos, borracheras y múltiples festejos logró el libre tránsito o para el grueso de su ejército o para la columna de Freire hacia el Planchón.
Los Pehuenches no se guardaron los acuerdos del parlamento, por ello Osorio supo de ellos. San Martín también organizó una fuerza civil con chilenos acomodados que vivían en Mendoza, para que cruzaran por el Planchón y reclutaran entre San Fernando al sur, refuerzos para la columna de Freire, al mando de esa agrupación se designó al coronel de Milicias Antonio Merino Baeza con 16 chilenos, Baeza había participado en las campañas de la Patria Vieja, era oriundo de Quirihue, su partida desde Mendoza fue el 6 de noviembre, losindividuos que marchan fueron:
• Lucas Novoa natural de Concepción.
• Lorenzo Hinojosa natural de Concepción.
• Domingo Binimelis natural de Concepción.
• Pedro Barnachea natural de Concepción.
• Carlos Larenas natural de Concepción.
• José Manuel Bazán natural de Concepción.
• José Tadeo Benavente natural de Concepción.
• Gavino Gaete natural de Talca.
• José Cienfuegos natural de Talca.
• Tomás Vásquez natural de Talca.
• José Cienfuegos natural de Talca.
• Domingo Urrutia natural de Parral.
• Augusto Lavín natural de Cauquenes.
• José María Sánchez natural de San Fernando.
• Ramón Pasos natural de Santiago.
• José María Neira natural de Astilleros.
La columna de Freire contó con 25 Granaderos de caballería, 75 infantes montados al estilo Dragones que podían combatir tanto montados como a pie, su procedencia era 25 soldados de cada uno de los batallones 7, 8 y 11 del
ejército de Los Andes, entre ellos numerosos “pardos”. Los 25 del batallón 11 eran veteranos de las batallas y combates de la Patria Vieja en Chile, es decir chilenos o argentinos de la división de auxiliares que el gobierno de las provincias unidas del Río de la Plata envió a Chile, la columna contó con una fuerza aproximada de 100 hombres más los jefes de los piquetes.
• 25 Granaderos al mando del Sargento Francisco Capilla.
• 25 Infantes del batallón N° 7 al mando del teniente Miguel Cortés.
• 25 Infantes del batallón N° 8 al mando del teniente 1° José María Maldes.
• 25 infantes del batallón N° 11 al mando del teniente coronel Ramón Freire.
• 8 Baqueanos
“Las instrucciones de San Martín para la columna del sur del teniente coronel  Ramón Freire:”
1. El 1° de febrero deberá haber cruzado la cordillera por el paso más conveniente.
2. El primer objetivo es sorprender a las guardias fronterizas, para ello los baqueanos.
3. Objetivo principal: Hacer creer que se trataba de la vanguardia del ejército
4. Retirarse frente a fuerzas superiores, dejando depósitos de víveres en su espalda.
5. La gente del sur está a favor de la causa, la provincia de Colchagua podría sublevarse para unírsele.
6. Fomentará la insurrección, si lo logra informar al Cdte. del Ejército de Los Andes.
7. De fracasar la columna, se deberá retirar cruzando la cordillera donde será auxiliado.
8. Queda facultado para obrar conforme a las circunstancias.
9. Queda facultado para imponer la última pena a los soldados que falten a las leyes, organizando una junta de guerra con oficiales.
10. Los correos destinados al intendente de Cuyo puede abrirlos y después remitírselos.
11. Podrá obrar como mejor le parezca al buen servicio de la expedición.


La marcha de la columna entre el Plumerillo y Mendoza se efectuó sin cartas ni mapas, no existían, los baqueanos suplieron esa deficiencia. En su desplazamiento por la cordillera Freire se encontró el 29 de enero 1817 con una columna de chilenos que sumaban más de 200 hombres montados, venían al mando de Francisco Salas y Feliciano Silva, quienes se retiraban después de un ataque fallido para tomar San Fernando, sabían de la columna de Freire por Antonio Merino. La columna de Freire recibe con gran alegría el refuerzo siendo la primera contribución de chilenos en la expedición al Sur que se ve notablemente robustecida.

Oficial especialista Estado Mayor y Magíster en Ciencias Militares por la Academia de Guerra del Ejército (AGE) y profesor de Historia Militar y Estrategia de la AGE.

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LA DECISION FATAL

Mario Barrientos Ossa, Vicepresidente Instituto O’Higginiano de Rancagua.

Corría septiembre de 1814, y los líderes patriotas discrepaban acerca de cómo enfrentar a Mariano Osorio, que al frente de su ejército realista avanzaba implacablemente hacia el norte, decidido a restaurar el régimen colonial.

Don José Miguel Carrera había vuelto a ser reconocido como general en jefe del Ejército patriota y Presidente de la Junta de Gobierno, mediante uno de sus conocidos golpes de fuerza.

O’Higgins, con su característica modestia y sentido patriótico, se había resignado a ponerse a las órdenes de Carrera, incondicionalmente, con el grado de brigadier y como comandante de una de las divisiones del Ejército revolucionario.

Una gran batalla se preparaba, en que los dos ejércitos contendientes iban a poner a prueba el valor de sus soldados y el talento de sus generales.

La Patria Vieja sentía la espada de Damocles sobre su cabeza.

Carrera prefería el desfiladero de Paine como el punto en que debía darse la batalla, convencido de que proporcionaba ventajas ostensibles, dada su orografía, para frenar al ejército realista, mayor en contingente y armamento. Creía poder repetir la hazaña de Leónidas.

O’Higgins sostenía que debía defenderse la línea del Cachapoal, cuya debilidad era que este río tenía tres pasos principales vadeables, y que la línea que debía defender era de una extensión de seis millas, contando con poco más de mil infantes para cubrirla, y sin tener otra retirada que Rancagua, punto sin salida.

Los caudillos habían alcanzado algún grado de acuerdo, consistente en que, si no era posible defender la línea del Cachapoal, las fuerzas deberían retirarse y a través de la cuesta de Chada, reunirse en Angostura de Paine, para dar allí la gran batalla.

El 30 de septiembre sorprendió a O’Higgins a orillas del Cachapoal, posesionado de su plan, y mandó retirar las avanzadas de la orilla izquierda, porque se anunciaba la aproximación de Luis Carrera, a cargo de una división, que debería defender el vado de Cortés, con lo cual creía que la línea sería inexpugnable.

A las 21 horas de ese día, recibió un aviso, diciéndole que Osorio intentaría pasar el río esa misma noche, y que había dicho a su Estado Mayor que al día siguiente, comerían en Rancagua.

O’Higgins envió un urgente mensaje a José Miguel Carrera, pidiéndole que mandara la división de su hermano Luis al vado de Cortés, que en ese momento estaba desguarnecido.

A las doce de la noche, un soldado de las avanzadas vino a decirle que el enemigo amagaba pasar el río, y al amanecer supo que Osorio estaba atravesando el vado, con las primeras luces del alba de ese fatídico primero de octubre.

O’Higgins transmitió de inmediato este aviso al general en jefe, rogándole que se acercara a la ribera del río, para presentar batalla al enemigo, y luego, se puso en movimiento, para reunirse con Juan José Carrera, a cargo de la otra división, en su posición de Los Robles, donde se suponía que estaba con sus tropas; pero, cuando llegó, se encontró con que la división se había retirado.

Se adelantó, entonces, al vado de Cortés y avistó al enemigo formado en batalla, pues había pasado el río sin la menor resistencia.

Frustrado su plan de defender el río, O’Higgins vacila sobre si replegarse para reunirse con las divisiones de José Miguel y Luis Carrera, tomando el camino de Chada, hacia Angostura de Paine, o reunirse con la división de Juan José Carrera, a quien supone encerrado en Rancagua.

Si abandonaba dicha división, la condenaba a la muerte o a la rendición, con pérdidas enormes.

Son momentos cruciales, que definirán el destino de la Patria Vieja: si O’Higgins se hubiera retirado al norte, su división se habría salvado y sumado a las fuerzas de los Carrera, y otra historia se pudo haber escrito en Chile.

Los dados corren, invisibles, arrastrando con ellos el azar, sin que nada se haya decidido aún, sin que esté determinado el desastre de Rancagua, con la página respectiva en blanco, y el corazón y la mente del Libertador oscilando entre una y otra opción.

Más, de pronto, los dados se detienen en su loca carrera y marcan el destino: un ayudante de Juan José Carrera llega al galope y le avisa que su general está encerrado en Rancagua y le pide que vaya en su auxilio.

El destino se define: O’Higgins toma la decisión equivocada y a las 8 de la mañana, su división entra en columna cerrada en la plaza de Rancagua. Se apea de su caballo, y Juan José Carrera corre a abrazarlo y le dice: “Aunque yo soy Brigadier más antiguo, Ud. es el que manda”.

O’Higgins aceptó el ofrecimiento en medio de los aplausos de ambas divisiones, que gritaban: “¡Viva la patria!”.

Nadie miró hacia el cielo, en cuyo añil octubrino se veía al Ave Fénix, con sus negras alas desplegadas, cual lo muestra nuestro escudo de armas.

Lo demás, es historia.