RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

¿POR QUÉ BAJMUT? UNA PREGUNTA TAN ANTIGUA COMO LA GUERRA

 

¿POR QUÉ BAJMUT? UNA PREGUNTA TAN ANTIGUA COMO LA GUERRA

Thomas Gibbons-Neff , exinfante de marina

New York Times, 23/05/2023

Pocas semanas antes de que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski visitara la ciudad de Bajmut en diciembre, un soldado con el distintivo de llamada militar “Oso” miraba por la ventana de un ruinoso sexto piso, con vista a los confines orientales de la ciudad. Me quedé en silencio a su lado. Abajo la batalla se desarrollaba con una ferocidad silenciosa.

Los cohetes iluminaban el cielo. Un tanque ardía en la distancia. Hacia el sur, las municiones incendiarias rusas flotaban hacia abajo: el delgado arco de las llamas blancas encendía pequeños fuegos en el suelo, pero poco más. No quedaba nada que quemar, el área ya había sido bombardeada hasta más no poder.

“Bajmut”, escribí en mi diario, “está en mal estado”.

Esa fue una larga noche entre cientos de jornadas en las que Bajmut se convirtió en el punto focal de algunos de los combates más feroces de la guerra, y en un enclave muy deseado por Rusia que las tropas ucranianas defendían de manera tenaz.

Hoy, la ciudad de Bajmut parece haber caído en manos de los rusos después de 10 meses, dejando miles de soldados heridos o muertos y una pregunta persistente: ¿cómo una ciudad anodina de la que el mundo nunca había oído hablar se convirtió en el sitio donde ambos bandos decidieron combatir hasta el final, sin importar el costo?

“Parece que todos los buitres están aquí”, me dijo un soldado —a través de un mensaje— cuando una multitud de periodistas apareció en marzo, momento en que la ciudad parecía estar a punto de caer. “¿Dónde estaban antes de que esto se pusiera tan terrible?”, escribió.

La trayectoria de una guerra es desconocida. Los combatientes, los vientos políticos y las estrategias militares influyen por igual en las batallas libradas y la violencia posterior.

Bajmut, un antiguo puesto cosaco de avanzada que al comienzo de la guerra era un pueblo minero de sal, simplemente fue el lugar donde chocaron dos ejércitos. El orgullo, el desafío y la terquedad pura rápidamente le otorgaron a la ciudad una importancia desmesurada.

Faluya, en Irak, también era desconocida para gran parte del mundo hasta que Estados Unidos trató de acabar con una creciente insurgencia en 2004. Hubo dos batallas por la ciudad, una que transcurrió en tres semanas y otra que duró seis. Fueron combates intensos pero mucho más pequeños en escala que la destrucción y pérdida de Bajmut.

Gettysburg era un lugar ondulado lleno de colinas y campos típicos del sur de Pensilvania, pero resultó ser el sitio donde tres días de combates inútiles acabaron con las posibilidades de Robert E. Lee de cambiar la Guerra Civil a su favor.

Iwo Jima no era más que el enclave de una isla en el Pacífico, pero Estados Unidos la necesitaba para sus bombarderos de largo alcance, y la lucha por controlarla se convirtió en una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial.

Pero ya sea Bajmut, Iwo Jima o Faluya, el final de la batalla, sin importar lo que esté en juego o quien resulte vencedor, siempre es el mismo: pérdidas insondables y la necesidad de enfrentarse a lo que viene después. ¿Cómo recuerdas a los muertos y te preparas para lo que temes que será la indiferencia estratégica de tus líderes, quienes están tramando sus próximas campañas con batallas que podrían causar tu propio fin?

Durante meses, los analistas discutieron sobre la “importancia estratégica” de Bajmut, como si alguna jerga militar pudiera hacer más fácil digerir la pérdida de una ciudad entera a manos de un ejército invasor.

“El enemigo”, dice Yossarian, el personaje de Joseph Heller en Trampa 22, su novela de la Segunda Guerra Mundial, “es cualquiera que quiera matarte, esté en el lado que esté”.

Para el lunes por la mañana, los funcionarios ucranianos hablaban de controlar las “afueras” de Bajmut y preparar operaciones en los flancos, una sutil indicación de que la batalla dentro de la ciudad había llegado a su fin. En medio de los escombros, la población previa a la guerra de unas 70.000 personas se ha reducido a unos pocos miles de habitantes o menos.

Hubo un momento en que parecía poco probable que los rusos pudieran capturar Bajmut. El ejército ucraniano los había expulsado de Járkov en septiembre pasado. En noviembre, liberaron la ciudad portuaria de Jersón. Ucrania estaba ganando. En Bajmut, algunas personas tenían la esperanza de que las tropas de Kiev siguieran avanzando y cambiaran el rumbo de una vez por todas.

A pesar de sus derrotas en otros lugares; las tropas de Moscú junto con las fuerzas mercenarias de Wagner, el grupo respaldado por el Kremlin que lideraba el asalto a Bajmut, nunca dejaron de atacar la ciudad.

El presidente ruso Vladimir Putin había dejado claro que sus fuerzas iban a capturar Bajmut y luego apuntarían a la totalidad de la región rica en minerales de Donbás en la que se encuentra. No hubo calma invernal: el suelo se endureció y el metal de los obuses y las Kalashnikov se volvió doloroso al tacto de dedos entumecidos por el frío.

La primavera acaba de traer más destrucción en forma de feroces y sangrientos combates callejeros.

Durante meses, los analistas militares, los funcionarios occidentales y los medios discutieron sobre la “importancia estratégica” de Bajmut, como si alguna jerga militar pudiera hacer más fácil digerir la pérdida de una ciudad entera a manos de un ejército invasor.

Los rusos podrían usar mejor sus recursos, dijeron los analistas. Ucrania debería retirarse a una mejor zona y continuar su ofensiva en otros lugares, agregaron.

Recuerdo a los expertos y a la prensa en 2010, cuando participé en una batalla diferente como soldado de infantería de la Marina en el sur de Afganistán: la batalla por Marja. Ni de lejos fue tan violenta como lo que presencié en mis muchos viajes a Bajmut como periodista de The New York Times, pero al igual que los soldados ucranianos que luchan por su ciudad, sabía que el mundo estaba mirando.

Qué poco significó eso en 2010, cuando ningún escrutinio público determinaría si mis amigos vivían o morían. Y qué poco significó para los soldados que luchaban en Bajmut, donde cada minuto en el que no estaban bajo bombardeos o ataques era un respiro, y donde el objetivo diario era sobrevivir y mantenerse vivos.

Zelenski convirtió a Bajmut en el punto focal de la guerra cuando lo visitó en diciembre, donde apareció junto a sus soldados exhaustos en lo que parecía ser una fábrica vacía cerca del frente. La ciudad, anteriormente llamada Artémivsk, estaba en el centro de atención.

Bajmut, con sus senderos para caminar que solían estar prolijamente recortados y un pintoresco y conocido viñedo, de repente se convirtió en una importante zona estratégica, sin importar si los generales y los analistas estuvieran de acuerdo o no.

La visita de Zelenski fue lo único que necesitaban los medios y el pueblo ucraniano. “Bajmut resiste” se convirtió en un grito de guerra. La guerra tenía otra batalla campal, una que se sintió inquietantemente similar al sitio de Mariúpol y los combates en Lisichansk y Severodonetsk meses antes: defensores superados en número, luchando contra un ejército mucho más grande.

Estamos “en pleno cerco de fuego”, dijo un soldado que luchaba en Bajmut hacia el final de la batalla, antes de preguntar si The New York Times haría llegar la información adecuada al público si lo abandonaban allí.

En el otro bando estaba Yevgeny Prigozhin, el directivo de Wagner. El otrora magnate reservado comenzó a aparecer en videos en el frente de Bajmut. En las imágenes, se ve a Prigozhin animando a sus combatientes e incitando a Zelenski mientras ajusta su chaleco antibalas.

En un video publicado en marzo, Prigozhin le pidió al presidente ucraniano que siguiera enviando “unidades listas para la batalla” para que sus tropas de Wagner pudieran matarlas.

También discutió con el liderazgo militar ruso, fustigándolos y burlándose de ellos, convirtiéndose en un personaje exuberante de la narrativa de Bajmut.

Fue un enfrentamiento listo para la cámara realzado por las imágenes espeluznantes que también llegaban del frente de guerra.

Los videos publicados desde el campo de batalla mostraban un paisaje repleto de cicatrices de proyectiles y salpicado de árboles destrozados. Los soldados luchaban desde trincheras fangosas con el agua hasta la rodilla. El pie de trinchera fue una afección común durante el invierno.

En poco tiempo, Bajmut comenzó a ser comparada con Verdún en 1916 (una batalla de 10 meses que tuvo cientos de miles de bajas francesas y alemanas).

Pero la sangrienta guerra de trincheras en el este de Ucrania no era nada nuevo porque había sido un elemento básico del conflicto desde que los separatistas respaldados por Rusia comenzaron a luchar contra el gobierno en 2014.

Las comparaciones históricas, por acertadas que hayan sido, no hicieron nada para mitigar los horrores sobre el terreno. Durante meses, los muertos y heridos de Ucrania llegaban como un flujo constante al único hospital de Bajmut.

Camillas manchadas de sangre recibieron a nuevos pacientes. Los campos circundantes estaban llenos de muertos rusos, cadáveres camuflados que apuntaban la dirección de su ataque.

La visita de Zelenski lo había dejado claro: sus fuerzas lucharían hasta el final. Bajmut se sumaría a la lista de ciudades donde murieron muchos soldados a cambio de tan solo unos pocos kilómetros de terreno devastado.

Los soldados que sobrevivan tendrán el resto de sus vidas para reflexionar si valió la pena. Y aquellos que murieron serán recordados como los héroes caídos de la batalla por Bajmut, las tropas que perecieron en una ciudad de la que mucha gente nunca había oído hablar hace un año.

Mientras estaba de pie junto a la ventana rota aquella gélida noche de diciembre, recuerdo haber pensado que, a pesar del crescendo de la artillería y el parloteo de los disparos, la batalla por Bajmut se sentía muy lejana. Dos días después, un proyectil se estrelló contra el apartamento vacío en el que habíamos estado parados.

Hoy, los rusos patrullan la ciudad. La guerra continúa. Avanzará poco a poco hacia nuevos lugares en el mapa, aún no destruidos por meses de batallas de artillería, donde podrían surgir nuevos eslóganes y donde el “significado estratégico” permanece en duda, mientras el mundo espera otro desenlace sangriento.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

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36 HORAS EN BAJMUT: LA BATALLA DESESPERADA DE UNA UNIDAD PARA CONTENER A LOS RUSOS

   

36 HORAS EN BAJMUT: LA BATALLA DESESPERADA DE UNA UNIDAD PARA CONTENER A LOS RUSOS

Historia de Matthew Luxmoore/The Wall Street Journal

La Tercera, 25/05/2023

El soldado Oleksiy Malkovskiy, desempleado y padre de tres hijos, disparó una granada propulsada por cohete por primera vez en su vida en el frente de batalla de Bajmut en febrero. Las tropas rusas estaban asaltando uno de los bloques de departamentos que su grupo de 16 reclutas, muchos de los cuales se habían alistado días antes y no habían recibido entrenamiento, habían sido asignados para defender.

Malkovskiy falló. Los rusos dispararon su propio RPG y golpearon la pared a su lado, dejándolo conmocionado. Salió corriendo del edificio y se escondió en un huerto, con los oídos zumbando. Cuando regresó después de la puesta del sol, los cuerpos de dos de sus camaradas yacían en la habitación.

Durante las 36 horas que pasó en un brutal combate casa por casa en la ciudad del este de Ucrania, 11 de los 16 hombres del grupo de reclutas de Malkovskiy fueron asesinados o capturados, según soldados sobrevivientes y familiares de los desaparecidos.

Rusia finalmente consolidó el control sobre Bajmut durante el fin de semana, después de una batalla de 10 meses que Kiev usó para aplastar a las fuerzas rusas.

Si bien ninguno de los lados ha revelado sus bajas, muchos miles de soldados de ambos lados han muerto en el frente de Bajmut, según estimaciones occidentales. Muchos más han resultado heridos.

En un esfuerzo por preservar las brigadas entrenadas y equipadas por Occidente para una ofensiva ampliamente anticipada, y con muchos de sus soldados profesionales muertos, Kiev envió soldados movilizados y unidades de defensa territorial, a veces con entrenamiento y equipo irregulares.

El éxito o el fracaso final de la estrategia de Ucrania en Bajmut dependerá de los resultados de la ofensiva más grande.

“Si puede evitar tener que desviar su fuerza de combate decisiva hacia algo como Bajmut, lo que tendría un impacto negativo a largo plazo en la contraofensiva general, entonces hágalo”, dijo el teniente general retirado Ben Hodges, excomandante del Ejército estadounidense en Europa. “Por supuesto que todavía pagas un alto precio”.

Los 16 hombres, incluido Malkovskiy, se alistaron en la 5ª Compañía de la 93ª Brigada Mecanizada de Ucrania, partieron de Kharkov el 16 de febrero en bus hacia la base de la brigada, a dos horas y media de viaje hacia el sur.

Los pasajeros eran en su mayoría hombres pobres de aldeas en la región nororiental de Kharkiv, muchos de ellos desempleados, haciendo trabajos ocasionales como personal de mantenimiento o trabajando por turnos en fábricas en la capital regional.

Muchos habían recibido avisos de movilización ese mes, según sus registros de servicio militar. Si bien algunos habían completado el servicio obligatorio años o décadas antes, casi ninguno había estado en combate activo.

Pasaron dos noches en la base, donde les entregaron rifles y uniformes de la era soviética, según documentos militares y fotografías. El 18 de febrero, los llevaron a Kostyantynivka, a 25 kilómetros de Bajmut, y los alojaron en una casa en las afueras de la ciudad de la guarnición.

Posaron para fotos con sus rifles frente a íconos religiosos colocados en la repisa de la chimenea de la casa, tomando bebidas energéticas en literas en uno de los dormitorios, y fumando y comiendo en la cocina.

En la mañana del 21 de febrero, el sargento mayor de la compañía llegó para decir que tenía órdenes de enviar a los hombres a Bajmut en grupos de seis. Las fuerzas rusas se estaban acercando al río que divide la ciudad, presionando a las unidades ucranianas que se defendían del constante bombardeo de morteros y artillería.

Algunos de los hombres amenazaron con escribir una negativa oficial a seguir la orden, citando la falta de capacitación. Vladyslav Yudin, un exconvicto de la ciudad oriental de Luhansk, afirma que le dijo al sargento mayor que nunca había empuñado un arma, y mucho menos disparado, y que estaba asustado. “Bajmut te enseñará”, respondió el hombre.

Cuando el primer grupo de hombres llegó a Bajmut esa noche, se les dijo que siguieran a un comandante a su posición. Caminaron por callejones pasando por las ruinas de edificios bombardeados, pasando por encima de postes telefónicos caídos y proyectiles rusos sin explotar.

Llegaron a un bloque de departamentos de gran altura separado por un cobertizo, una valla de tela metálica y un pequeño jardín de las tropas rusas en el edificio del lado. Tomaron posiciones junto a las ventanas del primer piso.

Luego fueron atacados con granadas y morteros, y Yudin manifestó que vio a Serhiy Didik, un aldeano de 36 años, y al comandante asesinados frente a él. “Fue el infierno en la tierra”, señaló.

A menos de 300 metros de distancia, el granjero Serhiy Puhasiy estaba en una casa bajo un fuerte ataque ruso que obligó a su grupo a salir. Estuvo bajo fuego de ametralladora desde el tercer piso de otro edificio y vio caer al líder de su escuadrón y a otro soldado.

Se encontró expuesto mientras las balas zumbaban a su alrededor. Cayó al suelo y pronto se encontró rodeado de soldados rusos.

“¿Estás solo?”, preguntó uno de los rusos, atando sus brazos mientras otro le quitaba el rifle de las manos y le quitaba el chaleco antibalas.

Desde esa batalla del 21 y 22 de febrero, y una misión posterior el 2 de marzo para la cual los miembros sobrevivientes de la unidad fueron enviados de regreso a Bajmut, las esposas de los desaparecidos han estado buscando información.

Escribieron a la Cruz Roja y a las Naciones Unidas, llamaron a una línea directa del gobierno ucraniano y publicaron en docenas de páginas de redes sociales para los desaparecidos.

La esposa de Puhasiy, Anzhela, recibió la notificación de que su esposo había desaparecido el 24 de febrero, tres días después de haber hablado con él por última vez. “Es como estar parado en el borde de un acantilado. No soy ni esposa ni viuda”, dijo en una entrevista a principios de abril. “Lo peor es no saber”.

El hijo de nueve años de la pareja, Vladyslav, se dibujó a sí mismo de pie sobre un tanque con una bandera ucraniana en la línea del frente. “Papá, te salvaré”, dice su pie de foto.

A principios de marzo, dos oficiales militares llegaron a la casa de Vasiliy Zelinskiy, un trabajador por turnos de una fábrica de acero de 51 años con una dolencia en la columna diagnosticada, para compartir la noticia de su desaparición.

Su esposa, Olena, comenzó a sollozar y les preguntó: “¿Cómo es posible que se lleven a un hombre sin entrenamiento y una semana después se haya ido?”. Un hombre bajó los ojos, dijo ella, y el otro respondió: “Es la guerra. Nadie los entrenará ahora”.

El 2 de abril, un canal vinculado al grupo paramilitar Wagner, que encabezó el asalto de Rusia a Bajmut, publicó una foto de la identificación militar de Didik y dijo que se había confirmado su muerte. Pero la esposa de Didik, Valentina, está convencida de que está en cautiverio ruso. “Sé que mi esposo está vivo”, señaló en un mensaje a The Wall Street Journal. “Mi corazón lo siente”.

Las esposas de los hombres desaparecidos están enojadas porque fueron enviados a Bajmut sin entrenamiento. La gran mayoría de los soldados movilizados en Ucrania reciben al menos una preparación mínima, y los casos de hombres sin entrenamiento a los que se les ordena luchar no están muy extendidos.

Pero la ley ucraniana no especifica cuánto debe durar el entrenamiento, y los abogados dicen que los reclutas pueden hacer poco más que presentar una queja a través de sus comandantes o una línea directa del Ministerio de Defensa.

Los legisladores ucranianos presentaron en febrero un proyecto de ley que exige un mínimo de preparación de tres meses para las tropas movilizadas, pero no ha avanzado en el Parlamento.

El Ministerio de Defensa de Ucrania negó haber enviado soldados sin entrenamiento a Bajmut, y un oficial de la 93ª Brigada Mecanizada de Ucrania dijo que no había oído hablar de tales casos en su unidad. “Si sucede, está mal”, dijo.

Un portavoz de las Fuerzas Armadas de Ucrania se negó a comentar.

A mediados de abril, Puhasiy fue liberado en un intercambio de prisioneros después de casi dos meses de cautiverio ruso. Estuvo recluido en una prisión en la parte ocupada por Rusia de la región ucraniana de Luhansk antes de ser trasladado a una celda en una fábrica abandonada.

A él y a una docena más les vendaron los ojos, los llevaron a Bajmut y les dijeron que cruzaran la línea del frente mientras las tropas rusas se comunicaban por radio con los ucranianos, asegurándose de que ambos lados no dispararan.

Al final, cree Puhasiy, fue su muy breve servicio militar lo que lo salvó de la ejecución a manos de sus captores.

Cuando los rusos miraron su tarjeta de registro militar y vieron la fecha en que fue movilizado, menos de una semana antes, preguntaron cuánto tiempo había luchado. “Veinticuatro horas”, respondió.

Dijo que advirtieron que si alguna vez lo capturan nuevamente, no sobrevivirá.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

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LA RULETA NUCLEAR: EE. UU.-OTAN Y RUSIA EN UCRANIA

 

LA RULETA NUCLEAR: EE. UU.-OTAN Y RUSIA EN UCRANIA

Carlos A. González Carrasco

El Mostrador, 16/05/2023

En 2023 no habrá paz, el maquillaje, el espejismo de la supuesta paz es otra gran cortina de humo que cada vez es más espesa, ni Estados Unidos, ni Europa, ni Ucrania, ni Rusia están interesados en la paz, este conflicto es solo un preámbulo del verdadero y real conflicto, el más grande del XXI, que es la guerra entre EE. UU.-OTAN y China. Europa seguirá servilmente a su amo Estados Unidos, y ya aplica sanciones comerciales a empresas chinas, escalando y echando más leña a la hoguera de la futura guerra.

La invasión de Rusia en Ucrania es totalmente condenable como lo son todas las guerras, todas las invasiones, en cualquier país del mundo. Esta guerra es el primer escenario bélico de un nuevo orden mundial geofinanciero digital poscapitalista híbrido.

Esta es una guerra entre las corruptas oligarquías, las avariciosas élites financieras del mundo, principalmente las oligarquías de EE. UU., Europa, Reino Unido, Rusia y China.

Es una guerra del 1 %, por el 1 %, para el 1 %.

El futuro monopolio financiero digital global es una moledora de carne en la que caerán los empresarios exitosos/amistosos que no logren alianzas internas sólidas, por la vía de constelaciones de relaciones aprobadas por los maestros de ceremonias secretas, expertos en matrimonios y alianzas de sangre financieras a través de los Bancos Centrales Digitales.

Esta es una guerra híbrida, cognitiva, tecnológica, científica, cibernética, electromagnética, es una guerra biológica, química y, por qué no decirlo, tiene el potencial de ser una guerra nuclear de destrucción asegurada mutua.

Dia y noche nos mienten, y nos vemos involucrados en una simulación de que esta guerra es una guerra entre buenos (EE. UU.-OTAN) y malos (Rusia-China), entre los virtuosos occidentales y los malvados Euroasiáticos, entre la “democracia” y la “autocracia”.

¿Por qué el sur global no impone sanciones a Rusia? ¿Porque el sur global ya no le cree una sola palabra al occidente? ¿Porque la rusofobia y la chinofobia no funcionan en un nuevo orden del poder multilateral?

Las guerras son parte de cíclicos históricos de lucha por el poder, las guerras son sistémicas, civilizacionales y multidimensionales, y son puntos de inflexión donde emergen nuevos imperios dominantes.

Europa en sus ciclos históricos de guerra ha sido el escenario de horrorosas y brutales tragedias humanas, la Primera Guerra Mundial (WWI) representó la continuidad que precedía a las cuentas por cobrar entre las monarquías e imperios eurocéntricos.

La WWII es otra catástrofe para Europa y el mundo, emerge el imperio norteamericano como el dominante, la WWII representó la continuidad de las cuentas por saldar de la WWI.

Desde 1945, el “fin” de la WWII, hemos vivido en la llamada simulación de la guerra fría-congelada. La guerra entre EE. UU.-OTAN con Rusia en Ucrania son las cuentas por cobrar que vienen desde 1945-1962 (crisis de los misiles), 1991 (caída del imperio soviético).

La actual guerra no comienza en Georgia en 2008, ni en 2014 con el golpe de Estado de Estados Unidos al gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich. Las cuentas por saldar se aceleran y se escalan con la invasión rusa a Ucrania en 2022.

Las especialidades de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Rusia, China y otros son las estrategias comunicacionales de los medios globales, de la manipulación y la desinformación, del uso lenguaje de una guerra híbrida, donde prevalece la “neblina”, el “espejismo” de la guerra, predomina la narrativa del engaño, del ocultamiento, de la negación, de las mentiras, del encubrimiento, de las espesas cortinas de humo, la propaganda que los bandos despliegan día y noche.

Los análisis son decepcionantes, y falsos, pretendiendo que existen bloques sólidos y estables, la fotografía de que EE. UU.-OTAN son una unidad inquebrantable y única es gratuita.

Lo mismo que Ucrania es homogénea, donde están fuertemente unidos detrás de un líder incorruptible, que en Ucrania no existe oposición, etc., todo es parte de la propaganda mediática global occidental.

Lo mismo es la individualización del liderazgo ruso y chino en los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping. Tanto en EE. UU.-OTAN, Rusia, China, existen tendencias de fanáticos, ultraextremistas que son demencialmente adictos a las guerras.

Los fanáticos neoconservadores y los complejos militares americanos y europeos son tan peligrosos como los fanáticos ultranacionalistas rusos y chinos que consideran a Vladimir Putin y Xi Jinping como blandengues, ya Rusia debe de usar sus armas nucleares y derrotar a EE. UU.-OTAN en Ucrania, que China debe recuperar Taiwán ahora.

Sobre la futura guerra entre EE. UU.-OTAN y China utilizo el proverbio “pretendo que olvido, (la humillación del Occidente) pero jamás olvido ni perdono”.

El reciente “ataques con drones” y las anunciadas contraofensivas de EE. UU.-OTAN (ucranianas) y rusas, con actos de ataques y contraataques posiblemente nucleares, forman parte de la irreversible escalada militar.

Son parte de los escenarios que ambos bandos utilizan para obtener objetivos ya establecidos. Ningún bando cree en absoluto lo que dice el otro bando, todo es parte de las agresivas y ofensivas guerra mediáticas del siglo XXI.

La verborrea del jefe del Grupo Wagner Yevgeny Prigozhin, de “amenazar públicamente”, si no recibía municiones a tiempo, de retirar sus tropas de Bajmut, es irrisoria. El Grupo Wagner no actúa independientemente de las fuerzas militares rusas, el general Serguéi Surovikin, conocido como el general Armagedón, ya está en Bajmut junto Prigozhin.

En Ucrania, los fascistas del batallón Azov, la CIA y los mercenarios que guerrean son pagados directamente por los Estados Unidos y no actúan por su propia cuenta.

No es el ejército ucraniano el que dirige la guerra en territorio ucraniano, no, es el nuevo dueño y propietario de Ucrania quien planifica y dirige la guerra. “Estados Unidos ayuda a Ucrania y a su ejército para que podamos pelear contra Rusia allá y no tengamos que pelear contra Rusia aquí”, declara el senador republicano Adam Schiff, 2021.

  1. UU. ha invertido militarmente más de US$ 62.3 billones, la guerra es parte de la estrategia de EE. UU.-OTAN de cercar, subyugar, derrotar, aplastar, aniquilar y desmembrar a Rusia.

La posición final de Estados Unidos y la OTAN es la desaparición de Rusia y el cambio de régimen. Lo mismo vale para la posición de Rusia. Dmitry Peskov, secretario de prensa del presidente ruso, declaró que el único idioma que EE. UU.-OTAN y Ucrania entienden es el idioma de la guerra.

Cuando Estados Unidos decida que Ucrania ya no le es un negocio rentable, cuando Estados Unidos no pueda seguir beneficiándose del apoyo “sumiso y leal” del perro faldero europeo, y que Ucrania no puede ganar la guerra, entonces los recursos se movilizarán hacia Asia.

En 2023 no habrá paz, el maquillaje, el espejismo de la supuesta paz es otra gran cortina de humo que cada vez es más espesa, ni Estados Unidos, ni Europa, ni Ucrania, ni Rusia están interesados en la paz, este conflicto es solo un preámbulo del verdadero y real conflicto, el más grande del XXI, que es la guerra entre EE. UU.-OTAN y China.

Europa seguirá servilmente a su amo Estados Unidos, y ya aplica sanciones comerciales a empresas chinas, escalando y echando más leña a la hoguera de la futura guerra.

En 2023 la guerra será más brutal, más violenta y destructiva, la opción nuclear ya no es impensable, el final de la guerra es totalmente impredecible.

Rusia está y estará destruyendo Ucrania. Ucrania es la carne de cañón, la sangrienta moledora de carne. Ucrania pone la sangre, los muertos, y pone su territorio. Estados Unidos, Europa, Rusia y otros países ponen sus armas y su dinero.

La escalada y la prolongación de la guerra en Ucrania es la crónica de una colosal y anunciada catástrofe. Estamos en la Tercera Guerra Mundial, en un potencial Armagedón nuclear.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

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POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADO SIN SUSTENTO CIUDADANO

 

POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADO SIN SUSTENTO CIUDADANO

Jorge G. Guzmán, Profesor-investigador, U. Autónoma

El Mostrador, 10/05/2023

El contundente resultado de la elección de consejeros constitucionales –especialmente en la regiones extremas, en las que las cuestiones limítrofes se viven día a día– ha terminado por hacer patente la crónica desafección de nuestra Cancillería respecto de la realidad y preocupaciones de los ciudadanos.

Antes de la votación, el canciller Alberto van Klaveren llamó a no politizar, ergo, a no entender como problema político la situación de los migrantes atorados en el paso fronterizo entre Arica y Tacna.

El canciller (cercano a un partido que no tendrá representación en el Consejo Constitucional) también llamó a no utilizar con fines electorales la inédita crisis de inseguridad que afecta a millones de personas, asociada, precisamente, a la cuestión de la inmigración. En esa misma línea se manifestó un excanciller del gobierno militar, quien, en un editorial, desestimó que la Cancillería tuviera responsabilidad en estas materias.

Según esa manera de entender las cosas, nuestra política internacional (por ejemplo, las relaciones con Bolivia) no es vinculable al exponencial aumento del narcotráfico (con estadios de violencia antes desconocidos en el país), y este, a su vez, no tiene relación con la inmigración no-regulada de la última década.

En ese ejercicio, el canciller y quienes le apoyan pretenden convencernos de que que tales fenómenos (con su impacto directo sobre la vida cotidiana de la gente) no son producto de errores políticos (incluidos errores de política exterior) acumulados a lo largo de los últimos cuatro gobiernos de centroizquierda y centroderecha.

Ambos sectores no quieren recordar que mientras el actual canciller era subsecretario de Relaciones Exteriores, en 2008, el cuarto Gobierno de la exConcertación (Bachelet 1) emitió un Instructivo Presidencial indicando que Chile era un país de acogida, adecuadamente abierto a las inmigraciones.

Entendiendo que la inmigración también equivalía a mano de obra barata para el sector privado, esa política fue ratificada y practicada por las dos administraciones de Sebastián Piñera.

De otra manera, ¿cómo se puede explicar que entre 2002 y 2017 la población extranjera pasara de 184 mil extranjeros a 1,48 millón y que, según estimaciones para 2023, ese número se sitúe en torno a los 2 millones?

¿Se puede tapar el sol con un dedo? El establishment que hasta ahora gobernó nuestra política exterior insiste en persuadirnos de que los asuntos internacionales, incluidos los vecinales, constituyen temas solo para expertos, que deben ser tratados en Santiago y a puertas cerradas (nunca por la prensa).

De esa manera pretenden seguir negando que –para utilizar una expresión de los autores del estallido social– Chile despertó y que, en materia de política exterior, ya no son aceptables decisiones inconsultas y/o excusas post facto que permiten a los decision-makers de Santiago no responder por sus equivocaciones.

¿Se imaginará el canciller –y el establishment al que pertenece y representa– las vicisitudes de la joven trabajadora que, después de un largo día de trabajo, debe regresar a su hogar atravesando barrios en los que ahora campean la inseguridad y la violencia? ¿Conocerá los costos financieros que, para la pequeña Municipalidad de Colchane, representa el permanente flujo de ilegales y droga proveniente de Bolivia?

El resultado de la elección de consejeros constitucionales ha reordenado el equilibrio de las fuerzas políticas, constituyendo una dramática demostración de que los errores tienen consecuencias. En un nuevo escenario, seguir sosteniendo que las cuestiones internacionales deben tratarse a puertas cerradas (por funcionarios que representan la minoría política en el país) es un argumento fútil, que solo puede desprestigiar a quienes lo afirman. Entre muchas otras cosas porque, como lo ilustra el gravísimo caso del puerto de San Antonio, exportador de grandes volúmenes de droga, es solo cuestión de tiempo para que el narcotráfico tenga efectos sobre la aplicación de acuerdos de libre comercio.

El fracaso de apaciguamiento inconsulto. Nuestra supuesta política exterior de Estado no es más que una práctica inconsulta, académica, abstracta y sin aterrizaje sobre la geografía (particularmente en el extremo norte y en la zona austral), que se resiste a aceptar que las malas decisiones terminan en problemas cotidianos para las personas.

Es el caso de nuestro extremo norte, en que a esta manera de hacer política exterior podemos atribuir el decepcionante resultado del juicio con el Perú a propósito del límite marítimo (22 mil km2 de Zona Económica Exclusiva menos para los pescadores de Arica), o el fracaso de la agenda de 13 puntos con Bolivia, para la cual ni la comunidad ariqueña ni la de Tarapacá fueron consultadas.

A ese mismo estilo diplomático en el extremo sur podemos asociar los efectos de diversos acuerdos incumplidos por Argentina, el innecesario acuerdo de 1998 sobre el Campo de Hielo Patagónico Sur, y la inexcusable postergación de la urgentísima cuestión de la plataforma continental magallánico-antártica.

En este último campo a la Cancillería le tomó más de una década comprender que una pretensión territorial argentina al sureste del cabo de Hornos tenía un gravísimo impacto sobre el modus vivendi del Tratado de Paz y Amistad de 1984.

Esto constituye un nuevo diferendo limítrofe, cuyos efectos se vivirán, qué duda cabe, en Magallanes.

En todos esos ámbitos, cierto ánimo de apaciguamiento, concesivo por ideología, que entiende el territorio como moneda de cambio, ha terminado en incalculables perjuicios para el interés permanente de los ciudadanos. Hasta ahora, nadie ha sido identificado como responsable de tantos errores políticos y diplomáticos.

El resultado de la elección de consejeros constitucionales ha reordenado el equilibrio de las fuerzas políticas, constituyendo una dramática demostración de que los errores tienen consecuencias.

En un nuevo escenario, seguir sosteniendo que las cuestiones internacionales deben tratarse a puertas cerradas (por funcionarios que representan la minoría política en el país) es un argumento fútil, que solo puede desprestigiar a quienes lo afirman.

Entre muchas otras cosas porque, como lo ilustra el gravísimo del caso del puerto de San Antonio, exportador de grandes volúmenes de droga, es solo cuestión de tiempo para que el narcotráfico tenga efectos sobre la aplicación de acuerdos de libre comercio.

El peligro de la obsolescencia. Esa manera de hacer política exterior está, en el corto plazo, condenada a la obsolescencia.

Entre otros cambios, el nuevo texto constitucional fortalecerá el proceso de descentralización, empoderando a los gobiernos regionales democráticamente elegidos, incluidos aquellos de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Aysén, y Magallanes y Antártica Chilena.

Mucho más allá de su signo político, esos gobiernos representan el saber y el querer ser de comunidades regionales con clarísimas identidades propias. Para estas no resulta aceptable que funcionarios públicos situados a miles de kilómetros de distancia decidan de manera inconsulta sobre cuestiones que tienen impacto directo sobre la calidad de vida de sus habitantes, amén del uso y abuso de sus territorios y de sus recursos naturales.

La Cancillería haría bien en adelantarse a los tiempos y reordenar sus prioridades. Como queda demostrado, el día a día de los ciudadanos no tiene color turquesa, ni tiene que ver con protagonismos efímeros en organismos internacionales, que en Putre o en Puerto Williams son simplemente irrelevantes.

La política exterior debe también conectarse con la geografía del país y entender que los asuntos urgentes están en el altiplano, en el Campo de Hielo Patagónico Sur, en la Zona Económica Exclusiva, en el Mar Austral y en la Antártica, no en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Si la política exterior aspira a ser una verdadera política pública de Estado, debe acercarse y nutrirse de la gente (y de las nuevas mayorías). No hacerlo, no solo la hará cada vez más irrelevante, sino que terminará además perjudicando al verdadero interés de Chile.

Una Cancillería relevante no puede continuar en la autorreferencia predicando al coro: debe aprovechar la coyuntura para reconectarse con el país real al cual, en definitiva, se debe.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nocional

RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

RUSIA LANZA SU MAYOR ATAQUE DE DRONES CONTRA UCRANIA ANTES DEL DÍA DE LA VICTORIA

 

RUSIA LANZA SU MAYOR ATAQUE DE DRONES CONTRA UCRANIA ANTES DEL DÍA DE LA VICTORIA

Bastián Díaz

La Tercera, 09/05/2023

En la víspera del Día de la Victoria ruso, que conmemora la capitulación de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, Moscú lanzó una oleada de ataques en distintas partes de Ucrania.

El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, aseguró que Rusia habría lanzado 60 drones kamikazes de fabricación iraní, de los que 36 habrían caído en la capital ucraniana, y que habrían sido derribados por armas antiaéreas.

Los restos de estos drones, sin embargo, cayeron en varios departamentos y edificios, por lo que se cuentan al menos cinco heridos en Kiev.

Más al sur, en Odesa, misiles rusos incendiaron un almacén de alimentos, dando muerte al vigilante del recinto, y dejando tres personas heridas. Situación similar se vivió en Jersón, donde hay ocho heridos. El ejército ucraniano contó 16 misiles contra las provincias durante las últimas 24 horas.

Luego del ataque que habría sufrido el Kremlin en las últimas semanas, Rusia vive con nerviosismo sus preparativos para celebrar el Día de la Victoria, anticipando sabotajes que atribuyen a las tropas de Kiev. Además de prohibir el uso de drones en Moscú, se han desplegado equipos de vigilancia desde los cielos e inhibidores para interferir señales de GPS.

Putin prohibió el uso de drones en miras a proteger el desfile de mañana en Moscú, mientras que el Grupo Wagner seguirá en Bajmut luego de haber amenazado con abandonar la ciudad.

Desde Kiev aseguraron que Rusia está haciendo un último esfuerzo en sus intentos e capturar Bajmut, para así poder entregar a Putin lo que sería el único premio a la ofensiva rusa que tuvo lugar durante este invierno.

En miras al Día de la Victoria, Rusia canceló las celebraciones en más de veinte localidades por motivos de seguridad, sobre todo en los pueblos más cercanos a la frontera con Ucrania. Los festejos también se suspendieron en las capitales regionales Bélgorod, Briansk y Kursk.

Por su parte, la inteligencia ucraniana advirtió que habría “posibles provocaciones” desde Rusia a causa de la fecha: “El estado agresor elige fechas simbólicas para sus provocaciones. Los servicios especiales rusos pueden prepararlas para el 9 de mayo en el territorio de la Federación Rusa y de Bielorrusia”, explicó el portavoz del Ministerio de Defensa Andrei Yusov.

A diferencia de Rusia, la mayoría de los países europeos celebra el fin de de la Segunda Guerra Mundial el 8 de mayo, y en esta ocasión Ucrania decidió celebrar tal fecha este lunes.

Refiriéndose a tal conflicto, el Presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, declaró: “Rusia será derrotada en el actual conflicto, al igual que la Alemania nazi lo fue en la II Guerra Mundial”.

“Luchamos entonces y luchamos ahora, para que nadie esclavice nunca más a otras naciones (…) Todos los males que esta Rusia está trayendo de vuelta serán derrotados, como lo fue el nazismo”, declaró Zelensky.

La diferencia de días entre Rusia y el resto de Europa responde al huso horario, ya que la firma de la rendición por parte de los nazis, en 1945, ocurrió en plena noche: el día 8 en Alemania, cuando ya era 9 en Rusia.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

QUÉ ESTÁ EN JUEGO PARA LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS AL APOYAR A RUSIA O UCRANIA EN LA GUERRA

 

QUÉ ESTÁ EN JUEGO PARA LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS AL APOYAR A RUSIA O UCRANIA EN LA GUERRA

BBC News Mundo, 06/04/2023

Como si fuera un juego de ajedrez, las dos fuerzas involucradas en el conflicto bélico mueven sus fichas cautelosamente con el fin de reunir la mayor cantidad de apoyos posible.

En esta compleja ecuación, América Latina no ha sido la excepción y ha despertado el interés tanto de Moscú como de Kyiv.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, se ha reunido virtualmente con algunos mandatarios de la región, entre ellos, el líder chileno, Gabriel Boric, con quien el 21 de marzo discutió la posibilidad de lograr una “mayor consolidación” del apoyo latinoamericano a su país.

En ese esfuerzo, este martes el líder ucraniano habló ante el Congreso chileno, en lo que fue su primera intervención ante un parlamento latinoamericano. Allí, llamó a Chile a “sumarse a la coalición de países que ayudan a Ucrania a defender su independencia”.

En julio de 2022 se celebró en Kyiv el único encuentro en persona de Zelensky con un presidente latinoamericano al reunirse con su homólogo guatemalteco Alejandro Giammattei.

Vladimir Putin, por su parte, ha continuado estrechando sus lazos con antiguos aliados, como Venezuela, Nicaragua o Cuba, y ha lanzado una campaña comunicacional a su favor a través de medios estatales con presencia en distintos países de la región.

A pesar de estos esfuerzos, el respaldo de la mayoría de las naciones latinoamericanas a Rusia o Ucrania ha sido, a lo menos, ambigua. De hecho, expertos en relaciones internacionales la han descrito como “neutral”, recordando su largo historial de “no alineamiento” en los conflictos de las grandes potencias. Aun así, hay que reconocer que ha habido algunas señales importantes a favor de Kyiv.

En febrero pasado, la mayor parte de la región votó a favor de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que pedía el cese de las hostilidades y exigía que Rusia “retirara inmediata, completa e incondicionalmente sus fuerzas militares del territorio de Ucrania”.

Sin embargo, hasta el momento ningún país de América Latina ha ido más allá de las declaraciones diplomáticas.

Un ejemplo de ello es su negativa a enviar armas a Ucrania, a pesar de las presiones de Estados Unidos y Alemania. Incluso, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ofreció reemplazar el armamento militar de los países latinoamericanos (fabricado en Rusia) por uno superior estadounidense. Pero la propuesta no ha tenido éxito.

“Aunque terminen como chatarra en Colombia, no entregaremos armas rusas para que se las lleven a Ucrania para prolongar una guerra”, respondió el presidente de Colombia, Gustavo Petro. “No estamos con ningún lado. Estamos por la paz”, agregó.

Una respuesta similar dieron otros mandatarios, como el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Argentina, Alberto Fernández, en una decisión que ha sido interpretada por Moscú como un guiño de la región a su país.

Por otra parte, a pesar de que Zelensky ha hecho un llamado a América Latina a introducir sanciones en contra de Rusia, la gran mayoría no lo ha hecho.

¿Qué hay detrás de esta supuesta “neutralidad”? Y ¿qué está en juego para los diversos países latinoamericanos a la hora de apoyar a Rusia o Ucrania en el conflicto? Aquí te presentamos 4 elementos clave que responden a estas preguntas.

  1. El poder de China. La visita del presidente chino, Xi Jinping, a Moscú el 20 de marzo pasado fue vista por el mundo como una clara señal de apoyo a Rusia en momentos en que el Kremlin se encuentra bajo una intensa presión internacional.

Desde que comenzó la guerra, la relación de Rusia con China ha sido fundamental para resistir esa presión.

Pekín ha absorbido gran parte de las exportaciones de hidrocarburos rusos, suavizando de esta forma el impacto de las sanciones occidentales sobre la economía del país euroasiático y, según Estados Unidos, Xi Jinping sopesa ahora la posibilidad de enviar armas y munición a Rusia, algo que el gobierno chino niega rotundamente.

Aunque Xi Jinping hace esfuerzos por posicionarse como un facilitador de la paz -más que como un fuerte aliado a Putin-, lo cierto es que sus amistosas señales hacia el Kremlin han puesto en alerta al mundo, incluida América Latina, que actualmente tiene estrechas relaciones comerciales con China.

Solo en los últimos 20 años -entre 2000 y 2020-, el comercio entre la región y China se multiplicó por 26, pasando de US$12.000 millones a US$310.000 millones, según cifras de las Naciones Unidas.

Para varios países de Sudamérica -como Chile, Perú, Colombia, Brasil y Argentina- China es hoy un socio imprescindible al cual se dirigen gran parte de sus exportaciones, como los minerales (entre ellos, el cobre) o alimentos (como la soja).

Por lo mismo, los expertos consultados por BBC Mundo, coinciden en que la amistad de Xi Jinping con Putin debe ser seguida de cerca por las naciones latinoamericanas.

“Dado la influencia que China tiene en términos económicos en América Latina, y especialmente en Sudamérica, deben tener en cuenta esta situación y pensar en la manera en que les podría afectar el apoyo a uno u otro país”, dice Margaret Myer, directora del departamento de Asia & América Latina en el centro de estudios “Diálogo Interamericano”.

“Creo que es parte de las razones que explican por qué Brasil no ha criticado fuertemente lo que está pasando con la guerra en Ucrania”, agrega.

Para Pamela Aróstica, directora de la “Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (Redcaem)”, desde la región no se puede obviar que la invasión rusa a Ucrania está pasando en un contexto de guerra comercial entre Estados Unidos y China que, a su juicio, es “mucho más profunda”.

“Ellos están en una competencia por quién será la superpotencia en los próximos años. Y por eso para China es tan importante el tener un bloque oriental. Necesita aliados del calibre de países como Rusia y de regiones completas como América Latina”, afirma.

La doctora en Ciencias Políticas agrega que “el tiempo de las sutilezas ya pasó, ahora es mucho más frontal. ¿Somos amigos o no? ¿Están conmigo o no?… Por eso muchos países latinoamericanos han mantenido una actitud ambivalente por temor a las consecuencias”.

Aróstica dice que también se debe tener presente la crisis económica que golpea a muchas naciones latinoamericanas y el rol de China como una fuente de préstamos.

“Los países tienen que sopesar hacer enojar a China y las implicancias que eso puede tener al momento de querer acceder, por ejemplo, a un préstamo”.

Una mirada similar tiene John Griffiths, Jefe de Estudios de Seguridad y Defensa de la “Fundación AthenaLab”, un centro de estudios chileno orientado a Asuntos Internacionales, Seguridad y Defensa.

“En el ámbito estratégico, todo país latinoamericano debe considerar su relación con China para llevar adelante su política de relaciones exteriores. Y existen algunos intereses que han hecho que varias naciones en la región no reprueben con más énfasis la agresión de Rusia a Ucrania”, indica.

  1. Relación comercial y política con Rusia. Si bien los lazos comerciales directos entre Rusia y América Latina no son tan extendidos -representa, por ejemplo, solo el 0,6 % de las exportaciones de la región-, sí existen algunos países y sectores que pueden sufrir un impacto mayor en caso de romper relaciones con Moscú.

La mantequilla, los salmones, el queso y frutas como la manzana, el plátano y la pera, que son producidos en lugares como Paraguay, Chile, Argentina, Ecuador, Brasil y Colombia, tienen a Rusia como uno de sus principales destinos.

En cuanto a las importaciones, si bien Moscú también tiene una baja participación general en el continente, envía algunos productos estratégicos para la producción. Es el caso de los fertilizantes que para productores agrícolas como Argentina y Brasil son clave.

El año pasado, de hecho, Putin le aseguró al entonces mandatario brasileño Jair Bolsonaro que Rusia estaba “comprometida” con garantizar el “suministro ininterrumpido” de fertilizantes. Brasil importa más del 80 % de fertilizantes que utiliza y Rusia es su principal proveedor.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Rusia también es un “importante proveedor de ciertos insumos clave en la producción de convertidores catalíticos y semiconductores”, por lo que la escasez podría ejercer más presión sobre el sector automotor de la región, que ya enfrenta limitaciones de suministro.

Pero más allá de lo estrictamente económico y comercial, lo cierto es que Rusia también tiene relaciones políticas de larga data en la región que no son fáciles de quebrar.

Un grupo pequeño pero relevante de países latinoamericanos ha mostrado su simpatía directa y abierta con la posición de Rusia en el conflicto. Venezuela es uno de ellos, ya que tiene en Rusia a uno de sus pilares centrales de apoyo político y militar. Cuba, Nicaragua y Bolivia también han manifestado su respaldo a Putin por oposición también a Estados Unidos.

Por otra parte, es importante destacar que la guerra en Ucrania coincide con la llegada de una nueva ola de presidentes de izquierda en América Latina, apoyados por coaliciones que históricamente han tenido afinidad con la entonces Unión Soviética. Desde 2018, la presidencia de México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras, Chile, Colombia y Brasil ha sido ocupada por estos líderes.

“Muchos de ellos han estado alineados históricamente con Rusia. Entonces no es tan fácil para los gobiernos decir que están a favor de Ucrania”, explica Pamela Aróstica.

Por su parte, el académico experto en temas latinoamericanos de la “Universidad Ca’ Foscari Venecia”, Luis Beneduzi, le dice a BBC Mundo que “para muchos líderes estar con Ucrania es estar con Estados Unidos”.

“Es muy importante la historia del imperialismo estadounidense a la hora de pensar en la reacción de estos países que hoy están viviendo un cambio progresista”, añade.

El caso de Gabriel Boric, en Chile, es quizás el que rompe la regla, pues desde un principio ha sido tajante en condenar a Putin por la invasión. Pero, según los expertos consultados por BBC Mundo, el resto ha dado señales de apoyo débiles. Lula da Silva, por ejemplo, se está ofreciendo ahora como mediador de paz. Sin embargo, de acuerdo con analistas internacionales, su postura podría terminar favoreciendo a Moscú.

“Es probable que los intentos de mediación favorezcan a Rusia. Ucrania necesita luchar para liberar a sus ciudadanos. Moscú puede aceptar un alto el fuego para ‘congelar’ la línea del frente y mantener el control de los territorios ocupados, mientras espera para ganar suficiente fuerza y confianza para seguir adelante”, le dijo Keir Giles, asesor principal del Programa de Rusia y Eurasia en “Chatam House”, a BBC Brasil.

Así, por más que muchos se empeñen en llamar a América Latina el “patio trasero” de Estados Unidos, lo cierto es que la multiplicidad de posiciones de estas naciones frente a la invasión rusa a Ucrania deja ver que Moscú aún despierta simpatía en el continente.

  1. Lazos con Estados Unidos y Occidente. Pero para América Latina no es tan fácil darle la espalda a Ucrania, apoyada fuertemente por Estados Unidos y Occidente. Hay lazos comerciales, políticos y militares con estos bloques que son profundos y de larga data.

En términos comerciales, por ejemplo, el 42 % de las exportaciones totales de la región (que equivale al 8,5 % del PIB regional) es destinado a Estados Unidos, superando incluso a China.

Mientras que, según la Cepal, la Unión Europea atrae el 9 % de las exportaciones, y solo en 2022 aumentó en un 26 % con respecto al año anterior.

Los principales socios comerciales de Estados Unidos son México, Brasil, Chile, Colombia y Perú.

México es especialmente importante en este escenario pues al compartir una frontera de más de 3.000 kilómetros con Estados Unidos tiene una vinculación que se extiende mucho más allá de las relaciones diplomáticas y oficiales.

No solo son socios comerciales estratégicos -según el departamento de Estado de Estados Unidos, en 2021 el comercio de bienes y servicios entre ambos países superó los US$720.000 millones, convirtiendo a México en el segundo socio comercial más grande de Estados Unidos- sino que también tienen que lidiar con temas tan complejos como la migración y la cooperación en Seguridad.

Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no ha cedido ante las presiones de Ucrania de imponer sanciones económicas y políticas a Rusia -y tampoco ha querido enviar armas a Kyiv- sí votó a favor de la resolución de la ONU que pedía a Rusia terminar con la hostilidad hacia Ucrania en febrero pasado.

De esta forma, AMLO ha hecho malabares para intentar mantenerse lo más neutral posible, argumentando que su país está por la “paz y el diálogo”.

Por otro lado, un elemento importante que varios países de América Latina tienen que tener en cuenta a la hora de analizar su apoyo a Ucrania es su fuerte relación desde el punto de vista militar con Occidente.

Así lo explica a BBC Mundo la cientista política y experta en relaciones internacionales Paulina Astroza.

“Hay una parte importante de los países latinoamericanos que van a acompañar siempre a Estados Unidos por un tema de seguridad. Es el caso de Colombia o de muchos países de Centroamérica que dependen militarmente de Estados Unidos”, dice.

Una opinión similar tiene John Griffiths. “La Fuerza Aérea de Chile, por ejemplo, depende de su alianza con Estados Unidos, de su flota de Cazas F16. La Armada chilena también es altamente dependiente de Occidente, y el Ejército tiene la flota acorazada, que es alemana. En Perú, Brasil y Colombia es más o menos parecido. Colombia tiene una relación de décadas con Estados Unidos y no porque hoy exista un gobierno ideológicamente de izquierda eso ha desaparecido”, afirma.

Los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que, a pesar del fuerte lazo que varias naciones latinoamericanas tienen con Occidente, Ucrania y los líderes que lo apoyan -como Joe Biden- siguen a la espera de una señal de respaldo más grande por parte de la región.

Y esa presión -agregan- solo seguirá en aumento en la medida que la guerra no termine.

  1. Respaldo interno. Hay otro elemento importante que los países de América Latina deben evaluar a la hora de apoyar a Rusia o Ucrania: qué piensan sus propios ciudadanos respecto a la guerra.

En este punto, es clave tener en cuenta que para muchos latinoamericanos este es un conflicto lejano, explica Juan Pablo Toro, senior fellow del “Royal United Service Institute (RUSI)”, una institución con sede en el Reino Unido que reúne a expertos en defensa y seguridad.

“Dada la crisis de seguridad en América Latina, la gente se pregunta por qué ellos se van a ir a meter a una guerra a miles de kilómetros de distancia si ellos no pueden salir a la calle porque están los narcos. En temas de seguridad, la prioridad parte por la interna”, señala. Así, explica, hay más incentivos para adoptar una posición neutra frente al conflicto.

“Decirle a la gente que aquí lo que está en juego es la legalidad, la soberanía y un sistema internacional basado en reglas es muy difícil. Porque además nadie sabe lo que va a pasar y al final apoyar a Ucrania es comprarse a un enemigo que, además, es amigo de China”, indica Toro, quien también es director ejecutivo de AthenaLab.

Por otra parte, los gobiernos latinoamericanos -muchos de ellos de izquierda- han recibido presiones de sus propias coaliciones políticas. Es el caso de Boric, quien llegó al poder de la mano del Partido Comunista (PC) chileno. Al momento de la invasión, en febrero de 2022, este partido condenó a Rusia pero también a Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por sus “afanes expansionistas” que, dijeron, “abrían peligro de guerra”.

Además, se opusieron a que el líder ucraniano expusiera ante el parlamento chileno, y, de hecho, no estuvieron presentes en la intervención realizada este martes.

“La decisión de Boric de apoyar tan tajantemente a Ucrania le ha generado costos y bullying de parte de su propia coalición”, afirma Paz Zárate, abogada chilena especialista en derecho internacional público.

“Boric ha tomado un compromiso personal con los derechos humanos, sin importar el país. Tal vez él no sienta, como sí lo sienten otros presidentes latinoamericanos, una identificación con el tiempo soviético”, añade.

A más de un año de la invasión rusa en Ucrania, analistas internacionales coinciden en que cada día habrá más presión para que los países latinoamericanos tomen una posición definitiva con respecto a la guerra.

Aunque la neutralidad puede ser un buen aliado para varias naciones en la región, las grandes potencias están ansiosas de exhibir sus respaldos en un mundo cada vez más polarizado y que a ratos recuerda a la Guerra Fría.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

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RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

Piden a Boric reafirmar derechos en la Antártida y Mar Austral

Piden a Boric reafirmar derechos en la Antártida y
Mar Austral 

Pedro Escobar Arriagada*
Diario El Pingüino

El Presidente de Argentina, Alberto Fernández, se convirtió en el cuarto mandatario argentino en visitar el continente blanco, donde reafirmó los derechos soberanos de su país en los territorios y aguas australes, parte de los cuales son reivindicados por nuestro país.
Tras él, el imponente telón blanco y azul del continente blanco. Enfundado en un grueso polar y visiblemente emocionado, el Presidente argentino Alberto Fernández afirmó: “Aquí, en el fin del mundo, uno puede asumir la dimensión de la Patria”.
El Mandatario destacó en un mensaje por cadena nacional que “el crecimiento de nuestra Argentina tiene proyección hacia el sur y visión bicontinental y parte del desarrollo nacional depende de la defensa de sus componentes estratégicos”.
Y aseguró que la presencia del Estado en la Antártica “es un acto de justicia para con nuestra historia y nuestra identidad, venir hasta este lugar es reconocer lo grande que somos. Mucho más de lo que algunos paladines del desánimo quieren hacernos creer”.
El Mandatario visitó la Base Marambio en el marco del Día de la Antártida
Argentina, que conmemora el 119 aniversario de presencia ininterrumpida de país en ese continente. “Desde el fin del mundo, les hablo de nuevos inicios”,
expresó.
De esta manera, Fernández se convirtió en el cuarto Mandatario argentino en visitar la Antártica, donde Argentina mantiene 12 bases antárticas.
Le acompañaron el ministro de Defensa, Jorge Taiana, el canciller Santiago Cafiero y otros funcionarios del gabinete.

Ver artículo completo:

2329SN PEA Reafirmar derechos de Chile

Publicado por El Pingüino el 19 de marzo de 2023 Edición 690.Punta Arenas.

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