News, Seguridad y defensa

Ministerio de Seguridad. Jorge Sanz Jofré

                          Ministerio de Seguridad

Sr Director

Desde hace un tiempo se ha creído que la solución al grave problema de seguridad que tenemos en el país, es la creación de un Ministerio de Seguridad.

Objetivamente ¿qué cambiaría?, es probable que las mismas personas que hoy trabajan en las subsecretarías orientadas a la seguridad, se cambien de edificio a hacer lo mismo que están haciendo, con la misma visión y las mismas soluciones que no han funcionado como se esperaba;  que el presupuesto no varíe mucho pero que la cantidad de personas y sueldos aumente, que la burocracia aumente, pero, seguramente no aumentará la voluntad real de enfrentar y solucionar el problema.

No hace falta un ministerio, hace falta que las personas que saben de seguridad trabajen en ella y que las policías no sólo aumenten los vehículos, también perfeccionen los procedimientos;  que los tribunales y el ministerio público comprendan que se está jugando la seguridad del país y no instancias ideológicas menores;  que la Cancillería comprenda que es necesario negociar de verdad la expulsión de los delincuentes extranjeros, que el gobierno cierre de una vez los pasos ilegales y los que quieran entrar cumplan los procedimientos normales de ingreso, entre otras cosas.

Hoy parece preferible que los recursos que se espera invertir en burocracia de seguridad, se inviertan en mejores procedimientos de seguridad.

Jorge Sanz Jofré

Fuente:https://map.conectamedia.cl/index.php/clippingNews/view?id=41880173&email=450051&fromemail=1

Diario La Tercera 28 de Agosto 2024

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

EL DESASTRE DE RANCAGUA: TODO LO QUE SALIÓ A FLOTE TRAS ROBO DE $12 MIL MILLONES. Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador

                                                                       EL DESASTRE DE RANCAGUA: TODO LO QUE SALIÓ

                                                                    A FLOTE TRAS ROBO DE $12 MIL MILLONES

Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador

El Mostrador, País, 22/08/2024

Después de la espectacularidad de las imágenes relativas al robo de 12 mil millones de pesos desde las bodegas de Brink’s en el sur de Rancagua y de la conmoción que generó la gran cantidad de delincuentes implicados (hasta el momento van 18 detenidos), la atención relativa al hecho delictivo comenzó a tomar otros matices.

Lo anterior, después que a partir de la formalización de los imputados (entre ellos, dos funcionarios de la empresa) se conocieran tres hechos casi en forma consecutiva: que una de las pistolas usadas en el asalto a su vez había sido utilizada en el ataque que sufrió la exministra del Interior Izkia Siches, en Temucuicui; que un oficial de la PDI tuvo información previa sobre un asalto de características semejantes; y que –según una informante cuya identidad se mantiene bajo reserva– habría personal de Carabineros implicado en el hecho.

Lo que comenzó siendo un plan criminal de gran escala, terminó manchando a la PDI y Carabineros, y mostró una vez más la gran movilidad que tienen las armas de fuego en el país, especialmente entre las zonas sur y norte.

Lo acontecido en la PDI significó el inmediato llamado a retiro del hasta ayer prefecto de Cachapoal, Alex Zúñiga, quien fue acusado de no haber ponderado bien los antecedentes que se le expusieron y no solo eso: la Fiscalía inició una investigación de oficio por omisión de denuncia y obstrucción a la investigación y, ayer en la tarde, personal del OS-9 de Carabineros se constituyó en dependencias de la Policía de Investigaciones, para tomar declaraciones a los involucrados.

En el caso de Carabineros, el general director de la institución, Ricardo Yáñez, informó ayer que no existía sumario respecto de los dichos de la informante, pero indicó que se actuaría en caso de que surgieran antecedentes sólidos que permitan presumir la actuación de funcionarios de la policía uniformada en el delito.

Armas “sucias”. La pistola Glock, efectivamente, como lo demuestra la evidencia balística, es una de las armas que percutó disparos en contra de la comitiva de la exministra del Interior el 1 de julio de 2022, y también existe certeza en orden a que fue utilizada en un atentado contra el fundo de la familia Urban, en Ercilla. Aunque en algunos medios se indicó que la misma Glock habría participado en otros ataques en dicha zona, fuentes del Ministerio Público indicaron que ello no está probado.

Sin embargo, la presencia de un arma utilizada en ataques ocurridos en esas latitudes hace recordar lo sucedido con la subametralladora hallada el 6 de julio pasado en las instalaciones de la Radio Villa Francia, junto a otras 17 armas, sobre la cual Carabineros estableció que había sido, a su vez, usada en un atentado ocurrido en la Región de Los Ríos y que, además, correspondía a las confeccionadas por un armero que mantenía una fábrica de armas artesanal en la localidad de Liquiñe, en la precordillera de Valdivia.

A ese respecto, el experto en crimen organizado Pablo Zeballos, autor del libro Un virus entre sombras, dijo a El Mostrador que esas armas, en la jerga delictual, son llamadas “armas sucias”.

Al respecto, explicó que “ese es un modelo que se da bastante en los países que están en proceso de criminalización, donde es frecuente que las armas que tienen un historial oscuro o que están vinculadas a hechos de violencia de alta repercusión, como es el dispararle a la comitiva de la ministra del Interior, se venden o se arriendan a un costo menor de lo que costaría una arma ‘limpia’ o no trackeada, como se denomina a aquellas armas que no están incorporadas en la base de datos balística unificada que hoy existe en Chile, que es lo que permite hacer estos matches entre evidencias balísticas presentes en distintas zonas”.

Desde ese punto de vista detalló que, por ende, el hecho de que una pistola sea usada en eventos de naturaleza tan distinta no significa necesariamente que los autores de ambos hechos sean los mismos o estén relacionados.

Si bien no es posible descartarlo, precisó que “hoy día existe un mercado criminal muy atractivo, que es el arriendo y la oferta temporal de armas de alto calibre para grupos y estructuras criminales y necesariamente debe haber operadores intermedios, que son los que mueven esas armas entre una y otra zona, vendiéndolas o arrendándolas”.

A su vez, el exfiscal de crimen organizado Emiliano Arias, que en mayo pasado terminó su periodo constitucional como Fiscal Regional de O’Higgins, coincide al respecto y señala que “como lo sabemos quiénes alguna vez investigamos grupos radicales en la zona sur, años atrás estos eran muy herméticos, muy cerrados, por lo cual era muy difícil que un arma usada en delitos reivindicatorios apareciera luego en delitos comunes. Era muy improbable, pero ahora lo que se puede observar en la zona es que el discurso reivindicatorio está quedando en un segundo plano y muchas organizaciones se dedican derechamente a la comisión de delitos comunes y ahí entran en lógicas en las cuales las armas se venden, se arriendan, se mueven de un lado para otro, y hay varios casos ya en los que se han ido encontrando armas que participan en varios hechos delictuales en distintas zonas del país. Lo positivo es que ahora el banco de datos en relación con las armas se encuentra unificado y eso ayuda mucho en las investigaciones”.

Rancagua Vice. Otro hecho que llamó mucho la atención fue que en los últimos años se ha producido una serie de hechos delictivos de gran connotación en Rancagua y sus alrededores, pues además del túnel que fue descubierto en febrero –que se dirigía a las bodegas de Prosegur–, a fines del año pasado se produjo el  secuestro de un empresario y luego, en febrero de este año también, el doble homicidio de agricultores en Malloa, hecho que desató la primera crisis política de 2024 por el tema de la seguridad, que desde entonces no ha salido de la agenda. Estos dos últimos crímenes (el secuestro y el doble homicidio) fueron cometidos por “Los piratas de Aragua”.

Al respecto, Arias indica que una explicación posible para la existencia de una criminalidad de mayor relevancia en Rancagua es que, si se mira a los otros grandes asaltos cometidos en Chile, todos tuvieron lugar antes en el aeropuerto (a él le correspondió investigar dos, cuando era fiscal jefe de Pudahuel) o en Santiago, pero hoy “replicar esos robos es más difícil. Hay más medidas de seguridad y en el último intento asesinaron a un funcionario de seguridad aeronáutica. Santiago, además, está lleno de cámaras y a ello hay que sumar otro hecho: que en los últimos años los fiscales de la zona Centro Norte, junto a la Bipe de la PDI, especialmente, han hecho un fuerte trabajo en detectar las casas de seguridad que organizaciones criminales transnacionales tenían en Santiago, Independencia, Recoleta, etc., y eso genera un efecto globo, un efecto de desplazamiento y, por ende, estas organizaciones comenzaron a asentarse en las zonas cercanas a Santiago, y así fue como se empezaron a detectar casas de seguridad, muchas veces utilizadas para secuestros, en las regiones de Valparaíso y O’Higgins”.

Muchas de estas viviendas, además, puntualiza el exfiscal, se encuentran en zonas rurales por la poca o nula existencia de cámaras y la necesidad de que estén aisladas, para que los vecinos no escuchen disparos, gritos o cualquier cosa que les llame la atención.

“Por ello es que buscan lugares rurales y por eso es que se han detectado casas de este tipo en comunas como Talagante o Melipilla, también. En otras palabras, en la medida que el aparato de persecución penal ejerce presión en las grandes zonas urbanas, lo que por supuesto es lo que hay que hacer, se genera un desplazamiento y fortalecimiento de organizaciones criminales en zonas rurales, pues, además, son lugares que por lo general cuentan con personal policial e incluso fiscales que no están preparados para esos fenómenos”.

La cárcel de alta seguridad. Zeballos, por su parte, apunta también a otro aspecto que dice relación con la discusión que se ha generado en torno a la instalación de una nueva cárcel de alta seguridad en el sector de Pedro Montt, a un costado de los recintos penitenciarios que ya existen.

Al respecto, comenta que “hay que considerar la importancia que está teniendo Rancagua como plaza criminal de diferentes estructuras y debemos preguntarnos si ese fenómeno tiene que ver con que, desde un tiempo a la fecha, la principal cárcel de máxima seguridad que teníamos en el país estaba en Rancagua, pues hasta antes de la inauguración del Repas, a inicios de este año, el lugar que reunía mayores condiciones de seguridad era ese”.

Independientemente de ello, Zeballos, quien fue oficial de inteligencia de Carabineros, indica que lo que sucedió en Rancagua el viernes pasado “muestra una evolución criminal interesante, que guarda semejanza con modelos que uno ha visto en otros países. El Primer Comando de la Capital (PCC) partió de la misma forma y hoy día controla puertos y controla ciudades”.

Arias también señala la presencia de una cárcel de esas características como un factor, a lo que suma la “corrupción policial y una fuerte corrupción municipal”, agregando que ese factor, el de funcionarios públicos que son sobornados por criminales, ha sido constante en la Región de O’Higgins.

Sin perjuicio de todo lo anterior, Zeballos dice que hay otros fenómenos mucho más inmediatos y que no deberían perderse de vista frente a lo ocurrido en la Región de O’Higgins, como el intento de fuga que “Los Trinitarios” planeaban desde el penal de Colina 1, que se frustró el lunes pasado, cuando la PDI encontró en pleno centro un auto cargado con explosivos que, se cree, iban a ser utilizados para derribar un muro de dicho penal.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

RADIOGRAFÍA: EL DESPLIEGUE DEL TREN DE ARAGUA POR EL SUR DE CHILE. Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador.

 

                                                                             RADIOGRAFÍA: EL DESPLIEGUE DEL TREN DE ARAGUA

                                                            POR EL SUR DE CHILE

Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador.

El Mostrador, 05/0872024

Pese a que la imagen del Tren de Aragua (TDA) y todas sus facciones en Chile está fuertemente asociada al norte, especialmente a Arica e Iquique, una serie de investigaciones dan cuenta de que la organización criminal transnacional, originaria de Venezuela, tiene también una fuerte presencia en el sur del país.

Así lo evidencia la última indagatoria al respecto, relativa a “Los hermanos Cartier”, como se denominaba un brazo del grupo que operaba entre Puerto Montt y Osorno y que fue desbaratado hace dos semanas por la Brigada Investigadora de Robos (Biro) de la primera ciudad, junto a la Fiscalía Regional de Puerto Montt.

“Los Gallegos”, “Los hermanos Cartier”, “El Tren del desastre”, “Los Orientales”, “Los Piratas” y varias otras facciones se encuentran presentes entre Concepción y Puerto Montt, dando pie a numerosas investigaciones.

Se trata de una subdivisión de lo que hoy se conoce como “Los piratas de Aragua”, que es el nombre con el cual el Tren de Aragua original comenzó a autodenominarse en Chile, a partir de septiembre del año pasado, luego de fusionarse con uno de sus grupos aliados, “La Dinastía Alayón”, y tras el publicitado allanamiento ordenado por Nicolás Maduro contra el penal de Tocorón, en el cual no fue encontrado el líder máximo del complejo criminal, Héctor “Niño” Guerrero.

Todo indica que “Los hermanos Cartier” se denominaban así por su afición a las joyas de esa marca. De hecho, en una historia de Instagram del grupo, en que se aprecia a varios de sus integrantes blandiendo armas de fuego al interior de un vehículo al ritmo de alguna canción que no se escucha, aparecen algunos datos al respecto: además de que dice “Puerto Montt”, también se señala “Hermanos Cartier”, al lado de un emoji de reloj, junto con el hashtag “Thepiratas”, seguido de dos emojis con la bandera negra de los piratas.

En la parte superior izquierda del video, en tanto, aparece otra calavera con fémures cruzados y la frase “Pirates of the Caribbean”.

Igual que en todas las demás facciones del grupo, esta llevaba escrupulosos cuadernos de contabilidad, en los cuales constan los gastos en comida, en repuestos, en “Indrive” (app de transportes) e, incluso, como si fueran una empresa común y corriente, en viáticos.

Pese a que tanto los videos como la forma de llevar los gastos son común, “Los hermanos Cartier” poseían algunas peculiaridades que son investigadas en este momento. 

El robo y extorsión a trabajadoras sexuales. La primera de ellas es que, siendo la trata de personas con fines de explotación sexual el principal negocio del Tren de Aragua en Chile (por sobre el tráfico de drogas), lo usual es que este trafique mujeres desde Venezuela o Colombia, para obligarlas a prostituirse en departamentos o prostíbulos que controla el mismo grupo.

Así lo hacía, por ejemplo, la célula del TDA de Puerto Montt –cuyos integrantes fueron recientemente condenados a penas que suman 99 años de cárcel–, que manejaba un motel en el centro de la ciudad y que además mantenía departamentos en el centro de Osorno y también en Temuco.

Así lo hacen “Los Gallegos”, cuyo eje de operaciones estaba en Arica, el TDA en Iquique y Santiago, y así también lo hacía la célula del Tren de Aragua que operaba en Concepción, que dirigía un colombiano y a la cual pertenecían, entre otros sujetos, Luis Lugo Machado y “Carlitos Nike”, ambos implicados en el crimen del suboficial de Carabineros Daniel Palma, asesinado en el barrio Matta en 2023.

Todos ellos cobran una “vacuna” (impuesto) a las mujeres, un porcentaje de lo que ellas ganan, cercano al 75 %, a lo que suman lo que se denomina “la multa”, que es el costo del traslado desde Venezuela o Colombia a Chile, por lo cual cobran entre 3,5 y 4 millones de pesos.

No obstante, “Los hermanos Cartier” eliminaron parte importante del proceso, pues su principal giro de negocios era asaltar a mujeres que se dedican al comercio sexual, a fin de robarles sus ganancias, lo que ejecutaban asaltando los lugares donde estas ejercían.

Siempre llegaban en grupo, armados con pistolas, revólveres y una subametralladora y actuando con mucha violencia. Como explicó la Fiscal Regional Carmen Wittwer, los delincuentes amenazaban a las víctimas con dañar a sus familias en sus países de origen, especialmente Venezuela.

Al respecto, el jefe de la Biro de Puerto Montt y oficial del caso tanto en lo relativo a “Los hermanos Cartier” como en el de trata de personas que culminó con las condenas ya indicadas, subprefecto Sergio Castro, dijo a El Mostrador que esta investigación partió en mayo de este año, cuando la Fiscalía recibió denuncias “que tenían que ver en un abordaje de lugares que eran destinados al comercio sexual, donde las principales víctimas eran ciudadanas extranjeras que ejercían la prostitución, y ahí en estos detalles notamos un grupo organizado. Principalmente lo más particular fue la presencia de armas de fuego y un arma larga que en ese instante daba la impresión de ser algún tipo de ametralladora”.

Ante ello, indica que “se fue haciendo un trabajo de análisis criminal, un trabajo colaborativo con otras brigadas, y ahí logramos determinar la presencia de una estructura criminal de característica transnacional, que tiene que ver con una facción del Tren de Aragua”.

Actualmente, “Los hermanos Cartier” están formalizados por 10 delitos cometidos en Puerto Montt, Calbuco y Osorno, entre ellos, robos con violencia e intimidación, extorsión (tanto a las trabajadoras sexuales como a pequeños comerciantes), tráfico de drogas, infracción a la Ley de Armas y también receptación de vehículos robados en la Región Metropolitana.

Asimismo, se indaga la participación de uno de los “Cartier” en un tiroteo en la Vega Central de Santiago, donde fue asesinado un ciudadano dominicano, en el contexto de la guerra de bandas que han librado grupos criminales de origen venezolano, dominicano y ecuatoriano por el dominio territorial de la Vega y otros sectores de Independencia.

El elemento chileno y policial. La otra característica que llamó la atención de los investigadores respecto de “Los hermanos Cartier” es que, de 10 detenidos, 3 de ellos –es decir, el 30 %– son chilenos, lo que evidencia que es cada vez más creciente la simbiosis entre elementos criminales extranjeros y delincuentes de nuestro país.

Dentro de esos, además, había un suboficial de Carabineros en servicio activo, perteneciente a la Prefectura de Llanquihue. Por supuesto, fue dado de baja de forma inmediata y formalizado por violación de secreto, obstrucción a la investigación y tráfico en pequeñas cantidades.

La presencia de un policía al servicio del grupo criminal ya dejó de ser una rareza, lamentablemente. En el caso de “Los Gallegos”, en Arica, un excarabinero también fue detenido por proveer armas y vehículos al grupo.

En una de las investigaciones relativas a la explotación sexual de migrantes en la Plaza de Armas de Santiago, por parte de la PDI, la misma institución detuvo a dos oficiales de ella, que estaban al servicio del grupo. Y en Cañete, el año pasado, la PDI también arrestó a dos uniformados, vinculados al grupo Resistencia Mapuche Lafkenche, el mismo que al que pertenecían los imputados por el crimen de los tres carabineros asesinados el 27 de abril en Antiquina.

En ese caso, se trataba de un suboficial en retiro y otro en servicio activo, que era el jefe de la Sección de Investigaciones Policiales (SIP) de Curanilahue. De hecho, estos policías fueron acusados de hechos semejantes a los que se imputan al detenido en el sur: fundamentalmente, de “datear” a los criminales, gracias a la información a la que tenían acceso por sus funciones.

El exuniformado. Otro hecho que se ve por segunda vez en un caso de estas características es que quien lideraba el grupo es un exuniformado venezolano, en este caso, un sujeto que perteneció durante siete años al Ejército Bolivariano (EB), cuyo nombre se guarda con extremo celo.

A fines de junio pasado, el exintegrante del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana, Simayker Ortiz Torres, fue detenido en Copiapó acusado de liderar un grupo de sujetos que secuestró a una mujer desde un local de comida rápida.

Los demás grupos. Sin embargo, “Los piratas” y “Los hermanos Cartier” no son los únicos grupos asociados al TDA o franquiciados por este (es decir, que no forman parte de la estructura original, pero pagan un porcentaje de sus ganancias a este, a cambio del permiso para usar el nombre).

En la investigación realizada por la PDI respecto de la trata de mujeres en Puerto Montt, quedó en evidencia que también opera en esta ciudad y Osorno “El Tren del desastre”, que ha sido igualmente detectado en Concepción y Temuco.

Asimismo, en esa ciudad, se detectó la existencia de una célula de “Los Orientales”, grupo asociado al TDA y que está “en guerra” con este, como ha informado El Mostrador. De hecho, en ese contexto es que miembros del TDA, junto a “La Dinastía Alayón”, robaron y asesinaron a dos integrantes del primero. En dicha causa el fiscal Luis Arroyo ya culminó la investigación y presentó la acusación respectiva.

También existen evidencias de una serie de actividades de “Los Gallegos” en Puerto Montt y Osorno, entre las cuales se cuentan una serie de viajes realizados a ambas ciudades por Mervin Fagúndez, uno de los principales líderes de esta organización, actualmente enjuiciado en Arica.

Al mismo estilo de lo que hacen en Santiago “Los Pulpos” (organización criminal de origen peruano), en tanto, otro grupo franquiciado del TDA, “Los Satanás”, extorsiona a pequeños comerciantes de barrio, feriantes e incluso comerciantes ambulantes en distintas ciudades del sur, diciéndoles que, si no les pagan una “vacuna” semanal, van a sufrir daños.

Otro giro que ha resultado muy exitoso para el TDA en el sur de Chile ha sido el sicariato. Sujetos vinculados en su mayoría al TDA original han sido subcontratados por bandas de narcotraficantes locales para exterminar a sus rivales, como ha sucedido en múltiples homicidios perpetrados en Concepción, Talcahuano, Hualpén, Los Ángeles y Lebu.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

Requisitos para el empleo de la fuerza: Los presos militares y la justicia para militares.  Richard Kouyoumdjian

Quizás el mundo político no capta la importancia del tema de los militares y carabineros que están presos por causas de derechos humanos de la época del gobierno militar, como tampoco de las causas que afectan a quienes fueron llevados a juicio, y en algunos casos ya condenados por hechos ocurridos durante lo que se conoce como el “estallido social” o producto de los despliegues de las Fuerzas Armadas bajo los estados de excepción que se vienen decretando desde el último trimestre del 2019.

El tema en sí es importante no sólo por las graves injusticias, violaciones a los derechos humanos que se cometen con ex militares de avanzada edad, y la falta de debidos procesos, sino porque también condiciona el accionar futuro de las Fuerzas Armadas en el caso de que sean requeridas para actuar en apoyo a las policías en el combate al crimen organizado, lo que eventualmente se podría dar bajo estados de excepción constitucional de emergencia o de sitio, o bien bajo una iniciativa del tipo infraestructura crítica corregida (no la actual) más bien focalizada en el apoyo de las Fuerzas Armadas a las policías que a proteger algo que no está en riesgo.

Las Fuerzas Armadas del ahora observan lo que sucede con los que les antecedieron, ya sea por las acciones realizadas durante el gobierno militar, o en tiempos más recientes cuando han debido intervenir en el orden público, resguardo de fronteras o producto de la insurgencia que está presente en varias provincias de la región del Biobío o de La Araucanía.

La forma en que tratan a los militares del pasado en los penales de Punta Peuco y en particular en Colina 1 no es propio de la edad de los que están presos o de las condiciones de salud en que se encuentran. Desconozco si es responsabilidad del ministro de Justicia y Derechos Humanos, o una falta atribuible a Gendarmería. Son claramente personas que a la luz del gobierno y de los tribunales no tienen derechos humanos, lo que, a cara de ellos, de sus familiares, amigos y camaradas se hace más inentendible si se considera que además fueron condenados la mayor de las veces a través de procesos judiciales en donde abundaba la falta del debido proceso, por simplemente haber sido militares, por cumplir órdenes.

Estamos hablando de personas de la tercera o cuarta edad, que en esa época eran mayormente oficiales subalternos, suboficiales, clases y soldados conscriptos. Son mayormente militares, con unos pocos marinos y carabineros que los acompañan. No eran los que tomaban las decisiones, y en muchos casos, están pasando sus últimos años de vida en la cárcel simplemente por estar en las Fuerzas Armadas de la época del 73. Para ellos la izquierda aplica el principio del sin perdón ni olvido, no tienen derechos humanos, y los tratan peor que a los más indignos de la tierra.

Hay aún procesos abiertos, que fueron reabiertos en Piñera 1, que tienen a lo menos a 67 condenados en primera instancia por el ministro en visita Álvaro Mesa. Ellos se agregan a los que ya están presos por causas similares, pero quizás si prima la lógica y los brotes verdes que ahora se están comenzando a ver en tribunales, no se vayan a la cárcel y puedan correr con la suerte del general Cheyre, otro caso en extremo injusto, más aún en su condición de general en jefe del “nunca más”, en un caso que nadie entiende y que a nadie hace lógica.

No sé si la izquierda, el Congreso y los políticos en general están conscientes del efecto que causan en las Fuerzas Armadas del ahora «pago de Chile», y cómo ello puede afectar las expectativas que se tienen de ellas de llegar a ser necesario su uso en ambientes complejos. Está claro que en el mundo de los retirados y en la familia militar esta situación no pasa desapercibida, generando frustración, rabia y hasta quizás odio. Nunca es bueno sobre tensionar las cosas, los riesgos de hacerlo son muy altos, y cuando ello sucede en Chile las cosas no terminan bien.

Claramente la situación de los penales Punta Peuco, Colina 1 y otros en que hay presos militares del pasado es una cuestión política. Dejarla sólo en manos de los tribunales o el sistema judicial no es una buena idea, como tampoco lo es el no resolver el problema. Su no resolución o la no aplicación de mínimos de humanidad y de los derechos humanos de estos presos equivale a un acto de venganza, de un ojo por ojo, de algo que no tiene mínimos de decencia y de justicia.

Los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Carabineros también observan el actuar del sistema judicial y del Ministerio Público en los casos que vienen de las oportunidades en que han debido actuar bajo estados de excepción o para restablecer el orden público. Se aplaude que se hizo justicia en el caso del cabo Zamora, se observa con esperanza lo que pueda ocurrir con el juicio que está pendiente para el comandante Crespo y el cabo IM Seguel, y hay preocupación por casos como el del soldado Robledo y de los otros integrantes de la patrulla que tuvo que actuar en La Serena el 19 de octubre del 2019.

Para muchos el uso de las Fuerzas Armadas en apoyo a las policías para combatir el crimen organizado es algo que ya se asume como necesario y aceptado por la opinión pública. Para que ese uso sea efectivo y no una pérdida de tiempo se deben dar dos condiciones básicas: 1) Apoyo político transversal, el cual debe quedar registrado como un acuerdo en que todos los partidos políticos participan, como también los distintos poderes del Estado, y entes autónomos como el INDH y el Ministerio Público, y 2) Las reglas de uso de la fuerza (RUF) deben ser de fácil y rápido empleo, no siendo necesario como dijo el general Bassaletti en El Mercurio del domingo, pedir permiso antes de actuar.

Está claro que nadie está por sobre la ley, pero dicho eso, la izquierda debe perder el complejo de usar la fuerza del Estado y de tener servicios de inteligencia con capacidades operativas. La realidad actual no da para más, pero sí requiere que se atienda como condición habilitante del uso de las Fuerzas Armadas, el resolver la realidad de los presos militares del pasado, que los juicios actuales abiertos sigan el derrotero del caso del cabo Zamora, que se corrijan los errores cometidos con los soldados de La Serena, y que alguien controle lo que hace el juez Álvaro Mesa Latorre en Temuco, ya que si mete a la cárcel a los 67 que tiene condenados, se hace difícil que las Fuerzas Armadas del ahora, independiente de que hayan RUF perfectamente deseadas y un apoyo transversal a su uso, sean un recurso eficaz en el combate al crimen organizado.

¿Quién se va a inmolar por Chile si es que el Estado de Chile no les da las garantías del debido proceso, los protege legalmente cuando les ordena actuar, y asume las responsabilidades por las órdenes que da? ¿Está el Presidente Boric listo para asumir la responsabilidad de las órdenes que vaya a dar a las Fuerzas Armadas?

En memoria de los militares del pasado, del ahora y del futuro

Fuente: El Libero. 24 de julio 2024

Foto del avatar

Experto en Defensa y Seguridad Nacional Más de Richard Kouyoumdjian

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

CRIMEN ORGANIZADO Y SOLUCIONES NO ORGANIZADAS. Jorge Sanz Jofré. UDD

                                                                          CRIMEN ORGANIZADO Y SOLUCIONES NO ORGANIZADAS

SEÑOR DIRECTOR:

La semana anterior y ante la ola de crímenes y violencia, se planteó muy fuertemente la idea de imponer Estado de Sitio, traspasando la responsabilidad del problema a la Defensa Nacional.

La sola idea de la salida de los militares a la calle, dejaba ver la falta de herramientas para enfrentar el problema real o la necesidad de desviar la atención del problema central. El finde semana la solución fue la apertura de las cuentas corrientes, algo que no se sostiene ya que rompe un derecho humano afectando un soporte base de la política actual. Hoy la solución a la criminalidad es la construcción de una cárcel de alta seguridad y la consecuente discusión respecto de dónde se construirá, antes de empezar a contar los años para asignar su construcción y para tenerla lista.

Mirando esto como un simple ciudadano, surge la duda respecto de la voluntad real de solucionar el problema, de la capacidad para enfrentar el problema o de la urgencia de convocar al Ministerio del Interior y a toda la estructura creada para combatir, prevenir, enfrentar, perseguir el delito apersonas que contribuyan con nuevas capacidades e ideas y generar el cambio necesario en los equipos, dado que seguir haciendo lo mismo traerá los mismos resultados.

Ya no es posible enfrentar esta magnitud de amenaza con discursos y temor, es preciso comprender que para recuperar el control del espacio público, hay que levantar mayores capacidades que el crimen “organizado” Mientras estos resuelve en los pasillos gubernamentales y considerando la realidad de lo que sucede en Chile sin mirar las estadísticas de otros países se pueden implementar expulsiones, el cierre de Colchane  o el control real de la frontera, juicios abreviados, pensaren el bien común delos chilenos, entregarles herramientas alas policías para actuar antes y no después, implementar un sistema de inteligencia con expertos por sobre cuotas partidarias, establecer tribunales especiales, y un largo etc.

Jorge Sanz Jofré

Académico.  Universidad del Desarrollo

Fuente: Diario La Tercera 23 de julio del 2024

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

INTEGRANTES DE “LOS GALLEGOS” SIGUEN CON ACCESO A CONEXIÓN A INTERNET EN LA CÁRCEL. Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador

 

                                                                                            INTEGRANTES DE “LOS GALLEGOS” SIGUEN CON

                                                                                                ACCESO A CONEXIÓN A INTERNET EN LA CÁRCEL

Carlos Basso Prieto, Unidad de Investigación de El Mostrador

El Mostrador, 19/07/2024

Dos perfiles de Facebook bastante actualizados de reos pertenecientes a la banda de “Los Gallegos”, que actualmente son enjuiciados en Arica, dejaron en evidencia que integrantes del grupo criminal, internos en la sección de alta seguridad de la cárcel de Rancagua, seguían teniendo acceso a teléfonos celulares al menos hasta la semana pasada, como lo constató la Unidad de Investigación de El Mostrador.

Se trata de Julio César Mora Hernández y Wilder Colmenarez Colmenarez, ambos venezolanos. El primero de ellos está acusado de haber participado en el secuestro de una mujer que era explotada sexualmente por el grupo, asociación ilícita, tráfico de armas, tráfico de drogas y tenencia ilegal de municiones, por lo cual la Fiscalía está pidiendo 68 años en su contra.

Colmenarez, en tanto, enfrenta una pena de 50 años por los delitos de asociación ilícita, trata de personas con fines de explotación sexual, tráfico de armas y tráfico de drogas.

Pese a todas las medidas de seguridad que se han adoptado, hasta la semana pasada al menos dos miembros de la facción del Tren de Aragua que actuaba en Arica subían contenidos a sus respectivas cuentas. Gendarmería incautó un celular el fin de semana.

Pese a ello y a toda la evidencia que se ha vertido en su contra durante lo que va del juicio, un par de semanas atrás Mora posteó en la cuenta de un amigo suyo el mensaje “Pronto calle hermano”, seguido de un emoji de manos suplicantes y el de un lobo, debajo de un meme de la cuenta de Facebook “En cana”, donde se ve una prisión y el mensaje “el día menos pensado estaré de vuelta en casa”.

La G. Mora y Colmenarez postearon también una misma fotografía, en la cual se ven los brazos y manos de dos sujetos que portan armas. Uno de ellos tiene una subametralladora y el otro una pistola con cargador extendido.

El arma menor, que además tiene una mira láser, posee un detalle llamativo: en la punta del cañón le pintaron una boca de tiburón, como las que utilizaban los famosos aviones de combate Mustang P-51 de Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial.

En el antebrazo de ese sujeto se alcanza a ver el tatuaje de una calavera con máscara antigás y la sigla “G4”, además de la frase “RealG4life” que –como explicó anteriormente El Mostrador– significa “Real Gangster for life” (“Gángster de verdad para toda la vida”), frase en inglés que el Tren de Aragua “original” y “Los Gallegos” adoptaron como una suerte de lema.

A tal punto llega la importancia de la frase por parte de ellos que recientemente, en el juicio que se efectúa en Arica, se introdujo como evidencia una escucha telefónica en la cual dos delincuentes venezolanos discutían entre ellos por una serie de problemas que habían tenido con otro sujeto, un tal “Andrés”, lo que motivó que interviniera uno de los jefes de “Los Gallegos”, a quien identifican en la escucha como “El Flaco”, en referencia a Mervin Fagúndez.

Sin embargo, queda en evidencia que eso no fue suficiente, por lo cual uno de los interlocutores le dice al otro que recibió una llamada de alguien que le dijo “aquí te habla la (letra) G”.

Se trataba del líder máximo de la organización criminal transnacional, Félix Anner Castillo Rondón, más conocido como “Pure Anner”, en contra de quien hoy pesa una orden de captura internacional y cuya extradición la Fiscalía de Arica pidió a Perú, que es uno de los lugares donde se cree que puede estar.

Muy adictos a los símbolos, especialmente a los emojis, que son utilizados como una suerte de código público, por medio de los cuales transmitían mensajes de todo tipo, en la fotografía de las armas que subió Colmenarez la imagen aparece tal cual, pero en la versión que Mora subió a su cuenta de Facebook sobre la empuñadura de la pistola aparecen varios caracteres: las letras “s”, “t” y “s”.

Entre la primera y la segunda aparece un emoji de corazón rojo y entre las dos últimas también hay un corazón, pero este es negro.

Colmenarez tiene múltiples posteos con fotografías de marihuana seguramente bajadas de internet y otras de él al interior de la cárcel, incluyendo una donde –sobre su imagen– pegó un meme que muestra a un sujeto con un fusil y la frase “el día menos pensado estoy de vuelta”. También por medio de la red social reposteó la oferta de venta de una cadena que parece ser de oro, con una medalla del mismo material que contiene la efigie de otro de los símbolos favoritos del TDA: una corona.

De hecho, en medio de todo el material virtual que se ha encontrado de “Los Gallegos” se han hallado historias de Instagram dirigidas a los “alineados” (como denominan a los grupos criminales satélites de ellos), en que aparece el logo del grupo, una letra “G” con una corona encima.

Otra de las fotos de perfil de Colmenarez es una imagen en la que se ve una botella de whisky, dos vasos, una subametralladora y una pistola. En el mismo tenor, tiene otra imagen donde se observa a un encapuchado detrás del cual se aprecian varias armas de fuego, billetes y cadenas de oro. Su último posteo data del 12 de julio.

Cabe indicar que la semana pasada Gendarmería incautó al interior de la cárcel de Rancagua un teléfono celular que se cree era el que ocupaban los dos internos de “Los Gallegos”. Tras ello, la cuenta de Facebook de Mora aparece con el acceso restringido, pero la de Colmenarez no registra mayores cambios (aunque tampoco nuevos posteos).

Los máximos líderes. También tuvo una cuenta de Facebook activa, hasta noviembre de 2022, Yoneiker Paredes Fagúndez, “El Enano”, quien era uno de los dos líderes del grupo en Arica y que fue detenido en junio del mismo año. Su último posteo, del 4 de noviembre de 2022, muestra una foto donde se ve una pistola con incrustaciones de oro al lado de un reloj, una cadena y un tourbillon de Cristo del mismo material, al parecer.

Otro de los cabecillas de “Los Gallegos” que estuvo activo en Facebook, no obstante estar preso, fue Yorve Galaviz, más conocido como “Culito”, también detenido en 2023, pese a lo cual en febrero de ese mismo año posteó en su cuenta una foto donde aparecen él y otro reo que se cubre la cara, junto con la frase “El q n engaña a un preso n engaña a nadie jajjajajajaja” (sic).

El 16 de febrero de 2023 sus amistades lo saludaron por su cumpleaños. Uno de sus amigos escribió “Diocito rompe cadenas mi hermano la tardanza es poca” (sic). Otra de sus seguidoras en dicha red social le deseó “pronto calle Culo”.

Por cierto, también fue muy activo en Facebook el general del grupo, “La Letra G”, es decir, Félix Castillo, el cual tenía tres cuentas a su nombre (todas ellas inactivas desde mediados de 2022), en una de las cuales se describe como alguien que “vive en Arica” y tiene como foto de perfil una imagen de él, junto a su esposa e hija en Machu Picchu.

En otro de sus perfiles dice que vive en Carabobo (Venezuela) y, junto con fotos familiares, tiene una imagen de “Scarface”. En un posteo para la Navidad de 2019, además, deja clara su postura política (que es la misma del grupo), pues señala: “Feliz Navidad para todos! A los chavistas no a ellos que los siga cogiendo un maduro con los ojos azules, Q digo un burro…” (sic).

El poder de los símbolos

Al respecto, el autor del libro Un virus entre sombras, Pablo Zeballos, consultado por la compulsión de los miembros de “Los Gallegos” que están en prisión y se arriesgan a subir contenido a Facebook, explicó que “ello obedece a una de las características de muchas organizaciones delictuales en América Latina, también chilenas, en orden a mostrar su capacidad de asociatividad y su poder de fuego. Es la nueva forma de crearse una especie de perfil o de ‘cartel’, que les sirve tanto en las calles como al interior de la cárcel”.

Del mismo modo, agregó que “es una forma también de demostrar su valentía, su nivel y acceso a recursos económicos”, pues para poder tener acceso a internet en una cárcel se requiere de un celular y un equipo de prepago, que hoy, en una cárcel, cuesta sobre 1 millón de pesos.

Zeballos agrega que “ellos van amplificando sus acciones a través de las redes y se va creando una especie de bolsa de comercio, un mercado criminal en bolsa donde tus acciones suben o bajan respecto de lo que pueden demostrar. Así van surgiendo lo que podríamos denominar estas nuevas leyendas criminales. Crecen rápidamente en un mundo conectado por redes y ojo que, aunque ‘Los Gallegos’ usaran mucho Facebook, la mayoría utiliza TikTok, que en Latinoamérica se está convirtiendo en el LinkedIn de las ofertas criminales”.

Asimismo, comentó que detrás de estos posteos también hay un mensaje implícito de desafío al Estado, pues “indudablemente ellos comprenden que los mensajes grabados, filmados, etc., pueden ser incluso medios de prueba, con los que pueden ser condenados o juzgados, y aun así les interesa muy poco, por lo que no es solamente un desafío al Estado, sino a la sociedad completa, una especie de apología al crimen”.

Por ello, Zeballos insistió en que “entender estas formas de comunicación, de semiótica, de mensaje, es un tremendo desafío para los investigadores, para el Estado y para la academia”.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

News, Seguridad y defensa

¿HABRÁ UN DÍA DESPUÉS? LAS FUERZAS ARMADAS EN TAREAS DE SEGURIDAD INTERIOR EN AMÉRICA LATINA. José Miguel Piuzzi C

 

                                                           ¿HABRÁ UN DÍA DESPUÉS? LAS FUERZAS ARMADAS

                                                     EN TAREAS DE SEGURIDAD INTERIOR EN AMÉRICA LATINA

José Miguel Piuzzi C., Director, General en retiro del Ejército de Chile, Doctor en Sociología y Magister en Ciencias Militares

Defensa 21 Latam, 05/07/2024

El empleo de fuerzas militares en tareas de seguridad interior ha sido siempre una decisión muy compleja. Más allá de su aporte conlleva riesgos y consecuencias que deben ser analizados cuidadosamente, antes, durante y después de su resolución.

Por ello, junto a la evaluación que haga el poder político sobre el efecto esperado con el empleo de las Fuerzas Armadas en este tipo de funciones, y las apreciaciones de los mandos militares en torno a las misiones específicas que deberán cumplir, es fundamental tener en cuenta las distintas repercusiones que este cometido puede acarrear.

Desde comienzos de este siglo numerosos estudios han abordado el tema de las tareas militares en la seguridad interna. En Europa y Estados Unidos estos han respondido a la preocupación por el despliegue militar dentro de los países, para proteger espacios públicos e instalaciones sensibles, tras una serie de ataques terroristas de diversa magnitud.

En Latinoamérica, por su parte, el foco se ha centrado en el empleo de las fuerzas militares en diversas labores vinculadas al orden interno con especial énfasis, durante la última década, en la lucha contra el crimen organizado.

Actualmente el interés por estos temas radica principalmente en las consecuencias políticas de la ampliación de las funciones militares en actividades que no son inherentes a su naturaleza, y en los efectos que este tipo de quehaceres puede tener en la misión fundamental de defensa que corresponde a las instituciones armadas.

Se afirma, por ejemplo, que la utilización de las Fuerzas Armadas como “un remedio urgente para solventar multiplicidad de problemas” implica en el mediano y largo plazo” “la militarización de muchos ámbitos ajenos a la defensa” (Martínez, 2022).

Desde otro punto de vista, se plantea que el nuevo protagonismo de los militares “tiene menos que ver con un incremento de su influencia política y más con los pobres resultados de los intentos por modernizar las administraciones civiles latinoamericanas” (Ortiz, 2020).

En el ámbito de la defensa y en lo militar, el impacto de las misiones de orden interior en las instituciones armadas es un tema crucial que no puede soslayarse, incluso si se las considera transitorias o se apela a las nociones de polivalencia y de multifuncionalidad militar.

Y es que el cumplimiento de estas puede afectar las capacidades de las Fuerzas Armadas para cumplir su función principal: la defensa frente a amenazas externas, la que depende en buena medida de su efectividad como herramienta disuasoria, capaz de inhibir los potenciales intentos de vulnerar la soberanía o los intereses nacionales.

La necesidad extraordinaria de asignar misiones de orden interior a las Fuerzas Armadas exige un análisis que va más allá de concebir los objetivos más inmediatos, y de determinar el estado final deseado, por muy importante que este sea. Es imperativo precisar también las implicaciones a largo plazo y las acciones necesarias para el “día después”.

Esta perspectiva, esencialmente estratégica, es fundamental para preservar sus capacidades como instituciones encargadas de la defensa exterior del Estado. Es, además, un requisito aplicable a todas sus funciones, pero que adquiere mayor relevancia cuando deben asumir tareas de seguridad interior, a veces de naturaleza policial, como ha sido en varios países latinoamericanos en las últimas décadas.

Mas, anticipar el “día después”, no es algo sencillo ya que exige proyectar escenarios y el examen de situaciones hipotéticas que resultan problemáticas para los planificadores.

En las próximas líneas, se abordarán dos aspectos básicos que pueden ser útiles para un análisis más exhaustivo en torno, precisamente, al “día después”: en primer lugar, esbozaremos algunas ideas sobre las posibilidades de cambio o permanencia del escenario que motivó el empleo de medios militares en tareas de orden interior. En segundo lugar, examinaremos las implicaciones del cumplimiento de estas tareas en las Fuerzas Armadas, tomando en cuenta el impacto en su efectividad, en las complejas y cambiantes circunstancias políticas y sociales que caracterizan el contexto actual.

El escenario y las posibilidades de cambio. El incremento de la actividad criminal, con una dimensión transnacional, ha superado las capacidades de los medios policiales, y en todos los países, la seguridad se ha situado en los primeros lugares de las demandas ciudadanas (Latinobarómetro, 2023; LAPOP, Pulse of Democracy, 2023).

Por su parte, los informes de los organismos especializados dan cuenta de las limitaciones que presentan los medios policiales, los sistemas de inteligencia, la legislación, y la tecnología forense, entre otros asuntos. Asimismo, destacan los riesgos de corrupción a los que están expuestas las instituciones estatales – las Fuerzas Armadas entre estas –, y las dificultades para establecer y mantener una cooperación internacional efectiva. (UNODC, 2023; InSight Crime, 2024).

Es más, pese a los programas que aplican los gobiernos con recursos propios y con el aporte de organismos internacionales, como los proyectos para “fomentar resiliencia ante el reclutamiento de grupos criminales” en el segmento de jóvenes, y la “disuasión focalizada sobre grupos violentos”, y varios otros, las cifras muestran un avance sostenido de la criminalidad.

De acuerdo con la UNODC (Informe mundial sobre las drogas, 2023), el 50 % de los homicidios en la región están asociados al crimen organizado, en comparación con el 24 % a nivel mundial. Y según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo la violencia y el crimen organizado le cuestan a América Latina un 3,5 % de su Producto Interno Bruto (BID, Hoja Informativa, marzo 2024) lo que es un drama si se tiene en cuenta que la perspectiva económica para este año es de 1,8 %, según el Banco Mundial (Global Economic Prospects, junio 2024).

Desde un enfoque más bien cualitativo, los mismos informes coinciden en valorar el creciente grado de conciencia social que se ha manifestado sobre los peligros que entraña el crimen organizado. Evidencian, además, la implementación de nuevas estrategias policiales y judiciales en prácticamente todos los países, junto con algunas mejoras en la cooperación regional e internacional, tanto en el intercambio de información como en el apoyo financiero y técnico.

No obstante, en lo que respecta al crimen organizado transnacional (COT), estos progresos resultan insuficientes, por cuanto su realidad, alcance y contención exigen un esfuerzo sostenido y de largo plazo, en lo político, social, económico, y una colaboración internacional que todavía es muy limitada. El Índice Global de Crimen Organizado 2023 (GI-TOC) lo corrobora al afirmar que «todos los mercados y actores criminales de las Américas están presentes en varios países, lo que subraya el alcance de estos mercados y la importancia que tiene el continente para el comercio ilícito mundial. Estos mercados criminales interconectados y transnacionales explotan las debilidades en la resiliencia de cada país y se aprovechan de situaciones de falta de liderazgo y gobernanza» (GI-TOC, p. 99).

En cuanto a la seguridad pública, los niveles de inseguridad han alcanzado cifras alarmantes, constituyendo en varios países una amenaza a la seguridad nacional. Esta situación se ve agravada por el persistente problema de la demanda de drogas ilegales, como la cocaína. Informes sobre la situación de esta droga, particularmente en el consumo en los Estados Unidos, revelan que a pesar del ingreso del fentanilo y de las aprehensiones sobre la baja en la calidad de la cocaína en los últimos años, su consumo se mantiene o habría aumentado. Estos datos, provenientes de diversas instituciones públicas y privadas como la Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA), InSight Crime, y los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), ponen de manifiesto la imperiosa necesidad de abordar la demanda como un factor crucial en la contención del crimen organizado. De otra manera, las drogas ilícitas seguirán actuando como un motor fundamental de este, y la lucha por controlar los mercados ilícitos continuará generando altos niveles de violencia e inseguridad, afectando directamente la vida de las personas.

Si bien lo planteado hasta aquí, de manera muy escueta, sugiere que el escenario actual por lo general se mantendría sin cambios, es importante considerar un factor adicional que influye en la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de orden público: la visión de «disuasión integrada» promovida por Estados Unidos en América Latina, en el marco de su Estrategia de Seguridad Nacional 2022.

En este contexto, la postura de la general Laura Richardson, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, resulta particularmente relevante. Durante la XV Conferencia de Defensa Sudamericana (Ecuador, septiembre de 2022), Richardson advirtió que “organizaciones criminales transnacionales (TOC, por sus siglas en inglés), como el Primer Comando Capital, o PCC, en Brasil y cárteles tan lejanos como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación están desestabilizando nuestro vecindario compartido. Están envenenando a nuestro pueblo con drogas y extendiendo sus tentáculos de violencia y corrupción por toda la región.”   (www.southcom.mil).

Richardson identificó, además, dos «problemas generales de seguridad» que exacerban la situación: la inseguridad ambiental y los «conflictos de zona gris». En el primer caso, se refiere al COT que se involucraría en actividades como la minería ilegal, la tala y la deforestación, generando un impacto ambiental significativo. En el segundo, se menciona la competencia entre potencias como China y Rusia en los dominios espacial, cibernético y de información en América del Sur que crearía un escenario complejo y desafiante.

La visión de «disuasión integrada» de Estados Unidos busca abordar estas amenazas mediante la colaboración entre las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Orden y Seguridad, y otros actores relevantes. Esta estrategia ha generado debate en la región, con algunos países expresando su preocupación por la creciente participación militar en asuntos de seguridad interna.

Así las cosas, es poco probable que las misiones de orden interior para las Fuerzas Armadas se restrinjan en el corto y mediano plazo. Todo lleva a prever que las demandas ciudadanas por mayor seguridad a lo menos se mantendrán. Además, es muy difícil que los países puedan incrementar en forma relevante las capacidades de las policías en un futuro cercano, y más difícil aun, que conciban, diseñen y organicen, medios o fuerzas de capacidades intermedias para tareas de orden interior (control fronterizo, o bien, protección de instalaciones y de apoyo eventual a las policías).

En este panorama no se pueden desconocer las consecuencias que se presentan para las instituciones armadas, asimismo, en las relaciones civiles militares, e incluso, en la apreciación que se haga de la defensa de cada país, aun cuando la presencia militar en tareas de seguridad pueda tener beneficios para la población, cuya apreciación de resultados es muy cambiante.

Estas consecuencias dependerán, por cierto, del grado de involucramiento que tengan los medios militares en cada situación particular. Así, por ejemplo, si se trata del empleo de medios reducidos, en forma ocasional, y en misiones en que la probabilidad de hacer uso de la fuerza es baja (cercos perimetrales; seguridad de instalaciones), los efectos podrán ser limitados. Sin embargo, sus repercusiones serán mayores en situaciones en que participan medios importantes, en distintos lugares del territorio de un país, con una alta probabilidad de hacer uso de la fuerza, y en periodos extensos de tiempo.

El riesgo de deterioro de capacidades esenciales. El que las Fuerzas Armadas tengan capacidades que los habilite para actuar en distintos escenarios, o que hayan participado temporalmente, por ejemplo, colaborando frente a desastres naturales o en operaciones de paz, no significa que puedan ser empleadas en cualquier función de apoyo o de asistencia pública, menos aún, en tareas donde la concepción de su empleo y la lógica con que deben actuar tengan repercusiones negativas en su nivel operacional. Es más, los beneficios que puedan traer consigo las misiones de orden interior en labores de seguridad, entre estos, la interacción con distintas organizaciones, la aplicación de nuevos procedimientos, la posibilidad de evaluar de resiliencia del personal, y otras, no se equiparan con el detrimento que se puede producir en su condición de fuerza militar, de acuerdo con la concepción vigente en la mayoría de las instituciones armadas de la región.

Como es sabido las Fuerzas Armadas a diferencia de las policías se encargan de la defensa externa, con ese fin se preparan en el uso de la fuerza frente a un enemigo, y, aun cuando lo hagan en forma racional y en proporción a la amenaza, su propósito es neutralizar y derrotar a quienes enfrentan. De hecho, su contraparte en el empleo de la fuerza tiene que ser apreciado claramente como un enemigo que es parte de una amenaza real para el país. Esto es muy relevante en las fuerzas militares en Latinoamérica por cuanto su sustento anímico y moral se basa en un acendrado componente vocacional de servicio a la patria, especialmente, en su defensa exterior frente a quienes puedan atentar contra la soberanía y la seguridad del país.

Las tareas de orden interior que implican la posibilidad de uso de la fuerza, por muy legítimo que sea su origen, no son solo algo excepcional en el plano institucional, entrañan, asimismo, una contrariedad anímica para un soldado de cualquier nivel, especialmente cuando no existe una definición clara del alcance de su misión, la que debe ser conocida también por la población. De hecho, su contraparte más difícil va a ser un connacional civil, cuya acción, por atentar contra la seguridad interna, ha sido considerada una amenaza por el poder político, lo que generalmente conlleva a la declaración de estados de emergencia, donde no se actúa precisamente frente a un enemigo (algo distinto sería en un estado de guerra interna).

En las condiciones actuales, la diferenciación entre quien es un enemigo y quien atenta contra la seguridad interna, en situaciones de emergencia, está muy presente en la ciudadanía, en los medios de comunicación social, en los organismos de derechos humanos, y está también muy claro en el personal militar. Es así como el uso de las armas frente a un agresor, aún en defensa propia en una situación extrema, demanda una investigación que más allá de las circunstancias y de la correcta aplicación de las reglas de uso de la fuerza, muchas veces termina poniendo al militar como inculpado, y, en ocasiones, es expuesto como culpable, sin presumir su inocencia ni profundizar en la real situación que debió enfrentar.

En lo relativo a las policías la situación es muy diferente. En el ejercicio permanente de su función interactúan con la comunidad y su labor tiene un fuerte componente preventivo, realizando patrullaje, campañas de sensibilización, y trabajando con organizaciones comunitarias para evitar la delincuencia y promover la seguridad ciudadana. En oportunidades, como último recurso, deben usar la fuerza para reprimir o detener la comisión de un delito, con medios que no tienen la letalidad de los militares. Y, si bien en ambos casos se trata de instituciones esenciales para la seguridad del Estado, son vistas por la ciudadanía en forma diferente, por cuanto se está al corriente que su función es distinta y que operan con una lógica y procedimientos diferentes para lograr sus objetivos.

Sin embargo, hay un aspecto fundamental para tener en cuenta en lo singular de las Fuerzas Armadas y que es determinante en la defensa de cada país. Parte importante de su contribución a la seguridad y la defensa lo hacen a través de la disuasión. Esta implica poseer las capacidades y los medios necesarios para llevar a cabo una acción militar, cuya efectividad y resultado previsible inhibe la acción de un potencial enemigo.  Para ello, es fundamental poseer el poder de combate (la preparación, los medios, la disposición de lucha de los integrantes de la fuerza militar, su historia, etc.), y la voluntad política de emplear la fuerza, condición básica para lograr el efecto disuasivo, el cual es esencialmente psicológico.

En las misiones vinculadas a la seguridad pública son muchas y variadas las situaciones en las que, quienes vulneran la ley, desafían y hacen frente a las fuerzas militares (con agravios, amenazas y diversos tipos de agresiones) aprovechando los límites y restricciones que estas tienen para el uso de las armas, a no ser que esté en riesgo la vida. Esta dinámica, con el tiempo deteriora la capacidad de disuasión y distorsiona el propósito para el cual los medios militares fueron empleados; más todavía si no cuentan con un decidido apoyo político y social ante situaciones límites en las que sí deberían utilizar sus armas. Así, se genera un ambiente que conduce a un estado de indeterminación y confusión que degrada la capacidad de disuasión, a la vez que distorsiona el sentido y la condición de fuerza militar. Esto lo perciben las propias fuerzas, la ciudadanía, los grupos delictuales y los potenciales adversarios, con lo cual se pone en riesgo la defensa y seguridad del país.

En este panorama la inconveniencia de emplear a las Fuerzas Armadas no radica en que no puedan operar con gradualidad y cumpliendo las reglas de uso de la fuerza.  El problema que se presenta, especialmente en Latinoamérica, tiene relación con las condiciones en que se hace. Es aquí donde se conjuga, por una parte, un escenario altamente complicado, por otra, cierta indefinición en la misión específica que deben cumplir las fuerzas, y, además, un marco legal que dificulta penalizar a quienes trasgreden la ley, lo que termina por afectar el cumplimiento de las misiones y la capacidad disuasiva que debe mantener una fuerza militar. Todo esto amplifica las posibilidades de riesgo de enfrentamiento, dado que dicho deterioro incentiva y hace más probable el arrojo de quienes violan la ley frente a quienes deben cautelar por la seguridad.

¿Habrá un día después? El fenómeno del crimen organizado, en sus distintas expresiones, se mantiene vigente en nuestra región más allá de los esfuerzos realizados hasta ahora para contener su actividad y brindar mayor seguridad a la población. Sin duda sus manifestaciones y secuelas son mucho más amplias e intrincadas de lo que aquí se ha expuesto; baste mencionar el incremento del tráfico de armas que ha proporcionado a los grupos criminales una capacidad de lucha que compite con los medios policiales, y que les permite intimidar a la población facilitando el control territorial. Además, en todo esto influye la calidad de la gobernanza, la cultura de la legalidad, la corrupción, la pobreza y la desigualdad, entre otros aspectos.

Respecto a las consecuencias del empleo de las instituciones armadas, especialmente en tareas de seguridad interna, hay mucho que profundizar, por cuanto, más allá de nuestra percepción, no sabemos con suficiente certeza cómo puede estar afectando, por ejemplo, en el reclutamiento o en la preparación profesional de su personal, derivado del continuo empleo en misiones de orden interno, en especial, en aquellos países donde las dotaciones se han visto reducidas en las últimas décadas.

Si hay algo claro, y que está presente en todos los estudios especializados, es que el crimen organizado transnacional COT) se ha transformado en una amenaza tangible a la seguridad de los estados en América Latina, y, lo más probable, es que persista en el mediano plazo. Por tanto, así como se abordan los desafíos del presente, que en este ámbito son muchos, es imperativo hacerlo pensando en las condiciones en que se podría llegar al “día después”, aunque se estime muy lejano. Con esta perspectiva se podrán complementar las apreciaciones que se han hecho, y proyectar en forma más clara y objetiva los efectos de las misiones que se están cumpliendo, a fin de tomar a tiempo las medidas necesarias mitigar aquello que pueda perjudicar las capacidades más propias de las Fuerzas Armadas.

En materia de capacidades estratégicas no caben improvisaciones puesto que, cuando estas se deterioran, son muy difíciles de recuperar. Sería un error sobrestimar las posibilidades de “vuelta a los cuarteles” en los niveles operacionales normales, luego de un periodo en que las fuerzas militares han sido empleadas en tareas de seguridad en el plano interno. Esto puede llegar a ser crítico si se examinan otras situaciones que demandan la presencia de las Fuerzas Armadas, como los desastres naturales (terremotos, inundaciones, “mega incendios”), que exigen una participación cada vez más frecuente en tareas de apoyo y de protección ciudadana, a consecuencia de las limitaciones de los países de la región en materia de agencias y organizaciones especializadas en este tipo de emergencias.

Por otra parte, mientras no se reduzca la demanda de drogas ilícitas principalmente desde los países desarrollados, en particular de la cocaína, será difícil que en Latinoamérica se pueda minimizar de manera sustancial la acción de los carteles y redes delictuales. De aquí surge cierta inquietud frente a la posición de Estados Unidos, donde pareciera que no es posible adoptar una actitud más proactiva en el control del consumo interno, a pesar de que en distintas instancias sus autoridades han reconocido que todo el continente está siendo afectado por la violencia y la corrupción que se origina en el crimen organizado.

Por el momento, exista o no un “día después”, o bien persista la duda de si este tipo de tareas va a terminar siendo parte de los cometidos habituales de las Fuerzas Armadas, es indispensable hacer lo que podríamos llamar una “pausa estratégica”, para realizar una revisión, también estratégica, que permita visualizar, al menos, los cambios que ya han sido asumidos, sus alcances en cada una de las ramas de la Defensa, y establecer lo qué es necesario corregir en distintos niveles. Porque el problema principal no estaría en el empleo de los medios militares en forma excepcional en las tareas de seguridad interna, sino que emerge a partir de un conjunto de factores que inciden en el cumplimiento de las misiones, muchos de ellos ajenos a lo militar; entre estos,  las circunstancias en que estas se llevan a cabo; los plazos en que se desarrollan estas actividades con relación a las dotaciones disponibles; la realidad de los medios y agencias que deben cooperar; el grado  de congruencia del marco regulatorio con el contexto donde se opera, y el respaldo político y social.

Para los líderes militares el momento actual es un desafío mayor en su asesoría a la autoridad política, puesto que, por más que se declare la polivalencia de las Fuerzas Armadas, si las tareas de orden interior perduran, lo que se impondrá es un replanteamiento de la función Defensa. De hecho, el modelo de profesionalidad (explicitado o bien implícito), la doctrina de empleo, las dotaciones, la estructura orgánica y los medios de cada una de las instituciones armadas, no están orientadas hacia tareas de seguridad interna, salvo en situaciones de excepción y de carácter temporal.

En resumen, son muchas y de gran trascendencia las implicaciones que tienen las tareas de seguridad interna en las Fuerzas Armadas, pudiendo afectar tanto sus capacidades para la defensa externa, como también, en las actividades de apoyo al interior de cada país. El reto, como siempre, es mitigar los efectos negativos que se presentan y generar nuevas capacidades, porque de acuerdo con lo tratado, lo más probable es que el escenario se mantenga por un buen tiempo.

Pero, si existe algo indiscutible, es que las amenazas a la seguridad interna, entre estas, el crimen organizado, comprometen al Estado y a las sociedades, y demandan cooperación intrarregional. Por lo cual, cualquier análisis que trate de abordar estos temas es conveniente que comience aplicando la metáfora del iceberg, ya que es muy probable que lo que estamos observando sea una parte menor de un desafío bastante mayor. Por el momento, de cara al “día después”, pausa y revisión son acciones que se imponen, las que por difíciles que parezcan no conviene eludir.

Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional