Columna de Opinión

Venezuela se desangra. Blog de Sergio Melnick, La Segunda, 27 de febrero 2014. ¡Al Fin Chile Está Plenamente Reconciliado! por H. Pérez de Arce

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
En la Nueva Mayoría, la mayor parte de la DC ha sido categórica en condenar lo que ocurre hoy en Venezuela (y Cuba, por cierto), lo que genera un grave conflicto al interior de esa coalición. Por cierto, Bachelet no ha hecho pronunciamiento alguno en la materia. Quizás no corresponda aún, pero tampoco lo ha hecho acerca de la tremenda falta de prolijidad en sus nombramientos.

Ya van varias semanas en las que finalmente el mundo ha tomado conciencia de lo que es el marxismo autoconfeso gobernando un país latinoamericano. Un país que sigue los lineamientos de la revolución cubana al pie de la letra. Un país que, de hecho, financia a Cuba con su petróleo y otros recursos. La defensa de que Venezuela es democrática hoy no es realmente determinante, ya que ser elegido por votación no significa necesariamente ser democrático. Hitler también fue elegido. En la democracia real se respeta al adversario y, en especial, el Estado de Derecho, lo que no parece ocurrir en Venezuela (menos en Cuba).

Por mucho que le moleste a una buena parte de la izquierda chilena,Venezuela ha cometido exactamente los mismos errores que el Chile de la UP. Gobiernan formalmente sólo para su sector, no para el país (como lo declaró Allende públicamente); son absolutamente incompetentes en el manejo de la economía y culpan de los problemas a sus adversarios; atacan o cierran a los medios de comunicación opositores; fomentan sistemáticamente el odio, predican la lucha de clases y denuestan a sus adversarios con grueso lenguaje; buscan todos los resquicios legales posibles para abusar del poder Ejecutivo, etc.

Es casi impensable que un país petrolero, con el barril a US$ 100 o más, esté literalmente quebrado, tal como ocurrió en Chile usando exactamente las mismas políticas económicas. La inflación en Venezuela está desatada, no hay divisas, hay escasez de alimentos y otros productos básicos, no hay crecimiento, la deuda es casi impagable, etc. Por cierto, el gobierno de Nicolás Maduro culpa a la derecha acaparadora y a la CIA de un complot, lo mismo que hizo la UP.

Es absurdo y ridículo el expediente majadero de acusar a todos sus opositores, incluyendo a los estudiantes, de ser fascistas empleados de la CIA (algo típico del lenguaje castrista). Es simplemente ridículo, pero es el mismo discurso que utilizan el PC chileno y una buena parte de la izquierda. De hecho, el PC apoya hoy formalmente las atrocidades de Maduro e insiste en la desfachatez de que Cuba es plenamente democrática. Igual ocurrió con Alemania Oriental y la URSS, países que la izquierda siempre apoyó. La FECh ha dado un triste espectáculo apoyando la represión de Maduro y no a los estudiantes que protestan. Para qué hablar de la ACES, que aún son niños que opinan sobre estos temas como si entendieran algo.

En la Nueva Mayoría, la mayor parte de la DC ha sido categórica en condenar lo que ocurre hoy en Venezuela (y Cuba, por cierto), lo que genera un grave conflicto al interior de esa coalición. Por cierto, Bachelet no ha hecho pronunciamiento alguno en la materia. Quizás no corresponda aún, pero tampoco lo ha hecho acerca de la tremenda falta de prolijidad en sus nombramientos.

Respecto de Venezuela, es importante reiterar que no se gobierna con sólo buenas intenciones, sino con seriedad y calidad de políticas públicas. No es lo mismo querer mejorar el transporte público, que implementar un Transantiago. Es fácil hablar de la pobreza, difícil disminuirla (es más, aumentó en el primer período de Bachelet).

Seriedad y calidad de políticas públicas es lo que no tiene Venezuela, que va en rumbo de colisión evidente. El país está con hambre, con alta inflación, paralizado, desabastecido y polarizado. En mi opinión, se viene alguna forma de autogolpe del chavismo, que ya controla a las FF.AA. Será interesante ver cómo reaccionará el gobierno de la Nueva Mayoría frente a un escenario de esa naturaleza o un agravamiento del actual. Será difícil pasar “piola”, comolastimosamente lo ha hecho la OEA dirigida por Insulza hasta ahora.

Blog de Hermogenes Perez de Arce
sabado 1o. de marzo 2014.

El libro más importante del año pasado, “Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos: Inconstitucionalidades, Arbitrariedades e Ilegalidades”, del abogado y marino (r) Adolfo Paúl Latorre, agotó su primera edición de mil ejemplares, lo que dará lugar al lanzamiento de la segunda esta semana, en medio del temor de que la izquierda se dé cuenta y “fune” el acto, obligándonos a los asistentes a salir del local (cuya ubicación no daré, por el peligro que ello implica para los que concurran) en medio de la protección policial y bajo piedrazos, salivazos, empujones y golpes de las brigadas marxistas, como ha sucedido otras veces en que el minúsculo grupo de los casi inexistentes actuales partidarios del Gobierno Militar ha querido reunirse públicamente. Pues Chile está casi unánime y completamente reconciliado en la idea de condenar a ese Gobierno y no admitir que su recuerdo sea defendido por nadie. Incluso hay una moción de ley para tipificar como delito semejante conducta y es seguro que la Nueva Mayoría del Congreso pronto lo aprobará. El propio libro que he calificado de tan importante no ha tenido casi publicidad, pues de él apareció un solo comentario, en “El Mercurio”, expresando que estaba destinado a no ser leído por nadie. De modo que yo, es decir, nadie, lo estoy leyendo.

Entonces, supongo que está claro por qué Chile está reconciliado, pero añadiré otras explicaciones “a mayor abundamiento”. En una frase, lo está porque todos aquellos cuya opinión tiene alguna significación han llegado a opinar lo mismo que la izquierda sobre el pasado histórico que en algún momento anterior nos dividió. Puede quedar todavía alguien, como el autor de este blog, que opine distinto, pero, como me dijera en un foro de televisión con tanta gracia el director de “The Clinic”, Patricio Fernández, soy un personaje insignificante, digno de figurar sólo en un insectario que contenga bichos prehistóricos raros, sin ninguna relevancia presente.

Bueno, en el curso de mi lectura a marchas forzadas del libro, antes del lanzamiento de su segunda edición (no es tarea breve, pues ésta tiene 718 páginas, es decir, 82 más que la primera) cada vez me sorprendo más, y en particular me ha llamado la atención el capítulo 9 y su párrafo “Algunas miradas sobre la reconciliación”, donde se cita extensamente otro libro, lanzado el año pasado por el senador Hernán Larraín Fernández y el ex senador Ricardo Núñez Muñoz, ambos completamente reconciliados entre sí y que piensan lo mismo, es decir, condenan al Gobierno Militar: Larraín, porque se ha declarado arrepentido de haberlo apoyado y ha pedido público perdón por esa grave falta (que en breve puede constituir delito); y Núñez, que ha sintetizado su pensamiento en la siguiente frase para el bronce del “Hall of Fame” de las reconciliaciones: “Mientras haya algunos que justifiquen el Golpe, la reconciliación no se hace posible”.

Pero, de hecho, ya nadie “justifica el Golpe”. Ninguna entre las “Voces de la Reconciliación” citadas en el libro de Larraín-Núñez lo hace. La que llega más lejos es la del diputado chileno-sueco Mauricio Rojas, que hoy se declara “más que arrepentido” de haber formado parte de un grupo extremista armado de izquierda, durante la UP, pero no por eso deja de condenar al régimen que la derrocó.

Más aún, los que fueran baluartes del Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden ya lo han condenado explícitamente. “El Mercurio”, uno de ellos, ha pasado a opinar oficialmente así, en su primer editorial de 1° de julio de 2012: “El Gobierno Militar cometió las violaciones de los derechos humanos que el Informe Rettig estableció como verdad consensuada”.

Y nada menos que el propio Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, declaró el 10 de diciembre de 2004: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables el pasado”.

¿Qué más reconocimiento quieren? ¿No les basta con la condena de “El Mercurio” al Gobierno Militar ni con la rendición incondicional del Ejército? ¿No se cumple así la exigencia de repudio de Núñez, o la que posteriormente hizo el prohombre socialista Ricardo Solari (“La Segunda”, 29.08.13) de “un repudio generalizado, y sólo entonces la sociedad mirará ese período con otra perspectiva”.

Bueno, el “repudio generalizado” ya se ha producido. El o los disidentes que pueda todavía haber están clavados en un insectario, completamente inermes e inanes. Todo el país está de acuerdo, ha elegido un gobierno que está de acuerdo y también el gobierno saliente de Piñera está de acuerdo, como lo manifestó al encabezar el repudio al Pronunciamiento con motivo de su 40° aniversario.

¡Chile entero condena al Gobierno Militar! Entonces, es hoy un país cabal, completa y totalmente reconciliado. ¿Qué más se podría pedir? Y, sin embargo, hay gente que todavía no está satisfecha. Vaya uno a entenderla. ¿O querrá que se destruyan hasta los insectarios?

Imagen COMISION DE COMUNICACIONES

UNOFAR FILIAL VALPARAISO

Columna de Opinión

LAS DOS TEORÍAS DEL MAESTRO. (BLOG de Máximo). POLIGAMIA GUBERNAMENTAL porGónzalo Rojas.

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
Los comunistas, expertos en estas prácticas, han querido marcar desde el primer día el estilo con que fiscalizarán a su propio gobierno. Son apenas seis diputados, tienen apenas dos personeros entre los cuarenta más importantes en el futuro Poder Ejecutivo, pero han levantado su voz, como si fueran los primeros entre sus pares, para emparejar sus fuerzas con los socios evidentemente más numerosos, por afines que sean. Pregúntenle a Fulvio Rossi.
El gran Álvaro Bardón nos contaba que el gran mérito chileno desde el ’73 en adelante, fue tener suerte, solo eso. Chile tuvo suerte, ya que la UP terminó de destruir el país pichiruche que ¿construimos? desde los años ’30 en adelante. Solo la UP era capaz de destruirlo. Tuvo suerte que Pinochet, Merino y cia. adoptaran el modelo de mercado que el mismo Bardón y el resto de lo “Chicago Boys” les presentaron. Los militares, quienes no tenían un plan de reconstrucción definido, pudieron haber hecho muchas cosas, pero tomaron esa decisión. El ’89, mientras la izquierda se sobaba las manos pensando en “terminar con el modelo heredado de la dictadura” tal como habían prometido durante la campaña, se encontraron con el derrumbe del comunismo, con Muro de Berlín incluido. ¿Justito, verdad?. Eso, más la constitución de Jaime Guzmán, “enclaves autoritarios” incluidos, fueron el último golpe de suerte que impediría que “la chilenidad” volviera a tomar las riendas del país.

Hoy, “la calle” vocea antiguas y fracasadas recetas extraídas desde añejos libros marxistas; desde informes evacuados por algún investigador comunista de pacotilla; desde “papers” explicativos de la razón de la sinrazón del porqué de la explotación del hombre por el hombre; desde los razonamientos irracionales de algún joven idealista iluminado; y desde el Manuel de Carreño comunista que mantiene sus procedimientos intactos desde hace un siglo.

Sin embargo, las noticias que nos llegan desde los paraísos terrenales revolucionarios del barrio pueden mantener nuestra suerte intacta. ¿Qué pasará con la revolución chilena si Argentina y Venezuela revientan como guatapique?. Colas, hambre, delincuencia galopante, asesinatos a la orden del día, dólar desbocado, inflación ídem, protestas diarias transmitidas por las redes sociales, encarcelamiento de disidentes, Cristina I “la loca” peinando la muñeca y Maduro hablando con el ave, etc. En fin, la anarquía o el autogolpe. ¿Serviría todo esto para que el populacho bárbaro escarmiente?. ¿Sería suficiente la destrucción de dos o más países en manos de los compinches de Vallejo, Teillier, Kariola, Meo, Navarro y Girardi para que los descendientes de Michimalonco acepten la realidad?.

Chile está a pasos de volver a ser administrado por el pueblo, es decir, a pasos de su autodestrucción. ¿Estará vigente aun la “teoría Bardón”?.

Lamentablemente don Álvaro además manejaba una segunda teoría, la de los 40 años. ¿Recuerdan?: Cada 40 años Chile se pega un balazo en el pie…..y ya llevamos 44. ¿Aguantaremos hasta que Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador colapsen?.

¿Qué será mas poderosa, nuestra evidente estupidez o nuestra aparente buena suerte?.

Álvaro nuestro que estás en los cielos, ………….líbranos de todo mal. Amen.

Las elecciones se ganan con coaliciones amplias, pero los gobiernos necesitan equipos estrechamente unidos.

Es la diferencia entre el 15 de diciembre y el 11 de marzo, ya anticipadamente puesta de manifiesto en estos agitados días de enero y febrero.

Lo que la Concertación -aumentada con el PC y otras fuerzas menores- ganó en amplitud, lo va a ir perdiendo en profundidad y en cohesión. Es una de las paradójicas válvulas de seguridad que tienen las democracias: mientras más amplia una mayoría conformada por elementos muy diversos, más garantías tiene la minoría de poder sobrevivir (por eso, los partidos con ideología y mentalidad totalitarias han procurado siempre eliminar pronto a sus socios de talante democrático, ya que sus proyectos de control total del Estado requieren de la férrea disciplina del partido único).

El segundo gobierno Bachelet va a enfrentar -más que cualquier otro, desde 1990 en adelante- la durísima realidad de lo heterogéneo, especialmente perturbadora cuando cada una de las piezas del engranaje que se quiere hacer funcionar encaja poco con las demás, porque todas creen tener la condición de motor.

Las disputas de estos días por la concreta cuestión de las eventuales inhabilidades son solo las primeras escaramuzas y, además, no serán las más importantes: los sacrificios de nombres que se anunciarán desde el lunes 24 próximo no aplacarán a los dioses, porque los sacerdotes de cada una de las corrientes que conforman la nueva administración, con el paso de los días y de los meses, irán pidiendo más y más sangre de sus hermanos en la fe, de aquellos no suficientemente ortodoxos. Los dioses del poder son insaciables y sus ministros, implacables: no conocen la misericordia.

Los comunistas, expertos en estas prácticas, han querido marcar desde el primer día el estilo con que fiscalizarán a su propio gobierno. Son apenas seis diputados, tienen apenas dos personeros entre los cuarenta más importantes en el futuro Poder Ejecutivo, pero han levantado su voz, como si fueran los primeros entre sus pares, para emparejar sus fuerzas con los socios evidentemente más numerosos, por afines que sean. Pregúntenle a Fulvio Rossi.

Mientras más sólida sea su presencia, mejor lograrán neutralizar a sus rivales de alguna hora futura, los democratacristianos (¿llegará ese momento?), cuando deban enfrentarse en materias culturales y morales; de paso, con estas denuncias sobre ética pública, están blindando a Teillier, ideólogo, cómplice o encubridor -según su propia declaración- del asesinato de los cinco escoltas del Presidente Pinochet, y, finalmente, un buen día podrán bajarse del carro gubernamental, argumentando no haber sido suficientemente acogidos en sus sacrosantas demandas y denuncias.

Socialistas, PR y PPD, a su vez, encontrarán numerosos motivos de conflictos entre ellos, por razones ciertamente más prosaicas: sus electorados potenciales son tan parecidos, que cada intendente, gobernador, alcalde, concejal, core o seremi del partido del lado será considerado una amenaza potencial de cara a noviembre de 2017. La aplicación concreta del programa en cada localidad será el pretexto, y la defensa de la propia posición, la verdadera razón para descuerarse unos a otros.

A todos con todos los tensionarán las relaciones que unos u otros entablen con el activismo social, o la influencia en Chile de la crisis de los chavismos latinoamericanos, o uno que otro escandalillo que surgirá por aquello de la debilidad humana.

Bachelet ha guardado silencio por ahora: es su norma fundamental. Pero, desde el 11 de marzo, esta poligamia gubernamental va a exigir sus definiciones.

Gonzalo Rojas

Columna de Opinión

Los Jueces iluminados. Teresa Marinovic (Las Ultimas Noticias, sábado 15 de febrero 2014). John Creyó que Chile Era un País Libre.(Blog de Hermógenes Pérez de Arce, viernes 14 de febrero 2014.)

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
Porque los tribunales modernos no pueden pretender que son algo así como el Consejo de Ancianos. Están conformados (o deberían estarlo) por individuos competentes en lo que se refiere al conocimiento y a la aplicación de la ley y no por hombres que en atención a su excelsa sabiduría, están facultados para pronunciarse ex cathedra sobre cualquier cosa, como tampoco para resolver todos los males de la humanidad.
Los jueces iluminados
La convicción de algunos magistrados es que su propia sensibilidad respecto de los asuntos que debe discernir les permite dictar sentencia al margen de la norma.

“No tiene argumentos legales y, en consecuencia, no tiene destino”. Lo dijo Piñera a propósito de la última controversia limítrofe con el vecindario y lo dijeron quienes le antecedieron en la historia. El hecho es que se equivoca, como se equivocaron también los demás al suponer que son criterios jurídicos los que priman en los jueces al momento de fallar.

Porque la verdad es que más allá de la ideología personal del juez de turno (que evidentemente siempre incide en las decisiones que toma), es un hecho que en la actualidad la convicción de algunos magistrados es que su propia sensibilidad respecto de los asuntos que debe discernir les permite dictar sentencia al margen de la norma.

La ideología predominante, y la verdaderamente peligrosa, es precisamente esa, porque induce al juez a pensar que su ardiente deseo de hacer justicia legítima que sus fallos sigan los dictados de su conciencia, incluso cuando ella los conduce por caminos opuestos a los de la ley.

Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando un juez toma decisiones en cuestiones medioambientales y se pronuncia sobre aspectos técnicos que no le competen (y lo que es peor, que desconoce). Y lo que ocurre también cuando asume a priori la causa de los trabajadores, como si en la relación con el empleador este último no pudiera tener nunca la razón. Es lo que determina, en definitiva, que fallos de tribunales internacionales hagan referencia explícita a criterios de equidad cuya aplicación se realiza a veces en desmedro de lo jurídico.

Y aunque para algunos esta coherencia de los jueces consigo mismo sea digna de alabanza, la verdad es que en la práctica es fuente de profundas injusticias.

Porque los tribunales modernos no pueden pretender que son algo así como el Consejo de Ancianos. Están conformados (o deberían estarlo) por individuos competentes en lo que se refiere al conocimiento y a la aplicación de la ley y no por hombres que en atención a su excelsa sabiduría, están facultados para pronunciarse ex cathedra sobre cualquier cosa, como tampoco para resolver todos los males de la humanidad.

De otra forma se contraviene un principio básico de justicia, cual es que los ciudadanos estén sometidos a reglas objetivas (previamente establecidas, conocidas y por tanto aceptadas) y no al arbitrio de “alguien” en particular. El principio de igualdad ante la ley es impracticable cuando no es en virtud de ella que se juzga, sino en virtud de una supuesta y autoconferida superioridad moral de un ciudadano respecto de otro; superioridad que, por lo demás, es inadmisible en un régimen democrático.

Cuando un juez estima, por tanto, que puede dirimir por un carril paralelo al de la ley, supone en el fondo que su jurisdicción no tiene límites. Su obligación de resolver una cuestión puntual se transforma así en una oportunidad, en una mera excusa, para cumplir con una función que en realidad no tiene. la de hacer justicia universal. Y esa concepción mesiánica de sí mismo y de la propia tarea suele ser el origen de injusticias y arbitrariedades mayores que las que se pretenden resolver.

“No tiene argumentos legales y, en consecuencia, no tiene destino”. Es de esperar que la evidencia de los hechos recientes y pasados le permitan a Chile no seguir apostando tanto a la verdad de esa sentencia, no al menos mientras haya tanto juez con complejo de iluminado.

John Creyó que Chile Era un País Libre
John es norteamericano y de derecha, pero, como casi todos los norteamericanos, es ingenuo y sostiene que éste es un país libre. Tanto lo cree, que ha formado un movimiento para que sus compatriotas dejen los Estados Unidos, porque estima que ése si es un país cada vez más socialista, y les aconseja venirse a vivir acá. Su movimiento se llama “Leave America Now”. Y John ha escrito libros y folletos promoviendo a Chile y alentando a sus compatriotas a radicarse acá. Muchos le han hecho caso, en su mayoría gente adinerada y todos con buenas capacidades para ganarse la vida. De hecho, yo contribuí a que un ingeniero aeronáutico fuera contratado para hacer clases en una universidad privada chilena.

Pero John y yo tenemos una discrepancia fundamental: desde un principio yo le he dicho que Chile es un país básicamente socialista y que la Junta Militar de Gobierno lo transformó en una sociedad transitoriamente libre, pero que la mayoría de los chilenos va a terminar convirtiéndolo de nuevo en una nación socialista. Le he dicho que lo que algunos llaman “el milagro chileno” no consiste en lo que el país ha logrado gracias al régimen de libertades que le heredó la Junta a la civilidad, sino en que los socialistas de diferente signo que han estado en el poder entre 1990 y 2014 no hayan desmantelado por completo la sociedad libre estructurada bajo la Junta. Ése ha sido el milagro.

Y le he dicho a John que justamente ahora los chilenos se han puesto firmes para terminar con la sociedad libre y han elegido a Michelle Bachelet, que va a instaurar el “Otro Modelo”, que obviamente es el socialista. Le he añadido que él debería formar un movimiento que se llamara “Leave Chile Now” y facilitarles a los chilenos, cuando todavía es tiempo, irse a vivir a algún país verdaderamente libre, si es que queda alguno.

Pues yo estoy convencido de que en América Latina las mayorías son básicamente adversas a vivir en libertad y lo que realmente quieren es un Estado grande que les dé las cosas gratis y que, en lo posible, persiga a los particulares que las producen y les estatice las empresas para que sean manejadas por el Gobierno y en ellas se contrate a muchos miles de personas más de las que se necesita, con altos sueldos. En resumen, quieren todo lo más posible trabajando lo menos posible y teniendo ”buenas pegas” en las empresas estatales. Es el ideal que se conoce como socialismo.

Obviamente, eso no funciona, como lo estamos viendo en Venezuela y en Argentina y lo estamos comenzando a ver en Brasil. Pero eso no significa que no puede permanecer y eternizarse, como en Cuba. De hecho, mi pronóstico es el siguiente: Brasil es la próxima Argentina; Argentina es la próxima Venezuela; y Venezuela es la próxima Cuba. Bueno, yo pienso que Chile es el próximo Brasil, pero lo que está claro es que todos vamos para allá. “Leave Latin America Now”, sería el “motto” más racional de un movimiento con visión de futuro. Advierto que esto no es original mío, sino parte de lo anterior lo dijo un inversionista extranjero y se lo oí citar en una conferencia a Hernán Büchi.

Bueno, mi amigo John no sólo ha cometido el error de no hacerme caso, sino que ha cometido tres errores más, lo que revela lo ingenuos que pueden ser los norteamericanos: el primero es que se ha nacionalizado chileno, cuando lo que más quiere el 90% de los chilenos (pregúnteles usted a todos los que conozca) es tener un pasaporte norteamericano. Incluso los marxistas, por supuesto. El segundo error de John consistió en escribir cartas a los diarios defendiendo la sociedad libre cada vez que veía surgir alguna idea socialista. Lo peor de todo es que muchos diarios del país se las han publicado y ya han surgido los marxistas de siempre (basta ver los comentarios al pie de este blog para saber que están en todas partes repartiendo odio) para vituperarlo, y hasta el mismísimo Douglas Tompkins, un gran adalid para impedir que los chilenos seamos libres de crear y producir, lo ha atacado públicamente, a raíz de que John lo criticara a él por conspirar contra las libertades de los demás.

Bueno, como dije y tal como si fuera un chileno común y corriente, John no me ha hecho caso y ha actuado como si Chile no fuera socialista: utilizando su libre iniciativa, ha organizado una empresa para facilitar a los norteamericanos instalarse acá y, naturalmente, como no es socialista, lo hace “con fines de lucro” y le ha ido muy bien.

Los socialistas locales (es decir, casi todos) han encontrado que esto es el colmo: ser norteamericano, traer a más norteamericanos, cobrar por sus servicios y ganar dinero; y más encima atacar al socialismo y predicar la bondad de un clima de libertades ya fue como mucho. Y John se ha encontrado ahora con que la PDI anda tras sus pasos y lo tiene sometido a investigación. Él no sabe por qué y me lo pregunta a mí, y yo le contesto que porque: 1) Chile no es un país libre; aquí el Estado se mete en todo; 2) Eres norteamericano y eso constituye presunción de culpa; 3) Quieres hacer negocios en Chile y eso es casi por sí solo constitutivo de delito y todos te van a querer perseguir; 4) Crees que acá hay “debido proceso” y que no te pueden investigar sin notificarte; y creer que nadie puede ser acusado de un delito si no hay una ley que lo haya establecido antes (“principio de legalidad”) o creer que se te presume inocencia (“presunción de inocencia”) es como para decirte “¿en qué país vives, John?”. Y entonces le recomienzo leer el libro “Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos: inconstitucionalidades, arbitrariedades, ilegalidades”, donde está la mejor prueba de que Chile no es un Estado de Derecho, porque si no eres socialista ni subversivo acá no tienes ninguna protección y careces de derechos y te pueden tomar preso sin motivo y condenarte y después trasladarte a un penal peor nada más que para conseguir mayores aplausos.

Entonces, la PDI se encuentra persiguiendo a John, John me llama a mí y yo le contesto que se lo advertí desde un principio. Gasta plata en abogados para defenderse de no sabe qué y yo le digo que la PDI acá te puede perseguir sin necesidad de decirte por qué y que el recurso de protección establecido por el Gobierno Militar sólo les sirve a los izquierdistas, porque los Tribunales tienen mayoría de jueces de izquierda y si eres norteamericano, derechista autoproclamado y empresario tienes las tres condiciones necesarias y suficientes como para que te rechacen el recurso de protección (lo que no te excusará de pagar los honorarios de tu abogado) y que por qué no me hiciste caso desde un principio.

Un señor europeo que conocí durante la UP y cuando temíamos que el socialismo se hiciera de todo el poder en Chile por las armas me dijo un día: “Yo quiero vivir en un país en que, cuando suene el timbre en la mañana, yo sepa que es el diario o la leche, y no un agente de Investigaciones”. Bueno, John, ahora Investigaciones te está persiguiendo sin siquiera tocar el timbre.

Te lo advertí desde un principio.

Columna de Opinión

¿Qué perspectivas tienen ahora las relaciones internacionales de Chile después del fallo de La Haya?por Ricardo Israel. MIÉRCOLES, 29 DE ENERO DE 2014. Publicado por Hermógenes Pérez de Arce

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
o tengo buenos recuerdos de La Haya, porque un indonesio al volante de un mini casi me atropelló allá en 1990 y después, cuando fui a un café a tomarme algún bebestible reparador del susto, un mozo, presunto exiliado chileno, se negó a tomar mi pedido, y tuve que ir a reclamarle a su jefe, que reparó la desatención pero no logró tranquilizarme de que lo que me sirvieron no hubiera sufrido alguna alteración fitosanitaria.

¿Qué perspectivas tienen ahora las relaciones internacionales de Chile después del fallo de La Haya?

Lo más importante es empezar a conformar una mirada estratégica de las relaciones de nuestro país, de la que hoy carecemos, lo que se demuestra no sólo en estos elementos de política exterior, sino también en la incapacidad de abordar como país elementos de seguridad nacional, tales como la situación de las zonas extremas, el hecho que la población apenas se esté reproduciendo, la previsible escasez de energía, una obsoleta estructura centralista en perjuicio de las Regiones y los gobiernos locales, sólo por mencionar algunos.

Una visión estratégica también incluye la necesidad de un proceso de toma de decisiones que reduzca la excesiva separación que ha existido históricamente entre la parte uniformada y la civil del Estado.

Hay que enfrentar el hecho de que las diferencias con nuestros vecinos no son primordial ni exclusivamente de tipo jurídico, sino de fuerte raíz histórica, lo que incluye una visión educacional de memoria selectiva que pone acento en las guerras, y no en el esfuerzo de la naciente república chilena para conformar la Expedición Libertadora, como tampoco el apoyo posterior a Perú en su conflicto con España, que terminó en ataque a un indefenso Valparaíso.

Por lo tanto, hay mucho que avanzar en la forma cómo se educa a las nuevas generaciones, como también en entender que las relaciones entre los países no son sólo ni exclusivamente económicas, sino que están fuertemente influenciadas por una variedad de elementos, ya que buenos negocios se han hecho también entre ambos países en periodos donde no ha existido un hecho tan inamistoso como esta demanda.

Chile debe actuar en forma más proactiva y no sólo reactiva, como lo ha estado haciendo por demasiado tiempo. Ello pasa por una acción más abierta en lo político, donde sin complejos se exponga nuestra posición ante el mundo, incluyendo organismos internacionales. Por lo demás, es lo que hacen nuestros vecinos, lo que no me merece crítica alguna sino sana envidia, ya que sólo defienden sus intereses. Lo mismo se puede decir de la forma cómo Perú se preocupa de su sur en comparación a lo que hacemos con nuestro norte, y, en el otro extremo geográfico, tenemos a Argentina y su eficaz inversión patagónica en comparación a nuestro descuido.

Chile necesita plantearse una urgente reforma y modernización de ese instrumento que es el Ministerio de Relaciones Exteriores (en la década del 90 me tocó organizar desde la Universidad una comisión que entregó una propuesta donde distintos actores identificaban 14 puntos, sin que se conociera respuesta).

Chile no ha expresado con claridad cuáles son los intereses no negociables, las líneas rojas que no se deben cruzar; en qué condiciones está disponible para comprometer tropas para acciones de la comunidad internacional y en cuáles no está. En el fondo, Chile debe actuar siempre en la forma más conveniente a sus intereses, como lo hacen tantos países en el mundo y en la región, lo que debe trasladarse a una total coherencia en nuestras votaciones en los organismos internacionales cuando el tema que se discute tiene que ver con elementos similares, es decir, fronteras, territorios y paz. También, pasa por la decisión de país de buscar ser más respetado, aunque ello a veces signifique no ser igualmente querido.

Si algo hay que aprender de la forma como Perú nos llevó a La Haya, es en relación a Bolivia, ya que por mucho que nos parezca sin base jurídica la pretensión altiplánica, Perú nos demostró que con constancia se puede construir un caso artificial. Por lo tanto, la lección es no subestimar de manera alguna lo que está haciendo Bolivia, que crece además en el tribunal de la opinión pública internacional que condiciona actitudes de gobiernos, y lo que se supera únicamente con mucha actividad por parte de Chile, ya que implica tratados totalmente firmados, y es de imaginar lo imposible que habría sido la Unión Europea si se hubiese seguido por el camino del Presidente Morales. Pero ello pasa por nuestra actitud de explicar lo que no necesariamente otros tienen la obligación de saber o entender, y también usar en forma distinta a nuestros recursos diplomáticos.

Las lecciones no son sólo para el Estado sino también para la sociedad chilena, ya que es notoria la diferencia con nuestros vecinos, quienes tienen una mucho más acabada comprensión de su versión que nosotros de la nuestra. Contribuye un excesivo secretismo y la falta de debate público en temas internacionales, y donde la contribución de partidos políticos, medios de comunicación y universidades es escasa.

Especial responsabilidad existe en la televisión, ya que no deja de llamar la atención que mientas más viajan y comercian los chilenos, menor presencia existe de temas internacionales en la programación y en los noticieros. De hecho, los comentarios especializados han prácticamente desaparecido también en las radios. Aún más, no sólo poca gente participa en la definición de la política exterior sino casi no ha figurado en los últimos debates presidenciales. De hecho, tengo mi propio testimonio, ya que como candidato el tema sólo me fue preguntado como algo importante en Arica, no teniendo mayor respuesta comunicacional el esfuerzo de intentar poner este y otros temas internacionales en el debate. Aún más, en los propios foros de ANATEL, en días seguidos, distinguidos periodistas me preguntaron por el caso puntual de un mismo diputado, no apareciendo La Haya en parte alguna. Esto también contribuye a la falta de debate e interés público.

Perú posee claridad en sus definiciones estratégicas y, por lo tanto, Chile debiera pedir dos declaraciones, no a los medios de comunicación, sino definiciones que deben ser hechas con la solemnidad que exige el Derecho Internacional. La primera es que este fallo de La Haya es la última reclamación del país del norte, no existiendo por lo tanto ninguna pendiente. La segunda declaración necesaria es la que proporcione seguridad de que Perú no va a interferir en ningún acuerdo o negociación bilateral con Bolivia, ya que en el pasado esto no ha ocurrido.

FUENTE: voxpress, enero 29, 2014
Por Ricardo Israel, Universidad Autónoma, ex precandidato presidencial.

La Columna de Hermógenes Pérez de Arce

Como en este mundo todas las cosas suceden por algo, supuse entonces que la Corte de la misma ciudad, con certeza enterada del pronóstico acerca de su fallo contenido en un reciente blog mío, lo iba a desatender. Y así sucedió, lo cual es una lástima.

Yo sostenía que, ante la evidencia de que Chile tenía toda la razón, salvo en un punto menor, la Corte le iba a conceder a Perú este punto menor, los peruanos celebrarían y quedarían felices, nosotros bastante conformes y así ambos países podrían continuar existiendo como vecinos eternamente separados por rencores históricos imposibles de superar y que comenzaron en el mismo momento en que financiamos y realizamos la expedición libertadora del Perú y ellos no nos compensaron en nada por el gasto ni el esfuerzo. Veinte años después los libramos del Mariscal Santa Cruz y tampoco dieron las gracias. Y cuarenta años más tarde de eso se aliaron con Bolivia en un tratado secreto en nuestra contra y nos obligaron a ir a la guerra, una muy mala idea tratándose de los chilenos del siglo XIX, que, no hace falta decirlo, eran mucho mejores en todo sentido y, desde luego, más valientes y patriotas que los de los siglos XX y XXI.

Pues el Perú tiene razón en una sola cosa: que el punto Concordia es el comienzo de la frontera, según el Tratado de 1929, y si el Hito Uno se construyó donde está, a unos doscientos noventa metros al noreste del Punto Concordia, fue porque la línea de la frontera subía hasta ahí y por la simple razón de que Concordia está a la orilla del mar y si se levantaba el Hito Uno ahí el oleaje se lo iba a volver a llevar, pues más de una vez lo hizo.

Entonces, si la Corte hubiera reconocido eso, le hubiera dado al Perú las cuatro hectáreas del triángulo y hubiera dicho que el paralelo de la frontera marítima partía del Punto Concordia, los peruanos habrían quedado felices y para Chile eso no habría significado casi nada, porque la frontera marítima sólo habría estado unos centenares de metros más abajo y habrían alcanzado hasta las 200 millas.

Pero los jueces de La Haya se tomaron años para discurrir una fórmula llena de agujeros lógicos, que de manera inexplicable pretende conciliar lo inconciliable, como lo es fijar la frontera en el paralelo y la línea de equidistancia al mismo tiempo, y dejando un cabo suelto que va a ser motivo de indefinidas discrepancias entre Chile y Perú, país este último que no necesita ningún pretexto para desavenirse con Chile y que ahora lo va a seguir haciendo teniendo uno bueno: que el triángulo formado por la línea del paralelo, la costa y la unión del Punto Concordia con el Hito Uno, con una superficie de cuatro hectáreas, es territorio peruano.

El desconocimiento de La Haya a la validez del Punto Concordia es insostenible: ¿cómo se explica que la frontera marítima empiece en un Hito Uno que está lejos de la costa y al norte del punto acordado por ambos países en el Tratado de 1929 como inicio de la frontera terrestre? Hace años leí las actas pertinentes al Tratado y comprobé los reconocimientos chilenos al hecho de que ahí comienza el límite terrestre y, por tanto y por lógica elemental, también cualquier límite marítimo que hubiere.

¿Cuántos peruanos están dispuestos a morir por ese triángulo de cuatro hectáreas? No sé, pero es seguro que son más que los chilenos dispuestos a morir por eso, si es que hay alguno, porque acá, en este país degradado, en que las únicas vidas que están disponibles para ser ofrendadas son las de los que están por nacer, porque no pueden defenderse, lanzar bombas molotov ni “tomarse” ningún recinto, los verdaderos ideales patrióticos han muerto y, al contrario, hay una conspiración ilegal y generalizada para meter presos a quienes alguna vez se jugaron el pellejo por defenderlos.

¿Dónde estamos hoy, entonces, con Perú? A fojas uno, con 22 mil kilómetros cuadrados menos de mar, sin haber superado una impenitente disputa vecinal y listos para explicar por qué vamos a tener, tarde o temprano, “otro pedacito menos”.

Publicado por Hermógenes Pérez de Arce

Columna de Opinión

POLÍTICOS, DIPLOMÁTICOS Y MILITARES

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

La desprestigiada clase política actual podrá seguir cometiendo desaguisados como el que acabamos de ver y que –por desgracia? en vez de alejarnos de las posibilidades de un conflicto armado podrían estar acercándonos a ello. Igualmente, seguiremos soportando la presencia de ignorantes conceptuales a cargo de las relaciones exteriores y de la dirección civil de la defensa nacional, lo que por fortuna pareciera que no será tan grave en el gobierno que llega como lo fue en el que nos deja.

El reciente fallo de la Corte Internacional de La Haya ha dejado en evidencia una vez más el divorcio
existente entre la clase política nacional y su responsabilidad en el ámbito político-estratégico. Así, gracias a la
desidia, negligencia, torpeza o –simplemente− ignorancia conceptual, hemos sido objeto del cercenamiento de
parte de nuestro patrimonio, en beneficio de un tercero que de un pasado humillante ha aprendido lo que significa
la seguridad nacional y la estrategia necesaria para su materialización.
Con certeza, podemos decir que aquello que los militares han conquistado con su sangre, los malos
políticos lo han derrochado en aras de intereses mezquinos y cortoplacistas, incluso –como ha ocurrido en este
caso− aquellos cubiertos de un manto puramente mercantilista. Un analista nacional planteaba hace unos días que
“Chile es mucho más que Lan y Fallabella”. Creo −sin embargo− que no todo nace del cálculo del valor futuro de
las acciones invertidas en la empresa de un mal vecino. La raíz del problema radica en la supina ignorancia acerca
de la conducción político-estratégica de un estado y en el desprecio por todo lo que huela a “militar”, concepto
entronizado en nuestra clase dirigente a partir del llamado “retorno a la democracia”. Es allí donde nace la causa
de fondo de la desatención puesta a los problemas limítrofes y a sus consecuencias futuras, dejando el espacio que
requieren los hábiles políticos de nuestros países vecinos para asentar las bases de sus propios intereses. Debido a
ello, nos hemos ido acostumbrando al profundo desinterés mostrado hacia las dos herramientas que aseguran
nuestra supervivencia como estado frente a las presiones geopolíticas de origen externo, brindándonos
profundidad histórica: las Fuerzas Armadas y el Servicio Diplomático.
En el caso del servicio exterior, es evidente que la designación de cargos diplomáticos es utilizada por los
gobiernos como un medio de pago de favores políticos o para alejar de la contingencia interna a algún actor que
pueda amenazar o incomodar la hegemonía de quien ha alcanzado el poder. Salvo algunas honrosas y escasas
excepciones, nuestros excelentes profesionales diplomáticos de carrera se han visto relegados por años a ocupar
cargos secundarios, desperdiciándose así su valiosa experiencia en el servicio exterior, acumulada a través de los
años y nacida de una cuidadosa y completa formación teórica en las delicadas materias que competen a éste. De
este modo, las sensibles actuaciones de nuestra diplomacia se han ido alejando de la histórica doctrina diplomática
chilena, la que alguna vez fuera considerada como un ejemplo por los demás países del orbe. Esta verdadera
escuela del servicio exterior ha ido siendo reemplazada por una corte de aficionados, en la que cualquiera persona
ajena al servicio diplomático puede llegar a ocupar cargos de embajador o incluso de ministro y donde nuestras
autoridades políticas llevan a cabo actos de estado, tales como condecorar a personalidades extranjeras, sin el
menor análisis previo de las razones para hacerlo y de los efectos esperables de ello. Se demuestra así que las
autoridades de turno no parecen comprender que en el mundo diplomático nada ocurre sin una razón y que cada
paso que se da debe ser cuidadosamente estudiado antes de ejecutarlo o siquiera anunciarlo, puesto que
inevitablemente contendrá un mensaje encriptado, con un significado interpretable por el entorno que lo reciba,
generando consecuencias que debieran ser proyectadas o previstas adecuadamente.
A esta demostración de torpe ingenuidad, se suma el desmantelamiento de una instancia constitucional
que en su origen buscaba justamente evitar que el ejecutivo de turno llegase a desmarcarse de los Objetivos
Nacionales Permanentes, conduciendo las relaciones exteriores a su antojo, como ha ocurrido en el caso actual.
Hasta la modificación constitucional introducida por el gobierno de Ricardo Lagos, era el Consejo de Seguridad
Nacional (COSENA) el encargado de representar al Presidente de la República cualquier materia que pudiese
afectar a la seguridad presente o futura de la nación, con capacidad de auto-convocarse ante la sola voluntad de
dos de sus miembros. Para ello, era integrado por los representantes de los reales poderes nacionales, esto es: el
Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y los Comandantes de Jefe de las FF.AA. y de Orden, siendo su secretario el Jefe
de Estado Mayor de la Defensa Nacional, hoy Jefe de Estado Mayor Conjunto, con rango de comandante en jefe. El complejo innegable de los políticos frente al mundo militar y su persistente odiosidad hacia quienes
−junto con evitar que sus desaciertos nos llevaran a una guerra civil− les enseñaron cómo encaminar el país hacia
el desarrollo, consiguió que la noble función del COSENA fuese relegada a un tercer plano, como ha quedado en
evidencia ante el hermetismo con el que el mandatario actual y su canciller manejaron el tema de las relaciones
con Perú, hasta que –asustado por lo que podía pasar y en el último minuto− lo convocara para intentar compartir
culpas y diluir su responsabilidad. Llama la atención que la clase política –siempre atenta a las oportunidades para
sacar ventaja de su oponente− no haya decodificado el significado de que el Presidente haya dispuesto que no se
levantara un acta de la reunión del COSENA, algo absolutamente irregular y que desnaturaliza la condición de una
actividad del más alto nivel del Estado. ¡No es posible que no haya quedado constancia escrita de las posiciones y
planteamientos de cada uno de sus integrantes, lo que constituye una violación grave de su rol constitucional! Lo
irregular del caso y la ridícula disculpa dada en el sentido de que se buscaba evitar que se filtrara lo allí tratado,
hacen pensar en que al primer mandatario no le gustó lo que le dijeron y no quiso que quedara una evidencia
histórica que registrara la magnitud de su eventual irresponsabilidad cívica.
La clase política no escatima esfuerzos para dividir a la ciudadanía del mundo militar, pero –al igual que en
el pasado− ésta terminará reconociendo la lealtad de los uniformados y su irrenunciable fidelidad a la Patria de
todos, no el pretendido servilismo monárquico hacia quienes dirigen el gobierno solo por cuatro años. El mayor
error de la clase política es seguir creyendo que con las medidas discriminatorias hacia los militares y su soberbia
ostentación de la autoridad formal que ejercen sobre ellos podrán conseguir que se alejen de su sagrada misión de
defender los reales intereses de la Patria. ¡Ojo con la historia! Ella enseña que cada vez que el mundo político pone
en peligro la existencia del Estado, es decir: su Nación, el Territorio o la Soberanía, los militares no se limitan a
esperar por ello, anticipándose en función de su superior obligación de velar por su supervivencia, para el bien de
todos sus ciudadanos, sin excepción.
La desprestigiada clase política actual podrá seguir cometiendo desaguisados como el que acabamos de ver
y que –por desgracia− en vez de alejarnos de las posibilidades de un conflicto armado podrían estar acercándonos
a ello. Igualmente, seguiremos soportando la presencia de ignorantes conceptuales a cargo de las relaciones
exteriores y de la dirección civil de la defensa nacional, lo que por fortuna pareciera que no será tan grave en el
gobierno que llega como lo fue en el que nos deja. Lo que pero jamás conseguirán, sin embargo, es que los
militares subordinen su fidelidad a la Patria a los mezquinos intereses de un mundillo político decadente, ejemplos
patentes de la carencia de cultura cívica y del irrespeto por las doctrinas nacionales que –superando las
contingencias y coyunturas− nos han dado la condición de nación soberana.
Ante los hechos vistos en esta actuación propia de una republiqueta −como nos calificó el condecorado
Alan García− la comunidad nacional y los pocos dirigentes que comprenden la gravedad del asunto debieran
promover una profunda revisión del rol del COSENA y de las excesivas atribuciones del ciudadano-presidente ante
temas de relaciones exteriores, poniendo término a una farra que ha permitido la comisión de verdaderas
traiciones a la Patria por parte de algunos “iluminados”. El servicio exterior debe regresar a las manos expertas de
quienes saben cómo conducirlo y−por último− la clase política debiera por fin aprender la lección, asegurando el
término del trato degradante de todo lo que huela a militar, dejando ya de discriminarlos en todo sentido, incluso
en el asimétrico e injusto trato jurídico que se les brinda en la actualidad. Solo así podremos seguir avanzando
como una nación soberana, manteniendo vivo en todos nuestros ciudadanos el interés por defender un territorio
que –con su sangre− nos legaron nuestros antepasados, aquellos que hoy deben estar llorando en sus tumbas por
la innecesaria y estúpida pérdida de parte del patrimonio marítimo heredado de Prat y sus marinos.
29 de Enero de 2014
Patricio Quilhot Palma

Columna de Opinión

El terrorismo. Por Adolfo ibáñez

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

No es solo la justicia lo que está mal. Somos todos en el país los que estamos desenfocados con lo que ocurre en aquella zona. Pareciera que hay algo en el plano de los conceptos que no se condice con la realidad de las cosas y que permite que el terrorismo se despliegue impunemente no solo a costa de las personas, de sus vidas y de sus bienes, sino que también de las instituciones y del ordenamiento general que regula la convivencia nacional.

El fin de año y la llegada del nuevo se transformó en la gran fiesta del terrorismo. Así como ahora recordamos el macabro asesinato de los Luchsinger MacKay, el próximo enero será el aniversario de los incendios criminales que marcaron este cambio de año en La Araucanía. Y, así, seguiremos sumando acontecimientos infaustos, hasta que las llamas nos calcinen.

En el plano judicial, el abogado querellante de los Luchsinger MacKay celebra que se haya reconocido la validez de las numerosas pruebas que se han reunido en contra del único inculpado, que lo está solo por haber caído herido durante aquel hecho luctuoso. Es decir, al cabo de un año todavía se está iniciando el proceso.
No es solo la justicia lo que está mal. Somos todos en el país los que estamos desenfocados con lo que ocurre en aquella zona. Pareciera que hay algo en el plano de los conceptos que no se condice con la realidad de las cosas y que permite que el terrorismo se despliegue impunemente no solo a costa de las personas, de sus vidas y de sus bienes, sino que también de las instituciones y del ordenamiento general que regula la convivencia nacional.

Es sabido que este terrorismo tiene el respaldo de organismos internacionales, con el falso título de constituir una causa noble y humanitaria. También dentro del país cuenta con el respaldo tácito de un amplio sector del espectro político: el curiosamente llamado mundo progresista, que reúne todos los postulados fracasados durante los últimos cien años y que, no obstante, aún goza de buena salud en nuestro país.

El terrorismo es una imposición violenta que nace de la automagnificación de sus protagonistas, unida al desprecio por los demás. De aquí derivan la implacabilidad y la frialdad con que es usado, como una formidable herramienta política disuasiva y amedrentadora, para despejarles el campo a sus impulsores, camuflados de idealistas iluminados.

Más allá del hecho político y noticioso, el dominio del terror nos daña mortalmente, llevándonos a la disolución social. Liquida la comunicación y la confianza en las personas, y la proyección hacia el futuro. Reduce, hasta clausurarlos, el horizonte vital y el vuelo espiritual de cada uno de nosotros. Liquida la vida civilizada, objetivo hacia el cual ha apuntado la humanidad a lo largo de milenios desarrollando un complejo entramado institucional.

De la persona altiva, digna y libre que hemos buscado ser por millones de años, retrocedemos a formar una especie biológica tan primaria que solo puede reptar.

Ver controversia planteada por Perú

http://www.lanacion.cl/noticias/videos/pais/video-que-explica-el-limite-marino-entre-chile-y-peru/2013-12-13/131547.html

Columna de Opinión

La Nueva Mayoría o la insoportable levedad del Ser, por Cecilia Fernández Taladriz y Partiendo el año 2014. Melnick, Sergio , blog

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
Piñera entregará el gobierno con las cuentas fiscales ordenadas, habrá corregido casi todo el déficit fiscal heredado de Velasco (4%, según el FMI), y habrá restituido el fondo del cobre, dilapidado también por Velasco, a una cifra en torno a los US$ 23.000 millones.
Los líderes que componen la extensa y contradictoria gama de idearios que se amalgamaron en la denominada Nueva Mayoría, y que obtuvieron un resonante triunfo en el balotaje presidencial de diciembre, comparten un factor común. Dentro de su diversidad todos sufren de pánico, individual y colectivo, a quedar desalineados con Bachelet, a caer en desgracia insinuando una agenda propia, defendiendo públicamente algún principio intransable, algún objetivo político prioritario.

El programa de la Nueva Mayoría, en determinados aspectos esenciales, es un acuerdo sobre un ideario negativo. Expresa el rechazo a una constitución que admite una visión liberal y humanista (es decir el posible gobierno de “los otros”); que resguarda además la constitucionalidad de las leyes y los derechos de las minorías; que establece límites a la discrecionalidad del Estado y a su ámbito de acción en la economía. ¿No son acaso aspectos esenciales del Estado de Derecho? El programa rechaza también la desigualdad económica y busca eliminar toda forma de lucro en la educación.

“Otra cosa es con guitarra”, como dice el dicho popular. Un programa colectivista inevitablemente privilegiará a un grupo limitado, a determinados particularismos y visiones, perjudicando o postergando a otros. Incubando así una herencia ideológica que cimentará sus bases por un futuro indeterminado.

De ahí que la incomodidad con la ausencia de definiciones programáticas se vuelve especialmente notoria cuando observamos los extremos del arco político que componen este proyecto. Rayando en lo cómico, la Democracia Cristiana se abalanzó en masa a acallar las declaraciones de Gutemberg Martínez, ex presidente de la colectividad, quien advirtió sobre los peligros de cohabitar con el PC. “El diputado Juan Carlos Latorre no está de acuerdo con las declaraciones de Gutenberg Martínez, asegurando que los dichos no sirven de nada para lo que realmente importa, en cuanto a sacar adelante un programa de gobierno.[1]” La Presidenta electa no tardó en aclarar que será ella quien determinará la composición de su gabinete.

En el otro extremo se encuentra el Partido Comunista, quien por primera vez desde 1970 puede aspirar a conformar un Gabinete de gobierno, y ya ha declarado su interés en una de las vicepresidencias de la Cámara de Diputados[2]. Debemos recordar que la extinta Concertación alcanzó su punto más bajo durante el auge del movimiento estudiantil, en los años 2011 y 2012, y que ?por contraste y como fruto de un diseño y ejecución explícita? el Partido Comunista se tomó la agenda, a pesar de representar alrededor de 8% de las preferencias del electorado.

Al igual que los simpáticos personajes de la Warner que solían decir: “Dime, Cerebro, ¿qué haremos mañana? – Lo de siempre Pinky… ¡conquistaremos el mundo!”, el PC mantiene inalterable su meta final. No importa demasiado el porcentaje de votos. Han aprendido que en este siglo XXI no es necesario eliminar la democracia, sino agregarle el calificativo de “socialista” al amparo de una transitoria mayoría. Una reedición de las extintas repúblicas democráticas. Bachelet es solo un medio para un fin, que en esta “etapa de la historia”, como gustan decir, se puede reducir a un gran y único objetivo: remplazar la actual Constitución por una “constitución democrática” que dé estabilidad a su proyecto.

Incluso ellos deben acomodar su estrategia para no perder su base de poder ?la temida calle. Sienten también las tensiones que producen sus líderes, los que comparten la esquiva cumbre del poder y que ahora caminan por la cuerda floja que tendieron con el bacheletismo[3]. “Ciudadanos comunistas de Chile: ¡rebélense contra quienes los conducen hacia la nada! Aunque esto implique rebelarse contra sí mismos ¡rebélense! Por lo más sagrado de su propia ideología ¡rebélense! La disciplina es correcta cuando la conducción es recta, pero no cuando va en la dirección contraria. Sean disciplinados consigo mismo y sus ideales, el resto de los chilenos los necesita para impulsar el proceso constituyente que ha de emancipar este país.[4]”

Evidentemente mucho más cómodos se sienten los dirigentes del partido socialista, luego de purgar a históricos como Camilo Escalona[5] y José Antonio Viera-Gallo, senadores que contribuyeron en diversas responsabilidades desde los sucesivos gobiernos de la (antigua) Concertación. No es su hora. El ex Presidente Lagos entiende como nadie cuando es momento de no hablar, y hasta aquí guarda silencio con respecto a los alcances y concreción del programa de su ex-ministra.

Bachelet denota su historia personal, su exilio en la Alemania Oriental y la convivencia con la clandestinidad violentista de los ‘80. Exige a sus colaboradores más cercanos un completo ostracismo a la hora de las definiciones, y explota con maestría ?tal vez su atributo más distintivo? la ambigüedad pragmática en público y un sentido del suspenso digno de un thriller hollywoodense. La gente, su base electoral, entiende que es ella y solo ella quien debe resolver cuestiones complejas, y evidentemente se satisface con sus generalidades.

Incluso la oposición, aquí y allá, manda mensajes destacando el carácter apaciguador y la sabiduría de gobernante de la Presidenta electa, tal vez esperando el amanecer de una nueva Madiva. Al efecto, Juan Andrés Fontaine, ex ministro de Piñera, declara: “Si (la Presidenta electa) se rodea de un equipo competente, si descarta las propuestas más radicales o improvisadas de su programa y si busca forjar acuerdos ampliamente compartidos, (…) el nuevo gobierno puede sorprender a los pesimistas.” (El Mercurio, 29 de diciembre de 2013). En otras palabras, no debe temer a la calle si sabe interpretar a una mayoría de electores no vociferantes, incluyendo una derecha huérfana de liderazgos.

Va quedando a la vista la polaridad insostenible de los actores que conforman esta Nueva Mayoría. Por una parte promover o entrabar el objetivo de hacer tabla rasa y partir de cero, y por otra mantenerse dentro del único alero de poder. En la cumbre del éxito escasea el oxígeno, y quienes pretendan permanecer en ella deben compartirlo. Por ahora su líder, en una encarnación chilena inédita de liderazgo personalista, es la única que respira a pleno pulmón. Por ahora.

[1] http://www.biobiochile.cl/2013/12/25/sectores-de-la-dc-respaldan-al-pc-ante-criticas-de-gutenberg-martinez.shtml

[2] http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/politica/camara-de-diputados/pc-pedira-ocupar-la-vicepresidencia-de-la-camara-de-diputados/2013-12-08/102211.html

[3] “Reafirmo completamente lo que he dicho acerca de que la movilización social no es renunciable (…): los líderes sociales, quienes hemos representado a las bases en sus justas exigencias, que tenemos raigambre en defender los derechos de las personas, no podemos darnos el lujo de darle la espalda a la calle porque sería una traición a nuestros respectivos movimientos. Si elevamos demandas es porque consideramos que son correctas y no podemos, por ocupar un escaño, olvidarnos de ellas. Sería imperdonable.” Camila Vallejo, diputada electa, Partido Comunista. 8 de febrero de 2013. Diario The Clinic.

PARTIENDO EL AÑO 2014
Les deseo a todos de corazón lo mejor para este año, y en particular al país y al nuevo gobierno. Necesitamos más cohesión social y menos pugnas ideológicas. Vamos todos en el mismo barco.

A partir de marzo le veremos la mano a una administración que ha ofrecido tres grandes ejes de trabajo: Constitución, educación y reforma tributaria. La economía mundial repuntará un poco más el 2014, de modo que eso ayudará significativamente a Chile.

Diversos personeros de la DC han dado por muerta la asamblea constituyente, lo que muestra la prudencia de ese sector, y han acotado los cambios a tres temas: los quórums, el tribunal constitucional y el sistema binominal. Cualquiera sea el camino que adopte el nuevo gobierno, es fundamental que entienda que las constituciones, para ser legítimas, requieren un apoyo del 75% o más de la población. Eso es lo que obliga a ponerse de acuerdo realmente y a considerar de manera efectiva a las minorías. Buscar esos grandes consensos es señal de madurez de un gobierno.

La reforma tributaria irá sí o sí, ya que la Nueva Mayoría tiene los votos. Hay que tener presente que esos cambios no son neutros para la economía, más allá del voluntarismo de algunos sectores de izquierda. Nuevamente, la prudencia es fundamental. Jorge Awad, destacado bacheletista DC, ya ha puesto una gota de cordura al señalar en una entrevista de televisión que el cambio del FUT quizás, podría, eventualmente, ocurrir el cuarto año del gobierno, deslizando así que es una muy mala idea. Si leemos entre líneas, lo da por terminado, dando un aire de esperanza a la mediana empresa, que no tiene posibilidad alguna de repartir dividendos por restricciones permanentes de la caja, y sería ridículo pagar impuestos por dividendos no distribuidos.

Piñera entregará el gobierno con las cuentas fiscales ordenadas, habrá corregido casi todo el déficit fiscal heredado de Velasco (4%, según el FMI), y habrá restituido el fondo del cobre, dilapidado también por Velasco, a una cifra en torno a los US$ 23.000 millones.

Por eso, el verdadero partido de Bachelet se juega en la educación, donde está difícil la pista. La Nueva Mayoría cayó un poco en la trampa del populismo al ofrecer tres condiciones que compiten entre sí: calidad, gratuidad y carácter público. Para mí, lo correcto era ofrecer enfáticamente calidad y que nadie quedara afuera por problema de recursos. En efecto, sólo la calidad es el objetivo central y fundamental en la educación, todo el resto es instrumental, ideológico; poner los tres objetivos a la misma promete tempestades.

De las nueve asociaciones estudiantiles, sólo una es liderada por la Nueva Mayoría, y eso es una mala señal para el gobierno. Todos deberemos apoyarlo para tratar de neutralizar esa marea, que en algunos casos se autodefine como anarquista, pues si bien está calificada legítimamente para representar el problema, no tiene ni cerca la capacidad de definir las soluciones. Son sin duda inteligentes, pero aún muy jóvenes, con poco conocimiento y ninguna experiencia en esas ligas. Los políticos deben comportarse como adultos y poner los límites adecuados.

La discusión sobre calidad, que debe ser anterior a la propuesta de cualquier reforma, ni siquiera ha empezado, aunque hoy se trata de un debate a nivel mundial. La clave de la educación en el siglo 21 es el lenguaje post simbólico, que tiene que ver con la nueva sociedad digital, la cual funciona con otros códigos. Lenguaje no es lo mismo que idioma, una diferencia que los estudiantes quizá ni sospechan. Nuestro sistema de titulación universitaria está claramente obsoleto, es muy rígido y obliga a los alumnos a especializarse a los 16 años, lo que es un absurdo. Eso obliga a la PSU, una aberración que transforma toda la educación media en una fábrica para pasar esa prueba, en desmedro del sentido profundo de la educación. La brecha digital debe ser una prioridad, pues ése es el verdadero analfabetismo del siglo 21.

Pensar que la educación va a mejorar porque pasa de los municipios al gobierno central es un serio error; pensar que se pueden fijar aranceles universitarios comunes para todas las universidades y mantener la calidad es otro. Esperemos que prevalezcan la sabiduría, la cordura y los acuerdos.