HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

O´Higgins, Beaucheff y Osorno. Antonio Yackcich Furche

                                                               O´Higgins, Beaucheff y Osorno
                      Antonio Yackcich Furche

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News, Seguridad y defensa

A VEINTE AÑOS DE LA CAÍDA DEL PRESIDENTE ARISTIDE EN HAITÍ, EL HECHO QUE LLEVÓ A CHILE A ENVIAR TROPAS. Ramón Jara A.

 

                                                                    A VEINTE AÑOS DE LA CAÍDA DEL PRESIDENTE ARISTIDE EN                                                                                  HAITÍ, EL HECHO QUE LLEVÓ A CHILE A ENVIAR TROPAS

Ramón Jara A.

EMOL, 29/02/2024

Han pasado dos décadas y la situación en el país más pobre de Latinoamérica no mejora, por el contrario, ha empeorado de forma dramática.

Veinte años después de que el 29 de febrero de 2004 el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, que había sido elegido democráticamente, fuera forzado a abandonar el poder por la comunidad internacional con un movimiento popular que se sumó a una rebelión armada, el país está sumido en una crisis sin precedentes.

“El país ha retrocedido mucho” en los últimos 20 años, afirma a EFE el historiador Georges Michel, quien considera: “Todavía tenemos democracia, aunque hayamos dado un paso atrás. La política es mezquindad, trucos sucios y golpes de Estado. Tenemos secuestros y distribución de armas. El próximo Gobierno debe poner las cosas en su sitio”.

Y es que desde el punto de vista social, político, económico y de la seguridad, en este período turbulento Haití se ha visto inmerso en una crisis que ha hecho de él un lugar inhabitable. Miles de familias han tenido que abandonar sus hogares para refugiarse en campamentos, por no hablar de las miles de personas, entre profesionales y universitarios, que han huido en masa del país.

Una inestabilidad política prácticamente endémica. Políticamente, en estos años se ha experimentado una inestabilidad recurrente, marcada por los repetidos retrasos en la celebración de elecciones, la sucesión de transiciones políticas y las incesantes batallas entre los gobernantes y la oposición.

Pero lo peor estaba por llegar con el asesinato, en julio de 2021, del presidente Jovenel Moise en su residencia, lo que agravó aún más una crisis que ya estaba entonces en un punto muy alto.

Durante 13 de los 20 años transcurridos luego del derrocamiento de Aristide, quien tomó el camino del exilio en Sudáfrica, Haití fue gobernado por el régimen de Tèt Kale, con el partido oficial PHTK expulsando del poder a la formación Lavalas, que había dirigido el país durante muchos años bajo las presidencias de René Préval y Jean Bertrand Aristide.

En este tiempo, Haití ha tenido 5 jefes de Estado, no menos de 3 gobiernos de transición y 2 gobiernos provisionales, y solo se han celebrado tres elecciones presidenciales.

Prácticamente todos los presidentes que han salido de las urnas en este periodo han tenido que enfrentarse a intensas protestas antigubernamentales, muchas de las cuales se tornaron violentas y estuvieron marcadas por las muertes, los saqueos y los incendios.

El país también ha conocido una quincena de primeros ministros, algunos de los cuales han durado muy poco en el cargo y otros han sido expulsados a través de protestas.

Además, en el espacio de 20 años el país ha sido o va a ser testigo de dos intervenciones extranjeras, en 2004 y la misión multinacional de apoyo a la seguridad que ahora está en preparación.

Chile fue uno de los países que participó en la misión de la ONU de 2004, luego de que el Presidente Ricardo Lagos acogiera el llamado del Consejo de Seguridad, donde el país era miembro temporal. “Es una misión que entraña responsabilidades para un país pequeño como Chile, pero las asumimos, porque la paz que tenemos entre los chilenos, queremos que exista también en aquellos pueblos de América Latina, que están desgarrados por el enfrentamiento”, indicó en su momento.

La presencia chilena en Haití se extendió durante 13 años, con más de 12.000 efectivos pertenecientes a todas las ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden y un gasto de US$ 177 millones.

Continuo baño de sangre. En cuanto a la seguridad, la situación ha degenerado en un baño de sangre, con masacres, ataques armados, violaciones colectivas e individuales, ajustes de cuentas, robos y unos secuestros que van en aumento y que se han convertido en algo cotidiano.

Si en la época de Jean Bertrand Aristide había grupos armados, eran menos de una docena y estaban confinados a zonas concretas como Delmas 2, La Saline, Cité-Soleil y Fortoroun.

Pero hoy hay entre 200 y 300 bandas que tienen como rehén al 80 % de la capital y a innumerables regiones del país. En las dos últimas décadas, las bandas se han vuelto más organizadas y son más arrogantes y poderosas que nunca, incluso están equipadas con tecnología y armas de última generación, en medio del aumento de la corrupción, la impunidad o la falta de independencia de la justicia.

La vida nocturna ha desaparecido por completo en muchas partes del país y poder moverse libremente por Haití es ahora un lujo, dado que las bandas armadas controlan un sinfín de territorios.

La gansterización se ha extendido por todos lados. Las carreteras nacionales están totalmente controladas por esas pandillas, que siembran el terror día y noche, triplicando o incluso cuadruplicando el precio del transporte desde la capital a ciudades de provincia, lo que aumenta aún más una inseguridad alimentaria que, en su fase aguda, ya afecta al 44 % de los haitianos.

En términos económicos, la situación está marcada por una economía en crisis, sin crecimiento y basada únicamente en las transferencias internacionales que mantienen con vida a muchos haitianos.

La moneda local, el gourde, ha sufrido en estos veinte años una importante devaluación (ha perdido más del triple de su valor), lo que ha repercutido en el incremento de la inflación y del costo de la vida en el que, ya de por sí, es el país más pobre de América.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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Columna de Opinión, News

INCENDIOS Y LA IMPORTANCIA DEL FOMENTO FORESTAL. Julio Torres Cuadros, Ingeniero Forestal

 

                                                       INCENDIOS Y LA IMPORTANCIA DEL FOMENTO FORESTAL

Julio Torres Cuadros, Ingeniero Forestal. Integrante de Futuro Madera, Secretario ejecutivo Colegio de Ingenieros Forestales de Chile

El Mostrador, 09/03/2024

Este segmento perdió más de 100 mil hectáreas de plantaciones y fue abandonado por los planes de reconstrucción del Estado. Las ayudas solo llegan a agricultores, apicultores, vitivinicultores, fruticultores. A todos, menos a quienes plantan árboles para producir madera.

Cada vez que se presenta una temporada de incendios forestales se levantan críticas sobre las plantaciones forestales y la necesidad de regularlas en la interfaz urbano-rural.

Con frecuencia se les atribuye la principal responsabilidad de los siniestros, como en el caso de Valparaíso, en el que una investigación del World Weather Atribution (WWA) concluye que son los monocultivos forestales los que explican la tragedia.

La WWA es un organismo de colaboración científica con base en el Imperial College de Londres dedicado a examinar eventos climáticos extremos en todo el mundo.

Resulta curioso constatar que en sus conclusiones los autores del estudio no consideraron el hecho de que el principal tipo de vegetación quemada fue bosque nativo, con un 45 % de la superficie afectada, mientras que las plantaciones quemadas ascendieron a un 20 %.

Por supuesto, hay quienes afirman que ese 20 % explica toda la tragedia. Los datos, al fin y al cabo, son interpretables y muchas veces deben “ajustarse” a las conclusiones previas.

Este sistemático discurso acusatorio contra las plantaciones genera dos impactos relevantes. En primer lugar, se levantan de manera exprés propuestas regulatorias sobre la vegetación (solo exótica, por supuesto), que apuntan a perseguir a los propietarios de los terrenos afectados, más que a quienes verdaderamente producen los incendios. La eficacia de estas propuestas es altamente discutible, lo que al parecer ignora la alcaldesa de Viña del Mar.

La segunda consecuencia es que se excluye del apoyo del Gobierno a los propietarios que ven sus terrenos con vegetación arrasados por el fuego.

Esto es especialmente crítico hacia los pequeños y medianos propietarios de plantaciones forestales que fueron afectados por los incendios de 2017 y 2023. Entre estos dos episodios, este segmento perdió más de 100 mil hectáreas de plantaciones y fue abandonado por los planes de reconstrucción del Estado.

Las ayudas solo llegan a agricultores, apicultores, vitivinicultores, fruticultores. A todos, menos a quienes plantan árboles para producir madera.

La omisión no es inocua. Los terrenos terminan siendo abandonados por sus dueños, desatándose una regeneración agresiva que puede alcanzar varios miles de plantas por hectáreas, que no es manejada y, por lo tanto, genera riesgos potenciales de más incendios, sumado a la pérdida productiva de quien es víctima y no autor del fuego.

Nada de esto parece conmover a la autoridad.

Es urgente revisar la actual estrategia del Gobierno, focalizada en sacar adelante un proyecto de ley de prevención de la propagación de incendios forestales basada en la aplicación de nuevas regulaciones a los propietarios de bosques plantados, omitiendo otros aspectos esenciales, como la regulación del establecimiento de poblados en medio de una matriz de vegetación preexistente (lo que ocurre en Valparaíso) y la creación de programas de recuperación productiva de bosques quemados de pequeños y medianos propietarios forestales.

Desde el sector de la madera, insistiremos en revisar el proyecto de ley de incendios forestales en su segundo trámite constitucional en el Senado y buscaremos que se incorporen acciones tendientes a prevenir la ocurrencia de incendios y no solo la propagación, además de incorporar mecanismos de recuperación de bosques quemados, enfrentando el actual abandono que vive el segmento de pequeños y medianos propietarios y la pyme forestal.

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Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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