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Magíster en Historia UCSC

Magíster en Historia UCSC

 

Se transcribe carta sobre Magíster en Historia UCSC llegada a nuestro Presidente:

Estimado CA Don Hernán Barría 

Presidente y Copresidentes

Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

UNOFAR, 

Junto con saludar, me complace mucho compartir información sobre el Magíster en Historia UCSC, que puede ser de interés para algunas personas apasionadas por la Historia y la investigación. En este sentido, agradezco mucho, de ser posible, transmitir la información a los colegiados, debido a que nos encontramos en período de admisión hasta el 17 de marzo de 2023. Muchas gracias de antemano.  

Página web:

https://mh.ucsc.cl/

Inicio – Magíster en Historia

Doctor Canónico en Historia de la Iglesia, Universidad Johannes Gutenberg – Universität Mainz, Alemania

mh.ucsc.cl

Postulaciones al Programa:

Período de Postulaciones: del 10 de octubre de 2022 al 17 de marzo de 2023.

Documentos para Postular:

  1. Completar Ficha de Postulación (en línea, disponible en la página web).
  2. Copia de certificado de grado de licenciado, en cualquier área de Humanidades y Ciencias Sociales, Historia, Educación, Derecho, Psicología, Periodismo, Artes, Filosofía, entre otros.
  3. Copia de documento de identidad.
  4. Curriculum vitae.
  5. Carta de motivo (comparte las razones que te motivan a realizar el magíster).

Beneficios del Programa: 

  1. A) El programa ofrece Beca de Docencia de Pregrado, de manera semestral, un determinado número de plazas para profesores colaboradores, las que asignan a los estudiantes que así lo soliciten. Como profesor colaborador recibe un honorario, como cualquier profesor, el que sirve de apoyo a requerimientos financieros y, de paso, adquirir experiencia académica y profesional, pues pasa a formar parte del cuerpo académico del Departamento de Historia.
  2. B) El OES (Observatorio de Estudios de la Sociedad), ofrece anualmente un determinado número de becas para ayudantías de investigación. Al igual que el caso anterior, dispone de un honorario y experiencia investigativa.
  3. C) Durante el último año del Magíster puede solicitar, a través de la Dirección de Postgrado, un fondo para actividades de postgrado. Tienen un tope máximo de 500 mil pesos, el cual se puede destinar a estancias de investigación, presentación a congresos, etc.
  4. D) La Dirección de Investigación ha establecido un programa de incentivo a la productividad científica. De ahí que, por cada artículo indexado que publique, se le asignará un monto de dinero. Este mismo programa, asigna fondos a la traducción de artículos al inglés, así como el pago de inscripciones que exigen algunas revistas.
  5. E) Becas de Dirección de Postgrado, consistente en beca de arancel parcial.
  6. F) Matrícula Cero hasta el 31 de enero de 2023, con arancel 2022.

Canales de comunicación: 

Para mayor información sobre el Magíster, lo invito a visitar nuestra página web, redes sociales en facebook y nuestro canal de youtube: Magíster en Historia UCSC

  1. Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC_HI4l15pf6ZLjrs2eWpYaQ 
  2. Página web: http://mh.ucsc.cl/ 
  1. Facebook: Magíster en Historia UCSC: https://www.facebook.com/MagisterHistoriaUCSC/?ref=pages_you_manage
  2. Instragram: @mhistoriaucsc

También se adjunta información sobre nuestra malla de estudios.

Para cualquier consulta escribir a magisterenhistoria@ucsc.cl, o framos@ucsc.cl, o se puede agendar una reunión online.

Saludos cordiales, 

Dr. Froilán Ramos Rodríguez

Jefe del Programa de Magíster en Historia UCSC

Departamento de Historia y Geografía
Facultad de Comunicación, Historia y Cs. Sociales  
Alonso de Ribera 2850 – Concepción – Chile
Fono +56 412345481
www.ucsc.cl

Esta información y sus adjuntos esta dirigida exclusivamente a sus destinatarios. Antes de imprimir este correo, piense si es necesario. Caracteres especiales y tildes han sido omitidos de forma voluntaria para compatibilidad de los sistemas.

Ver: folleto-MagHistoria (1)

HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS

EL GENERAL BAQUEDANO Y EL PAGO DE CHILE

EL GENERAL BAQUEDANO Y EL PAGO DE CHILE

Cesar Barros, Economista

La Tercera, Opinión, 31/12/2022

Estimado general:

Se cumplen 200 años de su nacimiento. Una fecha que no podemos dejar pasar sin escribirle unas líneas.

La ignorancia de muchos, la mala memoria de otros y la propensión de hacer lo políticamente correcto de no pocos, se han ensamblado para que se vaya olvidando a los héroes que tanto le dieron a la Patria.

Pocos vislumbran las consecuencias de un eventual error suyo al conducir las tropas chilenas en Tacna o Chorrillos y que, como corolario, Chile hubiese sido derrotado en la Guerra del Pacífico.

¿Cómo sería Chile y qué tipo de personas seríamos los chilenos? Por supuesto, llegaríamos solo hasta Copiapó, con suerte. No tendríamos Arica, Iquique ni Antofagasta. Tampoco gran parte del cobre, todo el potasio y todo el litio, que ahora tanto se discute si debe ser nacionalizado o “royaltizado”.

Su sabio liderazgo y sabiduría transformaron en victoria lo que podrían haber sido derrotas fatales en Tacna o en Chorrillos.

Mucho menos nos podemos imaginar cómo hubiera terminado esa guerra si el gobierno de la época hubiera seguido sus consejos, después de la toma de Lima. ¿Cuántas vidas pudieron salvarse? ¿Cuántas penurias se habrían evitado? ¿De cuánto horror se habría librado el Perú?

Es fácil decirlo ahora, pero usted se lo advirtió claramente en su momento a una elite santiaguina que extravió el camino y alargó la guerra, originando miles de muertes de chilenos y peruanos que pudieron evitarse.

Nos ha tocado ver cómo su figura se ha ido desvaneciendo con los años; con ello también el respeto y el cariño que el país le demostró durante su vida y que desató la envidia y la malquerencia de los aspirantes al trono (Chile no cambia en eso).

Y como si aquello no fuera suficiente, su monumento terminó vilipendiado, ultrajado, y los restos del soldado desconocido que lo acompañaban profanados por hordas descontroladas, azuzadas por dirigentes que aplaudían o miraban para el lado.

Su monumento fue exiliado donde pocos lo pueden ver, y será probablemente reemplazado por una calle ancha, o por algún otro personaje, que aunque meritorio, no nos entregó ni Tarapacá ni Antofagasta.

Pero no importa, general. Usted fue fuerte cuando regresó de Yungay con el grado de teniente ganado en los campos de batalla y aceptó, sin reclamos, reiniciar su carrera militar como un simple alférez.

Tampoco reclamó cuando el gobierno lo designó general en jefe antes de la batalla de Tacna, sin ascenderlo a general de división como correspondía.

Conociendo el pago de Chile, usted dejó en su testamento el dinero para construir el lugar donde descansaran sus restos mortales.

Pocos alzaron la voz cuando su monumento -construido por colecta popular, cuando en Chile aún recordaba a sus héroes- fue reiteradamente mancillado por hordas asilvestradas.

¡Pero no importa general! Usted está acostumbrado al agravio y al “pago de Chile” desde antes de la guerra, durante ella, y después.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel.

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión

EL SILENCIOSO ROL DE LOS REPARTIDORES EN EL INCENDIO FORESTAL DE VIÑA DEL MAR

EL SILENCIOSO ROL DE LOS REPARTIDORES EN EL INCENDIO FORESTAL DE VIÑA DEL MAR

Álvaro Marchant

DFMAS, 31/12/2022

Fue, quizás, el comienzo de la temporada de verano más nublada que ha tenido Viña del Mar en muchos años. A las 17:00 del 22 de diciembre, a menos de 24 horas del comienzo de la época de calor, el cielo de la Ciudad Jardín se cubrió con un paño gris que solo significaba una cosa: humo. En ese momento, pocos sabían el origen de la nube, pero se empezaron a escuchar rumores, sirenas y preocupación en el ambiente costero. Era un incendio.

Rápidamente un mensaje de la Onemi llegó a los celulares: las personas que vivían en los sectores de Agua Santa, 7 Hermanas, la toma Felipe Camiroaga, Puerto Montt, Puerto Aysén y Cabritera debían evacuar la zona. Las llamas comenzaron en las zonas forestales y se acercaban violentamente a los lugares residenciales. Incluso la Quinta Vergara podía ser víctima del fuego.

La noticia ya era de conocimiento público. Nuevamente los incendios complicaban a la Región de Valparaíso. Ante la necesidad de comunicarse, las líneas telefónicas colapsaron y la opción más efectiva fue WhatsApp. Los grupos comenzaron a tener decenas de mensajes por minuto, y el de los repartidores de aplicaciones de delivery no fue la excepción.

“Cuando la situación se puso intensa, de manera espontánea nació la idea de ayudar. Pero había poca claridad de cómo hacerlo”, comenta Irismar Moreno, repartidora de la empresa PedidosYa, mientras camina por la calle Quillota.

Moreno, venezolana, llegó a Chile en 2018 y desde entonces ha vivido en Viña del Mar, específicamente en el sector de Forestal Alto, zona afectada por el fuego.

El siniestro -que dejó más de 300 familias damnificadas- movilizó a 50 motoristas a transportar productos esenciales y a abrir caminos para camiones de bomberos. El 24 de diciembre, además, subieron regalos de Navidad para repartir a los menores afectados. “Las personas salían de sus casas, lloraban, decían que en ese momento el gobierno no había llegado, sino nosotros”, recuerda Irismar Moreno, trabajadora de una aplicación de delivery.

Mientras el incendio avanzaba, la ciudad se convertía en un caos: los habitantes de la ciudad no respetaban las luces rojas y los vehículos iban contra el tránsito. Ante esta situación los repartidores decidieron subir a los cerros y bajar a los afectados en sus motocicletas. Se coordinaron por mensajes de texto.

El reloj marcaba las 21:30 y se dirigieron hasta la pizzería Papa John’s ubicada en la calle Álvarez, a pocos metros del Hospital Gustavo Fricke. Al llegar ahí, Carabineros, en primera instancia, restringieron la subida. Pero al ver a personas obstruyendo el paso de los camiones con agua, dieron luz verde. El trabajo consistió en abrir el camino para que los camiones pudieran llegar a la zona que se estaban incendiando. Se logró.

“Yo vivo en Forestal Alto y la gente está en silencio, dolida, muy triste. Aparte de las pérdidas materiales de muchas familias, hay una pérdida aún más grande que son los animales”, cuenta Moreno.

Emanuel González, repartidor, cuenta que para que los bomberos y otras ayudas pudieran subir a los cerros, realizaron un corte de calle con sus motos. “Apenas pasaron las patrullas, comenzaron las discusiones en la calle, y ahí fue cuando los dejamos circular”, rememora.

El incendio se propagaba. “Fueron horas de mucho pánico, de mucho terror, de desespero, de peligro”, comenta Irismar Moreno. La labor de los motorizados no quedó ahí: con el transcurso de la emergencia, sus tareas aumentaron y de solamente allanar el paso de los camiones, pasaron a trasladar vecinos, subir agua, alimentos y otros tipos de bienes que eran requeridos tanto por los afectados como por bomberos y Carabineros.

Irismar Moreno relata que fue fundamental la coordinación que tuvieron mediante su grupo de WhatsApp, que les ayudó a ejecutar las ayudas que se les estaban requiriendo con mucha responsabilidad.

“Soy delivery, soy apoyo”. En la noche viñamarina del 22 de diciembre, lo único que iluminaba el cielo eran las más de 130 hectáreas que el fuego estaba consumiendo. En esa madrugada, mientras los repartidores finalizaban su jornada de apoyo, el Presidente Gabriel Boric decretó estado de excepción de catástrofe. Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior y Seguridad Pública nombró como Jefe de Defensa Nacional al almirante René Rojas.

Habitualmente a las diez de la mañana comienzan las labores de los delivery. La gente empieza a solicitar productos, y ellos los van a buscar y a dejar. Ese viernes 23 la tónica fue diferente. Los repartidores, sin nada a cambio, comenzaron a dejar las cosas que habían recolectado: agua, pañales, cepillos de dientes, cloro, entre otros.

Si bien parte de la ayuda fue financiada por los mismos motoristas, también desde algunas empresas de delivery hicieron un aporte en alimentos y bebestibles. La suma de la ayuda rondó los $ 250 mil y $ 300 mil.

Nosotros tuvimos otra iniciativa, que fue pegar carteles en las motos. Pusimos ‘soy delivery, soy apoyo, puedo llevar donaciones a los centros destinados’. Fue como una especie de hashtag. Nos sirvió porque la gente nos veía en los negocios, y como no podían ir a dejar sus donaciones, nos las entregaban y los chicos las dejaban en un galpón de acopio”, comenta Moreno.

El 23 de diciembre, una vez que recolectaron suficientes productos, 50 repartidores motorizados -junto a conductores de Uber- se dividieron en grupos para entregar la ayuda. 30 motos y 5 autos acudieron a 7 Hermanas, y 20 motos y un auto a Agua Santa. “Subimos a la montaña y estaba lleno de agujeros, tierra, barro. Era una locura”, recuerda González.

Una vez que vieron llegar a los repartidores, los aplaudieron y abrazaron. “Las personas salían de sus casas, lloraban, decían que en ese momento el gobierno no había llegado, sino nosotros. Que gracias a nosotros pudieron subir los bomberos. Nos decían: ‘Gracias cabros’”, relata la repartidora.

El panorama era complejo: el incendio llevaba horas y, si bien las recolecciones ayudaban a resistir la catástrofe, las energías de quienes luchaban por apagar el incendio no eran las mismas. “Cuando eran las 2 de la mañana del viernes vi a un bombero agotado”, cuenta José, otro repartidor que formó parte de la entrega.

“Sabemos lo que es vivir tragedias”. La mayoría de los repartidores en Viña del Mar pertenecen a la comunidad venezolana. A partir de datos entregados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta el 31 de diciembre de 2021, Venezuela es el país que representa la mayor parte de los migrantes en el país con un 30%.

La sensación de estigma por parte de los chilenos es generalizada, según cuentan algunos repartidores. Sin embargo, ante una emergencia como esta “las diferencias quedan de lado”, remarcan.

“Aquí hay mucha gente que nos cataloga como malas personas, pero somos gente buena. Nosotros, por todo lo que pasamos en nuestro país, sabemos lo que es vivir tragedias”, señala Emanuel González.

A solo un día de Navidad Irismar Moreno, vecina de Forestal Alto, vio cómo las viviendas de sus vecinos eran consumidas por las llamas.

Aquel 24 de diciembre los repartidores quisieron subir a las zonas afectadas. Ante eso, la gama de productos recolectados se amplió: en esa jornada los juguetes fueron lo esencial.

“Yo vivo en Forestal Alto y la gente está en silencio, dolida, muy triste. Aparte de las pérdidas materiales de muchas familias, hay una pérdida aún más grande que son los animales”, cuenta Moreno.

Si bien actualmente la situación se encuentra controlada por bomberos y autoridades, el trabajo no ha terminado aún. Los vestigios del incendio siguen siendo una tarea para rescatistas y voluntarios. “Si necesitan nuevamente nuestra ayuda, ahí estaremos”, concluye una repartidora.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

LAS CRISIS GEOPOLÍTICAS 2022

LAS CRISIS GEOPOLÍTICAS 2022

Jorge G. Guzmán

El Mostrador, 30/12/2022

La geopolítica del COVID-19. Durante los últimos tres años, la eficacia de la respuesta de cada país frente a la emergencia del COVID-19 configuró una suerte de radiografía de las capacidades políticas, logísticas y científicas de uno de ellos frente a una situación de estrés de la magnitud de una pandemia global.

No solo en términos del número de víctimas, sino también de cohesión interna y de agilidad de los sistemas hospitalarios (y otros servicios públicos y privados), pusieron al descubierto debilidades y fortalezas de cada actor del sistema internacional.

Atendidos los necesarios matices, resultó evidente que los países occidentales (entre ellos Chile) fueron más eficaces en la construcción de estados de situación para focalizar recursos y –luego que las primeras vacunas estuvieron disponibles– obtener cantidades suficientes de los productores para desplegarlas de manera que cada ciudadano fuera inoculado.

En la coyuntura fue también evidente que los países productores de vacunas privilegiaron a aliados y cercanos, postergando –no obstante la profundidad de la tragedia entonces en curso– a países antagónicos o, simplemente, periféricos en las respectivas esferas de influencia.

La pandemia ilustró las divisiones geopolíticas estructurales del mundo, especialmente aquellas que dividen a Occidente de China y de Rusia. De diversas maneras, la vacuna elegida ilustró el estado de las relaciones entre el país receptor y el país productor, contexto en el que Chile se mantuvo hábilmente equidistante de los tres principales productores, ergo, Estados Unidos y Europa (Occidente) y China (que, sintomáticamente, nos privilegió por sobre otros países).

En perspectiva, la geopolítica de la pandemia agregó sustrato al tejido del orden internacional resultante de los ataques de septiembre de 2001 sobre Nueva York y Washington que, con las subsecuentes invasiones de Afganistán e Iraq, en sus cimientos remecieron la globalización que siguió al statu quo de la Guerra Fría.

Más recientemente a ese orden internacional se agregaron, entre otras, las transformaciones derivadas de la Primavera Árabe que, con el derrocamiento del régimen del coronel Gadafi (y posterior guerra civil en Libia), la tragedia de la guerra civil en Siria y el auge y caída del Estado Islámico, habían radicado en el Norte de África y el Medio Oriente focos de conflicto que algunos analistas consideraban ilustrativos de la pugna valórica entre las civilizaciones occidental e islámica.

Desde un punto de vista más amplio, hasta la eclosión de la pandemia (fines de 2019), en lo principal el orden mundial se apalancaba sobre el enfrentamiento geopolítico y geoeconómico entre Estados Unidos y China, contexto en el cual también debía situarse la amenaza nuclear representada por el régimen estalinista de Corea del Norte.

Sobre todo durante la segunda mitad de la administración de Donald Trump (2019-2020), ese enfrentamiento (matizado con la pseudoamistad del presidente norteamericano con Kim Jong-un) había trasladado a la Cuenca del Pacífico el principal foco de conflicto político, geopolítico y geoeconómico del mundo.

El nuevo orden surgido de los errores de Putin. En ese mismo escenario, los aliados europeos de Estados Unidos continuaban abocados a la contención y a la cooperación energética con Rusia, a pesar de la gravedad de la invasión de Crimea y del secesionismo de la provincias orientales de Ucrania, que desde marzo de 2014 era orquestado por Moscú.

Incluso, ese estado de cosas no cambió sustancialmente luego que, en julio del mismo año, un misil prorruso derribó un avión de Malaysia Airlines, causando la muerte de decenas de ciudadanos europeos.

Con la excepción del Reino Unido, los Países Bajos y Polonia, encabezados por el núcleo duro franco-alemán, los europeos preferían una Realpolitik interesada, que asegurara el suministro de los hidrocarburos rusos requeridos por el consumo industrial y domiciliario.

Todo ello cambió rápidamente a partir del 24 de febrero pasado, una vez que Rusia inició su denominada “operación militar especial” en Ucrania.

Para entonces, sin embargo, el contexto político internacional era distinto al que prevalecía antes de la epidemia. A esa fecha, ni Donald Trump (que junto con una abierta admiración por Putin había impuesto ciertas diferencias al interior de la OTAN), ni Angela Merkel (cuya tolerancia a cambio de gas ruso era bien conocida) gobernaban Estados Unidos o Alemania, respectivamente.

Antes habían sido reemplazados por la administración de Joe Biden (abiertamente hostil a Rusia por su rol en las elecciones norteamericanas de 2015) y el gobierno de Olaf Scholz, en el poder con una nueva generación de políticos alemanes no solo fastidiados con la política rusa de la era Merkel, sino decididos a aprovechar la invasión de Ucrania como pretexto para terminar de impulsar el cambio de la matriz energética de su país y, por extensión, de Europa (reemplazar los hidrocarburos por energías limpias y renovables).

Si a Putin se le reconocía conocimiento de la política alemana (antes había sido oficial de la KGB en Dresde), la reacción de la nueva clase política germana dejó en evidencia que esa capacidad no ha sido actualizada.

En perspectiva puede decirse que, al igual que en 1941 la invasión de Yugoslavia retrasó el ataque de la Alemania nazi sobre la Unión Soviética, en su transcurso la pandemia del COVID-19 generó un nuevo escenario global, caracterizado por un gobierno estadounidense decidido a enfrentar económica y militarmente las pretensiones rusas en Europa del Este.

Transcurridos más de 10 meses desde el inicio de este –ampliamente anunciado– conflicto, la evidencia apunta a que los dados están echados para Rusia. Hoy ese país no solo tiene pocas posibilidades de ganar la guerra, sino que el costo político y económico de esta terminará reduciéndolo al estatus de potencia con esfera de influencia reducida a ciertas regiones del Asia Central. A todo lo largo de su frontera occidental, la capacidad de influencia de Rusia es cercana a cero.

Mientras todos los principales conflictos se concentran en el hemisferio norte, Chile y los demás países de América del Sur parecen cómodos observando a distancia. Si bien, con la excepción de Venezuela, todos han terminado condenando la invasión rusa de Ucrania, ninguno se ha aventurado a hacer actos de solidaridad con la población civil agredida. Ni Chile, ni ninguno de los países sudamericanos (para los cuales el respeto de los derechos humanos es un pilar de sus respectivas políticas exteriores), ha arriesgado ningún gesto material de solidaridad. En el caso de la geopolítica de la Región del Pacífico, ese ánimo observador se repite, en parte fundamental porque China se ha convertido en el principal socio comercial y principal inversor extranjero en casi toda la región.

El fracaso geopolítico ruso. Es más, si el objetivo político consistía en desnazificar al gobierno de Kiev, la invasión consolidó el ethos nacional ucraniano, y elevó a Volodímir Zelenski al estatus de hombre del año.

Si el objetivo geopolítico era dividir a la OTAN, esta se consolidó y, vía la adhesión de Suecia y Finlandia, terminó rodeando a la Rusia Occidental desde el Mar de Barents al Mar Báltico.

Hoy, Rusia limita con la OTAN desde el Ártico hasta el Mar Negro (en el cual Turquía controla el acceso desde y hacia el Mar Mediterráneo). Desde la frontera finlandesa, solo 150 kilómetros separan a los ejércitos de la OTAN del centro de San Petersburgo.

Este es un hecho significativo, pues entre los efectos colaterales de la invasión de Ucrania se cuentan, primero, el decidido rearme alemán (impensable a fines de 2021) y la evidente voluntad de Polonia (38 millones de habitantes y 1,5 millón de refugiados ucranianos) de recuperar su condición de potencia regional en Europa del Este y el Báltico (que, per se, importa una relación frontalmente antagónica con Rusia). En este hecho persiste un evidente peligro, pues Polonia es, quizás, el más antirruso de esa región.

Si en lo inmediato el objetivo material era lograr la secesión del Donbás y consolidar la anexión de Crimea, todo indica que, una vez terminado el invierno, con la ayuda financiera y más y mejores armas occidentales, los ejércitos ucranianos podrían desrusificar ambas regiones.

Es evidente que Estados Unidos y sus aliados ya decidieron que –cueste lo que cueste– Rusia no ganará la guerra en Ucrania. A esto se refiere la queja de Putin y su ministro Lavrov, cuando señalan que Occidente busca la ruina de Rusia.

Hasta ahora, el desempeño militar (estratégico y táctico) ruso ha sido más que deficiente. El tragicómico blitzkrieg sobre Kiev, y las aparatosas retiradas en masa desde Izium, Lyman y Jersón así lo evidencian. Salvo superioridad numérica, el esfuerzo de guerra ruso no ha demostrado la capacidad que se le suponía.

Por el contrario, ha hecho patente la obsolescencia de su arsenal convencional, además de innumerables carencias logísticas y un plan de batalla anticuado y a merced de la guerra en modo OTAN practicada por el ejército y las milicias ucranianas.

El indiscriminado uso de artillería de saturación sobre blancos civiles (similar a la artillería soviética de la Segunda Guerra Mundial), el empleo de miles de mercenarios y la desesperada conscripción de 300 mil soldados (incluidos cerca de 40 mil criminales reclutados en las cárceles rusas), así lo comprueban.

Mientras tanto, el efecto de las sanciones económicas se acumula y se hace patente, por ejemplo, sobre la producción del llamado complejo militar-industrial, obligado a recurrir a drones iraníes, a munición de Corea del Norte y a reutilizar componentes de electrodomésticos.

Ello, a la vez que Rusia se enfrenta a una situación de grave aislamiento político y diplomático (especialmente en la Asamblea General y la Comisión de Derechos Humanos), que ni siquiera la celebración de las fiestas de fin de año en el Kremlin (con vino y salmón chileno) puede omitir.

Se trata del aislamiento político de uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, cuya dirigencia comienza a mostrar preocupantes signos de frustración y pánico.

Si en el relato oficial la invasión a Ucrania era una simple operación especial, no una guerra, el reciente uso de dicho vocablo (prohibido por ley) por parte del mismo Putin, resulta sintomático. También lo son las renovadas amenazas nucleares del ministro Lavrov, indicativas de que la adversa situación en Ucrania comienza a ser percibida como una amenaza existencial y personal.

En prospectiva, podría decirse que no solo el curso de la guerra en Ucrania, sino la seguridad de Europa, están ligadas a la evolución de esa percepción.

Esto, no solo por las anotadas escasas posibilidades de victoria de las fuerzas militares rusas, sino porque es sabido que organismos de Naciones Unidas (y varios gobiernos) han comenzado a preparar un tribunal internacional para juzgar a los responsables de las masacres y otras atrocidades perpetradas a partir de febrero sobre la población civil ucraniana. He aquí un aspecto a seguir durante 2023.

China y la geopolítica post COVID en el Pacífico. Mientras el esfuerzo de guerra ruso hacía evidentes las limitaciones del poder de Vladimir Putin, pese a ciertas expresiones de comprensión, el gobierno chino de Xi Jinping simplemente evitó involucrarse en el conflicto de Ucrania.

Además de que para China se trata de una región lejana a su esfera de influencia, el debilitamiento del poder ruso es –especialmente en el Lejano Oriente– instrumental a los objetivos geopolíticos de Beijing.

La prioridad del régimen de Xi Jinping estuvo desde el inicio en la consolidación de su poder interno, logrado en octubre cuando el Comité Central del Partido Comunista lo confirmó –por tercera vez– presidente de la República, presidente de Comité Militar y secretario general del Partido. Poder absoluto.

Mientras eso ocurría, la diplomacia china se anotó un triunfo logrando que su gobierno no afectara las relaciones con países europeos que, como Alemania, son importantes socios tecnológicos. Para Beijing, la decisión alemana de financiar un rápido rearme sorprendió y preocupó. La responsabilidad de tal circunstancia (Alemania es aliado de Estados Unidos) debió atribuirse a Rusia que, invadiendo Ucrania, había generado una carrera armamentista que enseguida permitió que Japón justificara su propio rearme militar. Otro efecto colateral del mal cálculo de Putin.

Aunque no en el tono (casi vulgar) empleado durante la administración Trump, a partir de enero de 2021 Estados Unidos continuó acaparando la preocupación de Beijing, pues el propio Joe Biden sindicó a China como principal adversario estratégico de su país (y, por extensión, de Occidente).

A la fecha, entre los aspectos menos conocidos de la nueva estrategia estadounidense hacia China, se cuentan una serie de sistemas de armas (resultado de millonarias inversiones) que entrarán en servicio en 2023, para impedir el despliegue chino más allá de sus 200 millas náuticas. La importancia de esos sistemas es mucho más que anecdótica.

Y aunque el presidente Biden no modificará la política de una sola China, de todas formas ha fortalecido su alianza política y militar con Taiwán. En contexto (y no obstante la reticencia del Departamento de Estado), la bullada visita de Nancy Pelosi a Taipéi en agosto último debió entenderse en ese sentido.

La convincente afirmación de que, cualquiera sea la circunstancia, Washington está dispuesto a defender la autonomía de Taiwán, por extensión ofreció la circunstancia para que el gobierno conservador japonés validará la ya mencionada política de rearme que, de manera solapada, ya tiene al menos una década. En este caso, Tokio comunicó su decisión de –igual que Alemania– duplicar su gasto militar (en 2023 más de USD 100 billones) que, de la manera más obvia, impactará el equilibrio geoestratégico en la región del Pacífico Occidental (mercado principal de las exportaciones chilenas).

Elementos de estrés adicional: Japón y las dos Coreas, Irán e Israel. Realizados bajo la atenta tolerancia china, los numerosos ensayos de mísiles de diverso alcance disparados por Corea del Norte no solo activaron las alarmas de Japón, sino que justificaron también el silencioso fortalecimiento de las ya muy importantes capacidades militares de Corea del Sur.

Entre otras cosas, este país parece estar desempeñando un rol subsidiario en la guerra de Ucrania, pues su industria militar está plenamente dedicada a reponer los stocks de municiones de diversos calibres que Estados Unidos y otros países han donado al gobierno de Kiev.

Es un hecho que, pese al recuerdo de las atrocidades cometidas por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, el irredentismo chino sobre Taiwán y el calculado (o mal calculado) rol desestabilizador de Corea del Norte han, bajo el auspicio norteamericano, impulsado a Seúl a solidificar su alianza estratégica con Japón. Sumadas las capacidades de ambos países, se conforma un adversario formidable para China.

A esa cooperación se agrega Australia, que a su vez ha iniciado un ambicioso plan de construcciones navales con Estados Unidos. Hoy las capacidades de esas tres grandes economías apuntan a enfrentar y a contener el avance chino en la Región del Pacífico. Un hecho de la causa.

En este peligroso estado cosas, el nuevo gobierno de Israel parece haber identificado una coyuntura para consolidar su dominio sobre los territorios ocupados, que la comunidad internacional reconoce bajo administración palestina.

Esto luego que el debilitamiento de la presencia rusa en Siria restara urgencia a esa amenaza, y la situación interna en Irán comenzara, al menos hipotéticamente, a amenazar la viabilidad del régimen de los ayatolas. Información disponible indica que el malestar social con el régimen teocrático de Ali Khamenei está ampliamente extendido.

En el caso de los planes del nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu para los territorios ocupados, el propio rey de Jordania ha hecho ver las graves repercusiones que estos podrían tener para la paz con Israel. Todo indica que el antiguo (y siempre renovado) conflicto de Oriente Medio promete ganar en gravedad en 2023.

Chile y América del Sur. Mientras todos los principales conflictos se concentran en el hemisferio norte, Chile y los demás países de América del Sur parecen cómodos observando a distancia. Si bien, con la excepción de Venezuela, todos han terminado condenando la invasión rusa de Ucrania, ninguno se ha aventurado a hacer actos de solidaridad con la población civil agredida.

Ni Chile, ni ninguno de los países sudamericanos (para los cuales el respeto de los derechos humanos es un pilar de sus respectivas políticas exteriores), ha arriesgado ningún gesto material de solidaridad.

En el caso de la geopolítica de la Región del Pacífico, ese ánimo observador se repite, en parte fundamental porque China se ha convertido en el principal socio comercial y principal inversor extranjero en casi toda la región.

Queda por verse si los problemas estructurales que, se entiende, podría enfrentar la economía china en los próximos años, o los potenciales cambios sociales y/o políticos que pudieran derivarse del fracaso de la política de cero Covid de Beijing, alterarán este estado de cosas.

Por lo pronto, el cierre de 2022 encuentra a China sometida a una nueva ola de COVID, tan grave como aquellas de comienzos de 2020. La diferencia es que ahora la dirigencia china no solo debe enfrentar una población fastidiada con las restricciones, sino que a un amplio sector de la juventud que admira el modo de vida occidental y que no está dispuesta a renunciar a los espacios de libertad y a los bienes materiales de la economía de mercado (comenzó por los smartphones y la internet).

Por ahora, Chile y América del Sur permanecen calculadamente lejanos a todos estos conflictos, conscientes, sin embargo, del enorme potencial desestabilizador de todos ellos.

Esto debería obligarnos a un permanente análisis prospectivo siguiendo, por qué no, el ejemplo de los pueblos germánicos que practican el pesimismo sistemático, preparándonos para nuevas eventualidades catastróficas.

Si estas finalmente no ocurren, no habremos perdido nada. Si una o todas terminan gatillando nuevos escenarios de estrés, entonces no habremos comenzado de cero.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones consideradas en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Efemerides

DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE

DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Mario Barrientos Ossa.

Vicepresidente Instituto O’higginiano de Rancagua.

            Recordamos hoy que el 1 de enero del año 1818, el Director Supremo don Bernardo O’Higgins Riquelme, suscribió en el Palacio Directorial de Concepción el acta que proclamaba la independencia de Chile. Fue jurada posteriormente, en todo el país, el 12 de febrero de 1818, primer aniversario de la batalla de Chacabuco.

Mariano Osorio amenazaba, nuevamente, poner fin a nuestra independencia, y el gobierno se percató que aquélla no estaba declarada formalmente, lo que se estimó necesario llevar a cabo, para que nuestro ejército enfrentara al realista con la calidad de pertenecer a una nación soberana y no a una simple colonia del invasor.

El acta finaliza de esta manera: “Dada en el Palacio Directorial de Concepción, a 1 de enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la nación, y refrendada por nuestros ministros y secretarios de Estado, en los departamentos de Gobierno, Hacienda y Guerra: Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas y José Ignacio Zenteno”.

La anécdota recuerda que cuando se presentó el borrador del acta al Director Supremo, este intercaló, de su puño y letra, la oración “y de cualquiera otra dominación”, inmediatamente después de las palabras “la Monarquía de España”, precisando la entera y completa independencia de Chile.

Hoy se cumplen 205 años desde la declaración de nuestra independencia nacional, obra magna de nuestro apreciado prócer don Bernardo O’Higgins, acto solemne que basta para ponerlo en la cúspide de nuestra historia patria.

Columna de Opinión

PARTICIPACIÓN Y DIÁLOGO EN EL PROCESO CONSTITUCIONAL

PARTICIPACIÓN Y DIÁLOGO EN EL PROCESO CONSTITUCIONAL

Ignacio Sánchez D., Rector, Pontificia Universidad Católica de Chile

El Mercurio, Columnistas, 31/12/2022

En el marco de la reforma que se discute actualmente en el Senado para la realización de un nuevo proceso constituyente, se hace una referencia explícita a la participación ciudadana (art. 153, inciso 3), lo que abre nuevamente caminos de diálogo ciudadano, respecto de los cuales, con la redacción de una iniciativa popular de norma, las universidades tendrán un rol fundamental.

Recogiendo la experiencia de más de dos años de trabajo en terreno desde la iniciativa de escucha activa “Tenemos que Hablar de Chile”, con la experiencia que se ha obtenido hasta la fecha y el trabajo realizado en torno a la previa Convención Constitucional, esperamos responder a la necesidad que existe en la sociedad de estar presentes y ser parte de este nuevo proceso.

El proyecto “Tenemos que Hablar de Chile”, que promueve una cultura de participación y diálogo ciudadano con el objetivo de promover la cohesión y la construcción de una hoja de ruta país, ya ha movilizado la participación de más de doscientas mil personas, provenientes de todos los rincones de nuestro país.

Sus distintos espacios participativos han recogido una enorme cantidad de información que, en el marco de la Convención Constitucional, fueron entregados a través de informes, presentaciones en las audiencias y más de veinte documentos puestos a disposición de la Convención, de todos los poderes del Estado, junto al análisis de la ciudadanía.

Poniendo en valor nuestras diferencias, sabiendo que las personas e instituciones tenemos distintas historias y puntos de vista, hemos impulsado desde el año 2020 múltiples espacios participativos. Hemos buscado comprender esa diversidad de miradas, preocupaciones y anhelos que conviven en nuestro país.

Durante el proceso constitucional profundizamos en este esfuerzo, no con el objetivo de tener una voz institucional común, sino que buscando ofrecer un camino que complementara oportunidades de participación para la ciudadanía.

Hace ya algunas semanas, realizamos una nueva entrega conjunta, tras un gran esfuerzo de escucha, en tiempos de grandes desafíos para nuestro país, que superan las capacidades de cualquier individuo u organización. Se trata del informe “Reflexiones de una ciudadanía constituyente”, realizado desde esta iniciativa, proyecto impulsado por las universidades Católica y de Chile, con la colaboración de otras 27 casas de estudio, cerca de sesenta organizaciones de la sociedad civil y la participación de miles de personas de todas las comunas de Chile.

“…desde las universidades y en alianza con la sociedad, invitamos a potenciar el diálogo. No hay una propuesta de camino fácil, ni respuestas infalibles, sino una gran gama de visiones y opiniones que se nutren y complementan entre sí…”.

Es urgente hacer un análisis de lo que hemos vivido como sociedad, para poder reflexionar sobre el futuro de un proceso político que aún tiene la tarea de encauzar los anhelos de cambio y mejoras que vemos muy presentes en el relato ciudadano.

Con los datos y la información que se han levantado en todo el país buscamos, en parte, responder a nuestro compromiso con todas aquellas personas que participaron y dedicaron su tiempo, con el convencimiento de que lo conversado se haría parte del debate público.

Hoy, este desafío se hace manifiesto con un reglamento que contemplará mecanismos de participación ciudadana una vez instalado el Consejo Constitucional y que será coordinado por las universidades Católica y de Chile, en conjunto con el sistema universitario del país.

Cabe destacar que aún falta la total tramitación de la reforma constitucional en el Congreso —esperamos durante el mes de enero— y la definición del reglamento respectivo, el que probablemente entregará mayores detalles de los mecanismos de participación y sus plazos.

Sin embargo, hasta la fecha, los mecanismos de participación comenzarían cuando empiece a sesionar el Consejo Constitucional, es decir, durante junio del próximo año.

Estamos en un momento en el cual, desde las universidades y en alianza con la sociedad, invitamos a potenciar el diálogo. No hay una propuesta de camino fácil ni respuestas infalibles, sino una gran gama de visiones y opiniones que se nutren y complementan entre sí.

Desde nuestras instituciones de educación superior trabajaremos para abrir nuevas reflexiones y así aportar, desde lo vivido, a los desafíos futuros. Es la contribución de las universidades al país en momentos cruciales para su desarrollo.

Es un desafío que nos compromete y alegra.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional