Columna de Opinión, News

EN CHILE NO HUBO VIOLENCIA

 

EN CHILE NO HUBO VIOLENCIA

Fernando Claro V., Fundación para el Progreso

El Mercurio, Cartas al Director, 14/07/2023

Señor Director: Es interesante el llamado de reflexión acerca de octubre de 2019 que hace Alfredo Sepúlveda ayer en su diario, porque, para quienes nos hicimos adultos durante los 2000, esa violencia política y el riesgo de ver la democracia caer era algo inimaginable.

Nunca vivimos boinas negras amenazando La Moneda, como en 1993, o curiosos pícnics de militares alrededor de la cárcel de Punta Peuco tiempo después.

Lo que vimos en 2019, sin matices, fue una sediciosa violencia callejera y política desde líderes de la centroizquierda hacia la izquierda.

Fue una violencia mil veces menor y menos constante que la de los 60 y 70 y, sin embargo, pudo haber terminado quizás en qué desastre, dependiendo de la simple acción que hubiesen tenido los diferentes líderes en el gobierno o militares.

Lo más increíble fue que el Presidente Piñera no había hecho nada, pero absolutamente nada, para recibir semejante trato; solo ser un Presidente de no-izquierda.

Antes de la UP, el PS había firmado su declaración violenta en el famoso congreso en Chillán y la ejercía a través de diferentes brazos armados para luego llegar al Gobierno. Ahí, pedía radicalizar el proceso desde adentro, sin escatimar lo que ocurriese por el lado.

En el campo chileno, y especialmente en los valles centrales, la reforma agraria se había radicalizado violentamente, al igual que en diferentes empresas que eran tomadas con armas y violencia.

Había enfrentamientos, muertos, y Allende ponía a los militares de ministros para calmar las aguas o cooptar milicias.

Todo eso llevó a una espiral de violencia que tenía a grupos paramilitares antimarxistas operando contra esto, mientras que el contexto internacional aportaba con lo suyo a través de la CIA y los gobiernos de Cuba, Rusia y otros, que además de financiamiento, internaban armas, con el mismísimo Fidel Castro casi dos meses instalado en Chile azuzando la cueca.

La Presidenta Bachelet, al presentar el libro del Presidente Aylwin este martes, dijo “acepté presentar el libro porque pensaba que eran las Memorias del Presidente, pero cuando supe que era sobre la UP, me compliqué, y después, cuando lo leí, me compliqué más”.

Sacó risas. Ella era militante socialista en esos años y en la presentación criticó el libro porque ella nunca vio armas, “con suerte había un linchaco por ahí”.

Pero esa idea de que las personas andaban armadas, y de que había violencia, de que los partidos validaban la violencia, para ella reflejaba que había dos visiones muy diferentes, experiencias vitales muy distintas acerca de lo que pasaba.

Yo, en el público, solo puedo decir que lo encontré increíble.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Fuente imagen: EMOL

Columna de Opinión, News

EL MISTERIOSO PC

 

EL MISTERIOSO PC.

David Gallagher

El Mercurio, Columnistas, 13/07/2023

“¿Será la calle, entonces, el Plan B del PC actualmente? Si lo es, les permite presionar al Presidente Boric a su antojo”.

Será culpa mía, pero no entiendo al PC. Siento que entiendo a todos los otros partidos, incluso los del Frente Amplio. Pero el PC para mí es, como dijo Churchill de Rusia, “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”.

¿En el PC creen en la libertad de expresión, por ejemplo? No está claro, ya que tanto han abogado, a través de Camila Vallejo, por la absurda y peligrosa Comisión contra la Desinformación.

En cuanto a lo de Patricio Fernández, dicen que ellos no ejercieron ninguna presión. ¿Verdad o desinformación? Si no fueron ellos, las casi 170 organizaciones que a la velocidad del rayo firmaron la carta contra Fernández tendrían que haber actuado espontáneamente, sin conducción alguna.

Eso recuerda la destrucción supuestamente espontánea de siete estaciones del metro en un espacio de media hora.

Sin por un instante desestimar el inmenso dolor que mueve a esas organizaciones, cabe señalar que su carta al Presidente es un monumento a la desinformación y a la falta de libertad de expresión.

Pocos han condenado el golpe como Fernández, pero dicen que él elude condenarlo. Dicen que lo relativiza al aludir a causas, pero lo que alega Fernández es algo simplemente obvio: no podemos evitar que gente discuta causas en el futuro.

Denostarlo por eso es pretender una suerte de omnipotencia para restringir lo que en el futuro se hable. ¡Ni en ciencia ficción!

Curioso todo esto dada la postura moderada del PC durante la UP, frente al llamado “aventurismo” del PS y del MAPU. Si Allende hubiera seguido los consejos del PC en ese momento, no es descartable que el golpe no habría ocurrido.

Sé que decir eso hoy es incurrir en una conjetura contrafáctica osada, pero no es, creo yo, “negacionismo”.

Los atropellos a los derechos humanos de la dictadura fueron detestables y no hay que escatimar esfuerzo alguno para que no se repitan. Para qué hablar del celo con que se debe buscar restos de desaparecidos.

Por tanto, la pasión con que el Partido Comunista defiende los derechos humanos es bienvenida. Pero es, a la vez, sorprendente, porque no hay país gobernado por comunistas en que los derechos humanos hayan sido respetados.

Ni hablemos del pasado, de los millones exterminados en la Unión Soviética. Veamos el mundo actual. ¿Cree el PC que existen derechos humanos razonables en Cuba, China o Corea del Norte?

Por otro lado, parece que el PC siente afinidad con la Rusia de Putin: por algo se ausentaron tan vistosamente cuando Zelenski le habló al Congreso.

Para un partido que lucha por los derechos humanos, esa afinidad es curiosa. Pensadores cercanos a Putin sostienen que la idea misma de derechos humanos individuales es prueba de la decadencia del liberalismo occidental. En la Rusia actual uno puede ser condenado a 10 años de prisión por solo decir que hay una guerra, y no una “operación especial”, en Ucrania.

Una última duda. Hay quienes creen que el PC cometió un error al arremeter contra Fernández.

No me consta. El PC nunca ha ocultado que, si bien están en el gobierno, no se privarán de estar también en la calle. Y sabemos algo de su trayectoria en la calle. Nos acordamos, cómo no, del llamado de Teillier el 19 de octubre de 2019, a que renuncie el Presidente Piñera.

¿Será la calle, entonces, el Plan B del PC actualmente?

Si lo es, les permite presionar al Presidente Boric a su antojo. Saben que el Gobierno necesita sus votos en el Congreso, y el Gobierno —impopular y enredado con Democracia Viva— sabe que podrían volver a la calle en cualquier momento.

Por eso, mejor cederles. ¿Por eso también la tentación del PC de probar hasta dónde llegan?

Yo detesto las teorías de conspiración y me cuesta escribir una columna con tantas preguntas y conjeturas, pero repito, es porque siento, y no creo ser el único, que el PC es un enigma.

Ojalá en todo caso el Presidente Boric algún día tome el riesgo de golpearles la mesa, como tendría que haber hecho Allende con los “aventuristas” del PS y del MAPU.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

LA GLOBALIZACIÓN FRACTURADA: DESEQUILIBRIOS Y TENSIONES EN LA ALDEA GLOBAL (ANEPE N°1 2023)

Es probable que el pasado año 2022 sea considerado por la literatura especializada como un hito para las relaciones internacionales, considerando que las tendencias de cambio en el orden mundial que lentamente venían siendo observadas encontraron su cauce a propósito de tres acontecimientos: en primer lugar el despliegue de la política exterior del presidente de los Estados Unidos Joe Biden, quien tomó la iniciativa de sacar a su país del decli- ve que venía sufriendo y así devolverle la delantera en los asuntos mundiales. En segundo lugar, la guerra de Ucrania, que despertó en Europa la conciencia de su dimensión estratégica que se encontraba adormecida a causa de una mirada tanto ingenua como interesada de las ventajas de la globalización, especialmente en su relación con Rusia. En tercer lugar, la Pandemia del Covid-19 y sus variantes, que alteró las cadenas de suministro y deterioró el papel de China en la economía mundial provocando la búsque- da de circuitos logísticos más cortos y políticamente más confiables.

Cada uno de estos tres sucesos respondió al desarrollo de variables que en alguna medida podían predecirse pero que preferían ignorarse y que al conjugarse han dado por resultado un giro tanto en cuestiones económico-finan- cieras como geoestratégicas, las que redundarán en cam- bios fundamentales respecto del proceso de globalización tal y como lo conociéramos hasta ahora y, en consecuencia, también de aquella forma de sociedad que suele llamarse la “aldea global”, pero que actualmente parece ser más una aldea virtual considerando las discrepancias en- tre las diferentes realidades concretas de cada una de sus partes integrantes, versus otra realidad que se encuentra aún en formación pero que poco a poco lo irá englobando todo condicionando así su devenir futuro.

Ver:

https://www.publicacionesanepe.cl/index.php/mirador/article/view/1031/694

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

RÉPLICA A UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II

RÉPLICA A UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II.

Ignacio Mardones Costa Jefe de Desarrollo y Estrategia de AthenaLab

El Mostrador, Opinión, 12/07/2023

Cada país tiene necesidades específicas en cuanto a defensa. Una mirada rápida al mapa nos alertará que la seguridad marítima de Chile no es comparable con la de países más mediterráneos que el nuestro. Es de decir, la geografía importa; los estados que no comprenden su entorno estratégico están condenados a competir en desventaja. Es por esto que, un simple cómputo de potenciales, como propone Eduardo Santos, en sólo un ingrediente de la profundidad del análisis que se debe realizar al momento de decidir la renovación de la fuerza marítima.

Me he tomado unos días para responder la nueva columna de Eduardo Santos publicada en este medio y titulada “Una fuerza naval consistente II”.

En primer lugar, quiero agradecerle por invitarnos a debatir un tema que me parece relevante: el desarrollo integral de una Armada que, por la magnitud de sus recursos e importancia en la seguridad de un país marítimo que depende de su comercio exterior y de la zona económica exclusiva, debiese ser un tema que le preocupe a todos los chilenos.

La seguridad del país, en todas sus dimensiones, y en particular la protección de los intereses nacionales donde sea que estén ubicados, es un deber primario del Estado.

Sin seguridad, no hay libertad, como tampoco estabilidad ni prosperidad.

Es por esto por lo que los proyectos de defensa son tratados tanto en Chile como en el extranjero como planes de Estado, donde no solo se involucra a la institución, en este caso la Armada, sino que son evaluados minuciosamente en el ministerio respectivo, debatido en el Congreso y finalmente aprobado por presidencia.

Este proceso es iterativo, y tarda años, justamente porque busca obtener un producto que, a un precio razonable, sea capaz de brindar la seguridad necesaria al país.

Cada país tiene necesidades específicas en cuanto a defensa. Una mirada rápida al mapa nos alertará que la seguridad marítima de Chile no es comparable con la de países más mediterráneos que el nuestro.

Es de decir, la geografía importa; los estados que no comprenden su entorno estratégico están condenados a competir en desventaja.

Es por esto que, un simple cómputo de potenciales, como propone Santos, en sólo un ingrediente de la profundidad del análisis que se debe realizar al momento de decidir la renovación de la fuerza marítima.

Sólo como ejemplo: él argumenta necesario reducir el tonelaje de las fragatas propuesto por la Universidad Católica. Esto tiene dos aristas, una financiera y otra operacional.

Respecto a la primera, el precio de un buque, más que por su desplazamiento, está dado por el tipo de equipamiento que recibe. No es lo mismo una fragata con sistemas sofisticados de radares para detectar aviones o misiles, a otra que tenga solo radares de primera generación.

Para entenderlo de otra forma, al igual que en la industria automotriz, cada modelo tiene un “desde” y un “hasta”.

En segundo lugar, cualquier marino, independiente de su nacionalidad, le dirá que no es lo mismo navegar en el trópico, que en los mares del sur. (¡Lo famoso del Cabo de Hornos, no va precisamente por lo lindo de sus paisajes, sino por la violencia de sus aguas!).

Para operar un buque en forma efectiva en el sur de nuestro país, el tonelaje importa.

En segundo lugar, el cálculo que Santos propone, aunque interesante, no aparece en ninguno de los estudios especializados en defensa, y se basa en múltiples supuestos.

Por ejemplo, el primero y más importante, es que algún país debe estar dispuesto a vender buques de segunda mano, con alguna capacidad remanente.

Si bien eso fue posible hace quince años, hoy ya no, básicamente porque el entorno de seguridad ha cambiado tanto, que aquellos países a los que tradicionalmente le comprábamos buques, como el Reino Unido y Holanda, hoy están dando de baja sus buques al término de su vida útil.

Concordaremos que en algo tan importante como en la defensa, no es posible depender de que tengamos la suerte de encontrar algo en el mercado.

Es ahí justamente cuando el informe de la Universidad Católica ilumina en cuanto a las posibilidades más costo/efectivas para país.

Respecto a los escenarios estratégicos a los que alude Santos, sería interesante que los mencione, porque desde hace más de una década, la gran mayoría de los think tanks especializados en defensa vienen advirtiendo el deterioro del entorno estratégico mundial y regional.

Los países cada vez se están armando más, otra razón más por la que nadie vende sus buques usados. El Cono Sur tampoco ha estado exento de problemas.

Recordemos, por ejemplo, lo contenido en la Directiva de Política de Defensa Nacional de Argentina, publicada el 2021, donde menciona el control compartido del Estrecho de Magallanes y lo que ellos denominan el “Mar de Hoces”, que provocó una reacción de nuestra Cancillería, aun sin respuesta.

Finalmente, creo que la Armada hace bien en definir cuáles son sus requerimientos para mantener las capacidades de la fuerza actualizadas. Y también lo hace involucrando a entes externos, como universidades de prestigio.

La opinión de esta institución no solo es relevante, sino que necesaria; los escenarios que identifica, su experiencia con las operaciones que realiza, la comprensión del entorno en que opera, a mi juicio, no generan una “lista de supermercado” como nos señala Santos, sino que una opinión profesional y fundada, la que debe ser sopesada por los tomadores de decisiones.

El debate en torno a la necesidad de renovar la flota es vital y debe ser abordado en forma institucional.

La seguridad del país no puede basarse en cálculos escritos sobre servilletas.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II.

Eduardo Santos Muñoz, Ingeniero Civil

El Mostrador, Opinión, 02/07/2023

Este artículo es una segunda parte, propositiva, de una anterior columna de opinión publicada en este mismo medio el pasado 07 de junio de 2023 y tiene por objeto advertir a los chilenos de los efectos de una política pública de gran interés, pero poco transparente, amparada en supuestos “secretos militares”.

Para conocer de primera fuente los alcances y objetivos pretendidos por nuestra Armada para sus propuestas de renovación de su fuerza naval hemos tenido que recurrir, otra vez, a la Revista Proceedings del Instituto Naval de Estados Unidos, que en su reciente edición de mayo de 2023 incorpora una columna de opinión del actual comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Juan Andrés de la Maza, quién señala: “Habiendo analizado los desafíos que enfrentamos hoy, que incluyen un creciente número de tareas con presupuestos apretados, podemos concluir que si somos capaces de realizar la misión que nosotros establecimos para nuestra Armada a través de la integración Armada-Guardia Costera (Directemar), suplementada por la cooperación internacional, seremos capaces de afrontar todas las amenazas a la seguridad marítima internacional, ambas antiguas y nuevas…”.

En este marco, recordamos también su entrevista al diario El Mercurio del 21 de mayo de 2023, que nos precisaba la forma en que se cumpliría el desafío anterior: “…quiero dejar andando un plan de desarrollo de los submarinos, que son los más caros de la Armada. La idea es dejarle encaminado a mi sucesor esa renovación y por qué no, quizás también otro (plan) de construcción de unidades de combate. (fragatas)”.

Con el fin de evaluar fundadamente estas propuestas de la Armada y poder confrontarlas con una fuerza naval consistente con nuestros escenarios financieros y estratégicos, hemos recurrido a la metodología genérica de cómputos de potenciales, considerando que ella es una herramienta aproximada que nos permite obtener ordenes de magnitud comparables de las capacidades que se proponen, obtenidas a través de indicadores simples, tales como los desplazamientos de los buques.

Los resultados de esta evaluación se muestran en la tabla adjunta (tabla de capacidades), que considera los siguientes criterios y definiciones:

(1) Desplazamiento nominal (light displacement): Incluye el peso del buque, excluyendo carga, combustible, agua, lastre, bodegas, pasajeros y tripulación, según valores obtenidos de fuentes abiertas.

(2) Desplazamiento equivalente: Para poder comparar las capacidades de los nuevos buques propuestos con las unidades existentes, se ha supuesto que éstas últimas son proporcionales a un desplazamiento equivalente, obtenido de su antigüedad promedio (30 años), modernizaciones, vida útil remanente (15 años) y valor residual (33%); que se traducen en un coeficiente dado por:

(15/45)x67% (vida útil) + 33% (valor residual) = 0,55

(3) Factor de furtividad: Para efectos de comparación con las unidades de superficie, se ha considerado que la furtividad de los submarinos equivale a amplificar su desplazamiento por un factor de equivalencia de 4.

(4) Gasto total actual: Las estimaciones del valor actual de los nuevos buques no consideran los intereses del financiamiento necesario ni los índices de crecimiento del precio de los sistemas de armas, tales como los propuestos en la “ley XVI de Augustine”, efectos que podrían llegar a duplicar el gasto total a valor presente.

A partir de los resultados mostrados en la tabla de capacidades adjunta, podemos concluir que el desarrollo total de las propuestas de la Armada podría significar aproximadamente aumentar en 2,8 veces las capacidades de nuestra fuerza naval actual, que es similar a aquella que en el pasado reciente nos permitió mantener la paz; requiriendo un gasto estimado de MMUS$7.500.- (valor actual) en 20 años, que resulta infinanciable e innecesario para los escenarios más probables del siglo XXI.

Considerando las restrictivas proyecciones económicas para los recursos financieros futuros realmente disponibles, nuestra propuesta alternativa para una fuerza naval consistente considera solo continuar con la fabricación del rompehielos y de los dos buques multipropósito ya contratados, construir dos buques patrulleros de alta mar (OPV) adicionales, reemplazar las actuales barcazas LST por dos unidades similares a las actuales, mantener los actuales submarinos Scorpene, no reemplazar los submarinos SSK 209-1400, debido a su muy alto costo y su incierto aporte efectivo para los escenarios futuros más probables y construir solo cinco fragatas en Asmar, de un desplazamiento menor al propuesto en el estudio encargado por la Armada a la Universidad Católica.

Es de mi mayor interés que la Armada no vuelva a repetir los lamentables errores de apreciación política, estratégica y financiera que hace dos décadas llevaron a la cancelación del Proyecto Tridente, que también pretendía construir ocho fragatas en Asmar.

En este contexto, exhortamos a nuestra Armada a transparentar (20 años atrás recibimos un CD con el proyecto Tridente completo), precisar y justificar los antecedentes que han considerado para fundamentar sus propuestas, con el fin de poder avanzar en la pertinencia de otras alternativas, tales como la fuerza naval consistente presentada, que con un costo estimado de MMUS$3.000.- (valor actual), en 20 años sería posible de financiar con alrededor de un tercio del piso anual (MMUS$500.-) establecido para el Fondo de Capacidades Estratégicas de la Defensa y que permitiría cumplir los objetivos de industrialización de Asmar y desarrollar una renovación efectiva de la fuerza naval para mantener capacidades consistentes, equilibradas, suficientes y necesarias.

Espero que pronto podamos debatir también sobre una política de desarrollo integral para la Armada y no solo de su lista de supermercado.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE

 

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE.

Eduardo Santos Muñoz, Ingeniero Civil

El Mostrador, Opinión, 07/06/2023

En nuestro Chile real en que vivimos, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central reiteradamente nos anuncian escenarios económicos de bajo crecimiento y fuertes desequilibrios presupuestarios que requerirían de polémicos aumentos de impuestos para satisfacer las grandes y justas demandas sociales, situaciones que, sin duda, afectarán fuertemente a la Defensa, pues para el dilema económico de mantequilla o cañones, claramente la opción actual es mantequilla.

Algunas décadas atrás se desarrolló una interesante polémica pública que alertaba a los chilenos de las inconsistencias del Proyecto Tridente, que en ese entonces presentaba la Armada para renovar su flota de superficie, a través de la construcción en Chile de ocho fragatas.

Afortunadamente, la fortaleza de los argumentos presentados posibilitó a las autoridades políticas optar fundadamente por fragatas usadas, que hoy nos permiten desplegar un moderno poder naval creíble.

En la actualidad, nuestra Armada ha vuelto a presentar a los chilenos una serie de propuestas para la renovación del poder naval, que llaman la atención por sus alcances y la poca transparencia de sus fundamentos, que deberían ser materia de un nuevo debate público democrático.

Intereses navales. Con el objeto de identificar los objetivos de estas iniciativas, que nos permitan evaluar sus implicancias políticas y económicas y determinar su factibilidad, me permito citar algunas declaraciones de los últimos comandantes en Jefe de la Armada, para lo cual comenzaremos con el almirante Enrique Larrañaga Martin, quien declaró en la revista Proceedings de mayo 2018, del Instituto Naval de Estados Unidos, “…más allá de cualquier consideración, siempre prevalecerá la percepción de nuestras dos marinas (de Chile y de Estados Unidos) de verse como complementarias y socias esenciales en el cumplimiento de objetivos compartidos”, lo que, entre otras actividades, se materializa con nuestra participación en las maniobras Rimpac, gran ejercicio naval multinacional en el océano Pacífico liderado por Estados Unidos y hoy orientado a la contención de China, nuestro principal socio comercial y por lo cual, indudablemente, esta actitud “complementaria” de nuestra Armada resulta inconsistente con la postura internacional de Chile de absoluta neutralidad.

Al año siguiente, su sucesor, el almirante Julio Leiva Molina, reactiva la idea de renovar la flota de superficie dentro de un Plan Nacional Continuo de Construcción Naval, que incluye la fabricación en Chile de fragatas, tal como lo informó el diario El Mercurio del 22 de mayo de 2019, que en su página C1 tituló: “Armada encargó a la UC el estudio para construir Fragatas en Chile”, precisando que se trataría de buques de 5200 toneladas y 132 metros de eslora.

Finalmente, debemos considerar el reciente contrato con Asmar por MMUS$410, para construcción de dos buques anfibios destinados primariamente a la proyección de la Brigada Anfibia Expedicionaria de la Armada, capacidades que complementarían las propuestas del actual comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Juan Andrés de la Maza, quien en su entrevista al diario El Mercurio del 21 de mayo de 2023, señaló: “…Quiero dejar andando un plan de desarrollo de los submarinos, que son los más caros de la Armada. La idea es dejarle encaminado a mi sucesor esa renovación y, por qué no, quizás también otro (plan) de construcción de unidades de combate (fragatas)”.

De esta serie de propuestas surgen dos preguntas relevantes:

La primera de ellas es cómo se pretende financiar los cerca de MMUS$1.600 (en dólares actuales) necesarios para adquirir dos submarinos, además de los MMUS$ 5.000 (en dólares actuales) requeridos para construir en Asmar ocho fragatas, cifras que no consideran los intereses del financiamiento necesario ni los factores de crecimiento del precio de los sistemas de armas, tales como los propuestos en la “ley XVI de Augustine”, y que podrían llegar a duplicar estos valores para la próxima década, para un total de la astronómica suma de alrededor de MMUS$15.000.

La segunda pregunta es aún más importante, pues nos resulta sorprendente este cambio de prioridades, no necesariamente justificadas por la obsolescencia de los buques, que anticipa el desarrollo de capacidades orientadas principalmente para la proyección de la fuerza, “dejando encaminada” ahora la pronta renovación de submarinos y postergando “quizás también otro (plan)” para la construcción de fragatas; para lo cual, la respuesta podría ser que la Armada de Chile se ha imaginado nuevas misiones para proteger nuestros (¿?) intereses en ultramar; tal vez siguiendo los pasos de Australia, que ha decidido repentinamente priorizar una pantalla de nuevos submarinos de propulsión nuclear.

Esta audacia para presentar sus propuestas es un efecto de la autonomía militar que hemos denunciado reiteradamente y una consecuencia de las señales equívocas enviadas por las autoridades políticas dentro del marco de la Ley Nº 21.174 –Crea el Fondo de Capacidades Estratégicas de la Defensa–, que facilita aprobar injustificadas adquisiciones militares, considerando los cerca de 500 millones de dólares de piso para la autorización anual en compras de sistemas armas (paradójicamente, mayor que el valor que disponía la vilipendiada Ley Reservada del Cobre que reemplazó) y cuyas disposiciones son un privilegio para las Fuerzas Armadas, impresentable en un escenario interno de fuertes demandas sociales y restricción de recursos, y externo, de concordia regional.

Escenarios Estratégicos. En los últimos meses hemos sido objeto de una persuasión diplomática a través de la peregrinación silenciosa por Sudamérica de la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, recibiendo sus esfuerzos para alinearnos en un supuesto conflicto global entre Estados Unidos y China que, creemos, pretende transformar una competencia económica mundial en una amenaza bélica autocumplida que nos resulta ajena, pero cuyos efectos, 50 años después del golpe militar, podrían volver a afectar nuestra convivencia social.

Para evitar a tiempo este escenario, deberemos desarrollar un amplio debate político-estratégico en el marco de una nueva relación regional, resultado del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984, que puso fin al diferendo del Canal Beagle. y de las sentencias de la Corte de La Haya por la Delimitación Marítima con Perú de 2014 y sobre la Demanda Marítima Boliviana de 2018, que resolvieron las diferencias relevantes pendientes de los conflictos vecinales del siglo XIX, abriendo la oportunidad de avanzar en una postura de legítima defensa; que permitirá a la nueva Política de Defensa, que espero nuestro Ministerio de Defensa comience a elaborar a la brevedad, a reorientarnos sobre ¿de qué defendernos? y ¿cuánta defensa es suficiente?, para, solo a continuación, estar en condiciones de evaluar las mejores alternativas para el desarrollo de nuestras Fuerzas Armadas.

Armada para el siglo XXI. En nuestro Chile real en que vivimos, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central reiteradamente nos anuncian escenarios económicos de bajo crecimiento y fuertes desequilibrios presupuestarios que requerirían de polémicos aumentos de impuestos para satisfacer las grandes y justas demandas sociales, situaciones que, sin duda, afectarán fuertemente a la Defensa, pues para el dilema económico de mantequilla o cañones, claramente la opción actual es mantequilla.

La paradoja de esta situación es que las autoridades políticas siguen preocupadas solo de la probidad y de proponer nuevas funciones policiales para la defensa, pero nada dicen de una imprescindible Revisión Militar que evite a tiempo la inexorable decadencia de nuestra Defensa.

Sin duda, existe una falta de voluntad política para materializar los dividendos de la paz, a través de una Política Militar que evite tempranamente iniciativas autónomas como las propuestas por la Armada, sintonizando los legítimos requerimientos de capacidades con las amenazas reales, permitiendo así una reducción programada y progresiva del gasto de defensa, sin poner en riesgo nuestra seguridad.

Considerando las atribuciones presidenciales para disponer, organizar y distribuir las fuerzas, se debe evitar el mal ejemplo de las grandes potencias que pretenden resolver militarmente sus conflictos, y desplegar solo capacidades suficientes y necesarias de acuerdo a lo expresado en el Libro de la Defensa Nacional de Chile – 2017, que en su artículo 5.1 señala: “…La Defensa apoya la gestión de la Política Exterior de Chile, la cual busca preservar un orden jurídico internacional sustentado en el derecho, la promoción de la paz, la seguridad y la solución pacífica de las controversias”, lo cual debe traducirse en preservar una zona de paz sudamericana, a través de una fuerza financiable y equilibrada, consistente con las nuevas prioridades de un Estado social y democrático de derecho.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión, News

DESACUERDOS EN TORNO AL GOLPE

 

DESACUERDOS EN TORNO AL GOLPE

Carlos Peña.

El Mercurio, Columnistas, 09/07/2023

“Frente al Golpe hay que admitir que todos, sean o no víctimas, tienen igual derecho a emitir juicios; aunque deben distinguir entre el juicio fáctico (las causas de lo que ocurrió) y el juicio moral (si debió ocurrir)”.

Las reacciones que suscitaron las declaraciones de Patricio Fernández, sumadas a las declaraciones del diputado Alessandri justificando el Golpe, muestran que hay una discrepancia radical en la forma de enfrentar los hechos de hace medio siglo.

¿Cuál es esa discrepancia?

Es doble. Una de ellas se relaciona con el tipo de juicios que la izquierda y la derecha emiten frente al Golpe, la otra es el papel de las víctimas.

Examinemos cada una en ese orden.

Comencemos con los juicios que la izquierda y la derecha emiten.

Hay quienes, en la izquierda, piensan que la condena moral que merecen el Golpe y las violaciones a los derechos humanos hace inútil atender a las causas que los produjeron. Y en la derecha hay quienes creen que si hay causas que condujeron al Golpe, entonces, como lo acaba de declarar el diputado Alessandri, él está justificado.

Ambos puntos de vista se niegan a aceptar que una cosa es condenar o justificar una acción y otra distinta, explicarla. Y al hacer esto cancelan una de las distinciones más obvias de la cultura y el lenguaje humano.

En efecto, desde muy antiguo se observa que una cosa es preguntarse qué ha ocurrido y otra cosa distinta preguntar si acaso debió ocurrir. Una cosa es constatar los hechos (¿qué causas concurrieron en el Golpe?), otra distinta es valorarlo moral o políticamente (¿fue correcto el Golpe?).

Una cosa son las circunstancias que condujeron al Golpe (su facticidad); otra cosa es que haya debido ocurrir (su moralidad).

Sin distinguir entre lo que es, por una parte, y lo que debe ser, por la otra, ninguna reflexión moral puede emprenderse.

Por eso, si la facticidad tuviera la última palabra (si bastara constatar un hecho o sus causas para aceptarlo), el punto de vista moral no sería posible. Por la inversa, si la moralidad pusiera el punto final (si bastara decir que algo no debió ser para que todo lo demás sobre) es el conocimiento el que estaría de más.

Así entonces, la izquierda debe aceptar que es necesario reflexionar sobre las causas del Golpe (sin perjuicio de condenarlo), y la derecha aceptar que es necesario condenarlo (sin perjuicio de examinar las causas que lo produjeron)

Pues bien, una vez que se acepta esa obvia distinción, resta ahora otra pregunta relativa al lugar de las víctimas; ¿tienen ellas alguna ventaja acerca de la hora de pronunciarse en alguno de esos planos?

Las víctimas, no cabe duda, tienen derecho a la memoria, a la justicia, a la reparación y los sobrevivientes, a hablar por aquellos que ya no pueden hacerlo.

Pero dicho eso, parece obvio que las víctimas no tienen ventaja a la hora de discernir las causas de lo que padecieron o a la hora de emitir juicios morales sobre el proceso histórico en medio del cual ocurrió su tormento.

Sus juicios a ese respecto no son en sí mismos superiores al juicio de ningún otro ciudadano. En una frase, la condición de víctima no concede ninguna ventaja epistémica.

Las víctimas tienen todo el derecho de reclamar memoria, justicia y reparación; pero no deben aspirar al monopolio del juicio moral ni histórico sobre lo que les ocurrió.

Así entonces, frente al Golpe hay que admitir que todos, sean o no víctimas, tienen igual derecho a emitir juicios; aunque deben distinguir entre el juicio fáctico (las causas de lo que ocurrió) y el juicio moral (si debió ocurrir).

Y se pueden discutir las causas del Golpe, pero no su condena.

¿Y por qué —se dirá— si se admite la discrepancia respecto de las causas que condujeron al Golpe, se reclama unanimidad en su condena? ¿Acaso no es posible discrepar en ambos planos, como lo acaba de hacer el diputado Alessandri al sostener que el Golpe estaba justificado?

Lo que ocurre es que en una sociedad democrática es posible discrepar acerca de los hechos o causas de un cierto evento, sin que ello desmedre o deteriore la convivencia; pero lo que no puede ocurrir es que haya discrepancia acerca de las reglas de la comunidad política.

En otras palabras, se puede discrepar acerca de cómo son o cómo fueron estos o aquellos hechos, y acerca de qué circunstancias o acciones contribuyeron a producirlos; pero lo que no puede ocurrir es que los miembros de la sociedad democrática discrepen acerca de cómo deben convivir.

Y es que la convivencia democrática (y no solo ella) requiere ciertos compromisos incondicionales, ciertos imperativos categóricos, principios cuya validez ningún ciudadano, menos un diputado, deberá relativizar.

 

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional