Columna de Opinión, News, RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

LA OPOSICIÓN VENEZOLANA ATRAPADA EN UN BUCLE. Gilberto Aranda B.

 

                                                                             LA OPOSICIÓN VENEZOLANA ATRAPADA EN UN BUCLE

Gilberto Aranda B., Profesor titular Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

El Mostrador, 29/07/2024

En la galaxia informática se entiende un bucle como una serie de instrucciones ejecutadas de manera repetitiva, hasta que se cumpla una condición dada o se detenga físicamente el proceso. Una exacerbación del mismo, sería el bucle infinito que implica un error de programación que deriva en un ciclo repetido incesantemente, ya que la condición para finalizarlo sencillamente nunca se cumple.

Durante la última década, millones de venezolanos se han sentido atrapados en un bucle de permanentes negociaciones entre el Gobierno y la oposición, que acuerdan dirimir sus diferencias por medio de elecciones en las que el resultado siempre es al final el mismo: el oficialismo se aferra al poder “por las buenas o por las malas”, como dijo Nicolás Maduro en febrero último, sentencia confirmada a la luz del resultado de 51 % de las preferencias para su candidatura contra el 44 % de la oposición, después de interminables 6 horas de cierre de las mesas de sufragio.

Es necesario que la oposición cure sus heridas sin renunciar a la unidad alcanzada y, desde luego, aún queda el expediente de las auditorías a las actas, si efectivamente pudieron obtenerlas. Mientras, desde el sur del mundo habrá que prepararse para recibir nuevas migraciones en busca de esperanza.

Se repite un ciclo político que ha sido más o menos idéntico: 1) repunte de la conflictividad y caída de la economía favorecen el diálogo facilitado por actores externos; 2) la oposición se fracciona entre partidarios y detractores de pactar con el chavismo; 3) durante las negociaciones amainan las tensiones, por lo que la conflictividad disminuye; 4) se levanta el diálogo sin completar todos los acuerdos o, como única variante, se asumen compromisos que son respetados parcialmente.

Esta dinámica circular también explica que segmentos de la fragmentada oposición propiciaran como estrategia –equivocadamente, en mi opinión–, hace un tiempo y no tanto, el boicot electoral e, incluso, compromiso con fallidos golpes de Estado (2019). Pero además explica que más de 7 millones de venezolanos –según cifras de Naciones Unidas– perdieran las expectativas de cambio y abandonaran su país para radicarse en su mayoría en Colombia, Perú y Chile.

¿Qué hubo de nuevo en este caso? Sin duda, la unidad mayoritaria de la oposición, que dejó a un lado las luchas intestinas y los egos políticos, para consagrar a un “candidato tapa” –encargado de cuidar el puesto a quien no pudiera inscribirse en su momento–: el diplomático de carrera y académico Edmundo González Urrutia.

Mérito de la popular María Corina Machado, la permanente opositora que confrontó como diputada al fundador de la revolución bolivariana, misma que a menudo desconfió de los procesos electorales, llamando a boicotear comicios; la mujer que dijo en una entrevista a la BBC, en 2019, que Maduro solo dejaría el poder por la fuerza.

Machado, quien dio un generoso paso al costado y ungió a González Urrutia, pulverizando la premisa madurista de “divide y reinarás”.

El resto quedó más o menos constante. Durante un cuarto de siglo, el bolivarianismo chavista había usado tanto la negociación como la lógica electoral para refrendar su habitar el poder.

Desde la mediación de la Organización de Estados Americanos y el Centro Carter en 2002 hasta los acuerdos de Barbados de octubre de 2023, se realizaron siete procesos de gestión multilateral de la conflictividad venezolana. Adicionalmente, el Gobierno de Hugo Chávez protagonizó 14 comicios entre diciembre 1998 y marzo de 2013, mientras su sucesor organizó 7 elecciones en sus 11 años de mandato.

El oficialismo solo en dos ocasiones miró de frente la derrota electoral: la primera en diciembre de 2007, cuando la perseverancia de las federaciones de estudiantes universitarias propinó un rotundo rechazo al plebiscito por reformas constitucionales.

Chávez reconoció el resultado y preparó un camino para presentar un conjunto acotado de enmiendas constitucionales a la ciudadanía, en febrero de 2009, que en dicha ocasión sí fueron aprobadas, entre otras, la reelección permanente.

La segunda fue en diciembre de 2015 –con Nicolás Maduro ya como presidente–, cuando la oposición, unificada en la Mesa de Unidad Democrática, conquistó dos tercios de la Asamblea Nacional, negándole recursos al Ejecutivo, que ideó una “fuga hacia adelante”, eligiendo un Legislativo Constituyente paralelo que asumiera las competencias del primero.

Es decir, una afinada metodología para revertir decisiones populares y, así, mantener una fachada democrática. Para ello, además de contar o coadyuvar a la fragmentación opositora, el chavismo madurista disponía de bases para la movilización política y de un férreo control de los procesos, que en la jornada de ayer podría haber hecho valer.

En tanto, el ánimo de participación ciudadana en los comicios para una parte del electorado respondía a algo así como tocar un dorado punto de inflexión: aquel que no solo implicara un desenlace distinto, sino sobre todo un reconocimiento sin condiciones ni ambages por parte de Maduro de los resultados y, eventualmente, su salida definitiva del poder.

Para eso hicieron fila, algunos incluso pernoctando, en Caracas, Barinas y Mérida, varias horas antes de la apertura oficial de las casillas a las 6 a.m.

Durante el día se reportaron algunas irregularidades e incidentes, pero el dato duro fue la alta participación con locales atestados. Así lució el centro de votación en que ejerció el sufragio el candidato González Urrutia al mediodía.

Después de un baño de multitudes, pidió mantener las expectativas en calma y paz. Antes la inhabilitada María Corina Machado había recorrido las calles caraqueñas en moto para constatar respaldos.

La ansiedad se apersonó con el cierre de las casillas después de 12 horas de funcionamiento. Para esa hora la guerra de rumores y sondeos a boca de urna estaba desatada, otorgando la ventaja a unos y otros. Sin embargo, la bola de nieve que ganaba cuerpo era otra: se decía que funcionarios electorales estaban pidiendo a los apoderados salir de los recintos. González Urrutia y Machado replicaron llamando a los “testigos” a permanecer hasta que obtuvieran una copia del acta, tal como establece la ley.

Conforme pasaron las horas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) llamaba a la calma y a aguardar. El comandante en Jefe del Ejército, Vladimir Padrino López, intervenía para reiterar que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sería un garante de la paz, una cuestión no menor si se considera el doble papel de árbitro de los uniformados ante las crisis y de incumbentes con cargos en el gabinete.

Sin embargo, la tensión se incrementó cuando la dirigente opositora Delsa Solórzano denunció: “No quieren imprimir el acta y no quieren transmitir (…). No entregar el acta está completamente al margen de la ley”. De esa manera acusaba al Consejo Nacional Electoral de paralizar la entrega oficial de resultados a los apoderados, negándoles las actas.

Lo cierto es que el organismo, de mayoría oficialista, dilató el reconocimiento de una tendencia clara por 6 horas, comprometiendo la transparencia del escrutinio –base del actual reclamo de fraude– y arriesgando, de paso, una presión adicional contraproducente que aún puede tener secuelas inesperadas, como protestas masivas y desórdenes desestabilizadores.

En ese caso, sería una profecía autocumplida para la narrativa oficialista que divulgó por meses una conspiración opositora bajo la forma de disturbios.

Queda claro que para el oficialismo la mantención del poder fue una cuestión de supervivencia, aunque siempre se supo que el reconocimiento de un resultado adverso no sería fácil e, incluso, ocurriendo lo anterior tampoco sería garantía de cesión del mando supremo. La apuesta opositora era que ciertos grupos al interior del Gobierno medirían los costos de una salida frente a los costos de preservación del poder y cambiarían el guion.

De ahí que generar incentivos, por parte de la oposición, para una aplicación calculada de la justicia a los jerarcas oficialistas y sobre todo admitiendo resortes maduristas en la Fiscalía, la Asamblea Nacional y el propio Consejo Nacional Electoral, serían claves.

Pero ¿acaso hubo un diálogo previo con el madurismo o se dejó todo a posteriori de un proceso electoral que se daba por ganado basándose en sondeos? No hay que olvidar que, en el caso chileno, la estrategia de transición se anticipó en años al plebiscito de 1988.

Por lo pronto, es necesario que la oposición cure sus heridas sin renunciar a la unidad alcanzada y, desde luego, aún queda el expediente de las auditorías a las actas, si efectivamente pudieron obtenerlas. Mientras, desde el sur del mundo habrá que prepararse para recibir nuevas migraciones en busca de esperanza en otro lugar lejos de su patria.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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PROPUESTA CHINA DE TRATADO DE NO PRIMER USO DE ARMAS NUCLEARES (NFU en inglés). Dr. Luis Pérez Gil

                                                                              PROPUESTA CHINA DE TRATADO DE NO PRIMER

                                                                               USO DE ARMAS NUCLEARES (NFU en inglés)

Dr. Luis Pérez Gil

 

El 12 de julio de 2024 la delegación china en la Conferencia de Desarme en Ginebra presentó oficialmente un proyecto de Tratado sobre No Primer Uso (NFU en inglés) de Armas Nucleares para su examen durante el período de sesiones del Comité Preparatorio de la Conferencia de Examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que se celebrará en Ginebra del 22 de julio al 2 de agosto de 2024.

En el mismo, el gobierno chino propone que las cinco potencias nucleares legales (la propia China, Rusia, los Estados Unidos, Francia y Reino Unido) negocien y celebren un tratado que establezca la política de no primer uso en sus respectivas doctrinas nucleares o, en su defecto, que asuman obligaciones equivalentes mediante declaraciones unilaterales de valor jurídico (conforme a la doctrina de los actos jurídicos unilaterales en Derecho Internacional).

La propuesta plantea varias cuestiones fundamentales. La primera es reafirmar la declaración común (formulada el 3 de enero de 2022) de que una guerra nuclear tendría consecuencias devastadoras para toda la Humanidad y, por tanto, no debería librarse -véase la entrada DECLARACIÓN CONJUNTA DE LAS CINCO POTENCIAS NUCLEARES SOBRE LA PREVENCIÓN DE LA GUERRA NUCLEAR Y LA CARRERA DE ARMAMENTOS, de enero de 2022-.

Con esta medida, las autoridades chinas apelan a la responsabilidad fundamental que tienen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (que son, además, las cinco potencias nucleares legales) en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. La segunda es la adopción de un compromiso general de adoptar políticas de no primer uso (declaración que forma parte de la vigente política de empleo de armas nucleares china) -como planteamos también en la entrada recién citada-. De llegar a formalizarse como un tratado internacional, tendría vigencia ilimitada y no se admitirían reservas a dicho compromiso. En tercer lugar, las autoridades chinas consideran que la eventual adopción de un tratado de este tipo crearía las condiciones de confianza necesarias para poder realizar avances significativos en materia de control de armamentos y desarme -cuestiones que no son idénticas, como reflexionaba recientemente Jasmine Owens en un polémico pero interesante artículo publicado en el Boletín de los Científicos Atómicos-. Y cuarto, alcanzados los objetivos anteriores, negociarían un segundo tratado que tendría como finalidad establecer una prohibición general de empleo de armas nucleares contra países no poseedores o en zonas libres de armas nucleares (ambas cuestiones también forman parte de la política de empleo de armas nucleares china).

Sin embargo, esta iniciativa no es nueva ni tampoco sorpresiva. No es nueva porque ya en enero de 1994 el gobierno chino presentó un proyecto similar a las otras potencias nucleares del TNP, pero, a pesar del período de distención que estaba viviendo el sistema internacional, no fue considerado favorablemente debido a la oposición de los Estados Unidos y otros países de la OTAN dependientes de la disuasión nuclear estadounidense.

Bien es verdad que, hace tres décadas, la China comunista carecía de las capacidades de poder e influencia exterior que disfruta hoy (esto es un aspecto no menor y para nada desdeñable para entender su posición actual). No obstante, en septiembre de 1994 los gobiernos ruso y chino adoptaron una importantísima declaración a nivel de jefes de Estado sobre no primer uso entre sí, que fue complementada con un compromiso político de no apuntar armas nucleares directamente el uno contra el otro (aunque técnicamente esto puede ser modificado rápidamente en caso necesario, especialmente en el lado ruso, que cuenta con miles de ojivas nucleares y con un robusto sistema de mando y control nuclear). Tampoco es sorpresivo porque ya en febrero de 2024 el jefe del departamento de Control de Armas del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Sun Xiaobo, anunció planes para presentar una iniciativa de esas características durante una próxima reunión de la Conferencia de Desarme.

Estas acciones forman parte de la preparación de la presidencia de turno del grupo de Cinco Estados Nucleares del TNP en 2025 y de la próxima conferencia de examen del TNP, que debería celebrarse en Nueva York en 2026. De este modo, la propuesta de un tratado de no primer uso de armas nucleares entre grandes potencias forma parte de la estrategia general liderada por el presidente Xi Jinping de desempeñar un papel cada vez más protagonista en los asuntos mundiales. Además, se produce en un tiempo histórico significativo, donde las armas nucleares han vuelto a tomar una posición central en las relaciones entre las grandes potencias, esencialmente entre Rusia y los Estados Unidos (quienes poseen el 90% del total del arsenal nuclear mundial) en el contexto de la guerra en Ucrania, como hemos ido examinando en el blog paso a paso -véase la entrada más reciente sobre el tema titulada AMENAZAS DE EMPLEO Y PRUEBAS DE MISILES CON CAPACIDAD NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA EN UCRANIA, de junio de 2024-. Por el lado ruso, el 12 de marzo de 2024 el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Ryabkov, adelantó que su gobierno estudiaría la propuesta china como parte de las iniciativas para tratar de restablecer el sentido común (la cordura) frente a los intentos de escalada de Occidente que no tienen en cuenta los riesgos de un choque armado directo entre potencias nucleares (lo que es propio del lenguaje de extorsión nuclear del Kremlin desde el inicio de la guerra en Ucrania).

Precisamente, en ese contexto de escalada, el 11 de junio de 2024 el mismo Ryabkov afirmó que los desafíos que plantea la OTAN podrían llevar a una revisión de la doctrina rusa de empleo de armas nucleares. Nueve días después (20 de junio de 2024) el presidente Vladimir Putin declaró durante su visita oficial a Vietnam que una modificación de la doctrina de empleo de armas nucleares rusa sería una respuesta a cambios en las estrategias nucleares de Occidente (había dicho lo contrario en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo dos semanas antes). Esto supone que una eventual modificación de la Doctrina rusa de empleo de armas nucleares de 2 de junio de 2020 -véase la entrada LA ACTUALIZACIÓN DE LA POLÍTICA DE EMPLEO DE ARMAS NUCLEARES DE RUSIA, UNA APUESTA POR EL RÉGIMEN DE ESTABILIDAD ESTRATÉGICA, de junio de 2020- no iría en el sentido de la propuesta presentada por el gobierno chino, sino todo lo contrario: hacia una reducción del umbral de empleo en caso de conflicto.

Pero, como hemos dicho en varias ocasiones, la guerra en Ucrania será larga, el Bloque Occidental y Rusia perseverarán en sus posiciones y, por tanto, el riesgo de escalada aumentará -véase la publicación más reciente en CAPACIDADES MILITARES RUSAS Y ECONOMÍA DE GUERRA EN EL CONFLICTO EN UCRANIA, de julio de 2024-. Eso no obsta para que el gobierno ruso pueda realizar algún tipo de declaración política testimonial de apoyo a la iniciativa china, pero sin contraer ningún compromiso formal, porque ambas partes son conscientes de que tienen intereses comunes, pero no siempre son coincidentes y la asunción de estas premisas da una enorme flexibilidad a sus políticas exteriores en relación a terceros (probablemente esto es lo que es la autonomía e independencia estratégica, no otras declaraciones más cercanas que solo indican una posición de subordinación respecto a un hegemón). Pero, no solo estamos ante un conflicto por delegación entre Rusia y los Estados Unidos, sino que también están implicados los países miembros de la OTAN, de la Unión Europea y de otras alianzas de poder americanas, la mayoría no de buen grado sino por la necesidad de mantenerse y otros simplemente para poder sobrevivir.

Esta realidad estratégica determina una oposición decidida tanto de los Estados Unidos, que ve a China como su único rival por la hegemonía, como de un conjunto de países europeos y extraeuropeos, que necesitan imperiosamente la protección militar americana, incluida la disuasión nuclear para garantizar su seguridad y también su estado de pasividad (el mejor ejemplo, pero no el único, es el caso de Alemania). Por eso, son compelidos a secundar políticas que no sirven a sus propios intereses nacionales, sino a los de la gran potencia. Los planes anunciados por algunos funcionarios de introducir cambios en la política nuclear americana tendrán que esperar en sus carpetas hasta la llegada de un nuevo presidente, pero sea el que sea, poco cambiará respecto a la estrategia contra una China decididamente competitiva.

En este contexto, el 17 de julio de 2024 el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Lin Jian, anunció la suspensión de las conversaciones con los Estados Unidos sobre control de armas y no proliferación como respuesta a su injerencia en los asuntos de Taiwán (manifestaciones de apoyo político, visitas de altos funcionarios estatales a la isla, aprobación de venta de armas), no atender las reiteradas protestas del gobierno chino contra esas acciones y provocar el deterioro de la situación de seguridad regional, una declaración que tiene similitudes prebélicas a la retórica rusa en el conflicto de Ucrania. En consecuencia, la degradación de la estabilidad estratégica global permite aseverar que se trata de una iniciativa con escasas oportunidades de salir adelante, que la guerra se prolongará, que habrá nuevas crisis regionales con potencial bélico y que los potenciales ganadores seguirán sumando recursos, mientras los dirigentes de las grandes potencias fantasean con un juego de escalada que no se puede jugar, porque el resultado final es la destrucción total (algo que desconocen los testigos silenciosos).

El documento oficial denominado “No-first-use of Nuclear Weapons Initiative. Working paper submitted by China” está disponible aquí.

DERECHO Y POLÍTICA INTERNACIONAL

Web dedicada a temas de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Ciencia Política en forma de artículos y comentarios desde la comunidad de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). «Contemplando el centro de la Historia»

 

Dr. Luis Pérez Gil

https://ullderechointernacional.blogspot.c

Un aporte del Secretario General del Centro de Graduados de la ACAGUE, Crl. Julio Soto Silva

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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FAMILIARES, AMIGOS Y COLABORADORES DE TODA LA VIDA DOMINAN EL CÍRCULO ÍNTIMO DE KAMALA HARRIS Tarini Parti/The Wall Street Journal

                                                                               FAMILIARES, AMIGOS Y COLABORADORES DE TODA

                                                                                              LA VIDA DOMINAN EL CÍRCULO ÍNTIMO

                                                                                                               DE KAMALA HARRIS

Tarini Parti/The Wall Street Journal

La Tercera, 25/07/2024

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, tiene una amplia red de asistentes gracias a su carrera jurídica y política de décadas. Pero la esperada candidata presidencial demócrata ha mantenido estrecho su círculo íntimo.

Ha confiado en sus familiares, amigos cercanos y asistentes más antiguos para ayudarla a orientar su carrera y sus decisiones políticas.

A diferencia del presidente Joe Biden, Harris, quien fue elegida al Senado por California en 2016, sigue siendo relativamente nueva en Washington y todavía está construyendo su confianza en el cerebro político.

He aquí un vistazo a su círculo íntimo:

Familia y amigos cercanos. Los familiares de Harris han sido sus asesores más cercanos. Todos ellos, como ella, tienen formación jurídica. La única hermana de Harris, su hermana menor, Maya Harris, fue presidenta de su campaña para la nominación presidencial demócrata de 2020, que fue vista como disfuncional.

La vicepresidenta, elegida para el Senado en 2016, sigue siendo relativamente nueva en Washington y todavía está construyendo su confianza en el cerebro político.

Maya Harris no tuvo un papel formal en la Casa Blanca y anteriormente se desempeñó como asesora política de Hillary Clinton durante su candidatura a la Casa Blanca en 2016.

Presentó a su hermana en la convención demócrata de 2020. “Al crecer, que el cielo ayude al pobre niño que se metió conmigo porque mi hermana mayor estaría allí en un instante lista para respaldarme”, dijo Maya Harris.

Su cuñado, Tony West, fue anteriormente fiscal general asociado durante la administración de Barack Obama. West ha viajado en los últimos días con la vicepresidenta a eventos, incluido uno para recaudar fondos el sábado. West es el director jurídico de Uber.

Harris también tiene una relación cercana con su sobrina, Meena Harris, abogada y autora. Dos días antes de que Biden abandonara la carrera, Harris visitó la nueva heladería de la modelo Tyra Banks en Washington D.C. con las dos hijas de Meena.

Desde su matrimonio en 2014, Doug Emhoff, el marido de Harris, un abogado del mundo del entretenimiento, ha sido su mayor apoyo público. En la administración, Emhoff ha trabajado en la lucha contra el antisemitismo.

También ha utilizado su papel para hablar sobre la igualdad de género. “Elevar a las mujeres para que puedan desempeñar roles importantes es algo muy varonil”, dijo a un periódico surcoreano en 2022.

Los amigos de Harris y Emhoff, el director y productor Reggie Hudlin y Chrisette Hudlin, han sido una gran parte de sus vidas. Chrisette Hudlin le presentó a Harris a Emhoff. La pareja, con buenos contactos, fue invitada a una cena de Estado en la Casa Blanca el año pasado, y Harris es madrina de su hija, Helena Hudlin.

Mientras presidía en la Cámara del Senado el voto de confirmación de la jueza Ketanji Brown Jackson, Harris le escribió una carta a Helena Hudlin. “Me siento aquí con un profundo sentimiento de orgullo y alegría por este momento de nuestra historia y lo que creo que significará para ustedes y para todos los líderes jóvenes y futuros actuales de nuestro país”, escribió.

Asistentes actuales y anteriores

Rohini Kosoglu, quien comenzó a trabajar para Harris cuando ella estaba en el Senado, sigue siendo una de sus asesoras más cercanas. Antes de dejar la Casa Blanca en 2022, Kosoglu fue la principal asesora política de Harris y asesora principal de la campaña y el equipo de transición Biden-Harris de 2020. Kosoglu fue jefa de gabinete de Harris en el Senado y asesora principal durante su campaña primaria de 2020.

Josh Hsu se desempeñó como asesor legal principal de Harris, trabajó en el equipo de transición, como director de políticas nacionales para su campaña de 2020 y como asesor general y subjefe de gabinete cuando Harris estaba en el Senado.

Kristine Lucius se convirtió en jefa de gabinete de Harris mientras se postulaba para la presidencia en 2019 y volvió a trabajar para ella en la Casa Blanca en 2021, como asesora principal.

Ike Irby fue asesor adjunto de política interna de Harris en la Casa Blanca hasta principios de este año. Empezó a trabajar para ella cuando estaba en el Senado.

Lorraine Voles es la actual jefa de gabinete de Harris. Aunque no tenía una conexión con Harris antes de unirse a la Casa Blanca en 2022, Voles, que trabajó para el exvicepresidente Al Gore, ha sido una parte clave de la vicepresidencia de Harris, llegando como una agente con más experiencia después del comienzo inestable de Harris en el cargo.

Julie Chávez Rodríguez, quien fue directora de campaña de Biden y permaneció en su cargo ahora que se convirtió en la campaña de Harris, fue directora estatal de Harris en California mientras era senadora y trabajó para su campaña presidencial de 2020.

Influencers externos.

Harris tiene profundos vínculos con líderes políticos afroamericanos, grupos a favor del derecho al aborto, algunos sindicatos y consultores políticos en California. Entre ellos se encuentra Minyon Moore, presidenta de la Convención Nacional Demócrata y que ayudó a Harris a reunir a su personal al principio de la administración.

La senadora Laphonza Butler (demócrata por California) conoce a Harris desde que era fiscal de distrito de San Francisco. Se desempeñó como asesora principal de su campaña de 2020 y presidenta de Emily’s List, partidaria de Harris. En una entrevista con ABC, Butler dijo que recientemente había hablado con Harris y que está “lista” para ayudar. “Simplemente no la había escuchado ser tan clara y segura sobre lo que es posible cuando como nación elegimos hacer algo juntos”, dijo Butler.

Ace Smith y Sean Clegg fueron los principales consultores políticos de Harris durante su candidatura presidencial de 2020. Desde entonces han estado asesorando al gobernador demócrata de California, Gavin Newsom. Su firma de consultoría también trabajó en las elecciones estatales de Harris en California para fiscal general y el Senado.

Clegg asesoró a Harris sobre el debate reciente sobre el candidato republicano a la vicepresidencia, J. D. Vance, según una persona familiarizada con los preparativos.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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Elecciones en Venezuela: esperando lo mejor, preparándose para lo peor. Evan Ellis. Infobae

 

                                                        Elecciones en Venezuela: esperando lo mejor, preparándose para lo peor

El país sudamericano se mantiene tenso ante un posible milagro democrático o más manipulación política

 

Por Evan Ellis

24 Jul, 2024 03:39 a.m. EST

A medida que Venezuela se acerca a las prometidas elecciones nacionales del 28 de julio, mi corazón está con las esperanzas de los venezolanos de que se produzca un milagro que traduzca su valiente acto de votar en una restauración de la democracia. Todo lo que he visto desarrollarse en el país durante los últimos 25 años de mi carrera en el gobierno y en el sector privado siguiendo a Venezuela me lleva a esperar lo peor. El chavismo ha demostrado una y otra vez tanto su voluntad como su capacidad para explotar el control de las instituciones del Estado, la represión, la corrupción y el subterfugio para consolidar y mantener el poder, a pesar de las esperanzas de la oposición de que la Constitución, las leyes y las instituciones que el país tiene sobre el papel les den un escenario fiable en el que luchar. Usando una analogía de ciencia ficción, luchar contra un chavismo que controla todas las instituciones y manipula las reglas a su favor es como intentar luchar contra Matrix sin Neo (Keanu Reeves).

 

Vi cómo se desarrollaba la tragedia de Venezuela cuando Hugo Chávez se mostró inflexible cuando la oposición cerró el país en la huelga general de 2002-2003, cuando amañó las reglas del juego contra el referéndum revocatorio de 2004, que finalmente no tuvo éxito, cuando el movimiento estudiantil de 2007 y las protestas masivas de 2014 y 2017 resultaron infructuosas a la hora de lograr un cambio democrático contra un régimen atrincherado. Vi cómo unas cuestionables elecciones nacionales permitían a un Hugo Chávez moribundo (algunos dicen que posiblemente ya muerto) ganar la reelección en 2012, y a su ungido sucesor Nicolás Maduro, conductor de autobús, imponerse a una oposición parcialmente dividida en las elecciones que siguieron a la muerte formal de Chávez en 2013. La abstención de la oposición en las elecciones amañadas de 2005 dio al chavismo el Congreso, y de nuevo en 2021. Sin embargo, cuando la oposición participó plenamente en las elecciones de 2015 y ganó más de 2/3 de la Asamblea Nacional, el chavismo utilizó el control de las instituciones judiciales y administrativas para despojarla de escaños clave y del poder de la propia legislatura elegida democráticamente.

Observé en 2018 cómo un órgano fabricado por el chavismo convocaba y realizaba elecciones amañadas al margen del proceso establecido por la Constitución. Serví en el Personal de Planificación de Políticas (S/P) del Secretario de Estado Mike Pompeo en 2019 y 2020, mientras el jefe de la Asamblea Nacional democráticamente electo Juan Guaidó -quien se convirtió en Presidente de jure según la Constitución de Venezuela, en ausencia de elecciones siguiendo el proceso constitucionalmente establecido para elegir al sucesor de Maduro- trabajó valientemente, pero finalmente sin éxito, con los Estados Unidos y más de otros 50 gobiernos de la comunidad internacional, para arrebatarle las riendas del Estado a Maduro. Con ese fracaso, en el año que siguió, observé cómo el chavismo corrompía y dividía gradualmente a los desmoralizados restos de la oposición en la Asamblea Nacional, para finalmente retomar también el control de ese órgano.

 

Mientras el chavismo mira hacia el 28 de julio, la totalidad de su historial de 25 años ha sido subvertir el proceso democrático, manipulando a su favor las condiciones en las que se producen las elecciones y el desarrollo de las mismas, así como manejando las consecuencias de esas elecciones para prevalecer, ganen o no en las urnas. No hay razón para creer que esta vez será diferente.

Desde la perspectiva de Nicolás Maduro, cada vez que el chavismo ha utilizado subterfugios para secuestrar elecciones, y luego se ha mantenido firme contra las movilizaciones internas y las sanciones internacionales resultantes, ha prevalecido. En el punto álgido de la presión internacional contra el chavismo a partir de 2019-2020, el aparato de seguridad del régimen se mantuvo en gran medida intacto, debido a la corrupción de larga data de sus líderes, creando un fuerte incentivo para apegarse a Mauro para evitar un retorno a la rendición de cuentas democrática, por muy mala que fuera su gobernanza. Su supervivencia también se vio reforzada por la profunda penetración en el régimen de agentes cubanos, lo que llevó a la detección y aplastamiento incluso de los más pequeños intentos de golpe de Estado y deserciones en su infancia.

Un hombre recibe un folleto de la papeleta electoral para los comicios presidenciales del 28 de julio en Venezuela (REUTERS/Leonardo Fernández Viloria)

En las recientes conversaciones privadas con Maduro buscadas por funcionarios estadounidenses, es posible imaginar que la Administración Biden trató de convencer al chavismo de que aceptara una transición democrática, que terminara en un cómodo retiro en China, Rusia, Nicaragua o algún otro paraíso autoritario. Desafortunadamente, los intentos estadounidenses hasta la fecha de utilizar incentivos como el alivio de sanciones, o amenazas, para asegurar un compromiso del régimen de Maduro con un comportamiento democrático, no han producido resultados positivos. Aunque es probable que Maduro esté preocupado por la mayor presión a la que podría enfrentarse si Donald Trump es reelegido en noviembre, es poco probable que el equipo de Biden esté utilizando explícitamente ese argumento en sus temas de conversación.

Dado que iría en contra de toda la trayectoria de 25 años del chavismo en el poder permitir unas elecciones razonablemente libres y justas, aceptar la derrota y ceder el poder pacíficamente, la pregunta clave en la semana que queda antes de las elecciones es “¿cuál es el plan chavista para evitar perder el poder?” y cómo responder eficazmente al mismo.

En artículos anteriores, he argumentado que la magnitud de la desventaja chavista en las encuestas sugería que Maduro podría tratar de cancelar las elecciones, posiblemente escalando el conflicto sobre la región de Esequibo en Guyana, que él mismo fabricó, tratando de vincularlo a un supuesto complot de la oposición, como ha hecho antes. Sin embargo, es posible que el chavismo considere ahora que ésta es la opción más arriesgada. En primer lugar, exigiría una actuación de los militares venezolanos más allá de permanecer en sus cuarteles y cobrar rentas a las organizaciones criminales que operan en el territorio nacional. Al igual que la invasión de Ucrania por Vladimir Putin puso de manifiesto la corrupción y la incompetencia acumulada en el ejército ruso, lo que llevó a fracasos espectaculares contra la fuerza ucraniana, mucho más pequeña, una invasión venezolana del Esequibo podría poner en aprietos a sus militares, lo que llevaría a deserciones de unidades sobre el terreno que serían más difíciles de controlar para la inteligencia cubana y venezolana, en contraste con el control de unos militares mantenidos en su mayor parte en los cuarteles tras unas elecciones robadas. Además, la invasión del Esequibo (frente al simple robo de las elecciones) implicaría con mayor probabilidad una respuesta de los ejércitos estadounidense, británico y de otros países para defender Guyana. La ausencia de señales públicas de una nueva crisis fabricada sobre el Esequibo en la semana anterior a las elecciones es una señal esperanzadora, aunque una crisis militar fabricada sigue siendo una eventualidad para la que Estados Unidos y la región deberían estar preparados.

La segunda opción, ahora más probable para Maduro, es simplemente robar las elecciones y aguantar la respuesta nacional e internacional resultante. Lógicamente, puede asumir que dicha respuesta incluirá protestas masivas y sostenidas a nivel nacional (e internacional) y la ampliación de las sanciones internacionales, pero no es probable que provoque una acción militar extranjera para desalojar por la fuerza a su gobierno ilegítimo del poder.

Maduro ya está bien encaminado en el “robo de las elecciones” mediante la inhabilitación de los principales candidatos de la oposición, incluida María Corina Machado y su sucesora designada originalmente, Corina Yoris, así como las continuas detenciones de figuras de la oposición y los actos de violencia e intimidación contra los trabajadores de la campaña y los que apoyan y asisten a sus actos, la exclusión de todos los observadores internacionales, excepto el Centro Carter, y el cierre de la cobertura de los medios de comunicación y otros mecanismos de comunicación que podrían ayudar a la oposición a movilizarse para, y después de, las elecciones.

El candidato presidencial venezolano Edmundo González Urrutia junto a la líder opositora María Corina Machado durante un acto de campaña en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Caracas (EFE/ Ronald Peña R.)

Al igual que en el pasado, es probable que el régimen de Maduro continúe utilizando toda la gama de herramientas a su disposición durante el resto del proceso electoral para reducir la ventaja de la oposición, incluida la eliminación administrativa de la etiqueta del principal partido de la oposición, “MUD”, de la papeleta electoral, utilizando la violencia y maniobras administrativas para dificultar el acceso y la votación en los lugares de los bastiones de la oposición, seguir utilizando el dominio chavista de los medios de comunicación y el control de otros recursos del Estado, incluida la distribución de dinero y raciones de “cajas CLAP” para movilizar a los partidarios, y luego rellenar, destruir o alterar de otro modo las urnas, o manipular electrónicamente los resultados el mismo día de las elecciones. Si esas medidas siguen siendo insuficientes para fabricar una victoria de Maduro, el chavismo siempre puede inventar irregularidades como excusa para anular las elecciones, inhabilitar a Edmundo González, o incluso arrestarlo o asesinarlo a él y a otras figuras clave de la oposición.

En sus decisiones sobre cómo detener o robar las elecciones, a pesar de la determinación, unidad y notable coraje de la oposición, Maduro puede asumir que, como tantas veces antes, la represión de un conjunto de sus agentes, desde las unidades militares y policiales, el SEBIN y las FAES, los “colectivos” radicalizados y compensados, las bandas de narcotraficantes, e incluso los grupos guerrilleros colombianos, para aplastar y aterrorizar a la oposición hasta la sumisión.

Es posible que el chavismo también calcule que la Administración Biden en Estados Unidos se limitará a responder con más sanciones y condenas, y más coordinadas internacionalmente, con la esperanza de que Venezuela no siga siendo un tema importante de política exterior a medida que se acerquen las elecciones en Estados Unidos.

Es posible que Maduro se fije también en el actual liderazgo del Consejo Europeo por parte del húngaro Viktor Orban, así como en amigos de la región como Gustavo Petro en Colombia y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, que han buscado ampliar el compromiso comercial con el régimen de Maduro y han acogido con satisfacción su reincorporación a las instituciones regionales, incluso cuando han expresado superficialmente su preocupación por el comportamiento del régimen, además de socios “incondicionales” del chavismo como la República Popular China, Rusia e Irán, y calcule que las consecuencias internacionales de sus acciones pueden no ser tan malas.

A falta de una acción militar, aún más indeseable por otras razones, siendo realistas es probable que haya poco que Estados Unidos y otros gobiernos puedan hacer para evitar que Nicolás Maduro robe las elecciones venezolanas del 28 de julio. El resultado probablemente será no sólo la profundización de la represión y la tragedia para los venezolanos, sino también una nueva ola de emigrantes fuera de Venezuela, habiendo retrasado su decisión de quedarse o irse con la esperanza de un milagro electoral. Ese enorme nuevo éxodo de venezolanos, además de los ocho millones que ya se han ido, incluirá más criminales violentos de grupos como el Tren de Aragua. Pasarán a través de una Colombia inestable, inundada de cocaína, violencia política y una gobernanza cada vez más débil, bajarán por los Andes a través de un Ecuador cada vez más violento que se acerca a unas elecciones de mayo de 2025 estratégicamente decisivas que podrían devolver al poder al partido izquierdista Revolución Ciudadana de Rafael Correa.

Otros se dirigirán a Perú, donde el Tren de Aragua ya está bien establecido, lo que complicará los problemas de gobernanza de la Presidenta Dina Boluarte. Desde allí se dirigirán a Chile, lo que agravará los problemas políticos y de seguridad pública de Gabriel Boric. Esa oleada de venezolanos, tal vez un millón más o más, también intentará pasar a través del Tapón del Darién, que el nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, está trabajando con EEUU para asegurar, para luego pasar a través de una serie de países centroamericanos con problemas políticos, llegando en cantidades aún desconocidas a la frontera estadounidense, y a ciudades como Chicago y Nueva York, justo a tiempo para las elecciones presidenciales estadounidenses. La Administración Biden, los estrategas de las administraciones republicana y demócrata que puedan sucederle, y otros líderes de la región, deben prepararse ya para lo que haya que hacer entonces.

 

Ver:

https://www.infobae.com/america/opinion/2024/07/24/elecciones-en-venezuela-esperando-lo-mejor-preparandose-para-lo-peor/

 

Un aporte del Crl. Julio Soto Silva. Secretario General del Centro de Graduados ACAGUE

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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El valor estratégico de Taiwán y la estabilidad en Asia para América Latina. Infobae

                                                                          El valor estratégico de Taiwán y la  estabilidad

                                                                en Asia para América  Latina 

 

En el contexto de la amplitud de los vínculos a través del  comercio, la inversión y el apoyo al desarrollo, las  perturbaciones a gran escala que causaría una guerra de gran  envergadura en Asia repercutirían negativamente en  Hispanoamérica  

Porr. Evan Ellis  

11 Jun, 2024 03:45 a.m. EST El valor estratégico de Taiwán y la estabilidad en Asia para América Latina (REUTERS/ARCHIVO)  El 7 de junio de 2024, tuve el privilegio de participar como ponente en  un evento en Miami, Florida, organizado por la Misión Presidencial  de América Latina, que reunió a tres ex presidentes latinoamericanos,  altos funcionarios gubernamentales y diplomáticos latinoamericanos  actuales, y a más de 100 personas de Estados Unidos y de la región. El  evento se centró en la relación estratégica entre América  Latina y Asia, el papel específico de Taiwán y otros socios asiáticos  individuales en dicha relación, así como en cuestiones técnicas como  la transición hacia una energía verde. El siguiente trabajo se basa en  mi intervención en dicho evento y en las interacciones que mantuve  allí con sus distinguidos participantes. 

A nivel popular, la imagen de Asia en América Latina está dominada  por la esperanza de beneficiarse del acceso a los mercados de  la República Popular China (RPC) y asociarse con sus empresas. La  mayoría busca distanciarse de lo que ocurre en la región en nombre de  mantenerse al margen de la “competencia entre grandes potencias”.  Sin embargo, América Latina tiene un enorme interés, aunque en gran  medida no reconocido, en la dinámica económica y política de  Asia. Por la región pasan 3,4 billones de dólares del comercio  mundial, incluido el 70% del comercio marítimo mundial.  

Según el Fondo Monetario Internacional, el comercio de América  Latina con Asia en 2022 ascendió a 819.000 millones de dólares, de  los cuales sólo un poco más de la mitad (488.000 millones)  correspondieron a la República Popular China. La región alberga una  serie de industrias críticas para el funcionamiento de la economía  latinoamericana y mundial, como los chips semiconductores; la  empresa TSMC, con sede en Taiwán, produce el 60% de estos chips a  nivel mundial, y el 90% de los chips más avanzados utilizados en  aplicaciones como la inteligencia artificial.  

Más allá del papel de la República Popular China y sus empresas  estatales en América Latina, las empresas de Taiwán, Japón y Corea,  incluidas Hyundai, Posco, Samsung, SK, LG, Mitsubishi, Toyota y  Mitsui, entre otras, han operado en la región durante más de tres  décadas, empleando a un número significativo de latinoamericanos y,  en general, con un buen historial de responsabilidad social  corporativa.  

En el ámbito del desarrollo, la Agencia Japonesa de Cooperación  Internacional (JICA), la Agencia Coreana de Cooperación para las  Inversiones en el Extranjero (KOICA), el Banco de Desarrollo de  Japón (JDB) y el Fondo de Cooperación para el Desarrollo de las  Inversiones de Taiwán (ICDF) han realizado importantes contribuciones al avance de la región, entre otras cosas ayudando a  proporcionar cualificaciones y oportunidades a los grupos marginados  y a mejorar su situación. 

En el contexto de la amplitud de dichos vínculos a través del  comercio, la inversión y el apoyo al desarrollo, las perturbaciones a  gran escala que causaría una guerra de gran envergadura en Asia  repercutirían negativamente en América Latina no sólo a través de la  economía y el sistema financiero mundiales, sino también  directamente a través de la interrupción de la logística comercial y de  numerosas cadenas de suministro y operaciones empresariales que  conectan América Latina con la región.  

Especialmente teniendo en cuenta lo que está en juego, América  Latina no puede permitirse el lujo de descartar como  “preocupaciones lejanas” los crecientes riesgos de conflicto militar  que genera la postura cada vez más agresiva de la RPC hacia  Taiwán y sus vecinos asiáticos. Dos días después de la toma de  posesión del presidente democráticamente elegido de la República de  China (ROC), Lai Ching-te, el Ejército Popular de Liberación llevó a  cabo un gran ejercicio militar “Espada Conjunta 2024A” en torno a  Taiwán, a modo de ensayo, y de mensaje sobre su invasión de  Taiwán. En los últimos años ha llevado a cabo este tipo de  ejercicios a gran escala con una frecuencia cada vez mayor,  incluso tras la visita a la República Popular China de la presidenta de  la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, en  agosto de 2022, y de nuevo en abril de 2023 como repulsa a un viaje a  Estados Unidos del vicepresidente taiwanés, William Lai. El  “nombramiento” de la RPC del ejercicio actual, y la designación  “2024A” parecen indicar su intención de regularizar tales actos de  intimidación, y tal vez llevar a cabo más de uno por año.  

Estas acciones de la RPC complementan su actividad cada vez más  agresiva en los mares de China Meridional y Oriental, incluido el establecimiento de instalaciones militares a gran escala en arrecifes y  bajos disputados en el mar de China Meridional, su afirmación de  reivindicaciones marítimas prácticamente hasta las costas de sus  vecinos en la región a través de su “línea de 10 rayas”, en violación de  las sentencias de los tribunales internacionales sobre la Convención de  las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), además del  despliegue por parte de la RPC de la “Guardia Costera China” y la  milicia marítima para hostigar a los buques gubernamentales y  comerciales que operan en esas aguas, incluido el ataque a buques de  la Armada filipina que intentan reabastecer su posición en el 2nd  Thomas Shoal con ráfagas de cañones de agua de fuerza  potencialmente letal y estructuralmente dañina, así como la realización  de maniobras peligrosas contra buques y aeronaves estadounidenses y  sus aliados que llevan a cabo operaciones de libertad de navegación  (FONOPS) en la zona.  

América Latina debería tomar nota de estos comportamientos de la  RPC, a pesar de la retórica pacífica y deferente que acompaña el  cortejo de China a su propia región, como prueba de cómo se  comporta la RPC cuando opera desde una posición de fuerza  persiguiendo su interés nacional, y de cómo podría operar a medida  que su posición de fuerza comercial, política y militar continúe  expandiéndose en América Latina.  

El riesgo de una guerra entre la RPC y Occidente no surge  únicamente de la perspectiva de una invasión de Taiwán por parte de  la RPC, sino también de un error de cálculo, que implique un posible  intento de la RPC de bloquear Taiwán, o incidentes en los que sus  acciones provoquen incidentes como el derribo de aviones  occidentales o el hundimiento de sus barcos durante tales maniobras  agresivas.  

Más allá de los trastornos económicos, la guerra con la RPC  involucraría a América Latina, a pesar de su deseo de no tomar posición en nombre de “mantenerse al margen o sacar ventaja de la  competencia entre grandes potencias”. Sería impensable para los  capaces planificadores del Ejército Popular de Liberación (EPL) no  considerar todas las formas en que podría utilizar su creciente posición  comercial y sus relaciones militares en América Latina contra EEUU.  Tal explotación podría incluir el aprovechamiento de la proximidad de  sus puertos comerciales y otras instalaciones para interrumpir las  instalaciones en las costas este y oeste de EEUU, utilizadas para el  despliegue y sostenimiento de fuerzas en el Indopacífico. Esto incluye  tanto instalaciones como Bejucal, Cuba, donde ya tiene presencia  militar, puertos que opera cerca de estas zonas, e islas cercanas a  EEUU como Antigua y Barbuda, donde tiene una presencia  comercial significativa y la influencia política asociada.  

El EPL podría explotar aún más sus conocimientos comerciales y su  presencia en la zona del Canal de Panamá, de forma superficialmente  negable, para cerrar el Canal durante un conflicto. Del mismo modo,  podría utilizar las instalaciones previstas en el sur de Argentina para  poner en peligro la navegación a través del Estrecho de Magallanes y  el Paso de Drake, explotar su acceso a las instalaciones espaciales del  hemisferio occidental para apuntar a satélites estadounidenses y  comunicarse con sus propios activos espaciales utilizados para  observar o atacar a Estados Unidos, además de utilizar los puertos que  controla, como su nuevo puerto de aguas profundas de 15 muelles en  Chancay, Perú, o un futuro complejo logístico que abarcará desde El  Salvador hasta Honduras y Nicaragua en el Golfo de Fonseca, para  repostar y reabastecer a sus buques de guerra con el fin de proyectar  fuerza militar contra EE.UU. desde el Pacífico Oriental.  

En el cálculo de la RPC de si, y cuándo, actuar contra Taiwán, el éxito  en “voltear” a los estados que reconocen a Taiwán, para que  reconozcan a la RPC en su lugar, podría envalentonarla. El gobierno  de Santiago Peña en Paraguay, el estado geográficamente más grande  que reconoce a Taiwán, se ha comprometido a mantener esas relaciones. Sin embargo, en Guatemala, el otro Estado  hispanohablante del hemisferio en reconocer a Taiwán, la posición  diplomática está en peligro, a pesar de las garantías del presidente  Bernardo Arévalo de que mantiene su compromiso con Taiwán. El  riesgo proviene tanto de los izquierdistas del partido de Arévalo,  Semilla, como de los conservadores, resentidos por lo que  consideran una presión excesiva de Estados Unidos contra las  instituciones guatemaltecas para impedir el bloqueo de la elección y la  toma de posesión de Arévalo, que ahora miran hacia la RPC, como  una protección contra futuras acciones legales de Estados Unidos  contra ellos, si vuelven al poder.  

Dentro de América Latina, los cambios de Taiwán a la RPC han  producido empíricamente rápidos avances en la influencia y presencia  de la RPC en el país que cambia. Ese rápido avance se ve facilitado  por la firma de numerosos memorandos de entendimiento y la  negociación de tratados de libre comercio, la apertura de los mercados  locales a empresas con sede en la RPC en sectores que van desde la  construcción a la electricidad, pasando por las telecomunicaciones,  además de acuerdos para formar a personal gubernamental en cómo  relacionarse con China, viajes de un gran número de periodistas a la  RPC auspiciados por el Partido Comunista Chino y, en el caso de  Nicaragua, incluso la formación de personal militar y policial.  

En Centroamérica en particular, es particularmente preocupante el  avance de la RPC en proyectos de infraestructura, actividades de  carácter estratégico en países geográficamente cercanos a EEUU y  expuestos a trabajar con la RPC a través de instituciones débiles. En  Honduras, la capacitación de periodistas y funcionarios  gubernamentales se complementa con la propuesta de trabajo en el  corredor del “canal seco” CA4, que conectará el puerto de San  Lorenzo en el Golfo de Fonseca, a ser mejorado por los chinos, con  instalaciones en el Atlántico, a ser conectadas por los chinos con el  continente a través de puentes mejorados. Estas infraestructuras complementarían proyectos de la RPC como el nuevo aeropuerto de  Punta Huete, en el noroeste de Nicaragua, y un eventual enlace  ferroviario desde Corinto, en la costa del Pacífico, hasta Bluefields, en  el Atlántico, y darían nueva vida al desarrollo chino del puerto de La  Unión, en el lado norte del golfo de Fonseca, creando un grupo de  regímenes dominados por la RPC geográficamente cercanos a EEUU,  operando puertos estratégicos y otras infraestructuras que permitirían  a las fuerzas de la RPC y otros activos desplazarse del Atlántico al  Pacífico en tiempo de guerra. Un vuelco de Taiwán a la RPC por parte  de Guatemala, como se ha señalado anteriormente, complicaría aún  más esta situación.  

Aparte de sus efectos en el aumento de la probabilidad de una guerra  en el Indopacífico, y el avance de la influencia de la RPC en América  Latina, los cambios en el reconocimiento de Taiwán a la RPC han  proporcionado históricamente poco o ningún beneficio a los países  latinoamericanos que hacen el cambio. Empíricamente, cuando se  considera la pérdida de ventas a través de Taiwán, prácticamente todos  los países que han cambiado han perdido más exportaciones de las que  han ganado en los años siguientes al reconocimiento, incluso mientras  las importaciones de productos de la RPC han aumentado,  perjudicando a los productores locales. La figura 1, a continuación,  con datos del Fondo Monetario Internacional, muestra la trayectoria  de las exportaciones a la RPC más Taiwán, desde el año anterior hasta  dos años después del cambio de reconocimiento. En la mayoría de  los casos, el crecimiento del comercio es insignificante. En el caso  de la República Dominicana y El Salvador, las exportaciones netas  disminuyen.  

Figura 1  

Este resultado es especialmente comprensible para los pequeños  Estados de América Central y el Caribe, cuyos principales productos  de exportación son el café y otros productos agrícolas perecederos.  Dichos productores no pueden competir con proveedores de bienes similares más cercanos a China, como Filipinas o Vietnam, cuando los  productores latinoamericanos tienen que enviar sus productos al otro  lado del mundo en aviones o contenedores refrigerados. Para agravar  la desventaja de los productores latinoamericanos a la hora de acceder  al mercado de la RPC, el tamaño de su capacidad de producción  tradicionalmente sólo permite exportar pequeños lotes de  mercancías de atractivo limitado para las necesidades del  mercado de la RPC. Además, las agencias nacionales de promoción  de las exportaciones de los pequeños Estados centroamericanos y  caribeños carecen naturalmente de experiencia en la realización de  negocios en el complejo mercado de la RPC, tan distante cultural y  geográficamente.  

Como complemento a los retos a los que se enfrentan los exportadores  de los países que “cambian” sus relaciones, los proyectos de  infraestructura proporcionados por la República Popular China a los  gobiernos que acaban de reconocer sus derechos suelen aportar pocos  beneficios a la economía local, debido a la insistencia de la República  Popular China en utilizar principalmente trabajadores y equipos  chinos, en lugar de locales, para dichos proyectos, y a los contratos, a  menudo unilaterales, que los chinos firman con socios  latinoamericanos cuyas burocracias carecen de la sofisticación  técnica y la posición negociadora necesarias para negociar un  mejor acuerdo para sí mismos. 

Las dificultades para la nación que cambia las relaciones también  incluyen los frecuentes problemas y efectos medioambientales  colaterales asociados a la ejecución china. Ejemplos de ello son los  trabajos chinos en la autopista de la Ruta 32 en Costa Rica, sumida en  batallas legales y aún sin terminar más de 17 años después de que  Costa Rica cambiara el reconocimiento a la RPC, la refinería de  Recope, cancelada por Costa Rica después de que China National  Petroleum Corporation intentara tres veces utilizar su propia filial para  el estudio técnico que justificaba el gasto costarricense en el proyecto, la biblioteca de El Salvador, cuyo coste anual para operar la  mastodóntica instalación, es casi superior a los 50 millones de dólares  que costó a los chinos construirla, imponiendo una carga a la estresada  situación fiscal salvadoreña, y las dos plantas de tratamiento de aguas,  en las que los chinos intentaron aumentar el precio después de  ofrecer el proyecto inicial, representado públicamente como una  “donación”.  

En contraste con los problemas de los socios latinoamericanos para  obtener los beneficios esperados de la RPC, los Estados que  abandonan Taiwán pierden el valor de su contribución como socio.  Tradicionalmente, éstas han incluido proyectos de desarrollo  concebidos para mejorar la situación del socio local. La cultura de  Taiwán como democracia también es especialmente importante, sobre  todo cuando proporciona ayuda en asuntos delicados como la  formación de fuerzas policiales, periodistas y funcionarios del  gobierno. Permitir que sea la RPC, con su cultura autoritaria, la que  imparta dicha formación, podría dar ejemplos y lecciones a la policía  sobre cómo tratar a los manifestantes civiles, o a los periodistas sobre  cómo relacionarse con el gobierno, lo que sería incoherente con las  normas de las democracias bajo presión en la región.  

Los patrones ilustrados en esta sección sugieren la importancia de  que América Latina preste mayor atención a la dinámica de Asia,  incluyendo el impacto de la agresión de la RPC en la región, y  cómo podría afectar en última instancia a América Latina y el  Caribe. También sugiere que la posición de Taiwán en América  Latina debe ser salvaguardada, tanto por su impacto en la estabilidad  de Asia, como por su beneficio como socio de aquellos que lo  reconocen. América Latina ha tenido una historia compleja en su  relación con Estados Unidos durante la Guerra Fría y antes. No debe  confundir los imperativos del mundo interdependiente de hoy, y las  realidades de la RPC, con esa experiencia. Abdicar de los imperativos  de sus propios intereses materiales y morales bajo el lema de no “involucrarse en la competencia entre grandes potencias” no es una  opción. A América Latina le conviene estar atenta a lo que ocurre  en Asia, a las realidades de la colaboración con la RPC y a la  importancia estratégica de la supervivencia de Taiwán como  Estado democrático autónomo y socio. 

https://www.infobae.com/opinion/2024/06/11/el-valor-estrategico-de-taiwan-y-la-estabilidad-en asia-para-america-latina/

Un aporte del Crl. Julio Soto Silva. Secretario General del Centro de Graduados ACAGUE

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EL CENTRO DE LA HISTORIA: PUTIN, KIM Y LA FIRMA DEL TRATADO DE PYONGYANG. Dr. Luis Pérez Gil

 

                                                                                              EL CENTRO DE LA HISTORIA: PUTIN, KIM

                                                                                                  Y LA FIRMA DEL TRATADO DE PYONGYANG

Dr. Luis Pérez Gil

https://ullderechointernacional.blogspot.com/

DERECHO Y POLÍTICA INTERNACIONAL

Web dedicada a temas de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Ciencia Política en forma de artículos y comentarios desde la comunidad de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). «Contemplando el centro de la Historia»

Del 18 al 19 de junio de 2024 el presidente Vladimir Putin realizó su segunda visita oficial a Corea del Norte (la anterior fue en julio de 2000, tras su primera toma de posesión después de ganar sus primeras elecciones presidenciales).

Putin viajó acompañado por una importante delegación de ministros y funcionarios del nuevo gobierno ruso (salido también de su toma de posesión para un quinto mandato), entre ellos estaban el nuevo primer viceprimer ministro, Denis Manturov (una destacada «paloma» que goza del favor del Kremlin) y el flamante ministro de Defensa civil (no es el primero en la Rusia de Putin), Andrey Belousov, que fue el primer viceprimer ministro y responsable de Economía en el anterior gobierno ruso (lo que es una señal clara de quiénes han ganado y quienes han perdido, momentáneamente, en la lucha por el poder en el seno del régimen ruso tras la debacle militar de 2022). Las reuniones en Pyongyang entre Putin y Kim Jong-un fueron cordiales, expresivas y más propias de países amigos y aliados que la visita del líder de una gran potencia a un país subordinado.

Estas son cosas que hacen la guerra y la necesidad: tener amigos y aliados, pero también empatizar con los que piensan igual, pero además en el caso norcoreano es de los que arriman el hombro y no ponen excusas cuando se les necesita. Por esos motivos la escenificación fue magnífica, no estridente, y el presidente ruso correspondió a su contraparte como necesitaba (aplicación del principio do ut des).

El mismo día de la llegada de Putin a Pyongyang se anunció la firma de un nuevo Tratado de Asociación Estratégica Integral entre los dos países, que sustituye a los sucesivos acuerdos de 1961, 2000 y 2001. Al día siguiente (19 de junio), durante una comparecencia pública Putin adelantó que el tratado recién firmado recogía una cláusula de asistencia mutua en caso de agresión (mensaje estratégico dirigido a Estados Unidos y Corea del Sur, pero también a Japón).

Asimismo, afirmó que en el documento se establecieron las bases de las relaciones entre los dos países y señaló que es el fundamento para aumentar la cooperación militar entre los dos países (mensaje estratégico dirigido a la OTAN, Corea del Sur y Ucrania). Por su parte, un sonriente Kim declaró que el tratado estaba destinado a proteger y defender los intereses fundamentales de los dos Estados (mensaje dirigido a Estados Unidos y a Corea del Sur). Pero, fue el asesor en política exterior del presidente ruso, Yury Ushakov, quien puso las cosas en su justo término: afirmó que el tratado es una respuesta a los cambios en la situación estratégica mundial (mensaje dirigido exclusivamente a los Estados Unidos) y a la conveniencia de fortalecer las relaciones entre los dos países (mensaje dirigido a Ucrania y Corea del Sur; en este caso, el orden de los factores no altera el producto, porque ambos sufrirán las consecuencias del entendimiento ruso-norcoreano, aunque uno lo hará con más bajas que el otro).

Pero, ¿qué acordaron Putin y Kim en el documento de Pyongyang? Evidentemente el documento fue preparado de antemano y es muy probable que sus términos generales se cerraran durante la larga visita de Kim a Rusia oriental en septiembre pasado, donde además mantuvo un significativo encuentro con Putin en un escenario único, destinado a impresionar, pero también a compartir: el nuevo cosmódromo de Vostochny, en la región del Amur. Para despejar dudas e incógnitas y exhibir el producto (interesaba a ambas partes), el 20 de junio el gobierno norcoreano publicó el contenido del tratado.

El documento consta de veintitrés artículos, es extenso, recoge acuerdos básicos para enfrentar amenazas comunes y establece los fundamentos para una relación a largo plazo, de hecho, el tratado se acuerda con una vigencia indefinida. Hagamos un rápido recorrido. En los artículos 1 y 2 se establecen los principios básicos de las relaciones entre los dos países, que se basan en el respeto mutuo de la soberanía nacional, no agresión, no injerencia en los asuntos internos, igualdad, desarrollo de relaciones amistosas y de cooperación, apoyo al funcionamiento de la estabilidad estratégica y el compromiso de trabajar para crear un orden internacional multipolar. Para hacer efectiva la aplicación de estos principios acuerdan establecer mecanismos de consultas y diálogo permanente sobre los principales temas de interés mutuo. El artículo 3 declara que las partes cooperarán para garantizar que “en caso de que surja una amenaza directa de que se pueda llevar a cabo un acto de agresión armada contra cualquiera de las partes, ambas partes activarán inmediatamente el canal de negociación bilateral con el fin de acordar posibles medidas prácticas.” El artículo 4 establece una cláusula de asistencia militar en caso de ataque contra una de las partes, automática, incondicional y por todos los medios a su alcance: “Si una de las partes se encuentra en estado de guerra debido a un ataque armado de uno o más Estados, la otra parte le proporcionará inmediatamente asistencia militar por todos los medios a su disposición, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y las leyes de la República Popular Democrática de Corea y de la Federación de Rusia.” El artículo 5 prohíbe la celebración de acuerdos con terceros países que infrinjan la soberanía y la seguridad de una de las partes. Tampoco apoyarán a terceros países en tales intentos. El artículo 6 afirma que ambos países se comprometen a mantener una política amante de la paz (según la fórmula empleada en el preámbulo de la Carta de la ONU) destinada a garantizar la seguridad y la estabilidad. El artículo 7 establece el compromiso de consulta en los asuntos internacionales y de cooperación y apoyo mutuo en las organizaciones internacionales. En el artículo 8 las partes acuerdan tomar medidas para fortalecer las capacidades de defensa para garantizar la paz, tanto en los ámbitos regionales como internacional. En los artículos 9 a 15 acuerdan ampliar las relaciones comerciales, aumentar las inversiones y cooperar en materias de ciencia, tecnología, entre otras. El extenso artículo 16 afirma que Rusia y Corea del Norte se oponen (como no podía ser de otra manera) a las sanciones unilaterales (es decir, occidentales), no utilizarán medidas coercitivas unilaterales contra el otro y consideran que tales acciones son contrarias a la Carta de la ONU (porque aquí Rusia cuenta con el derecho de veto, de modo que nada que pretenda tener alcance global se aprobará sin su consentimiento, es la esencia del funcionamiento de orden internacional global y la garantía de la paz entre las grandes potencias). Los artículos 17 y 18 establecen de las bases de la cooperación en la lucha contra el terrorismo internacional, los extremismos, la propaganda y las acciones informativas de terceros (a la que consideran que están sometidos fuertemente ambos países). Los artículo 19 y 20 tratan sobre relaciones culturales mutuas, el estudio de los idiomas respectivos y el fomento de relaciones de amistad entre los dos pueblos (mensaje dirigido al denominado “Occidente colectivo”). El artículo 21 enuncia el compromiso de cooperar de forma permanente para la aplicación de las cláusulas del presente tratado y los artículos 22 y 23 establecen las condiciones de ratificación y entrada en vigor del propio tratado, que se establece por tiempo indefinido, como dijimos ut supra.

Por tanto, llegados a este punto tenemos que tener claro que tanto la visita oficial de Putin a Corea del Norte como la firma del Tratado de Asociación Estratégica Integral (Tratado de Pyongyang) representan un apoyo extraordinario a la legitimidad del (¿renqueante?) régimen norcoreano encabezado por la tercera generación de la familia Kim. También que los principales damnificados por la firma de este tratado son Ucrania (asegura el flujo continuo de municiones y suministros a las fuerzas rusas) y Corea del Sur, que ve como se alejan las posibilidades de lograr cualquier acuerdo con el régimen norcoreano para reducir los riesgos de conflicto o, incluso, que se pudiera poner fin a la división de la península norcoreana. Kim ha tenido la oportunidad (y también , porque no, la sagacidad) de poder comprar la supervivencia de su régimen por unas cuantas décadas más al modesto precio de producir unos millones de municiones que, además, serán empleadas a miles de kilómetros de distancia.

Por su parte, el Kremlin ha buscado también lanzar un mensaje de advertencia a terceros países (los no alineados, dubitativos o que no tienen claro todavía de qué lado cae el poder) en el que pone de manifiesto que los que actúen en favor de los intereses americanos en Ucrania contra los intereses rusos, recibirán un daño proporcional en sus propios intereses (léase entre líneas también “aquellos que actúen en favor de los intereses americanos en cualquier parte del mundo contra los intereses chinos, sufrirán un daño proporcional en sus propios intereses).

Porque la conclusión final de todo esto es que nada de lo acordado en Pyongyang se ha hecho sin la anuencia de la China comunista. Por tanto, estamos contemplado el centro de la Historia.

 

Un aporte del Crl. Julio Soto Silva. Secretario General del Centro de Graduados ACAGUE

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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DE “GOLPE DE ESTADO FRUSTRADO” A “TRAMOYA”, LAS REACCIONES A UNA JORNADA INESPERADA Raúl Peñaranda, periodista boliviano y director de Brújula Digital. La Tercera

 

                                                                       DE “GOLPE DE ESTADO FRUSTRADO” A “TRAMOYA”,

                                                                    LAS REACCIONES A UNA JORNADA INESPERADA

Raúl Peñaranda, periodista boliviano y director de Brújula Digital

La Tercera, 27/06/2024

De tensión y preocupación por la aparición de tanquetas en la Plaza Murillo, a decenas de memes que señalan que todo fue un show armado por el Gobierno: así pasó la jornada del miércoles 26, una de las más intensas de los últimos años.

Todo ello se vivió con el telón de fondo de un presidente Luis Arce caracterizado desde el inicio de su gobierno por su incapacidad de mostrar certezas, demoras en la toma de decisiones y ser poco asertivo ante las situaciones adversas.

Tras la explosiva entrevista del lunes concedida por el comandante en jefe del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga, a la periodista Jimena Antelo, de “No Mentirás”, hubo versiones de que había sido destituido el martes en la noche, pero nunca se conoció la versión oficial.

Recién el miércoles por la noche apareció el otro gran ausente de esta trama, el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, para decir que Zúñiga había sido destituido el martes a mediodía, abrazos de por medio.

Pero un Gobierno que no informa, que no declara, que no lidera, no hizo pública esa destitución. De haberlo hecho, y haber posesionado el mismo martes al nuevo comandante en jefe, la supuesta asonada golpista se hubiera evitado.

Los medios de comunicación informaron, usando fuentes anónimas, de esa destitución, el mismo martes, pero el Gobierno nunca ratificó esa versión. Es el estilo del Gobierno, arrastrar las decisiones, mantener la incertidumbre, no actuar.

El exvocero presidencial Jorge Richter tuvo que insistir en que deseaba dejar el cargo, pero Arce nunca se decidía. Fue una renuncia inédita: el vocero criticando al Presidente públicamente y este mostrando toda su indecisión.

Los sucesos del miércoles 26 son tan confusos como contradictorios. En la entrevista del lunes, Zúñiga apoyó fuertemente a Arce y criticó a Evo Morales, al punto de amenazar con “detenerlo” (como si eso estuviera dentro de sus competencias).

Pero dos días después intenta hacer un supuesto golpe contra Arce, incluso hablando de que liberaría a los presos políticos, empezando por la expresidenta Jeanine Añez y el exgobernador Luis Fernando Camacho. O sea, la posición contraria a la de 48 horas antes.

Varias preguntas siguen pendientes: Si fue un showd el oficialismo para lograr algo de apoyo, ¿por qué no usar a un militar evista? ¿Por qué usar a un comandante arcista?

Y una vez que Zúñiga conduce una tanqueta, rompe la puerta del Palacio Quemado e ingresa al edificio, ¿por qué el Presidente no ordena su detención? Decidir salir a confrontarlo no puede ser más que un intento propagandístico, de mostrarse, por fin, firme.

¿Pero luego de encararlo lo deja ir? ¿Para detenerlo horas después? Nada tiene sentido todavía a estas alturas de los acontecimientos.

La otra hipótesis es que no fue una farsa y que Zúñiga hubiera hecho sus declaraciones del lunes con aprobación del Presidente, pero que hubieran resultado más desaforadas de lo esperado, y no le quedó otra opción al Gobierno que destituirlo.

Y ante esa decisión, y viéndose “traicionado” por Arce, Zúñiga podría haber decidido encabezar esa sui géneris asonada militar.

Como sea, los sucesos del martes marcan la situación de los tiempos actuales: un Gobierno débil que no resuelve los problemas, un presidente ensimismado, incapaz de dar certezas a la ciudadanía, una institucionalidad por los suelos en que un comandante de Ejército dice barbaridades a la TV, un Gobierno con minoría en el Legislativo, frecuentes faltas de combustibles y ausencia de dólares en el mercado.

Arce estaba débil antes de este supuesto golpe y sigue débil hoy a un día de los sucesos. Además, el humor del aluvión de memes surgidos durante la jornada fue un antídoto contra las falsas poses de valentía de algunas autoridades, entre otras la del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, golpeando frenéticamente las ventanillas de los tanques.

Mientras tanto, a Zúñiga le esperan años de dificultades judiciales, empezando por una privación de libertad que por el momento se ve como indefinida.

Como corolario es interesante hacer notar que el comunicado de la Cancillería en respuesta a la crítica del Grupo de Puebla hubiera señalado que el golpe fue “financiado por la derecha”. Extrañamente la Cancillería luego borró ese mensaje.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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