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REPRIMIR, DIALOGAR, REPRIMIR. Heraldo Muñoz, Excanciller de Chile

 

                                                                               REPRIMIR, DIALOGAR, REPRIMIR

Heraldo Muñoz, Excanciller de Chile entre 2014 y 2018

El Mercurio, Columnistas, 09/03/2024

“La experiencia indica que el régimen no tiene voluntad de realizar elecciones libres y limpias, y que su objetivo es sencillamente mantenerse en el poder”.

A fines de febrero, 13 funcionarios de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) fueron expulsados de Venezuela por el gobierno de Nicolás Maduro, acusados de “espionaje y conspiración interna”.

La expulsión se decretó un día después de que el relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación declarase que el gobierno venezolano le impidió acceder a centros de detención y le cambió constantemente su agenda en una visita al país.

En el contexto de la elección presidencial —recién fijada para el 28 de julio del presente año—, el endurecimiento del régimen no sorprende.

Hace algunas semanas, la justicia incondicional del gobierno confirmó la inhabilitación, sin notificación ni derecho a la defensa, de la candidata opositora María Corina Machado —escogida en una primaria opositora cuestionada por el oficialismo— para competir en las elecciones presidenciales.

Maduro ya le había advertido mucho antes: “No te vistas, que no vas”. Entretanto, tres asesores de campaña de Machado fueron detenidos simultáneamente, acusados de proporcionar “apoyo logístico a un grupo terrorista”.

En un paso represivo más, el gobierno arrestó a la activista y académica experta en asuntos militares Rocío San Miguel, bajo acusaciones de “terrorismo”, “traición a la patria” y “conspiración”, al vincularla con un supuesto plan para asesinar a Nicolás Maduro, uno de cinco complots que, según la fiscalía chavista, han sido desbaratados desde 2023.

Esta espiral autoritaria enterró el Acuerdo de Barbados entre el gobierno y la oposición para promover los derechos políticos y garantías electorales, y conceder licencias para la exportación de petróleo y otros materiales al mercado estadounidense.

Después del veto a Machado, Washington anunció que podría reimponer sanciones. Pero el régimen de Maduro amenazó con que, si eso sucede, se acaban los vuelos de repatriación de venezolanos ingresados irregularmente a territorio estadounidense, materia altamente delicada en un año electoral en EE.UU.

La experiencia indica que el régimen no tiene voluntad de realizar elecciones libres y limpias, y que su objetivo es sencillamente mantenerse en el poder. Maduro ya anticipó un resultado: “Ganaremos las elecciones —afirmó— por las buenas o las malas. Está dicho, no digo más”.

Para tal propósito, activó un plan denominado “Furia Bolivariana” para desbaratar eventos de la oposición y hostigar a ONG independientes.

La estrategia madurista es clara: reprimir a opositores y, ante la presión internacional, aceptar sentarse a dialogar, no sin antes obtener algunas concesiones.

En algún momento del proceso negociador, el gobierno esgrime excusas para romperlo, o bien desconoce lo acordado, y vuelve a reprimir.

Reprimir, dialogar, ganar tiempo, y volver a reprimir es la estrategia del régimen. En el intertanto, genera contemporización de algunos países, y la comunidad internacional democrática muestra señales de frustración y agotamiento con el caso de Venezuela.

Así lo pude atestiguar en las negociaciones de Santo Domingo en 2017 y 2018, entre Maduro y la oposición, auspiciadas por el entonces presidente dominicano Danilo Medina.

Luego de extensas reuniones, donde participé como canciller de Chile para facilitar el diálogo, propuesto por la oposición, se registraron avances esperanzadores para la realización de elecciones libres, pero el gobierno pateó la mesa, impuso una eventual fecha de las elecciones, no aceptó las condiciones para unos comicios mínimamente democráticos (como la liberación de presos políticos y la restauración de las facultades legislativas de la Asamblea Nacional), y se acabó el diálogo.

Un año antes, una similar mesa de diálogo con el acompañamiento del Vaticano se había estancado y diluido, sin acuerdos.

A medida que se acerque la fecha de los comicios presidenciales, seguramente el régimen conseguirá que se inscriba algún candidato simbólico con cierto aire opositor, pero sin posibilidades de ganar, para “competir” con Nicolás Maduro, sin garantías electorales democráticas, asegurando así otra elección presidencial fraudulenta.

Pese a que María Corina Machado anunció su voluntad de continuar hasta el final, es probable que se le impida inscribirse, ante lo cual la oposición tendrá que decidir si participar con un candidato alternativo (algún no inhabilitado) —lo cual puede fracturar a la disidencia—, o bien no comparecer en los comicios. De acontecer lo último, como ocurrió el 2018, quedará la pista libre para Maduro.

El Consenso de Brasilia, cumbre presidencial sudamericana de 12 países, incluyendo Venezuela, convocada por el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2023, abordó el caso venezolano, y, en la declaración del encuentro, se manifestó un compromiso “con la democracia y los derechos humanos… y la no injerencia en asuntos internos”, párrafo que originó interpretaciones encontradas entre los mandatarios.

Lula manifestó en la rueda de prensa final que “no es posible que no haya un mínimo de democracia en Venezuela”.

Habrá que abrigar esperanzas del papel que pueda jugar Brasil, y los países del Consenso de Brasilia, en esta difícil encrucijada que enfrenta Venezuela.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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LA IZQUIERDA ESTÁ PERDIENDO EL ROUND DE LA BATALLA CULTURAL. Humberto Julio Reyes

 

                                                                        LA IZQUIERDA ESTÁ PERDIENDO EL ROUND DE LA BATALLA                                                                                                                             CULTURAL                                                                                                                                                                  Humberto Julio Reyes

         Aclaro de partida que la frase no me pertenece, aunque ¡cómo quisiera que así fuera!

         Quien la pronunció fue el señor Jorge Arrate en larga y reciente entrevista concedida a El Mercurio, precedida de otra frase: “estamos en un minuto en que…”

         Ese minuto sería hoy, cuando “el individualismo la lleva, por eso hay que hacer una gran batalla cultural y política”.

         Confiesa que “va a ser largo recuperar lo que fue la izquierda, que era un movimiento que anudaba lo político, lo social y lo cultural”. Qué duda cabe, me permito agregar.

         Ojalá que sea muy largo ya que, de izquierdas hemos tenido bastante en los dos últimos siglos, me refiero al XX y XXI, empezando con los gobiernos radicales para terminar en lo que soportamos hoy en día.

         Dice el entrevistado, estar dedicado a la creación de un partido único del Frente Amplio, lo que lo muestra más cercano a esa izquierda que al socialismo democrático y que, junto a otros juicios emitidos en la entrevista, me llevan concluir que ha vuelto a las andadas o quizás nunca los dejó ya que muchos han sido sus intentos de unir toda la izquierda, habiendo sido socialista de corazón y comunista por conveniencia.

         Para muestra de su pensamiento, y criticando al presidente Boric, señala que “en el segundo gobierno de Sebastián Piñera se violaron sistemáticamente los derechos humanos”.

         ¿Le parece conocida esa frase al paciente lector?

         Se usa con frecuencia, junto con recordarnos que el recientemente fallecido expresidente “le declaró la guerra al pueblo”, al referirse, acertadamente a mi juicio, a que enfrentábamos un enemigo poderoso.

         ¿Y cómo podía llamarse a la asonada que destruía, saqueaba e incendiaba a título de ejercer su derecho a “manifestarse”?

         Bueno, se le sigue reprochando hablar de guerra, olvidando que fue Lenin quien dijo que la política es la continuación de la guerra por otros medios y que, hoy por hoy, está de moda hablar de batalla cultural sin que nadie llame a escándalo.

         Es frecuente por lo demás referirse, en lenguaje coloquial, a la guerra a la corrupción o a la delincuencia o a otros males que nos aquejan.

         Regreso al inicio después de esta larga disquisición.

         Temo que la batalla cultural ha sido ampliamente ganada por la izquierda gracias a Gramsci que le insufló nueva vida a la perdida Guerra Fría. Basta ver quienes “la llevan” en ese campo.

         Infiltrada y neutralizada la iglesia católica que por muchos años fuera baluarte frente al materialismo marxista; corrompida la judicatura; inhibidas de actuar las fuerzas del orden; perdido el respeto a instituciones, a tradiciones y a nuestros héroes que nos dejaron en herencia un gran país, mientras pareciera no existir minoría, causa o movimiento donde no se advierta la mano comunista “meciendo la cuna”.

         Resumo:

         Parodiando a Churchill, se ha perdido una batalla, pero no la guerra, aún sería tiempo de salvar la Patria amenazada, pero, para eso, no hay que creerle a Arrate, zorro viejo. La izquierda sigue imponiendo su victoria en este campo y todos los que no comulgamos con el socialismo debiéramos hacer nuestro mejor esfuerzo para no resignarnos a este estado de cosas.

11 de mar. de 24

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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EL SINO DEL GOBIERNO. El Mercurio, Editorial

                                                                        EL SINO DEL GOBIERNO

                                                                     El Mercurio, Editorial, 10/03/2024

”¿Habrá aquilatado el Presidente Gabriel Boric las consecuencias para su credibilidad y para el futuro de la coalición de gobierno si se llegara a acreditar la participación del régimen chavista en este crimen?”.

Próximos a cumplirse dos años desde que Gabriel Boric asumiera como Presidente, son múltiples las aristas y sucesos que permitirían hacer un juicio crítico sobre el Gobierno.

A un deficiente desempeño económico, se suma un déficit de gestión en las áreas más relevantes, como salud, educación y vivienda, todo ello sin olvidar las constantes contradicciones políticas, confusiones entre lo que consiste ser un jefe de Gobierno y uno de Estado, precipitación y gustitos ideológicos que, si bien no tienen la fuerza refundacional de sus primeros meses, siguen apareciendo una y otra vez en los proyectos y decisiones que se adoptan.

Dos episodios recientes sirven para ilustrar lo que ya parece ser el sino de este gobierno, que como tal difícilmente puede esperarse que cambie en el período que le resta.

El secuestro y posterior asesinato del refugiado venezolano Ronald Ojeda es probablemente el crimen de mayor gravedad cometido en el país en décadas. Y no solo por lo que significa la pérdida de una vida humana en esas condiciones terribles y el consiguiente sufrimiento de su familia, sino también por la señal de inseguridad y descontrol que se envía al resto de la población, la que siente el justificado temor de que puede verse expuesta a hechos de esa naturaleza.

El grado de profesionalismo y determinación demostrado por la criminalidad organizada contrasta con la debilidad y desorientación que evidencian muchas veces las autoridades, policías y demás instituciones que deben combatirlo en todos los frentes.

La posible implicancia del régimen venezolano en ese crimen —la que con los días, lejos de desaparecer, cobra más fuerza con la información que se va conociendo— agrega un ángulo adicional por la serie de consecuencias para la seguridad exterior e interior del país que trae consigo.

Pues bien, ante estos hechos, el Presidente Boric, que suele ser locuaz para los más diversos temas, guardó inexplicable silencio por 17 días. Su única intervención que podría considerarse vinculada al caso insólitamente fue para defender a sus socios del Partido Comunista por las críticas sobre su apoyo y cercanía al régimen de Maduro.

“El anticomunismo visceral de algunos sectores políticos y sus medios afines en nuestro país es demasiado evidente. No conozco otro partido que reciba tantos ataques ad hominem y mentiras”, escribió el mandatario. Luego agregó: “Yo al menos, no tengo ninguna duda del compromiso democrático y social del PC chileno”.

Finalmente, solo esta semana se refirió escuetamente al caso, con una frialdad que contrasta cuando se trata de otras víctimas, sosteniendo que “como Presidente de la República, yo también hablo a través de mis ministros” y que el Gobierno, a través de la ministra del Interior, se había comunicado con la familia de la víctima para expresarle sus condolencias.

Mientras tanto los comunistas, sintiéndose respaldados por el Presidente, en un acto partidario ovacionan al embajador de Venezuela en Chile y luego su máximo dirigente, Lautaro Carmona, descarta “a mucha honra” calificar a la administración de Nicolás Maduro como una dictadura.

Luego de todo ello, ¿habrá aquilatado el Presidente Boric las consecuencias para su credibilidad y para el futuro de la coalición de gobierno si se llegara a acreditar la participación del régimen chavista en este crimen?

Es cierto que el mandatario, incluso antes de asumir, ha mantenido una postura crítica respecto del gobierno de Maduro y ha condenado la violación a los derechos humanos.

Sin embargo, hace tiempo ya que no lo cuestiona con dureza —recientemente se refirió eufemísticamente a una “deriva autoritaria” del régimen venezolano— y nada ha dicho sobre la dictadura cubana que, además, es el principal soporte político e ideológico de Venezuela. Es decir, un ejemplo inmejorable de las contradicciones y gustitos ideológicos.

Personalismo en política exterior. La decisión del Gobierno, esta semana, de cancelar la participación de la industria israelí en Fidae 2024 —la principal exhibición aeroespacial, de Defensa y seguridad de América Latina— es otra muestra de lo mismo. A las repercusiones negativas en las relaciones con Israel, se agregan los previsibles daños para los intereses nacionales y para la política exterior e imagen internacional de Chile.

Es correcto, como le gusta decir al Presidente, que “la voz y la política internacional del Gobierno la decido yo”, pero ello no puede derivar en personalismos que terminen por dinamitar el prestigio profesional de nuestra Cancillería, comprometida con una política de Estado que ha sido cimentada durante gobiernos del más variado signo.

Como se ha señalado reiteradamente, la gravísima situación de los derechos humanos en la zona de Gaza, el terrorismo de Hamas y el derecho de legítima defensa de Israel perfectamente se pueden incorporar con prudencia en una relación con ese Estado, incluso denunciando transgresiones a derechos fundamentales y dando señales inteligentes de rechazo que no dañen los intereses nacionales, mediante un trato no discriminatorio, coherente con el que se practica con otros gobiernos que se considera que son transgresores de principios y valores permanentes en nuestra política exterior.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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PREVENTA DEL LIBRO “GESTA HEROICA DE 1973”. Adolfo Paúl Latorre

 

                                                                PREVENTA DEL LIBRO “GESTA HEROICA DE 1973”

Autor: Adolfo Paúl Latorre

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EXCLUSIÓN DE ISRAEL DE LA FIDAE. El Mercurio, Editorial

                                                                             EXCLUSIÓN DE ISRAEL DE LA FIDAE

El Mercurio, Editorial, 08/03/2024

Incómoda debe ser la situación de las autoridades de la Cancillería responsables de llevar adelante medidas que comprometen negativamente su debido profesionalismo.

La decisión del Gobierno de cancelar la participación de la industria israelí en Fidae 2024 —la principal exhibición aeroespacial, de defensa y seguridad de América Latina— tiene repercusiones negativas en las relaciones con Israel, con previsibles daños para los intereses nacionales y para la política exterior e imagen internacional de Chile.

Demostrativa de la parcialidad del Gobierno en el conflicto árabe-israelí fue la insólita —y sin precedentes en el mundo— suspensión de credenciales del embajador de Israel en Santiago, seguida por la vigente convocatoria a informar del embajador chileno en Tel Aviv, con carácter indefinido; luego, las confusas declaraciones oficiales en el inicio del ataque a asentamientos judíos, que asimilaron los aspectos morales y jurídicos de la ofensiva israelí en Gaza con el terrorismo de Hamas del 7 de octubre, y, finalmente, la intervención de agentes chilenos en juicios en contra de Israel en La Haya.

El escalamiento y sumatoria de estas medidas con la marginación de productos de Israel de esta feria donde se exhibe material de alta tecnología, más que politizar y desprestigiar a futuro el evento, importa a nuestro territorio un conflicto internacional, lo que agrava divisiones internas entre dos comunidades extranjeras de enorme importancia para el desarrollo y pacífica convivencia nacional.

Además, la incomprensible cancelación autoimpone restricciones al abastecimiento de tecnologías avanzadas y a las asistencias de vanguardia en salud, informática, inteligencia artificial, ingeniería, gestión de aguas, servicios y programas vitales para la seguridad nacional y de las personas y progreso del país, a lo que corresponde agregar riesgos que podrían alentar el antisemitismo y cambios importantes en la convivencia, precedentes discrecionales y arbitrarios en la gestión de la política exterior, de alto costo y sin beneficio tangible para el país.

Chile ha sido siempre contrario a adoptar medidas económicas de retaliación por motivos políticos debido a los costos internos que significan a su población, por sus repercusiones en personas inocentes en el extranjero, y finalmente por su dudosa eficacia, ya sea por la experiencia internacional, o bien por la escasa incidencia del poder nacional para resolver y alterar la evolución de los conflictos globales.

A la vez, la gestión internacional de nuestra diplomacia, consciente del valor de la inserción en el mundo para la defensa de la soberanía y legítimas oportunidades de la población, se ha basado en políticas de Estado, que asumen consensos amplios y transversales para promover correctas relaciones con los países y organismos internacionales.

Nada de lo anterior está presente en la nueva actitud del Gobierno hacia Israel, la que se ha transformado en una política personalizada del Presidente Boric, calificada por algunos como una obsesión del jefe de Estado, que acoge iniciativas sancionatorias desproporcionadas.

Incómoda debe ser la situación de las autoridades de la Cancillería responsables de llevar adelante medidas que comprometen negativamente su debido profesionalismo y la imagen internacional de Chile.

La grave situación de los derechos humanos en la zona de Gaza, el terrorismo de Hamas y el derecho de legítima defensa de Israel perfectamente se pueden incorporar con prudencia en una relación con ese Estado, incluso denunciando sus eventuales transgresiones a derechos fundamentales y dando señales inteligentes de rechazo que no dañen los intereses nacionales, mediante un trato no discriminatorio, coherente con el que se practica con otros gobiernos transgresores de principios y valores permanentes en nuestra política exterior.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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POPURRI NEFASTO. GDB. Fernando Hormazábal Diaz

 

                                                                                 POPURRI NEFASTO

GDB Fernando Hormazábal Diaz

08/03/2024

  1. EL MEGAINCENDIO Y EL FESTIVAL. Aun no se apagaban las cenizas del megaincendio que azoló a la región de Valparaíso y se discutía acerca de la necesidad de realizar el fastuoso festival de Viña del Mar, y el controvertido cantante mexicano de música urbana, Peso Pluma, a causa de que sus canciones constituyen una apología a los narcos, desistía por sí solo después de un escándalo con su pareja y haber sido acusado de robar mariguana en una tienda de USA, echando por tierra las tesis y defensas corporativas para desistir de su contrato.

En definitiva el festival se llevó a efecto bajo la promesa que parte de sus utilidades irían a favor de las miles de familia damnificadas, pese a la abierta oposición que existía al respecto.

Pero hasta el momento nada se ha dicho en relación a la prometida ayuda económica y las entradas enviadas a damnificados que constituyeron una verdadera ofensa.

Sin embargo, la alcaldesa Ripamonti, la misma que abrió una millonaria exposición para conmemorar el estallido delincuencial, no halló nada mejor que cuando se anunciaba su presencia mostrar un letrero que decía “Ley de Incendios Ahora”, tratando de justificar la escasa ayuda denunciada por los afectados y tratando de exculparse por la negligencia de no haber cumplido previamente con la exigencias de SERNAPREV y presentar además un Plan basado en copy-paste.

Toribio no opina sobre el festival, porque no lo ve, salvo en esta oportunidad en que se anunció la participación de Andrea Bocelli, que constituyó un éxito extraordinario e inesperado por el tipo de público, demostrando que cuando al pueblo se le entrega cultura, sabe apreciarla.

Pero en nuestro Chile, los patrocinadores de la cultura popular, solo piensan en el rating y desprecian enriquecerla. En el pasado quedaron programas como los de Cristián Warnken y de música clásica entre muchos otros; gracias a la UC aún se sostiene radio Beethoven; ni siquiera el canal que financiamos todos los chilenos hace algo por el estilo. Así como hay “Teatro a Mil” podría existir “Música a Mil” pero no de la urbana.

Con respecto a las ayudas prometidas, los damnificados siguen apelando a ellas y algunos critican que solo han recibido por parte de sus propios vecinos y donaciones de particulares.

El gobierno había asegurado alrededor de 400 viviendas de emergencias por semana, meta que al parecer no se ha cumplido.

Todo parece indicar ─desgraciadamente─ que los incendios tal como el terrorismo en la megazona del sur vinieron a quedarse, la necesidad de contar con stock previos es imprescindible, lo que además podrán utilizarse ante los estragos causados por las lluvias que también forman parte de nuestro currículo patrimonial, pero que ello no quede en manos de los alcaldes por la malograda experiencia obtenida hasta la fecha.

Toribio no es mal pensado, pero sería bueno que alguien transparentara la ayuda recolectada para estos fines y su distribución, como por ejemplo los $300 millones del Festival de Viña ─que es una miseria─; los más de $6.500 millones de “Juntos Levantemos Chile”; lo ofrecido por el jurado del festival, que se desconoce; como asimismo el remate de las especies donadas por los artistas y la guitarra de los Bunkers

  1. LAS TOMAS DE TERRENOS. Por lo general son consideradas como formas de demanda y acceso a la vivienda de las familias sin casas, y que han consistido en la ocupación de terrenos o viviendas ajenas, ya sea de índole particular o fiscal a lo largo del territorio.

Lo que guarda estricta relación con la coyuntura económica que ha vivido el país y orientada al derecho a la vivienda presiona al Estado para su logro, cuando este es insuficiente o incapaz de satisfacer las demandas, constituyendo una verdadera movilización social.

Este hecho que es de larga data, sin embargo ha sufrido un aumento considerable en las últimas décadas, lo que no solamente ha obedecido a la coyuntura económica antes indicad.

Según el parecer de Toribio -y como lo muestran los hechos- producto de la inmigración ilegal y descontrolada a partir de los gobiernos de Bachelet y Piñera, lo que podemos aseverar por las evidencias constatadas, dichos actos en la actualidad están siendo fuertemente incrementados por extranjeros, en su mayoría ilegales, a tal punto que algunas tomas de terreno se identifican con los nombres de los países de procedencia.

Según un informe del Minvu de marzo de 2021, existiría 418 nuevas tomas –respecto del catastro de 2019– que albergarían aproximadamente 26.476 viviendas.

Desconocemos en consecuencia su proyección hasta la fecha, teniendo en consideración el aumento extraordinario de la migración ilegal pese a las medidas adoptadas, que son insuficientes ante el paraguas legal que la ampara, contando además con el Servicio Jesuita de Migrantes, financiado en parte por el Estado, que es proclive a dicha inmigración.

Según este informe la toma de terrenos ha aumentado un 53 %, siendo las regiones más afectadas, Valparaíso, Metropolitana y Bío Bío.

Lo más grave es el carácter que ha adquirido esta toma, pues se han desarrollado como miniciudades o barrios con el dominio de delincuentes que ejercen toda clase de actividades ilegales, como casinos, discotecas, bares, prostitución, el tráfico y consumos de drogas, casas de torturas, etc.

La erradicación y solución demandará muchos años, pero hay que dar señales fuertes e iniciarlas ya, comenzando con una intervención policial masiva que logre sanar la toma de delincuentes, someterlos a la justicia o expulsándolos.

Por otra parte, el Estado deberá expropiar los terrenos particulares que se encuentran en abandono o carentes de algún proyecto de inversión; disponer de los predios fiscales disponibles, urbanizarlos con agua y luz y asignar títulos de dominio conforme a las políticas del ministerio de Viviendas.

Pero como con plata se compran huevos, mientras el país siga en manos de quienes nos gobiernan o similares, con parlamentarios que solo velan por sus intereses partidistas ajenos a la realidad que vive la población y un poder judicial corrupto e ideologizado, estamos sonados.

Pero depende solo de nosotros hacer los cambios. “Guagua que no llora no mama”.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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UN NUEVO FRACASO DEL SOCIALISMO. Gonzalo Rojas Sánchez

 

                                                      UN NUEVO FRACASO DEL SOCIALISMO

                                              Gonzalo Rojas Sánchez

El Mercurio, Columnistas, 06/03/2024

“Hoy se vive peor en Chile que hace dos años, qué duda cabe”.

Dos años atrás se iniciaba un nuevo proyecto de socialismo en Chile. Y hoy, a mitad de camino del gobierno de Boric, se comprueba lo que tantas veces antes ha sucedido (y varias en Chile, por supuesto): el socialismo, sean cuales sean sus contornos y contenidos, fracasa siempre.

Ha fracasado este socialismo de los iluminados frenteamplistas en la creación de mejores condiciones de vida para las personas. Hoy se vive peor en Chile que hace dos años, qué duda cabe.

Ni en salud, ni en previsión, ni en educación se ha logrado un solo avance. Por el contrario, en esas tres dimensiones, casi todos los índices muestran que “vamos mal y mañana peor”.

Con sabiduría, la ciudadanía ha ido expresando su negativa percepción sobre la posibilidad de un futuro mejor en los dos próximos años.

Si se suma a lo anterior la situación de la seguridad ciudadana —nunca antes en Chile, un Estado delictual se había instalado dentro del Estado institucional—, se comprueba el fracaso del socialismo que, en el nombre de los derechos humanos, de los “territorios liberados”, y de la apertura indiscriminada de las fronteras, ha permitido que delante de sus narices se asesine a destajo, y que en este Chile haya que buscar dentro de la propia casa el “asilo contra la opresión”.

Y ni siquiera ahí hay seguridad: se comprueba a diario.

Ha fracasado también el proyecto socialista en cuanto se presentó con el objetivo de articular el desarrollo económico, por una parte, y el cuidado de la naturaleza y del medio ambiente, por otra.

Una economía sin perspectivas de crecimiento —porque el socialismo es experto en desincentivar la inversión y en crear incertidumbre— y una absoluta imprevisión y reacción frente a los graves deterioros del medio ambiente que causan, por ejemplo, los incendios.

Fracasó también el socialismo en su afán refundacional. El Rechazo de 2022 le hizo ver que ese no era el camino, pero nadie debe dar por abortado ese propósito: no hay nada a prueba de los socialistas, porque son “muy empeñosos”. Y cuando fracasan por un lado, se encaminan a desplegar el propósito por otro… y a fracasar de nuevo.

El fracaso de este socialismo neomarxista se ha extendido además a las relaciones internacionales. Importantísimas embajadas aún están vacantes, y otras han estado en manos completamente irresponsables; ha habido declaraciones y acciones destempladas respecto de poderosos actores internacionales y se ha manifestado una total ambigüedad respecto de regímenes que despliegan una represión pretotalitaria hacia sus poblaciones.

Qué quiere realmente el gobierno de Chile hoy es un misterio para cualquier analista internacional.

Detrás de todas esas frustraciones —y de tantas otras, para las que no tenemos espacio— está también el doble fracaso político.

Por una parte, el socialismo frenteamplista se postulaba como la generación moralmente superior, la que desde el Olimpo sabía cómo cambiar Chile, pero hoy se encuentra en las arenas movedizas de una corrupción que día a día succiona a más y más de sus connotados representantes.

Y, por otra, ha fracasado el proyecto neomarxista en su propósito de configurar una alianza de gobierno proyectable, porque ni con el peso muerto de sus socios comunistas —diga lo que diga el Presidente elogiándolos— ni con sus salvavidas del Socialismo Democrático ha logrado el frenteamplismo constituir una auténtica coalición de gobierno.

Lo notable es que si se les preguntara a sus propios partidarios por el resultado de estos dos primeros años, no vacilarían en manifestar su descontento, su frustración, su sensación de fracaso. Desde su distinta perspectiva ideológica, la conclusión sería la misma: fracaso.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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