Algo más sobre O´Higgins y San Martín
Derecho a rebelión. Adolfo Paúl Latorre
Derecho de rebelión
Señor Director:
Resulta sorprendente el requerimiento de la bancada de diputados del Partido Socialista ante el Tribunal Constitucional en contra del diputado Johannes Kaiser por haberse referido al derecho de rebelión, que “es un derecho de la sociedad frente al gobernante ilegítimo: frente al que ha perdido su legitimidad de origen” (Juan Antonio Widow).
Atentamente le saluda.
Adolfo Paúl Latorre
Abogado
Viña del Mar, 11 de julio de 2025.
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
¿Qué le pasa a la derecha con punta Peuco y los presos militares? Richard Kouyoumdjian. El Líbero
¿Qué le pasa a la derecha con
Punta Peuco y los presos
militares?
Impresiona ver como el tema de Punta Peuco y los presos militares del 73 incomoda a los candidatos presidenciales de derecha, exceptuando obviamente al líder libertario, que incluso los visita regularmente, y no rehúye hablar de lo ocurrido hace más de 50 años a pesar de los ataques de todas las fuerzas de izquierda.
Por alguna equivocada razón, existe la idea de que apoyar iniciativas humanitarias para los viejos soldados -muchos de ellos además condenados injustamente- es algo que no importa y no preocupa a los chilenos, especialmente los del centro político, y que, por ende, ellos, los candidatos, no deben meterse en la búsqueda de soluciones humanitarias para un problema que es más que evidente, y que por lo demás, importa mucho a la gran familia militar, y, por cierto, también a la policial, los que están atentos a ver quién se cuadra con ellos, y si son dignos de su lealtad, y respeto.
Se entiende que algunos candidatos de derecha busquen el centro político en la carrera por la presidencia, pero otra cosa es deshumanizarse y operar bajo la lógica de que el fin justifica los medios, muy propio de opciones políticas del extremo izquierdo del espectro, el que todavía no perdona el 73 y que está dispuesto a sacrificar a 400 por cuatro años en La Moneda, cosa que al parecer también algunos de los propios estarían eventualmente dispuestos a hacer.
Los 400 que están presos y los muchos más que a su avanzada edad están procesados por el Juez Mesa y otros, son los chivos expiatorios de la derecha chilena. Está claro que se cometieron violaciones a los derechos humanos, pero también está claro que no es el caso de todos los que están presos o procesados, los que por lo demás fueron sentenciados y encarcelados por el sistema judicial antiguo y bajo figuras legales en extremo creativas, y sin tener los derechos a la debida defensa que tiene el resto de Chile cuando se les acusa de algo, algo que uno esperaría fuera comprendido por los que buscan desde la derecha la primera magistratura.
Cuesta entender que a estos chivos expiatorios no se les quiera aplicar los mínimos de humanidad que su edad, condiciones físicas y mentales exigen. Cuesta entender que los candidatos de Republicanos y de Chile Vamos no se la jueguen decididamente por quienes están hacinados y maltratados en Colina 1, Punta Peuco y otros penales. Estamos hablando de hacer algo que es quizás políticamente incorrecto, pero correcto desde la perspectiva de la justica, la ética y la moral, -aspectos que por cierto son una exigencia para liderar no solo la derecha, pero a Chile, sus fuerzas armadas y policías- temas de fondo que vayan más allá de los 200 caracteres de X, o de una bajada noticiosa para la portada de un periódico. Estamos hablando de hacer lo correcto.
Al más puro estilo de Vargas Llosa, corresponde preguntarse cuándo se jodió Chile, se jodió desde el minuto en que 400 viejos presos militares y policiales no le importan al mundo político de la derecha, no le importan a la mayor parte de los diputados y senadores del sector, y menos al sistema judicial, y a sus custodios, Gendarmería de Chile. No menciono o exijo conductas distintas a la izquierda ni el gobierno del Presidente Boric, ya que bien es sabida su animosidad y opinión, la que, junto a la búsqueda de la venganza de los militares por parte de buena parte de los suyos por haberlos desbancado en el 73. Ellos son los mismos que ahora apoyan a la candidata del PC a la presidencia, y es por esa razón y lo anterior, que no espero por parte de ellos humanidad y clemencia, y más bien, solo acciones que les hagan más difícil la vida en los penales, o que los dejen adentro hasta que se mueran, o más indigno aún, que los busquen mezclar con delincuentes comunes.
En fin, hora de saber cuántos pares son tres moscas en lo que se refiere a la derecha y su posición respecto de los presos militares de Punta Peuco, Colina 1 y otros penales que los albergan. Hora de saber si es que Chile está realmente jodido, o si quedan esperanzas, humanidad y caridad, y no la desidia y olvido que se aprecia.
Un aporte de nuestro presidente, CN George Brown Mac Lean
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La Unión en el juramento a la bandera
La Unión en el juramento a la bandera
El presidente de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, CN (R) George Brown Mac Lean, acompañado de los directores TCL (R) Danielle Varas Llanos y del CDA (R) Gustavo Garreton R., participaron hoy el Juramento a la Bandera realizado en el Templo Motivo de Maipú.
La Unión se hizo presente en tan significativa ceremonia en que los juramentados juran ante Dios y la bandera servir a la patria hasta “rendir la vida si fuera necesario.”
Combate de La Concepción 9 y 10 de julio de 1882. GDB. René Norambuena Veliz
COMBATE DE LA CONCEPCIÓN 9 Y 10 DE JULIO 1882
Este combate junto al combate naval de Iquique son los hitos más gloriosos y mas recordados de la historia militar de Chile.
Después de la ocupación de Lima se configura la última campaña de la guerra, la campaña de la Sierra, donde se distribuyeron unidades en la sierra peruana para evitar la reconfiguración de unidades peruanas que no aceptaban su derrota total.
Una compañía del Regimiento Chacabuco con escasos 77 efectivos se encuentra en el pueblo de la Concepción al mando del Capitán Ignacio Carrera Pinto, oficial destacado en Pisagua, Dolores y en Tacna, descendiente del gran General José Miguel Carrera quien tenía bajo su mando a tres subtenientes: Julio Montt Salamanca, Arturo Pérez Canto y Luis Cruz Martínez, además de dos sargentos, cinco cabos y 66 soldados, a los cuales había que agregar a tres mujeres que los acompañaban y que seguían a sus esposos en la Guerra.
Las fuerzas peruanas al mando del coronel Gastó, se componían de unos 600 efectivos mas 1.500 guerrilleros. Se inicia el ataque el 09 de Julio, en la tarde, los chilenos atrincherados en el pueblo y plaza empiezan a tener bajas enfrentando a una fuerza superior e implacable, les rodean y en la noche queman el techo de la iglesia y proceden a romper las murallas del improvisado cuartel para perpetrar una masacre. En la mañana del 10 de Julio solo quedan vivos el Subteniente Luis Cruz y cinco conscriptos quienes sin municiones al final de la mañana, salen con bayoneta armada gritando los chilenos no se rinden muriendo todos en el acto por la acción enemiga.
Los 77 jóvenes Chacabucanos entregaron sus vidas por Chile y su bandera.
La gesta del combate de La Concepción constituye uno de los hitos chilenos más gloriosos de la Guerra del Pacífico, pese a que en un sentido táctico resulta ser una derrota para nuestro país.
De acuerdo a lo anterior y en homenaje a los 77 héroes chilenos que entregaron su vida por nuestro pabellón y nuestra patria, el expresidente Ramón Barros Luco decidió, a través de un decreto de 1914, establecer que el Juramento a la Bandera debía concretarse el 9 de julio de cada año.
Este sublime combate resalta el patriotismo, valentía y las virtudes militares de los soldados chilenos como enseñanza de honor y patriotismo.
René Norambuena Veliz
General (R
LAS OPINIONES EN ESTA SECCIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIMENTE EL PENSAMIENTO DE LA UNIÓN DE OFICIALES EN RETIRO DE LA DEFENSA NACIONAL
Industria de defensa y estrategia nacional: Una responsabili-dad ineludible del Estado. VA Ramiro Navajas. El Líbero
Industria de Defensa y
Estrategia Nacional:
Una Responsabilidad
Ineludible del Estado

La historia nos recuerda con crudeza que la guerra, lejos de desaparecer, es una constante entre los seres humanos. Cualquier libro de historia que abramos nos mostrará conflicto tras conflicto en distintos continentes y épocas. En los últimos 50 años, pocas semanas han estado exentas de enfrentamientos, siendo el siglo XX el más sangriento. Si nos focalizamos en los últimos tres años, desde Gaza y Ucrania hasta los ataques entre Irán e Israel, queda claro que el siglo XXI está lejos de ser pacífico. Aunque el general Rupert Smith (2005) sostuvo en The Utility of Force que las guerras industriales tradicionales eran cosa del pasado, la realidad actual ha ampliado su diagnóstico. En cambio, Colin Gray (2005), en su libro Another Bloody Century, advertía con mucho realismo que no debíamos dejarnos seducir por ingenuas esperanzas, pues este siglo sería, otra vez, sangriento. Me atrevería a decir que ambos tienen algo de razón. Estamos presenciando un verdadero “cóctel” de guerras con conflictos industriales mezclados con irregulares e híbridos, donde coexisten soldados, artillería, bombardeos, drones, hackers y propaganda. Actores con distintas visiones del poder están utilizando herramientas más hacia el Hard Power y Sharp Power que en el Soft Power.
Uno de los aspectos más relevantes hoy es el uso de tecnologías avanzadas desarrolladas por los propios actores beligerantes, algo que también advierte Colin Gray. En Ucrania hemos visto enjambres de drones, inteligencia artificial para seleccionar blancos y guerra electrónica a una escala que antes solo imaginábamos en laboratorios. En el “conflicto de los 12 días” entre Irán e Israel fue impresionante ver cómo Israel ejecutó una operación aérea precisa y coordinada contra sitios de enriquecimiento de uranio y luego interceptó casi todos los cientos de drones y misiles balísticos lanzados por Irán, gracias a una red integrada de defensa aérea y espacial que incluye sistemas como el Arrow, Honda de David, Iron Dome y radares de última generación. Estados Unidos, por su parte, mostró una capacidad militar única en el mundo con ataques orquestados desde bombarderos B-2 y misiles Tomahawk lanzados desde submarinos nucleares, complementados con maniobras deceptivas y diplomáticas. En consecuencia, lo que para muchos parecería ciencia ficción o un videojuego hoy es realidad, gracias a décadas de inversión en I+D, alianzas tecnológicas y planificación seria entre socios estratégicos.
Estados Unidos e Israel no logran estos niveles de protección sólo porque tengan recursos, sino porque asumen con responsabilidad el contrato social con sus ciudadanos, donde uno cede parte de su libertad a cambio que el Estado le devuelva seguridad. Por lo tanto, invierten en defensa porque entienden que proporcionar seguridad no es un gasto, sino un deber irrenunciable del Estado, para garantizar un entorno libre de amenazas que permita el desarrollo individual y colectivo de su pueblo. Ambos países desarrollan capacidades propias y, cuando es necesario, forjan alianzas sólidas y coherentes con una estrategia nacional de largo plazo.
En nuestro caso, Chile debería fortalecer su industria de defensa y cumplir cabalmente con ese mismo contrato social. No estamos exentos de riesgos. Tenemos una geografía que nos da grandes oportunidades y recursos naturales, pero también enormes desafíos regionales y globales. Nuestra economía abierta al mundo con un comercio marítimo que supera el 94% de intercambio comercial y nuestra estabilidad nos impulsan a contar con una industria de defensa local sólida con capacidades propias, pero también con socios estratégicos confiables, que puedan suministrarnos componentes, sistemas y conocimiento que aún no estamos en condiciones de generar en el país.Es importante comprender que desarrollar capacidades estratégicas no se logra en cuatro años, ni siquiera en ocho. Requiere visión de Estado, continuidad política y técnica, y consensos básicos que superen las coyunturas electorales. Lo mismo ocurre con las alianzas estratégicas, pues forjarlas toma tiempo, pero mantenerlas exige algo aún más escaso, como lo es la confianza, un bien que se forja a fuego lento y se puede perder con rapidez. Las alianzas estratégicas están por encima de ideologías o intereses personales. Incluso por encima de los gobiernos que solo administran el Estado por cuatro años. Es lo que marca la diferencia entre un mandatario y un estadista.
Cuando hablamos de sistemas tecnológicos de defensa, tales como aeronaves, radares, misiles, buques, tanques o ciberdefensa, la dependencia de aliados estratégicos dispuestos a apoyarnos en las buenas y en las malas puede durar muchas décadas. Romper una alianza estratégica sin argumentos sólidos, que implique dejar sin disponibilidad sistemas de armas críticos, debería ser motivo de un profundo cuestionamiento político. Significa debilitar las capacidades estratégicas del país y hacer un uso poco responsable de los recursos públicos al abandonar, prematuramente, capacidades planificadas para durar entre 30 y 40 años.
Antes de renunciar a alianzas estratégicas, deberíamos contar con una planificación seria para el desarrollo de la industria nacional de defensa, capaz de asegurar soporte logístico permanente, independencia operativa y ser además un motor de innovación científica y tecnológica. Un buen ejemplo de este enfoque es el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval y la reciente Política Nacional de Construcción Naval, firmada por el actual gobierno. Para poder construir en Chile buques de combate como fragatas, es mandatorio elegir, en un plazo prudente, a un socio estratégico confiable para lograr todas las externalidades positivas que se esperan en este tipo de proyectos de muy largo plazo. En la misma línea, el Sistema Nacional Satelital y la Política Nacional Espacial (firmada en el primer gobierno de Sebastián Piñera) comenzarán a mostrar frutos con la inauguración del Centro Espacial Nacional a fines de este año, consolidándose como una gran oportunidad para fortalecer la industria de defensa nacional y aeroespacial de la mano con universidades y centros de investigación.
Si bien algunas empresas nacionales como Famae, Asmar, Enaer y sus filiales S2T, Sisdef y DTS, respectivamente, llevan varias décadas construyendo sistemas en Chile, todavía no existe un compromiso estatal para invertir significativamente en I+D en las empresas nacionales de defensa para consolidar la independencia tecnológica y logística en áreas clave como sistemas de armas, sensores, vehículos no tripulados, satélites, ciberdefensa y muchas otras capacidades que podríamos desarrollar en nuestro país.
Finalmente, así como Estados Unidos, Israel o Ucrania han invertido en I+D para lograr la seguridad de sus pueblos, nosotros deberíamos inspirarnos en las lecciones que nos dejan los conflictos actuales. La paz no se garantiza con buenas intenciones, sino con planificación de largo plazo, inversión sostenida en capacidades estratégicas, alianzas estratégicas responsables y una industria de defensa robusta que pueda apoyarnos en tiempos complejos. La seguridad nacional no se improvisa, debe ser un compromiso real y permanente del Estado con sus ciudadanos como parte del contrato social.