HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA COMUNA DE SAN JOSÉ DE MAIPO.

ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA COMUNA DE SAN JOSÉ DE MAIPO.

Marcelo Elissalde Martel. Instituto O’higginiano de Chile.

Reunión. Con motivo de la celebración de los 320 años de la fundación de la comuna de San José de Maipo, concurrieron a una importante reunión con el Alcalde de la Comuna Don Roberto Pérez, el Presidente don Rodolfo Pereira Albornoz y el Secretario General don Daniel Beltrán.

En esta reunión se acordó concurrir a la celebración de los 320 años de la fundación de dicha comuna, como también se estudiaron posibilidades de realizar actividades culturales e históricas en la comuna cordillerana, que esperamos se concreten en breve plazo.

Cabe señala que San José de Maipo está muy vinculada a los O’Higgins, toda vez que fue fundada por don Ambrosio O´Higgins en el año 1720. Años después, una parte del Ejercito Libertador que comandada su hijo con el general San Martín, cruzó por allí el macizo andino, al existir un paso entre Chile y Argentina por ese sector cordillerano.

Conmemoración. La conmemoración de los 320 años de San José de Maipo se realizó el 16 de julio con una solemne misa celebrada en su Iglesia patrimonial, para luego efectuar una alocución frente al monolito en honor a su fundador don Ambrosio O´Higgins.

El Presidente de nuestra filial de San José de Maipo Dr. Roberto Von Benewitz Gotschlich efectuó una detallada exposición sobre la historia de la Villa fundada en honor a San José, su trayectoria y aporte al desarrollo del país.

Historia. San José de Maipo se funda como Villa por acto de don Ambrosio O’Higgins en 1792. El Gobernador de Chile y futuro Virrey del Perú consideró necesario darle la calidad de Villa como una forma de apoyar las faenas mineras que se daban en la zona de San Pedro Nolasco.

En efecto, en estas minas existía una importante producción de plata, la cual era de mucha importancia para las arcas de la Colonia.

Es entonces, el 16 de julio de 1792 cuando se funda la población Villa San José de Maipo, en honor a San José, con una distribución de 27 manzanas de 84 metros por lado y cortadas por nueve calles de sur a norte y cuatro de este a oeste.

Al año siguiente, se hizo la distribución de los solares y se le otorgan los dos primeros al Padre José Santos Arambulo, para erigir la iglesia y casa parroquial, que estarían situadas frente a la Plaza de Armas.

Durante el siglo XIX la zona es escenario de varios acontecimientos importantes para la independencia de Chile, ya que, por su estrecha comunicación con Argentina, el paso del Portillo fue utilizado por una columna del Ejército de los Andes, logrando batir en retirada a la guardia realista de San Gabriel.

Para el siglo XX, la necesidad de electrificación de Santiago significó la construcción de las plantas hidroeléctricas de Maitenes, Queltehues y Volcán. Además, se construyó el acueducto entre Laguna Negra y Santiago, que fue clave para la distribución de agua a la capital.

De ahí la importancia del Cajón del Maipo y su abastecimiento para Santiago.

El ferrocarril de Puente Alto al Volcán hizo que el pasar de los habitantes del Cajón cambiara para siempre. Además de los beneficios que el tren traería a toda la comunidad, tanto en agricultura y comercio, el ferrocarril fue muy importante para el sector minero, por el mejoramiento en el traslado de sus productos.

El primer tramo se construyó hasta San José de Maipo en 1912 y se extendió la vía hasta el Volcán hacia 1922.

Por la pureza de sus aires, y su altitud sobre el nivel del mar, se construyó un hospital especializado en enfermos respiratorios provenientes de todo Chile, principalmente para aliviar la Tuberculosis, enfermedad incurable y mortal durante esa época (inicios del s. XX).

Hacia finales de siglo se convierte en un polo de desarrollo para el ecoturismo, gracias a su caudaloso río muy apto para la práctica del rafting.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

Juncal

Juncal (1

Patricio Espinosa Zanelli*. Coronel de Ejército 

Experiencias formativas de montaña en escenarios extremos,  ante adversario y amenaza real cuando se resuelve intercambiar  dos oficiales de ejercito detenidos por presunto espionaje. 

Estamos en el campamento base del ventisquero Juncal, en la confluencia  del río Juncal y el estero Monos de Agua. Son las 06:30 horas de una fría  y húmeda mañana de fines de abril de 1981. La pesada neblina plomiza  enmascara y se confunde con las cumbres que rodean nuestra posición.  Al mando del mayor Fernando Silva, servíamos un grupo de instructores  de montaña, entre los que me encontraba, y no menos de 60 suboficiales  y 40 oficiales alumnos del curso de montaña. Entre ellos se encontraba el  Teniente Rodrigo Estrada Toribio, quien el 12 de septiembre de 1982,  moriría junto a otros cuatro camaradas bajo un infierno de avalanchas de  barro, nieve, y hielo, a pocos kilómetros hacia el oeste, tras el cerro Alto  Los Leones, en la vecindad de la minera Saladillo.

Mientras nos alistábamos para otro día de instrucción de vida, movimiento  y combate sobre el hielo, entre la bruma distinguimos una reducida  patrulla montada. Rara e inusual visión a esa hora. Significaba que  provenían desde la Escuela de Montaña, en Río Blanco, por lo que  deberían haber iniciado su marcha con mucha antelación.

Marchaban con la premura de alguna emergencia. Veo raudo al jinete  (Teniente Antonio Yackcich), que venía a la cabeza de la reducida  columna, dirigirse a hablar con nuestro comandante, el que ya también  caminaba rápidamente a su encuentro.

1. La forma y estilo de exposición del presente relato -y otros de este tipo- tienen por  objeto integrar experiencias humanas, de conducción táctica y de técnica de montaña,  para una mejor comprensión por parte del mundo civil en relación con la vida militar y  el cumplimiento de las misiones constitucionales de las fuerzas armadas.

Misión: se debía ocupar defensivamente la totalidad de los pasos y  portezuelos fronterizos de la línea del Aconcagua. No sería la primera vez,  ya en el año 1978, para la hipótesis de guerra con Argentina, que  finalmente es mediada por el Papa, se había ejecutado.

Era producto de un cierre unilateral de la frontera por parte de las  autoridades argentinas a lo que Chile responde con un despliegue  preventivo de fuerzas. La campaña de hielo había terminado. Dos minutos  bastaron para que el mayor Silva impartiera una de las primeras ordenes  tácticas, en este caso una orden de marcha: “Alcanzar la confluencia del  río Juncal con el estero Juncalillo en un plazo de 8 horas”. Se desarma el  campamento y se alista la columna de hombres y ganado para el regreso.  Los jefes de curso apuramos a nuestros alumnos y organizamos la bajada.

El mayor Silva se reúne con sus capitanes. Se nos informa que la unidad  debe organizar dos núcleos: un esfuerzo principal que deberá marchar a  ocupar posiciones defensivas en la zona general del Cristo Redentor o  paso del Bermejo y el núcleo secundario marchará a la zona de Los Hornos  y cumplirá misión de vigilancia en los pasos fronterizos de Navarro Norte  y Navarro Sur.

El capitán Reed y el capitán Álvarez, nuestros comandantes de compañía,  nos ordenan a mí y al subteniente Roberto Villegas, que con cinco  sargentos instructores y 40 cabos alumnos iniciemos la marcha antes que  el resto de la columna, debiendo detenernos en Los Hornos a fin de recibir  una orden de combate.

Sabiendo que este punto constituye el acceso a los Navarro, a mí ya no  me cupo ninguna duda que seríamos el esfuerzo secundario. Roberto  Villegas era un comandante apasionado, pero tranquilo y ponderado. No  podría estar mejor acompañado.

La marcha, rápida pero segura, nos ensimisma en graves pensamientos.  Rápida y ágilmente llegamos a Los Hornos con lo que ahora sería una  agrupación andina2 de nivel sección andina reforzada. Esperaba mi misión  táctica junto a Roberto, cerca del antiguo refugio de piedra que utilizaban  arrieros y pirquineros.

En Los Hornos, el resto de la columna no se detiene. El Mayor Silva  ordenó que se nos dejara toda la munición que se portaba, la alimentación  para hombres y ganado, combustible para cocinillas, elementos de  sanidad, una reducida recua de mulas y otros. Entre los “otros”: algunas  cajetillas de cigarros, galletas y otras menudencias a voluntad de los que  marchaban más hacia el Norte por el cajón de Juncal y hacia la confluencia  con el estero Juncalillo, donde se les unirían -según supimos más tarde importantes fuerzas y medios propios de un batallón de infantería de  montaña. El sargento Pedro Vallejos, de dotación del núcleo secundario  asume las tareas logísticas mientras el Mayor Silva, indicando los puntos  en la carta topográfica, se dirige al comandante de la agrupación andina.

  • “Patricio, tu misión es vigilar los pasos Navarro Norte y Navarro Sur, a  fin de detectar oportunamente avances enemigos o indicios de esa  actitud, a partir de este momento”, ordena. Luego continúa:
  • “Esta agrupación andina constituirá la protección del flanco Sur del  dispositivo, cuyo esfuerzo central, al que me dirijo con el grueso de la  columna, enfrentará al adversario en la zona de paso del Cristo  Redentor”.
  • “Mi Mayor, solo tengo alimentación de hombres y ganado para tres  días”, le recuerdo, con mucha preocupación.
  • “Me informaron que te enviarán apoyo logístico y que vendrá un oficial  del cuartel general a entregar otras orientaciones. Suerte en la misión  de vigilancia”, concluye.

Luego, notablemente emocionado, abraza al subteniente Villegas, al  sargento Vallejos y a mí, para posteriormente apurar el paso al encuentro  de la unidad que ya se perdía de vista en su apurada marcha hacia la  confluencia.

2. De una organización de docente -para tiempo de paz- pasábamos a  conformar una unidad para la guerra.

Listo, no necesitaba más. En media hora, acompañado del sargento Pedro  Vallejos, íbamos entrando al empinado sendero hacia los Navarro sobre  sendas monturas. Debíamos reconocer y recorrer al menos, hasta la base

Ilustración 1 En el cuartel de Río Blanco: la cuna de los cóndores guerreros.

de ambos portezuelos. Además, calcular los tiempos de marcha, resolver  la composición y ubicación de las patrullas y otros innumerables  problemas logísticos y operativos. Avanzamos hasta que las mulas  comenzaron a “nadar” sobre la inmensidad de nieve caída, factor que no  nos permitió avanzar mucho más, pero lo podríamos contar como una  ventaja táctica importante que retrasaría y entorpecería, también, el  avance adversario. Siendo aproximadamente las 19:00 horas de la tarde  de ese frío y húmedo día, regresé con el Sargento Vallejos a Los Hornos.

En el país se vivía una situación de extrema tensión con Argentina, a  causa de la detención de dos oficiales de esa nacionalidad en el territorio  nacional, en represalia y como medida de presión por la detención hacía  un tiempo, de dos oficiales de Ejército, chilenos, en la Patagonia  Argentina; siendo acusados, encauzados y finalmente en condición de  prisioneros, condenados por espionaje.

Como respuesta, Argentina decreta unilateralmente el cierre de las  fronteras y despliega sus fuerzas en los pasos principales.

El mayor Fernando Silva, al regresar del ventisquero y disponer la unidad  de protección de flanco en los Navarro (como se ha relatado), se  encontraba accidentalmente a cargo del Instituto en Río Blanco, por  cuanto el Director y Subdirector se encontraban en alguna actividad del  servicio en Santiago.

A su arribo se le acerca el suboficial Reed, de la Ayudantía de la Dirección,  junto a la Suboficial Carmen Olivares, dactilógrafa de la subdirección, y le  comunican que el Vicecomandante en Jefe del Ejército (VCJE), el General  Julio Canessa Roberts, deseaba hablar personalmente con él.

No le extrañó recibir una llamada de la máxima autoridad institucional.  Claramente una demostración de las delicadas coordinaciones de una  resolución de inciertos resultados.

Al contestar el teléfono el VCJE le ordena:

  • Mayor Silva, escúcheme bien, mañana a las 6 de la mañana la Escuela  de Montaña amanece ocupando las alturas en los pasos de su sector.
  • Aun conociendo la situación -por otras personas autorizadas, como  hemos sabido- a modo de confirmación le pregunta: mi general ¿me  repite, por favor?
  • Mañana a las 6 de la mañana la Escuela de Montaña se despliega en  los pasos hacia Argentina, ¿está claro?
  • Si mi general, a su orden… respondió. A continuación, se aboca  disponer lo necesario para organizar al núcleo de fuerzas principal y a  organizar el apoyo logístico para el esfuerzo secundario.

Posteriormente asumió el mando de las fuerzas desplegadas el Director  de la Escuela de Montaña.

De regreso en Los Navarro 

Como he relatado, luego de descender de los Navarro junto al Sargento  Vallejos nos desmontamos de nuestras cabalgaduras en Los Hornos. Al  mando del segundo comandante de la agrupación, el Subteniente Roberto  Villegas, se organizaba la unidad para el combate. Se prepararon refugios  para las mulas y un puesto de atención sanitaria, se instalaron elementos  de circunstancia para alertar movimientos en las posibles vías de  aproximación adversarias y se distribuyeron los grupos de combatientes  para diversas tareas operativas y logísticas que afrontaríamos. Había que  pasar una noche segura, confortable y estar en condiciones de instalar  ambas patrullas de vigilancia en los pasos, además de una posición  defensiva adelantada en el campo intermedio, a partir de las 10:00 horas  de la mañana siguiente.

Mientras desmontábamos, Roberto se me acerca rápidamente, con su  rostro mostrando una determinación, tranquilidad y compromiso que me  estremeció. Me informa que el comandante de las fuerzas, el Director de  la Escuela de Montaña, había revistado a la agrupación y que había dejado  la orden de combate adosada a la carta topográfica en la que habíamos  graficado la situación. No me hizo otro comentario. El segundo  comandante regresó rápidamente al polígono de tiro de circunstancia  donde la tropa limpiaba las armas una vez haber disparado y reglado su  armamento. Posteriormente pasó a revistar los trabajos para la pesebrera  de ganado improvisada. Esa noche caería nieve y el ganado mular debía  quedar a cubierto. Estos nobles brutos serían vitales para lo que vendría.

La orden de combate graficada en la carta de situación indicaba que la  misión para la unidad había cambiado: de vigilancia pasábamos a  defensa, pero bien sabemos por nuestra doctrina que el que quiere  defenderse debe atacar. A partir de ese momento debíamos “interceptar  y destruir fuerzas adversarias que penetraran al territorio nacional, sin  ceder al oeste de la posición actual en que nos encontrábamos”.  Adelantadas estarían nuestras patrullas de observación y escucha. l

Enterradas bajo la nieve y en un esquema de silencio desde sus  privilegiadas posiciones de observación, desde las que deberían detectar  los avances del adversario, efectuar escuchas y a través del contacto de  fuego, encauzarlos al campo intermedio (CI), las áreas más adecuadas  para su aniquilación.

Con los explosivos, que en requisa voluntaria nos fueron cedidos por  varios pirquineros que esos días extraían artesanalmente riquezas desde  socavones, construimos una primera línea defensiva, la que se activaría  con el fuego de las armas desde un puesto avanzado a las direcciones o  vías más probables de aproximación hacia el grueso de nuestra posición.

La activación de avalanchas, fuego rasante y de punto de fusilería y  ametralladoras y la activación de poderosas fogatas pedreras3 convertirían cualquier infiltración tras nuestras líneas en una tarea  imposible de superar. Más abajo, una tercera línea de resistencia y final,  que dominaba las alturas, impondría el obstáculo que la fuerza adversaria  no cruzaría, a costa de nuestro compromiso y determinación.

Esa noche, a la hora de la retreta (4), oramos. Sabíamos que la misión  significaba entregar la vida antes de ceder terreno al adversario. Se pidió  colectivamente por dos deseos: el bienestar de nuestros seres queridos  —por quienes cada uno en silencio ya había derramado más de una  lágrima— y por la patria, su seguridad y grandeza.

Al día siguiente una unidad logística nos entrega paquetes sanitarios  individuales, alimentación, munición, granadas de mano y  ametralladoras,

3. Un hoyo profundo en el que se depositan explosivos y se rellena con piedras de  diversos tamaños que al ser accionados por vía eléctrica o del fuego arrojan piedras y  cascajos en las áreas seleccionadas conforme a plan.

4. Ultima reunión de la tropa antes de pasar al reposo.

El Plan (5

5. En el cuartel de Río Blanco: la cuna de los cóndores guerreros.

Todos los que ahí estábamos atestiguamos cuando el año 1978 estuvimos  a punto de entrar en guerra y, antes de eso, cuando la frontera norte del  país había estado amenazada por cánticos bélicos desde más allá de la  Línea de la Concordia (6), por lo que ninguno siquiera se extrañó por el  rumbo de los acontecimientos del día (7) y que nos mantuvieron una  semana en pie de guerra. Esta ocasión, según más adelante fuimos  informados, constituyó una medida defensiva y de precaución ante una  posible actitud ofensiva adversaria.

Finalmente, y luego de una semana, llega a Los Hornos un oficial del  cuartel general y me transmite una orden que debía cumplirse en horas  de oscuridad: “Cese del cumplimiento de la misión y regreso durante la  noche al cuartel de Río Blanco”. Una vez ahí, debía desmovilizar la  agrupación andina y reintegrar la tropa a sus actividades normales.  Retiramos las patrullas desde sus posiciones adelantadas, desmontamos  los elementos de seguridad, desactivamos las fogatas pedreras y  desarmamos el campamento antes de iniciar la marcha nocturna.

Al día siguiente, en la mañana, nos dieron permiso para reencontrarnos  con nuestros familiares. Muy preocupado, poco antes de despedirme de  mi tropa y luego de una larga cola para el único teléfono disponible, llamé  por teléfono a mi casa. Con mucha expectación y preocupación pregunté:

—“¡Mamá, que bueno que puedo hablar contigo! ¡estaba muy preocupado  por ustedes!”

—Con voz alegre y cariñosa mi madre contesta. — “¡Hijo, hola! Aquí todo  como siempre, tu papá y hermanos bien. Si vienes el fin de semana a  Santiago trae un par de kilos de paltas de Los Andes viejo, ¿ya?”

Antes de despachar a los suboficiales les anuncié que aparentemente ni  la prensa ni nadie sabía nada de lo sucedido. Así es que mejor ni  comentar.

—“¡Hasta luego!” —me despido.

6. Conviene en este punto aclarar que en esos años la amenaza vecinal era una  realidad permanente para nuestro país.

—“¡Hasta luego, mi teniente!” Responden con voz firme y grave, cuyo eco  rebota con fuerza en los cerros Nido de Cóndores, Muela del Diablo y  Refugio, que rodean a la Escuela de Montaña (8).

*Oficial de EM del Ejército; Especialista en Montaña.

  • 7. No se relata, en este texto, la experiencia del núcleo central de fuerzas  desplegado en la zona general del Cristo Redentor. Este texto, opiniones y  probables desaciertos son responsabilidad del autor.

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

La sociedad de amigos de Chile

Perla O’higginiana. “La sociedad de amigos de Chile. Mario Barrientos Ossa 

Con fecha 05 de agosto de 1818, el Libertador emitió, junto con su Ministro de Gobierno, don Antonio José de Irisarri, los estatutos constitutivos de lo que se llamó “Sociedad de Amigos de Chile”.            No deja de llamar la atención que tanto la Legión del Mérito, como esta Sociedad, se fundaron en agosto, mes del natalicio del prócer. Agreguemos que la Expedición Libertadora del Perú, zarpó desde Valparaíso un 20 de agosto de 1820, día en que nuestro prócer cumplía 42 años de edad.  ¡Don Bernardo sabía hacerse regalos contundentes para su cumpleaños!

            El objeto de la Sociedad, conforme sus estatutos, era promover el progreso del país, en su más amplio sentido. Establecía, expresamente, que uno de sus fines sería constituir escuelas patrióticas en que se enseñara a la juventud, destacando que hacía referencia a la creación de escuelas para mujeres, lo que en aquellos años era poco usual. Sin duda, el Libertador era un adelantado para su época.

            Se asignaba a la Institución proponer al gobierno las medidas provechosas para el bien general de la población, lo cual nos lleva a concluir que reflejaba el incontenible interés de O´Higgins por sacar al país del atraso de aquellos lejanos años.

            Su estatuto disponía que las armas de la Sociedad serían: un escudo con la cornucopia de la abundancia en el centro y al entorno el nombre: “Sociedad de Amigos de Chile”.

            El texto fundacional contemplaba la existencia de socios numerarios, que eran aquellos que vivían en Santiago y podían asistir a sus reuniones, socios corresponsales, que eran aquellos que vivían fuera de la capital y del Estado, y socios honorarios, que eran agricultores y artesanos que por sus méritos serían invitados a incorporarse.

            Las juntas debían realizarse 2 días a la semana, lunes y jueves, comenzando a las cinco de la tarde.

            Sus autoridades eran un Director, un Censor, un Secretario, un Contador y un Tesorero.

            El primer Directorio quedó constituido así: Director, don Francisco Antonio Pérez; Censor, don Agustín Vial; Secretario, don Gaspar Marín; Contador, don Domingo Eyzaguirre; y Tesorero, don Juan Agustín Alcalde. Puede apreciarse la calidad y peso de estos cinco próceres y la relevancia que su creación tuvo para la élite de la época: sus más preclaros miembros se incorporaron y asumieron sus cargos directivos.

            Los estatutos se explayan en numerosas otras materias, que es imposible reseñar en la brevedad de esta perla, siendo útil considerar la creación de esta Sociedad de Amigos de Chile, como un intento de O´Higgins por comprometer organizadamente a los elementos de más peso social de la época, en la tarea de desarrollar la economía y la cultura de la naciente República.

            Muchos historiadores han visto en esta Sociedad de Amigos de Chile, la idea matriz que hoy se pretende llevar a cabo en nuestro Instituto O’higginiano de Rancagua, en cuanto a fomentar y desarrollar principios y valores patrióticos que permitan proyectar a Chile hacia un venturoso porvenir.

            Por lo dicho, quienes somos Caballeros O’higginianos, nos sentimos complacidos herederos y sucesores de la Sociedad de Amigos de Chile, recordando que nuestros estatutos se nutren de los otorgados por el Libertador, lo que es un verdadero privilegio, y un compromiso que procuramos cumplir cada día.

Mario Barrientos Ossa. Instituto O’higginiano de Rancagua.

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

Día de la Piloto Militar

Día de la mujer Piloto Militar

GRACIELA COOPER GODOY (1911-1997)

De niña, Graciela siempre tuvo la idea de volar. Su momento llegó cuando el comodoro Arturo Merino Benítez, en 1928, ofreció dos becas para pilotos civiles. Una de las elegidas fue Graciela. La instrucción se realizó en la base Aérea El Bosque. Después de 40 horas de vuelo, recibió su brevet (certificación o licencia) de piloto de manos de sus instructores, el 26 de julio de 1930, convirtiéndose así en la primera chilena en convertirse en piloto.
Cuando se casó, se alejó de la actividad aérea pero su ejemplo permitió abrir los cielos a todas las mujeres que, al igual que Graciela Cooper, quieren volar.
En su honor, en nuestro país se ha establecido el día 26 de julio como el Día de la Mujer Piloto, para conmemorar a una de las pioneras de la aeronáutica nacional.

La Unión se complace en hacerle llegar sus cordiales saludos a todas nuestras pilotos que forman parte de la Defensa Nacional

Premio al Mérito Aeronáutico Margot Dhualde Sotomayor a las Mujeres Pilotos Militares

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

Una muestra de gratitud. O´Higgins en el Perú

 UNA MUESTRA DE GRATITUD

Un anciano Gran Mariscal del Perú permanecía en el Callao, tratando de restablecer su deteriorada salud. Una afección cardiaca severa, unida a otras enfermedades originadas durante los años de campaña, tenían a Bernardo O’Higgins al borde de la muerte.

El prócer sabía que sus días se acercaban a su fin y en lugar de permanecer sentado mirando al mar, preparando su espíritu para el paso al más allá, su alma sufría por no haber concretado algunos proyectos que consideraba absolutamente necesarios de ejecutar, antes de abandonar este mundo.

Lo anterior, queda en evidencia cuando se lee una carta fechada el 20 de agosto de 1842 en el Callao, día de su cumpleaños, en la cual dejaba constancia de una de sus profundas inquietudes.

La misiva la dirigía a su amigo José María Galdeano, destacado personaje peruano, cuyo retrato adjuntamos, en la cual le manifestaba lo siguiente:

 “El estado de mi salud me apremia a poner en ejecución con la menor demora posible, una medida que me dicta la gratitud y que hace tiempo vengo meditando”.

Era su intención concretar su gratitud al Perú, mediante la construcción de una escuela para enseñar agricultura y horticultura y otros cursos de utilidad.

Convencido en que le quedaba poco tiempo, le manifestaba al destinatario que era necesario colocar la primera piedra en un lugar que ya había pensado y que el portador de la carta le manifestaría directamente, pudiendo además hacerle a éste todas las consultas de detalle que estimara convenientes.

La elección de Galdeano para cumplir el encargo no podía ser más acertada, dadas sus dotes y cualidades, demostraría un alto nivel de compromiso y acertados resultados como alcalde, legislador, magistrado y ministro de Estado, entre otros cargos.

Pero la muerte, siempre omnipresente, truncaron los sueños de Bernardo. En dos meses moriría en su casa de Espaderos (hoy Jr de la Unión – Lima), sin poder llevar a cabo sus deseos, pasando al más allá sin dejar constancia física de su gratitud al pueblo peruano.

Autor: Antoni o Yakcich Furche

Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua

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