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HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

O´HIGGINS Y LOS ESTANDARTES PERDIDOS DE RANCAGUA

Antonio Yakcich Furche, Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua

La batalla del uno y dos de octubre de1814 llegaba a su fin en Rancagua. Bernardo O´Higgins se convertía en héroe, al romper el cerco pese a las difíciles circunstancias, llevando en sus manos la llama de la libertad, acompañado de un grupo de valientes que, pasados los años, vengarían junto a su jefe la derrota, con el triunfo en la cuesta de Chacabuco.

Mientras ello ocurría, por la trinchera sur entraban a la plaza los Talaveras y el resto de las tropas realistas, dando muerte a los últimos defensores, que heridos, como el abanderado Ibieta, oponían una postrera y ya inútil resistencia.

San Bruno, recorriendo las ensangrentadas esquinas de las calles en cruz que acceden a la Plaza, no podía comprender como un ejército profesional como el realista, había tenido tantas dificultades en vencer a un grupo de patriotas, que sin mayor preparación militar, se negaron a rendirse pese a la fuerza de los hechos.

A pocas calles de dicho lugar, en la actual Casa de la Cultura de Rancagua, en donde instaló su Cuartel General, Mariano Osorio no podía ocultar su malestar, sus tropas, seleccionadas en Lima bajo supervisión directa del Virrey, habían sufrido innumerables bajas, haciendo que el sabor de la victoria tuviera un amargo gusto.

San Bruno y los demás jefes militares llegaron solícitamente a tratar de calmar el malhumorado talante de su jefe, ofreciéndole como paliativo a su disgusto, cinco estandartes patriotas capturados cuando ingresaron a la plaza heroica.

Dos eran del Batallón de Infantería Granaderos de Chile, uno del Batallón de Auxiliares Nº 3, una Bandera de Guerra y una Bandera Negra.

Decidió al recibirlos enviarlos a Lima al Virrey Abascal, para ser colocados en la Iglesia de Santo Domingo, en el altar de la Virgen del Rosario, en señal de agradecimiento por el triunfo en Rancagua, el que consideraba definitivo.

Además, el presente que enviaba serviría a su juicio, para calmar en parte, el impacto que recibiría la limeña autoridad por las elevadas bajas sufridas por el Ejército del Rey, al enfrentar un grupo de insurgentes sin valer militar.

Abascal cumplió con lo propuesto por Osorio, siendo desde entonces los estandartes, además de una ofrenda a la Virgen, el testimonio del triunfo monárquico en este confinado rincón del mundo, el que por siglos habían tratado de dominar.

Pasaron los años, la rueda del destino continuó su incesante rodar, la suerte y los resultados cambiaron de bando, desde Chacabuco en adelante serían los patriotas, liderados por el unánimemente designado Director Supremo O’Higgins, los que gradualmente someterían, derrota tras derrota, a las orgullosas fuerzas españolas.

Pero la visión de estadista de nuestro Padre de la Patria, iría mucho más allá que la expulsión del territorio nacional de las fuerzas realistas, al asumir por decisión propia, la preparación envío al Perú de una expedición libertadora, que consolidara la independencia nacional y latinoamericana.

Bajo su visión y dirección política estratégica, entró a Lima en 1821 el Ejército Libertador, encontrando sus integrantes los estandartes en la iglesia en que habían sido dejados.

Entonces, fueron enviados por San Martín a Santiago, para ser entregados a O´Higgins, por estimar que nadie mejor que él podría apreciarlos en su real dimensión.

Nuestro Padre de la Patria al recibirlos, decidió enviarlos en custodia a Rancagua, por considerar que debían permanecer en el lugar en el cual flamearon durante la batalla.

Reforzó lo anterior con un decreto que manifestaba; “Declaro que la villa titulada Santa Cruz de Triana, Capital del Partido de Rancagua, en premio de los expresados sacrificios y méritos contraídos, puede y debe, de hoy en adelante, titularse la Muy Leal y Nacional Ciudad de Santa Cruz, Capital del Partido de Rancagua”, diseñándole además un escudo de armas con la leyenda; “Rancagua renace de sus cenizas porque su patriotismo la inmortalizó”.

Continuaría el tiempo su paso inexorable y en 1869 se concretaría una aspiración respaldada por el clamor ciudadano, la repatriación de los restos del ya inmortal chillanejo desde Lima, en donde habían sido sepultados a su muerte, reparando, a lo menos en parte, la injusticia cometida por décadas, por los habitantes de la Patria que él como nadie, había forjado desde sus inicios.

La comisión encargada de la repatriación de los restos, resolvió llevar desde Rancagua a Santiago los cinco estandartes, para ser colocados detrás del catafalco del héroe, durante su recorrido por las calles de la capital.

Con ello, su épica acción militar estaría de alguna forma presente, recordándole a todos los que se consideraran patriotas, que la llama de la libertad, tal como había sucedido en Rancagua, no podía, ni debía apagarse jamás.

Pero algo ocurrió, finalizadas las celebraciones, llevadas a cabo con el recogimiento propio de la ocasión, mezclada con la alegría de haber recibido nuevamente en tierra patria a su más selecto hijo, los gloriosos estandartes patriotas desaparecieron, no volviendo a ser encontrados, perdiéndose definitivamente su rastro, pese a un enorme esfuerzo de búsqueda llevado a cabo en diversas épocas por distinguidos historiadores.

No hubo lugar que no fuera revisado, incluyendo las bodegas de organizaciones públicas y de museos, amén de otras muchísimas pistas que se exploraron, no lográndose resultados positivos.

El Instituto O´Higginiano de Rancagua, tras de más de dos años de investigación, logró establecer la forma y características de los cinco estandartes, confeccionando con dichos antecedentes sus réplicas históricas.

Con ello, si bien no se obtuvieron los originales, se pudo contar con un registro físico que permitieran a las generaciones actuales y futuras, visualizar parte de nuestra historia patria, tal vez, uno de sus más importantes episodios.

Entonces, en una emotiva ceremonia pública, en la misma heroica plaza que cobijó la defensa O´Higginiana y luego de dos siglos de la inmortal batalla, el Instituto los restituyó a la ciudad de Rancagua y a sus habitantes.

Desde entonces, anualmente, cada vez que se cumple un nuevo aniversario de los hechos ocurridos el primero y dos de octubre de 1814, se renueva el compromiso de la muy leal y nacional ciudad, traspasándose los estandartes a una nueva generación de jóvenes, previo su egreso de la enseñanza media, entregándoles la responsabilidad de custodiarlos y proyectar su significado hacia el futuro.

En la Iglesia de la Merced, mudo testigo de los hechos heroicos ocurridos hace más de doscientos años, situada en la trinchera norte de la batalla, la misma que vio como O´Higgins desde su torre contemplaba la retirada de la Tercera División y asombro, que había sido junto a su tropa abandonado a su propia suerte y desde la cual bajó convertido en héroe para disponer la ruptura del cerco, pueden en la actualidad ser vistos y apreciados las réplicas de los estandartes perdidos de Rancagua.

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Brigadier Bernardo O’Higgins Riquelme. De su genialidad en Chacabuco a Director Supremo de Chile. Por Brigadier Gabriel Alliende Figueroa

 

Brigadier Bernardo O’Higgins Riquelme.

De su genialidad en Chacabuco a Director Supremo de Chile.

Gabriel Alliende Figueroa ❖
Brigadier de Ejército

El Ejército Libertador se encontraba cercano a la cuesta de Chacabuco. San Martín envió al baqueano Justo Estay con la misión de observar fuerza, presencia, ubicación de los realistas y su grado de actividad el 11 de febrero de 1816. La información obtenida le hizo adelantar al 12 de febrero la batalla prevista para el día 14, con el fin de evitar que Marcó del Pont incrementara sus fuerzas con otras que marchaban desde el sur hacia la Capital.
En el plan de ataque, San Martín le restó a la división O´Higgins sus dos mejores compañías, los Granaderos y los Volteadores. La artillería tuvo centro de gravedad en Estanislao Soler con 7 piezas y a O’Higgins sólo le dejó dos piezas.

En la práctica Soler mandaba la ofensiva, O’Higgins no podía iniciar su desplazamiento sin que Soler lo indicara (1).
El desplazamiento hacia la cuesta fue a las 02:00 horas, media hora después.
Las fuerzas hispanas adelantadas en la cumbre eran 200 infantes y 25 jinetes al mando del capitán Mijares, quien al divisar la vanguardia de la división O’Higgins ordenó la retirada.
El comandante de la división entendió que la persecución se imponía, Maroto dispuso que la caballería protegiera la retirada de Mijares, la batalla había comenzado con O’Higgins, quien mantuvo contacto estrecho con su adversario
impidiéndole reagruparse. En esta fase Soler, demorado no pudo participar.
En su desplazamiento O’Higgins se encontró con el grueso realista, el cual esperaba el ataque desplegado para la defensa causando severas bajas a los patriotas. Ante la ausencia de Soler, que seguía sin aparecer en el campo de
batalla, debió reorganizar sus fuerzas reiniciando la ofensiva con la caballería ofendiendo por la derecha y la infantería en ancho frente. Soler ingresa al campo de batalla a las 13:30 horas, seis horas después del primer ataque chileno.
En la reunión posterior a la batalla Soler y O’Higgins se recriminaron mutuamente a tal nivel que el Director Pueyrredón de las provincias unidas del río de la plata decretó el regreso de Soler a Buenos Aires.
Soldados chilenos que combatieron bajo bandera realista se enrolaron en el ejército de los Andes. Maroto alcanzó a embarcar en Valparaíso a 700 hombres.
Ocupado Santiago por las fuerzas patriotas, el brigadier Bernardo O’Higgins fue nombrado Director Supremo de Chile por el Cabildo abierto de Santiago el 16 de febrero de 1817. Una de sus primeras decisiones fue iniciar la campaña hacia el sur para reconquistar Concepción y Talcahuano. San Martín viajó a Buenos Aires
en busca de apoyo financiero para la Expedición Libertadora al Perú.
Recién instalado como director supremo, O’Higgins se enfrentó a la creación, fundación y organización de diversas instituciones y organismos considerados vitales para la naciente república como: El ejército de la patria nueva, la Escuela Militar y de Guardiamarinas, el Ministerio de Hacienda, hospitales, cementerios, colegios, la Biblioteca Nacional, reapertura del Instituto Nacional, repatriación de patriotas prisioneros en Juan Fernández, la construcción de la Cañada en la Alameda y la organización administrativa del Estado.

                                                                       

Los oficiales argentinos que mandaron divisiones en el ejército de Los Andes Brigadier Juan Gregorio de las Heras, quien se quedó a vivir en Chile hasta su muerte y el Brigadier Estanislao Soler quien mantuvo serias rivalidades con
O’Higgins debiendo regresar a Buenos Aires.
La Legión de Mérito de Chile fue creada por el Padre de la Patria, principalmente para destacar a quienes combatieron en Chacabuco y se distinguieron en el campo de batalla. No se trató de una condecoración abierta para todos, a ella no se podía postular, los miembros de la Legión proponían los nombres de los candidatos. La idea era organizar un grupo de referencia que luchó por la Independencia de Chile y que al estar presente en Chacabuco, permitieron conquistar la Capital y la organización de la Dirección Suprema del Estado.


Hubo algunos casos en los cuales también se otorgó la condecoración a quienes estuvieron presentes en la batalla de Maipo. La principal tarea del estado era reconquistar el territorio nacional de fuerzas extranjeras y nacionalizar el ejército creando nuevas unidades chilenas con sus mandos que a la fecha eran masivamente argentinos.
La base del nuevo ejército partió del batallón de infantería N° 1, cuyo decreto lo firmó en Mendoza San Martín con fecha 1 de junio de 1816, asignándole 37 oficiales chilenos al mando del coronel Juan de Dios Vial, quienes cruzaron Los Andes en la retaguardia de las columnas.
El contingente se reclutó en el valle del Aconcagua, junto a lo anterior se conformó un cuerpo de artillería, al mando del teniente coronel Joaquín Prieto.
En cuanto a la caballería los criollos patriotas pretendieron formar escuadrones al estilo Granaderos a Caballo, lo que conseguiría Ramón Freire posteriormente con los Cazadores a Caballo.
El coronel español José Ordoñez, Intendente de Concepción, contaba con milicias que seguían apoyando al rey más la colaboración que desde Chillán le daba el coronel Francisco Sánchez, ambos prepararon la resistencia realista en espera de nuevos refuerzos.
Freire había organizado las tropas, con las que venía desde Mendoza, incrementadas por chilenos, en la línea del Maule, para impedir refuerzos realistas desde el norte a Ordoñez y Sánchez. Mantiene una estrecha comunicación con O’Higgins, quien resuelve enviar una columna al mando del coronel Juan Gregorio Las Heras con el batallón de infantería N° 11, 1 escuadrón de Granaderos a Caballo, 4 cañones y dos obuses de artillería, con dirección de marcha hacia el sur, Concepción.
Freire, impaciente, no esperó a de las Heras y marchó hacia el sur, lo que motivó la retirada de tropas realistas desde Linares y Chillán, llegando a Longaví el 13 de marzo. Finalmente, las fuerzas de Freire y de la Heras se reúnen en la orilla del estero Diguillín.
Se produce el ataque realista a las fuerzas de Las Heras en Curapalihue con resultado exitoso para los patriotas.
La visión de O’Higgins era que las fuerzas de Freire y de Las Heras serían suficientes para vencer a Ordoñez, quien contaba con una fuerza de mil hombres y el dominio del mar. Debido a la solicitud de refuerzos, O’Higgins preparó un destacamento con infantería, caballería y artillería al mando del coronel Pedro Conde quien salió desde Santiago el 10 de Abril. Acompañó a esa fuerza el ministro de defensa José Ignacio Zenteno.
El 1 de mayo arribaron a Talcahuano 4 buques con refuerzos desde El Callao al mando del teniente coronel Antonio Morgado, entre los refuerzos venían los que se embarcaron en Valparaíso, después de Chacabuco, a los cuales el virrey Pezuela ordena que regresen a Chile.
Ordoñez suma ahora 1.600 hombres. El 4 de mayo antes del amanecer Ordoñez trata de sorprender a De Las Heras con una fuerza de 550 infantes, 218 jinetes y 4 cañones, mientras que Morgado accionaba sobre el flanco con 400 infantes, produciéndose el Combate de Gavilán.
De las Heras y Freire no se dejan sorprender, resisten a dos intentos de ataques, logrando detenerlos y ponerlos en retirada. Los patriotas logran capturar 1 cañón, 200 fusiles y 25 mil municiones, Ordoñez sufre 150 bajas y 80 prisioneros, lo que permite a O’Higgins entrar a Concepción.
O’Higgins debía emplear sus fuerzas para conquistar Talcahuano y destruir a las tropas realistas que resistían como representación del virrey. Esa era una difícil tarea, la poderosa defensa y las torrenciales lluvias competían para dificultar la misión autoimpuesta.
Con el Director Supremo rodeando Talcahuano bajo una intensa lluvia, Zenteno le informa a O’Higgins que el virrey había enviado a Chile una gran expedición reconquistadora al mando del brigadier Mariano Osorio. En Santiago el Director Supremo Delegado Quintana había entregado el cargo a una Junta presidida por el coronel Juan de la Cruz.
San Martín le aconseja a O’Higgins el abandono del sitio de Talcahuano y el repliegue de su ejército hacia Santiago para unir todas las fuerzas de Chile para enfrentar a Osorio.
O’Higgins comprendió que debía informar a todas las naciones que Chile era un país independiente. Para ello encargó la redacción del Acta de la Independencia al ministro Miguel Zañartu, Juan Egaña, Manuel de Salas y Bernardo de Vera,acta que, una vez corregida, se firmó en la ciudad de Talca el 12 de febrero de 1818.

Una perenne voluntad de existir libres había de ser el norte de la nueva nación, que ahora pedía un sitio individualizado en la comunidad de los pueblos ( 2 ).
Osorio no perdió tiempo, desembarcó y avanzó hacia el norte sin mayor oposición. En las cercanías de Talca ambos ejércitos se organizaron. San Martín organizó las fuerzas en tres divisiones, una al mando del Brigadier argentino Hilarión de la Quintana, la segunda al mando de O´Higgins y la tercera de
reserva a su mando.
Osorio observa la separación de las fuerzas patriotas y ataca con fuerzas superiores a la división O’Higgins, causando bajas e hiriendo al comandante de la división en su brazo derecho siendo auxiliado por Bueras y Viel el 19 marzo de 1818. En Cancha Rayada hizo historia nuevamente.
Las divisiones De las Heras y de reserva estaban intactas por no haber participado en la batalla. O’Higgins quería seguir combatiendo, pero San Martín lo convenció de lo contrario por estar herido, demacrado, afiebrado y debilitado.
La noticia de Cancha Rayada provocó en Santiago angustia y temor por mantener en su recuerdo el período de la Reconquista. Manuel Rodríguez buscó ser el Director delegado sin contar con la venia del comandante de la guarnición Joaquín Prieto que se negó. Rodríguez formó en ese momento el escuadrón Húsares de la muerte. O’Higgins en el intertanto estaba en reposo médico en San Fernando. Santiago se mantenía convulsionado por los intentos de Manuel Rodríguez de tomar el poder, lo que obligó a don Bernardo a ir a la capital, para hablar a la población después de lo cual regreso optimista.
San Martín ya tenía in mente situarse en los “Llanos de Maipo” para frenar al brigadier Osorio. En esos aciagos momentos de incertidumbre por la proximidad del poderoso ejército de Osorio, Chile confió en sus dos líderes: O’Higgins, quien no podía combatir por su brazo herido, pero seguía como Director Supremo, y San Martín, que nuevamente encabezaba las tropas del ejército chilenoargentino en los Llanos de Maipo.

❖ Oficial especialista Estado Mayor y Magíster en Ciencias Militares por la Academia de Guerra del Ejército (AGE) y profesor de Historia Militar y Estrategia de la AGE.

1 Tellez Indalicio, Historia Militar de Chile 1520-1883 Tomo I, Imprenta Balcells, edición 1925, pág.275 Página 3 de 7

2 Eyzaguirre Jaime, O´Higgins, Imprenta Zigzag, edición 1946, Santiago de Chile, pág. 199 y 200 Página 7 de 7

Edición del sitio Web de Cosur Chile y de su revista digital “Tres Espadas” Av. Bernardo O’Higgins 1452, piso 3, Santiago. www.cosur.cl y contacto@cosur.cl

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VALPARAÍSO EN LA ÉPOCA O´HIGGINIANA por Antonio Yakcich Furche

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VALPARAÍSO EN LA ÉPOCA O´HIGGINIANA

 

Autor: Antonio Yakcich Furche.

Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua.

 

No siempre podemos extraer de los libros de historia, las características de las ciudades o lugares de Chile en tiempos pasados, como es el caso de la época O´Higginiana.

Nacen entonces las típicas preguntas relacionadas a poder fijar, a lo menos en una imagen mental, las características físicas de una localidad determinada.

Es por ello que la descripción que hace Samuel B. Jhonston del Puerto de Valparaíso a inicios de 1812, resulta tan interesante.

Dicho personaje proveniente de los Estados Unidos de América, quien había llegado para operar la primera imprenta, de la cual naciera la Aurora de Chile, escribió una serie de cartas sobre Chile, en las que daba a conocer sus impresiones sobren nuestro país y el proceso independista.

En ellas hay una acertada y por supuesto contemporánea mirada del puerto a inicios del  siglo XIX . Señala Jhonston que el puerto se encuentra al centro de una hermosa bahía, rodeado por el sector de tierra de una gran cantidad de cerros altos.

Describe su sector plano adyacente al mar, del cual menciona que posee algunos hermosos edificios, en los que vive la gente con más recursos económicos, mientras que la población más pobre vive en cabañas en los faldeos de los cerros.

Pese a esas diferencia, estima nuestro amigo norteamericano que el conjunto da un pintoresco aspecto.

Señala también que la bahía forma un semicírculo, que está protegido de los vientos, menos el proveniente del Norte, lo que traería dificultades, como lo comprobaría años mas tarde O´Higgins, quien desde su autoexilio formuló ideas para superar dicho problema.

Dice también Jhonston que en la bahía había una gran cruz, que recordaba un enorme temporal que dañó parte importante del puerto y provocó el hundimiento de una gran nave española con 300 hombres de tripulación, los que perecieron al zozobrar.

Deja constancia que el Gobernador del Puerto vivía en el denominado Castillo Viejo, fortificado y con doce cañones de bronce, ubicado en las laderas de un cerro con fuerte murallas de piedra, acompañadas de otras obras defensivas.

Al visitar el fuerte nuestro corresponsal, manifiesta el alto nivel que tenía como fortaleza, de hecho, según él, diseñada por Pedro de Valdivia, pero deja constancia de su falta de elegancia, pese a que como lo señala, se encuentra adecuadamente aseado y los alojamientos para oficiales y tropas cumplen con su finalidad.

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PERLA OHIGINIANA. LA VISITA. Por Mario Barrientos Ossa

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PERLA OHIGINIANA.

LA VISITA.

Mario Barrientos Ossa.

Vicepresidente Instituto O’higginiano de Rancagua.

Le casona del comerciante portugués, afincado en la noble ciudad de Talca,          le parecía inmensa. En sus patios circulaba y jugaba el niño de escasos años, sin tener muy en claro el por qué se encontraba allí, por qué no vivía con su padre y su madre, como acontecía con los otros que habitaban el mismo hogar y con los cuales jugaba. Recordaba haber llegado allí en brazos de un militar, que lo trajo en su caballo, durante largas horas, como un encargo de confianza. Al llegar, fue recibido con mucha consideración, se hablaba de alguien importante, y a la vez muy querido de los dueños de casa, que lo enviaba a su cuidado.

Era curioso que nunca veía ni a su padre, ni a su madre, ni a ningún pariente, y aunque ya sabía leer, no recibía cartas, ni misivas o mensajes. Nadie, tampoco, le dio explicación alguna, sentía en su alma infantil algo extraño, pero su timidez le impedía hacer preguntas, lo que no se les permitía a los niños en esos lejanos años.

Doña Bertolina, era como su madre, le prodigaba muchos cuidados, lo mimaba, le hacía sentir que estaba en manos de gente buena y que lo quería. Don Juan Albano, igualmente, lo trataba muy bien, por lo cual la soledad disminuía algo al vivir con gente tan cariñosa y preocupada de su persona.

Un día, la casa se revolucionó, había una febril espera, alguien muy importante vendría de visita.

El niño presenció los preparativos, olores muy apetitosos salían de la cocina, don Juan buscaba en su bodega un vino especial.

Junto con los otros niños de la casa husmeaban los preparativos, y en algún momento, se oyó pasar al salón a varias personas, y al asomarse a la calle, pudieron ver un grupo de militares que esperaba que quien había entrado a la casa, se retirara. Mercedito, el mayordomo, les comentó que el recién nombrado Gobernador del Reino, de paso a Santiago, se había detenido a visitar a su compadre Juan Albano, lo que era un enorme honor. Su voz temblaba al decir estas palabras.

De pronto, doña Bertolina se acercó y lo llamó, con su dulce vez, lo tomó de la mano, y lo llevó al salón, donde se encontraban varias personas. Uno de ellos vestía con un elegante uniforme, era ya algo entrado en años, rubicundo, de grandes ojos azules, a quien todos los dedicaban un respetuoso trato. La mano de doña Bertolina lo acercó a ese personaje, el corazón de Bernardo latía agitadamente, sentía en su joven alma que era un momento importante en su vida, sintió una mano severa tocarle los cabellos y una voz acostumbrada al mando hacerle algunas preguntas, que contestó con voz temblorosa. Sentía que algo muy especial lo ligaba al Gobernador del Reino de Chile, que había pedido ver a ese solitario niño que vivía con esa familia.

Luego, la mano de doña Bertolina lo llevó suavemente fuera del salón, a reunirse con los otros chiquillos. La entrevista había durado escasos minutos, sin ningún gesto de cariño, fría y solemne como una revista militar.

Nunca más, el niño Bernardo volvió a ver a ese misterioso y linajudo señor, que un día, de paso en Talca, mesó sus rojizos cabellos. Solo quedó de él un lejano y borroso recuerdo, uno más de su solitaria infancia.

Un aporte del Pas Presidente Gustavo Basso Cancino

 

 

 

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BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME (1778 – 1842)

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BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME (1778 – 1842)

Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile

Bernardo O’Higgins llevó a cabo la independencia de Chile y consolidó sus primeros años como nación. Sus acciones como Director Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa considerándose como el padre de la patria.

General Benardo O'Higgins Riquelme - Libertador y director supremo de Chile | Historia de america, Jose de san martin, Personajes históricos

Bernardo O’Higgins Riquelme es considerado el padre de la patria. Su presencia, como militar y gobernante, fue crucial en todo el proceso de emancipación chilena del dominio español, ya fuera luchando en las batallas de la Independencia o ejerciendo como primer Director Supremo de la nueva nación.

Hijo natural del que fuera gobernador de Chile y virrey del Perú, Ambrosio O´Higgins, nació el 20 de agosto de 1778, en Chillán Viejo.

Realizó sus estudios en Lima y luego en Inglaterra, donde conoció a Francisco Miranda, quien lo inició en las ideas independentistas.

Muerto su padre en 1801, regresó a Chile a tomar posesión de la hacienda de Las Canteras cercana a la ciudad de Los Ángeles.

En 1810, fue elegido diputado de la recién formada Junta de Gobierno y nombrado coronel de ejército en 1811.

En 1813, se enfrentó por primera vez a los realistas en la batalla de El Roble. Su rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la Independencia, la llevó a enfrentarse, en 1814, en el combate de Tres Acequias.

No obstante su espíritu patriota primó y O’Higgins se unió a Carrera para enfrentar la invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.

Durante el período de la Reconquista, organizó en Mendoza, junto a José de San Martín, el Ejército Libertador de Los Andes y dirigió la ofensiva chilena.

Derrotadas las fuerzas realistas, asumió como Director Supremo y firmó, el 12 de febrero de 1818, la Proclamación de la Independencia de Chile.

En algunas de las proclamas dirigidas por O’Higgins a los soldados enemigos que aún resistían, dejó claramente establecida su posición antimonárquica.

Sin embargo, su afán por incrementar el desarrollo económico del país, lo impulsó a establecer relaciones comerciales con las principales monarquías europeas; las cartas enviadas a los reyes, escritas en un lenguaje equilibrado y cauteloso, quedaron para la posteridad como un testimonio de su carácter eminentemente pragmático.

Entre las obras de su gobierno, tuvo especial relevancia la construcción de escuelas primarias, la reapertura del Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, además de la creación de la Escuela Militar, la Escuela Naval y la Primera Escuadra Nacional.

En su gestión como Director Supremo tomó medidas que le significaron ganarse la antipatía de la aristocracia criolla, como la abolición de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito.

En estas disposiciones puede observarse la influencia de la logia masónica Lautarina -a la que O’Higgins pertenecía-, que se caracterizaba por su rechazo al orden nobiliario.

Su gloriosa vida pública -aunque no desprovista de episodios oscuros, como su participación en la muerte de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez– fue evaluada por él mismo en un manifiesto dirigido a su pueblo.

Paradójicamente, su abdicación al cargo de Director Supremo de Chile el 28 de enero de 1823, uno de los episodios más tristes de su vida, fue la máxima expresión de su adhesión a la causa del país, ya que voluntariamente se despojó del poder para evitar una guerra civil, dejando como testimonio una emocionada despedida.

Falleció en Lima el 24 de octubre del año 1842.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

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BOLETÍN N° 22 DEL MUSEO NACIONAL AERONÁUTICO

 

BOLETÍN N°  22 DEL MUSEO NACIONAL AERONÁUTICO

La Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, ha querido compartir con ustedes este importante e interesante boletín que refleja en cierta medida lo que ha sido la historia de nuestra aviación y de la magnifica obra de conservación de nuestro patrimonio aeronáutico que puede ser visitado en el Museo Nacional. Esta es una publicación del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, Sección Historia. Julio 2023. Los invitamos a volar por sus interesantes artículos.

El Boletín del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio en su edición número 22, representa el deseado retorno a la normalidad, tras la dura prueba representada por la pandemia de COVID-19. De este modo en sus páginas, las preocupaciones sanitarias dan paso a reseñas sobre material aéreo, actividades de la aviación civil y generales del museo.
Un artículo sobre la importancia del avión North American T-6 en la Fuerza Aérea de Chile. Antecedentes del material aéreo empleado por la Aviación Naval a lo largo de su historia ya centenaria y finalmente una presentación referida a los participantes en el XVII Festival Aéreo Internacional Villarrica 2023, constituyen la temática de esta edición.
A la vez, los diversos proyectos y actividades desarrolladas por el museo en el período julio 2022 a junio 2023 también encuentran cabida en nuestras páginas, reflejando el permanente compromiso con la preservación del patrimonio aeronáutico.
Así, nuestro boletín llega una vez más al alcance del público general y los entusiastas del mundo aeronáutico, confiando en constituir un aporte al conocimiento de la historia aeronáutica nacional.

Ver Boletín completo en el siguiente enlace:

MuseoNacionalAeronáutico

 

 

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