Columna de Opinión

¿Igualdad ante la ley?. La verdad. Por Eduardo Iturriaga Neuman. Ver power point “Indulto bicentenario” Aporte UNOFAR Va Región

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Los intentos por decir la verdad y escribir lo que realmente aconteció han sido varios, pero han sido totalmente sobrepasados por la cuidada, bien organizada y persistente propaganda en contra

 Situación comparativa  a Julio del 2010……

  1. Uniformados: Aministiados: 57; Indultados:1; Fugados:0; Procesados: 3.051; Condenas a firme por la Corte Suprema: 216; Condenados que cumplen prisión: 62

  2. Terroristas:   Amnistiados: 8.893  * ; Indultados: 282; ** Fugados: 57; Procesados: 0; Condenas firme por la Corte Suprema: 0; Condenados que cumplen prisión: 0;

 * Indultados por el Gobierno Militar; incluye retornados del extranjero

** Indultados en Gobiernos de Aylwin y Lagos.
               Lo realmente ocurrido en las décadas del 60, 70 y 80 de nuestra historia nacional ha sido manipulado y distorsionado por aquellos que mejor han hecho uso de los medios de comunicación, tanto en nuestro país como a nivel mundial, primero por el marxismo internacional y luego por aquellos que gobernaron el país durante 20 años. Todo esto con el objeto de denostar la obra restauradora del Gobierno Militar y atacar a aquellos que tuvieron que emplearse para enfrentar la mayor crisis política, económica, subversiva y social que recuerda nuestra nación en sus doscientos años de vida independiente.
              Los intentos por decir la verdad y escribir lo que realmente aconteció han sido varios, pero han sido totalmente sobrepasados por la cuidada, bien organizada y persistente propaganda en contra. Así, hoy día gran parte de la ciudadanía está desinformada, otros tienen el cerebro lavado, y la juventud “no está ni ahí”, pues no conocieron la realidad o se han sumado a repetir lo que escuchan por aquellos que están por el “ni perdón ni olvido”. No hay Museo de la Memoria para lo ocurrido en nuestro país en las década del 60 y hasta septiembre de 1973.
             Muchos políticos y parlamentarios han evitado enfrentar la realidad de lo ocurrido, pensando que lo “políticamente correcto” para obtener votos es continuar atacando a los militares después de 36 años de producido el Pronunciamiento Militar, y de 20 años de gobiernos democráticos. Otros mantienen la desinformación para ocultar sus propias responsabilidades en el trabajo subversivo, internación y uso de armamento clandestino, y como autores intelectuales de hechos de sangre como los atentados contra personalidades como el ex senador Jaime Guzmán, y el General Pinochet y sus escoltas.
             Hoy  se habla de buscar definitivamente la reconciliación y la unidad nacional,  se piden actos humanitarios, y se solicitan beneficios e indultos para la población penal de Chile. De inmediato se han levantado voces de aquellos que quieren seguir manipulando y distorsionado la realidad de lo ocurrido, oponiéndose a que el gobierno de Piñera pueda incluir en estos beneficios a los militares procesados y condenados. Se habla de los violadores de los derechos humanos y de los que cometieron crímenes de lesa humanidad. Hay muchas opiniones y cartas, en los medios de comunicación que van en ese sentido. Muchas de ellas da vergüenza leerlas por la ignorancia que trasuntan, otras expresiones dan risa, como aquella de una dirigente de la Agrupación de Familiares de DD.DD., que trata de ignorante a la reconocida abogada, ex Pdta. Del Consejo de Estado y hoy Decana de Derecho de una prestigiosa Universidad, Clara Czsharanski.
ACLAREMOS:
1.- Todos los chilenos tenemos derechos humanos, no solo los terroristas, subversivos, delincuentes o integrantes de la izquierda que se apropiaron de ese concepto. Así lo estipula el Art. 19 de nuestra Carta Fundamental. La inmensa mayoría de hechos que vulneraron los derechos humanos de los chilenos fueron cometidos, desde la década del 60 en adelante por lo que creen hoy ser los portaestandartes de ellos. ¡Esa es la verdad!
2.- Encarnizada ha sido la persecución contra los integrantes de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad. Lo grave es que esta se judicializó, y la verdad distorsionada y manipulada quedó entrampada en los tribunales de justicia. Así hay secuestros que han durado más de treinta años, leyes que no se aplican, otras a las que se le busca resquicios legales como en el tiempo de la Unidad Popular, asociaciones ilícitas inexistentes, leyes internacionales que se aplican no estando vigentes en Chile, ministros prevaricadores que actúan sin control, indebidos procesos, cómplices de hechos sin autores, uso de testigos falsos, desaparecidos aparecidos, torturados no torturados, exonerados no exonerados, y un gran aprovechamiento económico, tanto de abogados querellantes que no quieren que se le acabe la veta dorada, como de miles de millones de pesos para “reparación de víctimas” que muchas veces no son tales; procesamientos y condenas incoados por presunciones que no son graves, precisas, directas, múltiples ni concordantes como lo estipula el Código de Procedimiento Penal; uniformados profesionales procesados y condenados como privados, abogados que luego dicen que son agentes del estado, solo con el objeto de cobrar millonarias indemnizaciones.
         Debido a lo mencionado en este punto, los uniformados hoy en las cárceles son presos políticos militares. ¡Esa es la verdad!
3.- El Art. 19 de nuestra Constitución también expresa la igualdad ante la ley. Este derecho de los uniformados condenados es el más atropellado. Dos fueron las fuerzas en pugna durante el Gobierno Militar, unos por voluntad propia se formaron en organizaciones ilícitas para combatir por las armas la institucionalidad de la República; los otros fueron profesionales de las Fuerzas Armadas y de Orden, destinados a distintos puestos para defender las instituciones permanentes y los derechos humanos de la ciudadanía. A los primeros se les protegió, estando detenidos se les otorgaron beneficios, muchos sin que tuvieran derecho a ellos, y luego se les indultó. A los segundos siempre se le han negado sus beneficios carcelarios y ahora se les quiere negar indultos. Unos son tan chilenos como los otros, también tienen derechos y familias que sufren. ¡Esa es la Verdad!
4.- Majaderamente se insiste que los militares cometieron crímenes de lesa humanidad, que son imprescriptibles, inamnistiables y que no se pueden indultar. Largo sería detallar los penalistas, constitucionalistas y expertos en derecho procesal que han demostrado la falsedad de esas aseveraciones, muchos de los cuales son jueces y ministros del Poder Judicial, pero que en las resoluciones solo han sido votos de minoría.
      Breve aporte:
– Los tratados internacionales solo se incorporan a nuestra jurisdicción, cuando son ratificados por Chile. Hay que respetar nuestra Constitución que claramente expresa en su Art. 5 que se deben respetar “los Tratados Internacionales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes”. Los crímenes de lesa humanidad recién se acaban de incorporar a nuestra legislación el 18 de Julio del año 2009 recientemente pasado, al ser ratificado en Chile el Tratado Penal Internacional, o Tratado de Roma, por la Ley Nº 20.357, donde por primera vez se tipifican esos tipos de delitos. Antes de esa fecha simplemente en Chile no existían los crímenes de lesa humanidad. Más aún, los militares procesados y condenados, han llegado a esa condición por el delito de homicidio o por el pseudos delito de secuestro. No se puede seguir insistiendo que los miliares han cometido crímenes de lesa humanidad si nuestros códigos y leyes no contemplaban este tipo de delito en las fechas en que ocurrieron los hechos. ¡Esa es la verdad!
– Y si hay que respetar tratados internacionales, hay que empezar respetando la Convención de Viena sobre derecho de los tratados que en su Art. 28 expresa: “Las disposiciones de un tratado no obligarán a una parte, respecto de ningún acto o hecho que ha tenido lugar con anterioridad a la fecha de entrada en vigor del tratado para dicha parte…” ¡Esa es la verdad!
5.- El gobierno manifestó que al otorgar beneficios e indultos a la población penal de Chile: “… No va a debilitar la lucha frontal contra la delincuencia y el narcotráfico…, no va a poner en peligro a la seguridad ciudadana ni el orden público…, va a considerar razones de edad y el estado de salud o enfermedad”.
         La ciudadanía tiene totalmente claro, y el gobierno también debe tenerlo, que los militares encarcelados, si son indultados no van a debilitar la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, ni van a poner en peligro la seguridad ciudadana ni el orden público. Además debe tenerse presente que el promedio de edad de los militares en prisión es de 66 años, ya en la tercera edad, y muchos están gravemente enfermos. ¡Esa es la Verdad!
                ¡SE PROMETIÓ A MILITARES IGUALDAD
              ANTE LA LEY. ART. 19 CONSTITUCIÓN!
Columna de Opinión

Indulto (Aporte UNOFAR Va.Región)

Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Este tipo de indulto sería un verdadero accionar hacia cerrar heridas del pasado y reencontrarnos como Chilenos todos.

 

Indulto
La Iglesia y los distintos bandos políticos llaman a un posible indulto para el bicentenario.
Esperemos que estos indultos sean para delitos menores de manera de no repletar las ciudades con la lacra que se encuentra en prisión, pues contrariamente al indulto, preferiría el apoyo a un aumento de los cupos carcelarios para limpiar el país de los delincuentes, estafadores, asaltantes, ladrones, violadores, etc.
El indulto debe ser muy estudiado y atinado, orientados a los individuos que una vez en libertad, nos aseguren que no aumentaran la delincuencia.
Hoy en día deberíamos pensar en un indulto (al igual que se hizo con terroristas que abandonaron su actividad delictual) a los ex -miembros de nuestras FFAA que estoy seguro de que no saldrán a delinquir, sino que al igual que los otros (recordemos que por ambos lados se atentó a los DDHH) se reinsertaran en nuestra sociedad.
Este tipo de indulto sería un verdadero accionar hacia cerrar heridas del pasado y reencontrarnos como Chilenos todos.
Personalmente pienso que a todos ellos les tocó cumplir un rol histórico el que será evaluado a través del tiempo, fríamente, sin odios ni rencores.
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Por lo anterior estoy de acuerdo con las palabras de nuestra hermosa Diputada María Angélica Cristi “Nuestros hijos necesitan el reencuentro tanto o más que nosotros, y para ello todos debemos poner un poco de nuestra parte, dejando de lado nuestras frustraciones y rencores. Sólo así conseguiremos construir un futuro promisorio para las generaciones que vendrá”
Mario Oneto Godoy
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 Publicado el 20/07/2010 pag 20 Mercurio de Valpo
Columna de Opinión

CASO PRATS Y LAS ÉLITES. Columna de Gonzalo Rojas (14 de julio de 2010). En adjunto proyecto para degradar a los militares. (UNOFAR Va. Región)

Los números. El gobierno militar se inició con un enorme apoyo popular (y terminó, después de casi 17 años, con un gran 43 por ciento). ¿Todos cómplices? ¿Todos cobardes? ¿Todos culpables? No, sólo las élites, se nos dice. ¿Las élites? O sea, ¿todo dirigente poblacional, laboral, estudiantil, profesional, deportivo, empresarial, social? ¿Todo profesor, intelectual, comunicador o artista? ¿Por el solo hecho de estar en el lado de allá?
Gonzalo Rojas
Miércoles 14 de Julio de 2010
Caso Prats y las élites
A raíz de la sentencia sobre el caso Prats, en diversas instancias se vuelve a insistir acerca de la eventual culpabilidad de todos aquellos que fueron partidarios del gobierno militar. Si apoyaste a Pinochet —se afirma—, aunque sólo fuese desde tu humilde trabajo o con tu abnegado estudio, eres culpable. No es necesario que hayas sido uniformado o funcionario público; basta que tú, chileno de a pie, hayas estado con el 11 de septiembre. Con el solo hecho de apoyarlo, o fuiste cómplice o fuiste cobarde. Y de ahí al “Mereces castigo” no hay más que un par de pasos: simplemente una querella y después una sentencia.
Pero, en tres dimensiones complementarias, esa propaganda no resiste análisis: cuantitativamente es inviable; conceptualmente es ilógica; históricamente es tuerta.
Los números. El gobierno militar se inició con un enorme apoyo popular (y terminó, después de casi 17 años, con un gran 43 por ciento). ¿Todos cómplices? ¿Todos cobardes? ¿Todos culpables? No, sólo las élites, se nos dice. ¿Las élites? O sea, ¿todo dirigente poblacional, laboral, estudiantil, profesional, deportivo, empresarial, social? ¿Todo profesor, intelectual, comunicador o artista? ¿Por el solo hecho de estar en el lado de allá?
Si la respuesta fuese afirmativa, estamos hablando de 50 mil o 100 mil personas, las que a su vez habrían promovido la complicidad o habrían sembrado la cobardía en millones de sus compatriotas.
A procesarlos entonces, a todos, uno por uno, a 50 mil, a 100 mil —y, eventualmente, a millones más—, para que no suceda con ellos lo que pasa en los juicios por corrupción con los jerarcas de la Concertación: que siempre el hilo se corta allá abajo, que las responsabilidades nunca llegan allá arriba, a las élites de estos últimos 20 años. Inviable.
Pero, en segundo lugar, la proposición es absurda. En todos los actos humanos efectivamente malos, hay autores y cómplices, encubridores y beneficiarios, espectadores y herederos… y así hasta el infinito, hasta “lectores sobre los dramas del pasado”, gente también vinculada con esos hechos, aunque sólo por el estudio o por lejanos intereses.
¿Hasta dónde debe llegar la responsabilidad, la eventual culpabilidad? ¿Incluye al opositor a Pinochet que estudiaba en aulas elitistas y que nunca se la jugó en contra de ese gobierno, a pesar de sus críticas actuales? ¿Se extiende al dirigente concertacionista que colaboró con el gobierno militar —justamente en los primeros años—, para —legítimamente— cambiar de bando después?
Si así fuera, en el plano jurídico se acabaría el derecho penal; en el plano moral, se terminaría la responsabilidad desde y ante la conciencia; y en el plano político, fenecería la habilitación para segundas y terceras oportunidades.
Finalmente, la sugerencia es históricamente tuerta. Mentirosa más bien, porque implica que todos los que desde 1965 vieron surgir al MIR, todos los que leyeron los llamados a la lucha armada del PS en Linares y en Chillán (1965 y 1967), todos los que conocían de sobra cómo organizaba el PC su aparato militar, todos ellos, a pesar de todo eso, son inocentes.
O sea, en paralelo: el dirigente poblacional que supo que en noviembre de 1974 habían ido a buscar a un mirista para interrogarlo es culpable; pero el dirigente poblacional que supo que durante agosto de 1973 ese mismo mirista había acumulado explosivos y armamentos varios es inocente. Y el ex parlamentario que conoció una redada antisocialista en 1975 es culpable, mientras que el parlamentario socialista que firmó los llamados a la violencia armada, justo pocos años antes, es inocente.
Qué fácil inventarse teorías. Qué difícil matizar sobre la verdad

No olvide consultar nuestra página web desde aquí::
http:/www.unofardn.cl

UNOFAR VALPARAÍSO

PROYECTO PARA DEGRADAR A LAS FFAA

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Columna de Opinión

INDULTO DEL BICENTENARIO . ¿SOLUCIÓN AL PROBLEMA?

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
La persecución política desatada a todo dar en contra de los uniformados está comenzando a alcanzar ciertos límites de descaro que afortunadamente la ponen en evidencia ante los ojos de una sociedad que hasta ahora ha mantenido una hipócrita indiferencia, aceptando el cuento que le han querido contar y adoptando una posición de distancia crítica de los “violadores de los derechos humanos”. En ello, no ha habido la menor consideración a las injusticias que a diario cometen en contra de los uniformados algunos tribunales que aplican leyes no vigentes en Chile o que violan principios jurídicos que la Constitución garantiza para todos los chilenos, sin distinción, como por ejemplo: la prescripción

 

Ante la inminente presentación de la propuesta final de la Iglesia Católica sobre el indulto del bicentenario, la izquierda ha comenzado a apretar las clavijas a su estrategia de bloqueo, con el propósito de evitar que se debilite la campaña de persecución político-jurídica que ha orquestado en contra de los militares en retiro.

La ambigüedad mostrada por el gobierno al no definir claramente su posición frente a la posibilidad de que el beneficio pueda llegar a los uniformados condenados por casos de derechos humanos, ha estimulado a la maquinaria vengadora haciéndola llegar incluso a La Moneda, donde intentó imponer las medidas que sirven para sus espurios intereses. Junto con exigir al gobierno que no incluya a los uniformados en el indulto, demandaron a éste el reemplazo de la Jefa del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, mostrando su insatisfacción por la tarea cumplida por quien dirige la suerte de “cabeza de playa” que la izquierda mantiene dentro del palacio. Esta última petición es realmente curiosa, puesto que hasta ahora dicha funcionaria había realizado al menos dos actuaciones relevantes en favor de la izquierda y que amenazaron gravemente al gobierno de la Alianza.

La primera, como se recordará, correspondió a la insistencia en pedir la reapertura del caso Soria, situación que para fortuna del Ejecutivo fue resuelta convenientemente por la Corte Suprema, evitando que su eventual aceptación desatara una avalancha de reaperturas de otros casos que como éste, se encuentran absolutamente cerrados y ejecutoriados.

La segunda, se trató de la sorpresiva e injustificada citación a declarar en un caso de DD.HH. al recién nombrado Subsecretario de Defensa y ex – Comandante en Jefe del Ejército, la que fuera gestionada por un abogado subalterno del programa en cuestión, sin conocimiento de su jefa, ni menos del Ministro del Interior.

Ambas situaciones debieran haberle ganado a esta funcionaria el agradecimiento de esta suerte de “comando vengador anti-militar”, conformado por una amplia gama de organizaciones establecidas al amparo de la Concertación y financiadas generosamente por los gobiernos anteriores. Sin embargo, el resultado fallido de ambas gestiones incomodó a sus líderes, impulsándolos a exigir su reemplazo a un gobierno que no reaccionó ante el ridículo en que lo dejó esta oficina.

La molestia del Presidente frente a la impertinente exigencia de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos quedó en evidencia con la brusca interrupción de la reunión, informada por los medios de prensa y ratificada por las enojadas y frustradas dirigentas, acostumbradas a que las autoridades se doblegaran a sus demandas. El problema es que las dirigentas cometieron en esta oportunidad el grave error de extralimitarse en el ejercicio del poder adquirido en los últimos años, consiguiendo sacar de quicio a un Presidente que se ha caracterizado por adoptar una posición conciliadora y contemporizadora, que al parecer fue confundida con una debilidad inexistente.

Aún cuando la ratificación de la jefa del programa era la reacción esperable ante el exabrupto de la agrupación en cuestión, llama la atención que el Presidente de la República siga validando la existencia del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, organismo que dice continuar el trabajo de la Comisión de Reparación y Reconciliación, creada por la Ley 19.123 y que terminó su existencia el 31 de Diciembre de 1996. El programa que el Presidente valida, fue creado por Decreto Supremo 1.005 de fecha 25 de Abril de 2007, para un propósito meramente administrativo, es decir para velar por el destino de los bienes de la disuelta comisión, sin que en caso alguno se le faculte para participar en procesos judiciales y sin que pueda prolongar la vida de una corporación extinta por la misma ley que la creó.

¿Cómo se explica entonces que los tribunales de derechos humanos sigan aceptando la participación de este organismo ilegal? ¿Cómo se puede entender que el Ministerio del Interior de este gobierno no se haya tomado la molestia de entender que el tal programa no es otra cosa que una forma de desviación de platas para financiar la venganza? Esta y muchas otras inquietudes surgen de casos como éste, pero es aquí en particular que se agradece el descriterio de la AF.DD.DD., quienes con su acción nos permiten denunciar el hecho de fondo, muchísimo más grave que la buena o mala evaluación de un mando medio del gobierno.

Es realmente sorprendente que la primera autoridad de la nación carezca de una asesoría capaz de advertirle que no debe ni puede seguir validando esta ilegalidad, por la que tarde o temprano alguien deberá rendir cuenta y que

 

?como se han ido dando las cosaspuede ocurrir que por no haberse deshecho de ella a tiempo, la responsabilidad sea atribuida por los descarados de siempre a un gobierno que la recibió de herencia. ?aunque parezca increiblerecién comienza a tener vigencia en Chile a partir de mediados del año 2009, sin poder ser aplicado con efecto retroactivo, según lo establece el propio Estatuto de Roma, instrumento internacional que lo define y que fue suscrito por el gobierno y debidamente ratificado por el Senado. ?ya que no de justiciaa un grupo importante de ex – uniformados hoy en prisión, no es ni la sombra de la solución que este sector de la población necesita, ya que el perdón por el bicentenario solo podrá llegar a algún pequeño universo de presos políticos militares, sin conseguir poner término a la persecución política que se desarrolla sobre una enorme cantidad de ex – miembros del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Carabineros y que con la ampliación a los casos de “tortura”, promete seguir con uno cuantos miles más. Todo ello, en un país que se jacta de ser “democrático”.

La persecución política desatada a todo dar en contra de los uniformados está comenzando a alcanzar ciertos límites de descaro que afortunadamente la ponen en evidencia ante los ojos de una sociedad que hasta ahora ha mantenido una hipócrita indiferencia, aceptando el cuento que le han querido contar y adoptando una posición de distancia crítica de los “violadores de los derechos humanos”. En ello, no ha habido la menor consideración a las injusticias que a diario cometen en contra de los uniformados algunos tribunales que aplican leyes no vigentes en Chile o que violan principios jurídicos que la Constitución garantiza para todos los chilenos, sin distinción, como por ejemplo: la prescripción.

Este tipo de abusos pseudo-jurídicos han sido eficazmente cubiertos por el engañoso manto de los delitos de “lesa humanidad”, concepto que

En medio de este caos virtual de la justicia en Chile, la posibilidad de que un indulto permita hacer llegar un poco de clemencia

27 de Junio 2010

Patricio Quilhot Palma

Columna de Opinión

Izquierda Chilena: ¿siempre vencedora y jamás vencida …?

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
¡No vaya a ser que los jóvenes comiencen a descubrir que el Gobierno Militar no fue tan malo y que piensen que Chile puede ser lo que es gracias a los militares…!

 

Para que exista un vencedor, necesariamente debe haber un derrotado y hoy, la Verdadera Historia de Chile ha sido derrotada por el poder de una izquierda que maneja magistralmente las comunicaciones, mostrando que en las últimas elecciones presidenciales habría perdido apenas una batalla y no la guerra. Ante las honestas declaraciones del Embajador Otero, en que hizo público lo que al menos la mitad de los chilenos reconocía hasta hace un tiempo y que a partir de hoy seguramente hará solo en privado, la reacción de la maquinaria comunicacional de la izquierda se movió con prontitud para contener una peligrosa penetración que amenazaba la solidez de la posición pacientemente lograda durante los últimos veinte años.

De manera violenta y usando todos los artilugios característicos de su conocida estrategia, los políticos izquierdistas y sus eternos colaboradores “progresistas”, saltaron hacia el frente para taponear rápidamente el espacio que La Verdad abría ante el mundo, exponiéndolos a que la opinión pública comenzara a zafarse de la tenaza histórica que durante años le han estado aplicando. ¡No vaya a ser que los jóvenes comiencen a descubrir que el Gobierno Militar no fue tan malo y que piensen que Chile puede ser lo que es gracias a los militares…!

El rechazo de la penetración fue demoledor, generando una retirada vergonzosa de La Verdad, quien había logrado hacerse paso entre las falacias marxistas. No hubo en la contraparte voluntad ni valor efectivo para apoyar a un confundido Embajador justo cuando las reservas de la izquierda barrían con él. El temor a enfrentar el odio y la grosería ideológica fue más fuerte, haciendo que la destrucción del valor honesto fuera – por desgracia – plena y sin sobrevivientes. Ello, al más puro estilo de lo que sucede a diario con los soldados, marinos, aviadores y carabineros que en 1973 se entregaron sin restricciones a salvar la Patria de la destrucción marxista y que hoy – aún tantos años después – siguen recibiendo los efectos de la persecución de la misma izquierda dogmática, carentes del apoyo de quienes una vez clamaron por su intervención.

La coincidencia es clara. En ambos casos se observa a una derecha que en su corrección teme enfrentarse a una izquierda violenta, descarada y ofensiva que consigue atemorizar a educados y bien comportados ciudadanos que prefieren no ensuciarse en la batalla. ¿Dónde habrán quedado aquellos valientes civiles que fueron capaces de oponerse sin tapujos a la tiranía marxista, exponiendo sus propias vidas, mientras llegaban las FF.AA.? Por desgracia, parecen haber quedado en el recuerdo, desapareciendo en la nebulosa del tiempo sin haber traspasado a sus herederos el sentido del Honor y de responsabilidad ciudadana que llenó de orgullo a Chile cuando fue liberado de la revolución socialista gracias a la acción mancomunada de civiles y militares.

Con hechos como éste, pareciera confirmarse que el resultado de las elecciones no fue realmente una victoria ganada por la derecha, si no que correspondió mas bien a una derrota autoinfligida por la propia coalición de izquierda, tan embriagada de poder y debilitada por la corrupción que no fue capaz de mantener el dominio político del que hizo gala por 20 años. Peligrosamente, los hechos recientes y en particular la fácil victoria alcanzada en el caso del Embajador Otero, reflejan que su aparente debilidad y la desorganización que siguió a la derrota en las urnas, no es tal y que la fuerza de su doctrina de violencia sigue vigente, consiguiendo una rápida recuperación a partir de las

mismas debilidades estratégicas que mostró la derecha en el pasado y que le permitieron ser gobierno durante veinte años.

Nada indica que la derecha chilena aprende de sus errores. Por el contrario, vemos como ante el rabioso empuje de la izquierda, ésta cede a su presión, claudicando rápidamente en aras mantener un supuesto clima de unidad que no es si no la continuación de una hipócrita “paz armada”, la que tarde o temprano terminará envolviéndolos en un conflicto. El problema es que mientras día tras día la izquierda se fortalece, la derecha derrocha un tiempo valioso para consolidar la victoria alcanzada en las urnas.

En prueba de ello, podemos citar por ejemplo cómo en el ámbito judicial la izquierda sigue negándole al gobierno toda posibilidad de adoptar decisiones libres en cualquier asunto relacionado con los derechos humanos. Para comprobarlo, es cosa de mirar lo que sucede con el Programa de DD.HH. del Ministerio del Interior, organismo de existencia ilegal como ha sido ampliamente demostrado y que sigue funcionando bajo el alero de las nuevas autoridades, enredadas éstas en el temor a la reacción de quienes lo utilizan para perseguir despiadadamente a los uniformados por hechos prescritos, amnistiados o juzgados.

Ni hablar de los escándalos habidos con los desaparecidos-aparecidos, con los abusos con las becas Valech, con el veto a un distinguido General de Carabineros para dirigir Gendarmería, con el descubrimiento de redes que negocian con historias falsas para enjuiciar militares y con un creciente número de otros abusos, tan inmorales como los señalados y sobre los cuales el Gobierno prefiere mantener un bajo perfil o simplemente los ignora, cediendo a sus adversarios un espacio valioso que le costará mucho recuperar, si es que en el futuro consigue alcanzar una relación de fuerzas que le permita cambiar de actitud.

El sacrificio de Otero representa la más reciente demostración de cómo se ceden posiciones para apaciguar a las fuerzas de la izquierda. Lamentablemente, todo indica que éste no será el último sacrificio y que seguiremos viendo cómo la amenaza disuasiva de una izquierda vigilante seguirá restando la libertad de acción que necesita el gobierno para conseguir el éxito que todos esperamos. El problema es que entretanto no sabemos hacia donde podemos estar siendo llevados por una estrategia de alto riesgo y que degrada poco a poco la motivación de quienes se jugaron lealmente para que se recuperara la decencia política en Chile.

La historia demuestra que la indecisión para mantener el ímpetu en una operación exitosa, sea ésta política o militar, ha sido la causa de muchas derrotas inesperadas, acaecidas a fuerzas que parecían destinadas a vencer y que perdieron por no darse el trabajo de alimentar con voluntad y energía la brecha abierta en la posición adversaria. No vaya a ser cosa que nos pase lo mismo y terminemos quedándonos tal solo con la victoria de Enero y nada más. Por supuesto que nadie lo desea y la responsabilidad del gobierno y de todos quienes lo apoyamos es proyectar desde ya el futuro período de 4 años, evitando a los chilenos tener que soportar el regreso de una izquierda corrupta e ineficiente que no volvería a dejar el poder tan fácilmente como lo hizo esta vez.

9 de Junio de 2010

Patricio Quilhot

Columna de Opinión

Otero: de la verdad al perdón (Gonzalo Rojas). Tras la Paletada, nadie dijo nada.. (Washington Sandoval Gessler)

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
“Si usted piensa que hubo aspectos positivos del Gobierno militar, usted necesita un tratamiento intensivo para curarse de tamaña desviación; ha de saber usted que nadie en su sano juicio puede afirmar algo distinto de la verdad oficial, perfectamente compartida por los últimos candidatos presidenciales (sí, por todos): a saber, que el gobierno de Pinochet fue el peor de la historia de Chile”.
Unos opositores persiguen a un embajador por haber manifestado que “la mayor parte de Chile no sintió la dictadura”. Pocos días antes, un religioso había descalificado a un obispo porque en sus tiempos de laico trabajó para el gobierno del Presidente Pinochet.
Dele con la campaña.
Que el embajador Otero crea que debe pedirle disculpas al Presidente (por algo así como tener pensamiento autónomo) revela hasta qué punto la derecha inclusiva y pragmática que algunos de sus correligionarios quieren crear, siembra el temor entre sus propios adherentes.
Que el religioso aquel anuncie que protestará si el obispo ese llega a ser nombrado para Santiago, revela cuán sólida es la seguridad de los “progresistas” respecto de su capacidad de infundir el miedo.
Ambas situaciones muestran que, también en la concepción histórica, el izquierdismo ha indexado nuevos dogmas, a los que pretende que todos los chilenos deban adherir con alma, corazón y vida.
El primero dice así: “Si usted trabajó para el gobierno militar, en cualquier calidad, por definición usted es culpable de complicidad en la violación de los derechos humanos; usted es un genocida por osmosis; usted lleva en su corazón la marca del crimen; usted no puede validarse en el Chile democrático, y si hasta ahora lo ha logrado, es porque engaña a sus conciudadanos, pero usted no puede pretender que no lo persigamos hasta desenmascararlo como un criminal”.
Y el segundo está redactado de este modo: “Si usted piensa que hubo aspectos positivos del Gobierno militar, usted necesita un tratamiento intensivo para curarse de tamaña desviación; ha de saber usted que nadie en su sano juicio puede afirmar algo distinto de la verdad oficial, perfectamente compartida por los últimos candidatos presidenciales (sí, por todos): a saber, que el gobierno de Pinochet fue el peor de la historia de Chile”.
Aquella portada de La Nación acusando de violadores de los derechos humanos a importantes civiles -sin pruebas ni fundamentos- pasó y dejó su mugre. Aquellos ataques a Jovino Novoa pretendiendo inhabilitarlo para presidir el Senado por haber sido subsecretario de Pinochet, hirieron sin razón alguna. Esos anuncios del futuro (actual) ministro del Interior sobre la decisión de evitar nombramientos de funcionarios de Pinochet -por cierto, no cumplida- ofendió sin medida.
Así ha ido instalando la izquierda dura su discriminación arbitraria, así ha logrado que le hagan eco los despistados de variadas denominaciones, y la eficacia de su estrategia ha llegado al punto de que no duda en sumarse a esa campaña un destacado religioso, experto en solidaridad.
Aquellos textos de estudio repartidos por decenas de miles en los que se alaba al MIR y se denigra al 11 de septiembre. Aquel concurso de TVN programado para canonizar a Allende como el chileno más grande, cuando en realidad fue el peor Presidente de la historia. Esa claudicación de los alcaldes aliancistas que ensalzan a Gladys Marín dedicándole avenidas. Con todo eso se ha pretendido que los adherentes a Pino- chet abandonen su defensa del verdadero pasado nacional.
Por cierto, otro destacado religioso me lo dijo un día, cara a cara, con noble sinceridad y clara frialdad: “He pedido que a usted lo saquen de su universidad, porque nadie puede defender al gobierno del dictador Pinochet como usted lo hace; no tiene derecho a ser profesor titular en esa corporación”. Y, consultado, mi rector de la época me confirmó que la gestión había sido hecha, ante él mismo…
¿A dónde llegarán? Eso da igual: son capaces de todo. Lo decisivo es que se les enfrente con un arma que no poseen: la verdad.
El izquierdismo ha indexado nuevos dogmas, a los que pretende que todos los chilenos deban adherir con alma, corazón y vida.

Por Gonzalo Rojas

Miércoles 09 de Junio de 2010


 

GENTILEZA DEL SOCIO DON: Orlando Gomez Urtubia

                  TRAS LA PALETADA, NADIE DIJO NADA…..
      
      Sr. Director:
                             Escándalo han provocado en ciertos sectores, los mismos de siempre, las declaraciones personales del Embajador de Chile en Argentina, don Miguel Otero, cuando dijo que la mayoría de los chilenos no sintieron la dictadura militar. Sobre el punto, debo confesar que me produjo tristeza la llorada retractación  del señor Otero y más aún el perdón que imploró por decir lo que millones de chilenos pensamos sobre el paso por nuestras vidas de la llamada dictadura militar, porque nunca como entonces disfrutamos de tranquilidad en nuestros hogares y ciudades, pudimos desarrollar nuestras actividades sin temor a las hordas marxistas que ya estaban amargando nuestras existencias en su camino hacia la implantación en Chile de la dictadura del proletariado, que por ser de izquierda extrema, no es calificada de tal. Y la tuvieron en la Unión Soviética sin que nadie de estos mismos conglomerados, ni a título personal, criticaran a uno de los más sanguinarios dictadores de la historia, José Stalin, que mandó a la muerte a millones y millones de seres humanos por el delito de pensar distinto, igual que ese otro siniestro criminal Adolfo Hitler, que envió a la muerte a varios millones de seres humanos por haber cometido la “atrocidad” de ser judíos. Tampoco de labios de estos mismos señores hemos escuchado críticas, si no alabanzas, contra la dictadura de la camorra castrita, tampoco contra la ignominia en que vivieron los alemanes tras el muro de Berlín; menos contra las simientes de doictaduras que ya  se vislumbran en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, contrariamente, les escuchamos aplausos y festejos.
                      El hoy camuflado marxismo chileno nos mantiene acostumbrados a permanecer de rodillas pidiéndoles perdón por lo sucedido durante el régimen militar, entonces surge la pregunta: ¿quién preparó la levadura para que aconteciera esa situación? Hoy,  los príncipes burocrátas y duques de la ex Unidad Popular, velados  con un nuevo nombre,  que profitan de esa democracia que ellos querían matar, y casi lo lograron, en su calidad de senadores, diputados, alcaldes, etc., ¿poseen calidad moral para reclamar contra la dictadura militar, cuando ellos preparaban la propia, ya casi sin contrapeso, hasta el 11 de Septiembre de 1973? ¿Qué hace junto a ellos la hasta ayer valerosa Democracia Cristiana?
                       Yo no me arrodillo ante los señores marxistoides, y digo con todo énfasis que gracias a nuestras Fuerzas Armadas y Carabineros hoy gozamos de la libertad y democracia que otros no se merecen, aunque de ellos hay varios próceres que se vanaglorian de haberla recuperado. Si no que lo digan los parientes y amigos de los millones de seres humanos que sucumbieron bajo los gobiernos  marxistas en todo el mundo, pero como éstos  eran regímenes  de izquierda, parodiando a nuestro insigne poeta chileno Carlos Pezoa Vélez, les digo: por esas víctimas, “tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada”.
                                               Washington Sandoval Gessler
                                                     Abogado-Periodista